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Raikorisu no hata (El campo de las Lycoris) por shanakamiya

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Notas del capitulo:

Hola. Me alegro de ver que la historia esta llamando la atencion y parece agradar por el moemnto. Gracias por los comentarios. 

Bueno aqui va el segundo capitulo. 

 

II

―Así que ahora van a ser mis hermanitos. Soy Himawari mucho gusto. Pueden considerarme como su hermano mayor también aun que estaremos estudiando lo mismo y tengamos el mismo rango. Si tiene  dudas solo pregúntenme ―sonrió tontamente mientras se señalaba así mismo con su pulgar―. Si Okaa-san los escogió es porque vio en ustedes algo que no se puede encontrar en otro lugar. Además… estoy seguro que ya saben que es lo que va a ser de ustedes de ahora en adelante.

Los tres  niños se miraron entre si y el más alto respondió:

―Si. Nos  van a vender como si fuéramos prostitutas ¿verdad?

—Si lo dices así se escucha muy feo —Himawari rasca su mejilla—. Mejor digamos que aremos transacciones nocturnas con varios Oji-san y Nii-san. Los adultos le dicen hacer imágenes primaverales… Total ¡Hay que dar nuestro mejor esfuerzo! —dice bastante animado.

Los otros le miran desorientados. ¿Ese chico es un estúpido? ¿Qué, acaso no le importaba que un montón de viejos lo fueran a manosear? Incluso tuvo el atrevimiento de decir que son sus hermanitos cuando claramente tiene la misma edad.

—Y ustedes ¿De dónde son?

—La señora que me trajo a mí —hablo el niño que vestía kimono café—. Nos compró a mí y a mi hermana  a unos parientes que se encargaban de nosotros.  A mi hermana la dejaron unas casas cerca de aquí…  si puedo estar cerca de ella no me importa lo que me pase.

—Ah, ¿por eso le sonreíste a esa vieja de esa manera? Para que te dejara quedar en este lugar.

El niño más alto que vestía de amarillo se burló.

—Es mejor que te olvides de ella —Himawari interrumpe consiguiendo una mirada de enojo del chico en kimono café—. No me mires así. A ella le dirán lo mismo en su casa. De hecho si algún de los clientes se da cuenta de que son hermanos la  puedes meter en problemas. Así que no se lo vayas a mencionar a tu Nii-san cuando te escoja. De hecho no se lo digas a nadie.

— ¿Como que cuando nos escojan? —el niño en kimono amarillo no está nada contento con toda la situación.

 — ¿Piensas que te van a vender de inmediato al primero que llegue? Okaa-san nunca lo permitiría. Las cosas no son tan simples. Tenemos nuestras reglas y protocolos. Primero te van a enseñar el oficio. Alguno de los superiores de la casa te escogerá y  comenzara a instruirte —aclaro Himawari.

— ¡Yo no quiero ser una puta como ustedes! ¡Yo no debería de estar aquí! —grito el niño en kimono amarillo yéndose a un rincón y recargándose en la pared—. Yo vengo de un pueblo no muy lejos de aquí. Me escape de mi casa y una noche me encontró esa mujer, la que me trajo. Como me estaba muriendo de hambre se aprovechó de eso. Me engaño y termine aquí. ¡Tengo que salir de aquí! No debe de ser muy difícil. ¿Vieron a esos guardias?

—No te aconsejo que hagas eso —Himawari infla las mejillas molesto—. Aun que puedas escapar de los guardias. Ya eres propiedad de Okaa-san. Mandara a buscarte y si te encuentran no solo regresaras aquí, te castigaran de una manera terrible. Además ¿para qué quieres irte? Aquí tendrás techo, comida y si eres bueno con los clientes te regalan cosas. Si vas a fuera  solo sufrirás.

El niño en kimono amarillo no dice nada más. Entendió que no tiene sentido hacerlo con ese chico que parecía estar contento con su vida. El ya vera la manera de escapar.

—¿Y tú? —Himawari ahora señala a  nuestro niño de kimono azul—. No has dicho nada en todo este tiempo. Vaya que te luciste hace un rato. Nunca había visto a alguien moverse así. Parecía que Okaa-san te lamería allí mismo frente a todos. La vieja Sakuyo fue la que trajo ¿verdad?

—¿He? Bueno… sí.

—Me habían dicho que los chicos que son traídos por ella eran diferentes.

—¿Es porque antes era una Yuujo?

Pregunta el niño en kimono azul. Aun no entiende a que se refieren todos con eso de que tiene talento y es diferente.

Himawari por su lado suelta una carcajada escandalosa provocando que los demás niños se le queden viendo. Casi ahogado de la risa dice:

—¿Eso es lo que te dijo la vieja Sakuyo?  ¡Valla, sí que está loca!  Bueno todas las mujeres que trabajan aquí en este distrito lo fueron en su momento pero… ja ja… La verdad es que ella era una Hashi —niega inmediatamente con la cabeza y toma aire y dice un poco más serio—. No. La verdad escuche que cuando ella era joven era realmente hermosa, antes era una Sancha. La Sancha es la mujer encargada de atender a los samuráis y a los adinerados del feudo. Dicen que los hombres hacían fila para para estar con ella y bueno eso era lógico solo era un rango menor que la Oiran.

—¿En serio esa vieja arrugada? —pregunta el niño en kimono café haciendo una mueca de asco al recordar a la anciana.

—De verdad. Lo escuche de Okaa-san —asegura Himawari—. Pero la pobre termino mal. Cuando la Oiran de su casa fue comparada y su casa buscaba una nueva. La vieja Sakuyo era una de las  favoritas pero al parecer tenía competencia, otra Sancha que era su mejor amiga. Ella era más talentosa ¿y saben que fue lo que hizo la vieja Sakuyo? —los niños de kimono café y azul negaron con la cabeza mientras el de amarillo solo voleaba su rostro aparentando que no le interesaba la historia de Himawari. Este último continuo—. La vieja Sakuyo la mato. Dicen que la encontraron cubierta de sangre aun con el cuchillo en su mano y con el cadáver de su mejor amiga a los pies. Aquí, en este tipo de casas todos somos hermanos, una familia. Lo que ella hizo es una de las peores cosas que se pueden hacer. A la vieja Sakuyo la desterraron de su casa y la convirtieron en una despreciable Hashi. Todos le dieron la espalda. Ser Hashi es lo peor que te puede pasar en este negocio. Dicen que después de eso ella quedo algo… ya saben, tocada. Por eso no sería raro que este diciendo por allí que era un Yuujo. Aun que ser Yuujo significa que nunca paso de ser una novata — cruza los brazos detrás de la cabeza y dice con soltura—. Pero Okaa-san siempre dice que eso hace que la vieja Sakuyo siempre traiga  lo más inesperado. Ya vi que eso es verdad —se dirige en especial al niño de kimono azul—. Si sigues haciendo ese tipo de cosas te empezaré a considerar como mi rival.

—No creo que sea necesario.

Niega el niño en kimono azul. En ese momento comenzaba a hilar las cosas. Sobre todo la extraña actitud de la anciana. Como aquellas noches en que lo abrazaba y lo llamaba por diferentes nombres, balanceándose completamente perdida. Mas no diría que le tenía lastima.

—Es verdad —Himawari asienta con la cabeza una y otra vez—. A quien debería considerar mi rival es a esa Yuki-onna. Me pregunto qué estar haciendo. Es extraño que Okaa-san hable en particular con alguna buscona.

Al mismo tiempo Okaa-san consideraba si comprar o no a aquella curiosa mercancía.

—Dime… ¿De dónde sacaste a este niño?  ¿Lo robaste de alguna casa rica? — toma asiento en un mullido cojín que le había preparado la sirvienta.

—No mi señora le aseguro que eso no fue así. Descuide  —hablo la buscona peinándose los cabellos sueltos.

—No me preocupa que vengan a buscarlo. Una vez dentro ya dejó de existir en el exterior— aspira de su pipa y suelta el humo—. Ciertamente nuestro Ikebana tiene sus peculiaridades también. Pero jamás había visto alguien así. Quiero asegurarme de que tendré unos buenos años para sacar ganancias y que no morirá al primer intento.

—Él es muy sano mi señora. Le sorprendería en realidad lo resistente que puede ser. Pero ciertamente el sol es el enemigo de este niño. Déjeme contarle un poco sobre él. En realidad yo no me dedico del todo a su prestigioso oficio.

—Obviamente en esta profesión todos nos conocemos sin excepción pero tampoco es como si alguien ajeno al Yukaku y su mundo conociera de la existencia de estas casas

—Así es mi señora —La mujer sonrió mientras acariciaba el cabello del niño albino sentado a su lado—. Pero vera tampoco es que nuestros oficios sean diferentes. Mi trabajo verdadero consiste en encontrar niños y niñas con características especiales. Usted sabe cómo son los hombres ricos. A veces lo mal catalogado de normal no es suficiente para ellos. Y la belleza es solo un concepto relativo. Su satisfacción depende más de lo que puede faltar o sobrar en un cuerpo. Entre más extraño o deformado sea éste, mi pago es mejor.

—Eres ese tipo de buscona entonces —Okaa-san suelta una sonrisa. Ciertamente que ella jamás atendería a tan peculiares clientes.

—Así es —sonríe la mujer delante de ella. Y continuó explicando—. Durante uno de mis muchos viajes tratando de encontrar un pedido especial para un Daimyo  de cierto clan poderoso. Me encontré con un grupo de artistas errantes. ¿Me creerá si le digo que tenían a este niño exponiéndolo como un yukai que habían capturado? Por supuesto la primera vez que lo vi estaba envuelto en vendas sucias y maltratadas, lo único que se veía eran sus ojos rojos y uno que otro mechón blanco sobresaliendo de ellas. Y para probar que era un yukai le retiraban las vendas del brazo y dejaban que la luz del sol le tocara. En seguida se llenaba de apoyas mientras este niñito gritaba de desesperación. ¡Un yukai! ¿Se imagina cuanto me pagarían por semejante cosa?

—Así que lo robaste de esa caravana.

—Se equivoca mi señora. Soy fiel creyente de la compra venta a favor de la economía de la nación. Fue complicado, pero logre que me lo vendieran. Se imaginara mi decepción al quitarle las vendas y encontrar a semejante belleza.

Okaa-san suelta un par de carcajadas:

—Supongo que esperabas una masa sanguinolenta debajo de todas ellas.

—Por favor no se burle de mí y de mi profesión. Yo respeto la suya, usted respete la mía. Los humanos simplemente estamos llenos de pasiones diversas, nosotras solo nos encargamos de llenar cada una de ellas para nuestra respectiva clientela. ¡Ahh!  Tan siquiera si esta hermosa criatura hubiera nacido con  los dos sexos no estaría sufriendo en este momento por mi mala inversión —se queja la mujer bastante molesta

—¿Entonces porque no solo lo pones debajo del sol unas horas y consigues lo que añoras?

—¡Eso jamás! —Sentencia la mujer—. Así como usted no quiere niños que considere feos que arruine su negocio. Yo no quiero uno que arruinaría mi reputación de buscona. No crea que no lo pensé, mi señora ¿Pero no  cree que eso sería un desperdicio?

—¿He?

—No soy estúpida. Incluso yo sé que una belleza así vale mucho dinero. Tal vez no para mis clientes cuyas pasiones se desvanecerían de solo verle pero si para los suyos que se desviven por un buen culo y una cara bonita. ¿No cree que no hay mejor lugar para un niño como este que no puede salir al exterior, que estar dentro de una casa que solo atiende de noche a sus clientes?

—Palabras muy sabias —se limitó a decir Okaa-san.

Hubo un silencio.

—Por favor —dijo el  niño en voz baja tanto que parecía un susurro—. Deje que me quede aquí.

Okaa-san sopla de su pipa una vez más y pregunta:

—Sabes que si te quedas aquí no podrás salir nunca ¿verdad? Esta es una casa dentro del Yukaku. La libertad esta allá afuera no aquí.

—Yo solo… —el niño se muestra tímido aprieta la tela de su kimono y toma el valor suficiente—. ¡Sé que puedo serle útil! ¡Trabajare duro! ¡Hare todo lo que me pidan los señores que vengan a verme!...  T-talvez no pueda estar afuera en el sol. P-pero nunca tendrá queja de mi —agacha la cabeza tímidamente.

—¿Ve lo obediente que es? —su buscona habla su favor— ¿No es una desgracias desperdiciar aun niño como este que esta de acuerdo en practicar el oficio sin quejas? Una mujer tan inteligente como usted sabe que una oportunidad así no se desperdicia.

—Muéstrame tus brazos —Okaa-san ignora a la mujer y se dirige al niño el cual se levanta rápidamente las mangas del kimono y le muestra sus brazos lisos y blancos— ¿Cuánto tiempo tardaron en curarse las apoyas de tus brazos?

—Un par de horas si ya no estoy en el sol —responde el niño —. Si me cubro bien con el kimono y uso una sombrilla quizás pueda estar afuera no más de dos horas si me lo solita. Pero por favor deje que me quede en este lugar —ruega con desesperación.

Okaa-san soltó una bocanada de humo:

—Entiendo. Si te quedas no tendrás ningún trato especial. Harás lo mismo que los demás y si no puedes pasar tu periodo como Autobureiku hasta tu mizuage tendrás que irte

—Lo entiendo perfectamente —el niño contesta mas no alza la mirada.

La dueña de la casa se dirige a la buscona

— ¿Cuánto quieres por él?

La buscona sonrió satisfecha. Después de todo no había sido un desperdicio su largo viaje hasta ese lugar. Podrá recuperar el dinero invertido e irse tranquila a buscar su encargo.

.

—¡Okaa-san se está tardando mucho! —Himawari grita y se queja haciendo un alboroto.

 La sirvienta abre la puerta y Okaa-san aparece en compañía del niño albino:

—Te he dicho que no seas tan escandaloso, Himawari —regaña al nombrado que se sobresalta y corre a su lado—. Ustedes —dirigiéndose a los niños nuevos—. Fórmense. No tenemos mucho tiempo antes de que abramos. Así que haremos esto rápido. Desde este momento olvídense de todo. Olvídense de sus padres, de su pueblo, de su nombre y de lo que fueron antes. Desde este momento este es su hogar. Comenzaran una nueva viva. Ahora son Autobureiku. Como indica su nombre solo son brotes sin gracia, inmaduros.  Los Hana no tardaran en venir. Alguno de ellos los escogerá a cada uno de ustedes. Los cuidaran y serán sus hermanos mayores. Pero sobre todo los entrenaran los próximos dos años. Los convertirán en hermosas flores dignas de ser admiradas y compradas por nuestra exclusiva clientela.

No paso mucho tiempo hasta que llegaron los nombrados. Seis apuestos jovencitos entre trece y dieciséis años entraron a la habitación todos vestidos con elaborados kimonos de varias capas bordados con dibujos de flores, paisajes y animales en hilos de oro y plata; cada uno con diferentes peinados y adornos en sus cabellos.

—Este año tenemos cuatro candidatos —indicó Okaa-san a los mayores—. Escojan con prudencia. Saben que espero mucho de ustedes—se dirige a los menores—.Sean buenos niños. A su hermano mayor deberán obedecerlo y respetarlo en todo. Se han obedientes y obtendrán todo lo que quieran, sean revoltosos y serán castigados. Con tres faltas serán echados de aquí. Están advertidos —sentencio la mujer.

Los mayores se quedaron callados observando a los niños frente a ellos. Ellos que habían estado en la misma posición hace varios años sin tener otra opción. No es como si les tuvieran lastima a esas podres criaturas estas alturas de su vida. Lo que realmente sentían varios de los mayores en ese momento era preocupación por ellos mismos. Tener un hermanito, entrenar a alguien significaba para ellos un diezmo importante en sus ganancias y acumulación en sus deudas. Varios no deseaban hacerlo. Pero si nadie se movía rápido Okaa-san decidiría por ellos y eso sería mucho peor.

Fue entonces cuando uno se adelantó. Se acercó lentamente a los nuevos y se detuvo específicamente frente a nuestro niño de kimono azul.

—Yo me are cargo de este —sonrió amablemente y coloco su cálida mano sobre la cabeza del pequeño desordenando sus cabellos.

A continuación otros más se animaron y tomaron a alguno de los niños nuevos. Se les explico que esta noche dormirían en la habitación de sus hermanos mayores y que mañana comenzarían sus labores. En seguida salieron de la habitación y cada uno siguió un camino distinto.

El niño en kimono azul observo a su nuevo hermano con detenimiento. Este era alto, espigado; desprendía un aura de tranquilidad que el niño jamás había experimentado. Vestía con un kimono negro brillante con dibujos de flores rojas al igual que el ostentoso obi rojo y dorado que traía amarrado por delante ; tenía el cabello negro largo hasta la cintura amarrado en una coleta baja, llamaba la atención el adorno en forma de crisantemo blando y tiritas de oros que traía a un costado del cabello. Sus ojos que parecían siempre adormilados eran de un café oscuro y tenía una nariz bonita y respingada.

—Mi nombre es Kiku —hablo con calma—. De ahora en adelante seré tu hermano mayor. Y dime ¿Cuántos años tienes?

—Nueve.

—Vaya. Eres más joven de lo que pensaba. Al menos eres más joven que yo cuando llegue a este lugar. Ahora mismo tengo quince años ¿sabes escribir?

—No.

—Por lo tanto tampoco sabes leer. Eso será un problema. Pero descuida también te enseñare eso. Aparte aprenderás filosofía, artes, danza, música, oratoria entre otras cosas.  Aunque no lo creas a muchos de nuestros clientes no le interesaras si no puedes complacerles el intelecto primero —Kiku sonríe amablemente y el niño pensó que esa era la sonrisa más bonita que había visto en su vida. Parecida a la su madre. El mayor continúa mientras siguen caminando por el amplio pasillo que comenzaba a llenarse de luces de velas o lámparas de aceite y de otros niños engalanados en ostentosos kimonos preparándose para trabajar esa noche —. Aquí todos vivimos juntos. Siempre juntos. A Okaa-san no le gusta meterse  mucho en nuestros asuntos y mucho menos las sirvientas. Así que nos toca arreglárnosla solos. Así que  somos amables entre nosotros y nos respetamos.  Si no te integras no podrás quedarte ¿Esta claro?

—Si.

—Al igual que en las casa de mujeres nosotros también tenemos rangos y obligaciones —habla con paciencia—. En el fondo están ustedes los Autobureiku (brote). Al ser aprendices no tienen por qué trabajar aun con los adultos. Aun así a partir de mañana me acompañaras durante la noche mientras trabaje. Lo siento, pero este oficio solo se aprende mirando y haciendo. Lo entenderás mas tarde. Otras de tus obligaciones es hacer todo lo que te pida como tu Nii-san. A veces tendrás que hacerme unos cuantos recados —sonrió de nuevo—. Aparte de eso te toca el aseo. Cuando no estés acompañándome o estudiando puedes hacer lo que quieres. No esta prohibido salir de la casa, pero siempre tiene que ir acompañado de alguien, no necesariamente de mí, si así lo quieres. Después están los Kuki (tallo) se puede decir que son los novatos y miembros en generales. Después de tu mizuage te convertirás en uno.   

—¿Mizuage? —El niño mira fijamente.

—Es  verdad. Es lógico que no sepas lo que es —Kiku mira despreocupado al techo. Tan acostumbrado esta, que suele olvidar este tipo de cosas—. En dos años cuando tu entrenamiento termine y si todo sale bien. Ofertaran tu virginidad al mejor postor. A eso a lo que llamamos Mizuage…  —Kiku detiene sus palabras en cuanto nota la cara seria del niño de kimono azul—. Mira no es tan malo como se escucha. Para ese entonces ya estarás listo —intenta componer sin mucho éxito el menor solo baja  la mirada. Prefiere seguir con su explicación—. Los Kuki solo se encargan de hacer uno que otro deber en la casa, dado que ya tienen sus primeros clientes. Aun que es recomendable que sigas estudiando.  Después tienes a los Mayu (capullos) Son los de rango intermedio. Dejan de hacer deberes en la casa y tienen más libertad, la mayoría de los clientes que tiene son comerciantes adinerados así que es común que siempre presumen sus prendas y accesorios o inclusive consigan cosas que los rangos anteriores no. Seguimos los Hana (flor) Básicamente podemos hacer lo que queramos la mayor parte del tiempo, inclusive la clientela que tenemos ya es más exclusiva, solo atendemos samurái y Daimyo, así que no nos preocupa mucho el dinero de cierta forma. Aunque eso mismo hace que seamos los indicados para entrenar a los Autobureiku. Y por último y en el pináculo de todos está el Ikebana (flor viviente) se  puede decir que es nuestro equivalente una Oiran. El ser Ikebana esta a otro nivel, él puede hacer todo lo quiera en la casa. Tiene sirvientas personales, su propia habitación. Incluso Okaa-san es muy indulgente con él  al tener la capacidad de escoger  entre sus clientes. Claro lo que cobra por sus servicios es tal que se puede permitir todo los lujos que quiera. Para la mayoría de los chicos que viven en esta casa su mayor objetivo en la vida es llegar a ser Ikebana.

—¿Tú también? —pregunta el niño en kimono azul taciturno no sabe que pensar de lo que le están diciendo. Por el momento aun todo le están fantasioso.

—Umm umm —Kiku niega con la cabeza despacio—. A mí nunca me ha interesado el puesto de Ikebana nunca.

—¿Porque?

—Me pregunto porque será —Kiku baja la mirada llena de melancolía—. Una cosa más. Los rangos desde que te conviertas en un Kuki, se  te asignarán no por la herencia, tampoco por la edad, ni tampoco la experiencia, sino que se mide de acuerdo a tu belleza, carácter, educación en las artes y cultura. Lo viste cuando los Hana entramos en el cuarto, la disparidad de todos. Así que no te sorprendas mucho lo competitivo que también pueden ser las cosas por aquí. En la casa en total ahora somos cincuenta. Los cinco Autobureiku recién llegados, veintiocho Kuki, diez Mayu, seis Hana y un Ikebana. Claro, sin contar a Okaa-san y todas las sirvientas de la casa. La casa se divide en tres pisos y este en diferentes alas. Después te explicare cómo funcionan. Los dormitorios están en la última planta. Cuando te conviertas en Kuki compartirás la habitación con otros niños de tu rango. Hasta entonces dormirás en mi habitación.

Subieron las escaleras y caminaron por los pasillos que parecían laberintos sin decir nada. El niño de kimono azul observaba cada vez más niños salir de las habitaciones arreglados bellamente, inclusive algunos le soltaron algunas risitas discretas al verlo al lado del mayor. Todo lo que está pasando a su alrededor y lo que le dice este muchacho parece una realidad sin sentido. Es como si esto le estuviera pasando a otro y él solo observara.

—Llegamos esta es mi habitación —Kuki lo saca de sus pensamientos abriendo la puerta. La habitación es enorme.  Haya dos cuartos separados por una puerta corrediza. En el primero hay varios cojines apilados de colores. Una mesa pequeña, estantes con varios libros, una pecera con dos peces dorados; en la otra estaba el enorme futon blanco con cobijas rojas, algunos ornamentos de flores y varias lámparas de aceite o con velas encendidas y una ventana—. Puedes dormir allí.

Le indico el  mayor donde estaban los cojines apilados. El niño entro cauteloso a la habitación.

—Tengo que ir abajo. Duerme. Espero no tardar mucho. Así que…

—Así que…

—Escuches lo escuches... Puedes ver. Pero no hagas mucho ruido.

El niño no comprendió las palabras de su hermano mayor.

—Descansa por el momento. No pienses mucho las cosas —Kiku le alborota el cabello—. Es cierto. A todo esto ¿qué nombre te justaría tener?

—¿Nombre?

—Claro. Okaa-san se los explico. Tu antiguo nombre, tu nombre verdadero nunca se los digas a nadie ni siquiera a mí. Así será más fácil el trabajo. Además,  no siempre te podremos llamar niño del kimono azul —sonrió con gracia—. Es tradición que todos los chicos en la casa tengamos el nombre de alguna flor. Puede ser una que te guste mucho. ¿Tienes alguna? —el niño niega con la cabeza—. Ya veo. En ese caso creo que yo tendré que darte un nombre. Tiene que ser uno bonito, uno que haga que los clientes quieran conocerte de solo escucharlo. Ummm… ummm…—pensó un momento y sonrió—. Lo tengo. De ahora en adelante tu nombre será Tsubaki.

 

Continuara...

Notas finales:

Tsubaki (La camelia) En el antiguo lenguaje de las flores: Anelo, admiracion,belleza, amor incondicional, seduccion, amar con locura.

"Siempre te amare"


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