Bienvenidos al Nirvana.
Nada más tocar Nick la piedra, ésta les condujo de inmediato al destino que su nuevo dueño había ordenado. Para el descendiente de una Vanir tan poderosa como su abuela Frigga, manejar tanto el mágico artefacto como su interfaz, el dispositivo de Strange, resultó ser pan comido. Pronto el cegador resplandor añil se fue apagando, la espesa niebla se disipó y el tornado azul frenó paulatinamente, cesando así ambos de dar vueltas en su interior. Los dos tenían el estómago levantado y una familiar sensación de náusea que no les costó demasiado reprimir.
Al recuperar la vista tras la intensa luminosidad del artefacto, Tony se quedó perplejo con lo que veían sus ojos. Blancas y gruesas columnas de mármol blanco rodeando una enorme piscina de aguas tan azules como sus propios iris; estaba en calma y silenciosa al igual que el resto de la gigantesca estancia donde se encontraban, rodeada de tumbonas cubiertas por impolutas toallas también blancas. Amplios ventanales a su alrededor daban a un paisaje paradisíaco y tropical, con enormes árboles y frondosas plantas aquí y allá. Una grandiosa claraboya, situada sobre sus cabezas, dejaba ver el inmenso cielo despejado con un sol amarillo que lucía bañándolo todo de una cálida y apacible luz. En la pared del fondo, profusamente decorada con dibujos de flores exóticas en bellos colores, podía leerse un cartel con letras grandes y doradas, bien perfiladas, que rezaba así: “Nirvana Spa.”
- ¿Un spa? - Tony le dio un capirotazo a Nick con todas sus ganas. - ¿Nos has traído a un puñetero spa?
- ¡No uno cualquiera, idiota! - Protestó sacudiendo su melena y tentado en devolver el golpe, cosa que descartó en una fracción de segundo al considerar que las peleas con su primo nunca acababan bien para él. - Es el planeta Nirvana, el resort más lujoso de todo el Universo.
- Conque me has traído al Nirvana, ¿eh? - Bromeó retorciendo la boca en su más pícara sonrisa. - ¡Pues yo te llevaré al Valhalla!
La escena que sigue es de lo más hilarante. Imaginad a Nick corriendo alrededor de la enorme piscina, acosado por el bruto de su primo que amenazaba con darle una muerte honorable en la batalla. Ninguno de los dos se había dado cuenta, haciendo el tonto como estaban, pero en un lateral de la piscina cinco o séis nirvanitas, vestidos por entero de blanco, los observaban llevando unas coronas de flores en las manos esperando a darles la bienvenida. Tuvieron que aguardar a que terminase la persecución y esto ocurrió cuando Tony dio alcance a Nick y lo empujó al agua, riéndose después a carcajadas. Fue entonces cuando el más anciano de los nirvanitas allí presentes aprovechó para acercarse a nuestro héroe. Lo saludó con una beatífica sonrisa en su rostro regordete, juntando las palmas de las manos a la altura del corazón y haciendo media reverencia a la vez.
- La Paz sea contigo, hermano. - Habló con acento desconocido, suave y dulce como todo en él. - Y bienvenido seas a Nirvana.
- Gracias, yo... - Tony agachó la cabeza y dejó que aquel hombre rodease su trenzada cresta rubia con una corona de flores rosas y moradas. - En fin, gracias.