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Quédate por Snowball43

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Notas del capitulo:

Hola, esta es una historia en la que he trabajado por un tiempo. Será un poco larga  ojalá les guste.

En este primer capitulo les recomiendo esta canción

https://www.youtube.com/watch?v=so6ExplQlaY&feature=youtu.be

En el capitulo les menciono en que parte deben comenzar a escucharla xD

 

Yo te amé...

Estoy muy seguro que te amé, y te amare por toda la eternidad...

Te amé con cada célula de mi cuerpo y cada fibra de mí ser...

Te amé con el alma, el corazón y la razón...

Te amé en la lucidez y también en la locura...

Te amé hasta que todo lo mío fue tuyo e incluso, cuando lo que no era mío también se volvió tuyo...

『 °*• ❈ •*°』

La música inundaba el lugar, las personas gritaban con emoción y algunas otras cantaban apasionadamente, junto a los artistas en el escenario. Las luces neón iluminaban la oscuridad de la noche al tiempo en que cada una de las estrofas invitaban al pecado, a hundirse en la pasión desenfrenada. Aquella era una noche de baile sensual, de besos que quitan el aliento y hacen estremecer hasta el corazón mismo, dónde las manos se vuelven versos y las caricias una poesía; una en la que el calor de los cuerpos hace que las almas se fundan y transformen en una sola.

La noche perfecta para dar una muestra diferente de lo que es el amor. O al menos así es como sería, si tan solo él tuviera un amor o al menos conociera lo que la gente a su alrededor gritaba a todo pulmón; aún no entendía cómo es que había accedido a acompañar a sus amigos a aquello, ¿En qué momento lo habían convencido de ello? y más importante, ¿Para qué lo habían llevado si al final lo abandonaron tan pronto comenzó el evento?

Con un suspiro de cansancio Erick tuvo que quedarse al margen de la situación, aprovechando aquello para observar a las personas a su alrededor, con suerte encontraría a alguien en una situación similar a la suya, desafortunadamente ésta parecía estar en su contra, y lo único que podía vislumbrar era gente enloquecida de emoción.

De pronto como si la vida le estuviera jugando una mala broma, se vio envuelto en una escena tan cliché que la cabeza le dolió al rememorar posteriormente. Justo al otro lado se encontraba un chico alto y bastante atractivo, al menos así lo parecía bajo la influencia de aquella luz; miraba todo con expresión de fastidio y cansancio, como si estar en aquel lugar fuera lo peor que le hubiese pasado en la vida. Con una canción romántica, el coro de miles de personas de fondo y una sonrisa por parte de aquel desconocido, sus ojos se encontraron provocando que el corazón de Erick se acelerara con emoción, sus piernas temblaran y por primera vez sintió que la letra de aquella canción cobraba sentido.

Aún con el nerviosismo del momento y la emoción a flor de piel, pensaba en acercarse  a hablar con él, sin embargo sus amigos escogieron ese preciso momento para aparecer “preocupados por su amigo perdido”,  frustrando por completo sus intenciones. Lo llevaron de vuelta al mar de gente a pesar de su renuencia y solo quedó el recuerdo de  aquella seductora sonrisa grabado para siempre en su memoria.

Tras terminar el evento Erick había intentado volver a encontrar a aquel chico, lo buscó todo lo que pudo con la mirada y trató de retardar lo más posible su partida pero fue inútil, se había esfumado tan rápido como había aparecido.

Dos horas después, sus amigos habían decidido continuar la velada en un restaurante cercano, demasiado bullicioso como para molestar a alguien si el volumen de la charla era demasiado alto. No dejaban de hablar acerca de lo maravilloso que había sido aquello y lo bien que se lo habían pasado, mientras él solo podía escucharlos y sonreír en algunas ocasiones. Cuando el tema cambió comenzó a interactuar, bromear y platicar como cualquier persona, hasta que la "maldición" entró en acción una vez más.

No importaba con quien estuviera, no importaba de que estuvieran hablando, de alguna manera todas y cada una de aquellas conversaciones terminaba siendo sobre sexo. No era que le desagradara el tema, simplemente no entendía porque las personas parecían estar obsesionadas con eso, no entendía qué tenía de maravilloso; se había masturbado en varias ocasiones y aceptaba que el placer que inundaba su cuerpo al hacerlo y al terminar, era agradable pero podría vivir perfectamente sin eso.

La primera vez que externalizó aquello se sintió mal, sus propios amigos lo habían hecho sentir mal con sus palabras y algunas de sus acciones. Los entendía, pues no es común mostrarse tan poco interesado en ese tipo de cuestiones, sin embargo, de igual forma le lastimaba. Frases como: "Es porque no lo has probado" lo rodearon cada vez que alguien le preguntaba al respecto, incluso después de sentirse prácticamente obligado a tener sexo, las frases continuaron con cosas como "Necesitas hacerlo con alguien que si sepa", cuando insistió en que no había gran relevancia en eso.

¿No desear acostarse con alguien era tan malo?

La velada se dio por terminada y con la música como única compañía, emprendió el viaje de vuelta a su casa, no podía sacar de su cabeza aquella sonrisa que aún aceleraba su corazón y le hacía sentir avergonzado sin saber porqué.

Dos semanas después, su pequeño embelesamiento había quedado en lo profundo de su mente o al menos así lo había intentado, a veces, el recuerdo volvía sin previo aviso  como si muy en el fondo no quisiera olvidarse de aquello. Naturalmente no había contado nada de eso a sus amigos y no planeaba hacerlo, sabía que al final no harían más que molestarlo y restarle importancia al asunto después de un rato.

La voz del profesor dando por terminada la clase recapturó su atención a la fuerza, Erick no se había dado cuenta en qué momento dejó de atender a la lección, después tendría que revisar el tema o no podría entender nada del material que revisaran la siguiente vez. Salió del salón para reunirse con sus amigos quienes le esperaban en uno de los jardines de la escuela sentados en el pasto, después de un rato todos se hallaban platicando y comiendo un poco de las frituras que habían comprado entre todos.

Los temas triviales iban y venían, de vez en cuando un poco acerca de las materias o algunos compañeros pero en general era la típica plática de todas las tardes, por lo cual, no era extraño que su mente vagara un poco mientras los “escuchaba”.

—Erick...Erick, ¿Estás bien? Últimamente has estado actuando muy extraño. — Aquellas palabras dichas por su amiga Karen lo habían traído de vuelta a la conversación, ella era una de sus amigas más cercanas y aunque las conversaciones con ella siempre giraban en torno a sus relaciones y consejos sobre qué hacer, era una buena persona.

—No es nada, sólo he estado un poco distraído. — Había dicho tratando de zanjar el tema, sin embargo sus amigos no lo dejarían ir tan fácilmente, y eso lo sabía perfectamente.

Cómo si fuera un hechizo, todos dejaron de lado el tema que habían estado discutiendo (del que no había escuchado nada) y centraron toda la atención en su persona, con ojos atentos y mil preguntas en puerta. Erick no pudo hacer más que, suspirar y prepararse para el interrogatorio voluntariamente a fuerzas.

—Confiesa, has estado actuando muy raro, todo el día soñando despierto. —

—Como un enamorado...—

— ¿Enamorado? ¿De quién?—

—Esa es una buena pregunta, es el más asocial de todos nosotros, ni siquiera recuerdo cómo es que comenzamos a hablarle. —

—Ese no es el punto y lo saben, ¿Desde cuándo está así? ¿Dos semanas?—

—Si mal no recuerdo comenzó después de que fuimos a ese concierto, pero creí que era porque no le agradaba ese estilo. —

—Eso podría ser una parte pero admitámoslo, la mejor compañía para lo que escucha él, sería mi abuelo o mi padre en todo caso. —

Erik simplemente escuchaba a todos sus amigos discutir entre ellos e ignorarlo completamente, por una parte era bueno pues no tenía que responder a sus preguntas incómodas, pero por otra era igualmente incómodo que estuvieran casi gritando lo que discutían sobre el asunto. Afortunadamente, aquello no duró mucho pues mientras se peleaban había llegado la hora en que todos habían acordado irse.

—No creas que vas a escapar tan fácilmente Erick, aún no nos has dicho que pasa así que más te vale que mañana nos cuentes todo con lujo de detalles. — Esa había sido la despedida de Karen, acompañada con el típico beso en su mejilla.

—Realmente no es nada de lo que están pensando, solo he estado algo distraído.— Había insistido Erick, tratando de hacer que olvidaran todo el asunto, a pesar de saber de antemano que nada de lo que dijera haría que dejaran de lado el tema.

—No Erick, mañana hablaremos de esto. — Incluso Andrea insistía en no dejarlo ir, despidiéndose con un beso en su mejilla, para después seguir a Karen quien ya se había alejado.

—Sabes que nada les sacara la idea de la cabeza...—

—Aron...—Su tono de queja no había hecho más que hacer que el mencionado se encogiera de hombros dejando claro que no podía ayudarlo en nada,  aunque quisiera hacerlo.

Con aquello como despedida Erick casi corrió para alejarse de los otros, realmente no deseaba permanecer en aquel lugar por más tiempo, no quería que sus dos amigas se arrepintieran de despedirse y decidieran volver para interrogarlo. Tal era su deseo por irse que no notó a un par de fieros ojos color miel, acompañados de una sonrisa seductora, que lo habían seguido hasta que su figura se perdió en la distancia.

En cuanto llegó a su casa, se tiró en la cama intentando alejar de su cuerpo todo aquello en lo que no quería pensar,  lo único que deseaba era quedarse ahí y que la muerte se lo llevara lo más pronto posible, al menos por un rato. Tenía tarea, trabajos que entregar, cosas que limpiar, cocinar para comer y no morir de hambre, tenía que hablar con sus amigos, tenía que fingir que aquel chico misterioso no estaba robándole el sueño; aunque prácticamente lo había visto dos segundos. Se sentía exhausto y abrumado por todos los pendientes, necesitaba un respiro, un descanso de todo eso, no cocinar, no pensar en trabajos y tareas, no limpiar. Necesitaba tiempo para sí mismo, para pensar o simplemente para pretender que no existía nada. Necesitaba darse de baja, pero de la vida.[1]

Lo peor es que el tiempo pasaba demasiado rápido, le faltaban horas a su día para poder hacer todos sus pendientes, tenía que comer mientras estudiaba y hacía tarea, tenía que limpiar mientras pensaba en que decir a sus amigos y cómo explicar lo que estaba pasando. Ni siquiera era capaz de bañarse a gusto, pues no podía dejar de considerar que tal vez sería buena idea alejarse un poco de todos, al menos en lo que ponía en claro aquello que ni siquiera él comprendía.

Desafortunadamente, incluso después de mucho tiempo dándole vueltas al asunto en su cabeza, aún no había podido llegar a una solución. Nada parecía ser lo suficientemente bueno. No podía simplemente quedarse en casa esperando la muerte, no podía eludir sus responsabilidades de esa forma y tampoco podía solo fingir que nada estaba pasando y seguir; sus amigos no lo permitirían. Conclusión, estaba perdido y  por ello prefirió simplemente dormir un poco, la almohada tal vez lo ayudaría a encontrar una solución aceptable.

A lo lejos podía escuchar una voz familiar llamándolo, sin embargo, no podía identificarla del todo, sus párpados se sentían sumamente pesados y las sábanas lo arropaban tan cómodamente que despertar no era una opción, pero aquella voz era tan atrayente que ignorarla tampoco era posible. Se removió entre las sábanas acurrucándose en la suavidad de aquella tela, arrullado por la dulce voz que le llamaba con cierta insistencia e instaba a que abandonara el reino de los sueños.

—Erick, despierta, ya es tarde...—

Una suave caricia en su mejilla bastó para que automáticamente su propia mano sujetara la ajena, acurrucando su rostro contra ésta. Disfrutando de su calidez, abrió los ojos lentamente y sonrió levemente al observar a quien acariciaba su rostro. Aún se sentía adormilado y la expresión de sorpresa de la persona a su lado, no lograba ayudarlo a despertar por completo. Erick no podía decir quién era el dueño de aquella cálida mano, que aún se posaba en su rostro, sin embargo se sentía completamente seguro a su lado, como si realmente no hubiera problema en que estuviera ahí.

Podía ver en la mirada de aquel  hombre un profundo y sincero amor, tan fuerte que su alma se sintió dichosa. —Erick, no seas perezoso. — A pesar de la promesa de un regaño en aquellas palabras, una dulce sonrisa se había plantado en ese hermoso rostro y así, con una última caricia en su mejilla y un suave beso en sus labios Erick tuvo que rendirse y levantarse de la cama,   sin embargo, su pereza parecía ser  la suficiente para abrazarse juguetonamente al cuello del más alto para obligarlo a llevarlo en brazos. Con una suave risa, el hombre  lo abrazó por la cintura y le cargó hasta el baño, volviendo a besarlo con cariño durante todo el trayecto hasta que su trasero tocó la superficie plana del lavabo.

—Anda, debes alistarte. Preparé el desayuno. —

Erick suspiró levemente al sentir la ausencia de los brazos alrededor de su cuerpo, su sonrisa se desvaneció mientras una profunda tristeza envolvía su corazón, su pecho comenzó a doler y las lágrimas comenzaron a acumularse en sus ojos. ¿Por qué se sentía tan triste?, ¿por qué sentía que su alma se rompía?, ¿por qué dolía tanto aquella ausencia?

 Después de un baño caliente, que utilizó para calmarse, se vistió con unos jeans ajustados y una camiseta que parecía pertenecer al otro habitante de aquella casa. Se observó en el espejo, su reflejo le mostraba un rostro que no reconocía como suyo pero que a la vez sí. Su apariencia era completamente desconocida para sí mismo, pero no se sentía como algo extraño, suspiró una vez más antes de ir hacía la cocina. Al llegar, aquel chico alto de tez morena que había despertado a Erick,  lo recibió con una nueva sonrisa cariñosa y le ofreció un pequeño trozo de pan  tostado con chocolate, que ya había empezado a comer; al dar un pequeño mordisco el dulzor del chocolate inundó sus papilas aliviando un poco el dolor en su pecho.

El tiempo pasó rápido, como si lo que ocurriera fuera una sucesión de escenas sacadas de una película. Ambos preparando el desayuno y riendo con algunas bromas, caminando juntos con el sol y la suave brisa de primavera, como únicos acompañantes; rozando sus manos con suavidad cada vez que tenían la oportunidad y buscando unir sus miradas con cierto desespero, expresando todo el cariño que no podían decirse en voz alta,  intentando disimular las caricias que tanto deseaban otorgar al otro. Una tarde maravillosa de amor puro y sincero.

Las risas y miradas de amor habían continuado hasta el atardecer, cuando el frío de la noche hizo acto de presencia. Un nudo se formó en la garganta de Erick y el dolor en  su pecho volvió al ver el sol caer en el horizonte, se aferraba con fuerza a la mano del hombre a su lado intentando contener un llanto de proceder desconocido para su mente, pero que su alma y corazón necesitaban desesperadamente. Sin embargo,  tan pronto el último rayo de luz se perdió en el horizonte el dolor de su corazón se volvió insoportable, y las lágrimas corrieron por su rostro empapando sus mejillas. Sollozó en silencio mientras afianzaba su agarre en la mano del mayor,  como si fuese a desaparecer en cuanto lo soltara.

—Erick, no llores, todo va a estar bien. — Había dicho aquel chico con cierto pesar y culpa en la mirada, sosteniendo el rostro húmedo de Erick entre sus cálidas manos y limpiando los borbotones de lágrimas con los pulgares. —No quiero verte llorar más, por favor. —

No sabía exactamente porque lloraba pero al escuchar aquel tono dulce y cálido al decir su nombre, y ver aquel rostro hermoso deformado por una expresión de preocupación y culpa, su corazón dolía aún más.  Se obligó a detener sus lágrimas, soportando el dolor que carcomía su alma y abrazó a aquella persona, aferrándose a su ropa lo suficientemente fuerte como para lastimarse las manos pero no le importaba, realmente le asustaba que  fuese a esfumarse si lo perdía de vista un solo segundo. Era un miedo irracional, un pánico terrible grabado en su mente, en su cuerpo y su alma, cada parte de su ser estaba profundamente asustada como si aquel hombre ya hubiera desaparecido antes, como si aquellos brazos cálidos y esa voz llena de amor ya lo hubieran abandonado más de una vez, dejándolo completamente solo e indefenso ante el dolor y la desesperación de aquella horrible falta.

Su cuerpo temblaba debido al reciente llanto, sus ojos picaban por las lágrimas que aún deseaban salir, y sus labios dolían por aquello que no tenía el valor de decir, De pronto aquel abrazo fue respondido de igual forma y el dolor disminuyó por un segundo. El suave aroma a lilas inundó sus pulmones relajándolo al instante, el cuerpo de la otra persona parecía temblar levemente y comenzaba a estrechar el abrazo.

—No importa que pase, siempre estaré contigo y  no importa a dónde vayas o cuánto tiempo pase, siempre estaré a tu lado. —

La desesperación inundó su corazón nuevamente, al escuchar aquellas palabras acompañadas por el abandono de aquellos brazos cálidos y protectores. Negándose con fuerza a un algo desconocido, Erick sintió que  su alma entera aullaba de dolor y terror, su cuerpo volvía a temblar mientras lloraba y sollozaba audiblemente, abrazándose a sí mismo y suplicando por el regreso de aquel hombre.



[1] Chiste local. Cuando un alumno inscrito por semestre en la universidad necesita tiempo para alguna cosa puede darse de baja temporal y volver al siguiente semestre para continuar sus estudios.

 

Notas finales:

¿Qué esta pasando? 

Lo sabran en el siguiente capitulo...o tal vez no.

 

En mi perfil esta el link a mi cuenta de wattpad donde publico primero los capitulos, por si quieren enterarse antes del chisme.


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