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R27 Week 2020 por 1827kratSN

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Lo conoció en un basurero, literalmente, ni siquiera recuerda exactamente qué estaba haciendo ahí, pero todo se fue al carajo cuando lo escuchó reír tan genuinamente y con aquella vocecita que rayaba entre lo agudo y grave.

Quién diría que el amor a primera vista sí existía.

Lamentablemente, nunca era mutuo, o eso creía.

No culpaba a aquel castaño por creerle un poco loco cuando le dijo que deberían charlar de nuevo frente al mismo basurero, pero sus habilidades de coquetear se atrofiaron en esa magnífica ocasión. Y fue muy extraño.

—Nos veremos, señor desconocido.

—Ey, no te vayas… Dime al menos tu nombre.

—Claro que no —rio bajito.

—Insistiré.

—Claro, sí lo vuelvo a ver en alguna ocasión.

Reborn se quedó ilusionado con una promesa vacía y eso fue aún más raro, porque se consideraba un bastardo inconforme con la vida, pero en ese día se sintió afortunado. Fueron esos ojos marrones, casi acaramelados, los que cautivaron su seco corazón.

Su destino tal vez fue no verse nunca más.

Pero Reborn no era fan del puto destino.

Le comentó su pequeño amorío desafortunado a su colega, a Viper para ser preciso, y tras una paga un tanto destacable y una descripción detallada del rostro del muchachito, sonrió al tener una hoja con datos detallados de su víctima.

—Aburrido hasta en twitter —Viper hizo una mueca—. Lo más interesante que descubrí es que tu amorcito trabaja en una editorial desde hace dos años.

—Me basta.

—Pobre niño… —Viper miro a su “amigo”—, haber captado tu atención va a ser lo peor que le sucedió en su vida tan aburrida.

—¿Te pedí opinión?

—No, pero seguiré hablando a menos que me pagues otra comisión.

En los siguientes días, Reborn caminó tranquilamente por las rutas cercanas al lugar de trabajo, fijándose en alguna pista del desconocido con cabellera rebelde y fue paciente. Porque en uno de esos días se lo iba a encontrar, y obviamente así fue.

—Al menos no estamos frente a otro basurero —el castaño rio bajito.

—Esa solo fue una mala forma de conocernos.

—Yo no lo conozco —negó.

—Y es por eso que debo atreverme a invitarte a salir.

—Por alguna razón, creo que esto no fue un reencuentro por coincidencia… Y para ser sincero, es algo tenebroso.

—No lo es —Reborn sonrió de lado, acomodándose el traje—. No si es mi ruta común para matar un poco de tiempo al escaparme de trabajo.

—Wow, señor oficinista —sonrió—, se me está haciendo tarde, así que debo irme.

—Sobre la invitación…

—¿Dejarás de insistir si termino aceptando?

—Claro… A menos que te guste salir conmigo… Y eso obviamente…

—Que sea a un lugar con mucha gente por si tengo que evitar que me secuestres —el castaño sonrió—. Mañana, seis de la tarde, la plaza que está a cinco cuadras.

No le dijo su nombre, pero no hacía falta, Reborn sabía que el chico se llamaba Tsunayoshi y que era cuatro años menor que él. De rango perfecto para ser almas gemelas, y si no, de la edad perfecta para ser maduros y decir sus verdaderas intenciones.

Se encontraron en el día adecuado, a la hora precisa, Reborn vistiendo muy informal a comparación de sus otros encuentros, y el castaño usando un abrigo largo como la vez pasada. Se sonrieron por cortesía, dieron un rápido vistazo, y lo primero que se propuso fue cenar para platicar.

Nadie hubiese predicho que aquel castaño hiciera reír a Reborn con una anécdota de su trabajo, ni que Tsuna se enterneciera por la forma en que aquel hombre jugaba con su patilla espiral derecha. Nadie, siquiera un conocido de ese par, se imaginaría que esa primera cita empezaría con una risita y terminaría con el desastre de un abrigo manchado de vino y un azabache vetado de por vida.

—No eres una persona muy perceptiva.

—No —el castaño suspiró—, así que gracias.

—De nada.

—No creí que mi antiguo bravucón de preparatoria fuera camarero de este sitio.

—Se merecía el golpe.

—Le rompiste la nariz.

—Él te arrojó vino encima.

—Debo decir que fue satisfactorio verlo en el suelo —el castaño sonrió sutilmente—. Se lo merecía.

—Vaya primera cita —suspiró.

—¿Ya se acabó? —Tsuna miró al azabache—. Porque me estaba divirtiendo.

—Vamos… Todavía podemos ir por ahí —Reborn tomó aquella mano y sonrió galante—. A donde quieras.

—Dulcería por favor.

—¿Qué?

—Cuando tengo un mal día, me gusta un dulce de recompensa.

—¿Estás teniendo un mal día?

—No —rio divertido por la expresión confundida del azabache—. Ha sido un buen día, pero quiero un dulce… y tú lo pagarás, Reborn.

—¿Cómo sabes mi nombre? —pues aún no se habían revelado ese detalle tan crucial hasta ese punto de su cita.

—No le pagaste la comisión adicional a mi tía y “soltó la sopa”.

Reborn sintió su ceja palpitar porque Viper lo engañó de cierta forma y le cobró una suma demasiado grande por información incompleta… Todo mientras el castaño estallaba en carcajadas por la divertida situación.

—¿Qué más te dijo de mí?

—No mucho… Pero no hacía falta… La escucho quejarse todo el tiempo mientras hacemos cenas familiares y tu nombre se menciona constantemente… Cuando ayer me dijo que eras mi pretendiente… pues…

—¿Aun así acudiste a la cita?

—Mamá me dice que no juzgue a alguien por la opinión de los demás… Menos si es la opinión de mi tía Viper.

—Tengo otra duda.

—¿Cuál?

—¿Cómo puede ser Viper tu tía? Tiene casi tu misma edad.

—No lo sé… Y sinceramente no quiero preguntar.

—Es muy raro.

—¿Quieres seguir investigando o seguimos con la cita? —Tsuna sonrió divertido.

—Al demonio… Sigamos con esto.

 

Esa fue la primera cita, pero no la última que ese par pactó.

Ni aunque Viper se quejara el doble.


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