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TU LUZ ME HACE BRILLAR por KeepKhanAndKlingOn

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El tiempo está loco.

 

                                              Todos sabemos que las emociones de Thor influyen en la meteorología, por algo es el dios del trueno, ¿verdad? Recordemos que, cuando está triste por ejemplo, se pone a llover como si Noé acabase de llenar su arca con dos ejemplares de cada especie animal. O que cuando está furioso por cualquier cosa, el cielo escupe rayos y centellas por doquier. A Tony le pasa algo parecido. Aquella noche diluvió sobre la ciudad de Yaghel, las calles quedaron embarradas, pero luego se despejaron las nubes y las estrellas y las dos lunas de Desmio brillaron en el cielo nocturno con un esplendor poco habitual. Los paisanos no daban crédito, se rascaban sus pelirrojas cabezas en la cama pensando en lo loco que estaba el tiempo últimamente. Por la mañana habían escuchado truenos aunque no hubo ninguna tormenta, fue algo que no duró mucho porque a Tony se le desinflamó la vena de la sien hacia el medio día.

No es que nunca hubiera disfrutado de la compañía de un hombre. Además de con su primo, Nick había compartido lecho con algún que otro saqueador y sabía muy bien lo que es tener dentro a otro tío. Pero jamás había sentido lo que sintió aquella noche en la cutre habitación del hotel-salón de Yeghel. Tony cumplió lo prometido y le hizo el amor. Fue dulce, delicado, tierno. Las caricias de las grandes manos en su erizada piel, la jugosa boca besando cada una de sus zonas con mimo, la lengua juguetona lamiendo sus partes más sensibles, una locura, una auténtica locura. El placer le llegaba en oleadas al cerebro, con cada latido de su corazón. Tony le abrazaba con pasión, se había introducido en él muy despacio, con cuidado, con amor, y se esforzó en buscar darle placer con cada rítmico embate, en cada beso, cada caricia, apretando su cuerpo contra el suyo y estrujando su sexo con ardor, haciéndole verter su semilla a cada instante, dejándole exhausto, complacido, flotando en una nube. No es que nunca hubiera disfrutado así del sexo, es que aquello no había sido sólo sexo, había sido amor.

Ahora dormía plácidamente a su lado, resollando boca arriba y haciendo pequeñas pompas con la saliva entre los labios. Literalmente Tony dormía como cuando era un bebé. Nick le miró sonriendo, pensando en lo feliz que debía sentirse su primo. Es verdad que al principio de la noche sus ojos azules habían estado inundados de tristeza, llovió a mares, pero luego el cielo se despejó y la mirada de su primo brilló tanto como las estrellas. Con suerte podrían seguir así toda la vida, juntos. Nick deseó con toda su alma que aquello no terminara jamás.

Por otro lado, a Tony se le había pasado la pena de momento. Reconocer su amor por Nick, su primo, le puso triste al principio. Significaba aceptar sus sentimientos y permitírselos, a pesar de saber que ese amor no es lícito, que no está bien acostarte con tu propia familia. Permitirse amar a Nick, perdonarse por semejante pecado y entregarse por entero a aquel amor hizo que la tristeza desapareciese para ser sustituida por una completa y total felicidad. Después de todo, ¿qué tiene de malo darse a uno mismo la oportunidad de amar y ser amado? Nick es su primo, sí, pero no del todo, solamente por parte de la abuela Frigga. Su padre y su tío Loki son medio hermanos, nada más. Tampoco es para tanto, ¿no es cierto? Y su tío lo sabía, siempre lo había sabido, desde que Tony nació. Si nunca le dijo nada, si no lo alejó de Nick y dejó que la historia entre ambos siguiera su curso natural... “Curso natural”. Tony pensó en aquellas palabras y supo que amar a su primo Nick era la cosa más natural del mundo.

Esa noche en Yeghel nuestro héroe tuvo uno de sus extraños sueños premonitorios. Se vio a sí mismo compartiendo la vida con su primo Nick, visitando a sus padres y a sus hermanos que crecían en número con los años, vagando de planeta en planeta y corriendo mil aventuras aquí y allá. Se sintió bien, completo, amado. Luego volvió a aparecer el gigante de dos cabezas con el que soñara en el mundo del desierto salado.

   - Tony, eres un tonto... - Le decía la cabeza amable. - ¿De verdad crees que va a salir bien?

La otra cabeza del gigante bufaba y echaba espumarajos por la boca, furiosa buscaba algo con lo que aplastarle como si fuese un mosquito. Aquello, la verdad, es que le perturbó.

 


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