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Reino Místico por lizergchan

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Disclaimer: Los personajes de Marvel no me pertenecen, sino a Marvel Estudios, Disney y a Stan Lee. Este fanfic lo hice solo y únicamente como diversión.

Personajes: Dr. Strange/Tony Stark.

Aclaraciones y advertencia: Romance, algo de Ooc, omegaverse y lo que se me vaya ocurriendo, kesesesese.

 

Beta Reader:

 

Resumen: Historias cortas que pertenecen al universo de Te odio te amo, en la que conoceremos el pasado antes de la llegada de Tony al reino Místico.

 

—f

 

 OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO

 

 

Reino Místico

 

 

Hija del cielo y la tierra

 

 

 

El rey Shin no era virtuoso, noble, caritativo o si quiera amable; cualidades necesarias para ser soberano del ancestral país Místico, muy por el contrario, era egoísta, ególatra y envidioso. Cualquiera que tuviera trato con él, no podía evitar preguntarse qué es lo que los Vishanti vieron en su persona como para permitir que tomara el trono. Era apuesto, sí; poseía una cabellera negra y ojos dorados, de constitución atlética, aunque malo en batalla.

Wolfgang, el padre de Shin; rey justo y amado, le había nombrado así en honor de su padre omega, a quién el pueblo admiró y respetó mucho. Él tuvo la esperanza que su hijo pudiese ser un buen regente, uno que el pueblo necesitaba.

 

Por suerte para Wolfgang, Los Vishantis se lo llevaron antes de que su unigénito le destrozara el corazón.

 

En el año diez de su reinado, Shin conoció a un noble, la hija más joven del Enviado Celestial y del General Verano., su nombre era Andraste, hermosa, sí, pero nada fuera de lo común.

 

Hasta que vio su segunda naturaleza. Los fénix eran muy escasos, no nacían con frecuencia. Se decía que ellos eran sabios, amables y con grandes poderes, también, se creía que aquel al que le entregaba su corazón, sería bendecido con una vida llena de fortuna y prosperidad.

 

Entonces, el rey Shin buscó conquistarla, pero no era fácil; Andraste era una hermosa mujer de larga cabellera rubia y ojos miel. Quien la conocía, la amaba, pues su bondad se comparaba a la de los Vishanti, además, estaba en una relación con un hombre omega (como ella), un simple granjero, sin nada a su nombre; no poseía tierras, solo una insignificante parcela que apenas le daba lo suficiente para subsistir, vestía con harapos y no poseía magia alguna, lo que significaba que su vida era tan efímera y frágil como un tallo de bambú. Quizás, el poderoso viento podría quitar esa pequeña alimaña de la faz de la tierra de una vez por todas.

 

Pidió la ayuda de su más fiel sirviente, juntos fraguaron un plan; era simple, pedirían ayuda a los civiles para la primera expedición a los reinos bárbaros, pues era de todos sabido que, en ese lugar, trataban como basura a los omegas y Shin, en su “benevolencia” había decidido salvar esas pobres almas de una vida de violación y esclavitud.

Como se esperaba la gente del reino (incluida la misma Andraste), recibió la idea con agrado, tanto que muchos se ofrecieron para ir o dar cobijo a aquellos rescatados, entre ellos, estaba el amado de su obsesión.

Shin se regocijó al recordar cuán fácil fue hacer que ese omega idiota se pusiera en peligro, como fue violado y asesinado por uno de esos bárbaros; con ello mató dos pájaros de un tiro, se deshizo de la molestia y ganó el favor de su pueblo.

 

Al enterarse del fatal destino de su amado; Andraste se sumió en depresión. Fue difícil, pero Shin logró acercarse a ella. Tardó diez años para hacer que ella comenzara a confiar.

 

Si Andraste aceptó casarse con el rey, fue solo porque creyó que de esa manera podría ayudar a la gente que tanto amaba.

 

La boda fue esplendida, como se esperaría de la realeza. Sin embargo, para Andraste fue deslucida y triste; apreciaba a Shin, pero su corazón había muerto con su amado.

 

….

 

 

Andraste creyó que Shin había cambiado, que, el matrimonio lo hizo consiente de las necesidades de su gente.

 

Estaba equivocada…

 

Sucedió seis años después de casarse. Embarazada de tres meses. Acostumbraba a dar pequeñas caminatas o tomar el sol en su jardín personal. Su única compañía era una joven sirvienta, una humana proveniente de los reinos barbaros.

 

—¿Sucede algo? —le preguntó Andraste a su acompañante. La otra omega parecía nerviosa desde hace semanas, si ella no había dicho nada, es porque esperaba que su sirvienta tomara la iniciativa.

—No sucede nada, Alteza —susurró sin atreverse a mirarla a los ojos. La reina la obligó a encararla. La doncella se mordió el labio inferior.

 

Estaba nerviosa.

No quería traicionar a su señora, pero si hablaba, ¿la lastimaría?

 

—¿Lak-Ar? —no lo soportó, se arrodilló frente a Andraste. Suplicó su perdón y entre llanto le contó lo que Shin hacía con los niños omega de las tierras bárbaras.

 

Andraste escuchó horrorizada cada palabra de su doncella. Con cada comentario, una parte de su corazón se destruía. Cierto, no amaba a su esposo, pero había cierto cariño, llegó a pensar que juntos, podrían darle al pueblo, la vida que merecían.

 

Que tonta fue.

 

—Mi amiga Shu Jin, rescató a uno de esos bebés —dijo Lak-Ar, entre llanto. Aun se aferraba a las ropas de Andraste —Por favor, mi reina, perdónenos.

—Tráelo. Te prometo que yo lo cuidaré.

 

Y la Reina cumplió su palabra. Cuidó del niño que contaba con cinco años, su nombre era Yao, a quien cuidó como si se tratara de su propio hijo. Poco después, nació una hermosa bebé, de rubios cabellos cual rayos de sol, ojos del jade más puro.

 

Andraste murió cuando Búdica tenía 10 años. En extrañas circunstancias.

 

 

 

 

Stephanie tenía 16 años cuando conoció a Búdica de 14 años; era solo la hija de un líder regional, cuyas tierras eran de las más afectadas por el mal gobierno de Shin. Ambas jóvenes se enamoran a primera vista, volviéndose inseparables.

De la mano de la alfa, la princesa pudo ver con sus propios ojos, la crueldad del rey contra su propio pueblo.

 

—El rey Shin ha gobernado por muchos años —Stephanie había llevado a Búdica a un pequeño poblado en los límites del reino.

 

Las casas destruidas en su mayoría, la vegetación alrededor se encontraba seca; personas de cuerpos famélicos y desgarbada apariencia deambulaban como almas errantes. Sin esperanzas. Sin motivos para vivir.

 

Búdica se alejó de su novia. Una mujer con un bebé en brazos se encontraba mendigando. Suplicaba por ayuda para su hijo. La joven princesa se acercó a ella; al hacerlo, descubrió con horror que el infante ya tenía mucho tiempo de haber muerto.

 

—Por favor… ayude a mi bebé —suplicó la mujer desesperada. Le mostró al niño. La piel negruzca, mal oliente, ya comenzaba a dar paso al hueso; algunos insectos se encontraban en los cuencos vacíos que alguna vez fueron los ojos. —Por favor… —la desafortunada madre se arrodilló ante Búdica, quien, había quedado en shock.

 

Stephanie, al notar esto, se acercó para tomar a la omega y colocarla detrás suyo. Sacó un par de monedas que la mendiga tomó con desesperación.

 

—¡Gracias, gracias! —exclamó besando la mano de la alfa—¡Que los Vishanti te bendigan!

 

La desafortunada mujer se alejó lo más rápido que pudo, temerosa que alguien le quitara su pequeño tesoro.

 

Búdica se estremeció. Stephanie la había abrazado, obligándola a ocultar su rostro en el espacio de su cuello.

 

—Lamento haberte traído aquí —la omega se separó de ella. Sus ojos cristalinos por las lágrimas que amenazaban con escapar. Negó con la cabeza.

—No. Gracias por quitarme la venda.

 

Stephanie la miró con un dejó de preocupación; había una chispa salvaje en sus ojos, una que ella conocía bien. Búdica planeaba algo y estaba segura que sería arrastrada, como siempre.

 

—¿Qué es lo que maquila esa hermosa cabecita rubia? —Búdica le sonrió.

—Mi padre ya ha hecho suficiente daño a nuestra gente. Mi gente —dijo con seriedad. Se separó de la alfa y posó su mirada al poblado en ruinas. —No puedo permitirlo, ya no.

 

Stephanie asintió con la cabeza; ella estaría al lado de su princesa hasta el fin.

 

 

 

….

 

 

La guerra se desató poco después. La mayoría de los líderes regionales se unieron a Búdica. La omega, resultó ser una gran estratega, mientras que Stephanie, a pesar de su edad, era gran combatiente, ella sola había derrotado a más de un miembro de la fuerza élite del tiránico rey.

 

Fueron meses de encarnizadas batallas antes de que pudieran tomar la Ciudad Prohibida.

 

 

—Padre —Búdica observó al rey, sentado en su trono; la piel lacerada por el Shisudo. Sus ojos tenían un brillo de locura.

—Oh, la hija pródiga ha regresado —dijo Shin con una torcida sonrisa. —¿Has venido a matar al tirano?

 

Ella no respondió, permaneció quieta hasta que Stephanie se unió a ella. La sonrisa del monarca se hizo más grande.

 

—Por supuesto, era obvio —ambas miraron al hombre sin entender —. Una simple e insignificante omega no pudo haber planeado esto sola —miró a la alfa con burla —. Bien, Stephanie, “la justa”, debo felicitarte por manipular a esa pequeña perra. ¿tanto deseas la corona?

—Majestad, permítame traerle la cabeza del bastardo que se atrevió a ofenderla —dijo la alfa mirando a Búdica con respeto. En ese momento no eran pareja, solo eran amo y sirviente.

—No —respondió la omega. Miró a su padre al tiempo que desenvainaba su espada. Shin rio, tan demente como la enfermedad lo había dejado.

—¿Enserio?, Tú, una simple omega, ¿me desafía?

—¡Su Alteza no es definida por su casta! —exclamó Stephanie furiosa.

 

¿Cómo era posible que ese hombre hablara tan despectivamente de los omegas? ¡Él nació de uno!, ¡Había sido llamado en honor a un omega!

 

Cuando el rey Wolfgang perdió a su esposo durante el nacimiento de su primogénito; el alfa nombró al niño como su padre omega, con la esperanza de que fuese tan amable y sabio como lo había sido su querido Shin.

 

Gracias a los Vishanti no estaba vivo para ver el monstruo en el que se convirtió.

 

—Esta gran nación es lo que es ahora gracias a los alfas que lo han gobernado —dijo el lunático hombre —. Es lo único bueno de los reinos Bárbaros.

—La casta no significa nada —habló Búdica con parsimonia.

 

Shin se levantó de su trono, al ver esto, ambas mujeres se tensaron.

 

—Mi querida hija, deja que “papi” te enseñe la diferencia que existe entre nuestras castas.

 

El cuerpo del rey comenzó a transformarse. La forma humana desapareció, dando paso a un gran dragón negro y gran cresta. Grandes porciones de escamas habían desaparecido, dejando expuesta la carne que sangraba a causa del Shisudo.

 

Búdica también se transformó. Ambas inmensas bestias comenzaron a combatir. El palacio colapsó, tan fácil como si se tratara de papel.

 

Stephanie se apresuró a transportarse a una distancia segura, pues no quería arriesgarse a morir aplastada.

 

Los grandes dragones se enfrascaron en una pelea aérea, aunque el combate no duró mucho, pues el rey Shin estaba debilitado por la enfermedad, sin mencionar que nunca fue bueno en la lucha.

 

El alfa se precipitó al suelo, levantando una gran columna de polvo y escombros. Cuando todo se disipó, se pudo ver a Shin, de regreso a su forma humana. Muy herido.

 

—Rey Shin se te ha encontrado culpable por el Shisudo al ir en contra del pueblo que debías proteger —el aludido sonrió. Cerró los ojos al tiempo que su hija levantaba su espada y de un solo tajo, le cortó la cabeza.

 

El tirano había muerto.

 

 

 

 

Dos días después; mientras Búdica estaba por ser coronada, los mismos Vishanti aparecieron delante de ella, la nombraron reina y le dieron un nuevo nombre.

 

 

—Ancestral, hija del cielo y la tierra —dijeron los Vishanti. —Dirige tu reino y llévalos a una nueva era de paz y prosperidad.

 

Y así lo hizo, durante los primeros 50 años, Búdica, ahora conocida como Ancestral, trabajó para deshacer todo lo que su predecesor hizo mal. Junto a ella siempre estuvo su fiel Stephanie, quien era conocida como el escudo de la reina.

Cuando el país logró estabilizarse, las mujeres se casaron. Tuvieron a Stephen 300 años después de enlazarse; un par de años después nació Víctor y luego la pequeña Donna.

 

La familia real era amada por su pueblo y el sentimiento era reciproco, pues Stephanie y Ancestral se aseguraron que sus hijos crecieran con un alto sentido de responsabilidad, de cariño y sacrificio.

 

Entonces la tragedia golpeó a la familia. Una rara enfermedad cegó la vida del segundo príncipe y de la primera princesa, además de incontables almas más. Por supuesto que Ancestral se sintió culpable; ella era la reina, se supone que, mientras fuese una buena gobernante, su pueblo no sufriría daño.

Sin embargo, la enfermedad había venido de fuera y como la reina Elise, La Sanadora «una antepasada de Ancestral», dijo alguna vez; independientemente de lo excelente o mal gobernante que se fuese, nada tenía que ver con las infecciones o virus que pudiesen afectar a las personas, en especial si existía un factor externo.

 

Alguno de los traídos de las tierras Bárbaras, había traído la enfermedad, prosperando en un ambiente cuyos individuos no tenían defensas para combatirlo.

 

Por si la perdida de sus hijos no hubiese sido suficiente, unas cuantas décadas después, su alfa fue asesinada por uno de los Generales a quien consideraban sus fieles súbditos y amigos.

 

Ancestral tardaría casi mil años para poder reunirse con su alfa, dejando atrás a un nuevo rey, su bienamado hijo.

 

Larga vida a la Reina Ancestral, Hija del Cielo y de la Tierra…

 

 

 

….

 

 

 

Bueno, espero les guste el capítulo, nos vemos en la siguiente.


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