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TU LUZ ME HACE BRILLAR por KeepKhanAndKlingOn

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Buenas noches, Lyse.


 


                                                     No era muy normal que Thor le temiese a algo. Se había enfrentado a tantas cosas a lo largo de su vida que, a ojos de su hijo Tony, era un ser todopoderoso y valiente, sin duda el más bravo guerrero de Asgard. ¡Pero si había sobrevivido al mismísimo Ragnarök, joder! ¿Cómo es que la piedra de Buri le provocaba aquel miedo? Pues porque Thor Odinson no era ningún tonto, por mucho que le gustase hacer tonterías de vez en cuando. Como ahora, jugando con Lyse al caballito delante de la chimenea, haciéndole cosquillas e intentando cansarla lo suficiente para que se fuese a la cama sin protestar.


   - ¿Y tú dónde vas a dormir, Tony? - Preguntó su hermanita sucumbiendo a la bromas de su padre, con esa risa suya que era un cascabel.


   - En la habitación de invitados. - Respondió Peter por su hijo. - He cambiado las sábanas mientras devorabas la pizza, espero que no te siente mal después de más de un mes sin comer.


   - Estoy bien, mami. ¿La habitación de invitados? - Dudó nuestro héroe, no recordaba que la cabaña tuviese una aunque no le extrañó demasiado.


   - Sí, total hace una semana que Loki no viene por aquí, podrás usarla el tiempo que necesites. - Contestó su madre.


   - Claro, el tío Loki. - Tony entornó los ojos por un momento. Cuando era pequeño su tío iba de vez en cuando a hacerles una visita y se quedaba a dormir en su habitación. Su madre debía referirse a ese cuarto. - Y dime, ¿el tío Loki se marchó después de ayudarme a nacer?


   - Yo lo traje para que me ayudase a nacer a mí. - Intervino Lyse dándose importancia. - En el futuro le sacaré de Helheim.


   - Lo sé, te acompañé hasta allí aunque yo no pude entrar. - Le susurró Tony a su hermana.


   - ¡Ah, no! - Thor se echó a Lyse a la espalda y empezó a subir las escaleras. - Nada de revelaciones del porvenir. Será mejor que te acueste, princesa. Es muy tarde.


   - Tu padre tiene razón, Tony. Más vale que no nos cuentes nada. - Peter sonrió con dulzura a su hijo. - Di buenas noches, Lyse.


   - ¡Buenas noches Lyse! - Bromeó la pequeña cabeza abajo, su padre la llevaba así a la cama, colgada como un fardo.


   - Está bien, no diré una palabra más. - Prometió Tony sabiendo que le iba a ser muy difícil cumplirlo. - Mami, estoy muerto de cansancio. ¿Me arropas y me das mi beso de buenas noches, como cuando era un niño?


   - ¡Acuéstate tú solito, grandullón! - Bromeó Peter tomando al bebé de la cuna para subirlo al dormitorio. - Yo ya tengo a mi niño, justo aquí.


Tony puso su sonrisa más retorcida, contrariado por el poco caso que le hacía su madre, y se acercó a él para besarle en la mejilla y darle las buenas noches. Entonces ocurrió algo extraño, sintió un cosquilleo eléctrico que le erizó los pelillos de su rubia barba, una cosa así como energía estática pero un poco más potente.


Era el bebé, él mismo, que había alargado una mano para rozar la suya. El Tony del presente tocando al Tony del futuro, la descarga que se produjo acabaría trayendo una visita inesperada unas horas más tarde.


Nuestro héroe guardó su mágico artefacto en una caja de galletas vacía que escondió debajo de la cama de invitados. La habitación estaba en penumbra, repleta de recuerdos de su infancia pues, unos cuantos meses más tarde, cuando Peter decidiera que era hora de abandonar la cuna, ése sería su propio cuarto.


Cerró los ojos y por su nariz entraron los aromas de la niñez: el abeto en el jardín bajo la ventana, la lavanda con la que mami perfumaba las sábanas, el humo de la crepitante chimenea encendida en el salón. A sus oídos llegó también el inconfundible rumor del viento meciendo las hojas del árbol que, con sus ramas, golpeaba suavemente el cristal. Suspiró profundamente y sonrió feliz, no hay nada como volver a casa.


 


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