“Esto es extraño, por fin mi gran sueño se hizo realidad pero… ya no es lo mismo”.
Se encontraba en la oficina, revisando unos documentos.
“Siempre pensé que el día en que Kyoko-can se me declarara, sería el mejor momento de mi vida pero, desde hace algún tiempo, eso ya no me importa. Pensé que tal vez sería por Haru, tal vez me había enamorado de ella sin darme cuenta… pero… no fue así”.
Dejo los papeles encima y fijo su mirada en la persona sentada al otro lado del escritorio.
“Estuve enamorado de Kyoko-chan, durante estos diez años. Estuve enamorado de Haru, durante estos diez años… esas dos afirmaciones, son falsas. Las dos son bellas, a las dos las quiero, a ambas las protegeré por siempre porque, son importantes para mí, pero… yo amo a otra persona”.
No podía apartar la vista de aquel hermoso hombre, que al igual que él, ya tenía veintiséis años.
“Durante todo este tiempo, no he tenido el valor de reconocerlo… me parece más hermoso que cualquier mujer, sus ojos verdes, su cabello plateado, su piel blanca, su cuerpo, su rostro… me parecen tan deseables”.
-Decimo- le paso una carpeta –Esta es la información que Yamamoto consiguió cuando estuvo en China-
-Gracias Gokudera- las recibió y vio como el otro chico seguía leyendo concentrado.
“Me pregunto ¿Qué diría si le contara lo que paso en la mañana? Cuando escuche su confesión y vi su cara sonrojada, en mi mente apareció el rostro triste de Gokudera fingiendo una sonrisa y diciendo: Felicidades decimo”.
Ojeo las hojas y observo como su guardián de la tormenta, se quitaba los lentes que normalmente usaba para leer.
“Durante todos estos años, ha estado a mi lado, cuidándome, preocupándose, apoyándome, queriéndome… ¿Qué haría si supiera que lo deseo de otra forma? ¿Seguiría junto a mí? ¿Me odiaría? ¿Estará enamorado de alguien más? Yo soy el que desea que se ponga triste al pensar que me gusta otra persona”.
-Decimo- se levanto -¿Tiene fiebre?- le puso una mano en la frente –Su cara esta roja pero, no tiene temperatura- bajo la mano –Tal vez está cansado-
“Gokudera…”
Sus ojos cafés, miraron directamente a los verdes de su mano derecha. Se levanto sin despegar la vista.
“¿Qué dirías si supieras que te amo?”
-¿Decimo?- rodeo el mueble para ponerse a su lado -¿Se siente mal?-
Miro al suelo y comenzó a hablar –Hoy en la mañana…- levanto el rostro para verlo -… Kyoko-chan se me declaro-
El peliplata abrió los ojos –Que…- le costaba articular las palabras -… que bien por usted decimo- sonrió -Felicidades-
“¿Por qué parece como si fueras a llorar?”
-Debemos celebrarlo en grande- Smoking Bomb se dio la vuelta –Iré a decirles a todos- iba a dar un paso e irse pero…
-La rechace- se sorprendió y miro a su jefe, estaba sonrojado y su flequillo le tapaba los ojos –Le dije que lo sentía pero, yo amo a alguien más-
-¿Está enamorado de Haru?-
-No- le tomo la corbata atrayéndolo hasta posar sus labios sobre lo del ojiverde que no salía de su asombro.
“Ya no puedo detenerme…”
Con su lengua, se abrió paso por aquellos suaves labios. Pudo sentir la caliente y acelerada respiración de su guardián que no oponía ninguna resistencia. Con sus manos, lentamente, le abrió el saco, la camisa y desanudo la corbata. Su cuerpo se movía solo. Sus dudas y cordura, se esfumaron, dejando en su lugar a la pasión y la locura.
El sonido de una tos fingida, le hizo volver a la realidad, ambos miraron hacia el lugar de donde provenía –Lo siento por entrar, no sabía que tenias cazada a tu presa, pequeño carnívoro- su guardián mas fuerte, los observaba desde el umbral de la entrada con una media sonrisa.
-Hibari-san- vio al peliplata que estaba sonrojado, medio desnudo encima del escritorio -¿Qué… que pasó?- se separo un poco para que pudiera bajar.
-El noveno lo está esperando en el comedor- el azabache miro al ojiverde que le daba la espalda y se acomodaba la ropa –Quiere reunirse con usted antes de regresar a Italia- se dio la vuelta –Eso es todo- cerró la puerta al salir.
El castaño suspiro y vio de reojo a su guardián -Gokudera- se le acerco otra vez para ponerse frente a frente.
“Su rostro sonrojado, sus ojos brillando…”
Sonrió –Te amo- le dio un tierno y corto beso en los labios y lo volvió a mirar, el peliplata estaba mudo. Se metió la mano en el bolsillo sacando una llave la cual, le entrego mientras se acercaba a su oído –Dame tu respuesta esta noche, te esperare en mi departamento cuando termine todo el trabajo- y se fue rumbo al comedor, dejando solo al ojiverde que aun seguía sin poder creer lo que acababa de pasar.
En las sombras se escondía una pequeña figura –Dame-Tsuna, te tomo diez años darte cuenta de tus verdaderos sentimientos- el pequeño de traje suspiro y miro al cielo –Es una lástima que la sangre Vongola se quede en esta generación pero, lo importante es que seas feliz- siguió bebiendo tranquilamente su te –“Le diré a Iemitsu que tenga más hijos”-
Fin