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TU LUZ ME HACE BRILLAR por KeepKhanAndKlingOn

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Plátanos o peras.

 

                                              Para unos hombres acostumbrados a manejar el pico y la pala únicamente para extraer agfanio de la mina, fue bastante complicado aprender a usar sus herramientas como armas pero Tony no iba a rendirse. Había logrado convencer a un buen puñado de pelirrojos de que la mejor manera de deshacerse de la banda de Tunnin, y de cualquier otra banda de abusones que pudiese venir a la ciudad, era enfrentándose a ellos. Consiguió que formasen filas, que obedecieran sus órdenes y sacaran valor y agallas de alguna parte de sus hambrientas tripas. Por su honor, por el de sus mujeres, por el futuro de sus hijos, nuestro héroe les enseñó a luchar.

   - Golpear y derribar es sencillo pero, ¿cómo van a parar las balas, eh Butch? - Nick seguía poniendo pegas, después de todo lo único que él quería era irse de allí con su primo a algún planeta bonito y tranquilo donde hacer el amor como la noche anterior una y otra vez.

   - Para eso te tenemos a ti. - Respondió Tony ladeando la cabeza. - Me da lo mismo si plátanos o peras, tú sólo haz que sus pistolas no funcionen.

   - ¿Quieres que haga uno de mis trucos? - Preguntó atónito. - ¿Y qué pasa con lo de enseñarles a pescar? ¡No puedo hacer que todas las armas de Desmio se conviertan en otra cosa para siempre!

   - Ya cruzaremos ese puente cuando lleguemos a él. - Contestó de nuevo cargado de desquiciante autoconfianza.

   - A veces eres clavadito a tu padre. - Farfulló Nick poniendo los ojos en blanco.

   - ¿Te refieres a Star Lord, el celestial? - Dijo nuestro héroe con orgullo de raza única en el Universo.

   - ¡Al bobo de Thor! - Respondió llamando a su tío como suele hacer su padre, Loki.

 

           Al caer la noche, el piano del salón sonaba fuerte pero apenas había nadie más en el local, el camarero y unos cuantos ancianos jugando al mudlag, eso era todo. El resto de hombres de Yeghel aguardaban la llegada de la banda de Tunnin a la ciudad, lo más lógico es que intentaran rescatar a los suyos de la cárcel aprovechando la oscuridad. Mujeres y niños permanecían a salvo en el interior de sus casas.

Se quedó junto a un puñado de pelirrojos plantado de pie, frente a la cárcel, y al resto de sus valientes los apostó por los alrededores escondidos tras barriles, cajas, arbustos, el abrevadero de caballos y cualquier otra cosa que les pudiera ocultar a la vista. Con el sheriff no contó, estaba como una cuba medio tirado en el suelo y apoyado contra la pared de sus dependencias de alguacil, hasta arriba de egoniv y avergonzado porque sabía muy bien que no iba a hacer nada por impedir que los de Tunnin se salieran con la suya. Tony dejó a Nick en la habitación de hotel. Asomado a la ventana podría hacer su magia con las pistolas antes de que nadie disparase un solo tiro. Todo estaba dispuesto: yeghelianos armados y alerta, silencio en la calle, luz y fingido alboroto en el salón. Los forajidos no se hicieron esperar.

 


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