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Enfermos de Amor por Haku1008

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Notas del fanfic:

El fic constara de dos capitulos, las edades estarían más o menos así: Subaru 19, Seishi estaría entre los 28 aproximadamente. 

Notas del capitulo:

Dedicado para Nyan! :3 

Enfermos de amor

 

Su verde mirada se perdía en la ventana frente a él, observando el exterior sin emoción alguna, afuera llovía copiosamente, el cielo lloraba y él no sabía el por qué. Tal vez estuviese llorando por un ángel caído en algún lugar de aquella misma ciudad que se abría para él a través del cristal de la ventana, pero él no quería estar haya afuera… ni tampoco ahí adentro.

 

–Subaru– llamó aquel hombre de bata blanca, ese que cada mañana sin falta lo llamaba a su oficina para hacerle preguntas y pruebas que no le gustaban para nada, o a veces simplemente para hablar, pero tampoco le gustaba hablar con él –Subaru– volvió a llamar esta vez tocando su brazo para obtener su atención.

 

Sin otra opción los ojos verdes se posan en aquel hombre que le miraba amablemente, su cabello era castaño y sus ojos negros.

 

–Es hora de tus medicinas– le dijo con una sonrisa amable.

 

Observó entonces una de las manos de aquel hombre en la que llevaba consigo dos pequeños vasitos, uno de ellos contenía sus medicamentos, el otro apenas un poco de agua. En silencio volvió la vista a la ventana, ignorando la presencia de aquel hombre.

 

El de la bata suspiró con pesar –vamos Subaru, lo has estado haciendo muy bien en los últimos días como para volver a tener una recaída.

 

–……….

 

–No querrás que Ryosuke te obligue de nuevo a tomar tus medicamentos ¿verdad?– comentó el hombre con pesar.

 

Entrecerró los ojos levemente, una ligera sensación de dolor golpeó sus sentidos pero no recordaba mucho de aquello, en realidad no recordaba mucho de nada, pero parecieron llegar a su mente rápidas escenas de un forcejeo, una persona sujetándolo con demasiada fuerza y lastimando sus brazos, un golpe, más dolor, gritos, nada muy claro y demasiado lejano como para lograr intimidarlo.

 

–Pronto serás dado de alta, o al menos eso tenía pensado, con esta clase de comportamiento no haces más que alargar tu estancia aquí.

 

–………

 

–¿Tomaras el medicamento o tengo que llamar a Ryosuke?

 

A pesar de la amenaza evidente envuelta en palabras aparentemente preocupadas, él no sintió temor, en realidad no sentía nada en aquellos momentos. Aun así tomó el vaso que contenía las pastillas y las llevó a su boca, procedió entonces a tomar el vaso con agua y lo engulló todo.

 

–Bien, muéstrame– Pidió el hombre con desconfianza.

 

Abrió la boca y alzó la lengua mostrando que no había ocultado nada, no recordaba alguna vez haber ocultado el medicamento para no tragarlo, o eso creía, no podía asegurarlo del todo.

 

–Muy bien– dijo el hombre de la bata con satisfacción –es un pésimo día hoy ¿no crees?– preguntó observando la lluvia –quizá mañana puedas salir al jardín– dijo con una sonrisa, tocó el hombro del ojiverde y se alejó a sabiendas de que, no obtendría respuesta alguna.

 

Comenzó a sentirse aletargado, los medicamentos comenzaban a hacerle efecto, hundiéndolo en una sensación que no le gustaba, obligando a sus pensamientos a entrar en un sopor que nublaba de a poco todos sus sentidos, o al menos esa era su sensación, el tiempo le pasaría lento o muy rápido, dependía del efecto que tuviesen esta vez y recordaría poco o casi nada de ello, sin poder tener control consciente de sí mismo.

 

Volvió la vista a la ventana, a la lluvia… el cielo lloraba… tal vez por un ángel caído… en algún lugar de aquella ciudad… un ángel caído… el cielo… en aquella ciudad… lloraba… la lluvia… en algún lugar… de aquella ciudad… un ángel caído… lloraba al cielo…

 

 

 

Cuando el sopor de los efectos de sus medicamentos había pasado se encontraba ya en su habitación, ahí no había ventana alguna por lo que todo era oscuridad, suponía que era de noche aunque no tenía manera de corroborarlo, simplemente el hecho de le habían devuelto a su habitación y le habían acostado en la cama apagando todas las luces. Sentía la boca seca y un poco amarga, le gustaría un poco de agua pero para ello tendría que esperar hasta el día de mañana. Apretó sus manos al tiempo que en su rostro se dibujaba una mueca de desesperación, aún sin intentar mover sus extremidades sabía que no podría hacerlo, todas las noches, o al menos todas las noches que podía recordar, era lo mismo, ataban sus muñecas y sus tobillos inmovilizándolo por completo, según lo que el hombre de la bata le había dicho eso era para su propia seguridad.

 

Giró la cabeza hacía un lado, al poco volvió la vista al techo, sus ojos se humedecieron, no le gustaba estar de aquel modo a sabiendas de que el sueño no llegaría pronto, no a menos que le dieran su medicamento nocturno, una pastilla que le hacía dormir casi de inmediato y hasta el día siguiente, sumergiéndolo en un sueño forzado, sin sueños. La desesperación fue en aumento ocasionando que intentara liberarse, cosa que no dio resultado alguno por lo que se retorció completamente angustiado.  No supo por cuánto tiempo más permaneció en aquellas circunstancias hasta que finalmente se quedó dormido.

 

Al día siguiente despertó sin atadura alguna, por lo que pudo incorporarse de la cama.

 

–Buenos días, Subaru– saludó el hombre de la bata apenas entró en la habitación, ese día mostraba una sonrisa radiante que al ojiverde no le agrado para nada –¿Cómo dormiste?

 

–………

 

–¿Qué sucede? ¿Tuviste alguna pesadilla? ¿Las voces volvieron?– preguntó con precaución.

 

–………– Detestaba cuando lo medicaban para dormir, pero detestaba igual cuando no lo hacían pues entonces había pesadillas, voces, sueños confusos que terminaba olvidando al día siguiente, pero no quería contarle aquello a ese hombre de mirada y sonrisa amable, así que simplemente negó con la cabeza.

 

–¿En verdad?

 

–… dormí… bien.

 

–Me alegra escuchar eso. Anda, Ryosuke te acompañara a asearte y a tomar tu desayuno, luego de ello quiero que pases a mi oficina ¿de acuerdo?

 

Asintió, aunque la idea de ir a su oficina le disgustase.

 

Tal como el hombre le había dicho, y como era su rutina de todas las mañanas, Ryosuke lo vigiló mientras se bañaba, esto también por su propia seguridad. Luego del baño tomó su desayuno y Ryosuke le encaminó hasta que estuvo dentro de la oficina del hombre de la bata blanca…. blanco…. odiaba ese color, blanco era el color de las paredes de su habitación, de las paredes de todo el lugar de hecho, e incluso de su ropa.

 

–Toma asiento– pidió con amabilidad, Subaru obedeció.

 

Lo que siguió a continuación fueron las preguntas de todos los días, luego actividades para evaluar sus avances y finalmente hablar de lo que él quisiera. Aquel día no respondió a ninguna de las preguntas que le hizo y se hartó a mitad de las evaluaciones; algunas consistían en actividades tan simples que le exasperaban y otras eran demasiado complejas que terminaban por exasperarle igualmente; así  que simplemente se hundió en su asiento observando un cuadro colgado en la pared, negándose a continuar o a hablar siquiera.

 

–Subaru, esto es importante– intentó volver a atraer la atención del ojiverde para continuar con las actividades pero no lo consiguió, sabía que cuando el chico se ponía en aquella postura era imposible sacarle de ella, suspiró con cansancio y se levantó dirigiéndose a la puerta –hay una sorpresa para ti el día de hoy– dijo mientras abría la puerta invitando pasar a alguien.

 

Aquello basto para capturar el interés de Subaru quien se giró volteando hacia la puerta ¿acaso…?

 

Al instante entró un atractivo hombre de alta estatura, piel clara y cabellos negros, cubría tras unas gafas unos orbes castaños o al menos uno de ellos lo era, el otro permanecía falto de visión y de color. La mirada del ojiverde se iluminó nada más al verle.

 

–¡Seishirou!– soltó con sorpresa y emoción, se puso de pie y corrió al encuentro del pelinegro.

 

–Subaru– soltó cálidamente mientras lo abrazaba –te he extrañado tanto.

 

–Los dejare a solas– anunció el hombre de la bata antes de abandonar la oficina.

 

–Ya no quiero estar aquí– se apresuró a decir el menor de ellos con desesperación.

 

–Ya hemos hablado de esto– dijo el mayor acariciando su mejilla con dulzura.

 

–Por favor, por favor, ya no quiero estar aquí– suplicó con lágrimas descendiendo por sus mejillas.

 

–El que puedas salir de aquí depende sólo de ti– ante estas palabras el ojiverde comenzó a sollozar.   

 

–Ya me contó el doctor Takumi lo que está pasando, te has negado a tomar los medicamentos y te has puesto agresivo con el personal, Subaru, ellos sólo intentan ayudarte.

 

El menor comenzó a negar con la cabeza primero inseguro, luego con determinación –No…. no, ya no quiero estar aquí, llévame a casa, a nuestra casa, por favor– pidió entre sollozos.

 

–Oh, mi amor– le atrajo contra sí, abrazándole con suma ternura –Sabes que si por mí fuera ya estarías de vuelta en casa, conmigo.

 

–…….– se estremeció ante el contacto y aquella voz que le hablaba con tanta dulzura, de pronto, un recuerdo se abalanzó hacía su mente pero no pudo llegar a hacerse consciente, quedando únicamente como una estela de algún persistente e inalcanzable recuerdo, dejando la sola sensación de que se trataba de un hecho sumamente importante, pero nada más.

 

–Sé que no es fácil, pero debes dar tu mayor esfuerzo y prometerme que serás un buen chico.

 

–……

 

–Subaru– se apartó para tomar entre sus manos aquel delicado y hermoso rostro –prométemelo.

 

–………

 

Ambos se miraron a los ojos, el menor sintió un gran pesar como cada vez que observaba en aquel rostro el ojo sin luz, aquel que había perdido la visibilidad por culpa suya. Él no lo recordaba pero el hombre de la bata blanca se lo había explicado: él había atacado a su esposo en un ataque de locura, lo había intentado matar y al no conseguirlo se había intentado suicidar, asimilarlo cuando no tenía recuerdos de ello no era sencillo, le parecía tan ajeno a él ¿Cómo sentir remordimientos por algo que no recuerdas haber hecho? y sin embargo podía sentir la clara noción de la culpa cada que miraba ese ojo.

 

–Lo prometo.

 

Seishirou, su esposo, sonrió y con amor besó sus labios, jugando con ellos con cuidado y paciencia, siendo correspondido por el menor con algo más de torpeza.

 

Cuando el menor decía no recordar nada era en verdad nada. No recordaba más haya que aquel día meses atrás en el que había despertado en un cuarto de paredes acolchonadas, sin ser capaz recordar su nombre siquiera y usando una bata que inmovilizaba sus brazos por completo. Con el tiempo, poco a poco, fue encontrando fragmentos de su vida, eso gracias a Seishirou y al hombre de la bata blanca quienes se encargaron de contarle acerca de sí mismo. Subaru Sakurazuka, ese era su nombre, estaba casado con Seishirou, tenía 19 años y algunos trastornos mentales severos. Según lo que le explicaron, luego que su arranque de locura pasara, su mente estaba tan impactada al darse cuenta de que había lastimado e intentado matar a su esposo que buscó la manera de protegerse así mismo olvidándolo todo, mejor dicho, suprimiéndolo en alguna parte de  su subconsciente.

 

Y él no podía decir que realmente recordara el estar casado, o el hecho de haberle hecho daño al hombre que amaba, tan sólo lo creía por momentos como aquel en el que le invadían ese tipo de sentimientos, cuando despertaban en él aquellas sensaciones tales como el dolor en su pecho al ver los ojos de Seishirou, el escalofrió que recorría su espina dorsal cada que el mayor se acercaba a él, o el cálido sentimiento en su pecho cuando se besaban, realmente podía sentir que lo amaba, pero…. cuando estaban así algo dentro de él vibraba y le impedía dejarse llevar por  aquel amor. Algo dentro de él se revolvía y se arrastraba desesperadamente intentando gritarle…. algo dentro de él simplemente se negaba a ser feliz con el hombre que amaba.

 

–Podré volver a visitarte la próxima semana, espero que cuando lo haga sea para enterarme que ya puedes volver a casa.

 

–……….– lágrimas descendieron de sus ojos y asintió.

 

Luego de ello el hombre de la bata blanca volvió a entrar, le pidió que saliera al jardín, que él hablaría un poco más con su esposo y que después volvería a dejarlos reunirse para que continuaran con su visita. Subaru obedeció.

 

 

El silencio embargo a ambos hombres por unos ligeros segundos en los que cada uno tomaba asiento.

–¿Y bien?– preguntó Seishirou sacándose las gafas.

 

–Lo noto mejor a decir verdad, hace ya un mes que dejó de decir que veía aquellas marcas en sus manos, tampoco menciona las pesadillas y aunque las tenga olvida todo lo referente a ellas al día siguiente. Los medicamentos están teniendo los efectos esperados y los únicos problemas que ha causado es cuando se niega a tomarlos. Tiene sus días buenos y malos, nada que usted no pueda ser capaz de manejar.

 

–¿Qué hay de hacerse daño a sí mismo?

 

–Desde aquel incidente no ha vuelto a repetirse tal cosa, ni siquiera recuerda el haberse intentado suicidar en primer lugar…. así como tampoco tiene noción de haberlo atacado a usted.

 

Lentamente formó una sonrisa –Me alegra escucharlo.

 

–….... ¿Piensa dejarlo aquí por más tiempo?– preguntó con cautela.

 

–……….– su ojo pareció destellar en una mirada de hielo puro, tan fría que estremeció al hombre frente a él –Aunque haya perdido todos sus recuerdos su naturaleza siempre será la misma, fatalmente gentil– sonrió –que haya agredido al personal sólo demuestra cuán desesperado debe sentirse.

 

–………..

 

–Pienso seguir dejándolo a su cuidado, al menos hasta que haya escarmentado lo suficiente.

 

–¿“Escarmentado lo suficiente”?

 

–Hm, entre menos sepa será mejor para usted, doctor. Ahora, si me disculpa, tengo que continuar con mi visita– colocándose los lentes de nuevo se levantó y salió sin volver a dirigirle la mirada siquiera.

 

El doctor Takumi se estremeció, si su vida no peligrara estaba seguro de que hubiera abandonado desde hace mucho tiempo aquel misterioso caso. Abrió uno de sus cajones y saco el expediente de su paciente más especial.

 

 

Hospital psiquiátrico Saint Arthurt

 

 

Nombre: Subaru Sakurazuka.  

Sexo: Masculino.   Edad: 19 años.

Lugar y fecha de nacimiento: 19 de febrero de 1974. Tokyo, Japón.

Edo. Civil: Casado 

Responsable: Seishirou Sakurazuka  Relación: Esposo

 

Trastornos: Ninguno.

Daño físico cerebral: Ninguno.

 

Medicación: Ninguna. 

 


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