Mi nombre es Kellin, tengo veinticuatro años y me gustan los chicos…bueno eso creo porque siempre estuve con chicas hasta que me sucedió un evento de la tercera dimensión y terminé así.
Después de que confesé públicamente mi nueva orientación todo pasó muy rápido; mágicamente me vi rodeado de conocidos y amistades que compartían mis mismos gustos. Aún así soy muy tímido para esas cosas, tanto que hasta la fecha no he tenido novio. Por supuesto mis amigos se han burlado de mi inexperiencia e incluso – lo que es peor – se han atrevido a ofrecerme su ayuda. Uno de ellos llegó a sugerirme que consiguiera un compañero de cuarto seducible. Era el colmo. Por eso estaba viviendo con el hombre más heterosexual que conocía; el hermano de mi amiga del cole. Sí, jamás se fijaría en mí y yo tampoco en él. Asunto concluido, punto. No quería saber más del tema.
- ¿Qué tanto piensas? – me preguntó Craig -. No me digas que en esos fanfiction que lees – hablaba distraído desde su laptop.
- No molestes – dije rápidamente. Él sabía de mis gustos y era tan heterosexual que llevaba meses viviendo conmigo como si nada.
- Necesito tu ayuda. He perdido una apuesta y tengo que escribir una de esas historias.
Craig trabajaba en un periódico redactando noticias. Le gustaba escribir; siempre lo veía frente a su computador horas de horas, pero jamás me había dejado leer nada.
- ¿Qué historias? – pregunté tratando de entender.
- Esas, la de los chicos con chicos. Jamás he escrito ninguna. Ni siquiera tengo la menor idea de cómo es ese mundo…quiero decir tu…bueno allí es donde entras tu, chiquitín.
Me decía chiquitín porque era bajito. Me decía muchas cosas en realidad. Me martirizaba.
- ¿Yo qué?
- He pensado en algo y quiero que me des tu opinión – explicó divertido -. Si no lo tengo claro quiero que me orientes. Básicamente experimentaremos – por dios mi cuerpo reaccionó como si aquello tuviera contenido sexual.
- ¿Por qué te estremeces así? – sonrió – No seas cochino.
- Cállate. Igual no quiero. No me conviene ser tu experimento o lo que sea – solté enojado-. ¿Además que gano yo con todo esto? Conociéndote solo te vas a divertir a mi costa.
- Haré lo que me pidas mientras no sea una cochinada. Con eso me refiero a cualquier cosa, Kellin, lo que sea – recalcó.
- ¿Qué es una cochinada para ti?
- Sexo entre hombres.
Ah mis oídos ¿Porqué siempre decía las cosas tan directas? Un poco de tacto por favor.
- Cáete de tu nube – ataqué -. No tendría algo contigo aunque me rogaras. No eres mi tipo.
- ¿Estás seguro Kellin? –alzó la vista de su computadora – No me provoques. Luego como haré para rechazarte cuando me supliques.
- No me gustan tus bromas – entrecerré los ojos.
- ¿Vas a aceptar o no, gordito? – otra de las cosas que me decía. No soy gordo.
- Ya, sale, pero pediré lo que yo quiera – acepté tramando mi venganza -. Luego no te quejes.
- Entonces es un trato.
Si pudiera volver el tiempo atrás no habría aceptado esa idea tan jalada de los pelos.