El chico le dio el dinero al hombre, quién se le quedó mirando con cierta lástima. El moreno le devolvió la mirada triste pero aún así no apartó el dinero.
Su nombre era Sasuke Uchiha. Demasiados años había estado enamorado de Uzumaki Naruto sin encontrar signos de correspondencia en el amor. Ahora, a sus diecinueve años, creía haber llegado a su límite. Naruto nunca le amaría, lo tenía asumido. Cuando el rubio empezó a salir con Ino, supo que las posibilidades de que se fijara en él había descendido un poco. Cuando empezó a salir con Sakura, creyó que sólo gracias a un milagro podría llegar a estar con él. Ahora que Naruto había conquistado su cuarentena fémina, Sasuke se dio cuenta de que realmente no tenía ni la más mínima oportunidad.
Aún así, quería experimentar alguna vez lo que era sentir a alguien en la cama, y si era parecido a Naruto, mejor que mejor.
Por otro lado, tenemos a Minato Namikaze, padre del famoso Naruto. Desde que murió su mujer, ha evitado todo contacto con mujeres por miedo a la tentación. No deseaba dar su cuerpo a nadie más. Con un trabajo como abogado que no le llenaba en absoluto, no se le podía culpar de lo que estaba a punto de hacer. Intentaba simplemente volver a encontrarle un sentido a la vida, aunque fuese aprovechándose de las tonterías de un joven de diecinueve años.
Sasuke le ofrecía dinero a Minato a cambio de que éste le llevara a la cama.
-¿Habrá suficiente? – pregunta el moreno. Minato le sigue dando esa mirada de lástima desde hace un rato. Suspira y niega con la cabeza.
-Pudiendo tener a cualquier adolescente, ¿por qué yo?
-Te lo he dicho. – explica Sasuke una vez más. Está cansado de dar explicaciones, simplemente quiere conseguir su objetivo. ¿Tan difícil de entender es? – Estoy enamorado de su hijo.
-Pues pídeselo a él.
-No puedo. No le gusto y además… - el flequillo de Sasuke le oculta los ojos durante un momento. – No me gustaría romper nuestra amistad. – Su mirada decidida se centra ahora en los ojos azules del mayor. – Además, siempre es mejor hacerlo con alguien de confianza al que conoces. Te pareces mucho a la persona que me gusta, por eso estaré relajado. Transmites confianza y puesto a que eres mayor, debes tener mucha experiencia para compartir, no es como si se lo pidiera a un pipiolo que puede llegar a hacerme auténtico daño. Por otro lado, no creo que a usted le vaya mal un revolcón de tanto en tanto.
Incapaz de rebatir sus argumentos, Minato asiente y se levanta del sillón en el que estaba sentado.
-No sabemos cuando puede volver Naruto. – Y ahí va su último intento de defensa. Si no funciona esta vez, promete dejarlo y concederle al chico su deseo. De todas maneras, el compañero de su hijo le parece atractivo.
-Está con su novia y dudo mucho que vuelva a dormir.
-Está bien. – Tal y como se acababa de auto-prometer, Minato acepta. Sasuke se alegra exteriormente y le enseña de nuevo el dinero en su mano. Es un buen fajo, teniendo en cuenta el dinero que tiene la familia del chico. Curioso, Minato le decide preguntar: - ¿Qué excusa le has dado a tus padres para que te den semejante suma de dinero? ¿Qué te han secuestrado?
-Este dinero es mío. – explica Sasuke, sintiéndose repentinamente nervioso por la aceptación del mayor. – Lo he ganado trabajando como camarero.
-Pues Naruto no me ha dicho nada… - susurra Minato. La cara de Sasuke se ensombrece.
-Naruto nunca dice nada de mí. Para él antes era un compañero de juegos y ahora soy unas orejas para escuchar sus ligues. – el tono lastimero de Sasuke provoca cierta emoción en Minato. Intentando no alargar más el momento, coge a Sasuke por la muñeca y le alza.
-No quiero dinero, lo haré como un favor personal hacia ti. – explica. – Quiero que después de esto te olvides de Naruto. – Y no sabe porqué ha dicho eso. Realmente no le incumbe, pero la idea de que Sasuke siga sufriendo como ahora está viendo le incomoda. Sasuke asiente como su hubiese pensado con anterioridad sobre esa opción. Satisfecho, el mayor le conduce hacia la habitación.
Son dos personas que se necesitan la una a la otra. No hay amor, pero sí cariño.
Sasuke se desviste sin inmutarse. Minato se siente más avergonzado al hacerlo. Ambos se sientan en la cama y es el menor quién hace el primer movimiento, tocando con la punta de los dedos el pecho del mayor. Minato se sonroja, se siente nervioso y se empieza a excitar por alguna razón. Sasuke simplemente pone su mejilla contra la tetilla del rubio, imaginándose como debe ser que un amante te abrace.
Empiezan por los besos. Sasuke es inexperto, Minato no tiene práctica. No resultan tan eróticos como deberían. Esto no es ninguna película porno, es la realidad. Son dos hombres que no saben muy bien lo que hacen, simplemente anhelan tener un contacto con el exterior para salir de su miseria interior.
El moreno había traído lubricante. Con mucha vergüenza y miedo, Minato logra empezar a prepararle con los dedos embadurnados. Sasuke cierra los ojos intentando pensar en que es Naruto quién lo hace, pero la sensación extraña puede con él y simplemente empieza a temblar. De pronto, se le ocurre la idea de empezar a masturbarse, pero tiene las manos frías por el nerviosismo y no sirve de mucho. Minato, por su parte, intenta imaginarse ese ano que está preparando como la vagina de su mujer, sin lograrlo. Esa zona le parece raramente más sensible. El ano de Sasuke es rosado y parece que hubiera estado oculto siempre del mundo, esperando por quién tuviera la suerte de usarlo. En esos momentos los pensamientos de que es por ahí por donde salen los excrementos ni siquiera cruza por su mente. Sasuke es limpio, puro. Sasuke le necesita.
Y es entonces cuando deja de ver una vagina en lugar de un ano. Empieza a ver al Sasuke de verdad, el que le necesita, el que le espera. Susurra su nombre y sigue haciendo su tarea, esta vez más confiado. La confianza se trasmite rápidamente a Sasuke, quién deja de ver un sueño para encontrarse con un hombre de verdad, un hombre que ahora le desea.
Minato se sitúa sobre Sasuke y vuelve a besarle. Esta vez se compenetran, pueden llegar a algo excitante. Con la mano, Minato guía su pene hasta la entrada sonrodada de Sasuke, poniéndole momentáneamente nervioso.
-Todo va a estar bien. – susurra. Y Sasuke le cree.
El pene de Minato entra dentro del esfínter de Sasuke. El duro miembro se expande por el cuerpo del moreno, quién siente como algo que se expande por su estómago. Deja de respirar por unos momentos hasta que hace el gemido final al notar como todo el miembro de Minato se encuentra dentro de sí. El anillo le duele, está levemente irritado, no acostumbrado a semejantes intromisiones. Nota el interior caliente, palpitante. Un pensamiento estúpido le pasa por la cabeza: ahora es incapaz de cerrar las piernas.
Minato nota como ha entrado de nuevo en una persona. Hacía demasiado que ansiaba, sin saberlo, ese contacto. Su pene se siente apretado por todo el cuerpo de Sasuke, pero aún así se siente bien. El lubricante, anteriormente frío y molesto, se calienta ahora, dándole una sensación acogedora. Observa la cara sonrojada de Sasuke y sabe que podría nacer algún tipo de amor de la relación. En esos momentos no se le pasa por la cabeza la idea de que es el padre de Naruto o de que Sasuke todavía es menor de edad. Son, simplemente, dos hombres necesitados dándose placer y amor.
Saca levemente su pene y vuelve a meterlo, asegurándose que las embestidas no dañarán a Sasuke. Cada vez va moviendo más sus caderas, alejando más su pene para volver a entrar con fuerza. Sasuke se deja caer sobre la cama, con las piernas completamente abiertas, disfrutando del agente externo que le doma. Le cuesta respirar pero aún así se siente bien. Gime de placer. Y, al contrario de lo que siempre creyó, no gime el nombre de Naruto.
-¡Minato! ¡Minato!
El mayor corresponde a sus gemidos y le embiste sin tregua, suspirando placenteramente y gimiendo un nombre que creyó falsamente que sería el de su mujer.
-Sasuke, ¡Oh!, Sasuke…
Los dos terminan, cansados. Uno, hacía mucho tiempo que no tenía sexo y se cansa rápidamente. El otro ni siquiera lo había podido probar y se siente muerto. Ambos se miran, pero ahora sin vergüenza, con amor. Un sentimiento nuevo surge entre ellos. Algo que ambos necesitaban y que terminan compartiendo.