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Una noche de sexo, fresas y crema batida por ninnae

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Notas del capitulo:

Saint Seiya ni sus personajes me pertenecen, son de propiedad exclusiva de Masami Kurumada.


Es una historia basada nada más que en lemon, dejo la advertencia.

Una noche de sexo, fresas y crema batida


¿Cómo recordaba a Radamanthys? Aquel inglés de aspecto amargo había llamado su atención desde la primera vez que lo había visto, el encuentro de ambos fue una no muy agradable visita a la sala de urgencia por parte de ambos, cuando como idiotas ambos chocaron en Oxford Street, en Londres. Su inicio fue fatídico e inevitable, y la corte y los trámites de los seguros fueron las siguientes ocasiones para seguirse viendo, una forma poco convencional para entender de forma ineludible que el destino los quería juntos, y que por la tensión sexual que se formaba cada vez que se encontraban, ambos se deseaban. Y aquella visitaba al Satan's Whiskers, un bar en Cambridge Heath Rd, no había sido una casualidad, y Kanon no se dejaría por mucho más tiempo, su mente le había estado jugando malas pasadas con el inglés de semblante estoico, solía imaginar cómo sus manos recorrían su cuerpo sin pudor y lo miraba con lascivia, y el no poder hacer esas fantasías realidad le molestaba, pues el maldito cejón se había vuelto una necesidad, y al habérselo encontrado de manera tan afortunada esa noche de sábado, no lo dejaría escapar.


—Sabes que quieres tanto como yo, Radamanthys —Kanon era directo cuando deseaba algo, y en esa situación no se andaría con rodeos, deseaba coger con el inglés y no aceptaría un no por respuesta.


Por su parte Radamanthys gruñía por lo bajo, buscando quizás mantener un poco de su dignidad, porque aunque no quisiera admitirlo, ese griego de cabello azulado, y ojos verdes que destellaban descarado se le hacía ineludiblemente deseable. La primera vez que lo vio lo consideró un idiota, pero de todas formas quedó atrapado por su personalidad avasalladora, manipuladora, falta de escrúpulos y seguro de sí mismo, mientras que con su propia belleza física hacia que quisiera someterlo en la cama a mordidas y salvajes estocadas. Nada de eso tenía sentido, y los actos perversos que pasaban por su mente no eran los considerados aptos para un miembro de la familia Wyvern, pero...


—Eres un maldito manipulador Oneasis.


Aquella frase fue la sentencia de Radamanthys, Kanon lo sabía, podía observarlo en el brillo felino de los ojos dorados de Radamanthys, aquella noche prometía.


Ambos salieron del bar, dejando a su grupo de amigos sin una explicación ni aviso, así le gustaba a Kanon, silente y de forma ilícita, y ese inglés era todo eso. El griego se relamió los labios al subir al automóvil del inglés, el mismo de coraza negra que había sufrido el choque y ahora se encontraba en perfecto estado. El viaje transcurrió en silencio, con Kanon mirando por la ventanilla y con Radamanthys hacia el camino, el aire denso y cargado de ansiedad y deseo podía sentirse, el calor de los dos cuerpos era palpable para ambos. Radamanthys una mueca de fastidio a cada minuto que pasaba y Kanon, trataba de respirar pausadamente y no pensar en el sexo duro y salvaje que tendrían dentro de poco.


Al bajar del coche Kanon no pudo acabar de cerrar la puerta y acomodarse. Radamanthys lo acechó como un felino a su presa, apoderándose furiosamente de sus labios, mientras sus manos torpes cerraban la puerta del automóvil. La entrada a la casa colonial, con almenados, de las zonas típicas residenciales de Londres, fue rápida, entre besos bruscos, manos ansiosas y gemidos que de a poco subían de tonos. Kanon no pudo apreciar en detalle la decoración del hogar de inglés, y ni siquiera pudieron llegar a la habitación. Radamanthys lanzó a Kanon sobre el amplio sofá, para encaramarse sobre el griego, besando y mordiendo su cuello con desespero, el griego por su parte instaló sus manos en la cadera del inglés, tocando cada pedazo de piel, sin importarle la decencia. En movimientos rápidos Kanon se deshizo de la ropa de la parte inferior de Radamanthys, cuando el inglés se percató, Kanon sonrió con perversión, desde hacía mucho quería tomar cada centímetro de la piel inglesa, y ni Radamanthys se le iba a oponer, como pudo sentó al inglés frente a él, y con una sonrisa de medio lado se agachó hasta el miembro semi despierto de Radamanthys, Kanon llevó sus manos hacia el miembro, tocando y rozando en primera instancia, torturando al rubio, paseando sus dedos de forma sutil desde la base de los testículos hasta la punta del glande, cada gemido ahogado y la nula resistencia del Radamanthys eran la recompensa que necesitaba, el maldito amargado era su obsesión y verlo a su merced era algo que deseaba hacía mucho tiempo. Como siguiente recurso, Kanon decidió usar su propia boca para probar ese grueso y prominente miembro que empezaba a despertar frente a sus ojos, Su boca se instaló a la altura de la entrepierna inglesa, su lengua lamió con lascivia el pene, de arriba a abajo como si se tratara de una paleta. Salado, fue la conclusión a la que Kanon llegó al probar el sabor del pene de Radamanthys, metió el miembro de lleno en su boca, metiendo y sacando en un ritmo rápido y continuo, los gemidos de Radamanthys se hicieron guturales y sus caderas por reflejo se movían simulando el coito al interior de la boca griega, las manos de Radamanthys se posaron sobre la larga cabellera, tomando con fuerza las hebras azulinas, Kanon gimió de dolor, y en venganza dio una pequeña mordida que hizo gruñir al rubio, con el pene todavía en su boca, Kanon rio con burla, ambos eran así, brutos, salvajes y con un poderoso deseo, por un sexo desenfrenado y apasionado que no habían probado con nadie. Kanon acabó por sacarse el pene de Radamanthys cuando sintió que este estaba a punto de llegar a la eyaculación. El rubio miró a Kanon de mala manera al parar de acariciarlo, iba a cuestionarlo, pero la sonrisa de Kanon y su mirada pervertida lo acallaron.


—Vi algo de fresas y crema sobre la mesa de tu comedor, tengo una idea que se nos gustara a ambos —musitó Kanon con tono seductor, mientras se acercaba a los labios de Radamanthys, y lo besaba como compensación ante el orgasmo fallido.


Y Radamanthys se quedó allí, en la sala perplejo, con una enorme erección mientras Kanon salía de esta con toda su ropa puesta, moviendo el trasero de forma insinuante a buscar un plato de fresas y el frasco de crema de leche. Definitivamente Kanon era todo un enigma para el rubio.


Radamanthys cerró los ojos y se tiró en el sofá, esperando por la morbosa idea de Kanon y fue una corriente helada en su entrepierna lo que hizo que abriera de nueva cuenta sus ojos. Kanon tenía una lata de crema batida de leche en su mano, y la punta de su pene se hallaba cubierta de esa misma sustancia densa, blanquecina y pastosa. Kanon rio por su cara de perplejidad, el griego escogió una pequeña fresa y la colocó sobre el pene cubierto de crema, asemejando un delicioso postre a devorar.


—Listo —dijo Kanon con la mirada brillante—. Mi comida ya está lista.


Radamanthys no pudo hacer más que negar, ese griego estaba loco, pero le gustaba. El rubio esbozó una tenue sonrisa mientras se abría de piernas, indicándole al griego que podía comenzar cuando lo deseara, Kanon lamió sus labios, pensando en sabor salado del líquido preseminal y en el dulce de las fresas y la crema. Acercó su rostro, lamió la textura rugosa e hinchada, saboreando la sal del sudor, llegó a la punta donde la crema batida se derramaba por lados, con la punta de sus labios chupó la crema, y la combinación de sabores, tragó con fuerza, haciéndole escuchar a Radamanthys de forma exagerada que literalmente se estaba comiendo su pene, finalmente llegó hasta la fresa la cual cogió con sus dientes, sin comérsela del todo, avanzó a gatas sobre el pecho de Radamanthys hasta llegar a su boca, donde posó la fresa contra los labios del inglés, quien en un reflejo mordió la fresa por la mitad, encontrándose con la boca de Kanon, y enfrascándose en un nuevo y salvaje beso.


Radamanthys coló sus manos por debajo de la camisa azulada que llevaba Kanon, reptando por el pecho trabajado hasta llegar a los pezones y apretar sin pudor, Kanon se retorció, su respiración hiperventilaba, mientras sus caderas buscaban más contacto con el cuerpo ajeno, las manos juguetonas de ambos jugaron con cada trozo de piel que iba quedando descubierta ante la ansiedad de desnudar al otro, finalmente ambos quedaron desnudos, con una gruesa erección, los cuerpos perlados de sudor, mejillas sonrosadas y marcas rosáceas por cada parte del cuerpo, de las mordidas y besos otorgados por cada uno en el deseo y ansiedad de poseerse mutuamente. La crema había sido usada como un vil juego para recorrer con hambre la piel salada de ambos cuerpos, primero Kanon marcando la pálida piel del abdomen del rubio y después Radamanthys, chupando y lamiendo los muslos ajenos y recorriendo el camino dejado por la suave y blanquecina crema. Ambos se estaban devorando el uno al otro.


Finalmente, sin aguantar mucho más, ambos acabaron por sucumbir al momento culmine de su tensión y deseo sexual. Radamanthys tomó con fuerza y severidad las piernas de Kanon, quien se resistía y veía de mala manera al inglés, no estaba seguro de dejarse ser poseído, por su mente pasaba también someter al inglés, pero... un beso rudo, demandante y cálido lo embobó, dando la oportunidad a rubio para acomodarse en la entrada del griego, en una morbosa e irónica movida, había lubricado su pene duro y erecto con lo que había quedado de crema, Kanon había iniciado aquel juego y era justo que fuera él quien lo acabara, recibiendo lo último de la crema de leche que quedaba. Kanon dio un respingo al sentir la punta del pene de Radamanthys, iba a alegar por protección y lubricación, pero la fuerte estocada sin aviso, le hizo aferrarse de los hombros del inglés, mientras lo maldecía por su brusquedad, la crema había allanado un poco el impacto, pero no lo suficiente como para dejar de sentir dolor. Kanon se vengó mordiendo con fuerza la clavícula derecha de Radamanthys, pero este no detuvo su accionar, siguió embistiendo con fuerza hacia el interior de Kanon, ambos hombres emitían guturales gemidos, mientras el sofá era el único testigo de aquella entrega. Kanon gimió con fuerza cuando una estocada llegó a ese punto sensible, no iba a negarlo, el sexo con Radamanthys era rudo, pero delicioso, justo como lo había imaginado. Kanon paró el coito por unos segundos, mirando a Radamanthys con los ojos oscurecidos, sentó al inglés sobre el sofá, mientras se dedicaba a cabalgarlo, teniendo el, el control y el ritmo de las embestidas. Radamanthys sonrió, Kanon jamás le cedería el control total, se divertiría tratando de domar a aquella fiera de cabellos azules, esa noche no sería la única de ambos, lo sabía y se encargaría que fuera de esa forma. Kanon cabalgó con la respiración fuera de sí, y su mente embotada, mientras Radamanthys alzó sus caderas en un instinto primitivo, unas pocas estocadas más bastaron para que el inglés se viniera al interior del gemelo, y el movimiento de las propias manos de Kanon sobre su pene, y los movimientos de los últimos vaivenes de las embestidas, hicieron que el griego se derramara sobre el vientre del rubio. Ambos acabaron con los ojos cerrados, los sentidos saturados y sus respiraciones alteradas del esfuerzo físico. Kanon se recargó sobre el hombro de Radamanthys, cansado y extasiado, mientras el inglés pensaba en la extraña noche que Kanon le había dado, una exquisita y lasciva noche, de la cual no se arrepentía. Acabó por tomar la cintura de Kanon en un leve gesto de cariño, buscando apoyar el peso del griego con su fuerza. Un bar, fresas, crema y sexo salvaje con un adonis griego, no podía querer nada más por esa noche sábado.


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