Sonrisitas silenciosas
Tardarían más de tres días en llegar a la Tierra. Thor envió un mensaje al cuartel de los Vengadores avisándoles de su visita y otro a Strange en el que le rogó máxima discreción sobre el delicado asunto del embarazo de Peter, no quería que se corriera la voz, su novio ya se sentía suficientemente incómodo.
- No puede ser, ya verás. - Peter seguía anclado en la negación, paseando nervioso por su pequeño camarote. - Seguro que no es nada, Mantis se equivoca.
- Sabes bien que eso no es posible. - Thor ya había sido testigo de las habilidades de su amiga con antenas.
- ¿Que se equivoque o que yo esté preñado? - Preguntó subrayando que para él lo segundo sí que era imposible.
- Tranquilízate, ven... - Le dijo desde la cama. - Túmbate un rato y descansa, mi amor.
- No estoy cansado. ¡No me pasa nada! - Le gritó de malas maneras.
- Dejemos que sea el doctor Strange el que lo diga, ¿vale? - Intentó persuadirlo.
- No quiero ir a la Tierra. No me gusta. - Protestó cruzando los brazos como un niño pequeño.
- Pero si naciste allí. - Thor se encogió de hombros.
- No quiero ir y punto. Demasiados malos recuerdos. - Terminó con un puchero.
- Peter... ven, túmbate un ratito conmigo. Por favor... - Le dijo con suavidad tendiéndole la mano.
Le hablaba con toda la paciencia del mundo, sabía que en su estado no debía alterarse, o al menos eso es lo que se suele decir de las embarazadas. Thor también estaba preocupado pero lo único que podía hacer era cuidar de Peter. Le cuidaría, sí. Sabía que Mantis no se equivocaba y que una nueva vida se estaba gestando en el vientre de su amado. Peter, el medio celestial al que había entregado su corazón y su alma, iba a ser la madre de su hijo. O hija. Thor se entretuvo en imaginar nombres para niño y para niña mientras retenía entre sus brazos el tenso cuerpo de Peter sobre la cama. Soñó despierto con preciosos bebés rubios de ojos azules y luego, por un instante, pensó en los oscuros cabellos de Loki hasta que recordó que él era adoptado. ¿O no lo era? Siempre tuvo esa duda. Sus padres demostraron con el tiempo que les habían escondido muchos secretos... Hela, sin ir más lejos. Thor sólo era un niño cuando su padre trajo a Loki a palacio. Les dijo a todos que era el hijo del rey de Jotunheim, el gigante al que había derrotado, y sin embargo el tamaño del niño se ajustaba más al de un asgardiano que a otra especie. Odín nunca mencionó nada acerca de la madre de Loki y Thor recordaba que, meses antes, Frigga había estado fuera de Asgard por una temporada, y que a su regreso estuvo triste y solitaria hasta que Odín le dejó a Loki en los brazos y le pidió que lo criase como había hecho con Thor. ¿Eran entonces medio hermanos? ¿Por eso Loki tenía los poderes mágicos de una Vanir, heredados directamente de su madre? ¿La madre de ambos? Era una posibilidad, así que tal vez su hijo o hija heredase sus cabellos oscuros. Thor sonrió al imaginarlo, pelo negro y ojos azules porque Peter también los tenía así, de un precioso azul cielo que, en ese preciso momento, no dejaban de mirarle con cierta inquietud.
- ¿Se puede saber en qué narices estás pensando? - Preguntó Peter molesto por tanta sonrisita silenciosa del dios.
- Tendremos unos hijos guapísimos, mi amor. - Le dijo besándolo en los labios, no quiso arriesgarse a una mala respuesta.