Estar a la altura
Entre tanto, en el espacio exterior, a unos pocos cientos de pársecs de distancia...
- Estaremos ahí en unas horas, vamos a necesitar provisiones. - La voz de Drax informando a Tierra de la llegada de la Milano, sonaba a través de la radio subespacial. - Fruta fresca, carne enlatada, arenques ahumados...
- ¡Yo soy Groot! - Al árbol no se le iban a olvidar las patatas fritas.
- Hay un supermercado cerca. - Dijo Spiderman al micrófono desde el Cuartel General de los Vengadores. - Y si no tienen lo que os hace falta, siempre podéis comprar por internet.
- ¿Internet? ¿Qué es eso? - Preguntó Rocket a gritos desde su asiento de piloto.
- Tíos, tenéis mucho que aprender. - Rió Parker a carcajadas por la radio.
- Yo soy Groot. - Insistió el árbol con nerviosismo.
- Que sí... - Le tranquilizó Mantis. - Compraremos toneladas de patatas fritas con ese internet que dice Peter Parker. ¿Aceptan unidades como moneda?
- ¿Cómo se encuentra Quill? - Preguntó Kraglin con impaciencia, acercándose al comunicador de la nave. - Debe estar ya...
- Histérico. - Murmuró Parker como si no quisiera que alguien le escuchara. - Thor no se aparta de su lado, a pesar de los desplantes y los gritos. ¡La paciencia que tiene ese tío para ser un dios!
- Está cagado de miedo. - Se burló Rocket de su amigo Quill con unas risas. - Os lo dije, eso de que Strange le abra las tripas le tendrá de cabeza.
- ¿Abrirá sus tripas o su cabeza? - Preguntó Mantis algo confusa.
- ¿En serio? - El mapache se giró a mirarla con la boca abierta.
- Mujer, Strange le rajará el vientre para que así el bebé asome la cabeza. - Explicó Drax a su despistada amiga.
- Tíos, me parto de risa con vosotros pero tengo que dejaros. - Se despedía Parker desde la Tierra. - Acaba de llegar la señora Stark, nos vemos más tarde. - Añadió antes de cortar la comunicación.
La Milano entraba ya al brazo de Orión, donde se encuentra nuestro sistema solar en la Vía Láctea, en un par de horas tomarían tierra. Las cosas se habían puesto intensas en el Cuartel General de los Vengadores, el doctor Strange se disponía a practicar una cesárea de urgencia a su paciente.
- ¿Está todo listo en quirófano? - Stephen llegaba a toda prisa por el pasillo vestido con un pijama quirúrgico de color verde.
Thor y May Parker, la tía de Spiderman, venían detrás empujando la camilla con un Quill medio dormido, debido al efecto de la anestesia que el doctor le acababa de poner.
- Banner, colócate bien la mascarilla, está al revés. - Siguió Strange. - Señora Parker, gracias por ser mi enfermera, considerando las circunstancias es usted lo mejor que tenemos.
- Oh, de nada... es decir, gracias a ti, Strange. ¡No podía perderme esto! - Exclamó ajustándose el gorro de papel para recoger su preciosa melena castaña. - Cuando Peter me contó que había un Guardián de la Galaxia embarazado... ¡La leche! Yo... sólo espero estar a la altura. Normalmente trabajo en urgencias, no en quirófano.
- Usted siga mis instrucciones y todo irá bien. - Dijo Stephen poniéndose algo colorado por debajo de la mascarilla, la famosa tía May le estaba resultando tremendamente atractiva.
El cirujano se tomó un momento delante de las puertas del quirófano y dirigió una seria mirada a todos los presentes. Loki descansaba medio tumbado en uno de los sillones de la sala y no aparentaba estar preocupado más que por su propio cabello, examinando las puntas con cuidadosa atención, pero los demás... Peter Parker, Happy, Morgan y Pepper Potts, parecían estar a punto de morderse las uñas.
- Parker, cuando lleguen los Guardianes no quiero que el mapache ni el árbol se acerquen aquí, a saber qué clase de virus y bacterias tienen esas criaturas. - El joven Spiderman sonrió. - Thor, ¿te has esterilizado correctamente?
El dios asintió, tenía la boca demasiado seca como para decir nada. Quill sacó una mano de la camilla para agarrar la de su cosita, ambos parecían estar temblando.
- Tranquilos, conservad la calma. - Strange abrió las puertas de la sala de operaciones empujando con el culo. - Todo va a ir bien.
- Stephen, confiamos en ti. - A Thor le había costado articular palabra, sonreía tenso como un palo, intentando transmitir seguridad a su preocupado amorcito de cuya mano no se soltaba. - Jeg elsker deg, min kjærlighet. *(te quiero, mi amor) – Le dijo acariciando su mejilla con la que le quedaba libre.
- Og jeg til deg, lille ting. *(y yo a ti, cosita) – Susurró Peter que en los últimos meses había tenido tiempo de aprender algo de noruego.
- Caballeros... - Strange sostuvo las puertas metálicas mientras entraban. - Señora... ¡Vamos allá!