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TU LUZ ME HACE BRILLAR por KeepKhanAndKlingOn

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Medir los límites


 


                                    Se despertó de mal humor como últimamente cada mañana, no dormía ni una noche del tirón. Miró al otro lado de la cama, estaba vacío, intacto. ¿Dónde se habría metido Thor? No estaba allí a las dos de la madrugada, cuando se tuvo que levantar para hacer pis. Tampoco estaba a las cuatro, cuando el bebé lo sacó del sueño de una patada, ni a las seis cuando tuvo que volver a ir a mear.


Ya eran las nueve, pensó que tal vez estaría en el pleno del ayuntamiento. Se vistió, desayunó un rosinboller con mermelada y se encaminó hacia allí esperando encontrar al padre de su hijo.


La cosa estaba caliente en la casa consistorial. Todo el mundo parecía alterado, se gritaban unos a otros mientras Brunhilda intentaba hacerse oír en medio de aquel alboroto.


   - ¡Orden! - Chillaba la valquiria golpeando con su mazo de alcalde sobre la mesa. - ¡Orden!


   - ¿Dónde está el Rey? ¡Nunca aparece cuando se le necesita! - Gritó un vecino en pie, completamente indignado.


   - ¿Thor no está aquí? - Preguntó Peter desde la puerta. - Tampoco está en casa.


   - No le veo desde ayer por la tarde, cuando le comenté el problema que nos ocupa y que vamos a solucionar como buenos vecinos. - Dijo mirando con inquina al indignado que continuaba en pie.


   - ¿Qué pasa aquí? - Peter se acercó a Brunhilda para sentarse a su lado. La maniobra le costó un poco, tenía el centro de gravedad desplazado por la tripa abultada con la que cargaba, tuvo que apoyarse en el hombro de la alcaldesa para conseguirlo.


   - Aksel se queja de que Njord ha movido sus lindes un metro dentro de su propiedad. - Comentó la valquiria rodando los ojos.


   - ¡Que el Rey venga a mis tierras y vea que es cierto! - Gritó Aksel levantando su puño hacia el techo.


   - ¡Miente! - Protestó Njord apuntando a su vecino con un dedo. - Los límites de mi terreno no se han movido ni un milímetro desde que llegamos a Nuevo Asgard.


   - ¿Un metro? - Se escandalizó Peter. - ¿En serio? ¿Creéis que el padre de mi hijo no tiene otra cosa que hacer que mediar en vuestras estúpidas disputas? ¡Es el dios del trueno, por favor!


   - Debería estar aquí, sus súbditos necesitan de su guía. - Renegó Brunhilda.


Peter se puso en pie, no sin cierta dificultad, y miró a los presentes con furia. Especialmente a Brunhilda, a quien se dirigió.


   - Tú eres la alcaldesa de este pueblo. - Le recordó con enfado. - ¡Ve a medir esas lindes y arregla el problema! Thor no es vuestro rey... ¡Renunció! De hecho ni siquiera tendría que estar aquí, en esta aldea minúscula... ¡Es un Vengador, un Guardián de la Galaxia! Tiene cosas más importantes de las que ocuparse que de tontas disputas entre vecinos.


   - Pero vive aquí, ¿no? - Brunhilda no se daba por vencida.


   - Solamente porque vamos a ser padres. El espacio no es lugar para traer al mundo a un hijo. - Argumentó Peter llevándose la mano al vientre, tantos gritos habían soliviantado a su bebé y acababa de sentir una patada. ¿O había sido un puñetazo? - Pero si seguís así nos mudaremos a Nueva York y no volveréis a verle el pelo. ¿Entendido?


   - ¿Es una amenaza? - Dijo la valquiria poniéndose también de pie y apoyando los puños sobre la mesa.


   - Una advertencia. Sí. Nada de molestar a Thor con vuestras chorradas. Como alcaldesa te ocupas tú y a mi... - Iba a decir cosita pero se mordió la lengua. - ¡Al padre de mi bebé lo dejáis en paz!


Casi tira la silla con su tripa cuando se marchó. Todos volvieron la cabeza para verle caminar como un pato furioso por el pasillo hacia la puerta. Peter se giró un momento antes de salir, los ciudadanos de Asgard no le aguantaron la mirada. Brunhilda golpeó con su mazo de madera la mesa y se puso manos a la obra.


   - Tiene razón. Haré mi trabajo. - Murmuró. - Aksel, Njord... vayamos a medir esos límites.


 


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