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Pequeño travieso manchado por 1827kratSN

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Notas del fanfic:

Vuelvo con un pedido, uno de los más difíciles que he logrado terminar, ¿la razón? porque no estoy acostumbrada a tanta dulzura, espero que lo disfruten

Esta idea es de 1827Forever1827, yo solo la amplié y la presentaré, es un pedido especial y lo hice con cariño

PD: Olviden todo lo que sepan de Lambo cuando era chiquito ^_^

Notas del capitulo:

-Lambo-chan les da la bienvenida, les contaré un poco de mi vida… hago muuuuuchas cosas divertidas, y quiero que ustedes compartan conmigo aunque sea un ratito; también les presentaré a mi amigo

-tranquilo Lambo-chan, deja que los lectores continúen y averigüen por sí solos o si no, la sorpresa se arruinará

-¡si, Krat-san! – Lambo le da la manita a Krat

-nosotros les dejaremos continuar – la autora y el pequeño sonríen mientras caminan hacia las notas finales 

Pequeño travieso manchado

 

 

 

No era raro encontrarse con niños jugando y revoloteando de aquí para allá, sus sonrisas inocentes, las palabras graciosas que no podían pronunciar con total claridad, la ingenuidad en cada acción, había que disfrutar tan hermosa época mientras se podía, todo antes de que la propia sociedad marchitara esa pureza, así que un centro de cuidado infantil o como generalmente se lo denominaba “guardería” era el sitio perfecto para admirar todo lo bello que nos brinda la vida

 

“Nuvola di Vongola” era el lugar ideal para los pequeños, espacioso, con amplios jardines, patio de juegos, invernaderos, salones bien equipados, a lo largo de la entrada ya se podía percibir el ambiente cálido y acogedor, los colores de cada salón eran llamativos, variados desde lila, rosa, azul, distintivos para casa sector, figuras adornando los ventanales, los trabajos manuales exhibiéndose con orgullo ya que cada uno era importante, llevando consigo una parte de la dedicación de un pequeño ángel, por esas razones, una simple mirada lograba cautivar a cualquiera; junto con el prestigio de aquel lugar, referencias de buenos maestros, el uniforme azul cielo que resaltaba la inocencia, entre otras cosas, convencían para que las mejores familias dejaban a sus herederos en este centro infantil.

 

Por facilidad, los niños más pequeños se dividían en secciones, según el carácter que poseía cada alumno, se lo designaba a un salón, los grupos eran bastante diversos desde calmados, traviesos, intelectuales, pero en esta ocasión se destacarán dos, la clase A más conocida como “Amaretti” en donde los pequeños destacaban talentos singulares y personalidades en su mayoría dominantes y la clase B o “Zuppa” donde podía sentirse un aura de paz sin dejar de lado sus capacidades naturales. Solía decirse que esas dos clases eran tan diferentes que se complementaban, por eso una estaba ubicada adjunta a la otra. En aquella época empezaba los días soleados, el uniforme era simple, una camisa de manga corta de tono azul claro, pantalones cortos casi hasta las rodillas o faldas plisadas, de un tono un poco más oscuro, fresco para esos días.

 

-¿Cada uno está bien acomodado? – la voz de la maestra era suave, ella podía ver a cada pequeño de su clase recostado en su respectivo futón

-pero aún no tengo sueño-kora – la voz de cierto pequeño rubio destacó entre todos

-¡silencio Colonello! Eres tú el que después está quejándose por estar cansado – una de las pequeñas niñas con el carácter fuerte, ahora se había levantado para golpear la frente del rubio que hace poco había protestado

-calma, Lal, Colonello – enseguida se acercó a los niños, estaba  acostumbrada a la actitud de ese par, siempre peleaban pero la verdad era otra, se llevaban bastante bien – es hora de la siesta, así que deben regresar a su lugar – ayudó a la pequeña peliazul a recostarse nuevamente, cubriéndola, su gesto maternal destacaba, esa era la razón por la que la asignaron a esa clase, la maestra de cabellera larga y rizada, la cual se mantenía en su lugar atada en una coleta alta, un par de mechones rebeldes se escapaban cayendo de forma delicada por su rostro y a pesar de que varias veces los acomodara detrás de su oreja, terminaban escapándose nuevamente

-¿Yumi-sensei, qué haremos después de dormir? – el rubio de nuevo habló, intentando ganar tiempo y quedarse despierto

-aún no lo sé – sonrió mientras acomodaba la frazada de Colonello, acarició la frente del pequeño con cuidado verificando que el golpe recién dado no le hubiese hecho daño – lo discutiremos después de que todos descansen un poco

-mejor duérmete de una vez – cierta voz infantil se escuchó, autoritaria como siempre, de carácter duro y que todos los niños sabían, era el  niño “temible” de aquel lugar

-no me des órdenes, Reborn – protestó el rubio haciendo un leve puchero, después de todo en esa clase todos se trataban por igual, luchando por tener el control, nadie cedía y a Yumi le causaba gracia ese hecho

-calma Reborn, y también cierra tus ojos – la castaña sonrió con amabilidad mientras verificaba que la manta estuviera en la correcta posición, a gusto del pequeño azabache cuyo mayor distintivo era las patillas rizadas junto con el pequeño camaleón que jamás se separaba de su dueño

-ellos son las molestias aquí – sonrió de medio lado al escuchar las protestas de los demás, Bermuda, Verde, Viper, incluso el reclamo del calmado Fon, pero en especial de Skull, quien al solo mandarle una mirada furiosa lo podía ver recostándose con rapidez nuevamente

-ya basta de charlas – Yumi soltó una risita dulce – descansen pequeños, después ya habrá tiempo de discutir qué es lo que haremos para divertirnos – con cuidado se levantó dándoles una última mirada a la vez que escuchaba en coro “si, sensei” – adoro mi trabajo – susurró antes de cerrar la última cortina brindándoles la oscuridad necesaria para que lograran conciliar el sueño, salió del salón dejando todo en silencio, mientras los pequeños dormían ella debía arreglar las cosa para la siguiente actividad

 

 

 

Cada niño poco a poco cedía al cansancio, el calor del futón, el silencio, la oscuridad, cualquiera se quedaría dormido en poco tiempo, las respiraciones acompasadas daban muestras de ello, pero ese día algo era distinto, el azabache de patillas solo fingía dormir, podía sentir el peso extra en su cabello, era su mascota Leon quien debería dormir a su lado, debería pero últimamente no lo hacía, el pequeño camaleón se deslizaba en silencio y pronto el dueño abrió sus ojitos, oscuros como a noche, penetrantes, analizaban el camino que recorría Leon, desaparecía entre la puerta entreabierta, la maestra la dejaba así por si acaso, con cuidado se levantó y siguió a su traidor amiguito, hace días que hacía lo mismo, curioso y hasta un poquito enfadado, frunció su ceño levemente al darse cuenta de que el verdoso animal ingresaba a la clase de alado. Reborn verificó que ninguna maestra lo viera y cruzó el pasillo de puntitas para no hacer ruido, el ir solo en medias ayudaba mucho también, abrió un poco más la puerta hasta que pudo ver el interior, nunca se interesó en saber quiénes estudiaban en esa clase, pero ahora que lo veía se impresionó levemente, todos estaban dormidos, eran niños más pequeños que los de su clase, incluso creyó ver un par de cunas al fondo, pero se concentró en Leon, que a paso lento ubicaba a alguien, para ser exactos a cierto niño de cabellera rizada, ondas leves formadas por aquel cabello negro como la noche, que profundamente dormido, acurrucado en su mantita de color verde, no se percataba de que alguien o mejor dicho un pequeño camaleón trepaba a su cabeza y se acomodaba, haciéndose bolita se ubicaba en su nueva “cama”

Reborn estaba molesto, Leon era SU mascota, debía estar con él siempre, ningún otro niño tenía derecho de servirle de cómodo nido, ese niño no tenía nada raro, era pequeño y suspiraba al dormir, hasta que lo vio hacer una mueca y momentáneamente abrir sus ojos, a pesar de la oscuridad, Reborn apreció esas esmeraldas somnolientas, el pequeño murmuró algo y estiró su manita hasta llegar al pequeño animal, quien como reconociéndolo se restregó contra los dedos, eso fue todo lo que el pequeño hizo antes de volver a quedarse completamente dormido, el azabache gruñó bajito, estaba furioso, ese niño no tenía nada especial ¿o sí? Debía averiguar si Leon hacía eso solo con ese chiquillo o con alguien más, pero por ahora regresaría a su lugar, descansaría como se debe, después de todo nadie tenía porque quitarle su dulce y reparadora hora de la siesta

 

 

-Yumi-sensei, en la clase de alado – la curiosidad lo obligó a preguntar, la persona más cercana era su maestra y por obvias razones, ella debía darle información valiosa

-hablas de la clase Zuppa – se arrodilló para estar acorde a la estatura del menor, sonriéndole lo admiró, esa carita llena de curiosidad, Reborn sabía bien como manipular a los mayores – ¿qué quieres saber de ellos?

-¿en qué se diferencia de nosotros?

-ellos son una clase especial, incluso hay bebés pero son considerados los más calmados, no dan problemas por lo cual, hay niños de diversas edades e incluso tienen dos maestros para distribuirse las actividades con los bebés que todavía no pueden defenderse 

-entonces son solo tranquilos – reflexionó para sí mismo

-los más grandes suelen tener talentos que cultivan con paciencia – sonrió la mujer enternecida por la expresión confundida del pequeño

-¿talentos?

-si, por ejemplo hay un pequeño que es bueno prediciendo las acciones de las personas, es muy observador y analiza todo con cuidado, Fuuta es considerado como un niño calmado pero muy inteligente – acomodó sus cabellos mientras relataba lo que ella misma vio un par de veces

-¿quién más?

-creo que también está I-pin, ella es una niña que le gusta practicar karate pero se enfoca más en la meditación que sus padres le enseñan – Yumi posó sus manos en sus rodillas, ladeó un poco la cabeza mientras recordaba algunas cosas

-eso me suena aburrido, ¿hay alguien más interesante? – insistió pues no quería saber de aquellos que él ya conocía o al menos escuchó de ellos, le interesaba el niño de cabellera negra y rizada

-no conozco a más niños con detalle, pero ¿por qué te interesa tanto, Reborn? – soltó una risita al ver el leve ceño fruncido del azabache que casi instantáneamente desapareció

-solo tenía curiosidad – después de aquello regresó al patio a ver si jugando a los quemados golpeaba a Skull, así se desquitaría con alguien

 

 

En el transcurso de la semana, el pequeño Reborn continuó espiando, al principio pensó que el animal solo lo hacía por curiosidad, así que se suponía que experimentaba con cada niño para buscar un lugar cómodo y diferente de vez en cuando, pero no, solo era ese niño, ¿qué podía tener de especial? Solo era un niño más, Reborn estaba molesto con el camaleón, incluso lo enfrentó “¿por qué vas con él?” siendo un niño hablar con su mascota se le hacía lo más sensato pero, aunque lo deseara, el pequeño ser de color verde no podía responderle. Sin conseguir averiguar el motivo de aquel comportamiento inaceptable de SU mascota, suspiraba derrotado, se suponía que el dueño es el único en derecho de tocar y monopolizar a Leon y el dueño era él, Reborn, que quede claro… así decidió tomar medidas de acuerdo a la situación

 

 

 

 

La oficina del director estaba cerca, Reborn apenas tenía que cruzar el patio de juegos y caminar un sendero pequeño rodeado de arbustos bien podados, con formas circulares; si alguien debía tener la información que él necesitaba era ese adulto, aunque el pequeño pensaba que ese hombre era demasiado torpe comparado con sus padres, era su mejor opción. Con una sonrisa maliciosa se fijó en que la maestra se descuidara, se encaminó hacia ese lugar, apartado de los salones, el pequeño Reborn tenía una pequeña idea de porqué; el director y el subdirector eran raros, la última vez que  ingresó sin permiso, la puerta estaba sin seguro, tenía curiosidad por saber si podía traer a Leon al salón, si mal no recordaba eso fue hace como un mes o tal vez más, el caso era que cuando los vio se estaban comiendo entre ellos, bueno el subdirector que tenía el cabello negro y sus iris de un azul oscuro casi metálico, estaba mordiendo el cuello del director, Tsuna era castaño de ojos color chocolate, sonreía todo el tiempo pero era un dame, cuando lo visitaba e ingresaba sin avisar, solía asustarse y regaba los documentos,   ¿pero porque se mordían? No eran alimentos después de todo… Hibari era silencioso, las únicas veces que lo escuchó hablar solía decir “herbívoro o carnívoro ” el pequeño se detuvo en la puerta, sus padres le dijeron que esas palabras eran una división de los animales… tal vez Hibari era un animal disfrazado de adulto, esa era la razón por la que mordía al director, aunque dudaba que Tsuna tuviera buen sabor y esa vez el director estaba rojo, se cubría la boca con una de sus manos, eso se veía doloroso, bueno eso no era asunto suyo, con cautela Reborn escuchó en la puerta, un silencio total estaba presente, entonces decidió entrar, no fue difícil jalar la manija y empujar, a pesar de que era pequeño con un leve salto podía alcanzarla sin problemas. Ingresó sin saludar hasta estar cerca del sillón individual, se subió ahí, esperó a ver qué pasaba, después de todo los directores ni se habían dado cuenta de su presencia.

Hibari mantenía a Tsuna entre sus brazos mientras lo acariciaba con paciencia, parados detrás del escritorio se besaban con amor, el castaño sostenía la chaqueta del mayor sonriéndole cuando se separaban un poco, el azabache en cambio besaba la frente del más bajo, repartiendo besos por las mejillas ante las risitas de Tsuna, quien solo se dejaba mimar un poco, terminaban dándose un beso largo uniendo sus labios, las manos del castaño acariciaban la mejilla de Hibari y…

 

-¿se van a tardar? – con voz seria y después de ver a ese par en tal escena, Reborn decidió hacerse notar, le fastidiaba esperar a que los adultos decidieran terminar sus cosas, sus padres solían tardarse muuucho mientras se susurraban cosas, era horrendo verlos y Reborn solía irse a jugar pero en este caso tenía cosas que preguntar

-¡Re-Reborn! – el castaño habló asustado mientras empujaba levemente al más alto,  sus mejillas ya estaban sonrosadas antes, pero ahora se tornaron de un rojo intenso que se expandía incluso hasta sus oídos – ¿por qué no tocas a-antes de entrar? – sonreía nervioso mientras recomponía su postura y de paso su ropa

-hmm… - el más alto frunció el ceño, estaba enfadado por la interrupción, el pequeño azabache de patillas siempre era así, ya con anterioridad los había visto, bueno al menos en esta ocasión no estaba en una situación tan comprometedora como la anterior, donde casi devoraba por completo a su herbívoro

-ustedes son más melosos que mis padres – sonrió al ver lo tenso que se ponía el director, era divertido molestarlo un poco, el azabache mayor en cambio solo sonreía de medio lado en silencio

-Reborn… dime para que has venido hasta mi oficina y has entrado sin permiso – sonrió Tsuna recomponiendo su compostura y sentándose en su silla, todavía estaba avergonzado pero tenía que terminar con esto rápidamente

-quiero información precisa y tú debes tenerla – saltó un poco en el sillón, era muy suave después de todo

-¿información?... ¿sobre qué?

-un niño del salón Zuppa, quiero saber todo acerca de él – detuvo su pequeña diversión poniéndose serio, esto era un asunto importante

-ese salón está lleno de niños, por qué tanto interés en… ¿cómo se llama?

-no sé su nombre, pero quiero información de él, eso incluye su nombre – se paró de puntitas para parecer un poquito más alto, su padre solía decirle que siempre tenía que mirar arriba de los demás

-Reborn, no puedo ayudarte con eso – la actitud del menor le daba risa, pero entendía que siendo el hijo de uno de los mejores empresarios, tenía esa aura de superioridad también

-¿por qué no? – hablaba molesto haciendo que sus manitas formaran un puño y sin fijarse fruncía un poquito su ceño 

-porque no puedo saber de qué niño se trata, además y a pesar de que lo supiera, toda la información está en los expedientes personales

-no me interesan esas cosas, solo quiero saber de ese niño

-Reborn esos expedientes son privados, la información que quieres está prohibida para aquellas personas ajenas a los empleados correspondientes de la institución, y tampoco puedo darlas a un niño pequeño – sonrió al ver al pequeño enfadado

-no haré nada malo con esa información – habló alzando un poco su voz, estaba molesto y quería conseguir lo que quería a toda costa, la última vez lo logró, Tsuna dejó que Leon viniera a la escuela, aunque el pequeño se imaginaba que fue un chantaje para que no dijera nada de lo que vió en la oficina – yo solo quiero saber

-es imposible Reborn, ni siquiera sabes quién es

-Es un niño pequeño, tiene el cabello negro y rizado, sus ojos son verdes y está en el salón Zuppa, eso debería ser suficiente para saber quién es – protestó ya molesto agitando sus manos para al final apoyarlas en el mueble donde estaba trepado – debes conocerlo

-es Lambo Bovino – aquel azabache que se mantenía callado y sereno habló por primera vez, estaba fastidiado por esa absurda plática, tenía mejores cosas que hacer con Tsuna y solo estaba perdiendo el tiempo – ahí tienes lo que necesitas, bebé

-Lambo – susurró ignorando el hecho de que lo llamaran bebé

-¡Hibari-san! – habló el castaño molesto observando la despreocupación del mayor – no debes… -suspiró resignado, imaginaba las razones del más alto para decir esa información

-ahora ya sabes el nombre así que busca entre esos… espe… expedientes – pronunció con algo de dificultad, esa palabra era nueva para él pero no por eso debía pronunciarla mal, por su orgullo, no lo haría

-¿y por qué quieres saberlo? – sonrió al escucharlo, a pesar de lo maduro que se viera el pequeño todavía era un niño, cosas insignificantes como esa lo hacían notar

-ese niño debe tener algo raro… Leon a estado escabulléndose a la clase de alado a la hora de la siesta, se duerme en sus cabellos como si fuera el mejor sitio del mundo, Leon debe quedarse conmigo y no con ese niño – reclamó haciendo un leve puchero sin darse cuenta

-así que… – el castaño dejó su expresión calmada, sonriendo, con un leve rubor, su mirada adquirió un tono tierno, incluso parecía estar brillando un poco “que tierno” pensó pero conocía al pequeño que siempre entraba sin pedir permiso, era testarudo y hasta grosero en ocasiones, pero era un niño y nada más, se guardó su pensamiento pues no quería hacerlo enfadar – ¿estás un poco celoso? – sonrió mientras de reojo veía la expresión calmada de su pareja, aunque en esa mirada desinteresada escondía la incredulidad, seguramente al igual que él jamás pensó ver a Reborn en esa faceta

-herbívoro – susurró mostrando una sonrisa burlona, se fijó en la expresión de su castaño, le gustaba esa ternura que despedía en ocasiones, aunque jamás lo diría en voz alta, se moría por verlo así más seguido… era encantador 

-¿por qué debo estar celoso de ese niño? – reclamó el pequeño de patillas  de inmediato – solo no me gusta que otros toquen mis pertenencias

-a mí no me parece raro que Leon busque a Lambo en las horas en que desea dormir un rato – Tsuna sonrió comprensivo mientras entrelazaba sus dedos y los usaba como soporte para posar su quijada

-¿por qué?

-Lambo es uno de los niños más dulces y lindos de este mundo – terminó diciendo el castaño mientras extendía sus manos al cielo como si de un niño pequeño se tratara, pero al darse cuenta volvió a colocarse en esa pose serena ocultando el leve rubor en sus mejillas al ver la mirada penetrante del pequeño azabache de patillas – ese pequeño es un poco travieso pero el motivo es la curiosidad que posee, le gusta aprender cosas y hacerlas a su ritmo, pero generalmente no da problemas porque es tímido, aunque su sonrisa es la más hermosa que he visto – sonreía con cariño sin darse cuenta, es que charlar acerca de Lambo era hundirse en hermosos recuerdos infantiles, apenas convivió pequeños momentos con el pequeño pero eso bastó como para enamorarse de él – sus ojos verdes brillan,  es una imagen preciosa, es consentido por sus maestros pero no por eso se aprovecha de la situación, es un niño verdaderamente especial – no se daba cuenta de que estaba en su propio mundo mientras describía demasiados detalles, tampoco se fijó en que el subdirector mostraba una pequeña sonrisa llena de ternura hacia el castaño

-Tsunayoshi – fue un aviso de que estaba hablando demasiado, Hibari logró hacer que Tsuna se centrara nuevamente y dejara de hablar, pero verlo en esa faceta de ensueño lo motivaba a cumplir ese pequeño deseo “quiero tener un hijo tuyo” esa frase había salido de los labios de su castaño en su cena de aniversario mientras bebían un poco de vino admirando las estrellas, recostados en medio de su sala, un momento tranquilo, recordaba la ilusión en aquella mirada chocolate, Tsuna era su mayor tesoro y como tal… solo quería verlo feliz y compartir esa felicidad. Le daría un hijo incluso si para eso tenía que devorarlo cada noche… eso era lo más divertido del proceso, disfrutar intentándolo

-…- Reborn solo miraba las expresiones de su director, no lo había visto así en muchas ocasiones, era demasiado expresivo pero jamás enternecido hasta ese punto – Lambo – susurró para sí mismo

-hmm – Hibari vio al pequeño azabache dudar un poco, meditarlo y a Tsuna sonreír, le gustaba, pero el tiempo era oro, con sigilo se acercó al pequeño, lo sorprendió por la espalda, tomándolo en brazos  se encaminó hasta la puerta

-¡puedo caminar solo! – reclamó el menor, removiéndose ante el repentino acto, ¡no era un niño pequeño para que lo cargasen como tal! – ¡bájame!

-… - Hibari, ignorando los reclamos y sintiendo que Tsuna se levantó para detenerlo, apresuró sus pasos hasta dejar al niño fuera de aquella oficina, atravesando el marco, le daba gracia la mirada enfadada del menor, así que arrodillándose frente a él soltó una pequeña información – Lambo es recogido en la tarde, sus padres trabajan casi todo el día, así que es uno de los últimos en abandonar el establecimiento – con serenidad admiró la expresión del menor que parecía satisfecho con aquellas palabras, el niño era inteligente, captó la idea de todo eso

-igual que los del salón  Amaretti – sonrió con malicia, ahora ya sabía que podía hacer para encontrar a ese niño, costara lo que costara, averiguaría que cosa tiene de especial para que hasta un adulto lo halagara tanto 

-ahora vete – dijo al final, escuchando el pequeño “¡Kyoya!” un reclamo de su castaño por ser tan rudo – tu maestra te espera, no la preocupes – con eso ya su regaño era nulo, cerró la puerta con calma, el pequeño solo se dio media vuelta y se fue, Hibari no quería interrupciones así que colocando las dos cerraduras de aquella puerta de madera estaba completamente satisfecho

-debes tratarlos con más amabilidad, además le has dado información extra – intentó sonar molesto pero fue en vano, le ganaba la dulzura que sentía en esos momentos, ver a Kyoya colaborando con el menor era una de las pocas veces que se parecía más a… un padre, un lindo gesto, claro que las razones de ese hecho eran otras

-así quedaría en paz y se iría – mató el lindo recuerdo de Tsuna, sonrió de medio lado al darse cuenta pero solo caminó hasta el sofá, sentándose con calma – Tsuna – susurró dando a entender que era lo que quería

-donde nos quedamos ¿verdad? – Tsuna sonrió mientras se acercaba, lo tenía claro, estar juntos era lo que deseaba, un momento de intimidad dada por la privacidad de aquella oficina, le gustaba todo de su pareja desde los pequeños momentos llenos de ternura hasta aquellos arrebatos pasionales y con gusto le seguiría el juego – te amo – susurró mientras se sentaba en las piernas del azabache, acariciando las mejillas, deslizando sus dedos por el cabello negruzco, sonriendo mientras empezaba a besarlo de forma pausada, así era su día a día

 

 

Dos semanas habían pasado desde aquel suceso en la oficina del director, las cosas habían cambiado y para esto qué mejor narrador que el causante de tales hechos…

 

 

Uno, dos, tres, tenemos invitados a la fiesta de té, me gusta los días de descanso porque puedo ver a mamá y papá todo el día, ahora mis padres están en la cocina con otros adultos pero no hay problema, Reborn me hace compañía, se ve gracioso pero no digo nada, se viste como su padre, con camisa y un chaleco, mamá dice que los hombres así son populares, aunque yo no entiendo por qué. Ahora acomodo todo en orden, la mesa es amplia y podemos preparar todo, me gusta el color verde por eso el mantel es de ese color, los dos osos gemelos están sentados frente a frente, les gusta así porque es como un espejo, ellos son blancos y usan sombrero, papá los trajo en navidad, son grandes, parecen guardianes, me protegen en las noches cuando todo está oscuro, ellos son fuertes, ¡pero no debo distraerme! debo poner los platos en la mesa como me enseñó mamá, solo así podemos empezar

 

-está listo – sonrío al ver a mi amigo de cabello negro, tiene unas bonitas patillas rizadas, se parecen a un mechón del cabello de mamá, cuando le hablo él salta un poquito, creo que lo asusté – Reborn… tomemos asiento – me acerco a él y lo tomo de la mano, debe sentarse en la silla amarilla que está junto a la mía, el amarillo es de su agrado por eso ese es su puesto especial – ¿quieres té?

-si – me alegra mucho que esté aquí, así podemos jugar un poco

 

Hace muchos días lo conocí, él da miedo a veces pero es buena persona, él sonríe a veces y me contagia su alegría, lo veo mucho en la escuela aunque antes no lo hacía, me ayuda cuando no puedo hacer algo, es más grande que yo y por eso sabe más cosas, cuando quiero saber cosas él me responde siempre, es inteligente y a veces creo que es como esos libros enooormes que papá tiene en la oficina… creo que son ensucopedias, esa palabra es difícil, no la puedo recordar bien, se lo preguntaré después

 

 

Él y yo jugamos con los crayones, la última vez hice un retrato de los osos gemelos pero como el crayón blanco no me gustaba usé el de color azul, Reborn se burló de mi dibujo pero yo creo que quedó muy bien, los rompecabezas me gustan mucho, me demoraba mucho en armar una figura pero desde que Reborn llegó, me ayuda a hacerlo, así acabamos más rápido; el otro día caminamos por el sendero de colores, saltamos en las piedritas aunque me tropecé y caí encima de mi amigo, a pesar de que me dolió un poquito fue muy divertido, pero Reborn se enfermó, tuve que llevarlo con la sensei porque tenía la cara roja y yo no quería que se pusiera peor. Hacemos figuras con plastilina, me gusta esa sensación pegajosa pero a Reborn no, aun así el otro día hicimos un hombre de colores, le puse un par de patillas como las de mi amigo y quedó muy bien; la otra vez pintamos en esos cuadros en blanco que la sensei nos da, hicimos un arcoíris pero Reborn terminó manchado de color naranja, lo limpié con mi pañuelo pero mis dedos estaban machados de color morado, lo ensucié más, él como venganza me manchó de color amarillo y al final la sensei se reía mucho, creo que fue porque ambos teníamos muchas manchas encima de nuestros mandiles especiales para pintar. Reborn es bueno y por eso me gusta estar con él, llegó un día a mi salón y desde ahí puedo jugar con Leon, Leon es pequeño y verde, Reborn me dijo que es su camaleón pero que ahora puedo jugar con él también. Me alegra haber conocido a Reborn

 

 

 

Todo era lindo para Lambo pero no se imaginaba cómo las cosas comenzaron… regresemos un par de semana para saber cómo pasó

 

 

 

Reborn estaba feliz, el subdirector le había dado lo que él necesitaba, así que solo debía esperar a la salida, donde con pocos niños a su alrededor sería más fácil encontrar a Lambo, ya tenía todo planeado, le reclamaría su insolencia por jugar con mascotas que no le pertenecían, le enseñaría que era el que mandaba en ese lugar, no por nada todos le tenían miedo, esa era su personalidad, pero como estaba aburrido por la espera, jugó un poco con los demás niños de su salón, mejor dicho discutió con ellos en cada juego. Así era el alumnado de Amaretti competitivos por cada cosa que hacían, Yumi solo cuidaba que no se hicieran daño, adoraba ver las energías de sus pequeños por lo cual siempre sonreía con ternura, ellos eran deportistas natos, unos mejores que otros pero siempre tratando de superarse cada día, el patio de su sección se llenaba de “kora” “soy mejor” “yo ganaré” “los superaré a todos” era normal y hasta divertido verlos tan dedicados, al menos así pensaba su maestra

 

 

 

Uno a uno los niños se iban, todos a diferente hora del día, pocos quedaban en los salones, en Amaretti no era así porque por alguna extraña razón o coincidencia, los padres de aquellos pequeños trabajaban extendiendo la jornada completa, ellos estaban acostumbrados a quedarse todo el día en el que consideraban su escuelita, ese día Yumi-sensei los dejó solos un rato mientras disfrutaban de su refrigerio de media tarde, cada quien concentrado en devorar su porción con paciencia, excepto por cierto azabache que con apuro terminó, era la hora de la verdad. Salió del salón ignorando las preguntas de Skull o Viper, fue directamente al salón Zuppa, asomó su cabeza pero no vio al niño que necesitaba encontrar, se sorprendió al no ver a ningún maestro pero para él fue la mejor opción, sin problema alguno ingresó en el salón, podía ver a un par de niños que en cuanto lo vieron se asustaron, Reborn hizo una mueca de disgusto porque al que buscaba no estaba allí, con rapidez observó a su alrededor pero no estaba

 

-itte – Reborn escuchó un quejido y sintió un pequeño golpe en su espalda, iba a enfrentar a quién fuese tan torpe pero… – lo siento – una voz ligera, muy bajita, el azabache se giró con su mirada amenazante pero

-oye… - lo había encontrado, era el niño pero… ahora Reborn podía apreciar esos ojos grandes y verdes, como dos de esas piedras brillantes que su madre tenía en una cajita, Lambo se frotaba la nariz que se había herido en el golpe, esos cabellos negros y ondulados contrastaban con la piel clarita, era más bajito que él y parecía brillar un poquito “la cosita más bonita del mundo” esas fueron las exactas palabras que rondaron su cabecita infantil pero que jamás, jamás, jamás… nunca, nadie debía saber que pensó eso o dañaría su imagen – eres Lambo – el pequeño niño al ver al azabache se asustó, a más de eso era tímido por lo cual no sabía tratar con las personas nuevas con facilidad, retrocedió dos pasitos por seguridad pues veía al niño mucho más grande que él – tú… - no quería que se alejara por lo que en un impulso, atrapó la mano del niño “es pequeña… pequeña y suave como algodón” pensaba mientras con temor a que se rompiera la soltó de inmediato

-yo, lo siento – retrocedió otro pasito más, no quería tener problemas, no conocía a ese niño y temor hizo que sus ojitos se cristalizaran

-te estaba bu-buscando – sintió remordimiento al entender que asustó a la cosita, porque era “la cosita” a partir de ese momento, se dio un golpe mental para centrarse en lo que iba a decir – tu nombre es La-Lambo ¿verdad? – por alguna razón su lengua se trababa, tal vez porque le daba miedo asustar más a la cosita que tenía en frente

-si… - esos ojos negros eran amenazadores, apretó su suéter como tratando de protegerse, desvió la mirada cuando logró ver algo en lo que no se fijó antes – ¡pequeño verde! – al ver a ese pequeño animalito que solía venir a acompañarlo a la hora de la siesta se emocionó, sonrió por puro instinto acercándose un poquito para captar la atención del animal que reposaba en la cabeza de ese niño

-su nombre es Leon – discutió pero no puso la dureza correcta en sus palabras, salieron más suaves de lo que creyó y la razón era simple, se perdió instantáneamente en la sonrisa del más pequeño, era brillante, un leve rubor en esas mejillas… el propio azabache de patillas sintió un calorcito en su pecho que ascendió rápidamente a su rostro, en su corta vida era la primera vez que se emocionaba al ver una simple sonrisa, exceptuando por su madre, era una imagen muy bonita, tuvo que desviar su mirada para no perder la motivación que lo llevó allí – él es mi camaleón

-Leon, me alegro de saber cómo se llama – se acercó un poco más al niño enfrente de él y sonriendo intentó alcanzar al pequeño animal verdoso estirando su manita

-no debes tocar las mascotas ajenas – regañó pero seguía sin poder ser tan amenazante como quiso y a pesar de eso la cosita dejó de intentar alcanzar a Leon y retrocedió, pudo verlo temblar un poquito

-lo siento – agachó su cabecita sintiendo como si hubiese hecho algo malo – yo solo quería acariciar a… Leon

-debes pedir permiso primero – de nuevo sentía culpa, tal vez ahora entendía la razón por la que Leon se escapaba a dormir con Lambo, era lindo, delicado y suave – yo soy su dueño así que… – se cruzó de brazos evitando mirar la expresión de la cosita – de-debes hablar conmigo siempre – la sonrisa de la cosita apareció de pronto, grande y sincera, Reborn sintió de nuevo el calor en sus mejillas, giró su rostro para no ver más esa brillante expresión

-¿puedo acariciar a Leon? – caminó unos pasitos hasta que logró estar justo en frente de aquellos ojos negros – ¿puedo? – estaba entusiasmado, si pedía permiso entonces estaría bien

-pu-puedes – bajó a Leon de sus cabellos ante la atenta mirada de Lambo, tuvo a su pequeño camaleón en sus manos mostrándolo, el niño más pequeño saltó un par de veces mientras sonreía

-hola Leon – con delicadeza acarició al animalito quien se restregaba en sus dedos – eres muy bonito – sonrió mientras veía al niño desconocido – gracias – vio al más grande ponerse un poco rojo, no entendía porque se ponía así – ¿oye, te sientes mal?

-n-no… y mi nombre es Reborn, no lo ol-olvides – el ojinegro sintió un agradable calorcito en su pecho, Lambo había tocado su frente, seguramente estaba preocupado pensando que podía ser fiebre

 

 

 

 

Eso fue lo que sucedió. Para uno era un nuevo amigo, para el otro, un nuevo mundo. Todo diferente, todo extraño y aun así ahora podían disfrutar de un té… solo un juego…

 

 

El más pequeño estaba concentrado en servir el té, era de verdad, cortesía de mu mamá, estaba tibio para que ninguno de los dos se hiciera daño, además tenían unas galletas, era un juego y Lambo lo disfrutaba mucho, todo era de plástico de muchos colores, al ser el único hijo de la pareja tenía todo en casa, la atención se centraba en el menor quien aprendió a ser educado, calmado aunque tímido ya que así fue su educación, incluso las sirvientas se morían de dulzura al verlo en casa, su fama de niño dulce era apreciado por todos

 

-disfrútalo – Lambo con una sonrisa le daba la tacita a su amigo, quien no podía relajarse, por el contrario tenía movimientos mecánicos como las de un robot, muy tenso logró tomar aquella tacita

-gracias – fue su respuesta, en ningún momento dejó de ver a la cosita, nunca se cansaría de ver esos ojos verdes, brillantes, a veces parecía que lo hipnotizaban, el menor llevaba pantalones cortos con manchitas negras de formas diferentes, semejantes a la de una vaquita y camiseta blanca, Reborn estaba fascinado por la linda imagen

-también debemos comer las galletas – sonrió al ver aquellos ojos negros, ya no le daba miedo y ahora le parecían interesantes, cuando Reborn sonreía parecía que esos iris brillaban en el centro – son ricas – mordió una de ellas mientras le daba otra a Reborn

-… - tomó la redonda galleta en su mano, tenía manchitas negras, eran de chocolate y Lambo parecía muy feliz de comerlas – me gusta – susurró mientras observaba al más pequeño; Reborn lo aceptaba, le gustaba Lambo, le gustaba verlo feliz, le gustaba esa sonrisa, le gustaba los brillantes ojos verdes y sobre todo le gustaba la amabilidad que mostraba

-¿dijiste algo, Reborn? – vio al que consideraba su amigo morder la galleta mientras miraba para otro lado

-tienes migajas en la mejilla – sentía sus mejillas arderle, eran sensaciones que pasaban muy seguido cuando estaba con la cosita

-tú también – sonrió mientras se levantaba de su asiento y con el pequeño pañuelo que siempre tenía en su bolsillo, limpió la mejilla del ojinegro quien le sonrió al final – ya estás limpio

-de-deberías darles a ellos también – había ocasiones en que la sonrisa de Lambo lo aturdía y buscaba una excusa para distraer al más pequeño, así evitaba mostrar sus mejillas rojas

-¡los gemelos deben tener sed! – dijo mientras de nuevo se acercaba a la pequeña tetera y servía dos tacitas más, té para los guardianes blancos que tenía como invitados

 

 

Un amor infantil…

 

 

Nada podía seguir igual, incluso en ese todavía puro ser, había necesidades que no dudaría en cumplir, una de ellas era la cercanía, otra un poco más compleja era la posesión y juntas convivían en ese pequeño corazón

Reborn modificó sus actividades habituales, quería ver a Lambo y por eso se escabullía, salía de su clase para infiltrarse en el salón Zuppa, aprovechaba los recreos para verlo e incluso en las tardes trataba de permanecer junto al más pequeño hasta que sus padres llegaran a recogerlos, era divertido, disfrutaba actuar como un espía que tenía una misión secreta “cuidar al pequeño ángel” no permitiría que algo malo le pasara, alejando a todo peligro y ser el único ser importante en la vida de Lambo.

 

 

Cuando alguno de los niños de ese salón se acercaba a Lambo, Reborn solía tomar la mano del más pequeño y llevárselo a otro lado o simplemente obtenía toda la atención sobre sí, ¿cómo? De la forma más simple, aprovechando la timidez de la cosita, un beso en la mejilla del ojiverde era suficiente como para que el más pequeño se sonrojara e ignorara  todo lo demás, la primera vez que lo hizo, Lambo se había cubierto su carita con ambas manos, fue el acto más bonito que Yumi había visto. La maestra había querido averiguar porqué uno de sus alumnos se escapaba en las mañanas, siguiéndolo observó  ese pequeño gesto de cariño, sonrojada solo se quedó admirando todo desde lejos, era un cariño inocente así que ya no se preocupaba por las desapariciones de Reborn, en ocasiones ella misma arreglaba el uniforme del pequeño azabache de patillas antes de que saliera al otro salón, jamás le iba a impedir que se juntara con el más pequeño

 

 

Pronto incluso los pequeños del salón Amaretti estaban conscientes de que el pequeño Lambo existía, jamás se fijaron en otros pequeños en aquel centro infantil, vivían en su salón y en su patio de juegos pero al momento en que uno de ellos sintió la necesidad de explorar, fue una reacción en cadena, todos en el recreo que tomaban a media mañana empezaron a colarse en el otro grupo, al principio fue difícil, los pequeños del salón Zuppa se sentían agobiados, pero todo evolucionó con calma hasta que ambos grupos se llevaban bastante bien, todos consciente que los más jóvenes eran más frágiles ya sea física o mentalmente… una explicación desde el punto de vista de los adultos pero ¿qué pensaban los más jóvenes?... uno en especial quería mandar a volar a todos sus compañeros, una palabra fue añadida al vocabulario de Reborn, CELOS, puros y exagerados celos, para el azabache de patillas nadie más que él podía acercarse mucho a la pequeña cosita, aunque los demás quisieran conocer a Lambo, él no los dejaba, cuando sentía una amenaza solía abrazar a Lambo demostrando a todo el que lo mirara, que él era el único que podía tener esas libertades, el más pequeño solía sonrojarse un poquito mientras mostraba una enorme sonrisa, Reborn muchas veces se vio en la tentación de apretar esas mejillas solo por unos segundos, Lambo solía hacer lo mismo como si de un juego se tratara, era demasiado inocente, terminaba riéndose bajito para después continuar con la actividad que interrumpían

 

-iré a hablar con Lambo – Skull fue el primero en arriesgarse, tenía curiosidad acerca de ese niño e ignorando la advertencia que recibía por parte de sus compañeros se acercó a un Lambo que  permanecía en una esquina probando un pequeño pedazo de torta – ¡hola! – sonrió ampliamente cuando estaba ya frente al más pequeño quien solo levantó su mirada mostrando las pequeñas migas alrededor de su boca

-hola – dijo bajito mientras observaba al niño acuclillarse en frente suyo

-eso se ve sabroso – sonrió mientras se fijaba en la mirada del ojiverde, tenía sucia su boquita y… era pequeño, como esos cachorros indefensos

-toma – le tendió parte de la porción que tenía en sus manos, sonriéndole – lo hizo mamá, está rico

-gracias – miró un poco más detenidamente al pequeño mientras devoraba el postre, el tal Lambo parecía bastante frágil – ¿por qué te llevas tan bien con Reborn? – no pudo evitar preguntar aquello, a más de uno le daba curiosidad, Reborn era considerado como “niño malo o temible” con mal carácter y todas esas cosas negativas pero ese pequeño parecía no entenderlo

-Reborn es bueno –

-¿qué tiene de bueno? – Lambo ladeó un poco su cabeza como meditando la pregunta, sin darse cuenta que Skull lo imitaba como tratando de no perder la visión de aquella carita inocente

-es gentil, me ayuda siempre – sonrió mostrando un leve sonrojo en las mejillas – me visita en casa y juega conmigo, Reborn es bueno – terminó mientras se limpiaba las miguitas con la manga de la camisa que llevaba ese día

-¿gentil? – Skull sentía que el más pequeño estaba completamente equivocado, Reborn no era gentil mucho menos era buena persona, era mandón, grosero y siempre creía tener la razón – estás bromeando, eso no es cierto

-no lo hago – hizo un leve puchero sin darse cuenta – es la verdad

-no lo es – discutió viendo aquellas mejillas, le dio un poco de risa esa expresión – y al menos límpiate bien, tienes unos pedazos de… - apenas logró acariciar el rostro del más pequeño que por instinto cerró sus ojitos, tenía unas miguitas y solo quería quitarlas pero…

-no lo toques – esa voz hizo que Skull se tensara, un escalofrío le recorrió apartándose de inmediato – ¡apártate, Skull! – el pequeño de patillas se acercó a Lambo dándole la mano para que se levantara, ignorando al otro niño de cabellera lila que también se irguió para empezar a pelear como siempre hacía – vete – el azabache le enviaba una mirada furiosa al pelilila, no iba a permitir que alguien más se acercara a SU pequeño

-¡oye! tú no me das órdenes – Skull podía ver la verdadera personalidad de Reborn, en verdad era odioso, pero cuando el más pequeño se sacudía la ropa y Reborn lo miraba… ¡no podía ser cierto! ¡Reborn estaba sonriendo con un leve sonrojo! Skull se acercó solo para verificar que no se estaba imaginando cosas y en realidad veía a Reborn sonreír

-¿qué miras? – de pronto aquella mirada dulce que el azabache de patillas tenía, desapareció y volvió a ser la altanera de siempre

-si quiero jugar con Lambo, lo haré – el pelilila no estaba dispuesto a irse, aún no resolvía el misterio, apenas se enteró que Lambo estaba un poco loco por pensar esas cosas de Reborn – no me impedirás nada, Reborn

-Skull dice que lo que digo no es cierto – Lambo con un poco de timidez trataba de hacerse entender – Reborn es bu-bueno y… - con un poco de temor estaba dándole contra al pelilila mientras se mantenía sujetando el suéter del azabache de patillas, el más pequeño solo quería decir lo que pensaba mientras Skull solo lo negaba

-…- Reborn por unos instantes se quedó escuchando esa especie de discusión, podía apreciar que Lambo a pesar de lo tímido que era lo estaba defendiendo, eso era nuevo – Lambo – llamó la atención del más pequeño que detuvo sus palabras y lo miró, escuchó la pequeña protesta de Skull pero poco le importaba – ¿en realidad crees que soy bueno? – el pequeño ojiverde solo asintió para después brindarle una hermosa sonrisa, eso era suficiente para Reborn, si Lambo lo apreciaba ya todo estaba dicho – La-Lambo… – susurró con un poco de duda, el más pequeño no dejaba de prestarle atención, esperando que el mayor dijera algo pero recibió algo más. Reborn no pudo resistirse, acercándose posó sus labios sobre los de Lambo, un beso, eso era, uno tierno, suave y sobretodo cálido, un roce inocente que duró apenas segundos; cuando el azabache mayor se apartó solo pudo apreciar la sorpresa del más pequeño para casi de inmediato ver como un adorable sonrojo se esparcía por aquellas mejillas, hasta que incluso sus oídos estaban rojizos – Lambo es mío – le gruñó al pelilila que también estaba sorprendido, discutió un poco con su compañero de clase hasta que logró que se fuera, definitivamente nadie más se acercaría a Lambo mientras él estuviera ahí, solo él tenía derecho a hacerlo sonrojar, estar a su lado y sobre todo, besarlo

-Re-Reborn… - apenas fue un susurro mientras tiraba levemente del suéter del más grande, cuando encontró esa mirada oscura se avergonzó, agachó levemente su cabecita  e intentó seguir con sus palabras – ¿por… por qué hi-hiciste eso?

-quería quitarte una manchita – sonrió de medio lado tratando de no ver al más pequeño, por las mejillas del mayor también surcaba un leve sonrojo, la vergüenza de la cosita era contagiosa

-gra-gracias – tartamudeó mientras entendía las razones, sonrió a pesar de que todavía sentía un calor agradable en sus mejillas

 

 

A partir de ese acontecimiento surgieron dos cosas buenas, la primera era que cierto azabache de patillas empezó a dar pequeño ligeros y tiernos besitos a un pequeño ojiverde, una costumbre que empezó con simples escusas como lo fue en la primera ocasión, terminó por ser algo habitual para el par de infantes aunque jamás el más joven se quitara esa vergüenza, los demás niños ahora tenían en claro que “el niño más temible de todo el lugar, era el dueño del más tierno y hermoso pequeño” nadie se atrevería a entrometerse cuando ese par estuviera juntos, nadie quería problemas. La segunda cosa buena… se desenvolvía en cierto despacho

 

 

A través de la ventana una pareja observaba esos pequeños detalles inocentes, nadie negaría que era una imagen muy bonita, la mirada chocolate despedían ternura pura, sonriendo mientras sentía el gentil abrazo que su pareja le daba, una leve risita llamó la atención del mayor “tengo que mostrarte algo” Tsuna se separó con delicadeza, sin quitar aquella mirada dulce ni esa sonrisa, buscando entre las cosas en el cajón de su escritorio, una pequeña cajita de color blanco con tonos azulados, colocándola en manos de aquel hombre de mirada metálica y serena, se reía bajito al ver la confusión en Kyoya “las instrucciones” susurró mientras lo observaba leer con cuidado y comparar aquel artefacto que tenía entre sus dedos, una pequeña sonrisa se mostró después de unos momentos “positivo” susurró Kyoya mientras abrazaba a su castaño quien gustoso correspondía escondiendo su rostro levemente sonrojado en el pecho del mayor “¿estás feliz?” Tsuna sintió como su rostro era levantado, la mirada de su pareja le gustaba, sonrió antes de disfrutar el beso que le brindaba, definitivamente eran felices, el deseo de ambos se cumplió. Hibari se quedó allí abrazando a su castaño mientras frotaba con delicadeza el lugar en donde  empezaba a crecer su hijo, no necesitaba decir nada solo demostrarlo, un te amo traducido en un beso en la mejilla de su pareja

 

 

 

 

Linda historia, inocente sonrisa, un deseo cumplido y al final… dulzura

 

 

 

 

 

 

 

OMAKE

 

 

Algunos meses después, cierto pequeño caminaba a través del patio, Reborn se había escapado de su actividad con la maestra Yumi pero por esa ocasión no para ir con su pequeño Lambo, sino por algo diferente, hace un par de días que fue a casa de su pequeña cosita, no pudo evitar escuchar cierta conversación entre las sirvientas “el pequeño Lambo cumplirá años dentro de poco, deberíamos hacer los platillos favoritos o un pastel con uvas alrededor” les preguntó la fecha antes de que Lambo lo encontrara de nuevo, así que ya sabía cuándo los mayores celebrarían, era un detalle menos en el que pensar pero había un problema que no sabía cómo resolver, en esa cabecita rondaba una idea ¿cuál sería un buen obsequio? Quería que fuese un secreto pero no estaba seguro sobre que regalo elegir, así que no pensaba arriesgarse “Tsuna debe saber los gustos de Lambo” la solución era simple, colarse en esa oficina y preguntar al que seguramente tenía la información que necesitaba. Solo tenía que entrar como siempre, es decir sin pedir permiso pero escuchando unos momentos para cerciorarse que esos adultos no se comen entre sí, no quería ver ese acto de depredadores, abrió un poco la puerta escuchando ciertas voces conocidas, ingresó un poco su cabecita

 

 

-¿no crees que es una fecha muy cercana? – el castaño parecía muy feliz, el pequeño azabache que escuchaba en la puerta no podía verlos bien puesto que estaban sentados dándole la espalda a la puerta de entrada

-será algo sencillo así que no hay problema – Kyoya por su parte permanecía tan calmado como siempre, para Reborn era muy extraño que alguien como él aguantara todas esas expresiones y torpezas del castaño

-pronto nos casaremos – Tsuna suspiró mientras dejaba el cuadro con la fotografía de su familia, en la mesa de centro – viviremos juntos – una leve sonrisa se le escapó de pronto – creo que nadie se sorprenderá

-hmm – el pequeño espía en la puerta solo rodó los ojos, estaba dispuesto a entrar y romper esa atmósfera dulce pero se detuvo al escuchar las palabras del subdirector – una vez casados, todos sabrán que eres mío – eso sí que sonaba interesante

-eso suena como si fuera un objeto – hizo un leve puchero, sabía que su amante no decía aquellas palabras con ese sentido pero de todas formas quiso quejarse un poco

-serás solo para mí – sonrió mientras abrazaba al menor acariciando esa cabellera rebelde

-para siempre – soltó una pequeña risita, ya había escuchado esa frase con anterioridad

-estás encadenado a mí y no pienso liberarte jamás – levantando el rostro de su pareja le brindaba una pequeña sonrisa, mientras acariciaba esas mejillas sonrojadas

-lo sé, Kyoya – un beso corto es otorgado, un roce, una sonrisa, algo que demostrara su emoción

 

 

 

Reborn cerró la puerta, seguramente ese par de adultos estaría ocupados por un rato, así que se encaminó de nuevo a su salón pero por su mente se repetía las palabras de ese carnívoro, una unión de por vida, eso sonaba bien, si casarse significaba que todos sabrían que la pequeña cosita le pertenecía, entonces era lo que necesitaba, si pensaba un poco sus padres estaban casados, permanecían juntos y los demás respetaban eso, todas las personas casadas formaban una familia hasta que estuvieran muy viejitos, pero se veían muy felices, igual que la fotografía que tenían en casa, en donde sus abuelos sonreían tomados de la mano, entonces eso de casarse era muy importante. La voz de los maestros del salón Zuppa lo sacó de sus pensamientos, había olvidado que era hora del receso en la mañana, así que se apresuró a llegar, Lambo estaba solo, puesto que ahora todos entendían que era la hora en que Reborn estaba cerca y no debían molestar, el azabache de patillas sonreía triunfal pues el miedo que le tenían los más jóvenes, se traducía en que no tendría que ahuyentar a nadie, ese era trabajo pesado que ahora se ahorraba

 

-¡Reborn! – el ojiverde al ver al niño que buscaba levantó su manita emocionado, la movía de un lado al otro para ser identificado con facilidad, lo que el menor no tenía claro era que Reborn solo le ponía atención a él y esas cosas eran innecesarias

-vamos – en cuando estuvo enfrente de Lambo tomó la mano del más pequeño y se alejó del resto, se sentarían cerca de los arbustos con forma redonda, el ego de Reborn subía cada día alimentado por las pequeñas acciones de Lambo, que aunque nunca lo diría en voz alta, le gustaban mucho

-relájate… – el pequeño ojiverde al ver como Reborn tenía su ceño un poquito fruncido recordó lo que su mamá hacía con su papá – y sonríe – los había visto varias veces así que lo intentó, con sus dedos acarició el ceño del más grande hasta que la pequeña arruguita desapareciera, claro que no estaba consciente de que el otro se había sorprendido un poco  – es mejor si tienes una sonrisa – Lambo se sentía orgulloso de lograr lo mismo que su madre, las personas debían siempre estar calmadas y felices

-definitivamente debemos estar unidos por siempre – Reborn amaba a ese pequeño, cada acción delicada flechaba su pequeño corazón, solo cuando estaba con ese pequeño era capaz de brindar una sonrisa sincera, pequeña pero gentil, y aunque tratara de controlarse sabía perfectamente que solía avergonzarse a menudo, aunque claro, trataba de que Lambo no se fijara en esas pequeñas acciones de su parte

-lo siento, no escuché – levantó su mirada al escuchar un susurro, pero solo pudo apreciar que Reborn miraba a otro lado, tenía las mejillas un poco rojas y cruzó los brazos de repente

-es-escucha Lambo, tú y yo estamos casados – trató de mantener su voz serena, autoritaria al mismo tiempo pero no pudo evitar tartamudear al principio

-¿casados? – el más pequeño no entendía todavía el significado de esa palabra, solo sabía que sus padres la usaban algunas veces, cuando ellos hablaban de eso, sonreían mucho, así que debía ser algo bueno

-tú me pertenecerás para siempre – enfrentó al más pequeño, observando las expresiones que hacía

-siempre como para… - estaba un poco confundido por aquellas palabras

-estarás conmigo de ahora en adelante – explicó al ver que el más pequeño parecía no entenderlo, no pudo evitar sonreír satisfecho, con orgullo, al ver una sonrisa en Lambo

-si puedo estar con Reborn para siempre, será algo bueno, ¡eso hará feliz a Lambo! – ahora entendía porque sus padres sonreían al hablar de su casamiento, si permanecían junto a la persona que amaban eso significaba que serían felices,  él quería ser feliz y compartir todo con Reborn

-bien – fue lo único que pudo decir mientras se daba vuelta, sentía sus mejillas calientes al ver aquella expresión llena de emoción en el pequeño ojiverde – vámonos – le ordenó sin mirarlo, necesitaba primero calmar a su pequeño y sobretodo exaltado corazón, así que caminar unos pasos al frente sería bueno

-si – sonrió mientras tomaba la mano de Reborn, pero al verlo mejor – ¡estás enfermo! – se interpuso en frente del azabache de patillas quien mostraba las mejillas un poco rojas

-no es verdad – quiso alejarse pero el menor de nuevo se interpuso

-vamos con la sensei – tomó la mano del mayor para llevárselo, no quería que Reborn se enfermara

-e-espera – ¿acaso Lambo no entendía que esas cosas solo hacían que su vergüenza aumentara? pero dejando eso de lado, era agradable que cuidaran de él

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

-espero hayan disfrutado la lectura, ¿verdad Lambo-chan?

-si – sonríe el más pequeño – fue divertido contar una historia

-nos hemos divertido mucho

- seguro Flor-san también se divirtió

-¿tú crees?

-si lo creo

-yo creo que mejor te vas a ver a Reborn, él te está esperando – el más pequeño sonríe, asiente emocionado mientras sale del salón a buscar a su amigo

-seré feliz si ustedes disfrutaron la historia – les sonríe – me despido de ustedes, gracias por llegar hasta aquí, nos veremos en otra ocasión, les mando muchos besos, bye-bye~  – se aleja dando brinquitos 


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