Elián había pasado otra noche sin dormir entre tantos "y si..." no la habían dejado pegar el ojo. Pero después de la conversación con Carvel no podía pensar en otra cosa. Ahora no sólo eran esos temores, sino también la posibilidad de que su familia la rechace, ya que algunos de los conocidos habían hecho con anterioridad comentarios ofensivos hacia los homosexuales y sus padres en más de una ocasión habían secundado esos comentarios. Por desgracia no sabía si era sólo por convivir o en realidad compartían ese tipo de pensamientos. Pero el solo pensarlo le aterraba, ahora le daba más miedo que nunca ser sincera con los demás. Incluso comenzaba a maldecir el día en que se le ocurrió meterse a la habitación de su hermano y ojear esas revistas. No, incluso si no hubiese hecho eso aquél día, de cualquier forma iba a llegar a la misma conclusión con el tiempo. Amaba la belleza de las mujeres, sus lindas curvas y sus hermosos senos. Amaba también su delicada voz y esos labios tan carnosos. Si, en realidad era muy pervertida, pero no sólo quería eso, deseaba con todo su ser protegerla, mimarla, cuidarla y que la viera como a una heroína. Si, era muy soñadora y quizá eso era lo que la lastimaba más.
Carvel por otro lado, había amanecido más fresca que nunca, quizá el hablar con una amiga la había relajado. Hacía tanto tiempo que no hablaba así con alguien, y es que su único amigo había tenido un final trágico y aún no se recuperaba de ello. Pero prometió que viviría por los dos, así que no le gustaba deprimirse.
-Hija, se te va a hacer tarde.
-¡Es verdad! Gracias madre.
Carvel toma su mochila y se despide de sus padres. Sale corriendo y ve a su amiga un poco distraída.
-¿Elián?- se acerca hasta quedar frente a su rostro.
-¡¿Qué?! ¡¿Qué pasó?!- de pronto pareció reaccionar.
-¿Te sientes bien? Te veo algo pálida. ¿Hay algo que pueda hacer por tí?
Una parte de Elián había olvidado todo cuando de pronto vió a su amiga frente a ella. Con su dulce voz, su hermosa sonrisa, aquellos labios con brillo que los hacía ver más apetecibles y sobre todo su aliento fresco pegando directamente a su rostro.
-No, perdón. Es que- sonríe tímidamente mientras rasca su nuca- soy de lento despertar, aún siento que estoy en los brazos de Morfeo.
-Vaya, pensé que te sentías mal- suspira aliviada y sonríe- me alegra que no sea el caso.
-Gracias Carvel.
El día, para fortuna de Elián, pasó con rapidez. Ahora si quería llegar a casa y dormir un poco. No soportaba desvelarse otra noche así que como pudo hizo los deberes a la velocidad de la luz y ya cuando por fin acabó se echó en su cama, cerró lentamente los ojos y... escuchó a los vecinos peleándose como ya es costumbre, gritando lo más alto que pueden para ser escuchados por los demás o al menos eso era lo que ella creía, ya que escuchaba incluso las cosas que se lanzaban. Eso quizá en otro momento la hubiera puesto de malas y la hubiese alterado, pero en serio que ya estaba más que cansada, así que se olvido de todo y finalmente se puso a dormir. Si se mataban o no hoy no era su problema.
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