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Enamorado de Minato Namikaze por Fullbuster

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Notas del capitulo:

Portada

Actualizaciones: Todos los domingos

Colaboración entre Kaoru Himura y Fullbuster.

Esperamos que disfrutéis la historia tanto como nosotras disfrutamos escribiéndola. Quizá haya algún valiente que intente ver en cada capítulo quien escribió cada escena jeje. Un Saludos.

Atte: Kaoru Himura y Fullbuster


Prólogo

En la familia Namikaze había nacido su primer hijo al que llamaron Minato por la simple razón de que en Konoha vivían cerca del puerto. Su madre aunque agotada del parto sonreía triunfante y pedía coger a su hijo mientras su esposo sonreía y se limpiaba las lágrimas por la angustia que había pasado al ver sufrir a su mujer. El líder del clan de los Namikaze había ido adrede a felicitar a la humilde pareja y dar la bienvenida al clan al nuevo Namikaze, sin poder sospechar aún… la grandeza que ese nuevo ser llevaba en su interior.

 

En el clan Uchiha, Mikoto miraba la luna con su pequeño primogénito en brazos. Itachi tan sólo tenía un mes de vida pero tenía puestas todas las miradas en él y es que el clan Uchiha no podía permitirse a un miembro débil. Ya Fugaku aunque feliz… estaba planeando la vida del pequeño, porque todos en el clan Uchiha tenían una vida destinada a la grandeza, destinada a ser los mejores ninjas de élite y Fugaku se ocuparía de hacer que su primogénito fuera el mejor de los Uchiha… el hijo del líder del clan no podía ser para menos.

 

Ambos clanes aún no podían imaginarse la historia que esos chicos tendrían por vivir, dos chicos de clanes completamente diferentes, de clanes opuestos, dos chicos que compartirían su vida de academia y que el destino entrelazaría sus vidas una y otra vez. La luna fue la única que vio nacer ese mes a los dos prodigios de Konoha.

 

Dos Prodigios destinados a estar juntos

 

 



Capítulo 1: Infancia

 

 

- ¿Minato? – se escuchaba al fondo la voz femenina de una mujer pero Minato siguió corriendo entre los árboles sonriendo.

 

Puede que su nombre se lo hubieran puesto por el puerto, pero lo que más le gustaba a Minato Namikaze, era correr, cada día buscaba ser más rápido, quería ser el número uno y vencer a Itachi Uchiha, su compañero de academia. Tenía apenas ocho años y ya llegaba tarde a clase. Su madre aún gritaba a su espalda que se había olvidado su almuerzo, pero siempre fue tan despistado…

 

- Este chico un día se olvidará la cabeza – decía su madre con preocupación pero con una ligera sonrisa en sus labios.

 

- Déjale, es joven – le dijo su esposo – está en esa edad dónde pronto empezará a fijarse en chicas.

 

- Pronto le asignarán a un equipo Genin – comentó su madre preocupada.

 

- Es un Ninja, ya sabíamos que un día u otro empezaría a hacer misiones.

 

- Pero es que aún es un niño.

 

- Es un niño prodigio – dijo su esposo sonriendo – va en clases avanzadas y su sueño es ser ANBU antes de llegar a Hokage, dejémosle un poco de margen, hasta el momento no nos ha fallado ni una vez, es un chico responsable aunque algo distraído.

 

- Sí, supongo que tienes razón.

 

 

 

 

 

Minato Namikaze POV

 

 

 

Avancé hasta la academia y una vez llegué me detuve en seco frente a la puerta observando a mis compañeros y sonriendo. Iba a acercarme a ellos cuando sentí que alguien me golpeaba el hombro y seguía adelante mirándome con superioridad… pero Shisui siempre era así ¡Eran los Uchiha! se creían lo más en la academia y las chicas iban locas por ellos. Yo me fijé en Itachi que iba como siempre… al lado de su mejor amigo.

 

- ¿Estás bien? – preguntó mi amigo de la infancia del clan Inuzuka.

 

- Sí – exclamé sin apartar mi vista de los Uchiha que se metían hacia clase – eso creo.

 

- Ya sabes como son. No les des importancia.

 

- Lo sé – le sonreí – vayamos a clase.

 

Entré por el pasillo y realmente las chicas no solían mirarme a mí, sólo tenían ojos para los Uchiha, era algo normal. A mí la mayoría me trataban de “Pelele” pero yo pasaba de todo esto. Los Uchiha ahora me odiaban desde que me enteré de que los profesores me llamaban “el genio que sólo aparece una vez por generación” pero para los Uchiha… yo sólo era el “Pelele”. Tampoco entendía muy bien por qué decían los profesores que yo era un genio, sólo era un niño normal. Lo único que llamaba la atención de mí era este cabello rubio y mis ojos azules tan característicos de los Namikaze, pero nada más.

 

Cuando accedí al interior de la clase, los Uchiha ya estaban sentados y les miré un segundo con seriedad antes de recuperar mi sonrisa y subir por las escaleras para sentarme en mi lugar de siempre. Hablaba con mi amigo como siempre hacía y es que estaba muy emocionado… hoy dirían los grupos por fin.

 

- ¿Con quien crees que nos tocará? – preguntó Shisui

 

- Mientras no me pongan con el genio que sólo aparece una vez por generación, me da igual – comentó Itachi de forma desinteresada.

 

- Querrás decir con el “pelele” – remató Shisui y pude ver como Itachi alzaba los hombros en señal de que le daba igual como me llamasen.

 

Les miré fijamente y mi amigo que estaba a mi lado paró de hablar fijándose en lo que ocurría y tratando de mediar un poco comentándome que me calmase, pero yo estaba calmado, no pensaba meterme en peleas sin importancia. No sería propio para un Namikaze hacer sentir mal a su clan, sólo tenía que pasar de ellos y sus absurdos comentarios… pero no pude.

 

- Ojalá no me toque con los engreídos Uchiha… sólo  me estorbarían – le comenté a mi amigo y Shisui se levantó de golpe enfadado.

 

- ¿Qué has dicho mocoso? – me preguntó pero Itachi lo cogió del brazo y lo obligó a sentarse.

 

- No gastes tu energía en él, no vale la pena.

 

Iba a decirle algo al idiota de Itachi, pero al ver que entraba el profesor me senté corriendo y pasé del tema. Tuvo que decirnos varias veces que nos sentásemos y es que aún había algún alumno rezagado, pero el silencio reinó enseguida hasta que entró una chica con cabello rojizo y cara de mala leche.

 

Se presentó como Kushina Uzumaki y yo lo único que pensé es que era muy guapa y parecía una chica interesante. Me sonrojé enseguida y cuando miré hacia el lado de los Uchiha, vi a Itachi mirándome con autosuficiencia y sonriendo como si hubiera descubierto algo. Yo aparté mi vista de él y volví a mirar al frente comprobando como la chica se sentaba varios puestos por delante de mí.

 

Al final a mí me tocó en el equipo con uno del clan Aburame y con Shisui… cómo si tuviera poco. Tenía al maldito Uchiha conmigo, pero es que a Itachi le tocó con la chica que me gustaba a mí. ¿Por qué tenía tanta suerte? Todas querían que les tocase con él y bueno… supongo que no se podía hacer nada.

 

- ¿Qué te ocurre rubia? – me preguntó en tono burlón Shisui cuando vio como miraba hacia el equipo de Itachi – ya sé… te enamoraste de Itachi.

 

- Cállate y deja de decir tonterías – le comenté.

 

- ¿La pelirroja? – me preguntó sorprendido – cálmate chaval… no es para ti, Itachi se la ligará enseguida y además, tiene un color raro de pelo, no creo que Itachi le haga caso. Se la tirará como hace con todas y luego si te he visto no me acuerdo.

 

- ¿Itachi? ¿Sexo con alguien? Vosotros no atinaríais por donde entrar ni aunque os hicieran un mapa – le dije sarcástico metiéndome claramente con sus ojos y Shisui me cogió del cuello de la camiseta levantándome un par de palmos del suelo.

 

- ¿Quieres probarnos? – me preguntó.

 

- Ni siquiera sabes activar el sharingan – le reté.

 

- Quizás… pero Itachi es el verdadero genio, él sí puede activarlo.

 

Todos nos estaban mirando ahora preocupados y mi vista se cruzó con la de Itachi que me miraba sorprendido pero no dijo nada. Se acercó hacia su amigo y tocándole el hombro le comentó que me soltase. Lo hizo y es que aquí todo el mundo hacía lo que Itachi decía, yo era el único que seguía resistiéndome a obedecerle pero es que no era nada para mí ¿Se creía el genio Uchiha? Pues genial por él, esperaba que le fuera muy bien pero que me dejase a mí en paz.

 

En cuanto a lo del sexo… yo no creí que Itachi hubiera hecho nada, eso era el bocazas de Shisui que quería darle más importancia de la que ese imbécil tenía. No era cierto que se acostase con alguien, de hecho pondría la mano en el fuego diciendo que era virgen como todos aquí y es que teníamos ocho años… ¿Dónde iban diciendo esas chorradas? Aquí nadie pensaba en sexo, no a nuestra edad.

 

En la hora del recreo me quedé en clase mirando por la ventana, no quería salir y es que sólo se oía el apellido Uchiha, todas las chicas siempre babeando tras ellos, era increíble… cuanto peor las trataban más parecían ir detrás de esos chicos ¿No tenían un poco de dignidad? Yo no me arrastraría detrás de un Uchiha. Estaba mirando por la ventana cuando escuché cómo discutían detrás de mí, eran los alumnos metiéndose con el pelo de Kushina y yo quise salir en su ayuda pero pensé… que quizá si salía ahora a ayudarla metería la pata, que quizá ella era capaz de defenderse sola y no quería ayuda, así que simplemente miré lo que pasaba.

 

Al final era cierto que no necesitaba mi ayuda para nada, ella sola se las arregló para tirar al suelo al niño que le tiraba del pelo y subirse encima pegándole. No pude evitar reírme hasta que ella me miró preguntándome enfadada de qué me reía, así que oculté mi sonrisa y miré hacia delante.

 

Cuando me iba para casa, me encontré con Itachi recostado sobre un árbol leyendo. Me entristecí un poco y es que cuando éramos pequeños nos llevábamos muy bien, ahora todo había cambiado. Quizá echaba de menos sentarme a su lado a leer un buen libro, a ambos nos gustaba leer. Me quité esa idea de la cabeza y pasé de largo, pero Itachi empezó a seguirme a cierta distancia.

 

- ¿Qué quieres Uchiha? – le pregunté.

 

- Voy a mi clan – me dijo con autosuficiencia.

 

- Pues desvíate de una vez – le dije mirando atrás al camino que debería haber cogido, el clan de los Uchiha no estaba para nada cerca del mío.

 

Itachi miró el camino que debería haber cogido, guardó el libro en uno de sus bolsillos y se acercó a mí cogiéndome del rostro con una mano y obligándome a mirarle.

 

- ¿Cuántas veces te he dicho que no te metas con Shisui? – me preguntó.

 

- Yo no obedezco a los Uchiha.

 

- Pues deberías.

 

- ¿Quién te crees para darme órdenes? – le pregunté cabreado – yo no soy un juguete tuyo, no vas a utilizarme de títere como haces con toda la academia.

 

- Que mal entonces Minato… porque si no me obedeces tu amigo lo pasará muy mal – me comentó con una sonrisa.

 

- Si le tocas… te mato.

 

- Inténtalo entonces Minato. ¿Sabes qué es lo que quiero que hagas? Me gustaría verte desnudo.

 

- Eres idiota Itachi – le sonreí - ¿Para qué quieres eso?

 

- Para ver humillado al presunto Genio de los Namikaze, tú no eres nada comparado conmigo, besarás el suelo por el que piso tarde o temprano Namikaze. ¿Vas a aceptar mi propuesta o no? Tu amigo por verte desnudo.

 

- Jamás – le dije – si le tocas te haré pedazos.

 

- Ya lo veremos – me dijo sonriendo marchándose por el camino que debió coger antes – mañana controla bien a tu amigo, Minato o me obedeces… o él pagará las consecuencias de tus decisiones.

 

Me marché de allí hacia mi clan y es que este Uchiha estaba como una cabra. Sólo pensaba en humillarme y me tenía harto. Se creía lo más sólo por tener unos ojos que ni siquiera tenía que haberse ganado, eran hereditarios, todos los demás alumnos luchábamos día a día y entrenábamos para dominar técnicas que él sólo robaba y copiaba. No decía que no fuera fuerte… pero no se lo ganaba como los demás y eso me parecía injusto.

 

Me daba exactamente igual si me llamaba pelele o pringado o incluso mocoso, no se lo tenía en cuenta, yo sabía muy bien mis capacidades y podía vencerle, sé que podía. Confiaba en mí mismo y puede que no fuera el genio Uchiha, puede que sólo fuera un chico normal del clan Namikaze, pero tenía mis habilidades y era bueno. Entraría a los ANBU como fuera y ni Itachi me detendría en mi propósito.

 

A mis padres no les contaba nada de esto y es que no quería preocuparle con chorradas de la academia y de los Uchiha, bastante ego tenían ya esos Uchiha como para encima darles más importancia hablando de ellos, simplemente era mejor pasar del tema. Aún así… no esperaba que Itachi hubiera cambiado tanto conmigo ¿Qué le ocurrió para que dejase de ser mi amigo? Ahora nos llevábamos fatal y eso que yo traté de entenderle en su día, pero nada… de él sólo recibía insultos y humillaciones, nada más.

 

En parte… sentía que era mi amigo, o al menos lo fue. Yo no quería humillarle a él, pero tampoco estaba dispuesto a dejarme humillar como si nada. En parte creo que sí sabía lo que nos había distanciado… su clan. Se creían tan fuertes que saber que había otro genio de otro clan no les hacía ilusión, estaba convencido de que por eso Itachi se había vuelto un capullo, porque él nunca fue así, era un gran chico, al menos el que conocí en el pasado.

 

Al día siguiente me levanté emocionado por acudir a la academia y aprender técnicas nuevas, aunque el recordar que Shisui estaba en mi equipo me bajó el ánimo. Era un suplicio tener que aguantar a un Uchiha, con lo presumidos y engreídos que eran pero ahora era mi compañero e intentaría soportarle.

 

Después de desayunar con mis padres, salí de casa para ir a la academia y por el camino me encontré con Itachi. Pasé a su lado adelantándole y poniendo varios metros de distancia entre nosotros, pero a los pocos minutos pude oír su voz a mi espalda.

 

- Espero que hayas reconsiderado mi oferta, Minato.

 

- Qué más quisieras, Itachi. No pienso obedecerte jamás – le escupí aquellas palabras con rabia.

 

- Pues entonces tu amigo Sano sufrirá las consecuencias por rechazar mi propuesta.

 

Detuve mis pasos, giré sobre mis talones y le encaré.

 

- Ya te avisé que si te atrevías a tocarle un solo pelo te las verías conmigo – le amenacé.

 

- Como si pudieras derrotarme, pelele – me insultó con su sonrisa de autosuficiencia.

 

Le vi pasar a mi lado y seguir caminando con tranquilidad. Me quedé un par de minutos allí parado para no tener que aguantar su presencia y cuando estuvo lo bastante lejos, reanudé mi camino.

 

Durante las clases, me dediqué a observar de vez en cuando a aquella chica pelirroja con tan fuerte carácter. Me llamaba mucho la atención, no sólo por su aspecto sino por su personalidad. Aunque se metían con el color de su pelo, ella se defendía con fiereza y tenía una fuerza increíble, a veces daba un poco de miedo. No pude evitar sonreír por lo increíble que era esa chica. Sentí una mirada sobre mí pero al buscar entre los compañeros, no pude identificar a la persona que me estaba observando por lo que me volví a centrar en aquella chica.

 

A la hora del recreo, me quedé en clase como siempre, no me apetecía oír a las chicas suspirar por los Uchiha. Estuve esperando a que Sano apareciese, había ido al baño y aún no regresaba. Pensé que quizás se había quedado sin papel y no había nadie que le pudiese ayudar. Me levanté para salir de la clase y me dirigí hacia los aseos masculinos. Entré y no vi a nadie allí, pero había algunas puertas que estaban cerradas por lo que me agaché un poco para ver si había alguien dentro pero no vi ningún par de pies apoyados en el suelo.

 

Me quedé unos segundos allí de pie extrañado por no hallar a mi amigo, quizás había ido a algún otro sitio antes de ir a clase y ahora estaba allí esperándome, por lo que me di la vuelta para regresar sobre mis pasos. Pero antes de que pudiera poner mi mano sobre el pomo de la puerta, escuché un ligero sollozo amortiguado por algo.

 

- ¿Hola? - pregunté al aire - ¿Hay alguien ahí?

 

- ¿Minato? - oí que alguien decía mi nombre.

 

- ¿Sano? - llamé al creer reconocer la voz de mi amigo - ¿Eres tú?

 

- S-Sí – dijo en un sollozo.

 

- ¿Dónde estás? - pregunté mientras caminaba agachado para ver por debajo de las puertas cerradas.

 

- Aquí.

 

Vi cómo la última puerta, la que estaba al fondo de la estancia, se entreabría ligeramente para ver un ojo mirándome. Me aproximé rápido hasta allí y me quedé fuera esperando.

 

- ¿Qué te pasa? ¿Por qué estás llorando escondido aquí? - le pregunté preocupado.

 

Sólo recibí un sollozo más intenso por parte de mi amigo, lo que me preocupó aún más.

 

- N-No... puedo... salir.

 

- ¿Cómo que no puedes salir? -  le pregunté desconcertado.

 

Acababa de ver que me había abierto la puerta, por lo que no entendía cuál era el problema. Sano no me contestó de inmediato, escuché cómo hipaba por el llanto y me abría un poco más la puerta y me decía que entrase. Obedecí y me metí como pude por la estrecha abertura que me había dejado para pasar. Cuando logré mi objetivo y cerré la puerta tras de mí, pude ver a mi amigo sentado sobre la tapa del inodoro con las rodillas pegadas al pecho completamente desnudo.

 

- ¿Pero qué demonios te ha pasado? ¿Dónde está tu ropa? - le interrogué totalmente impresionado por la situación en la que se encontraba Sano.

 

- Shisui... - dijo en voz muy baja – entró mientras estaba solo y usó su sharingan contra mí, no podía mover mi cuerpo... me quitó toda la ropa y se fue dejándome así... cuando he conseguido recuperar el control sobre mi cuerpo, no podía salir de aquí desnudo.

 

¿Shisui era capaz de controlar el sharingan? Creía que aún no lo había despertado. Sano volvió a llorar tras explicarme lo que le había pasado. Sentí que mi sangre hervía de la rabia, esos Uchihas se creían que podían hacer lo que quisieran y salirse con la suya. Aunque hubiese sido Shisui el que le había gastado esa broma a mi amigo, sabía que era Itachi quien estaba detrás de todo, ya me había amenazado dos veces con tomar represalias contra Sano por no haber aceptado su trato. Intenté calmar a mi amigo, le dije que esperara ahí mientras iba a buscar a Shisui y a obligarle a que me devolviera su ropa.

 

- Espera – me detuvo Sano agarrando mi brazo – No me dejes así – me suplicó – Ya he tenido demasiada suerte con que la única persona que me haya encontrado hayas sido tú. No puedo arriesgarme a que alguien más me vea así. Por favor – me imploró con lágrimas en sus ojos.

 

Dudé unos segundos antes de aceptar. Sano tenía razón, no podía dejarlo en esas condiciones por lo que me quité camiseta y se la dejé para que se cubriese. Mientras mi amigo se ponía la prenda que le había prestado, me giré para salir de allí pero antes de que pudiera poner mi mano sobre el pomo, Sano volvió a detenerme agarrándome del brazo.

 

- No me tapa bien – oí que me decía.

 

Volví a girarme y pude ver cómo Sano estiraba la camiseta con sus manos tratando de tapar su intimidad. Me miró con ojos suplicantes y enseguida supe lo que me estaba tratando de decir... quería que le dejase también mi pantalón. Bajé mi vista hacia mis piernas pensando qué debía hacer pero decidí que era mejor no pensar demasiado porque al final me arrepentiría de lo que estaba a punto de hacer. Me quité el pantalón y se lo pasé a Sano mientras salía de aquel estrecho cubículo antes de que cambiase de idea.

 

- Quédate aquí y no te muevas – le ordené – Recuperaré tu ropa y volveré enseguida.

 

Me aproximé a la puerta que daba al pasillo abriéndola lo justo para comprobar que no había nadie afuera. Debía tener mucho cuidado para que nadie me viese en ropa interior, lo cual iba a ser una misión casi imposible. Seguramente Shisui estaría en el patio junto con Itachi y sus escandalosas fans, por lo que no podía enfrentarlos directamente sin verme descubierto. Me detuve a pensar una solución antes de salir de allí y de repente se me vino una idea a la cabeza. Se me acababa de ocurrir que seguramente Shisui no llevaría la ropa de Sano encima, la habría escondido en algún lugar y creí saber dónde. Antes de dirigirme al exterior, volví a asegurarme de que no había nadie fuera y salí corriendo hacia nuestra aula evitando que alguien me pillase.

 

Cuando llegué comprobé que la clase estuviese vacía y entré dirigiéndome hacia el lugar que ocupaba Shisui. Busqué entre sus pertenencias pero no encontré nada, lo que me puso más nervioso porque cuanto más tardase en encontrar la ropa de Sano, más posibilidades había de que alguien volviese y me pillase de esa guisa. Fui hasta donde mi amigo se sentaba y miré ahí por si acaso Shisui había dejado las prendas en su sitio pero nada, tampoco estaban ahí. La última opción que me quedaba era el pupitre de Itachi, por lo que me encaminé a gran velocidad hacia allí.

 

Estaba revisando si ahí estaba la ropa de Sano cuando oí un ruido a mi espalda sobresaltándome. Temí lo peor y creí que mi corazón se me iba a salir del pecho por la fuerza con la que estaba palpitando. Lentamente me giré y vi a varios de mis compañeros que regresaban del recreo y se habían quedado petrificados en la puerta al verme medio desnudo. De un segundo a otro, muchos estallaron en carcajadas mientras que algunas chicas se ponían coloradas y apartaban la vista, pude distinguir a la chica nueva entre ellas que me miraba sonrojada y con la boca abierta. En ese instante me sentí realmente avergonzado e intenté taparme con los brazos, fue entonces cuando vi llegar a esos malditos Uchiha y mi rabia salió a flote.

 

Me di cuenta de que ambos se quedaron sorprendidos de verme así pero Shisui rápidamente acompañó al resto de compañeros con sus carcajadas. Me acerqué a ellos y empotré a Itachi contra la pared mientras le agarraba el cuello de su camisa con mis puños.

 

- Devuélveme la ropa de Sano – le exigí con nuestros rostros muy cerca.

 

- No sé de qué me estás hablando, pelele – me dijo muy serio.

 

- No te hagas el tonto. Sé perfectamente que has sido tú el que ha mandado a Shisui a gastarle esa broma a mi amigo, ya me habías amenazado con que le harías pagar por mi rechazo – le eché en cara – he tenido que dejarle mi camiseta y mi pantalón para que nadie le viese desnudo. Ahora devuélveme la ropa de Sano – le volví a exigir.

 

- Shisui – le llamó serio.

 

Shisui le miró aún riéndose pero fue tranquilizándose cuando Itachi le lanzó una mirada de advertencia.

 

- Sólo ha sido una pequeña broma – dijo intentando quitarle importancia a lo que había hecho.

 

Creo que había captado el mensaje de Itachi para que me diese la ropa de mi amigo cuando se acercó hasta la mesa del profesor y abrió uno de los cajones sacando las prendas que pertenecían a Sano. Dio un par de pasos y me las lanzó desde allí, tuve que soltar a Itachi para atraparlas. En cuanto las tuve entre mis manos, me abrí paso entre la multitud y me dirigí raudo a los aseos de chicos, no sin antes dedicarle una mirada de reproche a Itachi que en ese momento parecía estar discutiendo con su amigo.

 

Llegué a los pocos minutos hasta donde estaba Sano escondido y entré rápidamente atrancando la puerta tras de mí para que nadie nos molestara. Me aproximé hasta el último cubículo avisando a Sano de que era yo, que no tenía nada de qué preocuparse y me abrió la puerta dejándome pasar. Una vez dentro, nos vestimos con nuestra respectiva ropa y salimos de allí dirigiéndonos hasta nuestra clase. Podía sentir su miedo y su vergüenza a cada paso que dábamos, creo que la broma pesada de Shisui le había afectado más de lo que me imaginaba.

 

El resto de las horas de clase pude oír los murmullos y las risas ahogadas que los compañeros me dirigían a mi, pero creo que Sano se pensaba que se reían de él porque cada vez se hundía más en su sitio intentando esconderse y, tampoco ayudaba la mirada cargada de burla que Shisui le dedicaba a mi mejor amigo, porque cuando Sano se daba cuenta de ella, temblaba con violencia. No soportaba verle de esa forma, él siempre había sido un chico alegre y despreocupado pero ahora el miedo y la vergüenza le estaban consumiendo. Le observé detenidamente, me sentía mal por él, estaba destrozado y era mi culpa... si hubiese obedecido a Itachi nada de esto hubiese pasado. Solté un suspiró mientras miraba de reojo a Itachi. Creo que... acababa de tomar una difícil decisión.

 

Cuando acabaron las clases, me dirigí hacia el árbol que había de camino a casa y donde Itachi solía quedarse a leer un rato. Como pensé allí estaba sentado a la sombra que creaban las ramas, apoyado en el tronco con un libro entre sus manos. Me acerqué y me detuve frente a él. Itachi apartó su vista del libro y la centró en mí.

 

- Tengo que hablar contigo – le dije sin darle oportunidad de hablar – Vais a dejar en paz a Sano, no volveréis a meteros con él – le aseguré.

 

- ¿Ah, sí? ¿Y eso por qué? - me preguntó con prepotencia.

 

- Porque acepto tu trato – le comuniqué.

 

Vi que sus ojos se abrían por la sorpresa pero rápidamente volvieron a la normalidad. Itachi se puso de pie con una sonrisa de satisfacción en su boca.

 

- Pero ya he conseguido lo que quería, te he humillado, todos te han visto casi desnudo. ¿Qué gano yo dejando en paz a tu amigo?

 

- Haré lo que quieras – le dije mirándole a los ojos.

 

Me sentí fatal por rebajarme de esa forma pero lo hacía para proteger a mi mejor amigo, no iba a permitir que le hiciesen más daño.

 

- Bien, entonces cerremos el trato como es debido – me dijo antes de cogerme del brazo, darme la vuelta y empujar mi espalda hasta el tronco con fuerza. Solté un quejido por el dolor que fue ahogado por los labios de Itachi que ahora se encontraban sobre los míos.

 

 


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