En ascuas
Había estado por un buen rato ocupado en su entrepierna, jugando con la lengua a entrar y salir, besando la zona, humedeciéndola. Peter se deshacía de gusto hundiendo sus dedos en la melena del dios, sintiéndose flotar por encima de la cama y el camarote, por encima de la nave, como si surcara ingrávido el espacio exterior. Y deseó tenerlo dentro, lo anheló casi con desesperación. Empujó a Thor a un lado y se deslizó como una serpiente sobre su vientre, besándolo y mordisqueando el camino hacia la ingle. Le separó las piernas, vio la marca de nacimiento en la cara interna de su muslo y se sonrió. Tenía exactamente la forma de una jarra de cerveza, era cierto. Peter agachó la cabeza y devoró su sexo hasta volverlo firme, turgente, hinchado y expectante, luego se sentó sobre él a horcajadas y le cabalgó como un experto jinete. A Thor aquello le hizo gritar su nombre.
- ¡Peter! - La voz del dios era grave, profunda y desgarrada. - ¡Oh, mi amor!
Se las arregló para darle la vuelta a la postura, Thor tenía unas terribles ganas de empujar, no podía quedarse allí tendido sin hacer nada más. Peter le sentía dentro y cubriendo todo su cuerpo a la vez, con una calidez y una pasión arrebatadoras. Jadeaban, gruñían, gemían a la par, respirando cada vez de forma más acelerada a un ritmo casi frenético, in crescendo, hasta alcanzar el éxtasis en un segundo eterno, infinito.
- ¡Aaaah cosita! - Exclamó casi sin aliento, estremeciéndose de placer y apretando los muslos para encerrar sus caderas. - Mi cosita preciosa...
- Peter, mi vida... - Musitó desfalleciendo sobre su pecho, abandonado a su abrazo, sin fuerzas ya. - Te quiero.
- Y yo a ti, cosita mía. - Respondió cerrando los ojos y acariciando su melena rubia.
Puede que anduviera en lo cierto, tal vez aquello era suficiente por ahora, pero Thor sabía que tendría que tomar cartas en el asunto más temprano que tarde. Strange había recomendado “vida normal” y la vida de un Guardián de la Galaxia dista mucho de la normalidad. Prohibir a Peter que tomara parte en las batallas venideras, obligarlo a quedarse en la Milano mientras los demás combatían, sería algo imposible. Tenía que alejarlo de allí, convencerlo para dejar el servicio activo al menos por un tiempo, hasta que su bebé naciera sano y salvo. Luego ya verían qué hacer, lo decidirían juntos como padres de su futuro hijo... o hija. Thor volvió a morderse el labio, no saber si lo que venía sería hembra o varón le tenía en ascuas. Peter debió darse cuenta de aquel gesto.
- ¿En qué estás pensando, cosita? - Le preguntó con tono burlón. - ¿Te ha gustado el paseo que me he dado encima de ti?
- Me agrada todo lo que me haces, mi amor. - Sonrió con ternura.
- Y a mí lo que tú me das. - Murmuró tironeándole del pelo. - ¿Vas a dejarte melena? No es muy masculino, ¿sabes?
- Siempre lo he tenido largo. - Respondió orgulloso pasándose la mano por la cabellera.
- Lo llevabas corto cuando te conocí. - Le recordó Peter. - Te quedaba muy bien.
- ¿Te enamoraste de mí a primera vista? - Quill puso cara de no saber qué contestar, la boca y los ojos abiertos con sorpresa. Thor soltó una carcajada. - Un viejo chiflado me lo cortó contra mi voluntad, yo no quería.
- Sólo digo que estabas muy guapo. - Peter hundió la cabeza en el cuello de Thor, acurrucándose junto a él para dormir. - Buenas noches, cosita mía.
- Buenas noches, mi amor. - Susurró con voz queda, acariciando la espalda de Peter mientras poco a poco caían juntos en el sueño.