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La mirada del extraño por Augusto2414

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Notas del capitulo:

Hola a todos. Dejo con ustedes el siguiente capítulo de la historia.
Espero sea de su agrado.

XL
 
La música volvía a escucharse fuerte y la gente retornó a la pista de baile tras el retiro de la plataforma que se había instalado para el discurso; algunos grupos se reunían en torno a la barra y en las mesas cercanas, compartiendo tragos y una conversación amena.
 
Después de presentarse apropiadamente, Nicolás y Alejandro, Javier e Ignacio, y Katerina y Ariel sostuvieron una tranquila plática, cada uno con una bebida helada, relatando las vivencias de los pasados días, así como respondiendo las preguntas que surgían.
 
–Yo… les debo una disculpa, no era mi intención ser molesto con ustedes, solo quería mantenerme al margen de todo el asunto –decía Ignacio ante la mirada atenta de los chicos–, y a ti, Ariel, sé que nuestro trato no ha sido el mejor pero ahora que sé lo preocupado que estabas por Javier y por mí, te pido disculpas.
 
–Soy yo el que debe disculparse contigo, Ignacio, no debí haberme inmiscuido en tu vida ni forzarte a que me dijeras tus problemas, te estaba molestando cuando en realidad debí dejarte tranquilo, las cosas no estaban bien y yo no lo supe ver –dijo Ariel muy apenado–. Debí hacerte caso y esperar a que tu quisieras hablar, como lo has hecho ahora, ¿está bien si hacemos las paces y volvemos a empezar?
 
–Sí, está bien –dijo Ignacio, extendiéndole la mano al ayudante–, ¿compañeros?
 
–Compañeros –respondió, estrechándosela con una sonrisa en el rostro–. Esto era lo único que quería, Ignacio, que nos lleváramos bien.
 
–Vale, vale, pero recuerda que cuando quiera estar solo, tendrás que hacerlo.
 
–Claro, ya no te molestaré más –dijo Ariel, asintiendo con la cabeza–. Ahora que está todo bien, quiero felicitarte, a ambos y sepan que tienen todo mi apoyo.
 
–Gracias, Ariel –dijo Javier, también estrechando la mano del ayudante–. Aunque apenas nos conocemos, te estoy agradecido por la ayuda, desde un inicio me diste la impresión de ser un buen tipo y al parecer no me equivoqué.
 
–Y por supuesto, también ustedes tienen mis felicitaciones y mi apoyo completo –continuó Ariel, dirigiéndose a Nicolás y Alejandro–. Me alegra mucho que hayas tomado una decisión, Alejandro, y espero que el hecho de verlos aquí hoy sea solo el indicio de su relación va en serio. 
 
–Gracias, Ariel, y así es, vamos en serio –dijo Alejandro, rodeando con el brazo a Nicolás y éste recargando su cabeza en el hombro del peliclaro.
 
–No quiero ser menos en esta especie de confesionario así que también les doy mis felicitaciones y así como tú me apoyaste, yo también te apoyaré –dijo Nicolás, dirigiéndose a Ignacio, que desvió la vista como restando importancia al asunto–, por favor, Ignacio, no te hagas el duro con nosotros, sabemos que no eres tan frío como pretendes parecer.
 
–A mí me sorprende que hayas accedido a hablar con Nicolás y más aún, que hayas deseado lo mejor para nosotros –comentó Alejandro, viendo a Ignacio con simpatía y éste evitaba a toda costa hacer contacto visual–. Gracias por ayudarnos, Ignacio.
 
–De nada –respondió el bartender y agregó–, para tu tranquilidad, nunca te he considerado una persona desagradable.
 
–Tampoco para mí, Ignacio, tampoco para mí –y Alejandro le dio un sorpresivo y caluroso abrazo que al principio el otro quiso rechazar, pero terminó aceptando de buena gana, hasta correspondiéndole con una tenue sonrisa–. A partir de ahora, las cosas irán bien para todos.
 
–Así será, estoy seguro –dijo Ignacio al fin más relajado y ya no tan incómodo por la presencia de Alejandro y Nicolás, pues al final del día ellos compartían una historia similar a la vivida por Javier y él.
 
–¿Lo ven?, Ignacio no es lo que aparenta –dijo Katerina, sujetando al brazo de su amigo–. En el fondo es un chico que también puede sentir alegría y tristeza.
 
–Sí, ya ha quedado claro, no hace falta entrar en detalles, ¿quieres? –dijo el bartender, bebiendo de su trago.
 
–Bueno, sí, después de lo que he visto esta noche no hace falta decir más –dijo la chica con una risita–. En fin, propongo hacer un brindis por todos ustedes, chicos, les deseo lo mejor del mundo y que sean muy felices, ¿no suena esto como una bendición?
 
Todos rieron sonoramente ante la ocurrencia. Katerina elevó su copa y otras cinco se le unieron.
 
–¡Salud, chicos!
 
–¡¡Salud!!
 
… … … … …
 
–¿Deberíamos ir con Alejandro y los demás? –preguntó Francisco, regresando de la barra con una nueva bebida. Había estado observando al grupo mientras esperaba que le sirvieran el trago y el ambiente que rodeaba a sus seis integrantes le pareció de lo más ameno.
 
–Supongo que sí, vinimos todos juntos a pasarlo bien, ¿verdad, Cristina? –dijo Sebastián, mirando a su novia, que permanecía sentada con la cabeza recargada en una mano, completamente en silencio–. ¿Cristina?
 
–Te estoy escuchando –dijo, levantándose de la silla que ocupaba–. Sí, iremos con ellos…, no molestaré a Nicolás o a Ignacio, que además parecen ser amigos, ¿tendré que hacer las paces con ellos?, y… tampoco quiero provocar a Alejandro, él ya fue muy claro conmigo y estoy segura de que… no me perdonaría si yo continuara con la misma actitud.
 
–No creo que Alejandro llegue a tanto. Necesitas darles tiempo a ambos, a todos, no tienes que hacerte amiga de ellos inmediatamente, bastará con que los aceptes y ellos a ti. Como Ariel dijo tantas veces, tratemos de llevarnos bien –dijo Sebastián en un tono conciliador, dándole un suave beso a la mejilla a Cristina–. ¿Vamos con ellos?
 
–Sí, vamos –dijo, tomando la mano de su novio y, junto con Francisco, fueron con los demás.
 
Así, ambos grupos se unieron, se dedicaron palabras de reconciliación y luego de apoyo.
 
–Nicolás, sé que nuestro trato no ha sido bueno y que anteriormente fui muy grosera contigo, pero quiero que entiendas que lo hice porque estaba preocupada por Alejandro y temía que acabara lastimado por no escoger a la persona indicada –dijo Cristina cuando estuvo frente al pelinegro, que la escuchaba atentamente–. Discúlpame, por favor, ya no volveré a molestarte ni a ocasionarte problemas, tampoco a Alejandro, lo último que quiero es perder su amistad por mi mala actitud…
 
–Cristina, yo… –intentó decir Nicolás, pero la chica levantó la mano en señal de que no había terminado.
 
–… y quiero pedirte una cosa… por favor cuida de Alejandro –dijo con los ojos llorosos y, para su sorpresa, el pelinegro le tomó las manos.
 
–Cristina, te disculpo y al mismo tiempo te pido disculpas porque no sabía el mal rato que te haría pasar, desde un principio vi lo cercanos que son todos ustedes y lo preocupados que estaban por Alejandro, lo mucho que lo quieren y es por eso que, como una forma de honrar ese vínculo, te prometo que voy a cuidar de él y haré todo lo que esté en mis manos para hacerlo feliz –dijo Nicolás con tal solemnidad que Cristina no pudo ignorar la sinceridad que había en sus palabras–. Cristina, tienes mi palabra y como tal, voy a cumplirla.
 
–Gracias, Nicolás, gracias –dijo la chica, limpiándose las lágrimas y luego le abrazó. Alejandro observaba la escena con una amplia sonrisa, aliviado de que su mejor amiga y su pareja comenzaran a llevarse bien. Separándose, Cristina abrazó a Alejandro y en medio de sollozos, le dijo–: Que sean muy felices juntos. Los estaré apoyando siempre.
 
–Gracias, Cristina, es todo lo que quería –respondió Alejandro, abrazándola con alegría.
 
–Cuenta con nosotros, mi hermano –dijo Sebastián, abrazando a Alejandro y luego, abrazando a Nicolás, dijo–, cuídalo por favor, y cuídate tú también.
 
–Y suerte para ambos –dijo Francisco, no sin antes volverse hacia Ignacio y Javier–, y para ustedes también, mucha suerte.
 
–Gracias –dijo el peliblanco.
 
–Realmente fue una sorpresa para todos, te lo tenías bien guardado, ¿eh, Ignacio? –dijo Sebastián.
 
–Mi vida no es asunto suyo como para divulgarlo abiertamente, pero… sí, así es, y gracias… supongo –dijo Ignacio, encogiéndose de hombros.
 
–No tienes que agradecer, Ignacio, las disculpas que di a Nicolás también son para ti –dijo Cristina, más calmada al hablar–, no te pido que las aceptes, pero sí que hagamos las paces y tratemos de llevarnos bien, tal y como Ariel nos dijo, ¿está bien?
 
El bartender se mostró reacio ante las palabras de la chica, pero, tras ver como todos lo motivaban a aceptar, entre ellos Javier, le extendió la mano en señal de que aceptaba las disculpas.
 
–Sí, está bien, para que veas que no hay rencores, me disculpo también contigo, con todos, prometo que intentaré mejorar mi carácter –y se estrecharon las manos.
 
–No saben lo feliz que me hace verlos a todos reunidos –dijo Ariel, que no pudo reprimir un par de lágrimas de la emoción que sentía. Su deseo se había vuelto realidad. Katerina, a su lado, intentaba calmarlo acariciándolo con ternura–. Y bueno, ahora quiero proponer un nuevo brindis por esta reconciliación, esperando que este grupo que se ha formado hoy permanezca unido por mucho tiempo más. Por todos nosotros, ¡salud!
 
–¡¡Salud!! –exclamaron, chocando sus vasos y copas con un sonoro tintineo.
Notas finales:

Como siempre, pueden dejar sus opiniones y comentarios sobre el capítulo, me gusta mucho leerlos.
Para vuestra tranquilidad, este no es el final de la historia (aunque lo parezca), así que esperen la próxima actualización, volveré tan pronto como pueda. Muchas gracias a todos los que siguen fielmente esta historia.

El autor.

 

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