Cría fama y échate a dormir.
Al llegar a la cabaña vieron que había luz en la ventana del dormitorio de sus padres, el pequeño Tony ya debía haber despertado exigiendo a gritos su primer biberón del día, nuestro héroe ladeó la cabeza con algo parecido a la nostalgia. De repente su hermana Lyse abrió la puerta y se abrazó a las piernas de su tío Loki, exultante de felicidad porque hubiera vuelto.
- Ven, tío. - Dijo tomándolo de la mano y llevándolo al salón. - He aprendido un par de trucos nuevos con el Doctor Strange que quiero enseñarte.
Tony se echó a reír. Su hermana mayor, siempre tan dedicada a la magia, no perdía ni un valioso segundo de los que pasaba junto a su tío el cambiaformas, el príncipe del engaño, el dios de las mentiras. ¿Porqué le llamarían de ese modo? Su querido tío Loki, quien le ayudó a nacer a él y a todos sus hermanos y hermanas, jamás, nunca jamás le había mentido. No, él siempre estaba ahí cuando necesitaba su ayuda o su consejo, aportando todo su poder y su sabiduría al bienestar de la familia. Pero ya se sabe, “cría fama y échate a dormir”. Es cierto que su tío usaba sus artes para manipular a todo el mundo y conseguir sus propósitos cualesquiera que fueran. En el pasado, cuando Asgard aún era parte de los nueve reinos, se ganó a pulso todos esos nombres. Sin embargo para Tony, su tío Loki era alguien en quien se podía confiar.
- ¡Hermano! - Thor había bajado las escaleras a toda velocidad para saltar sobre Loki y apresarlo en un fuerte abrazo. - ¿Has visto a Tony, el del futuro? ¡Menudo hombretón está hecho! ¿No crees? ¡Es todo un guerrero!
- ¡Suéltame si no quieres que desaparezca ahora mismo! ¿Serás, idiota? Me arrugas el traje. - Le reprendió tratando de liberarse de los enormes bíceps de su hermano.
- Cosita, déjale en paz. - Dijo Peter sentando al bebé en una trona de madera de roble que tenían junto al sofá. - ¿Todo bien, Loki?
- Todo bien, cuñado. - Respondió el dios libre al fin del bobo de Thor, acercándose a Peter para darle un beso en la mejilla. - Tony y yo hemos estado charlando un buen rato.
- Aún no sabemos qué está haciendo aquí. - Intervino Thor echando un vistazo a su hijo adulto y girando la cabeza para mirar luego al bebé. - ¿Tiene algo que ver con él?
- No papá, Tony solamente quería ir a casa y se ha pasado de largo unos cuantos años. - Lyse parecía tener claro que la visita de su hermano adulto no obedecía a ningún propósito en especial.
- Hermanita, no sé si eres maga o adivina. - Bromeó nuestro héroe enredando los rubios rizos de Lyse con una caricia de su mano. - Pero estás en lo cierto: yo sólo quería... ¡Qué demonios! ¡Quiero volver a casa!
Loki le lanzó una mirada de ánimo señalando la puerta de la habitación de invitados con un sutil gesto de su cabeza. Tony se escabulló hasta allí y se lanzó al suelo, bajo la cama, estirando el brazo para alcanzar la caja de galletas. En el salón sus padres hablaban con el tío Loki sobre los misteriosos poderes del artefacto y éste, sabiéndose nombrado, empezó a brillar de nuevo. Lyse practicaba su magia haciendo aparecer y desaparecer un juguete para delicia y disgusto del bebé, que reía o renegaba según se diera el caso. La risa de cascabel de su hermana mayor fue lo último que Tony escuchó antes de desvanecerse por completo. La piedra de Buri estaba funcionando, transportándolo a otro lugar, otro momento, siguiendo el dictado de los anhelos más profundos de su corazón.