Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

My Future Omega por BlackHime13

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen a mi sino a Tadatoshi Fujimaki-sensei (=^w^=)

Notas del capitulo:

Hace tiempo que tenía ganas de escribir algo deesta temática, pero no había tenido tiempo hasta ahora ;____; Espero que os guste y nos leemos en las notas finales n.n

En definitiva, no era capaz de comprender el actuar de ese beta. ¿Por qué molestarse en intentar huir cuando estaba más que claro que no sería capaz de lograrlo?


Aunque debía de admitir que este había hecho un gran trabajo a la hora de distraer a sus perseguidores y esconderse de ellos... Claro que aquello a duras penas y se prolongó como unos 5 minutos más o menos. ¡Por favor! ¡Qué estaba tratando con alfas! ¡Con solo oler su aroma una vez ya era suficiente para poder rastrearle hasta los confines de la Tierra de ser necesario! Ciertamente, los betas no suelen tener y/o desprender un aroma distintivo como sus compañeros alfas, o como los omegas, pero no era necesario que lo hicieran.


No. Lo único que se necesitaba era un olor. Cualquier cosa servía: el del tabaco si se era fumador, el de detergente de la ropa, incluso la colonia servía. Por supuesto que este beta en particular era portador de cierto aroma que nunca en su vida sería capaz de no reconocer, no teniendo en cuenta a lo que él mismo se dedicaba: químicos. Específicamente los utilizados a la hora de elaborar metanfetamina.


Desde hacía un par de semanas que se había percatado de la presencia de un narcotraficante llevando a cabo negocios en su propio territorio... ¡Su territorio! Por descontado, mandó a sus mejores hombres a investigar el caso. No iba a premitir que un ser tan bajo hiciera lo que quisiera bajo sus narices y no darle su merecido. Toda falta cometida a su persona era merecedora de un amplio, duradero y extremadamente dolorosa tortura, hmp castigo, quería decir castigo.


A paso tranquilo siguió el rastro dejado por ese hombre hasta llegar por fin a su destino. Alzó una ceja al reconocer el establecimiento que ese inepto criminal había escogido. Una librería... chasqueó la lengua como forma de mostrar su molestia. No solo estaba situada en una de las mejores zonas de la ciudad sino que al ser todavía temprano, las 10:30 am según su reloj de pulsera, definitivamente encontraría varios clientes dentro. Clientes que podrían convertirse en potenciales rehenes. Gruñó dado que ese insecto iba armado y cuando un animal se encuentra amenazado es capaz de hacer cualquier cosa con tal de salvar su propio pellejo.


Sin perder más tiempo, se adentró al lugar e inmediatamente notó que este no era particularmente grande, pero se encontraba muy bien mantenido y resultaba simplemente acogedor. Anotó mentalmente el volver bajo otras, y mejores, circunstancias a relajarse leyendo. Solo dios, y él mismo, sabía lo mucho que necesitaba el descanso. Un momento de paz y tranquilidad solo acompañado por libros y té. Una leve sonrisa, prácticamente imperceptible, se mostró en su rostro sin que se percatara de ello. La idea le hizo tan contento que casi olvidó la razón por la cual se encontraba allí en primer lugar.


Claro está, hasta que escuchó el grito de una mujer. Al dirigir su mirada hacia el lugar de donde procedía la conmoción vio a su hombre apuntando con su arma directamente a la sien de una joven omega. La chica a duras penas y tendría 15 años, de complexión delgada y estatura baja, unos 140 cm, su olor y expresión facial denotaban con suma claridad lo aterrorizada que se sentía.


Suspiró cansado ante los actos definitivamente desesperados y, en su más sincera y humilde opinión, completamente inútiles. Como era de esperar este comenzó el típico discurso de todo criminal con rehenes en su posesión solo que no tenía mucho caso hacerlo puesto que él no era policía. Poco le importaba la vida de la mocosa, pero no debía dejar que su clara exasperación se mostrara en su expresión. No que fuese posible, por supuesto. Hacía muchos años que había perfeccionado el manejo de su expresión, tanto facial como corporal. Se podía decir que era un maestro en ese arte. Él era el mejor. Él era el rey. ¿Quién se creía esa escoria como para intentar negociar con su persona? Mucho menos extorsionarle. Nadie podía ganar al Emperador. A la perfección personificada.


A pasos tranquilos; facciones, actitud y pose relajada, con las manos en los bolsillos de su ajustado y caro traje; fue acercándose al contrario quien notando el aura dominante que desprendía su persona, comenzó a retroceder y temblar ligeramente.


Intentó duramente, algo por lo cual le daba un poco de crédito al hombre, el mantener su tono demandante y autoritario, pero su tono de voz subió una octava y delató sus verdaderos sentimientos.


Una sonrisa maliciosa se instauró en sus labios, los cuales lamió, ansioso por atraparle y comenzar con su castigo. Disfrutaría enormemente el jugar con ese pequeño y patético animal.


Fue en ese instante, donde la tensión podía palparse en el aire, que ocurrió algo inesperado e impredecible. El beta gruñó de dolor, soltando en el proceso a su rehén y al girarse ligeramente, dejó ver a un joven de cabello azul cielo, ojos de un precioso azul bebé, estatura baja (incluso más que la suya propia), piel de porcelana y complexión delgada.


Por su olor, una intoxicante fragancia a libros y vainilla, le reconoció como de género omega. Este sujetaba con su diestra un grueso libro y supo entonces que había golpeado al hombre enfrente suyo con dicho objeto. Sin dudar ni un segundo o temer por lo que le pasaría, y aquello le llamó la atención como nunca antes nadie había logrado.


- Señor cliente, si no tiene la intención de comprar o por lo menos mantener la compostura, le pido amablemente que se retire. Se encuentra perturbando a lo demás presentes. - demandó con voz y rostro impasible, pero en sus orbes brillaba la determinación y furia.


Durante los siguientes minutos, el silencio reinó en el lugar. Nadie allí dentro se movió en lo más mínimo. Fue él mismo quién, sin percatarse o poder evitarlo, estalló en carcajadas. Le importó poco que los demás clientes le miraran como si le faltaran unos cuantos tornillos, cosa que no negaba que fuese así, pero eso a nadie le importaba. Sus ojos se encontraban fijos a esos azules los cuales ahora le observaban con cierta curiosidad junto a una ceja alzada, indicando de forma clara, pero al mismo tiempo sutil, que quería una explicación por su actuar.


Observó con absoluta minuciosidad al peliazul y sonrió de forma ladeada, pero no pronunció palabra alguna. Todavía tenía un asunto pendiente y eso era prioritario en ese momento, no el interesante bibliotecario. Ya tendría tiempo para él más tarde o en un futuro próximo. Se acercó al par y sin miramientos golpeó la nuca del beta con fuerza ocasionando que este cayera al suelo de rodillas y pocos segundos después el resto de su cuerpo le siguió. Este no pudo hacer nada en su defensa pues como todavía permanecía petrificado y anonadado por el actuar del omega, fue demasiado tarde para cuando se percató de la cercanía del temible y aterrador alfa. Un solo golpe fue suficiente para hacerle perder el conocimiento.


Un mensaje enviado más tarde y su mano derecha, quien permanecía en la calle a la espera de las siguientes instrucciones de su jefe, apareció para llevarse al hombre. Dejándolo de nuevo a solas con el omega, aunque no sin antes dirigir una inquisidora mirada hacía él la cual exigía respuestas. Rodó los ojos y le hizo una seña para que se retirara. Ya luego respondería a sus preguntas, si tenía ganas claro está. Con la molestia fuera de su camino, finalmente podía centrarse en el espécimen de ser humano más interesante que haya conocido en sus muy largos 26 años de vida. Teniendo en cuenta a lo que se dedicaba si que era mucho tiempo viviendo, pensó para si mismo soltando una risita divertida.


- Al parecer, ya finalizó lo que había venido a hacer. ¿Por qué sigue aquí? - la misma voz monótona le sacó de sus pensamientos. Sonrió pues estaba claro que el contrario se sentía irritado y no quería seguir en su presencia. No le culpaba. Era evidente que tuvo mucho que ver en toda esa molesta situación, sobretodo a ojos del peliazul.


- ¿Acaso no puedo quedarme a disfrutar de este magnífico lugar? - contraatacó sin borrar la diversión de su expresión y tono de voz. Por la ceja alzada que recibió en respuesta, claramente su presencia no era muy bien recibida, pero como seguía siendo un cliente no era educado ni profesional el hacerle fuera sin más.


Por lo visto, el joven llegó a la misma conclusión que él y se dio la media vuelta al tiempo en que comenzaba a alejarse, seguro que para seguir haciendo su trabajo. Aquella acción no le gustó al alfa. ¿Acaso pretendía ignorarle? Eso no iba a permitirlo. Ese joven era el primero en interesarle de una forma genuina y no iba a dejarle escapar. No sin, al menos, ser conocedor de su nombre. Con tal solo eso ya sería capaz de investigarle en profundidad.


Sin perder ni un segundo caminó hacia el mismo sitio que el joven de cabellos azulados, encontrándolo poco después sentado cómodamente en el mostrador del lugar con un libro en sus manos y un batido, que por el olor reconoció como de sabor a vainilla (cosa que le hizo querer reír divertido, pero se contuvo de hacer), sobre la mesa en el lado derecho, dejando el centro libre por si algún cliente quería y/o necesitaba depositar algunos libros sobre este.


Le vio mover la nariz y fruncir casi imperceptiblemente el ceño, seguro que captando su aroma, y sin apartar la mirada de su pequeño objeto de entretenimiento habló.


- ¿Puedo ayudarle en algo? - el desinterés en su voz le pareció interesante, pero irritante al mismo tiempo. Lo primero por que nunca había conocido a nadie que controlara tan bien sus expresiones como si mismo, si no era eso es que el joven tendría que haber nacido de aquella forma, aunque cabía la posibilidad de que no estuviera enmascarando sus emociones sino que realmente no sentía interés hacia el alfa, cosa que se negaba a ver como posible pues su orgullo no se lo permitía. Lo segundo por lo mismo, por que nadie había sido capaz de ignorar su presencia o no prestarle atención.


Desde que tiene memoria, las miradas hacia su personas eran parte de su día a día, daba igual la intención detrás de esta: lujuria, miedo, asombro... nombra lo que quieras que sabría decirte al menos una ocasión en la cual fuese mirado de esa forma, excepto en ese momento. Nunca nadie había pasado tan olímpicamente de él y eso era totalmente inaceptable.


- Es de mala educación no mirar a la gente a la cara cuando te diriges a ella, ¿no crees? - respondió con la clara intención de molestar al contrario para que este le mirara. Un bufido es lo que recibió como respuesta, acompañado por el sonido de una hoja de papel siendo pasada.


- Y es de mala educación perturbar la tranquilidad de un establecimiento. - espetó el contrario todavía sin dirigir su vista hacia el alfa.


- Me disculparé entonces por el disturbio ocasionado hace unos momentos. Reconoceré que tuve algo de culpa, pero siendo absolutamente sincero espero que comprenda que no era mi intención el que algo de ese calibre sucediera en un lugar tan maravilloso como este. - habló lo más sincero que pudo, intentando sonar genuino en su disculpa.


- Supongo que en eso tiene razón. Nadie es perfecto después de todo. - comentó el omega y él sintió como si una flecha atravesara su orgullo, haciéndolo añicos en el proceso. Estaba seguro que el contrario no sabía lo mucho que ese comentario le había dolido. Estuvo a punto de decir algo cuando por fin los ojos del contrario se encontraron con los suyos. - Bueno, acepto la disculpa, pero si me permite ser sincero a mi también, espero que algo como lo sucedido anteriormente no vuelva a ocurrir. - pidió, aunque por el brillo en esos orbes azules, el pelirrojo comprendió que era más bien una advertencia. Una promesa de sufrimiento si desobedecía o no cumplía con los deseos ajenos. Una corriente eléctrica recorrió su cuerpo entero, un sentimiento de emoción embargándolo por completo. Olvidó la herida que las palabras del omega le causaron pues ciertamente ese joven era cada vez más y más interesante y atrayente. Había algo en su persona que le atraía como si de un imán se tratara.


- Te aseguro que no dejaré que se repita de nuevo. Tienes mi palabra. - prometió con la mano sobre el corazón al tiempo en que se inclinaba en una leve reverencia. Cuando ambas miradas se cruzaron, el omega pudo presenciar un brillo intenso en los peculiares ojos heterocromáticos que el alfa poseía, lo que le produjo escalofríos por todo el cuerpo. El aura de ese hombre era intensa, incluso de cierta forma intimidante, pero por alguna razón que no comprendía su corazón se aceleró al ser el objeto de atención del más alto.


Ese fue un detalle que no había notado anteriormente. No era usual en un alfa el tener una estatura baja, bueno más baja que la media al menos, aunque de todas formas seguía siendo varios centímetros más alto que su persona. Mientras él ostentaba 163 cm de altura, el contrario debía de ser unos 10 cm más alto. Aquello le agradó de sobremanera pues se sentía harto de que todos los alfas que había conocido hasta la fecha, le miraran desde arriba. A ver, que un poco de diferencia en sus estaturas estaba bien, pero no cuando era más de medio metro. En casos como ese se sentía como un niño de primaria siendo acompañado por su hermano mayor o , en algunos casos, hasta por su padre.


Sin embargo, con el pelirrojo solo tenía que levantar un poco el rostro y quizás ponerse ligeramente de puntillas para que sus ojos estuvieran a la misma altura. Ese pensamiento hizo que un ligero rubor cubriera sus mejillas y por lo pálido de su tez era inevitable que el contrario lo notara, quien alzó una de sus finas cejas a son de pregunta, pero al mismo tiempo pudo notar como una sonrisa ladeada se formaba en ese rostro de porcelana. Desvió la mirada y se cruzó de brazos, negándose a proporcionarle más entretenimiento al hombre en frente suyo, el cual claramente parecía estar disfrutando enormemente con su actitud.


Por suerte, o por desgracia, dependiendo de a cual de lo dos le preguntes, el móvil del pelirrojo sonó. Si hubiese sido por él, no habría respondido, pero el tono de llamada que sonaba era el que puso cuando algo era urgente y necesitaba de su persona para solucionar cual fuese que fuera el problema. Sabiendo que tenía que atender suspiró, gesto que se convirtió en un gruñido inconforme cuando el peliazul aprovechó para volver a su libro. Descolgó aguantando las ganas de mandar al diablo a la persona al otro lado.


Chasqueó la lengua enojado cuando oyó el reporte de uno de sus subordinados. Al parecer esa escoria de antes tenía ciertos contactos y tendría que regresar a la mansión para planear su siguiente movimiento. A cada palabra que salía de la boca del contrario más irritado se encontraba, y eso ocasionó que no se percatara de lo fuerte que se había vuelto su aroma hasta que por el rabillo del ojo vio al de ojos celestes removerse incómodo en su asiento, además de soltar un leve quejido ante el claramente furioso alfa delante de su persona.


Intentó controlar sus emociones, pero la otra persona seguía hablando por lo que estaba tentando a gritarle, colgar y lanzar el aparato electrónico contra la pared más cercana, lo cual no era bueno por que era la que se encontraba justo detrás del lindo omega al que quería impresionar no asustar.


Por suerte, nada de aquello sucedió dado que su nariz fue asaltada por un increíblemente relajante y encantador aroma, el cual reconoció y asoció de inmediato a dicho omega. Sus fosas nasales se llenaron de la fragancia a libros y vainilla del joven, lo que ocasionó que su cuerpo se relajara notablemente. Volvió a centrar su atención en el peliazul quien seguía sin mirarle, pero en esta ocasión su rostro había sido apoderado por un intenso tono rosado, algo que le hacía ver encantador a su humilde parecer.


Por lo visto, el adorable ojiazul estaba intentando tranquilizarle, y por lo rojo de sus mejilla y el tono avergonzado de su aroma, supo que fue algo que no había planeado hacer. Instintivamente, era la mejor palabra para definir su actuar. Pudo deducir que su parte omega había reaccionado a su alfa y por ello había intentando hacer que se sintiera mejor.


Sin poder evitarlo, y sin quererlo realmente, una leve risita divertida escapó de sus labios, callando a la otra persona quien hasta ese momento continuaba hablando a través del teléfono. Por otra parte el de menor estatura se sonrojó aún más. Sin borrar la sonrisa de su rostro dejó escapar su aroma, esta vez más suave y dulce, con la intención de agradecerle el gesto al peliazul.


El omega abrió levemente los ojos en sorpresa para a continuación relajarse en su asiento, comprendiendo que su actuar fue bien recibido y el alfa no iba a molestarse más por su culpa. Después de todo, no todos los alfas y omegas reaccionan de la misma forma ante el olor de otra persona. En ocasiones, aunque las intenciones sean buenas, las cosas podían empeorar por ello. Entre dos personas emparejadas el resultado siempre era positivo, pero entre desconocidos, e incluso amigos en muchas ocasiones, era una apuesta arriesgada.


Un alfa podría enfurecer ante el intento de un omega al cual no respeta o por el que no siente ningún interés, después de todo, este se sentiría ofendido al ver que alguien inferior quiere controlar sus emociones o influenciar su forma de comportarse. Por otra parte, un omega no reaccionará de forma violenta como un alfa haría, sino más bien se asustará o sentirá ansioso, dado que el alfa en cuestión puede no ser de su confianza y eso le hará sentir inseguro, atrapado y/o acorralado. Casi siempre, cuando sucedían ese tipo de situaciones, lo mejor era contactar con alguna persona que conozca al alfa u omega y esperar que pueda ayudar.


El peliazul se sintió realmente aliviado de haber podido ayudar al pelirrojo, incluso si su actuar había sido completamente instintivo y espontaneo. Al darse cuenta de lo que había hecho sintió pánico y vergüenza, pero en vez de lo gritos que esperaba que el más alto le dirigiera, el de ojos heterocromáticos parecía divertido y agradecido por ello a partes iguales.


Permaneció observándole mientras hablaba por el móvil, aunque no estaba particularmente interesado en lo que decía sino en su postura, gestos y aroma. La primera era más relajada, sus expresiones faciales se encontraban completamente bajo control nuevamente y su aroma se había suavizado considerablemente.


Lo segundo hizo que una chispa de curiosidad se encendiera en él. Nunca en su vida había conocido a un alfa el cual fuese capaz de mantener la compostura de semejante forma. Casi todos a quienes había conocido a lo largo de su vida eran ruidosos, altaneros y volátiles. Odiaba a la gente engreída, quienes por el mero hecho de presentar el género secundario considerado como el superior creían que ya tenían derecho a insultar u ordenar a los demás.


Ese alfa, en cambio, se notaba que confiaba en sus habilidades y se enorgullecía de ellas, pero estaba claro que era por que había trabajado en ellas. Un alfa con semejante aura y aroma es uno que se ha esforzado en su vida, quien ha llegado hasta donde está porque se lo ha ganado usando la cabeza y no solo la fuerza bruta.


Podía verlo en su postura, en su forma de hablar, incluso en el brillo de sus ojos. El pelirrojo era alguien peligroso en muchos sentidos y lo que más le asustaba era que él había comenzado a sentir cierta atracción por el alfa y, por lo que había observado hasta ese momento, el sentimiento era claramente mutuo.


Tan concentrado se encontraba entre sus propios pensamientos que no se percató cuando el más alto terminó su conversación, colgando el teléfono y guardándolo en el bolsillo derecho del traje que portaba, y ahora se encontraba mirándole fijamente con una sonrisa ladeada y hasta cierto punto orgullosa y satisfecha en su cara.


- Seijuuro. - oyó de repente lo que ocasionó que saltara en su lugar y le mirara sorprendido y sin comprender.


- ¿Disculpa? - murmuró confundido.


- Ese es mi nombre. Pensé que te interesaría saberlo, teniendo en cuenta la forma tan fija en que me mirabas hasta hace unos segundos. - respondió con cierto toque de diversión en su voz. El peliazul se sonrojó de tal forma que hasta sus orejas adquirieron un adorable tono rosado, complaciendo al alfa de sobremanera. Quien vio como el de ojos celestes intentaba formular una respuesta convincente, pero su nerviosismo le delataba. - ¿Te importaría decirme tu nombre? Es lo educado en este tipo de situaciones. - volvió a hablar.


- Se presentó por su cuenta. ¿Por qué debería de corresponder? - cuestionó en un leve susurro a la vez en que apartaba la mirada del contrario y cruzaba sus brazos sobre su pecho, en un claro gesto defensivo.


- Primero, no me trates de usted. Por lo que he observado nuestras edades no pueden diferir mucho y tanta formalidad es molesto. Segundo, como dije es lo más educado. Tercero, y más importante, es mi forma de mostrar interés y deseo de conocerte mejor. Y antes de que intentes negarlo, se que tú también sientes lo mismo o al menos una leve curiosidad por saber más sobre mi. - argumentó y supo por el suspiro que escapó de los labios color durazno del contrario que este no iba a hacerse de rogar.


- De acuerdo... pero que sepas que en el momento en el cual te pida que te marches, deberás hacerlo, ¿queda claro? - declaró con el mismo brillo de determinación que antes en sus ojos lo cual encantó al alfa aún más, quien sonrió y asintió sin decir ni una palabra más. - Mi nombre es Tetsuya. - reveló por fin y la sonrisa del más alto aumentó por ello.


- Es un placer el haberte conocido. - dijo besando el dorso de la mano ajena, sorprendiendo y sonrojando al peliazul. - Me encantaría seguir disfrutando de tu compañía, pero lamentablemente, tengo algunos asuntos que atender y los cuales no puedo aplazar. - explicó algo molesto por ello y cuando vio al contrario asentir en comprensión, asintió satisfecho. - Prometo volver a verte lo más pronto que me sea posible Tetsuya. - prometió para besar de nuevo la extremidad que seguía sosteniendo y a continuación dio media vuelta y caminó hacia la salida, desapareciendo por después de la vista celeste.


El omega permaneció allí sentado, mirando en dirección a donde el alfa había desaparecido, completamente estupefacto, pero al mismo tiempo un sentimiento de anticipación y emoción comenzó a crecer en su pecho. Su corazón latía desbocado, sus orejas y mejillas se encontraban ruborizadas a más no poder y, por último, sus manos temblaban ligeramente. Inconscientemente, llevó la mano que el contrario había besado hasta sus propios labios, rozando exactamente el mismo lugar que el más alto. Cuando se percató de su acción, gimió avergonzado y escondió su rostro entre sus manos, no pudiendo creer que con una simple acción el pelirrojo le hiciera perder la compostura y tranquilidad que le caracterizaba. Como supuso, el alfa era peligroso y estaba más que seguro que no sería capaz de escapar de semejante depredador.


FIN

Notas finales:

Había más que quería escribir, pero no me gustaba como quedaba ;_; así que he decidido dejarlo aquí.


Si algún día consigo escribir algo más que me deje satisfecha, entonces lo subiré como un segundo cap. n.n


Gracias por leerlo y me encantará saber vuestra opinión (=^w^=)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).