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¡Ten hijos para esto! por Fullbuster

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Notas del capitulo:

Portada (Diseñada por Heisabeth)

Título: Ten hijos para esto: Nueva generación.

 

Actualizaciones: Miércoles y sábados.

 

Pareja principal: Izuna-Kazuto.

 

Parejas secundarias: Itachi-Naruto, Kakashi-Sasuke, Madara-Minato.

 

 

 

Resumen:

 

Izuna ha encontrado al amor de su vida en el mejor amigo de Minato Namikaze pero pese a amar a ese chico, siente que algo malo está ocurriendo con él. Izuna está dispuesto a averiguar qué le ocurre al amor de su vida arriesgando su propia vida si es necesario.

 

Naruto Namikaze se ha criado en el clan Uchiha jugando siempre con sus primos, pero esos juegos le han llevado a este adolescente a enamorarse de uno de ellos, ni más ni mejos que de Itachi Uchiha, genio del clan Uchiha y la única persona que no parece tener intención de enamorarse. Cuando la vida de Naruto corra peligro, sólo un genio podrá salvarle.

 

Sasuke Uchiha se ha criado bajo una extrema disciplina. Cuando pasa de la academia a entrenar con su nuevo profesor, Kakashi Hatake, descubrirá lo que es el verdadero amor. Kakashi tratará de alejarse lo más posible de él con los remordimientos aún del grave crimen que una vez cometió su padre a ese clan.

Kazuto estaba muy tenso. Viendo a todos aquellos grandes ninjas allí reunidos disfrutando de la velada, se sentía pequeño y torpe. Él… que se había dejado engañar por una falsa declaración de amor, que había traicionado sin querer a su mejor amigo, que había sido atacado por los asesinos de su clan, ahora estaba en esa mesa junto a Izuna Uchiha, el hermano menor de Madara que le miraba con ojos dulces y cogía su mano entrelazando los dedos intentando calmarle. Se sentía tan poca cosa a su lado. Se sentía como un niño pequeño que se había dejado engañar y capturar por el enemigo, se sentía débil y estúpido, para nada merecedor de estar al lado de un Uchiha y menos… de haberse enamorado de él. No podía ofrecerle nada a aquel magnífico ninja.

Minato había ido a su casa a buscarle para aquella cena. Ambos eran de la misma edad, del mismo clan, igual de rubios y con la misma intensidad de azul en aquella mirada, pero Minato era mucho más fuerte que él, era el genio de los Namikaze y él sólo era un Namikaze corriente, un adolescente estúpido que se había dejado capturar por el enemigo.

- ¿Estás bien? – preguntó Izuna susurrándole.

- Sí – le dijo intentado sonreír – estoy bien.

- No pareces el de siempre.

- Lo siento, todo esto es nuevo para mí. Creí que íbamos a esperar para contar todo esto.

- Minato me pilló – dijo Izuna sonriendo – pilló mi estúpida sonrisa de enamorado, no puedo evitar ponerla cuando pienso en ti.

- No me digas esas cosas que me sonrojas – le dijo con dulzura Kazuto.

- Me encanta cuando te sonrojas – le dijo Izuna – te hace ver demasiado dulce.

Izuna aprovechó que todos estaban distraídos en sus conversaciones para acercarse a la mejilla de su novio y depositar un dulce beso en ella. Kazuto jamás se había sentido tan afortunado como en aquel momento, sabía que estaba enamorado de Izuna, de ese chico dulce y comprensible pero… se sentía tan poca cosa a su lado, tan inservible.

Los padres de Kazuto se fueron antes a casa pero aunque su hijo dijo de acompañarles, sus padres insistieron en que podía quedarse un rato más con su novio, más ahora que toda la familia sabía sobre esa relación clandestina que habían mantenido durante los últimos meses. Izuna aprovechó el momento para invitarle a dar un paseo por el clan. Tenía pensado pedirle matrimonio aunque claro… esas tradiciones Uchiha siempre eran algo extrañas, no podía pedírselo a él, sino que tendría que hablar con sus padres. Quizá en unos días lo hiciera. Sabía que era pronto para pedirle algo así, pero no quería perder más tiempo, se había enamorado y estaba completamente seguro que él era el chico de sus sueños.

Kazuto caminaba con el semblante serio. Izuna miró desde cierta distancia cómo la luz de la luna llena iluminaba a ese chico rubio con una pequeña coleta en lo alto de su cabeza dejando el resto del cabello suelto. Era increíble, todos los Namikaze tenían algo especial pero para Izuna, aquel Namikaze era sencillamente perfecto. Le recordaba mucho a él mismo a su edad. Le vio sentarse en uno de los columpios del parque y decidió entonces ir hasta él sentándose a su lado en otro columpio.

- Aún recuerdo aquel día – comentó Kazuto sonriendo por primera vez mirando la luna mientras cogía con fuerza las cadenas del columpio – viniste a por mí.

- Llegué un poco tarde – sonrió Izuna – lo siento.

- Viniste y ni siquiera me conocías, pero igualmente viniste a ayudar. Nunca creí que un Uchiha me ayudaría.

- Te sientes inferior y piensas que no mereces la pena, que nadie debería arriesgarse por ti, pero te equivocas, Kazuto. Eres importante para mí – sonrió Izuna tocando la fría mejilla de su novio con su cálida mano – lamento mucho haber llegado tarde.

- Da igual, viniste y fuiste el único que me llevó al hospital.

- Con el Kamui es fácil para mí. Alcancé al equipo enseguida. De todas formas… no puedes recordar eso, estabas inconsciente.

- Me lo contaron, me dijeron que fuiste tú quien me llevó al hospital. Fuiste el primero al que vi cuando desperté. Ni siquiera sabía qué hacías allí, no te conocía de nada.

- Quería saber cómo te encontrabas – dijo Izuna sonriendo – estuve preocupado por ti.

Izuna miró la luna unos segundos antes de girarse nuevamente para ver cómo la brisa movía aquel cabello rubio de Kazuto y sonreír como un idiota. No podía dejar de sonreír al verle, sabía que su vida no volvería a ser igual sin aquel chico rubio de mirada inocente y gestos dulces. Kazuto era todo inocencia, le gustaba demasiado y le daban unas ganas inmensas de abrazarle siempre, de protegerle entre sus brazos para evitar que le hicieran daño. Por primera vez pensó que el nombre que sus padres eligieron para él le iba como anillo al dedo, “Armonioso”, eso es lo precisamente lo que era aquel chico. Kazuto miraba la luna y recordó aquel día en que conoció a Izuna.

 

Flashback

Todo en las últimas semanas de su vida había sido oscuridad y soledad. Había perdido a su mejor amigo, la persona que decía amarle sólo había jugado con él y había tratado de entregarle a los asesinos para salvar a Minato Namikaze, sentía que no le importaba a nadie. Sentía dolor en todo su cuerpo, pensó que debía estar muerto o que ya le habían torturado y pronto fallecería, pero sus ojos se abrieron con lentitud viendo unas borrosas baldosas blancas en el techo. Sus ojos no podían visualizar con claridad las imágenes que tenía frente a él hasta que al mirar al fondo de la habitación, se encontró con aquel Uchiha de pie frente a la ventana mirando el exterior.

No entendía qué hacía un Uchiha allí, sabía que lo era por el emblema Uchiha en la parte trasera de su camiseta, ellos siempre llevaban ese sello por todos lados. Él no conocía a ningún Uchiha y lo primero que pensó, es que quizá querían vengarse de él por lo sucedido con Minato, al fin y al cabo su mejor amigo se había casado con el líder de los Uchiha.

Lo… - intentó hablar aunque la voz apenas le salía, aun así el Uchiha se giró escuchándole tratando de hablar – lo siento – dijo al final.

¿Por qué? – preguntó.

¿No estás aquí por Minato? Lamento mucho lo que ocurrió.

No sé nada sobre lo que me estás contando.

Entonces… ¿qué haces aquí?

Soy Izuna Uchiha – comentó sonriendo – he venido a ver cómo estabas. Has tenido suerte, podrías haber muerto.

No entiendo por qué estoy vivo, ni por qué estás aquí. Yo no debería importarle a un Uchiha.

Perdí a un Namikaze – comentó Izuna sentándose en una silla frente a él – ha sido el único compañero al que he perdido. Minato se casó con mi hermano y… siento que algo me vincula una y otra vez a vuestro clan. Tras perder a mi compañero, no creí que volviera a trabajar con un Namikaze y ahí apareció Minato casándose con mi hermano – comentó sonriendo – y tú apareciste frente a mí herido. No podía perder a otro Namikaze y agradezco que sigas vivo.

Sé quién era – comentó Kazuto entristecido – conocía a todas las víctimas. Me pregunto… ¿Por qué soy yo el único que he conseguido salvarme? A Minato le necesitaban vivo pero al resto de Namikazes… los mataban a todos después de haber disfrutado de ellos. ¿Por qué sigo vivo entonces?

Sakumo llegó a tiempo y Minato también. Sabían que todos los Uchiha estarían buscando a Minato y prefirieron marcharse llevándoselo a terminar el trabajo contigo.

Minato – susurró - ¿Está bien?

Sí – comentó Izuna – está con su esposo en casa.

Le fallé – dijo empezando a llorar.

Kazuto intentó tapar su rostro con sus manos para que Izuna no le viera llorar pero el Uchiha acabó colocándose a su lado abrazándole, dejando que llorase en su pecho pese a tener aún las manos tapando sus ojos.

No le has fallado.

Kazuto sabía que le había fallado por mucho que aquel Uchiha le dijera que no. Había sido débil, se había dejado enamorar por las dulces palabras de Sakumo y no se atrevía a decirle a ese chico al que acababa de conocer lo estúpido que había sido al enamorarse como lo hizo de uno de los asesinos, de alguien que quería matarle, de alguien que decía amar a su mejor amigo. Sentía que había fallado a Minato, era su mejor amigo y nunca supo la relación que tenía con Sakumo hasta el día que Minato les pilló, al ver la cara de su amigo supo que Sakumo le había engañado, les había mentido a ambos y jugaba con los dos, mantenía las relaciones en secreto para que otro Namikaze no les descubriera. Por un momento, pensó que quizá ni siquiera ellos dos habían sido los únicos y todas aquellas víctimas llegaron a su mente de forma abrumadora.

Izuna, por favor – se escuchó al fondo la voz de una enfermera – el paciente necesita descansar.

Lo siento. Ya me iba – comentó soltándole con lentitud para ir hacia la puerta.

La enfermera se marchó cuando vio que hacía caso a la orden aunque Izuna se detuvo un segundo en la puerta mirándole aún allí sentado en aquella camilla llorando. Aquel chico pese a lo atractivo que era, seguía resultando todo un misterio, Izuna veía en aquellos ojos la mayor de las tristezas y no entendía el motivo. Sentía unas terribles ganas de ir hasta él y consolarlo, de abrazarle para no volver a soltarle nunca más, de protegerle. Tan sólo era un chiquillo de dieciocho años que había vivido encerrado en su clan, era exactamente… como Minato Namikaze salvo por su carácter. Era demasiado dulce e inocente, demasiado atrayente para Izuna.

Fuiste valiente – le dijo de golpe Izuna sorprendiendo al chico – te enfrentaste a ellos y puede que no les vencieras, pero no te echaste atrás.

Tuve miedo – dijo llorando aún con los ojos muy abiertos por las palabras que le dedicaba Izuna.

Valiente no es el que no tiene miedo – dijo Izuna – es el que teniendo miedo, se enfrenta a él. Ya nos veremos… chico de ojos tristes – sonrió Izuna haciendo sonreír levemente a Kazuto quien se dio cuenta que ni siquiera le había dicho su nombre aún.

Izuna se marchó de allí regalándole una última sonrisa. Le habría gustado quedarse allí más tiempo con aquel chico de nombre desconocido pero la enfermera no se lo permitiría. Volvió a casa viendo cómo Madara y Minato iniciaban aquel nuevo matrimonio pero a él sólo le venía a la mente aquel chico que estaba en el hospital. Las siguientes semanas, no faltó ni un día. Visitó a ese chico siempre que tenía un hueco entre misiones. Su hermano estaba demasiado ocupado salvando su matrimonio con Minato y acompañándole a todos los lugares por su reciente embarazo que no se percató de las ausencias de Izuna al hospital.

Fin Flashback

 

Ambos columpios se movieron ligeramente y Kazuto miró hacia Izuna regalándole una sonrisa. No podía creerse aún que de aquel primer encuentro pudiera surgir algo tan intenso como lo que vivía en aquel momento con ese Uchiha. Siempre había pensado que los Uchiha eran fríos y controladores pero ahí estaba ese chico demostrándole que era dulces y protectores.

- ¿Te lo has pasado al menos bien en la cena? – preguntó Izuna mirando la luna.

- Sí. Tienes una gran familia, son muy amables.

- Y tú eres muy dulce – comentó Izuna – aunque aún tengas esos ojos tristes – le susurró acercándose hacia él – me gustaría ser yo quien alegrase tu vida, Kazuto.

- Ya me la alegras – le sonrió ligeramente antes de dejar que Izuna rozase sus labios con los suyos en un tierno y dulce beso que ninguno se atrevía a romper.


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