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Fuerza de la naturaleza. por nezalxuchitl

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Notas del fanfic:

Este fanfic es un KardiaXDegel. Los protagonistas tienen 13 años al inicio del relato, por lo que he puesto las advertencias de shota y chan, sin embargo, el entusiasmo por un menorcito de edad no es el punto principal del fic. No quiero que los amantes del genero entren pensando que van a encontrar mucho shota y salgan tan decepcionados como los bdsm que compraron Cincuenta sombras de grey y encontraron a los memos mas grandes de la Historia.

Asimismo, al contrario que en las citadas Cincuenta sombras..., mi fic no promueve la violacion, el abuso,  el maltrato ni la corrupcion de menores. Vamos, que no voy en mis ratos libres a las secundarias a repartir porno porque, entre otras cosas, los brayancines promedio de mi pais podrian enseñarme cosas mas sucias en videos de regetón.

La introduccion al relato es de la autoria de mi hermana Adanhel: yo le dije la idea, me gano a escribirla y estuvo bien porque ultimamente soy de una pereza prodigiosa. Publico con todos sus permisos, porque si la hiciera enojar, me deja sin comida.

No obsante, violacion/noncon, relaciones entre menores y adulto-menor estan presentes porque asi me sale de los cojones hacer mi arte. Porque pienso en un publico escaso: adulto, culto y capaz de discernir cuando escribo.

Asi que si no lo entiendes o no es de tu agrado, respeta y ve a buscar una lectura que sea de tu gusto. Yo no voy a cambiar mi fanfic ni me voy a enojar ni voy a discutir contigo

 

 

 

Notas del capitulo:

Portada del fanfic:

http://i1026.photobucket.com/albums/y326/NezalXuchitl/fuerza%20de%20la%20naturaleza%20portada_zpsxxsflynh.jpg

El caballero de Escorpio

(Introducción por Adanhel)

 

Cuando Kardia llego al Santuario nadie tenía esperanzas en él. Ni siquiera de que sobreviviera, pues nunca se le había otorgado la sangre divina de Athena a alguien tan joven, enfermo y cuyo cosmo apenas iba despertando.

Pero el chico era obstinado, y complacido, sorprendido, el Patriarca lo vio mejorar a pasos agigantados en cuanto dejó de estar postrado en cama por la radical cura que el sainto de Acuario le dio, despertar su cosmo, incrementar sus poderes… volver a ser terriblemente travieso, infantil, indisciplinado y vago.

La compañía perfecta para Manigoldo que debía recordar que la vida había que disfrutarla, el recuerdo de que muchos de los saintos eran muy jóvenes, aunque no se portaran como correspondía a su edad, y la certeza de que no llegaría muy lejos, pues sus esfuerzos eran inconstantes, apasionados y arrasantes como una llamarada que ponía en riesgo su propia vida y no le auguraba un largo futuro.

Por eso su sorpresa ese día, cuando sintió resonar las armaduras doradas entre sí, el abrupto despertar de un sainto, cosa que no había pasado en esa generación más que cuando nacieron los gemelos de Géminis, e incluso ellos, uno de ellos, debió entrenar y competir por su armadura, pues no les era entregada sin demostrar que la merecían. ¿Quién?, pensaba, ¿acaso Virgo, de quien no sabían siquiera si ya había nacido y solían tener poderes sorprendentes? ¿El nuevo Acuario, finalizado al fin su entrenamiento con Krest en Blue Graad?

Entonces lo vio, un destello dorado, perseguido por Manigoldo que le gritaba que como demonios se había puesto eso si no era suyo, el destello del Sekishiki y el brillo carmesí de la Aguja Escarlata, que no veía hacía más de diez años.

-¡Quietos los dos! ¿Qué era eso de que ni en los jardines de su Santuario podía pasear?

-¡Él empezó!-señalaron ambos a la vez, Manigoldo a punto de doblarse por el dolor del ataque del Escorpión dorado, usando solo su ropa de entrenamiento, pues aún no realizaba su prueba por la armadura de Cáncer, y Kardia con la armadura de oro, mirando su dedo.

Al fin, en ese momento, se sentía vivo, que podía usar su vida al máximo y consumir un poco de ese calor que lo abrasaba. -¿Dónde conseguiste esa armadura? Lo mejor sería no gritar, fingir que no tenía la importancia que tenía.

-Estaba jugando en los templos,-cosa que tenía prohibida hacer, como todos.-cuando sentí que me llamaba –eso era asombroso, que pudiera oírla- y corrí hasta encontrarla, en el templo vacío de Escorpio, y nunca la había visto, aunque había estado muchas veces ahí porque es donde esta Antares, que es lo que el viejo dijo que veía en mi…

-¿Qué Krest dijo qué?-porque a él no se lo había dicho. Solo le dijo que ahí le dejaba un candidato a Sainto, que si sobrevivía algo podría hacer con él. -Antares, en mí.-estaba emocionado y sus ojos brillaban.-Y ella vibraba, brincaba de gusto de verme, y yo brinque también, y se desarmó y cubrió mi cuerpo y dice que ahora es mía…

Sage meneo la cabeza, impactado, pues eso no era normal. Eso sin contar que como armadura sin portador estaba resguardada en uno de los salones de su cámara privada y entonces debió salir de ahí para buscar a ese niño. El dueño que indiscutiblemente había elegido.

-… y que quiere divertirse, por que la ha pasado muy mal todos estos años encerrada, luego de que la separaron de su caballero anterior…

-¿Y no te pesa?-preguntó por decir algo e interrumpir su verborrea en lo que Manigoldo lo veía con muy mala cara por el ataque recibido, pues su portador anterior era un tema delicado, del que no debían saber a menos que fuera indispensable.

-No, para nada, y me puedo mover como quiera con ella, y correr, y el veneno del jardín de rosas no me afecto tanto cuando dijo que quería ir allí, y fue cuando Manigoldo me vio, porque él también estaba ahí, y se enojó cuando espante a Albafika, pero él corre más rápido que Lugonis y aun así no pudo alcanzarme…

-Si pude…-masculló el aspirante a Cáncer, lejos de sentir envidia de que de aspirante a caballero de ignoto nivel pasara a Gold Sainto, estaba molesto por el abrazo tan confianzudo que le dio a la florecita, descubrirlo ante su mamá y ahora informarle como el bocazas que era a su maestro de donde estaba.

-No es cierto…-replicó y se distrajo con un punto rojo en medio del follaje sobre sus cabezas, pues su nivel de atención era otra cosa en la que debían trabajar.

-¡Manzana!

Viéndolo trepar al árbol, Sage pensó que estaba genuinamente feliz, con sus ojos brillantes y las mejillas sonrojadas, y no había nada que hacer o decir salvo seguir dándole un entrenamiento adecuado, que aprendiera a dominar esas técnicas que tal vez la misma armadura le enseñara en sueños o visiones.

Entonces, tras la primera mordida a su manzana, como si del fruto prohibido se tratara, Kardia cayó al suelo. Lo que había tomado por euforia era fiebre, y por qué no, envenenamiento con las demon rose del jardín de Piscis.

-¿Se murió?- Manigoldo aún se iba a los extremos en sus suposiciones.

El patriarca negó, tocándolo para medir su fiebre. Ardía, como era de esperar tras el esfuerzo descrito y eso que casi dominaba la cura que acabaría por matarlo. Por lo pronto esperaría que le bajara la fiebre, y si eso no pasaba rápido, haría volver a Krest para que lo curara y le explicara un par de cosas que aparentemente se le olvidó mencionar, al viejo senil.

Además, iba siendo hora de tener de nuevo un sainto en la onceava casa, para prevenir tragedias, y ese niño de Blue Graad merecía tener algo de calor en su vida.

 

 

 

 

Fuerza de la naturaleza.

(Por Nezal)

 

Habia estado muy emocionado por la inminente llegada de Degel. No lo conocía, no sabia como seria, pero su corazón le decía que seria fantástico. Estaba tan emocionado por conocerlo, ansiando cada instante de su recorrido desde el lejano norte que escapo y fue a su encuentro. Pero la fiebre habia subido bajo el ardiente sol de las montañas griegas y perdió el conocimiento en algún punto. Como aquella vez que el viejo habia metido en el la sangre de Athena.

Y cuando abrió los ojos, cuando volvió a la vida, la cosa mas hermosa que habia visto en su vida estaba delante de ellos. Mas que respirar cada mañana, mas que Antares; una turra niña, como de su edad, vestida de goldo seinto también. De inmediato quiso saber porque se habia vuelto goldo seinto, todo de el.

Dolio cuando se compadecio de el, como todos, pero pronto su gesto se volvió frio y la igualdad de condiciones apareció; alguien que no lo creería menos, que no le tendría consideraciones. Que no lo subestimaría, indiferente y altivo como era, situándolo a su nivel. Eso le habia encantado, como cada palabra que salía de su boca, como cada variación de la luz en las delicadas facciones de su rostro.

-Seguro también a ti te han subestimado. Por ser una turra.

Su ceño se fruncio, haciéndole conocer una cosa mas sobre el.

-Muchos idiotas en Bluegard no creyeron que una … - turra, preferia decir turra, aunque en realidad era princesa – turra pudiera serlo.

-Yo no lo creo. Idiotas.

Se recostó sobre sus manos cruzadas, despreocupado. No sabia expresarse, pero estaba de su lado. Un niño como el.

Con el parpado apenas abierto lo vio morderse la boquita. Encantador. No podía dejar de verlo asi que abrió francamente los ojos y se sento, apoyando el rostro sobre las manos para verlo fijamente.

-¿Qué?

-Me gusta verte. – Degel se sonrojo con sus palabras lo que le gusto aun mas.

-No es de buena educación mirar asi a la gente.

-No miro asi a la gente, ni me importa la buena educación.

-Si quieres ser mi amigo, deberas de tener modales.

-Tsk! ¡Que aburrido eres! ¿Cómo se supone que deba ver a la gente?

-Asi, de manera normal. – se exforzaba en no mirar mas de la cuenta al niño de pelo y ojos azules. Ya bastante lo habia visto mientras yacia inconciente, curándolo. Aun asi, su mano se fue a su mejilla. – Ya no tienes fiebre.

Kardia salto a lo alto de un pilar de su templo y se colgó cabeza abajo.

-¿Quieres ver mi casa?

Degel asintió y extendió la mano. Kardia lo jalo y lo obligo a saltar de un pilar a otro, entre risas y protestas.

 

Continuara...

 

Notas finales:

Tanta advertencia y ni sale lo cochino todavia, ¿verdad? Esperense al proximo capitulo.

Dudas, comentarios, botellas de sidra: de todo pueden mandar.

Slán!


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