A Minho no le quedaba claro qué era, pero no podía quitarle la mirada de encima a su compañero de trabajo. ¡Vaya! Ni siquiera trabajan en la misma división, y a pesar de eso, podía decir religiosamente su nombre, a qué hora llegaba, a qué hora se iba, su comida preferida, y su color preferido. No es que lo buscara a propósito, sólo no podía evitar fijarse.
No sabía qué era, pero siempre terminaba encontrándole con la mirada, a pesar de que al hombre le gustara vestirse normalmente con ropa cómoda y discreta. Sin embargo, le quedaba muy en claro por qué le notaba cuando él debía vestirse de manera formal para algún proyecto que estuviese presentando. El chico simplemente resaltaba, con aquel porte que demostraba, caminando con gracia y firmeza.
Y aun así, Minho podía entender porque él prefería pasar desapercibido, que llamar la atención. Pero no podía evitarlo, no quería evitarlo, cada vez que salía de su propia oficina, su mirada buscaba ansiosamente por los pasillos, rogando por encontrarle en alguna diligencia que tuviese que hacer en ese piso.
Le gustaba observarlo, sobretodo cuando usaba el cabello largo, recogiéndose algunos mechones detrás de sus orejas. Aunque Minho también se emocionaba cada vez que le veía con un nuevo corte de cabello. Le gustaba particularmente, cuando usaba el fleco a penas por encima de los ojos, haciéndole ver como colegial; e incluso así, si aquel chico cepillaba su cabello hacia atrás, Minho sabía que sostendría la respiración al verle.
Minho ansiaba los lunes, sabiendo que al llegar a la oficina, podría tal vez encontrarle en el elevador. Incluso, a veces ansiaba los fines de mes, porque sabía que su departamento podría hacer colaboración con el de él. Cada oportunidad que tenía de verle, era una celebración entera dentro de sus pensamientos, aunque luego se pasara la noche en vela preguntándose por qué le llamaba tanto la atención, ¿qué era aquello que tenía aquel hombre que le hacía sentir como si no pudiese ver a nadie más sin pensar que era totalmente una desazón en comparación?
Ese no sé qué que poseía, era lo suficientemente fuerte como para atontar a Minho cada vez que el hombre le hablaba. Cada vez que el frugal intercambio de palabras terminaba, Minho rogaba internamente por no haber hecho el ridículo. Tampoco entendía por qué le preocupaba quedar mal ante el muchacho.
Pero ahora, que ese chico se veía tan nervioso, mordiéndose la comisura de los labios, y constantemente recogiéndose el cabello detrás de su oreja, a Minho le quedaba claro que lo que sea que fuera ese no se qué, le había enamorado por completo. Sonrió, ante su realización, ganando un poco de confianza al saber al fin cómo proceder en su actuar.
-¿Ocurre algo, Taemin?- Se atrevió a sonreír, colocando su mano sobre el brazo del menor, deleitándose ante el color rojo brillante que invadió el rostro de Taemin.
-Ah~...yo...- Taemin balanceó su peso de un pie al otro, mirando hacia un costado antes de poder atreverse a mirar a Minho. -Sé que sonará extraño, sobretodo porque casi no nos conocemos pero...- Exhaló, casi como si quisiera tranquilizarse. Minho encontró adorable aquel gesto. -Minho hyung, tú me gustas.- Admitió, sorprendió al mayor. -No puedo explicar por qué, pero...
-Se trata de un no sé qué, ¿cierto?- Minho sonrió, evitando perder el aliento ante aquel sentimiento, que ahora sabía era compartido.
-¿Uh? Ah, sí...- Taemin bajó la mirada rápidamente, sonriendo un poco. -A ti eh...¿tal vez...
-A mi tambien me gustas, Taemin.- Le informó. -Tampoco puedo explicarlo, pero me gusta que sea así.
-Si...También me gusta que sea así.- Exhalando, Taemin le regaló una sonrisa entera.
FIN