Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Casi perfecto - Wigetta por ElizabethSherlock

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Esta historia es de tematica vampiros y hombres lobo como podrán ver. La he estado escribiendo desde hace un tiempo ya en otra pagina, pero decidi pasarla a esta para ver que opinaban mas personas sobre ella. Por favor, denle una oportunidad a la trama, porque será una historia larga que pienso actualizar todos los domingos a partir de ahora. Por favor dejen sus review, comentarios u opiniones acerca de la historia ya que es muy importante para mi :) 

Notas del capitulo:

Espero que sea de su agrado la forma en que escribo, cualquier omentario del capitulo por favor haganlo sin problemas.

Capítulo 1 “Euforia y pasión”

 

Narra Samuel:

 

Me encontraba en la punta de la montaña de roca, en la cual se encontraba nuestro hogar, el viento soplaba mi rostro, llevándose consigo todas mis penurias e incertidumbre. Siempre iba a este lugar en busca de soledad y paz. No recordaba exactamente cuántas veces había tenido que venir a este lugar para desahogarme de todo aquello que en muchas ocasiones me era imposible ignorar, y es que después de tanto tiempo, dejas de encontrar sentido a tu vida. Di un último suspiro, en un tonto intento de deshacerme de todo aquello que me tenía perdido en mi interior, la verdad es que las últimas veces que había venido a este lugar, ya no me había servido para tranquilizarme, por lo menos no a su totalidad. Quería dejar todo por un lado y encontrar aquello que haría volverme a sentir vivo, ese algo que estaba faltando a mi vida o que quizás había perdido hace tanto tiempo. Interrumpiendo mis pensamientos, un olor familiar llegó a mi nariz, haciendo que mi estómago reaccionara reclamándome por la mala atención que le había tenido los últimos días. Me levanté para dirigirme a dentro de La Hoguera, saltando rápidamente de roca en roca bajando por la montaña de piedra que formaba y a su vez protegía nuestro hogar. Una vez estando a la mitad de la montaña me adentré por medio de una cascada la cual escondía la entrada del lugar, este era oscuro y lúgubre, como siempre, pero no tenía problemas con la oscuridad, ya que ésta era mi amiga.

Me adentré por todos aquellos túneles que parecían laberintos sin fin, por supuesto que no estaba perdido, conocía el lugar perfectamente, cada salida, cada entrada, sin mencionar que el olor familiar me guiaba a su procedencia. Unos momentos más tarde tras a ver pasado esos largos túneles a gran velocidad, llegué a lo que parecía una especie de cúpula enorme hecha de piedra dentro de la montaña. Ésta estaba ligeramente iluminada en cada rincón por antorchas, señalando otras pequeñas entradas la cual cada una te guiaba a un lugar en concreto, pero yo ya había encontrado lo que quería. Justamente lo que creía, mi buen amigo y primo Frank y sus colegas habían regresado de La Cacería. Al parecer ésta ocasión se habían lucido, no solo traían consigo suficiente comida para La Manada, sino que también habían traído una asquerosa "sanguijuela". Hacía años que no veía una, desde el día en que mi padre fue asesinado delante de mí por uno de ellos, no recordaba muy bien su aspecto, los recuerdos se habían hecho borrosos e imposibles de recordar después de tanto tiempo. Me acerqué a paso normal sin poder evitar sentirme un tanto inquieto, quería observar la presa que habían capturado mis compañeros, ésta naturalmente era sujetada por ambos brazos por mis camaradas, pero se veía lo suficiente dañado como para poder hacer algo y escapar. Su sangre era extrañamente roja, algo no común en las sanguijuelas.

La segunda cosa extraña que noté en el individuo, fue su olor, no olía a carne putrefacta o aquel olor fuerte distinguible a los suyos, era todo lo contrario, era un olor agradable que invadía mis pulmones subiendo mi ritmo cardíaco, casi me sentía agobiado por el golpe tan fuerte de este olor que entraba en mis pulmones, alterando mis latidos. A medida que me acercaba era más intenso ese palpitar, porque su olor era más claro cada vez que me acercaba. No podía acercarme más, decidí quedarme cerca en las penumbras, sabía que se iba a liar, ya que mi madre se acercaba a grande velocidad al lugar. Frank pareció percatarse de mi presencia, volteó hacia donde me encontraba, muy feliz y contento por lo que él y sus camaradas habían capturado.

—Samuel que haces ah- —Pero fue interrumpido por la llegada de mi madre, no sé qué le había pasado a Frank que no se había percatado de que mi madre se acercaba cada vez más al lugar.

Al entrar mi madre a la cúpula se notó como mis amigos se tensaron esperando la reacción de mi madre. La cual como siempre tenía una cara seria e inexpresiva. Pasó de largo de todos ellos, dirigiéndose directamente a aquel sujeto que me tenía en las penumbras. Este estaba de rodillas con la cabeza colgando ya que era sostenido por Trevor y Leo, los dos más fuertes en el grupo de Los Cazadores. Ellos miraban nerviosos a la reacción de mi madre, poco a poco sentí como todos los miembros de La Manada se fueron juntando a los alrededores de la cúpula, esperando respuestas y es que el olor que emitía la sanguijuela era algo imposible de ignorar. Mi madre dio una rápida inspección a esa cosa, mirándolo de más cerca, oliéndolo más profundamente. No entendía cómo podía estar tan cerca de él como si nada. Se acercó más a su lugar para levantar su rostro, pero se me fue imposible verlo ya que su cuerpo me lo impedía. Tomó un poco de su sangre que saco de una de sus heridas y la llevó a su boca, probándolo. Enseguida lo escupió, pero su cara extrañamente no fue la de asco, sino una neutral. Un pequeño silencio se hizo en la cúpula, mi madre parecía estar pensado mucho, pero a la vez su rostro seguía estático, con la mirada perdida hacia un rincón, esto no pintaba nada bien.

De pronto volteó hacia atrás, buscando a alguien.

— ¡Frank!... ven aquí —Frank era el líder de los cazadores, por lo que lógicamente le tocaría hablar por lo sucedido.

Se acercó a mi madre lentamente con la mirada hacía agachada, se notaba en su rostro que estaba muy nervioso. Se colocó a poco menos de un metro al frente de ella, inclinándose un poco de forma cordial.

— ¿Si?... mi reina —Dijo Frank sin dejar de hacer su reverencia, mi madre era una persona muy temperamental, como todos los de mi raza, pero ella era en especial intensa.

Sin previo aviso extendió su mano y le dio una cachetada en su lado izquierdo de la cara, haciendo que su cuello se girara un poco hacia donde lo había golpeado. Frank, por respeto se guardó cualquier sonido de quejido por su parte, solo se quedó inmóvil e indefenso esperando que todo pasara más rápido.

—No tienes una idea de lo que has hecho —Al fin soltó a decir mi madre Rebeca...

Todos dirigieron la mirada hacía ella, los más jóvenes estaban tan confundidos como yo, pero por el otro lado los ancianos parecían saber a lo que se refería mi madre.

—Lo siento mi reina... no sé lo que he hecho —Le contestó Frank siendo lo más educado posible, al parecer también quería respuestas a todo el alboroto que se estaba armando.

— ¿Por qué lo has traído aquí? —Le preguntó Rebeca, se veía realmente molesta y parecía que se enojo se hacía cada vez mayor.

—Nosotros... lo encontramos diferente a los demás, creíamos que sería buena idea traerlo aquí. —Frank se veía impotente, sintiéndose mal por haber hecho algo malo que ni siquiera sabía que lo era.

Era cierto que no era la primera vez que traían a una sanguijuela a La Hoguera en toda la historia, por lo que no le habrá parecido mala idea que como "camada" traer a su primer sanguijuela, pero al parecer había algo que los jóvenes aun no sabíamos o no teníamos claro.

—¡No tienes ni idea en lo que nos has metido! —Le gritó mi madre ya bastante alterada, caminando de un lado a otro —Es obvio que es diferente... ¡porque es una sangre pura!

Ahora todo tenía más sentido, los jóvenes se veían unos a los otros, comprendiendo todo en su cabeza. Todo cuadraba... las sanguijuelas, más conocidos como vampiros, por lo general tenían un olor a putrefacción que hacía que cualquiera de nuestra raza sentir un asco tremendo, debido a nuestro fino olfato de lobo, ya que para las personas comunes les era imposible captar ese olor, pero a nosotros, los hombres lobo, sí. También estaba el color de su sangre, la cual por lo general era color negra, debido a todas las toxinas que invadían todo el cuerpo de la sanguijuela por la mezcla de tipos de sangre diferentes en su cuerpo, sus hígados adaptados a su asquerosa vida por medio de unos químicos que secretan los vampiros por ese órgano, logran sintetizar cualquier tipo de sangre, sirviéndoles de alimento, pero esta se torna negra debido a los químicos. Pero un sangre pura no, como se puede razonar su sangre siempre se mantenido limpia desde su nacimiento, ósea que ya era vampiro cuando nació, y sus padres también fueron sangre pura. Pueden tomar cualquier tipo de sangre, pero sus hígados son más fuertes, por lo que nunca se contaminan, además de alimentarse entre sangres puras para mantenerse limpios. Sus cuerpos les exige sangre, ya que es consumido por todo su cuerpo para tener todas las habilidades físicas de un vampiro, pero eso hace que tengan más sed de sangre, por lo que necesitan alimentarse regularmente de eso... realmente asquerosos.

Frank después de asimilar lo que mi madre le acababa de decir, movió su cabeza a hacia los dos lados de forma rápida, intentando despejar su mente, lo más seguro es que el olor de la sanguijuela también lo estaba afectando, lo sabía por la manera en que respiraba rápidamente. Lo extraño de todo es que nadie más aparte de mí y él, se veían afectados de esta manera al igual que nosotros. Quizás porque nuestro olfato era más fino que los demás, yo por ser de la primera rama y el de la segunda.

—Entonces... ¿por qué no lo matamos ahora mismo? —Preguntó Frank no muy convencido, sabíamos que podría ser una amenaza por lo que eliminarlo sería lo mejor para todos.

— ¡No! ¡¿Acaso eres idiota?! —Volvió a gritar mi madre, perecía un poco asustada - Si lo matamos aquí el lugar se impregnara con el olor de su sangre y La Hoguera será como un panal de abejas acechadas por las sanguijuelas.

Frank permaneció en silencio, mi madre tenía razón, si había algo que atraía más a las sanguijuelas que la sangre normal, era la sangre de un sangre pura. Ellos al ingerir la sangre pura potenciaban sus habilidades físicas, como si se tratase de una gasolina de mejor calidad. Sin mencionar que el olor de ese tipo de sangre se expandía rápidamente por cualquier lugar en que era derramada, durando mucho tiempo impregnado, lo cual nos convertiría en un señuelo para los de su raza.

—Seguro que lo estarán buscando o posiblemente perseguido por las bajas castas de su raza —Dijo Rebeca, como diciendo en voz alta lo que estaba pensando.

Esto en verdad era un suceso muy extraño, nunca se había visto a un pura sangre vagar por ahí como si nada, son criaturas muy fuertes y rápidas, pero como los de nuestra raza siempre viajaban en manadas, ningún vampiro cuerdo andaría por ahí como si nada, sobre todo en las cercanías de nuestro territorio. La piel de la sanguijuela se notaba un tanto grisácea, lo que indicaba que no se había alimentado en mucho tiempo, eso explicaría por qué un grupo de inexpertos "cachorros" habían logrado traerlo sin mucho problema.

—¿Sabes que ahora mismo podrían estar buscándolo las altas castas de su raza? —Preguntó un poco desesperada mi madre, pero realmente no esperaba una respuesta de Frank. —Si entramos en disputa con esas sanguijuelas muchos de nosotros morirán.

—Mi reina, entonces déjeme llevarlo lejos de La hoguera donde no sea un problema para nosotros —Le dijo Frank queriendo solucionar el problema.

Mi mamá lo miro con cara pensativa, primero a Frank el cual le había sugerido una idea no muy mala, volteo hacia donde se encontraba la sanguijuela para verlo detenidamente, su mirada se perdió al momento de verlo, sentía que mi madre lo miraba de forma especial, como si lo reconociera de algún lado. Desgraciadamente para mí era imposible verlo desde el lugar en que me encontraba.

            —-No... Preparémonos para lo peor, déjenlo vivo como rehén —Dijo mi madre con tono neutral, queriendo sonar lo más tranquila posible —Si vienen a buscarlo negociaremos las paces con su vida.

Desde el día de la gran guerra entre razas, el día en que mi padre fue asesinado, nuestra manada quedo destrozada, todos los adultos y jóvenes de aquella época se habían lanzado a la batalla, por lo que muy pocos sobrevivieron, en La Hoguera lo que más había en estos momentos eran viejos y jóvenes de mi edad que en aquel tiempo eran apenas unos niños, aunque muchos también fueron asesinados por las sanguijuelas en aquel entonces. En estos momentos éramos vulnerables, apenas nos comenzábamos a recuperar de las cicatrices que nos dejó esa guerra. Mi madre, Rebeca, se las arregló para llevarnos a todos los que no podíamos pelear a un lugar apartado y seguro, el cual era La Hoguera y terminó convirtiéndose en nuestro hogar definitivo tras enterarnos de la derrota de mi padre, Cerberus, líder de la manada y rey.

Mi madre se hizo cargo de la manada todos estos años, esperando que su primogénito creciera lo suficiente como para hacerse cargo de la manada, ese primogénito, era yo. Cuando era niño soñaba con el momento en que tendría que dirigir a la manada. Mi madre me sobre-protegió todo este tiempo, por lo que nunca me dejo ir de cacería con los demás, pero eso no impidió el convertirme en un buen guerrero, ya que en nuestros ratos libres lo que nos poníamos hacer era pelear entre nosotros para ver quién era más fuerte. Por su puesto que yo siempre ganaba, salvo alguna que otra ocasión en que Frank se ponía muy serio y enojado tras a ver perdido varias veces y terminaba por rendirme, si había alguien rápido ese era Frank, no era de sorprender ya que era de la segunda rama, ósea hijo de la hermana de mi padre.

Pero desde hace unos pocos años ya no esperaba que mi madre me dejara dirigir la manada, ese ya no era mi sueño... al principio no entendía lo que me pasaba, pero entre más pasaba el tiempo más comprendía que aun que conociera cada entrada y cada salida de mi hogar, no conocía nada de mi mundo. Mi cuerpo añoraba el poder salir a lugares desconocidos, conocer cosas nuevas, viajar por muchos lugares, cosa que de niño me encantaba hacer a los alrededores de nuestro valle. Pero ahora era algo imposible y prohibido para mí.

De pronto la voz de mi madre interrumpió mis pensamientos, despejé mi mente y volteé a verla.

—Samuel... ven aquí —Me ordenó mi madre indicándome con la mano que me acercara.

No muy convencido me acerque a paso lento en donde se encontraba ella y la sanguijuela que aún era sostenido por Trevor y Leo, me percate que la mayoría de los miembros de la manada se habían retirado ya, incluyendo a los demás jóvenes que lo habían traído con excepción de ellos, al parecer todo había concluido mientras estaba perdido en mis pensamientos. Ya estando a pocos metros, sentía mi corazón al mil por mil, sintiéndome hasta mareado, todo mi ser estaba siendo drogado por el olor, intenté comportarme los más normal posible, para que mi madre no se percatara, aunque se me era casi imposible.

Me paré a dos metros de mi padre y a 3 de la sanguijuela, mire primero a mi madre, ella solo me observaba detenidamente, como queriendo adivinar lo que pensaba. Seguidamente miré a nuestro rehén... mi corazón se detuvo, para después volver a la normalidad y regresar a los latidos rápidos. Era un joven como de mi edad, si acaso un poco más joven que yo, su tez era como de mármol, sin ninguna arruga o imperfección, su nariz era pequeña y respingada, sus ojos cerrados y golpeados pero sentía la sensación de que eran hermosos, sus labios eran gruesos y con forma... era la criatura más hermosa que jamás había visto. Había escuchado rumores, de que los sangre-puras eran criaturas muy hermosas, que usaban su atractiva apariencia como cebo para sus víctimas, ahora entendía exactamente a que se referían.

Un cosquilleo recorrió mi estómago sintiéndose casi como dolor, por alguna razón tenía más hambre que nunca, la sed de carne me estaba invadiendo pero a su vez no lo quería lastimar. Mi madre me miro un poco altera pero intentando no aparentarlo, no sé si habrá escuchado la forma de latir de mi corazón, solo rogaba de que no se haya dado cuenta.

—Samuel... quiero que vayas con estos dos a dejar a nuestro prisionero a las mazmorras —Me dijo mi madre, me miro un tanto preocupada, estaba por encaminarme a la entrada hacia las mazmorras, pero la voz de mi madre hizo que me detuviera. —Samuel... no te quedes mucho tiempo cerca de él.

Al parecer se había percatado de que algo andaba mal en mí, la miré a los ojos, tratando de que se tranquilizara, para después emprender el camino hacia las mazmorras. Trevor y Leo me seguían a pocos metros detrás de mí, todos estábamos en completo silencio, ellos se notaban algo apenados por a ver causado problemas. El cuerpo de la... de él era arrastrado por ambos, seguía inconsciente desde que lo trajeron quien sabe de dónde. Intentaba guardar la mayor distancia posible de él, ya que aún me sentía un poco mareado por su cercanía.

Llegamos a la parte más interna de la parte de atrás de la montaña, donde estaban las mazmorras. Lo bueno de la situación es que el chico se veían tan poco alimentado que seguramente se le iba hacer imposible incluso el moverse de lugar, muy posiblemente haya gastado la poca sangre que le quedaba en su cuerpo en la pelea que tuvo con mis camaradas, sin mencionar la que había perdido en la batalla. No sé podía decir que la criatura estaba dormida, ni siquiera inconsciente, los vampiros no necesitaban dormir, podían invernar pero no por falta de sueño, lo que le ocurría a este chico es que no tenía ni una gota de sangre en su cuerpo o por lo menos no la suficiente para moverse.

Elegimos la celda más alejada de todas, para meterlo ahí, esta tenía muchos aparatos para atar a los prisioneros, sobre todo a este tipo de prisionero, pero no serían necesarios. Los dos musculosos colocaron el cuerpo del chico en una de las esquinas, seguidamente se dirigieron hacia a mí.

—Bueno Samuel... vamos a ir alimentarnos ¿Quieres venir? —Me preguntó Leo.

—En unos momentos los alcanzo —Le contesté, no sé por qué sentía la necesidad de observarlo, me perdía en mi mente al verlo.

Leo levantó los hombros mirando a Trevor, en señal que no entendía el por qué de mi actitud extraña. Pero no le dieron mucha importancia y se fueron a paso rápido del lugar, seguramente hambrientos después de La Cacería. A pesar de la advertencia de mi madre, me había quedado más tiempo con él de lo necesario, lo observaba detenidamente, si no fuera porque sabía que era un vampiro pensaría que estaba muerto, ya que estaba totalmente inmóvil, ni siquiera necesitaban respirar para sobrevivir. 

Sin percatarme ya estaba a solo unos centímetros de él, siendo absorbido por su olor, transportándome a un lugar nuevo, un lugar el cual nunca había conocido antes, pero me encantaba. Ese olor embriagante me tenía encantado, me sentía como nunca me había sentido antes en todos estos años, era en verdad embriagante. Una enorme necesidad de probarlo vino a mi mente pero la idea de que si lo hacía esa droga desaparecería para siempre me aterraba, el hecho de no volver a oler ese aroma me retenía de culminar con su existencia en ese momento. Él era algo que definitivamente no me podría comer.

Por alguna razón mi cuerpo se movió hacia donde lo habían dejado recostado en la pared Trevor y Leo, quedando muy cerca de su cuerpo, era una sensación extraña que me tenía ahí parado junto a él, mirando cada detalle de su rostro. Mi cuerpo se agachó a su altura, simplemente me estaba moviendo por instinto porque si de algo estaba seguro, era de que no podía controlarme a mí mismo en ese momento. Tenía miedo de lo que le podría hacer al chico, mis ojos seguramente se habían tornado negros en este momento. Continúe mirándolo desde cerca intentado no perder la cordura. Mire su rostro, sus ojos que mantenía cerrados... unas enormes ganas de mirar esos ojos abiertos me invadieron, quería ver su rostro despierto en ese momento, si me parecía hermoso "durmiendo", me intrigaba el saber cómo lucía despierto.

Levanté uno de mis brazos lentamente, controlando cada movimiento que hacía para luego no hacer algo de lo que fuera a arrepentir. Mi mano estaba a escasos centímetros de su rostro, temblando de la emoción que suponía el tocarlo. Pero antes de lograr poner mi mano sobre su cara, la mano de este fue el primero en hacer contacto conmigo agarrando fuerte mi muñeca y apretándola en señal de amenaza. Abrió los ojos a la par, mirándome directamente a la cara. Me encontraba sobre exaltado, su reacción me había tomado por sorpresa, pero al fin había podido ver sus ojos, los cuales eran pequeños pero alargados y caían por los lados de sus pómulos, dándole una apariencia casi angelical y adorable... pero sabía muy bien que no me tenía que dejar engañar por las apariencias.

Estaba por jalar mi brazo para salir de ese lugar, si continuaba a su alrededor me haría vulnerable, quería probarlo pero a su vez no quería hacerle daño, era un sentimiento extraño. Pero antes de que lo hiciera el jalo mi cuerpo hacía el atrapándome con su otro brazo para tomarme por detrás de mí cabello, levantó mi rostro hacia arriba, exponiendo mi cuello, todo esto en tan solo un segundo. Iba a alejarme de el con todas mis fuerzas, pero al sentir como su lengua se pasaba por todo mi cuello me hizo detenerme en seco. No solo estaba sorprendido por el chico por haber sacado tanta fuerza de no sé dónde, sino que también por su lengua que me estaba haciendo estremecer, haciendo imposible el poder irme de ahí.

Sin previo aviso, clavó sus colmillos en mi cuello, cerré los ojos por el dolor de su mordida pero casi de inmediato el dolor cesó, una calma invadió todo mi cuerpo, el dolor se había ido pero aun sentía como débilmente succionaba mi sangre. Fue entonces cuando reaccioné, no podía dejar que tomara mucho de mi sangre, ya que recuperaría la fuerza necesaria para escapar.

Tomé su cabeza alejándolo de mi cuello, pude ver su rostro que ahora se tornaba con más color, ya no era del todo grisáceo pero era evidente que aún no se había recuperado del todo. De sus labios escurría mi sangre, lentamente se la quito de sus labios con su lengua, como si no quisiera desperdiciar ni una gota de ella. Esto no lo iba a dejar así, era mi turno de probarlo, en estos momentos él no tenía ninguna oportunidad contra mí por lo que él tenía las de perder. Con mi mano desocupada tome las dos muñecas de él aprisionándolas contra la pared, el cerró sus ojos por el dolor. Solté su cabello para tomar su mentón y levantar su rostro. Me acerqué lentamente a su cuello disfrutando de su aroma. Cerré la distancia que nos separaba, empezando a lamer su cuello de abajo hacia arriba como él lo había hecho conmigo antes, pude sentir como se estremecía por mis acciones.

Al parecer no le suponía ningún problema el chupar el cuello de otros, pero parecía no estar acostumbrado a que alguien le estuviera lamiendo el cuello. En ese momento estaba a mi merced, pero no le quería hacer daño, solo quería probar ese perfume. Deseaba regresarle lo que me había hecho, pero yo no necesitaba la sangre, me alimentaba de carne, pero no lo quería lastimar por lo que opte por hacerle un par de chupetes por todo su cuello hasta llegar a su clavícula. Pude escuchar como intentaba reprimir alguno que otro gemido quizás de dolor al chupar delicadamente su piel. Tal y como había imaginado, sabia extremadamente bien, quería seguir probando ese perfume, cada parte de él. Volteé a verlo, al percatarse de que me detuve abrió sus ojos y me miró, no sabía que estaba pensando en ese momento, pero se mordió su labio inferior. Al ver su acción no pude resistirme, me dirigí directo a sus labios.

Al principio se resistió un poco intentando zafarse de mi agarre, pero se le era imposible en su estado. Poco a poco se fue tranquilizando hasta llegar a quedarse quieto mientras que yo lo seguía besando. Estaba por dejar todo por las buenas, me sentía extraño el estar haciendo todas estas cosas, pero el chico empezó a corresponder mis besos, lentamente empezó a seguir mi ritmo con sus labios. Esto se sentía mucho mejor de lo que me esperaba, era como una adicción el probar su boca y al parecer él no se negaría a mis actos.

Poco a poco solté mi agarré de sus muñecas, encamine mis manos hacia su cuerpo, tocando su pecho de arriba abajo con una mano, mientras que con la otra acariciaba su mejilla. Al igual que sus besos, sus brazos lentamente se colocaron sobre mi cuerpo, acariciándome lentamente. Profundizamos más el beso, haciéndolo pasional, mientras que mi cuerpo empujaba el suyo hacia el suelo.

Notas finales:

Hasta aqui el primer capitulo, ustedes diganme si son demasiado largos, o bien si les parecen cortos o que jajaja yo estaré en su disposicion. Que opinan? les gustó? quieren que lo actualice el proximo domingo? deja tu comentario!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).