Era una noche lluviosa en Nueva York, Tony Stark caminaba con un abrigo de piel de diseñador que combinaban con sus guantes de cuero negro que escondía en su bolsillo, llevaba un sombrilla negra sobre la cabeza murmurando para sí mismo; honestamente ese día había sido extremadamente tedioso, para empezar tuvo que ir a Industrias Stark a una reunión "muy importante" que lo aburrió hasta los huesos, luego tuvo que quedarse en su oficina para firmar unos contratos con nuevos promotores, a penas tuve tiempo para un café por la tarde cuando las luces de la cuidad se apagaron.
Entonces la tormenta azotó la cuidad, antes de que se pusiera peor y tuviera que quedarse en un hotel cercano decidió irse a casa, ¿El problema? La carretera estaba tan llena que era imposible para Happy desplazarse hasta la empresa para traerlo de vuelta al pent house. Tony con toda la paciencia que no poseía agarro una sombrilla negra que casualmente encontró en un casillero "olvidado" y se dirigió al departamento.
No tenía tiempo que perder con su nuevo proyecto en mente pronto su prototipo de luz inagotable y limpia se comercializaría por todo el mundo. Corriendo por las calles por fin llego frente al edificio de quince pisos en el cual vivía con todo lujo.
Cansado se dirigió cuando escuchó un fuerte llanto un poco lejos de allí, sin poder detener su curiosidad se dirigió donde el sonido, era parecido a un chillido de animal herido, por lo que pensó que seria un perrito abandonado.
Grande fue su sorpresa al llegar hasta unos arbustos cercanos a un pequeño parque, allí herido y escondido por las ramas estaba un joven de no más de veinte años. Su cara estaba compungida con dolor, mientras se apretaba el estomago, no usaba más que una vieja chaqueta desgastada que estaba empapada.
Se acercó cauteloso, dejando la sombrilla sobre la cabeza castaña, el chico lo miró con profundo miedo, unas orejas puntiagudas se asomaron de entre las hojas y lo entendió de inmediato. El muchacho era un híbrido, un humano mitad animal que de seguro escapo de un laboratorio.
Los híbridos eran muy escasos en la sociedad y todos terminaban reclusos en un laboratorio o muertos, era básicamente un secreto a voces su existencia.
Tony se quedó pasmado hasta que el joven comenzó a temblar con fuerza, todas sus entrañas se revolvieron ¿Quien mierda tenía el corazón para herir a un niño inofensivo?, no lo entendía para nada. Se quitó el abrigo colocándolos en los hombros del pequeño.
—Tranquilo, no te hare daño, porque no vienes conmigo?—Preguntó con una voz tranquila y suave, observando que no hubiese nadie al rededor, era obvio que en ese lugar tan publico pronto alguien se daría cuenta y llamarían a servicios sociales.
Con todo el terror de los ojos del híbrido este le tendió la mano, estaba confiando en él, lo cual le provocó un calor en el pecho que no podía explicar. Con una sonrisa ayudo a pararse al híbrido, cubrió sus orejas y cola con el largo abrigo y la sombrilla.
Tony de inmediato y con la mayor cautela lo dirigió hasta su pent house, era cuestión de pasar la recepción y estaría a salvo. Paso rápidamente al guardia y a la recepcionista, cuando por fin llegó al ascensor se permitió respirar con tranquilidad.
—Bien!, ya llegamos a mi hogar, bienvenido al pent house de Tony Stark—anunció al joven cuando las puertas se abrieron de par en par dejando ver la sala principal, cubierta de tecnología y lujos de lo más extravagante.
El chico soltó un jadeo de la impresión quitándose el pesado abrigo de la cabeza para observar todo con mayor facilidad. Mientras que Tony se dedicó a mirar al híbrido, descubriendo que era un perro, más bien un cachorro se corrigió a si mismo, viendo la cola afelpada y peluda moverse un lugar a otro con entusiasmo.
—debes tener hambre, ven—Le indicó antes de ir a la cocina siendo seguido por el cachorro, al llegar Tony sacó del refrigerador varios alimentos al azar que pudieron llamar la atención del muchacho.
Entonces el estomago del niño rugió con fuerza, cosa que le causa una terrible vergüenza al híbrido que bajo sus orejas y metió la cola entre sus piernas.
Sin embargo por empatia no comentó nada y decidió dejar todo a la vista del chico, había desde cajas de cereal, pastel, donas, hasta jamón, yogurt, pan, queso, etc.
—por cierto cual es tú nombre?—preguntó Tony dejando que el castaño oliera la comida, antes de agarrar con sus manos una gran porción de cereal que se llevó a la boca con entusiasmo.
El chico gimoteo encantado, sus ojos brillaron con felicidad puro al probar las azucaradas bolitas de colores, tanto así que no presto atención a Tony por unos momentos, sin embargo se dio cuenta de que esperaba una respuesta, dejando de masticar.
—M...e llamó Peter, bueno ese fue el nombre que me decía mi tía hasta que murió—tartamudeo con tristeza en sus ojos, bajando su cabeza que fijo en la caja colorida con unos conejos de colores extravagantes.
—Entonces mucho gusto Peter, puedes quedarte aquí el tiempo que quieras cómo ves hay muchooo espacio—dijo en broma despeinándo los cabellos castaños del híbrido, quién lo miró unos segundos antes de sonreír y dejar que lo tocará con soltura.
Siguió comiendo de las bolitas de colores, hasta que Tony tomó una dona del paquete y se la comió, acción que imitó Peter, siguiendo al mayor después para beber leche.
—Es...esto esta delicioso!—exclamó con las mejillas rojas mirando el trozo de dona a medio comer con chispas de colores en su mejilla y en su nariz, Tony se río de aquello limpiando con una servilleta los labios de Peter, su risa murió en el camino cuando se dio cuenta de que el muchacho lo observaba con interés.
Para Peter era la primera vez en su vida que alguien era amable con él, Tony no le había gritado o golpeado a pesar de que rompió un garrón de camino a la cocina, ni mencionó nada por comer como un "salvaje".