Creo que empiezo a cansarme. Hace años que llevamos jugando al mismo cansino juego y siento que ya no soy el que era. Primero me conformé con mirarte de lejos, luego tocarte era mi premio por contener mis sentimientos. Y sin embargo, ¿por qué he terminado así? Siendo tu amante cada noche, en el tiempo libre que te queda entre tus visitas a casa de Sakura. No sé porqué acepté y recuerdo que me arrepentí instantáneamente. Me arrepentí de haber aceptado ser solo un cuerpo con el que te desfogas antes de ir a ver a tu novia. Me arrepentí de besarte a pesar de saber que los labios con los que me besas la tocan antes a ella que a mí.
-¿Te está gustando? – me preguntas, mientras te hundes de nuevo en mí. Y una vez más, soy incapaz de ser sincero. Me pongo mi máscara de felicidad y sonrío, pidiéndote más. Veo en tus ojos un sentimiento de felicidad que demuestra lo feliz que estás con el juego de la novia y el amante.
Y de pronto, como siempre, suena el teléfono. Y tú, estúpido, lo coges a pesar de saber quién es. Lo coges a pesar de saber que es Sakura, que te ordena que corras hacia su casa para amarla. Y, estúpido de ti, lo haces. Te vistes, me besas y te vas, dejándome tendido en una sucia cama de hotel bañado en lubricante y semen. Y yo, como siempre, te sonrió mientras te vas. Con el cierre de la puerta me levanto y mientras me arreglo me pongo a llorar.
Tendría que estar ya en mi casa pero no sé porqué he decidido quedarme hoy en este mismo lugar, sentado sobre la cama, limpiándome lágrimas incesantes. ¿Por qué no se detienen hoy? Es lo único que necesito, que cesen, como lo hacen siempre…
Oigo de pronto un teléfono sonando y me doy cuenta que es el de Naruto, quién se lo ha dejado en la mesita de noche. Lo agarro y observo la pantalla con un sentimiento amargo: es Sakura. No puedo cogerlo porqué sé que te descubrirían, así que simplemente lo dejo sonar. Cuando la música cesa, me levanto dispuesto a irme, notando que las lágrimas ya no me inundan el rostro. Puedo presentarme ante mi hermano sin miedo a que sospeche nada.
Un último pitido suena. Un mensaje ha llegado al buzón del teléfono que se ha dejado Naruto. Intento luchar contra mí mismo, pero no puedo: miro qué está escrito en él.
<<Date prisa, hace media hora que espero>>
La puerta de la habitación se abre a mis espaldas y un angustiado Naruto entra. Fuerzo una sonrisa y le alargo la mano para darle el teléfono. Su rostro preocupado me observa a los ojos y él sigue sin moverse. ¡Date prisa, estúpido! ¿No ves que no puedo soportarlo más? Y cuando él no hace nada, las lágrimas empiezan a caerme por las mejillas y la máscara de felicidad se rompe. Naruto intenta acercarse a mí, pero yo sigo sonriendo y me aparto.
-Vete, ella te espera.
Me abraza con fuerza y lo tomo egoístamente como una señal de consuelo. Y dejo de resistir. Y lloro, lloro como un niño pequeño encima de la camisa blanca perfumada que debe llevar para ver a Sakura. Y le arruino el traje mientras apretujo la chaqueta entre mis dedos. Y sus cálidas manos me acarician la cabeza y me oprimen la cintura.
-No me he ido hoy, me he… quedado detrás de la puerta. Sabía que algo ocurría, Sasuke, yo… ¡Lo siento! – aparta su rostro de mi hombro y me obliga a mirarle, frente a frente. Las lágrimas me dificultan la visión y por eso pestañeo tres veces, pero tengo los ojos irritados y todavía es peor. En el rostro difuminado de Naruto se refleja el sufrimiento. - ¿Cómo puedo ser tan egoísta? ¿Cómo puedo hacerle esto a la persona que más amo?
-Ella te espera… - repito, notando mi voz áspera.
-Pero tú me esperas desde hace más tiempo.
Por fin las lágrimas dejan de salir y puedo verte. Brillando a través de las luces de los edificios que vienen por la ventana, con la mirada seria, azul como el cielo y pura. Al ver esos maravillosos ojos que reflejan amor vuelvo a llorar. ¿Qué debes pensar de mí? ¿Qué soy un debilucho? ¿Un llorica? ¿Qué me tienes atado a ti completamente?
-No… mires… - intento decir finalmente. – Vete… ella…
Y vuelves a abrazarme con fuerzas.
-Esta noche es para ti, Sasuke. Mientras…. Mientras estaba detrás de la puerta, escuchando tu llanto… Yo he tomado una decisión. ¡Dejaré a Sakura! – tu voz firme me confirma que no estás mintiendo. De hecho, nunca mientes. Esa es una de las características que más me gustan de ti. Me besas rápidamente y me miras a los ojos, prometiéndome estrellas en una noche de nubes blancas.
-Naruto…
Y de nuevo me besas, acallándome. Porqué esta noche es nuestra y mañana ya vendrán las preguntas.