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Mi primo y yo por shiki1221

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Notas del capitulo:

Holis, durante el mes de abril tuve que rendir un examen que me fue mal y tuve que recuperarlo, así que por eso no estuve respondiendo reviews ni escribiendo, pero buenas noticias, ya no tengo nada hasta julio :D Así que estaré actualizando más seguido si Itachi quiere. En serio gracias por los reviews me detendré en cada uno a responderlo como se merecen :3

 

Cap 2: Ancianos al descubierto

Ino miraba constantemente hacia atrás preocupada por la pelea que se daba entre los adultos mayores. Sabía que los Senju y Uchiha tuvieron un período de odio y guerra constantemente entre ambos, pero desde la fundación de la aldea se suponía que aquellos días habían acabado. Aun así no era extraño ver a Madara y Tobirama luchando el uno con el otro a la más mínima provocación. De hecho, ¿por qué estaba en ese momento el Senju albino en ese sitio? El barrio Uchiha, valga la redundancia, era donde habitaban los miembros de ese clan. Sospechó entonces que fue a buscar a Izuna, pero tampoco tenía mucho sentido viniendo de alguien que proclamaba odiar a todos los portadores del sharingan. Maldijo que su padre le hubiera quitado el jutsu a ella tan rápido, pues Charasuke parecía más al tanto de los pensamientos de los demás. Quería preguntarle que oyó de las mentes de los demás, pero no quería quedar como una chismosa. Es sólo que las palabras dichas en voz alta carecían de un contexto que ella sentía necesitaba saber.

―Creo que deberías ayudar a tu tío abuelo ya está algo mayor como para estar peleándose a mano limpia ―comentó preocupada por los gritos y sonidos de golpes secos cerca de donde estaban ellos.

―No necesita mi ayuda ―respondió sin prestarle mucha atención mientras giraba la cabeza en varias direcciones a causa de los pensamientos de los presentes―. Necesitan usar el Kai ―exclamó en voz alta viendo a los Uchiha en las calles.

―Aunque tu tío abuelo haya sido un gran guerrero ya pasó hace mucho los cincuenta… ―mencionó buscando hacerle ver su punto.

―Ese anciano tiene Susanno, mangekyo sharingan y les metería un kunai sin vaselina a cinco kages si quiere...

―¡Charasuke! ―regañó la rubia dándole un leve golpe en la cabeza al oír semejante falta de respeto a los líderes de las aldeas.

―Si los viejos quieren matarse, adelante ―comentó mientras se sobaba la cabeza tras aquel golpe―. Existe el Edo Tensei para traerlos de regreso si se matan por accidente.

―Chara ―llamó la joven Yamanaka mientras lo sujetaba por los hombros para hacerlo mirarla con fijeza―. Puedes ser un nalga fácil, hablador, imprudente e incestuoso reprimido de primera, pero nunca abandonarías a un anciano.

El azabache frunció los labios al oír aquella descripción. ¿Y se suponía que esa era la amiga que estaba ayudando? Primera vez que pensaba en ayudar a alguien sin pedir algo a cambio y resultaba así. Aunque intentaba convencerse de que no estaba sacándole ventaja a esa situación. No era su culpa escuchar aquellos pensamientos sucios y los oscuros secretos de sus personas más cercanas, sólo era un efecto secundario ajeno a su control. No era nada que él pudiera evitar. Sonrió un poco inconscientemente por lo ventajoso que era y se sentía estupendamente por poder enterarse de tantos chismes ciento por ciento confiables sin esforzarse en lo más mínimo. La parte negativa era oír cosas que no buscaba. Como lo relacionado a la pelea entre el albino y su tío abuelo.

“Maldito Senju siempre ha sido un oponente fuerte y bastante digno con el cual medirme. Aunque no tanto como su estúpido, pero sexy hermano”.

―No necesitaba saber eso ―dijo en voz alta Charasuke pese a estar a unos cuantos metros aun podía ver a su tío peleando con Tobirama rodando por el suelo.

―Se van a lastimar la espalda, la cadera o algo más ―insistió Ino al ver a dos hombres ya entrados en sus años intentando atacarse como si fueran unos adolescentes.

―¿Quién crees que se rompa primero la cadera la rata albina o mi tío? ―cuestionó el moreno mostrándose pensativo mientras recibía una mirada de regaño de su amiga.

“Para ser un anciano sigue moviendo bastante la cadera. Me pregunto si el estúpido puercoespín se moverá así en la cama. Aunque preferiría saber cómo se mueve Izuna.”

―Muere, hijo de perra ―dijo en un gruñido Madara mientras se preparaba para calcinar a ese Senju por sus pensamientos pecaminosos.

El cofundador de Konoha se encontraba ofendido y avergonzado por aquellos pensamientos acerca de sus movimientos al pelear. Era la forma más sencilla de detener los movimientos de un oponente. Usar sus piernas a cada lado de la cadera de aquel Senju lo hacía quedarse quieto en lo que le propinaba sus golpes. De esa manera solía luchar contra Hashirama y nunca tuvo problemas para inmovilizarlo, pero oyendo a Tobirama comenzaba a cuestionarse si alguna vez no cruzó eso por la mente del fanático de los árboles. ¿Y si era por eso que siempre se quedaba tieso al momento de someterlo? Sin embargo, todas esas dudas podían seguir sin resolverse. Por el momento sólo calcinaría a esa rata con un buen jutsu bola de fuego. Y lo habría conseguido de no ser porqué su sobrino nieto lo sujetó desde atrás y lo obligó a bajarse del albino. “Me estoy haciendo viejo si hasta Charasuke puede moverme”.

―Ni que fuera tan débil, vejete ―reclamó el menor de los morenos―. Ya pare su amargura, abuelito Madara y rata albina ―pidió Charasuke mientras sujetaba a su familiar por la espalda y lo apartaba del otro.

―¿Cómo me llamaste? ―demandó saber Tobirama mientras reunía chakra en sus manos dispuesto a invocar algún nuevo jutsu y deshacerse de dos Uchiha por el precio de uno―. ¡Amargado tu abuelo!

―Pero mi abuelo puede curar su amargura usando el “tronco” de Hashirama-san ―respondió con una sonrisa pícara y carente de pudor mientras veía a los ancianos apartar la mirada―. Y bueno usted no estoy tan seguro si no necesita un Edo Tensei en sus pantalones ―contestó el menor llevándose las manos detrás de la cabeza sin perder su sonrisa burlona.

―¡Oye! ―reclamó el mayor de los Uchiha a cuentas de aquel comentario dirigido hacia su persona.

―¡Todos los Uchiha son iguales! ―gritó Tobirama mirando de mala manera al pequeño engendro que se atrevía a faltarle al respeto.

―Y eso te excita ―agregó Charasuke moviéndose de atrás hacia adelante como un niño―. Ya oí tus sucios pensamientos sobre nosotros. Eres insaciable si incluso te gustó sentir a mi abuelito Madara intentando matarte.

―Sucia rata desvergonzada ―masculló el más viejo de los Uchiha cruzándose de brazos antes de adoptar una postura solemne.

“Para su edad aún se mueve bastante bien, no me sorprende que mi estúpido hermano mayor aun suspire por él”

―¿Qué Hashirama hace qué? ―preguntó interesado Madara mientras alzaba la mirada hacia el Senju sorprendido por aquel repentino pensamiento.

―Sí, ¿qué hago yo? ―interrogó un muy desorientado castaño recién llegado al barrio Uchiha.

El mayor de los hermanos Senju y primer Hokage de la aldea había ido personalmente al barrio Uchiha en busca de su hermano. Se suponía que él personalmente iría a ver a Madara para intentar convencerlo de asistir a la obra que se haría en honor a ellos. El actual Hokage era algo… extravagante cuando se trataba de los Uchiha. Pese a haberse casado con uno y llevar años de feliz matrimonio era como si constantemente intentara impresionar al resto del clan. Nunca tuvo muy claro la razón de ello. Según tenía entendido, lo habían recibido con los brazos abiertos. Una locura suya supuso entonces. Empero, Madara era muy terco en varios sentidos y uno de ellos era respecto a la fundación de la aldea. Desde hacía muchos años prefería que se olvidaran de sus contribuciones a la creación de la misma y no entendía la razón. Hashirama nunca quiso que fuera secreto todo lo que hizo por el bienestar de los habitantes. Así que no puso objeciones cuando Naruto le pidió convencerlo de asistir al evento. Lo extraño fue que su hermano se ofreciera a ir a hablar siendo bien conocida la mala relación entre ellos.

“Maldición, ¿estará bajo los efectos del jutsu? ¿Podrá oír lo que estoy pensando? Debo mantenerme sereno y evitar pensar en que estuve revolcándome con su hermano”

“No lo pienses de esa manera, puercoespín pervertido. Estábamos luchando y tu trasero casualmente se restregaba contra mi cadera. No te hagas ideas equivocadas”

“Eres tú el que se la pasa pensando en cogerse Uchihas. ¡Hay niños presentes! ¿Quieres pensar en mi pobre y medio estúpido sobrino especial?”

“No tocaría a tu disfuncional sobrino nieto de los cromosomas extra. Aunque se parezca tanto a Izuna cuando joven y se vea bastante fácil de engañar.”

―Sólo por ser hijo de un matrimonio entre primos no significa que me sobren cromosomas ―se quejó en voz alta Charasuke mientras su amiga lo miraba intentando entender qué estarían pensando los mayores.

Hashirama seguía en su sitio parado sin decir nada y tampoco podían oír ningún pensamiento proveniente de él. El temor y la intriga del Senju albino y de Madara crecía al no poder aclarar aquella duda. ¿Qué sabía Hashirama? ¿Él también podía oír lo que pensaban? Y si ese era el caso, ¿por qué ellos no podían invadir su mente también?. Al menor de los Uchiha presente sólo lo fastidiaba que se hayan metido con su persona cuando ni siquiera estaba pensando en nada relacionado a ellos. Estaba manteniendo su mente lo más en blanco posible para ser capaz de oír mejor los pensamientos ajenos sin interrumpir con los propios. Se estaba enterando de cosas que en su vida podría oír de la boca de los mayores. Lo malo fue darse cuenta que la tenían en su contra también.

“A ti cualquiera te da lo mismo mientras sea Uchiha, ¿verdad, sucia rata?”

“Cualquiera no. Jamás tendría algo contigo ni aunque tengas un trasero tan blandito y apretable. Se te está cayendo por la edad.”

―¡Ya dejen de pensar en eso, viejos verdes! ―gritó frustrado Charasuke harto de oír esos pensamientos―. Para ser señores de la tercera edad supuestamente respetables tienen pensamientos muy sucios ―comentó el moreno sorprendido de que personas tan serias como ellos tuvieran aun hormonas alborotadas como un adolescente―. ¡¿Y yo qué les hice para que se estén metiendo conmigo?! Profanaré sus tumbas cuando se vayan al otro mundo ―murmuró cruzándose de brazos ofendido de que le trataran de idiota.

―Tú también te la pasas pensando en sexo ―reclamó Madara frunciendo el ceño por el regaño.

―Y con tu primo para colmo ―agregó el albino cerrando los ojos intentando borrar esos pensamientos que no deseaba oír, pero le llegaron por culpa de la corta distancia con el menor de los Uchiha.

―¡¿Cómo saben eso?! ―interrogó alarmado el joven de cabellos oscuros mirando a los mayores de manera intercalada.

―Niño, todos en la aldea lo sabemos ―comentó de manera desinteresada su familiar.

―Incluso yo me enteré, así que date una idea de lo obvio que eres babeando por tu primo ―señaló Tobirama sin perder ese aire de superioridad―. Los únicos que parecen algo lentos en ese asunto eres tú, Menma y los padres de ambos. Se nota que los genes Uchiha hacen menos astutos a sus miembros. Tanto comerse entre primos les pasó factura.

―Usted tiene una obsesión rara con mi clan ―acusó Charasuke mirando al Senju con los ojos entrecerrados―. Se le nota la frustración por no tener nada con mi tío Izuna.

―Como si quisiera mezclar los genes Senju con tu incestuoso clan. No quiero ni imaginarme lo que sería tener hijos fallidos como tú ―contraatacó intentando ignorarlo.

“Si tuviera hijos con Izuna le arreglaría todo el maldito linaje. ¡Maldición! Pudimos tener hermosos y poderosos hijos si no fuera por culpa de Madara”.

―A mí no me metas en ese asunto ―reclamó el azabache tras oír aquella acusación―. Yo no obligué a mi hermano a nada. Si no quiere estar contigo es por tu propio mérito. ¡Y mi clan no está defectuoso! Tal vez Chara no salió como esperábamos…

―¡Hey! ―reclamó el aludido.

―Pero el resto conservan la pureza y son unos prodigios ―aseguró con orgullo.

―Por favor ―dijo Tobirama con sarcasmo mientras rodaba los ojos―. Los prodigios de tu clan son los primitos esos que dieron origen a este ―señaló a Charasuke―. Tu clan se está pudriendo y si el mocoso engendra hijos con su primo siendo él hijo de primos, algo saldrá mal en el futuro.

Otra vez el mismo asunto de siempre. El menor de los Uchiha había perdido la cuenta de la cantidad de veces que se habían metido con él por ser hijo de familiares. Y lo más frustrante era que sólo se las tomaban con él. ¡Qué no era el único clan que practicaba el incesto! No recordaba que se metieran con los Hyuga por ejemplo. Ellos al igual que los Uchiha creían en la pureza de la sangre, ya que cuando uno de ellos tenía hijos con alguien ajeno al clan, los hijos nacían sin el byakugan. Hasta el momento no se habían registrado excepciones. Y por lo mismo la mayoría sabía a qué atenerse si no formaba un lazo con alguien dentro del clan. Dado que ese kekkei genkai era de nacimiento, era imposible entrenar para adquirirlo o despertarlo. En ese sentido agradecía tener el sharingan, pues aunque nacieran sin él, era posible despertarlo después, como fue el caso de su primo Menma. Sin embargo, desde que tenía memoria era recurrente que le atacaran por el asunto de sus padres. Actualmente reía recordando la cantidad de veces que sus padres fueron llamados a la academia ninja por sus peleas con otros niños.

En la academia ninja se encontraban unos muy lastimados Charasuke y Menma de siete años sentados en un banco de madera. Estaban fuera de la oficina del director de la escuela a causa de sus malos comportamientos. Se habían metido en una pelea con otro niño y se decidió que debía llamarse a los padres de los agresores. Dado que el menor afectado había terminado en el hospital recibiendo algunos puntos para sus heridas. Charasuke le había dado una patada a su compañero de clases y con mala suerte lo estrelló contra una ventana que terminó rompiéndose. Los cristales rotos cayeron sobre el brazo de aquel infante abriendo heridas profundas que le costaron un viaje al hospital y al Uchiha una visita a la oficina del director. Estaba nervioso por la reacción de sus padres. Los maestros siempre fueron muy enfáticos en el comportamiento impecable y ejemplar de Shisui e Itachi y ahora él les estaba decepcionando.

―Tranquilo ―consoló Menma con su mano buscando la del azabache―. Todo estará bien. Tus padres seguro lo entenderán ttebayo ―comentó apretando suavemente la blanca mano.

―Lo siento por meterte en problemas ―se disculpó el niño de ojos oscuros mirando a su familiar―. Esta pelea no te involucraba y ahora llamaron a tío Sasuke y tío Naruto también ―suspiró pesadamente sintiendo todo el peso de la culpa.

―No me importa ―aseguró el rubio mientras apretaba el puño de su mano libre―. Mi papá Naruto siempre dijo que debemos pelear por lo que creemos y para defender a quienes queremos.

―Gracias, Menma-chan ―agradeció Charasuke sonriendo ampliamente―. Tú siempre me ayudas cuando estoy en problemas.

―Claro, somos familia ―respondió el de ojos azules mientras le daba un fuerte abrazo―. Y tú familia nunca te abandona.

―Sí, familia ―suspiró nuevamente mientras restregaba suavemente su rostro contra el hombro de su familiar.

―Pueden pasar ―anunció la secretaria mientras los miraba reprobatoriamente―. Sus padres ya están dentro esperándolos. Qué decepción que los hijos de respetables ninjas causen tantos problemas.

Ambos menores se sentían bastante intimidados por la situación. Sus padres eran bien conocidos en la aldea. No sólo Charasuke por ser hijo de los prodigios del clan Uchiha, sino también Menma por ser el único hijo del actual Hokage y del llamado “Hokage en las sombras”. Pese a tener veinticuatro años de edad ya estaba en el puesto más alto que se le podía otorgar a un ninja en la aldea. No se veía para nada bien que tuvieran un hijo problemático. Por alguna razón los aldeanos siempre relacionaban de manera directa el orden y la capacidad de sus líderes en cuanto a orden y estabilidad en su vida personal a la eficiencia como líder de la aldea. Según muchos de ellos “quien no gobernaba ni su propia vida, no podría gobernar las de otros”. Pensamientos ridículos en opinión del propio Uzumaki, pero qué se le iba a hacer.

―Los llamamos aquí para hablarles sobre el comportamiento de Charasuke y Menma ―anunció Iruka, el actual director de la academia ninja.

―¿Qué ha sucedido? ―preguntó Itachi al castaño viendo de reojo a su hijo, quien de inmediato evitó la mirada de su padre omega.

―Hubo una pelea en el salón de clases, en la cual Menma y Charasuke se vieron involucrados y terminó con uno de sus compañeros en el hospital recibiendo puntadas ―explicó Umino con seriedad―. Los llamamos para que los niños den su versión de los hechos con ustedes presentes.

Naruto estaba sorprendido de saber que su hijo se vio envuelto en aquel incidente. Siempre se había encargado de educar a su hijo para ser un chico que no causara tantos problemas a Iruka como los que le causó él mismo cuando era un niño. Aun recordaba con gracia el día de la ceremonia de bienvenida en la que junto a Sasuke acompañaron a su pequeño como era la tradición. La cara de espanto de Umino al ver una réplica de Uzumaki jamás se le olvidaría. Tuvo que jurar, asegurar y confirmar de un y mil maneras que Menma heredó sólo su apariencia física, pues su personalidad era un tanto más calmada y más similar a la de Sasuke cuando se ponía serio. Si bien era competitivo con su primo, nunca llegaron a peleas violentas o alguna que fuera digna de algo más que un pequeño regaño verbal. Qué mandaran a un niño al hospital significaba que algo grave tuvo que suceder. Al menos eso esperaba, no quería creer que fue tan mal padre como para estropear a su hijo a sólo siete años de tenerlo.

―Sasuke ―llamó con seriedad Itachi demandando saber una respuesta. Su hijo bien sabía que si lo llamaba por su nombre, era porque estaba enojado.

―¿Qué? ―respondió su hermano menor junto a su hijo por la costumbre.

―No tú, estúpido hermano menor ―le señaló el omega de la larga cabellera―. Mi hijo, tú ya estás grande como para que te regañe por no educar bien a tu hijo.

―No habría confusiones si no le hubieras puesto mi nombre y disculpa ―expresó ofendido notablemente―. ¿Mi hijo? ―cuestionó conteniendo su molestia por aquella implícita acusación sentida en sus palabras―. ¿Qué hay del tuyo? Según oí fue su patada la que mandó a ese mocoso al hospital.

―¡Y fue increíble, papá! ―exclamó Menma con mucha emoción de sólo recordarlo―. Hizo ese movimiento de tío Itachi. Primero saltó como un ¡Paff! Y luego lo pateó con una fuerza que hizo ¡Fiuu! Y, y, y hizo ¡Pluff! Contra la ventana. Se vio tan genial ttebayo ―celebró el menor haciendo que el aludido se sonrojara un poco por aquellos halagos.

―¡Mandó a un niño al hospital eso no es algo que celebrar! ―regañó Iruka con dureza haciendo que los niños bajaran la cabeza arrepentidos.

Shisui se había mantenido al margen de la pelea verbal analizando a su alrededor las reacciones de los demás. Era necesario para prepararse y contener a los otros tres. Iruka era alguien muy respetado y querido por haber sido el maestro de la academia de Naruto y Sasuke, pero ni siquiera él podría parar a esos dos cuando oyeran la respuesta de los niños. Conocía bien a su hijo y al hijo de su cuñado, ninguno solía hacer algo de esa magnitud sin haberlo buscado. No le era difícil deducir que cuando la respuesta llegara, serían los adultos, incluido su marido, quienes quisieran iniciar una lucha física. Por muy adultos maduros que dijeran o intentaran mostrar ser, cuando el instinto de protección a su progenie se hacía presente perdían el rumbo. No debía permitir que alguno de ellos fuera el que causara problemas o empeoraría la situación de los menores e incluso afectaría negativamente sus reputaciones.

―¡Se lo merecía ttebayo! ―gritó Menma para defender a su familiar―. Él insultó a Chara y lo hizo llorar, él sólo se defendió.

―¡Yo no lloré! ―negó fervientemente el menor de los Uchiha presente.

―A ver, expliquen desde el principio qué sucedió ―pidió Umino mirando al menor de los Uchiha esperando su justificación.

―Estábamos jugando en el patio a ser ninjas ―comenzó a relatar el moreno tomando aire como si tuviera que contener su ira―. Íbamos a hacer una representación de la pelea de los Senju y Uchiha como aprendimos en clase. Yo me ofrecí a hacer de Hashirama-san, pero me dijo que no podía porqué era un Uchiha y que hiciera del tío abuelito Madara.

―Yo me ofrecí a hacer de Madara para que Chara pudiera hacer de Hashirama como quería ―complementó el niño de ojos azules―. Entonces se enojó con nosotros y dijo que Chara era muy retrasado para ser Hashirama.

―¡Dijo que era muy tonto por ser hijo de primos y por eso no entendía el juego y por qué debía ser Madara! ―reclamó el moreno queriendo llorar por la rabia al recordar cómo le había dicho―. No soy tonto ―refunfuñó ofendido.

―Entiendo que te molestara, hijo ―dijo Shisui intentando consolar a su pequeño mientras acariciaba su cabello.

―¿Y por eso te metiste en la pelea, Menma? ―interrogó Sasuke medio entendiendo a qué se debía el embrollo.

―Sí ―asintió el menor entre arrepentido por meterse en problemas y molesto por recordar aquello.

―No debes dejarte llevar por lo que dicen otros ―aconsejó el Hokage mientras apoyaba su mano en el hombro del blondo más joven.

―Pero no me gustó que dijera que eres un Hokage inútil ―comentó Menma cruzado de brazos―. Cuando se enoja conmigo suele repetir lo que dice su papá sobre qué haces mal tu trabajo. ¡No es justo!

―No me importa lo que digan de mí, no puedes caerle bien a todo el mundo ―comentó sin perder su sonrisa.

―¡Pero esta vez se pasó! ―intervino Charasuke en favor de su primo―. Dijo que Menma podía ser un buen Madara porque eso pegaba bien con el hijo de un criminal. ¡Tío Sasuke dejó de querer dominar el mundo! ¿Verdad, papá? ―preguntó Charasuke mientras miraba a Itachi, pues él había comentado algo de eso a su esposo siendo accidentalmente oído por su hijo―. Tú dijiste que tío Sasuke está medio cuerdo ahora.

―¿Qué le andas contando a tu hijo, nii-san? ―cuestionó ofendido mirando a su familiar.

―¡¿A quién le importa eso?! ―exclamó Uzumaki poniéndose de pie con gesto de enojo―. ¡Nadie se mete con mi esposo y sale limpio!

―No puedes golpear a un niño ―le recordó Sasuke mientras sus dedos se apretaban en su propio brazo conteniéndose de hacer algo que pudiera llevarlo a arrepentirse―. Además mi sobrino ya lo mandó al hospital y dudo que se olvide en un buen tiempo lo que ha hecho.

―¡Cierto! ―gritó con euforia el rubio mientras se dirigía al menor―. Buen trabajo, Chara y tú también, Menma ―felicitó orgulloso de que defendieran a su familia y entre ellos.

―¡Naruto! Quiero decir, Hokage-sama ―se corrigió el director de la academia levantándose de su silla―. No pueden darle ese mensaje a sus hijos. Aunque haya habido comentarios desagradables no pueden resolver todos sus problemas con la fuerza bruta ―explicó.

La preocupación más grande el castaño era que los niños se mal acostumbraran a golpear o agredir a cualquiera que no fuera de su agrado. Bien sabía lo capaces que eran ambos teniendo a semejantes padres detrás ayudándoles en cuanto a artes ninjas se trataban. Y aunque no lo dijera en voz alta, le preocupaba que alguno siguiera un mal camino como sucedió con Sasuke cuando era adolescente. Nadie esperaba que se uniera a Orochimaru y quisiera destruir la aldea de Konoha. Cierto era que luego de una intensa pelea con Naruto llegaron a un “acuerdo”. Aun no entendía cómo el rubio se enamoró de él, pero era lo que sucedió. De él sí sabía lo radical que era en cuanto a ser contradicho, por el bien de todos, era mejor enseñarle algo de tolerancia a Menma.

―No me arrepiento de darle su merecido ―murmuró Charasuke haciendo un puchero―. Se lo merece por desafiarme. Él no creía que un “tonto” como yo pudiera hacer un movimiento básico de taijutsu. Ahora sabe que sí puedo y por qué nadie se mete con un Uchiha ―aseguró cruzado de brazos haciendo una expresión de seriedad que indudablemente recordaba a Sasuke de niño.

―Aww es como un mini Sasuke ―suspiraron Itachi y Naruto al recordar aquellos días donde el mencionado hacía esos mismos gestos.

―¿Seguro que no me robaste un hijo? ―interrogó el rubio mirando de reojo a su cuñado―. Tanta habilidad con el genjutsu te hace sospechoso.

―En una posición como la tuya no es conveniente jugar ese tipo de bromas que podrían ser fácilmente malinterpretadas ―aconsejó el omega de ojeras mientras sonreía con amabilidad―. Deberías poner más atención a tu hijo para educarlo adecuadamente en vez de dedicarte a teorías conspirativas sobre hijos robados, Hokage-sama.

―Tiene razón, Naruto ―secundó Iruka mirando con una sonrisa a Itachi quien siempre había sido un alumno respetable―. Hazle caso a tu cuñado y por favor ponle más atención a la educación de Menma-kun. Está teniendo algunos problemas en su desempeño y ahora problemas de conducta ―puntualizó observando a ambos padres con seriedad―. Por favor corrijan eso. Si necesitan ayuda para controlar sus impulsos podemos sugerirles terapia familiar ―ofreció con amabilidad.

Uzumaki apretó los dientes para no responderle de mala manera a su antiguo maestro. Sasuke tampoco se sentía feliz por aquel ofrecimiento, pese a ser hecho sin malas intenciones, lo sintió como una bofetada. Su sobrino podía dar una patada que lesionó a un compañero suyo y aun así sentía que su hijo no era el único deslumbrado por aquel movimiento. Tenía muy claro que Charasuke era hábil y talentoso. Su padre jamás dejó de halagar a Itachi por tener un hijo tan capacitado, mientras a Menma siempre lo dejaba como “el tierno”. Un lindo nieto cuyo único mérito era ese, ser lindo. Y ahora para colmo hasta su antiguo maestro parecía no tener algún defecto académico que señalarle al pequeño azabache, pero su hijo como siempre quedaba detrás de su primo.

―Si se meten conmigo, yo me vengaré. Esa es mi filosofía ―declaró Charasuke con la cabeza en alto.

―No puedes hacer eso ―repitió Iruka sintiéndose como un idiota por repetir una y otra vez aquello y sintiendo muy poca colaboración de partes de los adultos tras las explicaciones de los niños. Comenzaba a pensar que ese pobre niño hospitalizado necesitaría protección de los adultos si seguían así.

―¿Podría dejar que nos llevemos a nuestros hijos por hoy? ―preguntó Shisui en su típico tono apacible―. Nuestros hijos se han equivocado y creo que necesitan tiempo para calmarse y oír algunas explicaciones. Regañarlos ahora sólo hará que se enojen y quieran buscar represalias a nuestras espaldas ―explicó a Umino con amabilidad―. Deje que nos los llevemos y cuando todo se calme les haremos entender que no pueden comportarse así. Se lo prometo.

―Confío en ti, Shisui-san ―suspiró el castaño sintiéndose superado por aquellas familias―. Por favor, hazles entender que no pueden hacer eso a un compañero. Y si puedes recuérdales a Naruto y Sasuke que no pueden hacerle nada a un niño.

El alfa Uchiha asintió con una amable sonrisa notando las miradas disconformes de su cuñado y el esposo de éste. Había dibujada una especie de línea con claro favoritismo a los Uchiha. A pesar de la historia que compartían Naruto con aquel maestro, ahora director de la academia, era claro que en cuanto a confianza para la disciplina era más partidario de los Uchiha. Aquellos primos de reputación impecable siempre encantando a todos. Ni siquiera por su título de Hokage podía superar “la autoridad” o lo que fuera que tuvieran esos dos. Uzumaki a regañadientes se llevó a su hijo junto a su esposo para hablarle tranquilamente en la casa. No tenía ánimos de oír a su cuñado presumiendo o regañándolo.

―Deberías ser más centrado y pensar más con la cabeza de arriba y menos con la de abajo ―aconsejó, muy a su manera, Tobirama haciendo que Charasuke saliera de aquellos recuerdos―. No querrás dejar hijos regados por ahí. Eres bien conocido por cortejar omegas y dejarlos con ilusiones, corazones y sueños rotos.

―Yo estoy en la edad de tener relaciones, formar un lazo y tener hijos. Es normal ―contraatacó el menor poniendo la palma abierta de su mano sobre su propio pecho―. ¿Pero ustedes? Son los ejemplos a seguir de la aldea y se comportan como niños calenturientos.

―No seas tan duro con ellos, Charasuke ―pidió Hashirama mientras apoyaba la mano en la cabeza del mencionado y revolvía sus cabellos―. Nuestra generación tuvo que madurar muy rápido a causa de la guerra y hay mucho que no vivimos y no experimentamos cuando era su tiempo ―suspiró con nostalgia al recordar aquellos días―. Hay muchas cosas que nos negamos a nosotros mismos…

Como la posibilidad de amar libremente a quien quisiéramos. Si pudiese haber elegido, tal vez Madara y yo habríamos tenido un final feliz para nuestra historia de amor”. Pensó el castaño sintiéndose inundado por aquellos recuerdos cuando él todavía era un niño inocente que apenas iba descubriendo a quien sería su lazo más importante.

Antes de que las aldeas shinobis estuvieran conformadas como tal, todos los ninjas se movían de acuerdo a sus clanes. Era común ver clanes débiles o de pocas personas siendo extinguidos en poco tiempo. Elegir una mala pelea podía llevarlos a ser reducidos a la nada misma. Por ello, muchos clanes habían optado por los matrimonios para pedir que sus vidas fueran perdonadas. Los alfas solían estar siempre en busca de mejorar o apropiarse de algún kekkei genkai poderoso, haciendo fácil aceptar tratos de no liquidar a ciertos clanes a cambio de un omega que les diera una descendencia con alguna barrera de sangre poco usual. Los lazos formados entre los omegas y los alfas solían ser un medio seguro para que las alianzas no se disolvieran con facilidad. Puesto que si un alfa moría a su omega le esperaba el mismo destino. No era el caso a la inversa y por lo mismo los clanes más fuertes se sentían en la posición de ofrecer a un alfa para la unión, mientras los sometidos entregaban a un omega.

Fue en medio de esos cruentos días donde la sangre teñía los ríos y nutría la tierra con muerte cuando Hashirama y Madara se conocieron. El joven Uchiha se encontraba lanzando piedras al río mientras meditaba acerca de las batallas venideras. Su temor de ser tomado por una moneda de cambio a causa de ser un omega siempre se encontraba presente en su mente. Se daba ánimos a sí mismo al saber que los Uchiha eran un clan poderoso y si iban a formar alguna alianza sería ofreciendo un alfa. Aunque ellos no eran de ese tipo de clanes. Después de todo su padre creía en la pureza de la sangre y la mayoría de las uniones realizadas se daban entre miembros del mismo clan. Aunque debía admitir que tampoco le apetecía una unión arreglada con alguno de sus familiares. Sólo le habría gustado conocer a alguien para enamorarse y vivir su historia de amor. Sin embargo, siendo a sus doce años dolorosamente consciente de la guerra, puso como prioridad volverse fuerte en vez de aquellos ilusos sueños.

―La siguiente llegará hasta la otra orilla del río ―dijo Madara cerrando los ojos un momento. “Así como yo quiero llegar a un lugar mejor. Donde pueda ser libre”. Pensó antes de darse cuenta de que mientras se perdía en sus pensamientos alguien lanzó otra roca.

―Deberías lanzarla un poco más hacia arriba así podrás llegar ―comentó sonriente un chico de cabello castaño detrás suyo.

―Eso ya lo sé ―reclamó el moreno enojado por ser corregido―. Yo podría hacer esto y mucho más y a todo esto, ¿quién demonios eres?

―Por ahora digamos que soy tu rival en el lanzamiento de rocas ―contestó el otro sin perder aquella sonrisa tan alegre.

―Eso no me dice quién eres, idiota ―reclamó Madara mirándolo de mala manera.

―Puedo decirte que mi nombre es Hashirama ―se presentó manteniendo una expresión que le causaba aún más intriga al azabache―. Mi apellido por ahora no lo necesitas saber.

―Como sea, te demostraré que puedo lanzar la roca hasta el otro lado ―aseguró antes de hacer su movimiento.

“Lo sabía, esa manera de arrojar rocas es igual a la de lanzar shurikens. Debe tratarse de un shinobi”. Pensó Hashirama viendo cómo el otro no logró llegar hasta el otro lado del río.

―¡Esto es tu culpa! ―gritó Uchiha completamente furioso mientras lo señalaba con el dedo―. Te paraste detrás de mí a propósito para distraerme. Soy muy sensible, ni siquiera puedo mear cuando tengo a alguien detrás de mí.

―Eso no lo sabía ―se apresuró a aclarar el castaño asustado por la repentina actitud del chico que acababa de conocer.

―¡Pues ahora lo sabes y no lo olvides! ―gritó Madara mientras volvía a voltearse para intentar arrojar nuevamente una roca.

―¿Y yo para qué quiero recordar eso? ―preguntó el joven Senju sin entender la manera de reaccionar del otro.

―Como sea, ya es hora de que me vaya ―anunció el moreno tras un nuevo intento fallido de hacer llegar una roca al otro lado del río.

―¿Te volveré a ver? ―preguntó Hashirama queriendo detenerlo sujetándolo del brazo―. ¿Vendrás aquí mañana? ―interrogó ansioso de oír una respuesta.

―Sí ―asintió enérgicamente el joven de ojos oscuros soltándose suavemente del agarre del contrario―. Aun debo vencerte, eres mi rival ahora, ¿cierto? ―preguntó sonriéndole antes de alejarse rápidamente.

En aquel momento esa expresión de alegría e inocencia mostrada por Madara habían cautivado al castaño. No tenía idea de lo bonito que podía ser un chico cuyo nombre ni siquiera conocía. Había pensado en un primer momento en confirmar si se trataba de un shinobi y aún más específicamente, si era miembro de un clan enemigo. Los ninjas solían atacar a quienes estaban desprevenidos. Especialmente los Uchiha habían estado asesinando a sus hermanos y por lo mismo debía mantenerse alerta, pero… con ese chico no podía pensar que estuviera involucrado en cruentas batallas. Sólo esperaba que no fuera alcanzado por alguna. No quisiera que sus manos se vieran manchadas de sangre. Mas, prefería eso a saberlo muerto. Sacudió la cabeza negándose a preocuparse por alguien a quien conocía de apenas unos cuantos minutos. “Vaya tonto que soy”. Pensó regañándose así mismo.

―¿Por qué? ―interrogó Charasuke mirando curioso al castaño tras verlo quedarse callado.

―¿Qué? ―preguntó el Senju de cabellos castaños no entendiendo el motivo de esa pregunta.

―¿Por qué te sentiste tonto por preocuparte por el abuelito Madara? ―Quiso saber el adolescente mientras miraba de reojo al aludido quien aguardaba una respuesta.

―Creo que todos podemos oír lo que piensan los demás, ¿cierto? ―dijo entre risas Hashirama llevándose una mano detrás de la cabeza intentando restarle importancia a lo que pensó.

Tobirama conocía parte de esa historia y aunque le apetecía negarla y hacer algo para evitar que su hermano hiciera el ridículo con ese Uchiha, no podía. Para poder alejarlos sin levantar sospechas necesitaba pensar en un buen plan. Allí radicaba su principal problema. En esos momentos cualquier pensamiento era retransmitido a los más cercanos y su hermano como esos Uchiha oirían cualquier cosa que planeara. Para colmo de sus males, el más joven de los morenos allí presentes era muy lengua suelta. No servía ni para mantener ocultos sus propios secretos, menos tendría discreción con los ajenos. Además de que ese maldito Madara le había inculcado una especie de odio hacia él y cada oportunidad para fastidiarlo la tomaba como si le fueran a dar un premio por ello.

Estúpido Madara educando mocosos como mascotas de ataque”.

―¡No soy mascota! ―reclamó Charasuke tomando aire de manera agitada.

―Oye, ¿estás bien? ―preguntó Hashirama apoyando la mano sobre su espalda para darle un leve masaje.

―Lo estoy ―aseguró sonriendo nerviosamente―. Creo que necesito más supresores ―comentó dando una última gran bocanada de aire para calmarse.

―¿Estás en celo? ―interrogó el albino alzando una ceja―. Vete rápido por esos supresores o vamos a terminar con otra oleada de Uchihas invadiéndonos ―advirtió con fastidio―. Ustedes para colmo se reproducen como cucarachas.

―Yo soy curioso ―contestó de manera más animada el menor mientras señalaba a su tío abuelo y a Hashirama―. Quiero saber qué se traen los viejos y si mi herencia corre riesgo ―explicó recibiendo una mirada de regaño por parte de su familiar.

―¿Herencia? ―demandó saber Madara jalando la oreja de su sobrino nieto.

―Ya oíste los pensamientos de Hashirama-san ―aclaró queriendo sacarse a su familiar de encima―. ¿Y si ustedes ahora se confiesan, se enamoran y tienen sexo? Con eso de que aún se les para, también podrían embarazarse ―explicó con un tono de alarma en su voz bastante divertido.

“Y Hashirama tiene ese jutsu con sus mil manos. Sería increíble”

―Ese jutsu es del elemento madera ―aclaró Tobirama mirando horrorizado a Madara.

―¡No es tu asunto! ―declaró el mayor de los morenos mirándolo mal―. Qué tú sólo seas bueno mojándote no es asunto mío.

―Sé que no me necesitan por aquí, pero quiero saber cómo está eso del sexo con ramitas ―expresó intrigado por la manera en qué podría emplearse un jutsu del tipo madera en la cama.

―Madara ―llamó el alfa castaño acercándose a él para sujetarlo por los hombros―. Creo que es momento de aclarar algunas cosas del pasado, ¿no te parece?

 

CONTINUARÁ….

 

Notas finales:

Holis, como tal vez para algunos pueda ser un poco difícil entender las edades y cómo se acomodan al canon al estar mezclando el Road to ninja, Naruto y el omegaverse, aquí les dejó un resumen de cómo serían las edades de los personajes y sus parentescos a grandes rasgos para guiarse. Los separé en generaciones para que fuera más práctico.

 

Primera generación:

 

?Fugaku padre de Sasuke e Itachi, abuelo de Charasuke y Menma. Hermano de Madara e Izuna. Misma edad que Hashirama y Tobirama

?Minato y Kushina padres de Naruto 

Fugaku tenía 20 años de edad cuando fue padre de Itachi y éste se casó y tuvo a su hijo a los 22 años y actualmente Chara tiene 16.

Es decir, 20 + 22+ 16 = Fugaku tiene 58 años de edad actual

 

Izuna tiene 63 años igual que la rata albina. Madara tenía 12 años cuando Fugaku nació, actualmente tendría 70 años

 

Segunda generación:

?Shisui e Itachi diferencia de edad canon con Sasuke. Itachi tiene 38 años de edad.

?Naruto, Sakura, Sasuke, Rock Lee edades canon de Boruto. Naruto y Sasuke tienen 33 años.

?Inoichi también es de esa generación.

 

Tercera generación:

Ino, Hinata, Neji, Charasuke, Menma generación más chiquita, los que tienen 16 años.

 


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