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Lo Que Me Une a Ti por nubelin4

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Notas del capitulo:

Los personajes de Naruto no me pertenecen.

II.

 

Menma llegó a la terraza para reunirse con los demás, caminando a paso lento mientras se frotaba la mejilla derecha con la palma de la mano. Su expresión, con los labios apretados y ceño fruncido, no era exactamente de felicidad. Sin embargo, puso su mejor sonrisa en cuanto Gaara lo vio aparecer y lo arrastró a jugar con él y su mapache de peluche. 

 

Los chillidos de alegría de Gaara se mezclaban con el cántico de los pájaros que se posaban en las esquinas del barandal de la terraza. Karin y Sasuke se encontraban sentados en dos sillas dispuestas junto a una mesita de jardín. La pelirroja observaba con una sonrisa amorosa a sus hermanos. Por otro lado, Sasuke apoyaba su barbilla sobre sus manos entrelazadas con una expresión ausente. 

 

La nube en la que estuvo flotando luego que Menma lo llevara a conocer su futura casa, se había ido diluyendo a medida que más repasaba la propuesta de su padre, y la repentina incertidumbre que lo embargaba no hacía más que confundirlo todavía más.

 

— Gaara va a extrañarlo —le habló Karin. Sasuke la miró y enderezó su postura en la silla— Extrañará tenerlo en casa. 

 

Él sonrió forzadamente. No podía evitar sentirse culpable por, de cierto modo, apartarlos de Menma. Recordó cuando a los quince años supo que Itachi iba a casarse con aquella mujer Izumi, y lo mucho que la detestó por sentir que le estaba arrebatando el cariño de su hermano mayor. Naturalmente, aquellos celos se diluyeron a medida que fue creciendo. 

 

—Aún no entiendo por qué te resistes a venir con nosotros —dijo Sasuke. Ya había perdido la cuenta de cuántas veces  Menma y él habían tenido la misma conversación con ella.

 

— Ay por favor, no empieces tú también —respondió ella arrugando su rostro en una mueca de fastidio— No quiero entrometerme entre ustedes, créeme, sería demasiado incómodo para mí estar de adorno entre una pareja de recién casados. Si yo estuviera en tu lugar sería la más feliz.

 

— El bebé y tú jamás serían una molestia.

 

Ella rodó los ojos— Por alguna vez en la vida, ¡deja de ser tan dramático! 

 

— Él sólo está preocupado. Dice que eres demasiado joven para quedarte sola en casa con Gaara —Luego de la muerte de sus dos padres, el pelinegro se había convertido en la cabeza de la familia Uzumaki. 

 

— Tú tienes mi misma edad y estás a punto de casarte —una pequeña sonrisa curvó los labios de Sasuke, ella tenía un punto— Estaremos bien, me encanta cuidar de mi hermano bebé y la señora Chiyo nos ha ayudado un montón. Ahora que él se mudará contigo no será diferente.

 

Si había algo que caracterizaba a Karin era su tozudez, y él mismo siendo un tozudo por naturaleza también, tenía claro que seguir insistiendo en aquel asunto sería como intentar atravesar la misma pared una y otra vez.

 

— Lo siento —dijo Sasuke en voz baja luego de un breve silencio. 

 

La pelirroja frunció el ceño— ¿Por qué?

 

— Porque siento que estoy apartandolos de la persona que más aman —susurró cabizbajo. No quería que Menma lo escuchara. 

 

— No no no, al contrario, yo estoy feliz —afirmó ella colocando su mano tras el hombro de Sasuke para tranquilizarlo— Aunque no negaré que, en primera instancia, tuve celos de hermana. Especialmente luego de que me rechazaras. 

 

Sasuke reprimió una risa al recordar aquella anécdota— ¿Sigues enojada por eso? 

 

— Desde luego que no, ¡ya te he superado! —Levantando una ceja, Sasuke agregó un ¿con quién? y entrecerrando los ojos con sospecha— ¿E-eh? ¡Eso no te incumbe! —exclamó Karin con las mejillas encendidas. 

 

— ¿Entonces sí estás con alguien? —interrogó él con malicia. Cómo le gustaba molestar a Karin. 

 

Ella abrió la boca sin saber realmente qué contestar, y, como milagro salvador, el pequeño pelirrojo se acercó corriendo hasta ellos, sosteniendo contra su pecho a Shukaku, su mapache relleno de arena. 

 

— Gaa tiene hambre —dijo mirándola con ojos de cachorro. 

 

Menma apareció tras él— ¿Crees que podría llevar a Gaara a comer algo? —preguntó refiriéndose a Sasuke. 

 

— Sí, claro. Ya ha avanzado bastante la hora, no tengo idea de por qué papá y mi hermano tardan tanto —comentó poniéndose de pie. 

 

Menma bajó la mirada. 

 

Karin se levantó prácticamente de un salto— ¡Yo lo llevo! Ustedes quédense aquí, no hay problema.

 

— ¿Por qué estás tan nerviosa? 

 

Ella los ignoró, tomando la manito de Gaara y desapareciendo en menos de diez segundos en el interior de la casona. 

 

El ojiazul observó cómo su hermana escapaba de allí. Se encogió de hombros restándole importancia. Un suspiro lo hizo voltear para ver a Sasuke apoyado con sus codos sobre la superficie del barandal. 

 

La terraza permitía observar el campo de frutales, en el que se ordenan en fila árboles de diversas frutas y distinto tamaño, delimitados por cuatro cercas de madera blanca. El paisaje es una pincelada de colores vivos que contrastan con las nubes grises del cielo. 

 

Menma se acercó a un lado de Sasuke, cuya mirada se notaba retraída. 

 

— Estás preocupado —No fue una pregunta. El preguntar jamás fue necesario cuando tan sólo con una sencilla mirada a los ojos bastaba para que las emociones quedaran al descubierto— ¿Por qué? 

 

— Por Akatsuki —respondió él sin rodeos, mientras que con las manos abría y cerraba los puños distraídamente— Estoy confundido. 

 

— Pero ha sido tu sueño —Sasuke no respondió— Eres el hombre más brillante que conozco. Sé que lo harás excelente —aseguró acariciándole el cabello. 

 

— No es eso lo que me preocupa, más bien —soltó un suspiro exasperado— no lo sé. Hay algo en mi que me detiene. Es como si toda la seguridad que tenía en estos planes, de un momento a otro se desmoronara. Es difícil explicarlo. 

 

— No, te entiendo. 

 

Sasuke lo miró fijamente— ¿Qué crees que debo hacer? No quiero decepcionar a mi padre. 

 

Una sonrisa pacífica curvó los labios de Menma— Me encantaría poder darte una respuesta, decirte lo que ahora quieres escuchar. Pero sabes que no puedo ser egoísta y limitarte a que actúes de acuerdo a lo que yo o los demás crean. Quizás es hora de que ignores lo que sale de aquí —dijo colocando la punta de su dedo anular e índice sobre la frente de Sasuke, para luego bajarlos hasta el lado izquierdo de su pecho— y te dejes guiar desde aquí. 

 

— Fuiste horriblemente cursi —respondió el azabache rodando los ojos luego de un breve silencio entre ambos. No admitiría en voz alta que su querido tonto podía tener algo de sabiduría en sus palabras. 

 

— ¡Ya está! ¡No volveré a darte un consejo nunca más! —exclamó Menma. 

 

Sasuke rió de manera genuina, antes de tomar por las mejillas a Menma y besarlo dulcemente, mientras las manos de este sujetaban su cintura. 

 

—Te amo —dijo apartándose mínimamente del rostro contrario. 

 

— Y yo a ti. 

 

Una fuerte ventisca hizo que se separaran por completo, para disgusto de ellos. 

 

— Falta un mes para el invierno —comentó Sasuke ordenando algunos mechones negros de su cabello que se habían alborotado. Menma asintió- Me gusta el invierno. Pero lamento que durante la temporada muchos de los frutales mueran a causa de la helada. 

 

Menma observó con detenimiento la plantación frente a ellos. Él no sabía mucho de estas, a diferencia de Sasuke. Pero ciertamente, amaba aquella pequeña parte de la inmensidad de los terrenos pertenecientes a los Uchiha, ya que en ese sitio había conocido por primera vez al azabache. 

 

— Podrían construir un invernadero —sugirió Menma— Sería de mucha utilidad tanto en invierno como durante el resto del año. Se podría cultivar sin ningún problema, porque el material retiene las temperaturas adecuadas para el crecimiento de las plantas. Aunque sería un trabajo pesado, dada la extensión del terreno. 

 

Sasuke lo consideró. No era una mala idea. Más tarde tendría que discutirlo con su padre. 

 

 

 

 

 

 

 

El reloj marcaba las nueve de la noche, y el murmullo de las hojas siendo arrastradas por el viento en el exterior, acompañaba el ambiente pacífico de unos de los restaurantes más emergentes durante el último tiempo en el Valle de la Hoja: "La técnica del Ramen".

 

El lugar se encontraba completamente vacío, exceptuando la presencia de la joven pareja que permanecía sumida, cada uno, en sus propios pensamientos e inquietudes. Sasuke revisando los libros de contabilidad que contenían los gastos en productos y ventas de aquel mes, mientras que Menma preparaba la cena para ambos. El único sonido de fondo era el de la música del tocadiscos, ajustada a un volumen moderado.

 

Lo normal sería que, estando a menos de cuarenta y ocho horas de su matrimonio, ambos se encontraran encerrados dentro de sus hogares en un remolino de ansiedad y expectación ante la llegada del gran día, ya sea revisando los últimos detalles o bien agotando sus últimas horas de libertad bajo las estrellas de una noche frenética. Pero, tal como les había dicho Karin alguna vez, eran demasiado aburrida y asquerosamente pegajosos para el bien de la humanidad. 



A diferencia del día anterior, el pelinegro se sentía un poco más tranquilo con respecto a la decisión que tomaría en relación a la empresa. El consejo de Menma le había ayudado y reconfortado bastante. 

 

Los pasos de Menma resonaron dentro del comedor. 

 

— Por el amor de Dios, Sasuke —dijo en tono de reproche— no te traje aquí para que vinieras a estresarte con todo esos números. 

 

En cuanto Sasuke apiló los gruesos libros y montones de papeles encima de una mesa aledaña, el mayor dejó dos tazones humeantes de ramen sobre la mesa. 

 

— No hay problema. Me gusta hacerlo —respondió él encogiéndose de hombros— Sólo quería cerciorarme que todo marchara en orden. 

 

El ojiazul se sentó frente a él. Mirando el tazón, Sasuke notó que este contenía ramen. 

 

— ¡Ah, diablos! —la exclamación de Menma lo sobresaltó— Dije que te prepararía omusubi. Lo olvidé, perdóname. Tenía la cabeza en otro lado —se disculpó pasándose una mano por el rostro. 

 

Sasuke le dio una pequeña sonrisa- No importa, tonto. También me gusta el ramen. 

 

— Lo lamento. 

 

— No te preocupes, por favor —observó durante un momento a su novio— ¿Está todo bien? —Notó que Menma tenía las manos sudorosas. 

 

— Desde luego —respondió soplando una cucharada del caldo. 

 

El menor decidió no seguir insistiendo. Faltaba sólo un día para su matrimonio. Lo más probable era que los nervios que Menma parecía haber sorteado antes del gran día, comenzaran a aparecer cuando restaban tan pocas horas. 

 

— Hay algo de lo que quiero hablarte —comenzó diciendo Sasuke, desabrochando un botón de su camisa debido al calor proveniente del ramen.

 

— ¿En serio? Yo también quería hablar de un par de cosas contigo. Pero primero quiero oír lo que quieres decir. 

 

El azabache asintió— Estuve pensándolo casi toda la noche, y quizás sea apresurado, pero no puedo seguir atormentandome con esta angustia —dijo jugando con sus manos— Rechazaré la propuesta de mi padre no tomaré la empresa, a menos que sea mi presencia indispensable. Siento que no es lo que en el futuro quiero para mí… que no es lo que me haría feliz. Ahora mismo tengo otras prioridades, ¿sabes?

 

Después de un breve silencio, la mano de Menma acarició el dorso de la mano del menor. 

 

— Si es lo que te dice tu corazón, entonces vas por el camino correcto. El corazón no se equivoca. Jamás. Dije que te apoyaría, y mi promesa seguirá en pie hasta el final. 

 

Sasuke suspiró con alivio en su pecho, sintiendo cómo una enorme carga despojaba sus hombros. Cuando era niño soñó con ser como su padre, se vió a sí mismo liderando la magna empresa de la familia, la cual era dejada bajo tutela de un Uchiha que fuese considerado lo suficientemente capaz para manejarla adecuadamente. Casi un premio para quien fuese el afortunado. Casi un premio, porque había una parte que distaba de serlo. Ser la cabeza de aquella empresa demandaba demasiado tiempo, mucho más de lo que cualquier persona con una familia detrás podría permitirse. 

 

Recordaba como la mayoría del tiempo su padre permanecía encerrado, a veces durante días enteros en su oficina, atestado de papeles y con el teléfono timbrando cada cinco minutos en su escritorio. A Sasuke le gustaba acompañarlo, pero más le gustaban los pequeños momentos familiares que compartían con su madre y sus hermanos, cuando Fugaku podía escaparse unas horas de su interminable trabajo. Estos momentos que se repitieron cada vez más a lo lejos. Por lo tanto, y aunque aceptar tamaño desafío catapultaría su carrera, no estaba en sus planes dejar de lado su matrimonio y su futura familia con Menma sólo por cumplir una meta. No podía permitir que aquella responsabilidad lo consumiera como consumió a su padre, que cuando quiso revertir todos esos años perdidos, sólo encontró los fragmentos de una familia irremediablemente rota. Y para Sasuke la familia siempre sería lo primero.

 

Además, le gustaba estar en el restaurante de ramen, y más si eso significaba que podía estar justo al lado del ojiazul. 

 

— Lo único que me preocupa ahora es cómo voy a decírselo a mi padre sin decepcionarlo. 

 

— Tu padre te ama. Él lo va a entender.

 

— Odiaría desilusionarlo —suspiró— Pero siempre que él necesite de mi ayuda estaré ahí para dársela. Además tiene a Charasuke. Mi hermano es muy listo, y estoy seguro que será de gran ayuda.

 

Menma se mordió los labios sin saber qué contestar, y lentamente asintió. Él sabía lo que Charasuke opinaba acerca de la determinación de Fugaku. Fue mera coincidencia que estuviera a punto de entrar a la cocina en busca del señor Uchiha para comentarle sobre los últimos ajustes de la boda, cuando antes de entrar oyó la discusión que Charasuke y su padre sostenían. Menma siempre fue muy observador, y la forma en la que Charasuke refutó la decisión de su padre, dejaba entrever una rabia y resentimiento hacia su gemelo que nunca se imaginó pudiese existir entre los dos. Al menos por parte de Charasuke. 

 

— ¿Sobre qué querías hablarme? —preguntó Sasuke. 

 

El mayor detuvo a medio camino su cuchara con ramen para levantar la vista hacia él, y se removió en su asiento, incómodo.

 

Hace pocos minutos tuvo la intención de hablar sobre aquel asunto con Sasuke, un asunto bastante delicado y serio por lo demás. No obstante, una parte de su mente le repetía que aquel tema no era de su incumbencia, al mismo tiempo que se sentía como un mentiroso por ocultarle algo así. Lo último que quería era hacerle pasar un mal rato a Sasuke, porque era evidente lo mucho que amaba a su hermano y lo defendía cada vez que alguien hablaba mal de él. 

 

Por Dios, tenía tantas cosas que decir. 

 

¿Qué se supone que iba a hacer? 

 

Menma negó vacilante- No no. Sólo iba a preguntarte qué habías decidido hacer con respecto a Akatsuki. Pero ahora que ya me lo has aclarado, puedo estar más tranquilo. 

 

Y por primera vez, Menma le mintió. 

 

No hablaría. Mucho menos cuando estaban a horas de casarse. Probablemente Sasuke se enojaría por no haberle dicho todas esas cosas antes, pero ya ambos se encontraban demasiado estresados con lo ocurrido durante los últimos días como para que Menma agregara otra carga más al corazón de su novio. No, debía ser prudente. Luego encontraría el momento adecuado para hacerlo sin titubeos, por lo que decidió dejar aquel tema en lo más profundo de su mente.

 

Ambos siguieron hablando durante una hora, dejando pasar el tiempo y sin querer separarse del otro. Durante un momento permanecieron en completo silencio, hasta que una melodía romántica comenzó a desdibujar la quietud de la noche. 

 

Menma, que se encontraba con los brazos flexionados detrás de la cabeza y tarareando la alegre melodía anterior, miró a Sasuke con una sonrisa juguetona. Sin decir nada, se puso de pie junto al pelinegro y le extendió su mano.

 

— ¿Qué haces? —preguntó él alzando las cejas.

 

— Bailemos —respondió Menma tomando a Sasuke por las manos y poniendolo de pie, mientras los arrastraba más cerca del tocadiscos— Practiquemos para la boda.

 

— No, no. Yo no bailo.

 

Menma rió— Eso es mentira... tú adoras bailar.

 

El mayor puso sus brazos alrededor de la cintura de Sasuke mientras los balanceaba suavemente de un lado a otro al ritmo de la música. 

 

— Sólo junto a ti —susurró Sasuke dejándose guiar por su prometido. Puso sus manos en su cuello y cerró los ojos en cuanto Menma acercó su rostro al de él y juntó sus frentes.

 

Los labios de Menma se acercaron a los de Sasuke, dejando tan sólo una mínima distancia entre ellos. Sasuke se acercó para sellar aquella unión, pero en ese instante Menma retrocedió un par de centímetros, observandolo con una media sonrisa y un toque de malicia en su mirada azul. 

 

No le costó a Sasuke entender el juego, y apenas Menma volvió a acercarse para besarlo, volvió su rostro para que la boca de Menma chocara contra su mejilla. 

 

El corazón del menor comenzó a bombear con fuerza cuando esos labios se colaron en el cuello de su camisa abierta y fueron moviéndose pausadamente hacia la piel de su cuello. 

 

Menma dejó un tierno beso en la piel blanca y Sasuke contuvo el aliento. Los besos trazaron un lento camino de regreso a su mejilla, robándole alguna que otra respiración entrecortada. Sasuke juntó la punta de su nariz con la de Menma. Ninguno de los dos había dejado de bailar con sus cuerpos sostenidos con firmeza, anhelantes de seguir sintiendo el toque del otro. 

 

Siguieron así por varios minutos más, incluso cuando el tocadiscos había dejado de tocar.

 

Más avanzada la noche, cuando todo el restaurante estaba a oscuras y bien asegurado, la pareja bajó por la escalinata de piedra en dirección al automóvil. La temperatura había descendido considerablemente, con el cielo sobre sus cabezas tornándose nebuloso. Ni un alma transitaba la por la Avenida. 

 

— ¿Y este frío de donde salió? —refunfuñó Menma frotando sus manos— Tsk. Ayer dejé mi abrigo en tu cuarto. 

 

— ¿No trajiste una chaqueta en tu auto? 

 

Mientras caminaban, Menma envolvió la cintura de Sasuke con un brazo y lo atrajo hacia sí en busca de calor. 

 

— Sí, pero sabes que el abrigo es mi favorito. 

 

Apenas llegaron a la calle en donde estaba estacionado el auto, Menma hurgó los bolsillos de sus pantalones. Frunció el ceño. 

 

— Genial. Creo que olvidé las llaves del auto en el mesón de la cocina. 

 

— Un día vas a olvidar tu cabeza —suspiró pesadamente el azabache. 

 

Menma le dijo que se regresaba a buscar las llaves, prometiendo que no tardaría. Mientras tanto, Sasuke permaneció esperándolo junto al auto. La calle se iluminaba sólo por un farol con luz intermitente, y otras cuantas luces provenientes de las casas situadas alrededor. 

 

Zapateó con impaciencia, metiéndose las manos a los bolsillos para resguardarlas del frío. La punta de su nariz estaba roja. 

 

A medida que pasaron los minutos, Sasuke comenzó a inquietarse. 

 

¿Por qué Menma demoraba tanto? Un vistazo a su reloj le indicó que ya habían pasado al menos diez minutos. 

 

Sintió una leve punzada en el pecho. Algo le decía que en aquel mismo instante fuera a buscarlo. 

 

En cuanto dio un paso, su respiración se detuvo cuando el filo de un cuchillo se posó sobre su yugular. 

 

— ¿Vas a algún lado, niño bonito? 

 

Preguntó una voz rasposa tras su espalda. Sasuke se puso rígido, paralizado de terror ante la situación tan repentina. 

 

De algún modo logró sacar voz— ¿Quieres dinero? —Tuvo suerte que su voz no saliera del todo temblorosa. Movió su brazo para sacar su billetera, pero a su asaltante no le agradó la idea. 

 

— Muevete otra vez y te abriré el cuello aquí mismo —gruñó aumentando la presión del cuchillo contra su piel— Ahora, tu y yo vamos a dar un paseo —siseó el hombre en su oído. 

 

El corazón de Sasuke latió aterrado, y, paralizado por el miedo, su cuerpo se dejó arrastrar. 

 

— ¡Suéltalo! 

 

El feroz grito de Menma desvió la atención de su atacante, por lo que Sasuke pudo aprovechar esta distracción para darle un codazo en el pecho y zafarse de su agarre. 

 

Enseguida corrió hacia donde Menma se encontraba de pie con los labios entreabiertos y respirando agitadamente. Pudo notar que el tipo que lo atacó era muy alto y que ocultaba su rostro con una máscara hecha de vendas, dejando al descubierto un par de ojos oscuros. 

 

— Vamos a hacer una cosa, ¿de acuerdo? —La hoja del cuchillo resplandeció— Voy a llevarme a tu novio sin que tú te interpongas, y así nadie saldrá herido. 

 

Sasuke se agarró del brazo de Menma— Ve por ayuda.

 

El menor abrió los ojos sorprendido. Menma estaba loco si creía que iba a dejarlo ahí solo junto al demente que aparentemente planeaba secuestrarlo. 

 

Antes de que pudiera reaccionar, Menma se soltó de su agarre y corrió hacia el hombre que inmediatamente empuñó su cuchillo, sin embargo, antes de poder usarlo contra él, Menma logró esquivarlo y sujetarlo fuertemente de la muñeca. 

 

—¡No! ¡Espera! ¡Alguien, ayuda! —comenzó Sasuke a gritar, rogando por que alguien escuchara. 

 

Con un gruñido de esfuerzo, Menma le propinó al hombre un rodillazo en el estómago. Esto hizo que cayera sobre su espalda al suelo, tirando a Menma con él.

 

Entre golpes y arañazos, Menma y el atacante rodaron por el piso. Cuando Sasuke volvió la vista hacia ellos, notó el cuchillo tirado justo al lado de donde ambos hombres peleaban. 

 

Si corría hacia él y lo tomaba antes podría salvar a Menma. Era su única oportunidad, por lo que instintivamente se precipitó a recoger el arma. Tarde notó que aquel hombre -que retenía a Menma contra el suelo apretando su cuello- oyó sus pisadas acercándose a ellos y sacó de una de las correas atadas en su espalda una navaja. 

 

En un movimiento efímero, volteó hacia donde Sasuke estaba de cuclillas, y, extendiendo su brazo, uso la navaja para provocarle un corte en la mejilla. 

 

Sasuke gritó de dolor mientras se cubría la mitad del rostro. 

 

Dolía. Dolía mucho. 

 

Durante un instante su visión se nubló, y lo poco que pudo distinguir, fueron el ruido de muchos golpes seguidos de un gruñido de dolor. Una vez que su vista se recompuso, logró ver a Menma de pie, sosteniendo el cuchillo que segundos antes había intentado alcanzar. Menma lo arrojó con desprecio al suelo. 

 

Su atacante huyó tan rápido como una sombra, mientras se sujetaba un brazo ensangrentado.

 

Menma volteó a mirar al azabache, quién seguía arrodillado en el piso debido al ardor sordo en su mejilla. 

 

— ¿Estás bien? —preguntó lentamente. Su rostro estaba cubierto de sudor.

 

Sasuke asintió. El corte dolía mucho y lentamente la sangre comenzaba a gotear por su mejilla, pero nada tan grave que una buena curación no pudiera arreglar. Menma le sonrió con cansancio, y Sasuke sintió como el alma se le escapaba, cuando su novio apartó la mano que cubría su abdomen, desde donde sobresalía el mango de la navaja con la que había sido herido.

 

Antes de que alguna palabra pudiera salir de su boca, Menma se desplomó en el suelo.

 

Notas finales:

La parte III (que era la que sí me faltaba actualizar en el otro fic) saldrá a más tardar mañana uwU

Gracias por leer :) ñ-ñ


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