Sonreía a la par que su mano se unía a la del azabache. Sentía la delicadeza con la que esos dedos se entrelazaban con los suyos. Se sentía apreciado y amado con aquel simple gesto dado por la persona más huraña que conocía.
Hibari nunca fue de muchas palabras o de gestos amables, y aun así lo trataba como a un cristal. Nadie más que él conocía esa faceta y eso le gustaba. Se sentía especial como pocas veces en su vida.
—¿Quieres comer fuera?
—No.
Sonrió ante el beso que le cedieron en la mejilla y cerró sus ojos cuando los labios ajenos se acercaron hasta posarse sobre los suyos. Suspiró y tembló ligeramente. Dejó que las manos de aquel hombre se deslizaran por su cintura hasta rodearla y él apretó el pecho ajeno para intentar detenerlo.
—Tienes que cenar.
—No tengo hambre.
Besó los labios cercanos, lo volvió a hacer una y otra vez hasta que sintió la mordida leve que ocasionó un ligero gemido de su parte. Abrió sus labios, cedió ante el pedido mudo y dejó que su boca fuera tomada por Kyoya. Su Kyoya. A pesar de la vergüenza que todavía lo llenaba, disfrutaba de esos besos largos, suaves y que dejaban su mente en las nubes.
—Kyoya —murmuró entre jadeos.
—Dime.
—Yo… quiero —se mordió el labio y tembló— quiero…
—¿Qué cosa?
—Quiero —tragó duro antes de elevar sus manos para sujetar las mejillas de aquel hombre al que amaba—. Quiero quedarme… contigo… esta noche.
Vio la sonrisa del mayor en conjunto con esa mirada brillante y amenazadora. Vio la satisfacción plena en quien besó las palmas de sus manos varias veces antes de alejarse lo suficiente para girar hacia la calle que Hibari tomaba siempre hacia su departamento. Tembló porque ya no había marcha atrás y fue él quien dio aquel paso tan decisivo.
Después de dos años juntos, al fin tuvo el valor.
¿Cuántas veces había fantaseado con pasar la noche con Kyoya? ¿Cuántas veces no se había despertado con el bochorno de un sueño erótico en donde su novio era el actor principal? ¿Cuántas fueron las veces en las que quiso decirle que lo deseaba carnalmente y no se atrevió? ¿Cuántas veces Kyoya detuvo sus besos y caricias para no sobrepasar el límite? ¿Cuánto se deseaban mutuamente? ¿Cómo pudieron aguantar tanto tiempo sin perder el control?
—Kyoya —gemía tras el beso que le robaron ni bien pasaron la puerta de entrada de aquel departamento— Kyoya.
—Te haré el amor con paciencia —un beso de segundos, un beso en la punta de su nariz, una caricia en su mejilla.
Suave, delicado, dulce y amable. Caricias, besos, roces, jadeos y gemidos. Miradas, suaves risas y declaraciones susurradas. Necesidad, desesperación y euforia. El contraste de sus pieles y el brillar de sus miradas. En esa noche fueron solamente Tsuna y Kyoya. El resto el mundo desapareció.
Notas finales:
Bueno, a veces se me ocurren ideas pequeñas o cosas que no puedo subir como una historia en sí, así que creé este pequeño fic.
Añadiré cosas, fomentaré otras. No es algo en específico XD
Los quiere Krat~