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Un no tan inocente, juego de póker. por PinkuBurakku

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Notas del fanfic:

Los personajes le pertenecen a Sir Arthur Conan Doyle y a BBC; yo solo los uso sin animo de lucro para mis locas historias. 

Notas del capitulo:

¡Hola! Renaciendo de las cenizas aqui su servidora PK, esta vez con una pareja diferente para mi colección. One-shot inspirado en una imagen de la parejita jugando cartas que encontre vagando por las redes. Espero les guste. 

 

¿Cómo había terminado en este posición?

 

La cartas tiemblan en mis manos sudadas sintiendo la temperatura del cuerpo subir, sin algo más para cubrirme que la ropa interior y por desgracia, esta también me era demandada por el arrogante genio frente a mí mostrando una baraja de ases sobre una de sus grandes manos. Bufé con todos los colores subiéndome por el rostro y maldije lo estúpido que fui, era obvio que no podría competir contra el gran genio, Sherlock Holmes. Apenado e irritado a partes iguales por haber perdido el juego, me levanto con todo el orgullo que aún me quedaba tirando las cartas sobre la mesa; tomo una gran bocanada de aire al tirar de la única prenda que llevo encima, la cual se desliza por las piernas y una vez en los tobillo, la pateo deshaciéndome de esta quedando totalmente desnudo ante los ojos analíticos de Sherlock, los cuales me recorren sin pudor alguno. 

- Soy un hombre de palabra - Por poco grito tosco, echando a andar hacia la habitación que me pertenece. Que accediera al estúpido juego, no significa que me quede desnudo en medio de la cocina con los ojos de Sherlock devorándome. 

- John, juguemos una última partida… Si ganas, prometo quitarme toda la ropa que llevo encima - Su voz suena afectada, con una ronquera estúpidamente atrayente incluso; pero su sonrisa arrogante no desaparece de los labios. 

Bufé bajo en el marco de la cocina, donde había me había detenido al escuchar su voz. La parte racional de mí cabeza tira de la poca conciencia que aun porto como un ser consciente, miro la habitación a un palmo de distancia, recalibro la decisión, después de todo aún no podía vestirme. Sin embargo la parte competitiva y mis ansias de devolverle la humillación a Sherlock juegan para mí equipo esta vez, o más bien, para el de Sherlock y fácilmente acepto una última partida, después de todo, si no ganaba, simplemente me iría. Qué ingenuo fui. Una y otra vez, el genio me hace bailar entre sus dedos, sin soltarme por mero capricho. De ser un psiquiatra, ya lo hubiera diagnosticado al cabrón. Pretender igualar su inteligencia, solo me hace ser aún mas ingenuo. 

Quince minutos después, una nueva baraja perfecta aparece en las manos del genio que con una sonrisa de superioridad muestra qué otra vez, me ha ganado. Ahora sí qué estaba cabreado, se suponía que iba a ser un juego fácil de póker, unas pocas apuestas y salir con mi dignidad intacta ¡Por favor! el póker era el juego favorito de los soldados en el ejército y al ser parte de ellos me jactaba de una dominación excepcional para el juego, aunque por lo visto, no era tan grande como la de Sherlock. Un maldito nerd que ni siquiera se levanta del sofá en días muerto de aburrimiento, nunca lo había visto con una baraja entre los dedos. Furioso conmigo mismo, me levanto aún desnudo, sintiendo el cuerpo encogerse por el frío londinense, ignoro la piel erizarse vulgarmente. Casi como un gato, quizás era la rabia. Siento el cuerpo de Sherlock ponerse de pie, arrastrando la silla a su paso. Avanzo sin querer encararlo, pero el pelinegro es más veloz y corta el camino de huida hacia mí habitación. 

-¿Qué haces Sherlock?... Ya ganaste... No pienso jugar una nueva partida contigo- Declaro cruzándome de brazos, el genio como supuse solo me ignora con la vista fija en mi. Encojo el cuello ante la oscurecida mirada y el vestigio de burla. 

- No te puedes ir, aún tienes qué pagar tu parte del trato… ¡Gane! - Su maldita sonrisa aparece nuevamente, y yo quiero romperle los dientes, me tienta demasiado, incluso empuño los dedos en mis costados. No caería en su juego de avergonzarme, no taparía pudorosamente mis partes al aire libre; aunque la tentación esta implica detrás de la dermis, intoxicando mi sistema avergonzado. Me deshago de la idea de romperle los dientes, sí sólo no fueran tan perfectos. 

- ¿De qué hablas Sherlock?,  aquí él único que apostó algo fuiste tu - Contraataque sin entender su palabrería sin sentido y pretenciosa. El genio da un par de pasos hacia mi, retrocedo los mismos desviando la mirada. Maldigo su fisionomía mucho mas grande, en un par de pasos me sostiene, ajustando los dedos en mi cadera. 

- ¿No escuchaste todo el trato?... Si ganabas yo me desnudaría, Sí yo lo hacía podía hacer contigo lo que quisiese …- Habló confiado, con tal convicción de quien siempre tiene la razón; de quien dice absolutamente toda la verdad. Su cuerpo esta por completo en contacto con el mío, negué irritado, esa parte del trato no la había mencionado, de ser así no hubiese aceptado esta locura. No soy tan estúpido -... Quizás esa parte la dije sólo en mí cabeza- Termina con su discursito, deduciendo hábilmente mi confusión. 

- ¿Tu crees, Sherlock? - Pregunto con ironía, intentando poner espacio entre ambos, empujando con fuerza su cuerpo fundido al mío; su cercanía era peligrosa para mí; mire sus labios, malditos labios provocadores que no me atrevo a romper para hacerlo callar. Cada una de sus palabras, era un nuevo tormento personal. 

- No importa de todos modos …- Si Sherlock pudiera albergar malicia en su cuerpo, sin duda seria la vivida mueca que componen sus facciones, con mucha mas fuerza lo empujo, apenas nos separamos unos milímetros, comienzo a frustrarme en verdad. Es delgado, tiene mucha fuerza para ser tan delgado, debe ser la estatura sin duda -... Eres un hombre de palabra John - Me recuerda mis propias palabras, utilizando estas a su favor, sonriendo de lado. Subo la mirada rápidamente por su rostro, serpenteando la perfecta sonrisa, directo a sus ojos. 

- No es justo Sherlock nunca di mi palabra en primer lugar …- Intento, aunque se desde ya que negociar con Sherlock es imposible, su forma de desviar las palabras y convertirlas en armas propias, siempre me tiene dos pasos detrás de su intelecto -... Siempre estoy en desventaja contigo, incluso ahora, estoy completamente desnudo y tú totalmente vestido - Reprocho queriendo hacerlo entrar en razón y poder escaparme; por un segundo tengo esperanzas cuando suelta mi cadera, sus dedos quedan impresos en la piel.

Canto victoria demasiado rápido, al intentar separarme, volví a sus hábiles dedos. Sherlock apenas se aleja de mis dedos, separándose unos escasos centímetros de mí cuerpo, siempre manteniéndome bajo su firme agarre, aunque esto signifique hacer malabares y divertidos movimientos para desnudarse; con maestría quita su ropa en un par de movimientos furiosos, desgarrando casi la tela haciendo que esta ceda a los tropezones, formando una pequeña montaña en el suelo de la cocina; su cuerpo queda por completo desnudo ante mis ojos. La piel blanquecina queda bajo la luz de la cocina reflejando sus bien formados músculos, perfectamente perfilados, delgados y firmes. Tuve que girar nuevamente el rostro, el color rojizo escala por todo mi rostro hasta llegar incluso a las orejas y cuello, maldito Sherlock. 

- Pensaba desvestirme de todos modos - Habló burlón, sin pena alguna; incluso parece encantado con la idea. Su cuerpo se acerca nuevamente, esta vez no solo su mano se toca, la fría piel choca directamente con la caliente y roja masa que se ha formado la mía. Parezco un bombillo navideño; salto ligeramente por la diferencias de temperaturas. 

Mi cuerpo es tironeado a su antojo, obligándome a andar cuando empieza a avanzar, cuando puedo darme cuenta de sus intenciones mi espalda baja da contra el filo de la mesa de la cocina, justo donde antes había tenido lugar la espantosa batalla de póker. El genio loco que me sostiene, tira todo lo que hay en ella de un manotón, todos los platos, tacitas y juego de té cae al suelo, así como toda la parafernalia que usa para jugar a ser dios en nuestra cocina. Debido al estruendo soy presa fácil, y a pesar de los buenos reflejos y la astucia militar, termino con la espalda pegada a la madera de la mesa. Sherlock se cuela con facilidad abrumadora entre mis piernas al abrirlas rápidamente, apenas alcanzo a reaccionar cerrándolas en un tardío reflejo avergonzado, atrapando estúpidamente al genio entre ellas.

Tarde me doy cuenta de lo que hago, al querer abrirlas, me lo planteo mejor, le daría la mejor vista de mi cuerpo por completo. Estático me planteo que hacer, Sherlock utiliza los cortos segundos para colar las manos por toda mi piel, recorriendo esta a su perverso antojo, las grandes manos se deslizan sin detenerse en un solo lugar, encendiendo aun mas la piel roja hasta el extremo. Cuando sus labios buscan los míos, tengo la certeza que puedo morir de irritación y vergüenza, si fuera medicamente posible. Giro el rostro sin darle lo que quiere, es solo un juego para él, aunque para mi es bochornoso. No puedo creer que nuevamente había terminado cediendo ante los juegos de Sherlock, siempre era lo mismo con el genio. 

-Vamos John… Además que resolver casos, sabes que eres lo único que puede despejar la locura en mi cabeza - Intenta como un niño malcriado, puedo incluso sentir el raro puchero de sus labios contra mi cuello. Suspiro entrecortado al sentir la lengua traviesa del genio deslizarse por los tendones tensos de mi cuello al intentar no ceder, Sherlock prueba nuevamente deslizando levemente su lengua por el inicio de los hombros. 

Mi corazón da un vuelco emocionado para mí mala suerte, mientras otra parte de mi cuerpo salta eufórica por su intenso toque, al sentir el filo de sus perfectos dientes se que es mi fin. Las increíbles perlas se deslizan pegados a la piel, dejando ir de vez en cuando la exagerada humedad de sus labios; tiemblo ante la necesidad que refleja su cuerpo despierto contra el mío, cada que pronuncia dicha cosa en voz alta, mi cuerpo reacciona en automático; un poco de mi ego se restaura al tener certeza que el gran Sherlock Holmes necesita y ansia a un mortal terriblemente normal como me llama a veces. Las barreras caen a nuestros pies, me es imposible no cumplir sus caprichos cuando me vanaglorio a su costa; cuando se porta tan malditamente caliente pero infantil, me siento como un ser superior cuando sus caprichos aparecen, qué últimamente sin muchos casos, son muchas las veces que lo hacen. Muchos caprichos y muchos teatros.

Me doy por vencido acercando su cuerpo aún más al mío, decidiendo por fin disfrutarlo, embriagarme de Sherlock. Abro las piernas, dándole mas espacio a sus hábiles manos bailando por los recovecos de mi piel, lo dejo vagar como un explorador en una nueva tierra. Empujo los labios contra los suyos de manera basta, sintiendo su respuesta al segundo. Las manos se deciden por la primera parte de mi que torturara, aferrándose a los muslos, haciéndose a la vez dueño del interior de mí boca, ganando terreno a su gusto cuando abro los labios para dejarlo entrar. Nuestra saliva mezclada, espesa y caliente me empapa el paladar, suspiro de puro gusto. 

Muevo las caderas contra las suyas mucho mas impaciente por sentirlo, buscando mucha mas reacción de la piel fría que no demora en tornarse tibia ante mi toque, derritiéndose con el pasar de mis manos que repentinamente descubren como moverse, no duda en responder moviendo su cadera en un semicírculo, chocando su pelvis con la mía, creando una ahogada sensación de placer que me recorre por completo erizando nuevamente mi piel, pero esta vez por el calor abrasador que se expande por toda la piel gracias a Sherlock. El vaivén es acompasado pero conciso, nos frotamos indecentemente reconociendo la dureza en el cuerpo ajeno. Mis manos vagan por la ahora tibia piel que empieza a humedecerse, los dedos bailan por los fuertes brazos, aferrándose a estos hasta dejar la marca de las escazas uñas en la piel, esto lo alienta a ir mas profundo en el camino de la locura.

Me imita, los pulgares buscan cabida debajo de mis costillas, hundiéndose en todas las curvas de los músculos, plasmando la perfecta forma de sus largos dedos en estos, arañando a conciencia mi cuerpo deliciosamente. Gimo por lo bajo, ahogándome con mi propia salvia cuando los dientes recorren despacio mi lengua húmeda, me roba el aire. No resistí mucho más luego de eso, dejando que Sherlock juguete con mí cuerpo a su antojo; mordiendo, succionando y marcando la piel a su desmedido gusto, dejando todo tipo de indecencias a lo largo de mi anatomía; proclamando en silencio que le pertenezco. Hago lo propio, incluso con mas saña, tengo mucho más que proclamar en silencio, nadie se resiste a Sherlock y eso lo se bien; me aferro como un sanguinario vampiro a su níveo cuello, dejando una gran marca sobre este, antes de terminar el sucio trabajo de completo celoso, estampando los dientes contra la marca haciéndola más visible. 

- Eres tan endemoniadamente caliente John - Lo escucho decir absorto por completo del mundo, succionado la piel de mis hombros rojos; ahora no solo es la vergüenza, sino también la alta temperatura del cuerpo, que pronto puede explotar sino es atendido por el genio sobre mi. Gemí con fuerza, llamándolo sin emitir palabra alguna. Exponiendo mis necesidades a gritos sordos. 

Sherlock sonríe ampliamente contra la piel dejando una ultima marca, pronto se que se pondrá violeta pero no me importa, esa es la gracia de nuestro juego. Se irgue cuan alto es, sonriéndome con los labios hinchados y su cabello rizado desperdigado por toda la frente, terriblemente sexy, es el único pensamiento cuerdo que me azota cuando el primer dedo baja peligrosamente desde el muslo interno hasta el interior de las nalgas. Vuelvo a gemir con fuerza, esta vez lo llamo a viva voz. Pasan pocos minutos, aunque no me molesto en contarlos en realidad, sus dedos salen y entran en mí cuerpo con vehemencia, marcando un ritmo rápido qué me obliga a mover las caderas desesperado por seguirlo y a la sensación asfixiante de ser abierto por sus hábiles encantos. Acompaño sus movimientos aferrando los pies a la mesa de la cocina, entregado por completo a su merced, abierto en todos los sentidos al genio; hacía ya rato que la mitad de un lubricante ahora desparramado en mis muslos había entrado en el juego, este puso todo mucho más pringoso pero candentemente húmedo; mojando por completo mi cuerpo ya perlado por el sudor. Un par de duras penetraciones después, el cuerpo ansia mas. Mis piernas envuelven el cuerpo de Sherlock buscando más profundidad. 

- Demonios Sherlock, entra de una vez por todas - Demando, sintiendo un hilo de saliva escapar de los labios obscenamente abiertos, perdiéndose por mí mentón. Nuestros ojos conectan, la necesidad es mutua. 

A media asta, veo la sonrisa tirando de la comisura de sus labios hacia arriba y luego hacia un lado; esta satisfecho y lo puedo ver con facilidad. El cabrón esta satisfecho de como acabo todo. Quiero desviar la mirada avergonzadamente Vinotinto, sin embargo le doy pelea, nuevamente le quiero ganar. Sherlock me sostiene la mirada, sin dejar de penetrarme con sus dedos, suma uno mas y arqueo la espalda sin dejar de verlo. Me penetra con más fuerza, abriéndome vulgarmente, aunque hay espacio suficiente en el interior para él. Lleva los dedos hasta el fondo de mi abierto y húmedo culo, que ansioso se contrae contra los dígitos de Sherlock, queriendo, no, más bien ansiando sentir algo mucho más grande y duro; sabía que al genio le gustaba jugar con mí autocontrol, pero también le encantaba escucharme rogarle. Lo enciende volver a estar sobre mi, sabiendo que ha perdido su puesto al rogarme en medio de pucheros; demostrar su necesidad, es peor que perder un caso, según sus propias palabras. Necesito acabar con este juego nuevamente, no puedo soportar mucho mas, nuevamente Sherlock gana, pero esta vez, cedo de buena gana. 

- Sherlock…  Mí culo necesita algo más duro que tus dedos - Pido aunque se que mañana cuando lo recuerde moriré por completo de vergüenza, eso sin contar la sonrisa satisfecha de Sherlock aunque no emita ni una sola palabra. La voz se me entrecorta con una nueva y profunda embestida; gimo lleno de excitación. Sherlock me acompaña esta vez, por fin las palabras penetran su egocéntrica cabeza. El pelinegro saca los dedos de un rápido movimiento, arrastrándome a la demencia con él.  

Se separa de mí cuerpo, teniendo una mejor vista de este, sin duda fascinado por el movimiento de mi pecho subiendo y bajando entre jadeos quedos, se toma el tiempo solo por morbo; se masturba lentamente viendo como me deshago en jadeos que llevan su nombre. Sostiene su hinchada erección con ahínco, pasando la mano desde la base hasta la punta rojiza e hinchada, si esa cosa crece más va a explotar, de hecho, quiero que lo haga pero en mi, aunque el pensamiento me atormente por dentro. El genio seguramente deduciendo mis morbosos pensamientos, al tener la vista fija en el vaivén de su mano, se muerde los labios coqueto. Me vanaglorio nuevamente de ser el único que puede verlo así, al gran Sherlock Holmes lo mas humano posible. Deshaciéndose el morbo puro, abro las piernas aun más invitándolo a seguir terriblemente excitado, mi pene se alza entre las piernas chorreando, tan hinchado y rojo como el del genio. Agradezco al pelinegro cuando por fin se cansa de fastidiarme y por fin me da lo que tanto ansió. 

Se posiciona lo mejor que puede, pasando un brazo debajo de mi espalda baja levantando mi cuerpo por completo hasta que los pies quedan adheridos a su cadera para no caerme, maniobrando como en la mejor de las luchas me sostengo de los antebrazos, con su mano libre sostiene mi culo entre los hábiles dedos estrujándolo con locura desmedida hasta que saca un par de lastimeros jadeos de mi, su pelvis se acerca peligrosamente al interior de mis muslos, frotándose allí como si quisiera marcarme con su olor también, quizás lo intenta, nunca se lo que pasa por su cabeza. Deja su pene contra la fruncida piel de mi entrada, empujando despacio al principio; cierro los ojos de puro gusto. Solo cuando hubo más de la mitad en mi interior, termina con una fuerte embestida.Los dedos de los pies se retuercen ante la electrificante sensación.

Su vaivén toma forma casi de inmediato, no espero a que me acostumbre a la intromisión creo que tampoco lo necesito en el estado de necesidad y alteración en el que estoy.  Empuja la pelvis con fuerza hasta que los testículos chocan contra mi trasero, llenando el lugar de un sonido acuoso y fuerte, echo la cabeza hacia atrás sintiendo los brazos temblar con furia ante la intensidad de su vaivén. Grito su nombre con cada embestida certera, sintiendo como llega hasta lo más profundo de mí cuerpo. Las paredes de mi cavidad se acoplan a su grandioso tamaño, qué me abre a su antojo con fuerza. Dejando que lo ansié poco antes de llenarme nuevamente. 

- Carajo John, estás demasiado estrecho... Me succionas con fuerza - Sherlock maldice en medio de jadeos como el animal no racional en el que se ha convertido. Succiona la piel de mi esternón con fuerza, incluso usa los dientes, una nueva marca se crea bajo su boca. La clavícula es la próxima presa, yo siento morir en un punto entre sus posesivas marcas y las calientes palabras. 

- Maldición cállate - Ruego totalmente rojo, abochornado hasta los huesos. Para tener menos experiencia en el sexo que yo, siempre parece superarme con cada palabra que sale de sus bastante vírgenes labios; pero eso ya es típico de Sherlock, no solo enloquecer entre palabras sumamente calientes y vergonzosas, sino sorprenderme con sus habilidades. Esta no es la excepción. 

Las embestidas se detienen por escasos segundos, pero sin salir de mi; largo una gran sonrisa al reírme de la resistencia del genio; su parte fumador consumado, sale a luz, mi temple de militar sale ganando. Me permito también un par de segundos para respirar, el sudor ya chorrea por mi cabello hasta perderse en la mesa donde desayunamos todos los días, el morbo detrás de eso me hace jadear, aunque también lo adjudico al miembro hinchando y palpitando en mi interior. Sherlock jadeo entrecortado contra mi clavícula, sus rizos húmedos me acarician la piel, mientras los dedos ahora se deslizan por mi tomando a dos manos los muslos, me sostiene mejor. Se que en silencio recalibra como cambiar de posiciones sin decirme que se ha ahogado al follarme o peor, se ha cansado en el juego que el mismo ha montado. Se que da con la solución al expulsar un ultimo jadeo y dejar un beso húmedo en el inicio de mi cuello.

Los besos bajan serpenteado la caliente piel, buscando con parsimonia un camino que su hábil mente ha dibujado sobre los pectorales, todo lo caliente del encuentro, retoma su lugar nuevamente. Sus labios dan contra mi pezón derecho, succionado con maestría este hasta dejarlo completamente erguido, mis brazos comienzan a temblar otra vez. Al tirar de este con los dientes, arqueo un poco la espalda contra su cuerpo, buscando más de la caliente sensación, mi cabeza da de lleno contra el precipicio. Sólo necesito un par de embestidas más con su ímpetu y terminaría derramándome. Este lo sabía. Me dejo ir por completo sobre la mesa separando las piernas de sus caderas y por fin me entrego a la morbosa necesidad de entrelazar los dedos en sus rizos castaños. Levanto su rostro, buscando en los grandes ojos misericordia, rogando en silencio porque siguiera, este me sonríe amplio; muy amplio. Se enseguida que estoy perdido. 

Sherlock demuestra nuevamente su fuerza, me sostiene con ahínco de las nalgas, se impulsa con los brazos y apenas reacciono para sostenerme de sus hombros y no caer por el abrupto cambio de posición. Las piernas se aferran otra vez a sus caderas esta vez con mucha mas fuerza. Las largas piernas del genio avanzan por toda la casa dejando la cocina atrás, sus labios apenas me permiten pensar, han tomado posesión de los míos, adicto a estos, no pierdo tiempo en responder, amoldando por completo mi boca a la suya, jugando con la lengua resbaladiza, entrelazándola antes de succionarla con cuidado. La sensación de mi cuerpo siendo movido por toda la casa y erizándose al ser recibido por el frio de otras habitaciones sin profanar aun, al menos hoy; me consume, pero no tanto como lo aprisionado que se siente mi pene en medio de ambos, moviéndose al compas de los pasos de Sherlock. Decido que iré a donde el genio quiera, se que llegamos al salón cuando el ruido de la ciudad a nuestros pies se alza por encima del sonido húmedo de nuestros labios. Solo se detiene al estar sobre el sofá. Se estira sobre este cuan largo es, me acomoda mejor sobre sus piernas teniendo cuidado de rozar por dentro mis paredes con su pene aun dentro. Estira la piel de mis caderas y entiendo perfectamente que pretende, nuevamente muto a un encendido tono de rojo. 

- Quiero verte montarme… demuéstrame qué tanto te gusta sentirme dentro - Su farsa suena mucho más caliente de lo que en verdad es, al menos para mi que se la verdad detrás de la seducción en sus palabras. Habla despacio, barriendo con todo el escaso autocontrol que aun queda en mi; un sonoro gemido escapa de los labios húmedos e hinchados. 

No espero a que siga hablando, no puedo de todos modos; una palabra más y moriría aquí mismo entre sus brazos, completamente rojo. Con gusto podrían experimentar conmigo para descubrir un nuevo tono en el maldito color, tengo la certeza que he alzando un nuevo tono, no es normal estar tan caliente, necesitado pero avergonzado; o quizás si, estando con Sherlock, todo parece ser posible. Me aferro a sus hombros, usando las piernas para impulsarme y sacar su endurecido pene del interior de mi culo. Suspiro entrecortado con la sensación de vacío en la cavidad húmeda, abro más las piernas y tomando un poco de aire me dijo ir por completo contra su pelvis. Me empalo de una sola embestida, jadeando de puro gusto. Comienzo un vaivén desesperado con el orgasmo nuevamente corriendo por las venas, acumulándose todo en el abdomen, queriendo salir como fuera de mi cuerpo. Este me araña el estomago, rogando por manchar la blanca e impoluta piel de los abdominales pálidos de Sherlock. 

Devoro todo el pene del genio entre mis tibias paredes, tomando bocanadas de aire para no ahogarme entre tanto placer, siento la vista nublarse aparatosamente dejando ir libres las lagrimas por lo jodidamente bien que se siente ser follado por Sherlock o mejor dicho, follarme a Sherlock, el genio, solo se limita a sostenerme de las caderas y llamarme entre jadeos, pidiendo que vaya mas rápido, también esta cerca. El pelinegro araña la piel de mis caderas, desesperado por más profundidad, apoyando por fin mi moción, me jode a su antojo, yendo tan rápido que tengo que aferrarme con mas fuerza a sus hombros abrazándome por completo al cuello, Sherlock toma por completo el ritmo de las embestidas, queriendo hasta el fin llevar siempre la batuta, queriendo ser el quien nos regale los ansiados orgasmos. Dejo que haga lo que quiera, ahora solo quiero liberarme gritando su nombre. Me pierdo por completo al sentir su pene hincharse aun más, dilatando en cada una de las imperiosas embestidas mi ano de manera casi dolorosa, pero terriblemente deliciosa, sus erráticos movimientos no tardaron en aparecer marcando nuestro final.

Sherlock se derrama por completo con una profunda embestida que incluso me hace saltar un poco mas alto sobre su cuerpo, luego solo se queda quieto, es en esa quietud donde encuentro mi propia liberación. Mi ansiado orgasmo me azota por completo, regándose en cristalinos chorros en el abdomen completamente sudado del pelinegro. Mi cabeza cae por completo sobre la de Sherlock, el genio se prende de mi cuello, su lugar predilecto dejando un vaivén de besos húmedos. El sudor es asfixiante, pero no tanto como la sensación de plenitud y tibieza entre los brazos del genio, cada uno de sus jadeos forman una sonrisa en mis labios que solo se expande con cada golpe de calor de su boca abierta. Nos toma muchos minutos poder recuperarnos, solo cuando sus manos juegan con la piel de mis espalda dando pequeños pellizcos y estirándola después se que se ha recuperado por completo, vuelve el mismo niño mimado y caprichoso, lo dejo vagar por el momento; apenas puedo moverse. Enredo los dedos en su cabello y tiro de el por un ultimo beso que me regala junto a la más radiante de las sonrisas. 

- Sólo iba a ser un inocente juego de póker - Le reprocho, sin una mínima pizca de irritación; no después de semejante orgasmo, sin embargo, siempre me entretiene molestarlo y mencionar como sus tetras nos arrastran a los dos. Algún día quizás, me sepa todos sus trucos y no caiga en ellos, quizás, algún día en la eternidad. Sherlock se estremece, soltando una pequeña risa. 

- Siempre son juegos inocentes, John - Miente descaradamente, esta vez fue mi turno de reír, la irrefutable verdad frente a nosotros. Ambos nos miramos sonriendo y lo sabemos. Mueve las manos y me sostiene de nuevo, no se como tiene energía aun para moverse, pero agradezco que me arrastra con él. 

- ¿Te apetece un nuevo e inocente round de cartas ?... Quizás te deje ganar esta vez- Murmura encantador, dejando un rápido beso sobre mis labios al llegar a su cama. Asentí al ser arrastrado por sus imperiosas manos. 

 

Definitivamente, sólo el gran Sherlock Holmes podía lograr que cayera en cada una de sus tretas, barajarme a su antojo como baraja y mueve las cartas entre los largos dedos mientras me cuenta como aprendió a barajar de manera tan profesional de algún asesino serial que degollaba a sus victimas con solo una carta bien afilada, y una navaja oculta, claro. Como aprender a revolver el maso lo llevo a resolver el crimen y como por supuesto, no se sabe el orden completo de la baraja que me ha entregado, aunque ambos sabemos que si lo sabe. No me molesta en absoluto con sus piernas entrelazadas con las mías, estiradas y desparramadas por la cama. No puedo enojarme si las recompensar por sus sucios juegos eran tan excitantes y orgásmicas. Ya podría vengarme luego; ahora, me queda un nuevo juego por ganar, o eso intentaría, tampoco me hago ilusiones cuando veo la primera carta que me toca. Definitivamente truncado el juego, niego riendo por lo bajo, necesito energía con este hombre. Ya puedo sentir como nuevamente terminare sobre la mesa de la cocina.  

 

Notas finales:

¿Que tal les parecio? ¿Emocionante? ¿Aburrido? Seria genial leerlos. 

Volviendo a actualizar de poquito, para los que alguna vez han leido mis demas fanfics, que sepan que no he abandonado ninguno y ya regrese. 

PK 


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