Nueve meses después del milagroso embarazo de Quill la situación empieza a ponerse tensa, su barriga parece un balón a punto de explotar y Thor se pregunta si llegarán todos a tiempo para el tan esperado...
Acontecimiento
Repasaba las páginas una y otra vez por si se le había escapado algo, no podía saber qué iba a ocurrir exactamente. ¿Sentiría contracciones? ¿Tendría la necesidad de empujar? Y, lo más desconcertante... ¿cómo diablos iban a medir la dilatación? Todo aquello hizo girar la cabeza de Peter a la velocidad de la luz. Tenía tantas dudas, tanto miedo a lo que se avecinaba, que cerró el libro para padres principiantes de golpe y lo lanzó lejos como si fuera un objeto maldito.
- ¿Estás bien, mi amor? - Thor se asomó al dormitorio al escuchar el ruido. - ¿Es mi bebé?
- ¡Ah, cállate! - Gruñó Quill malhumorado. - ¿Dónde está mi desayuno?
- Te lo traigo en un minuto. - Le dijo con una sonrisa.
Su vientre estaba muy abultado, tanto que no podía verse los pies. Las cosas más sencillas, como ir a mear por la mañana, se habían vuelto ridículamente difíciles e incómodas. Peter al final optó por sentarse en la taza del váter, su puntería no era muy buena últimamente.
- Café, un rosinboller tostado con crema agria y salmón ahumado... - Thor entraba a la alcoba con la bandeja en las manos, anunciando el menú que había estado preparando con todo su cariño en la cocina. - Justo como te gusta... ¿Peter?
- ¡Estoy en el baño! - Contestó en un grito. - Deja eso en la mesita, ahora voy.
Lavándose las manos se miró durante un buen rato al espejo. Su cara era distinta, algo hinchada y redonda, lo que daba un aire más dulce a sus facciones. La piel estaba suave, tersa. Se pasó las yemas de los dedos por los pómulos y tuvo la sensación de estar tocando seda. Igual todos tenían razón y el embarazo le hacía parecer más guapo. Bajó la vista y se fijó en su enorme tripa, el ombligo había desaparecido casi por completo y tenía la graciosa apariencia de un botoncito. Peter lo pulsó y se echó a reír.
- Tengo un mensaje de Banner. - Decía Thor desde la habitación contigua echando un vistazo a su teléfono. - Los chicos están de camino en la Milano, no tardarán en llegar a la Tierra. Pregunta si se alojarán en el Cuartel General...
- ¿Dónde si no? - Peter salió del baño y se lanzó a por su rosinboller, dándole un buen mordisco siguió hablando con la boca llena. - Aquí no hay espacio y, de todos modos, Stephen me hará la cesárea allí la semana que viene. Dijo que ya lo tenía todo dispuesto.
- Tu hermano viene con ellos. - Thor ayudó a su amorcito a acomodarse en la cama para desayunar, llevaba meses dándole el brazo para sentarse y empujando su trasero cuando quería levantarse.
- ¿Kraglin? - Preguntó con un poco de sorpresa. - Ya, no querrá perderse el “acontecimiento”. - Remató haciendo el gesto de las comillas con los dedos en un tono bastante cínico y burlón.
- Lo dices como si fuese algo malo. ¿No te hace ilusión que venga? Todos estarán allí, incluso Loki prometió venir... - Esto último lo dijo en un susurro, temía que a su hermano no le fuera posible escapar de Helheim.
- Ilusión... - Refunfuñó Peter. - ¿Que me rajen el vientre? Sí, claro, me muero de ganas... ¡Literalmente!
- No hables así, no vas a morirte. - Thor intentó calmarlo, sentándose a su lado y acariciándole la espalda. - Strange asegura que todo irá bien.
No dijo nada, se limitó a darle otro mordisco a su rosinboller de crema agria y salmón con la mirada perdida y el ceño fruncido. Dejó que Thor le diera un masaje en los hombros mientras se imaginaba a sí mismo inconsciente, con la barriga abierta, postrado sobre la mesa de quirófano del Doctor Strange en el Cuartel General de los Vengadores. Sintió un escalofrío recorrer su espalda, estaba aterrado.