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De enemigos a algo más HIATUS por Princesa de los Saiyajin

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Notas del fanfic:

Este fic lo he creado a partir de un desafío de hanachan.

1

Los enemigos no se vuelven amigos

 

 

Es una cálida mañana de agosto, el sol apenas se va asomando a lo lejos, en aquella dirección en la que se encuentran las montañas. Las aves empiezan con su suave canto, anunciando un nuevo día, lleno de alegrías o trabajo para algunas personas. Precisamente hoy comienzan las clases, y, antes de las siete treinta de la mañana, todos los alumnos deben estar dentro de la institución en la que estudian.

Matthew Dyrdek asiste a un colegio privado, el cual lleva el nombre de su fundador. Tiene catorce años, pero pronto cumplirá los quince. Este es su último año de secundaria, por tanto, debe esforzarse mucho si quiere ser aceptado en una buena preparatoria. No es por presumir, pero era muy codiciado entre los directores de distintas escuelas, ya que era un excelente deportista; pero en donde más destacaba, era en fútbol soccer.

Cuando los primeros rayos de luz atravesaron la ventana y acariciaron su blanca tez, abrió los ojos, dejando ver esos brillantes orbes azules. Se levantó de la cama, y caminó hacia el ba´ño, para tomar una ducha. El agua fría recorría cada parte de su cuerpo, y humedecía su dorada cabellera.

Terminó de bañarse, y salió, para bajar a desayunar. Su familia tenía una gran fortuna, era dueña de una de las empresas más importantes en todo el mundo; vivía en una mansión, tenía mayordomo y otros muchos sirvientes, podía tener cualquier capricho que quisiera... Lo tenía todo: dinero, una bella novia, un futuro prometedor... y lo obtuvo sin esforzarse.

Una vez en el comedor, desayunó sin compañía alguna, a excepción de ese hombre de atuendo extraño (al que muchos llaman "traje de pingüino") que estaba de pie a su lado, esperando alguna orden de su amo.

Al acabar, fue a terminar las últimas actividades que tenía que hacer antes de ir a la escuela, tales como cepillarse los dientes, peinarse, y guardar sus cuadernos en una mochila, para que los pueda dejar en el colegio en su casillero.

Sus padres no estaban, por eso pudo irse sin necesidad de despedirse. Pudieron haberlo llevado en limosina, pero prefirió ir caminando, ya que le gustaba la actividad física por la mañana, aparte de que no estaba tan lejos la institución.

Al ser el primer día del ciclo escolar, había muchos estudiantes nuevos, la mayoría de primer año. Matt caminaba por los pasillos, intentando localizar a alguien conocido. Las niñas de primer año que recién llegaban, quedaron hipnotizadas y/o prendadas ante la belleza de ese chico.

—Matt!—gritaba una chica de cabello teñido de color rojo, que además tenía ojos verdes. Llegó corriendo hasta llegar frente al muchacho, y le dio un beso en los labios, arruinando las ilusiones de las otras chicas que se encontraban cerca. —No sabes cuánto te extrañé.

—Me lo imagino—dijo. No era necesario aclarar que habló con cierta vanidad, ya que se sentía el muchacho más guapo; y que, al no estar cerca de él, el tiempo transcurre muy lento.

Ambos caminaron juntos hacia el salón de clases, ya que tocarían en el mismo grupo. Se sentaron en unas sillas hasta el fondo, antes de que alguien llegara y pudiera ganarles ese lugar. Pasaron los minutos, en los que distintos estudiantes llegaban. Al sonar el timbre de entrada, el profesor Benzon entró al aula.

—Estudiantes—habló, haciendo que todos guardaran silencio—el día de hoy, tendremos un alumno que no había estado antes, pertenecía a otra secundaria.

Un joven de piel levemente bronceada, ojos color café oscuro, y cabello negro, entró. Su semblante era serio, pero mantenía una media sonrisa. Era muy apuesto, y las chicas no tardaron en notar eso.

—Mi nombre es Alejandro McGrath, pero me llaman Max—se presentó ante todos, para después sentarse en un banco al frente de la clase.

—No puede ser...—murmuró Matthew al reconocer a ese chico.

—¿Qué ocurre, mi amor?—preguntó la chica.

—Raquel, ¿no lo recuerdas? Él era el capitán del equipo de los Castores, el año pasado perdimos contra ellos.

—¡Ya recordé!—exclamó.

—Él y su equipo nos vencieron en la final. Se burlaron de nosotros, dijeron que los Castores eran mejor que los halcones. Entonces, ¿qué rayos hace aquí?

Ambos se preguntaban por qué ese chico ahora estaba en ese lugar, con la "competencia".

 

 

***

 

A la hora del receso, todos los alumnos salieron del aula. Max fue a donde se encontraba el casillero que le habían asignado, para poder guardar sus pertenencias. Al llegar, pudo ver que a dos metros estaba un muchacho de cabello rubio besando desesperadamente a una pelirroja. Mientras metía dentro sus cosas, escuchaba la conversación de esa pareja una vez que terminaron de besarse.

—Oye, cariño, tengo que ir al entrenamiento de porristas. Te veo más tarde—dijo mientras le daba un beso en la mejilla al más alto.

—Sí, te veo luego, chiquita—le dijo.

—Adiós, mi cielo.

—Hasta después, preciosa.

La chica se retiró. Ante tales palabras, Alejandro rodó los ojos en signo de que era algo ridículo. Cerró la puerta de su casillero; iba a irse, pero una voz le llamó su atención.

—Vi esa expresión—dijo Matt molesto.

—¿Cuál expresión, "chiquito"?—le dijo burlonamente.

—Mira, estás en mi territorio, y aquí me respetas. Además, ¿por qué estás aquí? ¿Acaso ya te diste cuenta de que aquí estamos los mejores?—le respondió con intensiones de provocarlo.

—¿Ustedes mejores? No sé si recuerdes la bailadita que les pusimos hace un año... ¿O qué? ¿ya te olvidaste de las muchas zambitas que te hice?—le dijo provocadoramente mientras caminaba para alejarse de él.

Sin duda alguna, sería un largo año para Matt, al tener que soportar a ese chico que se creía mejor que él. Y lo peor de todo, es que probablemente lo sea.

 

 

Notas finales:

¿Debo continuar? ¿o debo olvidarlo y/o borrarlo?


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