Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La mirada del extraño por Augusto2414

[Reviews - 23]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola a todos. Dejo con ustedes el siguiente capítulo de la historia.
Espero sea de su agrado.

Perdón por la reciente inactividad, el regreso al trabajo me impide dedicar el tiempo suficiente para escribir, pero no se preocupen, no abandonaré la historia.

XI
 
El resto de la semana transcurrió con relativa calma. Nicolás no se había vuelto a presentar en el local, de modo que Alejandro pudo concentrar sus energías en el trabajo, pero el día jueves llegó y ya comenzaba a preguntarse si, al día siguiente, Nicolás le llamaría para acordar una ¿cita?, ni sabía cómo llamar a aquello, ¿no podía ser una sencilla reunión de dos amigos?, ¡es que ni siquiera eran amigos!, eran dos completos desconocidos intentando conocerse después de unos extraños e inesperados acontecimientos que, por añadidura, habían despertado la curiosidad en sus cercanos. “¿Por qué está pasando esto?”, se decía Alejandro durante el descanso, aliviado de estar solo tras escaparse de Cristina y de un cada vez más intenso Sebastián. “¿Qué les pasa a esos dos?”
 
Después de que diera un resumen de la conversación sostenida con Cristina, tanto Sebastián como Francisco se mostraron interesados en saber qué haría a continuación, sorprendiéndose por la ayuda que el novio de su amiga le ofreció de la manera más genuina; Francisco, por su parte, se limitó a decirle que tuviera cuidado en cada cosa que hiciera porque, a pesar de todo, Nicolás seguía siendo un extraño del que no sabía nada más que el nombre.
 
Quedando todavía quince minutos para que terminara su descanso, Alejandro decidió volver adentro y aguardar el momento sentado en la barra que, a esa hora, estaba desierta. Ocupó un lugar sin decir nada y apoyó su cabeza en una mano con gesto pensativo. “¿De qué podría hablar con Nicolás?, ¿qué cosas podrían interesarle?, ¿la música?, ¿el cine?, ¿literatura?, ¿animación?, ¿acaso será una persona que fuma?, ¿vivirá solo?”, tantas preguntas que hacerle, pero una más importante que las otras: “¿por qué hiciste lo que hiciste aquella noche?” Recordó las palabras de Francisco, “es un extraño”. Sí, Nicolás es un extraño, pero conocerlo de la forma en que lo hicieron le había dejado intrigado y quería saber más de él, aún con los riesgos que eso implicara. “¿Es alguna clase de atracción?, ¿o será simple curiosidad? No, debe de ser algo distinto o yo no habría reaccionado del modo en que lo hice cuando nos abrazamos, y estoy casi seguro de que él también lo sintió de esa manera”, pensó, volviendo a recordar la escena y llevándose la mano libre hacia el pecho, su corazón latía, “¿por qué me siento así?, ¿por qué a mí?, ¿por qué con alguien como él?”
 
Completamente distraído en sus pensamientos, así fue como Ignacio lo vio cuando también regresó de su descanso. El rostro se le contrajo en una mueca de molestia, pero luego de dar un respiro hondo, alivió sus facciones y, en silencio, ocupó su lugar detrás de la barra. Alejandro apenas si notó la presencia del bartender.
 
–¿Soñando otra vez? –preguntó Ignacio mientras limpiaba la superficie de madera. Alejandro no respondió, tenía los ojos cerrados y parecía estar dormido. Ignacio apretó los puños, pero volvió a contenerse–. Por suerte todavía no acaba el descanso, de lo contrario el jefe ya te habría jalado de las orejas.
 
Alejandro seguía sin reaccionar. Ignacio se sintió tentado por la idea de arrojarle un vaso con agua y sacarlo de su mundo de sueños, pero tras pensárselo un momento, se arrepintió pues no quería tener que lidiar con las reprimendas de Cristina y de Ariel. Se lo quedó viendo por unos momentos y se preguntó cómo alguien podía estar tan ajeno a la realidad.
 
–Alejandro, oye, Alejandro, ¿qué te pasa hoy?, ¿acaso dormiste mal anoche? –dijo Ignacio, moviéndole suavemente por el hombro.
 
–¿Eh?, ¿quién es?, oh… hola Ignacio –fue la respuesta del chico al ver a su compañero, se refregó los ojos y soltó un bostezo. De verdad se estaba quedando dormido.
 
–¿Cómo que “hola”?, te estoy hablando desde hace rato –ahora sí que Ignacio estaba molesto.
 
–Disculpa, no te vi llegar, estaba pensando, ¿llevas mucho tiempo hablándome? –Alejandro volvió a bostezar y, ahora apoyando su cabeza sobre ambas manos, miró a Ignacio.
 
–Sí, ya lo noté. Regresé hace menos de cinco minutos –Ignacio tomó el mismo vaso con agua que quisiera arrojarle antes y se lo ofreció para que bebiera–. Toma, bebe un poco, a ver si acabas de despertar.
 
–Gracias –le dijo, recibiendo el vaso. El agua estaba realmente helada, fresca, agradable.
 
–¿Y bien?, ¿en qué estabas pensando?, si puedo saber –fue la pregunta de Ignacio mientras bebía de otro vaso. No era curiosidad, solo quería comportarse amablemente, o al menos intentarlo.
 
–En algo importante –fue la respuesta.
 
–¿En ese tal Nicolás? –se aventuró a sugerir Ignacio mientras que Alejandro, al oír el nombre, escupió el agua de forma escandalosa.
 
–¿Cómo lo supiste?
 
–Oh… ¿entonces acerté?, ¿estabas pensando en tu novio?
 
–¡Ya te dije que no es mi novio! –Alejandro se puso de pie, apoyando ambas manos sobre la barra–. ¡No lo conozco!
 
–Explícame esto entonces, ¿cómo es posible que puedas abrazarte con alguien que no conoces, según tú, y hacer todo el espectáculo del otro día?, ¿cómo es posible que ese tal Nicolás viniera aquí buscándote?, ¿por qué piensas en él como si fuera importante?
 
Una tras otra iban las preguntas de Ignacio que, cruzado de brazos, había adoptado una postura más severa.
 
–¿Acaso te gusta él?, ¿Nicolás?
 
–¿Qué… si me gusta… Nicolás? –la pregunta le llegó de golpe, pero hacía sentido a lo que estaba pensando, ¿le gustaba?, tal era eso, de no ser así, ¿por qué había reaccionado diferente cuando abrazó a Sebastián?
 
–¿Bien?
 
–Yo… no estoy seguro de eso todavía, pero sí estoy seguro de que es algo diferente, y quiero averiguarlo, aunque… –Alejandro dejó sin terminar la frase.
 
–¿Aunque qué? –Ignacio notó que el chico había llegado a un punto del cual no quería o no podía pasar.
 
–Me da miedo –la expresión de Ignacio cambió por una de sorpresa, pues ahora Alejandro parecía afligido–, me da miedo lo que podría ocurrir si llegamos a conocernos más, me da miedo llegar a enamorarme de él. No quiero que mi familia o mis amigos se alejen de mí por gustarme otro hombre; tal vez todo esto ha sido una tontería, pensar por un momento que puedo ser como realmente soy y mostrar mis sentimientos sin arrepentirme.
 
Ignacio solo escuchó en silencio.
 
–No quiero volver a estar solo, Ignacio, no quiero, es demasiado doloroso y saber que puedes perderlo todo por tu orientación, es algo que no quiero. Si tengo que fingir, prefiero hacerlo.
 
–No creo que tus amigos sean de esa clase de personas, los he visto y se preocupan por ti, de lo contrario no se la pasarían discutiendo conmigo cuando dicen que te molesto –dijo Ignacio, bajando la vista y con una suave sonrisa al recordar a Cristina y a los muchachos–, pero estoy de acuerdo en que existe gente dispuesta a darte la espalda si muestras quien realmente eres. Si me pides la opinión, primero debes ser honesto contigo mismo, para luego mostrarte como una persona segura ante los demás, debes llenarte de confianza y tener claridad en lo que quieres, solamente así podrás llegar a ser una persona completa; y otra cosa, es mejor ser directo con las personas que nos rodean, aunque duela, porque eso nos alivia y podemos vivir sin culpas. Si el resto no es capaz de vivir y enfrentarse a esa realidad, el problema es de ellos, no tuyo.
 
Era Alejandro quien ahora escuchaba atentamente.
 
–¿Entiendes lo que quiero decir?
 
–Sí. Lo entiendo.
 
–No te estoy pidiendo que me digas aquí y ahora quién eres, eso no es de mi interés, ni que me expliques nada acerca de Nicolás o lo que te pregunté, debes primero responderte a ti mismo todas esas preguntas y quién sabe, tal vez sí que te gusta Nicolás –dijo Ignacio, levantando los hombros con indiferencia–. A mí no me importaría que salieras con él, esa es tu vida. En fin, creo que me inspiré demasiado en algo sobre lo que ni debería opinar, puedes hacer caso o no de lo que dije, no importa.
 
Ignacio se dio cuenta de que había hablado demasiado y para ocultar su molestia, bebió de un solo trago toda el agua del vaso; por su parte, Alejandro había quedado impresionado con las palabras del bartender y con la transparencia que se las había dicho, como si fueran íntimos amigos. Y mientras que Ignacio se recuperaba, Alejandro se lanzó sobre él, abrazándole tan de repente que el bartender apenas si pudo reaccionar, quedando con un rostro de expresión indescifrable.
 
–Gracias Ignacio, de verdad que haré caso de todo lo que me dijiste hoy.
 
–Está… bien, de nada –respondió Ignacio y, aunque no muy seguro, le correspondió el gesto–. “Tal vez ahora podamos llevarnos mejor”.
Notas finales:

Como siempre, pueden dejar sus opiniones y comentarios sobre el capítulo, me gusta mucho leerlos.
Muchas gracias a todos los que siguen fielmente esta historia. Volveré tan pronto como pueda con la siguiente actualización. Hasta pronto.

El autor.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).