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Milagros por Kunay_dlz

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Notas del fanfic:

Los personajes de Harry Potter pertenecen a J.K. Rowling.

Los personajes de Kuroko no Basket pertenecen a Tadatoshi Fujimaki.      

 

Woow, tercer fic de la semana. Sí que tengo varios guardados aunque no tan atractivos como solían serlo. Bueno, por favor, no me maten.  

n.n

 

 

Milagros

 

Evan Jameson era una persona reservada, era un extranjero que trabajaba en las calles de Japón. Tenía un trabajo humilde y honesto, un trabajo de bajo perfil... recolectaba cachivaches de los basureros por los que pasaba, no, Evan no era vagabundo ni carecía en exceso... muy al contrario, Evan incluso tenía título de noble en su país natal.

 

Evan tenía una extraña creencia, en los lugares menos esperados y casi aquellos que varios ignoran, se pueden encontrar tesoros invaluables; de hecho parte de la fortuna que ha hecho por su propia cuenta era derivada de lo que se llegaba a encontrar en los basureros. Pero es para otro día. Unos de los grandes tesoros de los que Evan jamás renegaría... fueron cinco pequeños milagros que llegaron a su vida.

 

Evan tenía una especial capacidad de viajar largas distancias en tan solo segundos casi como transportarse mágicamente. El caso es, que en una de sus excursiones no encontró piezas de arte ni antigüedades valoradas altamente, no, lo cual un esa vez halló fue un bebé.

 

Era demasiado pequeño. Extremadamente frágil y hasta parecía que no respiraba... envuelto en una delgada manta color azul pastel, un bebé con pelo del mismo color de la manta abrió sus ojitos... eran azul cielo, tan claro como el cielo de primavera. Sin detenerse a considerarlo, Evan lo tomó en brazos y ya estaba pensando en lo que necesitaría para el cuidado del casi recién nacido.

 

Ser 'padre' era una de las tareas más difíciles. Sin embargo, el bebé era demasiado silencioso, lloraba para dar a entender que tenía hambre o que necesitaba una cambio de pañal o si le dolía algo aunque tan solo duraba el llanto lo suficiente para que Evan se encargara de 'sanarlo'. El bebé con cabello y ojos de color de cielo era un tanto extraño lo que hacía que Evan lo quisiera más.

 

Para no dejar al bebé solo, Evan lo llevaba con él, el bebé se mostraba curioso y hasta lograba hacer que Evan encontrara cosas que no había visto antes... como un niño más, uno que parecía estar cansado de llorar y tan solo sollozaba de vez en cuando. Tenía un azul más obscuro en su cabello y en sus ojos, ojos tan expresivos llenos de fuerza y voluntad para vivir, su piel era inusualmente bronceada para la mayor parte de la populación japonesa... curiosamente lo que primero llamó la atención del bebé de pelo y ojos azules más obscuros del que llevaba en brazos fue la presencia de Tetsuya.

 

Los bebés conectaron sus miradas y Evan estuvo casi seguro que entre ellos hubo una conversación silenciosa. Así terminó con dos bebés a su cargo. Se llevaban muy bien, se comportaban como su ya se hubiesen conocido... el de pelo azul obscuro con el nombre Daiki era bastante protector de Tetsuya. 

 

Cuando Evan se había acostumbrado a tener dos bebés, llegó uno más, alguien de igual de peculiar que los pequeños bajo su protección... era un pelirrojo de ojos igualmente escarlata. Pese a haber estado en un basurero, parecía resaltar por mucho más que el hecho de ser un bebe desprotegido en una calle obscura, vacía y por un lugar con no muy buena pinta. Seijiro, así le nombró Evan. El pequeño Seijiro se comportaba como bebé al estar privadamente con Daiki y Tetsuya... si no fuera por lo improbable que fuera, Evan hubiese pensado que la nueva adición a la familia tenía pena de ser tratado como bebé sobre todo por el mismo Evan.

 

En el transcurso de un parpadeo, Evan se vio cuidando de otros dos bebés, uno de pelo y ojos verdes que por la expresión de su lindo rostro con tupidas pestañas, necesitaría lentes; otro bebé un poco más alto que los demás dando la apariencia de ser mayor a unos cuantos meses de edad, su pelo y ojos eran violetas. Extraños pequeñines que daban vida a su vida, la razón de su existencia y, luego de varias exploraciones sin más bebés por hallar, curiosamente encontró un rubio de ojos dorados que no paraba de llorar... hasta que encontró a los demás bebés que le acompañaban.

 

Si Evan algo aprendió en su vida, era a cereer lo impensable y no cuestionar jamás o te verás en una nueva aventura. 

 

Típico lema familiar.

 

 

II  

Los niños crecieron, sanos, fuertes, unidos y llenos de todo el cariño que Evan pudo brindarles. Hace tiempo que aceptó que había algo entre los niños de lo que él no estaban enterado y si no le dijeron en el pasado quince años atrás menos lo harían ahora en plena adolescencia. Eran talentosos, apuestos, inteligentes y todo un prodigio en cuanto a deportes se refería. En su escuela los conocían como la Generación Milagrosa, Evan no conocía mucho sobre deportes pero supo que algo andaba mal cuando su primer tesoro empezó a distanciarse de los demás.

 

No es como si estuvieran descuidados, no, en realidad a ellos les gustaba ser independientes y hasta se veían más contentos cuando resolvían sus propios problemas... suena a excusa si se le pone atención y para el mismo Evan le parecía carente de razón. Además, de un tiempo a la fecha, los ya no tan pequeños aumentaban la distancia entre ellos... su talento y prestigio pendían de un hilo si se llegara a saber que el tutor de la Generación Milagrosa era alguien que gusta de revolver los basureros en busca de algo que se pueda vender a buen precio. 

 

No, los pequeños tesoros no sabían del "estatus" de su tutor.

 

Por varias razones, entre ellas 'inseguridad' la más poderosa, Evan no comentó nada sobre su pasado. La Generación Milagrosa eran genios pero a veces no eran tan listos. Poco a poco Evan observó lo arrogantes, prepotentes y crueles que sus tesoros se iban convirtiendo. 

 

Lastimaban a quienes les rodeaban, lastimaban a su tutor y se lastimaban entre ellos mismos.

 

Evan juró jamás haberse sentido tan impotente y débil ni en su misterioso pasado como ahora se sentía.

 

Ver el quiebre emocional de su primer tesoro fue lo que derramó su paciencia. 

 

Debía hacer algo y pronto.

 

 

III

Luego de haber dejado a Tetsuya dormido en un cuarto de hospital Evan convocó a los cinco tesoros bajo su cargo en la pequeña sala de su casa, era hora de hablar.

 

--Puedo perdonarles todo, exámenes fallidos, peleas con otros compañeros, que lleguen tarde a casa... siempre y cuando tengan buenas razones para hacer lo anterior... puedo perdonarles que nieguen que me conocen o que nieguen que viven en esta casa... lo que no puedo perdonarles es que se lastimen entre ustedes a tal grado de dañar su alma. --dijo con seriedad el hombre de ojos esmeralda.

 

>>No puedo obligarlos a quererse como hermanos, no puedo obligarlos a quererme a mí tampoco... si... si la situación en la que se encuentran es demasiado para ustedes, y si lo desean, puedo entregarles los nombres y dirección de sus padres. --intentó que su voz no se quebrara, intentó no tartamudear.

 

>>Sí, sé quienes son, sé dónde viven y también sé la razón por la que ustedes no están con ellos. --explicó ante la mirada sorprendida de sus... tesoros --No me miren así, no les miento y... les prometo que si pueden y quieren contactarse con ellos y hablar... no les reprocharé cosa alguna, si quieren quedarse con ellos no habrá resentimiento de mi parte y... si les dañara su posición social tampoco difundiré que les conozco.

 

Fue difícil para Evan sacar esas palabras de su boca, ocultó lo que las miradas expectantes de los chicos frente a él le provocaban en su corazón, pero, con bajo autoestima que traía desde su pasado se convencía que eso era lo mejor... él, así como es, nunca podría brindarle a sus tesoros lo que buscan. Se tragó el dolor de su pecho y el nudo en la garganta, y continuó. 

 

>>En esta mesa dejaré la información de cada uno de sus familiares, el siguiente paso a tomar será decisión de ustedes y será respetada

 

No esperó a ver las reacciones de sus tesoros, con una última mirada con la que recordó a los bebés de hace quince años, salió de su casa... aún tenía que decir lo mismo a quien yacía en el hospital.

 

--Si soy un inconveniente para Evan-otou-san... puedo mudarme... --decía bajito el de pelo celeste.

 

--No hay inconveniente Tetsu, tan solo quería ser justo y darte la misma opción que les di a los demás. --contestaba Evan mientras se masajeaba la frente.

 

--... si no hay inconveniente... me gustaría quedarme por favor. --suplicaba el chico postrado en la cama.

 

--Me encantaría tenerte a mi lado Tetsu... no lo pidas como si fuera un favor... Además, mi tesoro, cuando vuelvas a sentirte así de 'débil' y 'sólo' no dudes en llamarme, quizá no entienda pero aún así te prometo que estaré ahí a tu lado para darte ánimo y compañía y decirte lo mucho que eres para mí y que siempre serás necesitado. --reñía suavemente el de ojos esmeraldas mientras sujetaba la mano de su tesoro para hacerle saber que estaba ahí, justo a su lado.

 

--Otou-san, ¿sientes lo mismo por... por los demás? --inquirió el chico un poco tímido.

 

--Claro que sí, todos son unos tesoros para mí... sin embargo, a veces hay que dejar volar a quienes hallaron sus alas muy temprano en la vida, encarcelarlos sería lo peor que se les podría hacer. --suspiraba el hombre.

 

--...¿Los extrañarás?

 

--Sí, los extrañaré.

 

--Si ellos no regresaran...

 

--Si son felices, entonces yo seré feliz.

 

--¿Ne, Otou-san?

 

--...¿sí?

 

--Si quieres llorar, no se lo diré a nadie, será un secreto entre tú y yo.

 

--...¿Lo prometes?

 

--... hai...

 

--... está bien...

 

En un cuarto de hospital con sus paredes blancas, la ventana con vista a la calle y que por el momento brindaba luz de un atardecer naranja, un hombre de pelo negro sollozaba en la cama de un chico de pelo celeste que mantenía una mano sobre la cabeza del hombre que lloraba su abandono y la otra mano era sujetada firmemente por las manos del hombre que le ha cuidado desde que tenía memoria. Tetsuya miraba a su héroe, a su padre, llorar por los hijos que había dejado partir por sus propias inseguridades grabadas a fuego por los años de su temprana vida... no, él no lo dejaría, dónde más podría encontrar a un padre así.

 

IV 

En una modesta casa, donde Evan y Tetsuya vivían desde hace un par de años, las cosas estaban por cambiar. 

 

En la mesita de café en el centro de la sala se hallaban desparramadas varias revistas con diferentes artículos; el doctor más reconocido de Japón encuentra a su hijo perdido: Midorima Shintaro: el heredero de los hospitales de alto prestigio pues tal heredero es un genio como para estudiar medicina y administración de empresas al mismo tiempo.

 

La famosa actriz que triunfó en Hollywood, al fin deja salir a la luz a su hijo Kise Ryota, un prodigio adolescente lleno de talento artístico y ya hasta tiene un papel en la próxima película del director que llevó a la fama a su madre.

 

La dueña de hoteles y restaurantes también da a conocer públicamente a quien será su heredero Murasakibara Atsushi, pese a su imagen despreocupada y un poco sosa, el heredero es todo un genio para el manejo de las empresas que tendrá a su cargo sin contar con su talento innato en la repostería.

 

Algo un poco extraordinario es la presentación oficial del heredero de la noble casa Akashi, grandes negocios de talla mundial y familia respetada fue un tanto extraño e inesperado; el cabeza de familia y presidente de Akashi Corp había dado a entender que su honorable esposa no podía dar herederos y ahora asegura que fue por el bien de su heredero que lo mantuvo en las sombras mientras se preparaba para tomar su puesto y valla que lo logró, a tan solo tener un mes de haber sido instruido en el negocio familiar sus utilidades han subido exponencial mente. Si así es en un mes, ¿cómo será durante el tiempo donde sea él quien tome el control de tal imperio? Se espera grandes cosas de Akashi Seijiro.

 

En el mundo del deporte también se dan a conocer noticias trascendentes, un joven prodigio del basquetball, hijo de dos veces estrellas mundiales del deporte ha dado su debut en un juego amistoso con los antiguos compañeros de los que son orgullosos padres de Aomine Daiki.

 

Mientras estos artículos siguen regados en le mesa junto con dos tazas de té frío, algo sucedía en el jardín de la casa, Evan estaba parado protectora mente frente a Tetsuya... un hombre con ropas extrañas les apuntaba con un pedazo de madera, tras un movimiento amenazante, Evan no titubeó, con un par de palabras en latín el hombre extraño yacía inmóvil. 

 

Ante un impasible Tetsuya, Evan revelaba todo sobre su pasado: el lugar de donde vino, y el lugar al que fue, las aventuras y desventuras, las ilusiones y los sin sabores de su vida, los amigos y enemigos, los que le hablaban por conveniencia y los que tan sólo le hacían desprecios... las vidas que vio progresar y la muerte de varios de sus allegados. 

 

La guerra que luchó. 

 

La época obscura en la que tan solo deseaba desaparecer. 

 

La magia y la escuela que no puede recordar momentos buenos sin que también recuerde momentos malos. 

 

Le dijo su nombre verdadero... y que era un mago. 

 

Le dijo que su razón de seguir buscando en los basureros es porque piensa  que en uno puede hallar algo increíble que pocos esperaría... como encontrar un Héroe de un Mundo Mágico en la alacena debajo de las escaleras.

 

 

V

Caminando por las calles frías, grises y extrañamente solitarias de la ciudad de Londres, Tetsuya miraba a su padre avanzar hacia el lugar donde estaba la entrada del Mundo Mágico que no le traía tan buenos recuerdos, y por lo que escuchó de las anécdotas que poco a poco compartía su padre, él tampoco está muy entusiasmado.

 

¿Era asombroso? Claro que sí. ¿Era desconcertante el saber que las criaturas de los cuentos de hadas existían de una u otro manera iguales a como los daban a conocer en esos cuentos? Por supuesto. ¿Que si era algo que lo tenía en shock por lo que no mostraba tanto a pesar de su rostro estoico? Bueno, no tanto.

 

Luego de estar en una cadena de reencarnaciones, vivir una y otra y otra y otra vez, pasar el mismo ciclo con sus compañeros de la Generación Milagrosa, su encuentro, su amistad, su distanciamiento y su traición una infinidad de veces (aunque no dejaba de doler) era algo que le quitaba el 'encanto' a ciertos hechos. Como éste. Un mundo oculto lleno de magia. Un mundo al que su padre pertenecía.

 

Su padre. De todas las veces que ha renacido (y la Generación Milagrosa) jamás habían conocido a alguien como su padre. Por más que intenta recordar, y ¿no es eso gracioso? el recordar vidas pasadas cada que está más cerca de ese extraño mundo del que tampoco había escuchado (en sus vidas pasadas) hasta que llega ese último hecho, esa 'prueba' última por el que todos pasan... Tetsuya y los otros recuerdan sus vidas, todas ellas, donde ven lo que han hecho mal, lo que mejoraron o lo que fue novedoso entre sus vidas cada que están por el mundo de los vivos.

 

Ya fuera muerte natural o un accidente, antes de cerrar los ojos por última vez 'recuerdan' lo sucedido 'anteriormente'.

 

Lo harían hasta que sucediera lo que rompiera con ese ciclo sin fin. Si tan solo tuvieran una pista de lo que se debe hacer o lo de lo que no de sebe hacer. Han intentado varias cosas pero no han funcionado, algunos hasta han llegado a rendirse. Ojalá que siga siendo uno de los que se oponen a rendirse, por lo menos un poco más. Aunque era tan tentador el dejar que el Destino siguiera con su juego con la Generación Milagrosa, quizá un día encontrasen a alguien como... como quien va caminando a su lado.

 

Tetsuya no quería seguir avanzando. No por temor a su propia muerte. No. Se negaba a dejar morir a aquel que llamaba padre. La pregunta era, ¿cómo hacerlo? ¿Gritar?, ¿Hablarle y decirle la verdad?... ¿En tan corto tiempo?... ¿Fingir terror y pedirle que se alejaran? ¿Qué cosa?

 

Paso a paso avanzaban a una puerta un tanto extraña. 

 

Sus recuerdos se hacían más nítidos con casa centímetro avanzado. 

 

Justo en la puerta, Tetsuya tomó la mano de su padre Evan... Harry.

 

Era ahora o nunca.

 

 

 

 

Fin.

 

Notas finales:

Oh esas ansias por venganza... cómo la extrañaba.

Gracias por leer.

 

 

 

Miércoles 2 de Mayo, 2018


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