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La mirada del extraño por Augusto2414

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Notas del capitulo:

Hola a todos. Dejo con ustedes el siguiente capítulo de la historia.
Espero sea de su agrado.

Aprovecho de desearles a todos (aunque atrasado) un Feliz Año Nuevo 2021.

LII
 
–Estaba pensando que podríamos ir al Jardín Botánico otra vez –propuso Alejandro recostado sobre la cama y mirando en dirección a su novio.
 
–¿Eh?, ¿y por qué?, ese sitio no me trae gratos recuerdos –repuso Nicolás apartando la vista del libro que estaba leyendo.
 
–Piensa en ello como una forma de reiniciar las cosas, algo así como lo hicimos con nuestra primera cita, lo que ocurrió allí es asunto del pasado, podemos ir de nuevo y hacer las cosas bien, ¿qué podría salir mal de ello? –dijo Alejandro convencido de sus palabras–, ¿qué dices?
 
–Mmm..., no lo sé, no me convence para nada, lo siento –fue la respuesta del pelinegro al tiempo que meneaba la cabeza en negación. Pese a que el chico podía tener razón con todo lo dicho, la sola idea de regresar allí no lo hacía sentir cómodo, al menos en ese momento. Se decidió por una respuesta que resultaría más esperanzadora para Alejandro, una que, al menos, le daría tiempo para considerarlo mejor–. Quizá más adelante podamos ir, ¿vale?, lo pensaré.
 
Alejandro esperaba una reacción más animada por parte de Nicolás y se sintió decepcionado por la respuesta ante lo que parecía ser una buena idea, una oportunidad para transformar un lugar que fue testigo de su doloroso inicio en su primera vez allí, a un sitio especial para crear nuevas y mejores memorias juntos. Con todas sus fuerzas, el chico rogó que su novio cambiara de opinión y se decidiera a ir con él.
 
–Vale, pero piénsalo, por favor, al menos una vez más. Me hace mucha ilusión ver que han limpiado y cuidado el jardín durante todo este tiempo, que ya no esté más cerrado al público –se levantó de la cama y se acercó hasta Nicolás, que permanecía sentado en el otro extremo de la habitación. Se ubicó detrás de él y lo rodeó con sus brazos, agachándose un poco para besarlo en la mejilla–. ¿Puedo quedarme hoy también?
 
–¿Otra vez?, te estás volviendo un poco caprichoso, ¿no crees?
 
–Eso lo aprendí de ti, “Señor Quiero Todo Ahora Ya” –dijo burlonamente.
 
–Ese apodo te queda mejor que a mí.
 
Con su mano, Nicolás tomó el mentón de Alejandro y lo acercó hasta alcanzar sus labios en un suave toque, pero Alejandro quería un poco más: le arrebató el libro de las manos, para luego rodearlo y sentarse a horcajadas sobre el pelinegro, a fin de besarlo más cómodamente, cruzando los brazos tras su cuello, mientras que él mismo era sujetado por la cintura.
 
–¿Y yo soy el caprichoso? –dijo, viendo a su novio encima de él en una actitud tan sensual, tan atractiva, rematada por la sonrisa cómplice que el chico le dedicaba.
 
–¿Y bien?, ¿puedo quedarme? –preguntó al fin.
 
–Las que quieras –y lo atrajo para volverlo a besar–, pero te estás malacostumbrando. A este paso, te querré conmigo todas las noches.
 
–Entonces, ven a quedarte unos días en mi casa y lo compensamos, estoy seguro de que mis padres no se opondrán y así tampoco tendré que venir tan seguido –Alejandro hizo un puchero antes de reclamarle–: A veces eres tan perezoso que ni pareces esforzarte.
 
–No puedo evitarlo –dijo soltando una risita–, pero descuida, iré un día de estos, y de sorpresa para que disfrutes más mi compañía.
 
–Eso me gustaría, eres bueno sorprendiéndome.
 
–Tu tampoco te quedas atrás –dijo, antes de volver a asaltar los labios del otro y comenzar a descender hacia su cuello, aumentando los roces y la temperatura entre ellos–. ¿Vamos a la cama?
 
Alejandro asintió, se aferró fuerte a Nicolás, y éste lo sostuvo de las piernas, levantándose de la silla y cargándolo consigo hasta el lecho, dejándolo recostado y él situándose encima, continuando así con las caricias.
 
–Te gusta provocarme de esta manera, ¿verdad?, eso es jugar sucio, ¿tendré que castigarte?
 
–¿Y cómo lo harás? –dijo esbozando una sonrisa de medio lado, pero lo que Alejandro recibió no se lo esperaba–. ¡Hahahaha…!, ¡no!, ¡detente!, ¡hahahaha…!
 
Nicolás le estaba haciendo cosquillas, tocándole el pecho y el abdomen, a lo que el chico debajo respondía partiéndose de la risa.
 
–¿Es suficiente?
 
–¡Sí!, ¡sí!, ¡ya está bien! –pudo decir en cuanto se vio libre de las manos rápidas del otro, pero al mínimo descuido, Alejandro se arrojó sobre el pelinegro para devolverle la jugada. Nicolás resultaba más sensible a las cosquillas en la zona del cuello.
 
–¡Hahahaha…!, ¡no!, ¡no!, ¿te estás desquitando conmigo?, ¡hahahaha…!
 
Los toqueteos se prolongaron algunos instantes más, hasta que se detuvieron de súbito.
 
–Creo que ha sido suficiente por hoy –dijo Alejandro separándose un poco, mirando hacia su entrepierna, y Nicolás, incorporándose sobre la cama, captó de inmediato lo que ocurría, pues estaba en la misma situación: una creciente erección que, de seguir un poco más, demandaría la atención de sus dueños, sirviendo a la vez de advertencia de lo que podía ocurrir a continuación.
 
–¿Qué hacemos?, ¿deberíamos…? –preguntó Nicolás, y extendió su mano hasta la parte baja de su novio, alcanzando a tocar solo por encima del pantalón, pero fue suficiente para hacerle estremecer y acelerar su respiración–, ¿continúo o…?
 
–No, está bien –dijo Alejandro, tomando la mano de Nicolás, apartándola. Ahora el pelinegro era quien se sentía decepcionado, aunque no impidió que le acariciara la mejilla.
 
–Bueno, no insistiré…, en verdad eres cruel, estaba tan tranquilo y luego me dejas así –dijo, fingiendo un llanto y señalando su entrepierna, para luego sacudir a Alejandro por los hombros–. ¡Bua, bua!
 
–Ya, ya, que también me estoy privando, ¿no ves? –respondió y extendió sus brazos hacia el chico–. Ven aquí –y lo atrajo hacia sí, recostándose, con Nicolás recargando su cabeza sobre su pecho y aferrándose a sus ropas, cosa que siempre hacía, provocándole una sensación de total felicidad–, ¿cómo puedes ser tan lindo?
 
–¿Es que a veces no lo soy? –preguntó.
 
–No, al menos cuando te enojas, no me lo pareces tanto –bromeó.
 
–Tu tampoco lo eres cuando me haces “esto” –dijo, sintiendo las manos de Alejandro acariciarle el cabello.
 
–La próxima vez te complaceré tanto como quieras –dijo, intentando consolarlo.
 
–Y yo a ti, te arrepentirás por lo que me hiciste –y Nicolás cambió su tono infantil que había estado usando por uno más serio y provocativo–, acabarás suplicándome por más.
 
–No vayan a invertirse los papeles y seas tu quien acabe abajo, quien suplique por más –Alejandro también cambió su tono.
 
–Eso no es malo, siempre que tu estés encima, así te gusta, ¿no?
 
–Como fuere, vas a rogar que no pare –su expresión volvió a ser coqueta por un instante, antes de soltar una carcajada–. ¡Hahahaha…!, lo siento, te sigo provocando.
 
–¡Arghhhh…! –exclamó Nicolás con fingida molestia, golpeando con sus puños el pecho de Alejandro, haciéndolo reír más.
 
Permanecieron un rato más en ese juego del "tira y afloja" de las emociones, como una forma de mantener el interés y el deseo del uno por el otro, y para convencer a los chicos de que, la próxima vez que se enfrentaran a una situación como la ocurrida, de seguro continuarían hasta el final.
 
… … … … …
 
Eran aproximadamente las 04:00 cuando Adolfo regresó a casa. 
 
La luz de la sala estaba encendida, cosa de su madre seguramente.
 
Estaba todo en silencio, apropiado para pasar desapercibido, pues había estado bebiendo y no estaba de humor para dar explicaciones, no después de lo ocurrido. En resumen, lo que debía ser un momento para distraerse y pasar un rato divertido, acabó siendo una sucesión de eventos desagradables.
 
Subió en puntillas las escaleras, pasando frente a la habitación de Nicolás, sin darle importancia a la puerta cerrada. “¿Estaría con Alejandro otra vez? Ni idea”. No tenía cabeza para molestarse en pensar en ellos.
 
Entró en su cuarto, cerró tras de sí y dejándose caer en la cama, repasó las escenas de lo que había ocurrido en el bar, con un buen comienzo y un mal término. Molesto como estaba, acabó por dormirse, pensando que todo se reducía a una única persona: Lucas.
 
… … … … …
 
El pelinegro había resultado ser más interesante de lo que pensó en un comienzo, y tras recibir el puñetazo en el rostro, su interés no hizo más que aumentar. Sin embargo, ahora Lucas estaba ahí, solo y desganado, pues las personas que se paseaban a su alrededor le parecían aburridas y sin gracia, y ni con toda la cerveza que había bebido, logró invitar a alguien como tantas veces hiciera antes. Mas bien se sentía frustrado ante su propia incapacidad para ligar con alguien, fuera quien fuera, y lo que no logró con Adolfo le hirió en su orgullo hasta el punto de que, por más deseos que tuviera, el resto de la noche se redujo a intentos inútiles por saciarse con el primero que se le cruzara. 
 
Cuando la fiesta ya se apagaba, decidió que lo mejor era irse. Era evidente que «la Dama Azul» no le dio lo que quería y abandonó el local.
 
Sin rumbo claro, el rubio tomó una calle al azar, esperando encontrarse con alguien tan dispuesto como él lo estaba, no obstante, el resultado fue infructuoso, esa y otras calles por las que deambuló estaban desiertas y mientras más se alejaba del centro de la ciudad, más se desvanecían sus esperanzas, así como la madrugada antes del amanecer. “Que noche más aburrida, parece que todos decidieron quedarse en casa hoy. Maldita sea”. 
 
En las pocas horas que continuó caminando, manos en los bolsillos y capucha encima, las emociones de Lucas tornaron desde un deseo insaciable hacia una furia incontenible, una furia que dejaría caer sobre el primer infeliz que se cruzara en su camino… y así ocurrió: al amanecer apareció un cuerpo tirado junto a la calle, con muestras clara de pelea, que habían resultado negativas para el sujeto, pues sus ropas estaban manchadas de sangre y tierra, incluso rasgadas en algunas partes, con el rostro horriblemente deformado por culpa de los golpes de puño que había recibido. El incidente sorprendió a los vecinos del sector que, si bien no les extrañaba ver borrachos peleándose y acabar en pésimas condiciones, si lo hizo el estado tan malo del individuo que, tras revisarlo, descubrieron que seguía vivo, aunque en su estado bien parecía un cadáver; tras dar aviso a las autoridades, se levantó una alerta en el vecindario, pues la víctima era solo un muchacho, a fin de evitar posibles ataques en el futuro y, por supuesto, descubrir al responsable, del que no se tenía ninguna pista.
 
Para el momento en que esto ocurría, a primeras horas de la mañana, Lucas se encontraba lejos de allí, durmiendo plácidamente en su cama, dentro del desordenado cuarto que ocupaba en algún lugar de la ciudad.
Notas finales:

Como siempre, pueden dejar sus opiniones y comentarios sobre el capítulo, me gusta mucho leerlos.
Muchas gracias a todos los que siguen fielmente esta historia. Volveré tan pronto como pueda con la siguiente actualización. Hasta pronto.

El autor.


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