Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Criminal - [Ereri] por L_inverse

[Reviews - 41]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Hola, nuevamente! Me encanta estar aquí de regreso para actualizar. En mi corazoncito pensé que me tardaría más, pero me subestimé. 
Espero que disfruten su lectura, nos leemos al final  del capítulo (:

Tras resolver, en algún sentido, lo ocurrido con Eren ese jueves que el mocoso había irrumpido en su departamento, el azabache se sentía un poco más descansado. De hecho, esa noche se había quedado dormido en el sillón después de que el chico se había marchado y logró conciliar el sueño por más de cinco horas seguidas.

Francamente, no es que sus problemas se hubieran resuelto, porque Eren seguía siendo el Espectro y él seguía siendo el detective que tenía que detenerlo; pero, al menos, tenía la impresión de que podía pretender ser más imparcial en su trabajo, confiando en que el mocoso no traería más problemas con alguna evidencia que lo delatara.

Se sentía ridículo de tener estos pensamientos. Jamás en su vida pensó que encubriría un crimen de esta forma; lo peor, es que no era cualquier crimen, era un ladrón famoso y buscado intensamente por los líderes de la ciudad. Siendo sincero, todo este asunto todavía lo estresaba horrores, porque le daba mucho miedo pensar que si el mocoso seguía con los robos, podrían atraparlo y toda la ira de los líderes millonarios caería sobre él…

Se encontró suspirando, como siempre cuando pensaba en el mocoso y en el ladrón. De hecho, ese sábado el moreno le había propuesto arrancarse de la ciudad e ir a un día de campo por los cerros que rodeaban la urbe; sin embargo, Levi ya había quedado con Farlan para almorzar en la casa de este junto a los chicos y, en la tarde, ir todos juntos a visitar a Isabel.

De cierta forma, cuando el azabache tocaba el tema de la pelirroja con Eren, este cambiaba sutilmente su actitud, casi poniéndose tenso al escuchar el nombre de su hermana o cuando le comentaba la situación. No sabía si era su imaginación o quizá el estúpido mocoso pensaba que Isabel era algo así como una rival, de la misma forma que le comentó sobre Hange; y esto provocaba que el detective sintiera un molesto ruido en su mente, como algo que no encajaba perfectamente en la conversación.

– Sé que te gusta que las verduras estén picadas muy finas, pero… las estás haciendo puré. – comentó Farlan a su lado, volviéndolo a la realidad y dándose cuenta de que se había dejado llevar por sus pensamientos y la tabla de picar con las verduras estaba hecha todo un desastre. Miró a su hermano, quién se había acercado a observarlo con una expresión de interrogación.

– Me distraje. – murmuró, vaciando el picadillo de verduras en el sartén que ya estaba al fuego con aceite.

– Eso es obvio. – señaló el otro con una carcajada, volviendo a su lugar y terminando de ordenar algunos implementos sucios del mesón. – Ya, escúpelo de una vez, Levi. ¿Qué quieres contarme? – preguntó con normalidad, provocando que el azabache lo mirara extrañado.

– ¿Qué te hace pensar que quiero contarte algo? – cuestionó ligeramente nervioso mientras revolvía con una cuchara de palo las verduras sobre el sartén.

– Vamos, te conozco de toda mi vida, Levi. – comenzó a decir Farlan. – Cada vez que necesitas sacarte algo del pecho, llegas a mi lado, propones que hagamos algo, esperas a tener un momento tranquilo y casual y te muestras como si nada te pasara… –

– Soy así usualmente. – argumentó el detective, bajándole a la intensidad del fuego y agregando aliños al sofrito; todo sin dirigirle la mirada a su compañero de cocina.

– No. – afirmó el otro. – Nunca te distraes en la cocina. – contraargumentó el dueño de casa, haciendo que, finalmente, el policía le dirigiera la mirada para encontrarse con una sonrisa torcida en el rostro del más alto. – ¿Y bien? –

– Tch, qué molesto te has vuelto con esa actitud paternal. – comentó Levi, ahora mucho más nervioso.

Lo que Farlan había dicho era muy cierto, siempre había recurrido a él con esa actitud cuando quería comentarle algo que lo estaba afectando, esperando que él comprendiera el mensaje de esta rutina que habían establecido – tal cual la describía su hermano – y le preguntara finalmente por aquello que lo aquejaba.

Tuvo un vago recuerdo de la vez que se dio cuenta de que le gustaba un chiquillo de su colegio y, con eso, entrando en razón de que le gustaban los hombres. Para su fortuna, Farlan parecía haberlo sabido desde antes, así que lo tomó con calma y cariño, haciéndolo sentir normal y que no tenía nada de malo. Lo más seguro era que Kenny también lo sabía, pese a que nunca se lo comentó derechamente – de hecho, jamás llevó a ningún «novio» hasta la casa de acogida, porque ninguno fue absolutamente serio –, pero su padre hacía comentarios de vez en cuando, los cuales le daban a entender que no le molestaba el asunto.

También recordó esa ocasión en que finalmente se había decidido en no ir a la universidad y aplicar para entrar al cuerpo de policía de Stohess. Bueno, en este caso, sí se llevó un par de gritos por parte de Kenny, pero el primero en enterarse fue el hombre que ahora estaba de pie junto a él en la cocina, esperando pacientemente que le comentara sobre sus dramas.

– Tengo un problema. – confesó tras exhalar fuertemente la bocanada de aire que había llenado sus pulmones en busca de valor.

– ¿Laboral o personal? – esa pregunta era demasiado complicada para respondérsela a su hermano.

– Personal. – respondió finalmente. Le dio un corto vistazo a Farlan antes de volver a desviar su atención hacia el sartén, juntando todo el valor y raciocinio para admitir lo que vendría a continuación. – Creo que… me gusta Eren. –

Al decirlo en voz alta se sintió angustiantemente real. Todo el peso de los problemas que implicaban si quiera relacionarse con el mocoso como simples amigos cayó de lleno sobre él y le provocó una angustia gigante, tanto así que tuvo que tomar otra profunda inhalación para juntar fuerzas y no empezar a soltar el torrente de emociones que se acumulaban en él, como el agua intentando salir por una compuerta.

Se sentía estúpido. ¿Cómo pudo llegar a esa situación? ¿No se suponía que tenía que ser más maduro y separar las cosas con el chico? Desde el momento en que tomó la decisión de involucrarse personalmente con el moreno debió haber sabido que todo terminaría absurdamente mal; es decir, tampoco es como que fuera algo tan descabellado. Eren era una persona sumamente interesante y cálida, su sonrisa despertaba emoción en él como si el mundo se volviera más fascinante sólo porque él sonriera. La manera que tenía de prestarle atención a sus gustos o incluso cuando había ocasiones donde invadía su espacio personal, siempre lo intentó con un clima de respeto y cuidado.

Eren era inteligente, sencillo y, además, tenía un gran corazón. Se notaba por la cordialidad que tenía al tratar al resto de las personas, incluso a los animales en la calle; y, bueno, por qué no, también era ridículamente apuesto.

No recordaba la última vez que alguien había logrado hacer que se sintiera de esa forma; tan nervioso por su presencia, con tan poco control sobre sí mismo cuando estaba junto a él, rompiendo sus propios hábitos y encontrándose con ganas de charlar con él, de conocer sobre sus intereses, de saber sobre sus heridas, de cuidarlo, de protegerlo… Realmente estaba en un dilema doloroso.

– De acuerdo… – comenzó a decir Farlan, apoyándose sobre el mesón para mirarlo con calma y paciencia. – ¿Cuál es el problema? –

– ¿En serio preguntas eso? – soltó el policía con una voz áspera, todavía un poco descontrolado por esta confesión. – Tengo una lista enorme de razones para no estar con él. –

– Quiero oírla. – dijo el otro con una sonrisa.

– Para empezar, lo obvio ¿no? Hay una diferencia de edad considerable entre nosotros. Él recién está en la universidad y yo ya comienzo a sentir que soy un viejo de mierda. – Farlan puso los ojos en blanco, pero se quedó en silencio para seguir escuchándolo. – En segundo lugar, está el tema de su padre, que es un motivo que engloba muchas variables. Grisha Jaeger ha amenazado varias veces a Eren para que no pase tiempo conmigo. Y, la verdad, es que tiene razón en muchos aspectos. – siguió diciendo, cada vez más cabizbajo. – Eren está comprometido con Historia Reiss, todo el mundo lo sabe, y él ha seguido con esta farsa del compromiso, quién sabe por qué. –

– ¿Farsa? – preguntó entonces Farlan, interrumpiendo su argumentación.

– Según el mocoso, el compromiso es algo que idearon sus padres, pero él no tiene intenciones de casarse con ella. Ni siquiera son pareja. – informó el detective, apagando finalmente el sartén al notar que se le estaban quemando un poco las verduras.

– Entonces no debería ser un argumento más en tu lista. – señaló el rubio, robándole un suspiro a su hermano.

– Grisha tiene mucha influencia sobre Eren todavía. El mocoso… se destroza cada vez que habla con él. – mencionó, conteniendo la rabia al recordar las veces que lo vio llorando por culpa de su progenitor. – Lo cierto es que también tiene que ver con que ambos somos hombres. No creo que a su padre le agrade la idea de que su hijo menor sea gay. –

– ¿Qué más? – siguió preguntando, ahora poniéndose más serio al cruzar los brazos sobre el pecho, siempre mirando con total concentración al más bajo.

– Tal vez lo menos importante, pero… también existe una diferencia de clases sociales entre nosotros. – mencionó. Esto era algo que no lo había pensado totalmente, sin embargo, sí entendía que había una brecha enorme entre ellos en ese aspecto, incluso cuando al mocoso no le importaba el dinero. – Eren está estudiando para volverse un grandioso doctor y yo… sólo soy un simple policía. – nunca había sentido que su profesión lo hacía inferior. Honestamente, no era el caso, pero cuando se trataba de ver una posible relación con el mocoso, le daba un poco de miedo pensar que quizá no podría suplir todas las necesidades de este al ser un simple policía, con un modesto sueldo, sin casa propia o nada por el estilo.

– De acuerdo… ¿algún otro motivo? – quiso saber el otro, cada vez más serio. Levi lo pensó detenidamente y por supuesto que no podía contarle uno de los mayores problemas que tenía su relación con el mocoso, que era su identidad como el Espectro.

– Sí, es algo personal con Eren. No puedo decirlo. – indicó con calma tras un suspiro.

– Comprendo… entonces, ¿me dejas hacerte algunas preguntas? – comenzó a decir su hermano, revolviendo la olla donde se estaba cocinando la carne.

– Lo harás de todas formas, ¿no? – mencionó, poniendo una expresión malhumorada.

– Probablemente. – dijo Farlan con una carcajada.

– Tch. Adelante entonces. – Levi se fue hasta el refrigerador para sacar un tarro con la crema de leche para seguir preparando la salsa.

– Quiero que sepas que no seguiré el orden de tu lista porque, sencillamente, tengo dos preguntas importantes para ti. – indicó cuando le bajó al fuego de la olla y, ahora sí, le dedicó toda su atención. – En primer lugar, este motivo que no puedes contar, ¿involucra los sentimientos que tiene Eren por ti? – la pregunta de su hermano lo sacó un poco de sí, haciendo que simplemente negara con la cabeza, curioso por la dirección que le estaba dando Farlan a la conversación. – ¿Te das cuenta de que ningún ítem de esa famosa lista que tienes para no estar con el chico, incluye el hecho de que él no te corresponda? –

– ¿Qué tiene que…? –

– Déjame terminar. – pidió el otro con una autoridad hasta ahora desconocida por el azabache. – Los sentimientos que puede tener Eren por ti contradicen todos los argumentos de tu lista, Levi. – siguió diciendo ante el silencio del policía. – En primer lugar, no estás viejo, en absoluto. Esa fue la peor excusa de tu lista. – señaló mientras lo apuntaba con el dedo acusatoriamente.

– No es la peor. Eren tiene toda una vida por definir todavía, cerrarse a una relación con alguien más de diez años mayor que él podría limitarlo. – se excusó él, completamente convencido de que era un buen argumento.

– Es su decisión. Si es lo que quiere, nunca será una limitante en su vida. Recuerda que Eren ya es un adulto, puede tomar sus propias decisiones y hacerse cargo de ellas. – contraargumentó el más alto. – En segundo lugar, con respecto al tema de su padre, todo dependerá de qué tanto prescinda Eren de la opinión de Grisha. Sin embargo, de lo poco que hablamos durante la fiesta de Hange, me di cuenta de que es un chico bastante desligado a él, aun cuando me comentes que lo destroza. Probablemente, lo que más quiere es alejarse de su padre y vivir una vida sin su presencia constante. –

– No es tan fácil, Farlan. – reclamó el azabache. – Ser un motivo para discusiones entre Eren y su padre no es algo que prefiera. –

– De nuevo, todo depende de los sentimientos que tenga Eren por ti. Si él está dispuesto a tomar esos riesgos, no debería suponer un problema para ti. – expuso Farlan con tranquilidad. – El tema con su prometida no lo comprendo del todo. Sin embargo, si él te aseguró que no existe una relación de pareja entre ambos, tal vez sea una buena idea que le preguntes por qué mantiene este compromiso. – su hermano tomó una gran bocanada de aire antes de continuar. – Por último, el tema de la diferencia de clases es muy… inconsistente. No creo que Eren te vea como un simple policía, Levi. De hecho, pude notar cierta admiración por la forma en que hablabas sobre el trabajo en la casa de Hange, además de toda la atención que le ponía a tus amigos mientras charlaban sobre los casos y las anécdotas al respecto. – su hermano le sonrió con ese cariño comprensivo que siempre tenía para él, incluso cuando se volvía demasiado testarudo para aceptar la verdad.

Él tenía razón, sólo eran un montón de excusas que se ponía porque le daba miedo todo este mundo que se abría ante él al aceptar sus sentimientos por el mocoso. Una parte de él estaba ansiosa por estar con Eren y preguntarle si él sentía lo mismo, de formar una relación con calma y al paso que ambos acordaran para hacer que resultara; sabiendo que Levi no tenía tanto libre, que Eren estaba estudiando todavía y le faltan unos años por terminar; también teniendo presente que estaba comprometido y, probablemente, debían ser discretos con el asunto, de la misma forma en que estaban llevando esa amistad hasta ahora.

Sin embargo, si las cosas hubiesen sido más simples entre ellos, probablemente Levi se hubiera arriesgado a confesarle sus sentimientos al chico, tal vez incluso a tratar de conquistarlo… pero, evidentemente, no era tan sencillo. El tema del Espectro era un muro constante con el que chocaba cada vez que se daba cuenta de que se dejaba llevar en su relación; porque hasta hace pocos días atrás había considerado fuertemente cortar su relación con el moreno y seguir con su vida, pretendiendo que no sabía la identidad del ladrón de Stohess, que no sabía lo que hacía con el dinero de los robos, que no tenía idea de que era un grupo de personas trabajando para equilibrar la balanza entre los millonarios y la gente de menos recursos.

Ciertamente, ese aspecto terminaba por hacer que cualquier otro argumento tomara más peso y tuviera más sentido el negar sus sentimientos por el mocoso. Ese simple hecho de que Eren fuera un ladrón le hacía aterrizar a la realidad y darse cuenta de que una relación entre ambos era imposible, no sin que uno de los dos dejara sus trabajos que los enfrentaba como enemigos históricos: un policía y un ladrón.

– Si quieres saber mi opinión… yo creo que Eren siente lo mismo por ti. – dijo entonces Farlan con una carcajada, volviendo a revolver la olla y comprobando si la carne estaba en su punto de cocción.

Sus palabras iluminaron un poco sus pensamientos al recordar las veces que el chico le coqueteaba o se acercaba a él de manera más íntima. También lo llevó, inevitablemente, a pensar en esa noche en el balcón de Hange, cuando estuvieron a punto de besarse; incluso recordó que esa misma noche, tras acompañarlo hasta su casa, el mismo mocoso le había confesado que, de volver a presentarse una oportunidad similar, intentaría concretar esa acción que lo había dejado desestabilizado por días.

Un poco de vergüenza lo invadió y no pudo evitar sonreír ligeramente al darse cuenta de que era muy posible que el mocoso sintiera lo mismo; bueno, era eso o simplemente le coqueteaba porque era parte de su personalidad o de los intentos del ladrón de ganarse el corazón del policía…

Demonios, pensaba Levi, tenía demasiadas dudas e inseguridades con respecto a sus sentimientos, los de Eren y la posible relación entre ellos, más allá de una amistad. Lo cierto era que no le molestaba el tipo de relación que tenían ahora, pues era muy cómodo estar con Eren, a quien le gustaban los paseos por el parque o las caminatas por las calles mientras bebía un café, charlando de todo y de nada; al mocoso le gustaba preguntarle por los libros que había leído y las películas que le gustaban – porque Levi había descubierto que le gustaba más ver series o películas que leer – así como también le hablaba de videos graciosos que veía en internet o acariciar animales en las calles, porque el policía también había notado lo mucho que le gustaban los animales.

¿Cuánto había pasado? ¿Dos meses? ¿Eso le tomó darse cuenta de que ese jodido mocoso era una persona increíble, con la que se llevaba extrañamente bien pese a sus diferentes personalidades y gustos? Eren tenía un encanto impresionante, no lo podía negar, pero no fue hasta que se dio cuenta de esos pequeños detalles de él, como su inseguridad cuando no sabía si sus comentarios o acciones lo molestan o herían, como la determinación que tenía para hacerle ver que se sentía cómodo ante su presencia y la forma de llamar su atención, que se dio cuenta de que, detrás de esa mirada preciosa y profunda, había toda una interesante historia; había un montón de anécdotas, de pensamientos, de emociones, de ideas… todo en ese veinteañero que tenía su mundo desestabilizado desde el primer día que se cruzaron sus caminos.

En eso que todavía preparaba la salsa y tenía sus usuales debates mentales con respecto al moreno, siente su celular sonar desde la mesa junto a la entrada de la cocina, llamando totalmente su atención y esperando que no fuera de la comisaria, porque realmente quería pasar esa tarde con su familia.

Se limpió las manos para ir a buscar el dichoso aparato y, al tomarlo, supuso que su cara adoptó alguna expresión demasiado obvia, pues la risa de Farlan no tardó en llenar la cocina, haciendo que volteara a verlo con una mirada de advertencia por su comportamiento para que se quedara callado mientras atendía la llamada de Eren.

– Sé que estás ocupado y lo siento, pero necesitaba hablar contigo. – se apresuró a decir, de inmediato, el chico al otro lado de la línea, dejándolo con el saludo atorado en la garganta.

– ¿Qué mierda, Eren? ¿En serio no te enseñaron modales, como saludar? – preguntó con sarcasmo el mayor para intentar ocultar el nerviosismo que le produjo la llamada del mocoso, justo cuando estaba en medio de una conversación sobre él.

– Lo siento. – dijo el otro con una carcajada culpable. – No quiero quitarte mucho tiempo, es todo. –

– De acuerdo, ¿qué ocurre, mocoso? ¿Estás bien? – preguntó, en esta ocasión, con más calma y sutilmente preocupado. Porque el chico no lo llamaba los días en que le comentaba que tenía planes con sus amigos o con Farlan.

– Sí… o no. Es decir, estoy bien, es sólo que–

– Oi, habla claro. Estoy empezando a preocuparme. – sentenció, ignorando la mirada constante que tenía Farlan sobre él.

– Estoy bien. – afirmó con un tono de voz que llamó la atención del policía. – Pero quería saber si podíamos vernos más tarde. No me importa la hora, sé que tienes planes de salir con tu familia. –

– ¿Pasa algo? – ahora sí que estaba preocupado. Eren usaba un tono de voz más grave y tembloroso cuando tenía algo en la mente que alteraba sus emociones.

– Tengo que hablar contigo de algo importante… – mencionó con inseguridad, haciendo que el estómago de Levi se contrajera. ¿Tenía que ver con el Espectro?

– Está bien. – dijo inmediatamente.

– Genial. Eh… – el chico divagó por unos momentos. – Si quieres, puedo ir a tu casa o puedes venir a la mía. No me importa la hora. –

– Ya lo habías dicho. – señaló Levi, corroborando que el chiquillo estaba realmente nervioso. – Pasaré a tu casa. Te aviso cuando esté en camino. –

– Gracias, Levi. De nuevo, discúlpame por importunar en tus planes. Dale mis saludos a Farlan. –

– No te preocupes, mocoso. Nos vemos más tarde. – le dijo, intentando calmar el nerviosismo del chico y también el suyo.

– De acuerdo, adiós. –

Curiosamente, el moreno colgó rápidamente la llamada. Sin comentarios burlescos ni frases extrañas para avergonzarlo, así como tampoco esperó que fuera el azabache quien colgara. La preocupación se acentuó en su pecho y, al voltear a ver a su hermano, notó que este también se mostraba curioso por la conversación que había tenido recién con Eren.

– ¿Está todo bien? – quiso saber, mostrando curiosidad y también contagiándose de la preocupación que debía manifestar el detective.

– No lo sé. Parecía alterado… – mencionó, mirando el celular.

– ¿No quieres ir a ver si está bien? Isabel y los chicos entenderán. – propuso el más alto con evidente preocupación.

– No, dijo que fuera más tarde, después de visitar a Isabel. – respondió, todavía dubitativo por esa llamada.

– Comprendo. – Farlan lo miró unos segundos más, ambos compartiendo la confusión por ese mensaje tan extraño por parte del chiquillo. – ¿Qué te parece si terminamos pronto con el almuerzo para ir temprano donde Izzy y que tengas tiempo en la tarde para hablar con Eren? – propuso su hermano, con ese carisma comprensivo que ya era ridículamente natural en él.

– Tch. Maldición, Farlan… en serio esto de la paternidad te vuelve cada día más molesto. – mencionó el azabache, volviendo a su puesto con el sartén y secretamente contento de que su hermano lo apoyara en todo, absolutamente en todo.

Este mensaje de Eren había revuelto su estómago de una manera distinta. Francamente, siempre tenía la impresión de que con el chico había sorpresas inesperadas que cambiaban sus días y también alteraban la relación que había entre ambos.

Tal vez era porque aún no acababa de conocer completamente al mocoso y muchas cosas entre ellos parecían borrosas y desconocidas; sin embargo, esto usualmente se debía a que Levi temía que varios aspectos en la vida de Eren estuvieran relacionados con el Espectro y, por lo mismo, se había dicho a sí mismo que no quería tener nueva información sobre el ladrón, nada que pudiera interferir con sus obligaciones como detective en la investigación del caso.

Esperaba que esto no fuera algo grave o que afectara tanto su trabajo como la relación con Eren… porque, si de por sí no estaba todavía seguro de mantener este trato entre ambos, sobre todo ahora que había admitido a su hermano y a sí mismo los sentimientos que tenía por el mocoso, cualquier otro motivo podría terminar de desequilibrar la balanza… y romperla.

 

~*~~~*~~~*~

 

Decir que había pasado la tarde de manera tranquila en su departamento, era una garrafal mentira; de hecho, se había puesto a limpiar exhaustivamente el lugar, sabiendo que a Levi le gustaba que las cosas estuvieran ordenadas y totalmente libre de polvo – el policía decía que no era un TOC, sino buenos hábitos de limpieza, pero su poca experiencia clínica le hacía entender que probablemente el azabache tenía un trastorno con la limpieza –; sin embargo, no fue hasta que recibió un mensaje del policía en el que le avisaba que ya estaba en camino cuando todo pareció salir absolutamente mal.

Estaba tan nervioso que quebró uno de sus tazones de té favoritos y tuvo que barrer y fregar el piso nuevamente, pero, sobre todo, no podía quedarse quieto.

El día anterior, cuando el azabache había rechazado su invitación a salir de la ciudad a un día de excursión, se dio cuenta de que era momento de conversarle sobre Isabel. Ya había estado dilatando demasiado el asunto, en espera de que cualquier cosa saliera mal o bien entre ellos; y, sin embargo, sabía que tarde o temprano era un asunto por tratar con Levi, sobre todo si estaba dispuesto a ser más sincero con él y finalmente… expresarle sus verdaderos sentimientos.

Bueno, a decir verdad, era muy fácil decirlo en voz alta frente al espejo, cambiando las palabras, las expresiones y practicando el discurso, pero era muy distinto cuando se enfrentaba al azabache y no había vuelta atrás, cuando no podía cambiar las palabras o el orden de las oraciones…

Revolvió sus cabellos con desesperación tratando de calmar su nerviosismo. Es que, después de estar dos semanas apartado del mayor debido al tema del Espectro, entendiendo lo difícil que era todo entre ambos con este asunto del ladrón y el detective, temía que cualquier cosa terminara por romper el delgado hilo que los unía… y era lo que menos quería en el mundo.

En el poco tiempo que llevaba frecuentando sus encuentros con el azabache, Eren había confirmado lo que sabía desde hace mucho tiempo; esta atracción, admiración y gusto que tenía por el detective había crecido como una flor cuya semilla fue plantada sin esperanzas de germinar y sólo ahora se veían los frutos del cultivo, de una manera inesperadamente hermosa.

No quería que él lo odiara, así como mucho menos quería lastimarlo… por lo mismo, hablar de este tema en particular sería algo trascendental en su relación.

En eso que había logrado calmar un poco sus nervios, el timbre del departamento suena estridentemente, haciéndole perder las fuerzas otra vez y provocándole casi nauseas. Respiró profundamente unos instantes mientras caminaba con toda la calma del mundo hacia la puerta y, al abrirla, los preciosos ojos grises de Levi, marcados por esa expresión preocupada por él, lo hizo quedarse estático, mirándolo sin palabras, como si todo en su mente hubiese sido borrado y estaba reescribiendo la información en su cerebro con los detalles del aspecto tan pulcro del azabache.

– ¿No hay lágrimas ni frases desvergonzadas? – comentó enarcando una ceja el mayor al notar su mutismo. – No me digas que tienes fiebre otra vez. –

– N-no… – respondió él dubitativo, volviendo un poco en sí. – Lo siento. Pasa, por favor. – le dijo todavía muy nervioso, sintiendo ese miedo de que fuera la última vez que lo tendría en su casa.

– Oi, ¿estás bien? – esta vez, la voz de Levi sonó más grave, casi autoritaria. Pero sus cejas estaban levemente fruncidas con angustia y se había acercado un poco más al moreno para escrutarlo.

– Sí, lo siento… – para cuando cerró la puerta tras de sí, la mano del más bajo había sujetado su muñeca, calmándolo un poco al sentir el contacto de la piel del otro, tan suave como firme en su agarre.

– Deja de disculparte sin sentido. Estás actuando extraño, por eso me preocupas. – señaló el mayor, suavizando las expresiones de su rostro y provocando que su mirada, usualmente gris, se volviera sutilmente azulada.

– Lo sé… tengo un motivo. Estoy nervioso… – admitió atropelladamente. – Ven, esto es importante. – en seguida, tomó la mano de Levi y lo guio hacia el sillón de la sala de estar. Ambos se sentaron de tal forma que el moreno quedó ligeramente separado del mayor, con un miedo inexplicable que lo hacía temblar.

– Oi, Eren. – la mano del azabache sujetó la suya suavemente contra la tela del sillón, tratando de transmitirle confianza para hablar. – ¿Es sobre el Espectro? – al ver el rostro de Levi surcado por la angustia y preocupación, entendió que él también estaba nervioso y asustado; y, además, tras su pregunta, comprendió que el azabache asociaba este acontecimiento a algo relacionado con el ladrón de Stohess.

– No directamente. – trató de tranquilizar él. – Diablos, debería ofrecerte algo para beber o comer, pero te juro que esto me está matando. –

– Está bien, mocoso. Dime qué ocurre. – pidió el detective, afirmando con más fuerza la mano contraria.

– De acuerdo… – Eren soltó un suspiro y se tomó unos minutos para hablar. Sabía que pudo haber trabajado la situación con un poco más de tacto, con más serenidad y tratando de hacer sentir en mayor confianza al otro; sin embargo, tenía tanto miedo por lo que iba a pasar una vez que le rebelara la información de Isabel a Levi… que todo parecía andar mal en su cabeza. – Tengo un poco de miedo de lo que vaya a pasar tras decirte lo que te confesaré ahora… Pero creo que, dada nuestra relación actual, y lo mucho que quiero que esta se base en la confianza mutua, es necesario decírtelo. –

– Adelante. – instó el policía, utilizando esa mirada entrecerrada que mostraba su total atención ante las palabras del moreno.

– Levi, aunque tú no lo creas, estamos conectados en más de un sentido. Desde… antes de nuestro encuentro en el edificio donde me ayudaste. – comenzó a decir el universitario, tratando de mantener su vista fija en los ojos contrarios, pero su temor le hacía bajar continuamente la mirada, rehuyendo de esas esferas grises analíticas. – No es de la forma en que me gustaría que estuviésemos conectados, pero… nuestros caminos se han cruzado en más de una oportunidad en el pasado. Y, particularmente en este asunto, es… importante. – Levi asintió, quedándose en silencio para darle la oportunidad a Eren de explicarse completamente. – Me has hablado de una chica que vive en la casa de acogida y que ahora está en el hospital, o al menos, lleva ahí un par de años. – en seguida, el gesto del detective se tornó en uno confuso, extrañado por el tema de conversación. – Lo cierto es que yo también conozco a Isabel. – admitió, con el corazón saltando bajo su pecho y la mirada sorprendida del mayor sobre él. – Isabel… es mi media hermana. –

Tras decir esto, no le quedó otra opción más que enfrentar la mirada grisácea del policía. Este estaba totalmente absorto, las cejas alzadas, las pupilas contraídas por la impresión y la confusión marcada en todo su rostro de porcelana; hasta que su semblante cambia a uno más sombrío y pensativo, pasando rápidamente a la molestia al fruncir sus delgadas cejas y entrecerrar los ojos para mirarlo seriamente.

Eren sintió que su corazón se detuvo, curioso porque hasta hace pocos segundos había latido con tanta fuerza que le dolía un poco el pecho; sin embargo, ahora todo lo que podía sentir era el vacío que había quedado en su mano una vez que el azabache apartó la propia y su actitud se volvió mucho más defensiva.

– Isabel… ¿es hija de Grisha Jaeger? – con dolor, notó que Levi casi había escupido las palabras, con rabia e incredulidad.

– Levi, déjame–

– ¿Qué piensas decirme, Eren? Esa mierda de doctor ha dejado abandonada a su hija toda su vida, ¿dónde estaba cuando Isabel perdió a su mamá y estuvo vagando por casas de acogida con tan solo once años? ¿dónde ha estado todos estos años en que ha estado hospitalizada en un hospital de mierda, apenas sobreviviendo con lo justo en su tratamiento y esperando morir en una sala de hospital solitaria? – Levi se puso de pie, manifestando toda la frustración que estaba sintiendo. Eren lo imitó y lo miró dar vueltas por la sala, soltando maldiciones a viva voz.

– Levi, escúchame. – pidió el chico con calma, tratando de sonar compresivo.

– ¿Hace cuánto lo sabes? – preguntó entonces el azabache, logrando que su estómago se contrajera aún más.

– Cerca de tres años… – admitió bajando la mirada.

– Y supongo que jamás se lo has dicho a alguien. – inquirió Levi, manteniendo ese tono cabreado. – ¿Sabías que podría demandar a tu padre por abandono? –

– No puedes. – sentenció el moreno. Ante sus palabras, el detective se volvió a acercar a él, todavía molesto. – Ante la ley… mi papá no es padre de Isabel. –

– Entonces, ¿qué mierda…? – Eren se dio cuenta de Levi había entendido todo en apenas un segundo. Supuso que para él no era extraño el asunto de la falsificación de pruebas de paternidad.

– Levi, déjame explicarte, por favor. –

– ¿Qué tienes que explicar? – soltó abruptamente, llevándose un sobresalto del menor ante esa actitud tan descontrolada del hombre, que sólo mostraba el gran cariño que tenía por Isabel y lo angustiante que era toda la situación de su enfermedad.

– Lo único que puedo explicar. – dijo el moreno, tratando de mostrarse más serio y conteniendo las ganas de llorar. – Mi versión de todo esto. –

Por unos instantes, el moreno tuvo un dejavú al ver esa expresión desconfiada y molesta del azabache; eran esos ojos con los que lo había mirado tras despertar esa mañana en el edificio, después de dos días bajo los cuidados del mayor; esos ojos que le habían escrutado cuando lo invitó por primera vez a cenar a su departamento; esos ojos llenos de ideas preconcebidas pidiéndole a su mente que desconfiara del chico, que no se dejara engañar, que saliera cuanto antes de la situación y se olvidara de él.

Esa mirada que congelaba y lastimaba.

– Yo supe esto por casualidad, tuve que investigar un poco sobre el asunto y finalmente encaré a mi padre. Él terminó por admitir que Isabel era su hija, pero que nada podía hacer para ayudarla, que legalmente no tenían lazos sanguíneos y que, según él, le quedaba muy poco tiempo de vida. – comenzó a hablar, sin saber en qué podía ayudar con esa información. – Lo cierto es que después de ese día, yo no pude detenerme con el asunto. Me fui de la mansión de mi padre a vivir junto a Armin por unas semanas hasta finalmente llegar a este departamento; sólo tenía diecisiete años, mucha rabia contra mi padre y su puño estampado en mi mejilla. –

Recordar esos días dolía demasiado, porque no podía creer que su padre hubiera hecho algo tan egoísta, ni mucho menos traicionar a su madre de esa manera.

– Encontré al médico que había falsificado las pruebas y, lamentablemente, no logré encontrar evidencia de lo ocurrido… por lo que no pude tomar acciones legales en el asunto. – admitió, continuando con su relato, sabiendo que en parte era verdad, pero que, honestamente, tampoco hubiera entregado a su padre. Levi se quedó en silencio por unos momentos, mirándolo cada vez con más dudas y recelo. – Ese hecho cambió mi vida por completo, Levi. Saber de la existencia de Isabel, saber que existen muchas Isabel en el mundo producto de estas personas como mi padre… fue el momento en el que finalmente decidí llevar a cabo esas ideas vagas que había tenido desde los quince, fue el instante en que comencé a concretar mis planes… fue el momento en el que me dije a mí mismo que, si ellos no están dispuestos a ayudar y ofrecer sus bienes en servicio de quienes más lo necesitan, entonces debo ser yo quién se los quite y lo haga por ellos. – afirmó.

Entonces, el semblante de Levi cambió nuevamente de manera drástica, para volver a mostrar sorpresa ante sus palabras.

– El nacimiento del Espectro… – murmuró el detective, atenuando un poco esa molestia que antes manifestaba. – ¿Dices que Isabel fue uno de los motivos para que te iniciaras en esto de los robos? –

– Uno de los principales. – admitió con una sonrisa afligida. – De hecho, mi primer robo fue a un millonario que aumentaba sustancialmente sus riquezas debido a acciones ilegales en el análisis de muestras. –

– Kohn. – dijo el azabache de pronto, recordando algo súbitamente. Eren soltó una carcajada ante la impresionante memoria que tenía el hombre. – El doctor Kohn fue la primera víctima del Espectro. – el chico se encogió de hombros humildemente, mientras miraba a Levi a través de sus pestañas.

– No puedo cambiar lo que hizo mi padre, pero he hecho lo imposible por ayudar a Isabel. – siguió diciendo el chico, todavía un poco inseguro por cómo se lo estaba tomando Levi. – Desde que supe sobre esto, he aportado en los gastos médicos de su hospitalización. Incluso, con este primer robo, pagué gran parte de los exámenes que tuvieron que tomarle en el hospital para tener el diagnóstico completo de su enfermedad. –

– Pero, Eren… –

– Lo sé. Es algo que debería hacer mi padre, pero no puedo quedarme de brazos cruzados mientras Isabel necesita solventar estos gastos. De cierta forma, es mi padre quién los paga porque utilizo el dinero que él me da todos los meses para financiar las facturas del hospital. – el moreno se percató de que Levi iba a decir algo, todavía mostrando esa duda y esa frustración en su mirada. – Con respecto al donante… – tras decir esto, el policía se detuvo en sus intentos por interrumpirlo. – He intentado todo este tiempo acelerar el proceso, sin embargo… – aquí venía la parte más dolorosa del asunto y sabía que, al menos en esto, el hombre iba a entender. – Hay muchas personas que necesitan donantes, Levi. Algunas están en un estado mucho más grave que el de Isabel y también con muchos menos cuidados. Sé que tanto para ti como para mí, ella es una prioridad… sin embargo… –

– Las listas son objetivas… – complementó el azabache. El chico asintió en su dirección y el otro simplemente soltó un suspiro.

– Eso es lo que quiero creer, al menos. – añadió.

Por unos momentos, ambos permanecieron de pie en silencio en medio de la sala del moreno. Este ya no estaba tan nervioso, pero si se hallaba sutilmente deprimido. Entendía que para Levi el saber que Grisha Jaeger era el padre de su hermana, que haya negado ilegalmente su paternidad y, además, se negara a ayudarla clínica o monetariamente en su enfermedad, justificaba todo el odio que tenía – o tuvo – el detective por la clase adinerada. Porque su padre parecía representar todo lo que Levi odiaba de los ricos.

Además, tenía mucho miedo de que Levi proyectara ese odio y resentimiento por su padre en él, convencido de que en realidad Grisha tenía mucho más que pagar que la mitad de la cuenta del hospital de Isabel y, sin embargo, nada de eso cambiaba el hecho de que el hombre la hubiese abandonado tras perder a su madre, incluso cuando la mamá de Isabel aún vivía.

– ¿Qué tiene que ver esto conmigo? – preguntó de pronto Levi, llamando su atención para que lo volviera a mirar. – Dijiste que nuestros caminos se habían cruzado mucho antes de lo ocurrido este año. –

– ¿No te parece irónico? – ante la ceja enarcada del más bajo y la confusión de su expresión, Eren dejó salir una sutil carcajada, esperando que él no se lo tomara a mal o pensara que este tema era poco importante para él. – Me vuelvo un ladrón para ayudar a Isabel y tú, el hermano de ella, te vuelves el detective que tiene que atraparme. –

– No tenías que volverte un ladrón para ayudarla. – comentó Levi, de nuevo con ese tono de voz autoritario; el tono del detective reprochando el actuar del ladrón.

– No, pero lo hice. Y no me arrepiento. – sentenció él con seguridad. Levi lo observó fijamente por unos instantes antes de volver a hablar.

– ¿Puedo saber por qué estabas tan nervioso sobre esta conversación? – preguntó el azabache, todavía a la defensiva. Eren volvió a guardar silencio unos momentos, recuperando valor y encontrando las palabras correctas.

– Últimamente he tenido la impresión de que… todo se complica a nuestro alrededor. Y sé que somos amigos cuando nos convertimos únicamente en Eren y Levi. – intentó explicarse. – Tengo miedo de que estas cosas que están detrás de nuestras segundas identidades, incluso, peor, de nuestras verdaderas identidades, como en esta ocasión con el tema de que mi padre también es padre de Isabel… terminen haciendo que ya no quieras saber de mí. – confesó, incapaz de ocultar el dolor que su voz manifestó al temblar en medio de su explicación. El nudo de su garganta no le daba tregua y lo único que esperaba era no ponerse a llorar.

– ¿Creíste que te odiaría por algo que hizo tu padre? – cuestionó el detective, acercándose unos pasos hacia el chico para quedar justo frente a él. – Siempre asumes que pienso lo peor de ti, Eren. –

– ¿No es así? ¿No soy un puto ladrón y un mocoso aburrido de su vida de rico? – comentó el moreno, recordando sólo algunas de las frases que el mismo policía le había dicho cuando se enojaba con él. Frases que habían mermado dentro suyo y le causaban mucha desconfianza cuando se trataba de cosas que sabía que Levi juzgaría.

– No creo ninguna de esas cosas. – afirmó Levi tomando su mano firmemente. – Lo siento si te he hecho sentir mal con mis palabras, Eren. –

– ¿Estás seguro…? – preguntó el moreno, conteniendo el llanto emergente.

– Eres un mocoso de mierda. – soltó acariciando el dorso de la mano del chico y robándole una carcajada. – Estoy… agradecido de lo que haces por Isabel. –

– No hay nada que agradecer, después de todo, es mi hermana también. – respondió Eren con una sonrisa. – Ahora que lo pienso… eso nos hace hermanos. – comentó con gesto de disgusto, arrugando un poco la nariz.

– ¿Por qué la cara de asco? – cuestionó el mayor enarcando una ceja. Eren suspiró y entonces acarició la mejilla de Levi brevemente, logrando que el otro se pusiera sutilmente sonrojado.

– Bueno, si el incesto está bien para ti, también lo es para mí. – decretó con una sonrisa ladina, llevándose un par de maldiciones por parte del más bajo mientras apartaba la mano del moreno y ponía los ojos en blanco.

– No se puede tener momentos de seriedad contigo ¿no? – reclamó el mayor.

El chico se permitió reír cortamente, todavía intimidado por la idea de que Levi guardara cierto rencor hacia él por su relación con Isabel y el conocimiento que tenía sobre el fraude de las pruebas de paternidad de su progenitor; sin embargo, el calor que emanaba la mano del azabache sobre la suya, acariciando distraídamente la piel morena del chico, le trasmitía cierta confianza, cierta paz.

– Quería preguntarte algo más… – añadió de pronto el detective, ahora mostrando inseguridad al mirar al más alto. – ¿Has hablado con Isabel sobre esto? –

– No. – respondió el universitario cabizbajo. – Jamás he hablado con Isabel. – admitió.

– ¿Por qué? – quiso saber el hombre, extrañado ante este hecho.

– No sabría cómo acercarme a ella… – soltó el chico, dejándose caer sobre el sillón y jalando la mano de Levi para que se sentara junto a él. – Me basta con ayudarla con lo que esté a mi alcance. –

– A ella le encantaría conocerte. – mencionó el azabache tras sentarse junto al universitario un poco a regañadientes por haber sido jalado por él. Eren sospechó que no fue tan obligado, porque recordaba claramente que el hombre era mucho más fuerte que él y, de haberlo querido realmente, no se hubiera dejado jalar.

– Está bien así, Levi. – calmó, volviendo a acariciar cortamente la mejilla contraria. – Hey, ahora que ya no estoy temblando tanto y que tú no me mandarás a la mierda, ¿puedo ofrecerte algo? No tengo nada cocinado, pero puedo preparar algo para los dos mientras me cuentas de tu día. – sugirió, tratando de mostrarse más entusiasmado, porque, por más increíble que pareciera, se sentía mucho más tranquilo que antes.

– Déjame ayudarte. No quiero que te cortes por andar temblando. – ofreció el azabache poniéndose de pie.

– Me gusta la idea de cocinar juntos. Es más romántico. – comentó el chico, imitando al mayor y encaminándose a la cocina tras darle una mirada lasciva al más bajo.

– De romántico nada. No soy tan buen cocinero como tú, así que tendrás que conformarte. – Levi se quedó de pie junto a la isleta, seguramente esperando que el moreno le indicara qué iban a preparar.

– ¿Crees que soy un buen cocinero? – preguntó el chico con curiosidad, ya que el hombre nunca lo había elogiado de esa manera sobre sus preparaciones.

– Tch, el hecho de que seas mejor cocinero que yo no te hace necesariamente uno bueno. – replicó el policía desviando su mirada, evidenciado su vergüenza al ser descubierto siendo  abiertamente sincero con sus opiniones.

– Si no te molesta, lo interpretaré a mi manera. Sólo para que mis fantasías contigo sean más consistentes. – mencionó el chico con sorna, sacando algunas verduras del refrigerador. Escuchó a sus espaldas las maldiciones que soltaba Levi y se apresuró a mirarlo para descubrir el sonrojo de sus mejillas, que, curiosamente, lo hacían lucir tan joven como si tuviesen la misma edad. – Muy bien, esta noche aprenderemos a preparar un risotto. – sentenció en esta ocasión, cambiando de tema y mostrando su entusiasmo ante la idea de cocinar juntos.

– ¿Aprender? ¿No sabes hacerlo? – cuestionó, con inseguridad, el más bajo.

– Nop. Vamos a improvisar. – comentó el chico sacando un frasco donde contenía el arroz y dejando todos los implementos sobre la isleta. – Me gusta mucho la cocina, pero cocinar para una sola persona no tiene gracia. Además, nunca me he dado el tiempo de comprar un libro de recetas o algo así. Por lo que sé preparar cosas básicas… el resto de las preparaciones simplemente las improviso. Como la lasaña del jueves. – mencionó con una sonrisa y recibiendo la mirada de Levi como respuesta. – Estaba pensando en ti ese día y recordé que habías pedido muchas veces la lasaña del hotel en Mitras. Así que me aventuré a preparar una. – confesó, ahora un poco más avergonzado, pero no por eso menos orgulloso de su logro. Hasta él tuvo que admitir que había quedado sabrosa.

– Tienes talento, debo reconocerlo. – dijo Levi procediendo a lavarse las manos en el lavaplatos. – Vas a tener que guiarme entonces. – indicó, volviendo sus ojos grises hacia el chico, quien no tardó en sonreírle anchamente.

– Levi, gracias por entender todo el asunto de Isabel. – habló finalmente, pues se sentía realmente feliz de que el hombre no lo hubiera apartado ni lo odiara por este hecho. – Y lamento haber pensado mal de ti sobre tu posible reacción. Es sólo que sé cuánto quieres a tu familia de la casa de acogida… –

– Ya, basta. Te dije que estaba bien, no estoy molesto contigo. – el moreno suspiró y entonces sintió la caricia de Levi que enredaba sus dedos entre los mechones sueltos de su coleta. Era un gesto muy propio del azabache y, francamente, a Eren le fascinaba. – No quiero que pienses que te odiaré por cualquier cosa. – enseguida, la mano que antes acariciaba su cabello se deslizó hasta la mejilla del más alto, acariciándola tan cortamente que pareció su imaginación pues, de inmediato, el detective jaló de su mejilla con moderada fuerza, robándole un quejido. – Sin llantos, ¿de acuerdo? –

– De acuerdo. – acordó el chico con una carcajada, mientras sobaba la mejilla que había jalado el mayor.

No era capaz de describir el alivio que sentía al saber que el hombre, que picaba verduras junto a él en ese momento, no quería alejarse al enterarse sobre los terribles errores de su padre; Levi tenía razón, el chiquillo no tenía la culpa del fraude en el que se había metido Grisha, así como tampoco era responsable de la enfermedad que aquejaba a Isabel… Pero no dejaba de pensar que, quizá, si se hubiese descubierto antes que la chica padecía una enfermedad cardiaca hereditaria, no estaría a la espera de un donante, hospitalizada desde hace tres años.

No culpaba a Levi por ese odio hacia su progenitor, sobre todo porque el azabache conocía el pasado doloroso de cada niño y niña de la casa de acogida, desde que comenzó a vivir en ella; él tenía que saber por todo el tortuoso proceso que debió haber vivido la chica con tan solo once años, tras perder a su madre; peor aún, al enfermarse y darse cuenta de que heredó la misma deficiencia que le arrebató a su único familiar.

Por esta razón, Eren había creído comprensible que odiara todo lo que tenía que ver con Grisha Jaeger, incluido a su hijo menor.

Evidentemente se había equivocado. El detective ya no era ese hombre receloso que había enfrentado en la casa de los Reiss a principios de enero; tal vez, inocentemente, quería creer que ese cambio se debía a la relación que ahora tenían… quizá quería creer que había influido en Levi tanto como para cambiar esos estereotipos que tenía sobre la clase alta.

Miró al hombre a su lado, que estaba concentrado picando unas verduras mientras Eren comenzaba a sofreír el arroz, y no pudo evitar que una sonrisa apareciera en su rostro de tan feliz que se sentía en su compañía; de lo valiente que se sentía a su lado… de todo lo que le hacía sentir a diario, incluso cuando no se veían.

¿Qué había de malo en pensar que existía la posibilidad … de ser algo más que simples amigos?

 

~*~~~*~~~*~

 

Mientras terminaba de comer junto al mocoso, el azabache comenzaba a sentirse mucho más tranquilo que antes.

Tras la confesión de Eren sobre la identidad del padre de Isabel y el lazo sanguíneo que compartían, se había ofuscado nuevamente al darse cuenta de las injusticias de la vida; la manera en que tenían ciertas personas, debido a sus privilegios, de quitarse responsabilidades como la paternidad, falsificando pruebas e ignorando el daño que podían causar a otros… era algo que no terminaba de entender, una situación que lo llenaba de ira por la injusticia.

Levi había visto llorar a Isabel un par de veces, siempre escondida porque ella odiaba que la vieran triste; su llanto amargo y contenido había destruido su corazón, a sabiendas que extrañaba a su madre, que todo esto de la casa de acogida al principio le resultaba aterrador y, justo cuando sentía que había encajado en ese lugar y estaba dispuesta a seguir con su vida, el descubrimiento de su enfermedad, la misma que había aquejado a su madre y le había arrebatado la vida, volvió a sumirla en el miedo y la angustia.

Isabel no merecía todo lo malo que le había pasado. Era una chiquilla entusiasta, bondadosa y que contagiaba su alegría al resto, dándoles seguridad en situaciones difíciles; en realidad, este sentimiento de injusticia no lo sentía únicamente por Isabel, sino también por los niños y niñas que habían tenido que pasar por la casa de Kenny.

La risa de Eren lo distrajo de sus pensamientos. Estaban viendo una película extraña que el mocoso había puesto en el televisor de la sala mientras cenaban el improvisado platillo que habían cocinado juntos. Lo cierto es que jamás había comido un risotto para saber si era de esa forma, pero había quedado delicioso, sólo un poco aguado porque el chico olvidó espesar la crema.

Al observar a Eren y su expresión risueña por la cómica película, no pudo evitar sentirse horrible nuevamente. Cuando llegó a su departamento, había esperado que le contara algo sobre el Espectro o sobre alguna situación con su progenitor, que eran las cosas que usualmente lo afectaban mucho. Sin embargo, al comentarle lo de Isabel, el azabache había perdido un poco el control y se molestó irracionalmente con el moreno, que nada tenía que ver en el asunto, sólo la desgracia de portar el mismo apellido que el jodido doctor Grisha Jaeger.

Además, saber que el mocoso tenía un miedo constante de que Levi lo odiara y se olvidara de él, también le dolía. En realidad, no lo culpaba del todo, pues el mismo chico había repetido algunas de las ridículas y crueles frases que el detective le había dicho. Jamás lo había hecho para lastimarlo, sólo era un imbécil que no controlaba su genio cuando se molestaba… y, evidentemente, había mermado en la seguridad del chiquillo con esas palabras que no creía de él. Definitivamente era algo que tenía que cambiar de sí mismo y, por supuesto, compensar al mocoso por su comportamiento.

Soltó un suspiro agotado después de todo lo ocurrido durante esa visita al chico, también sopesando la conversación que había tenido durante la mañana con Farlan y el hecho de haber admitido que tenía confusos sentimientos por el moreno que ahora estaba acomodado junto a él en el sofá de tres cuerpos.

No se había percatado con anterioridad, pero desde hace varios días, quizá semanas, la proximidad entre ambos había estado más reducida. Cuando comenzaba a conocer al mocoso, pese a todo su desplante y coqueteo constante, siempre ponía una distancia segura entre ellos al sentarse o siquiera al pararse junto a él; sin embargo, el último tiempo, no se tomaba la molestia de sentarse en el otro sillón, sino que sencillamente se acomodaba junto a él; a veces, como ahora, tan juntos que el moreno estaba casi apoyado sobre el policía.

Y, pese a que este hecho debería incomodarlo o ponerlo nervioso, lo cierto era que no le molestaba para nada, incluso le gustaba sentir de cerca al chico. Tal vez porque le gustaba el olor de su cabello o de su perfume que era muy sutil, o porque emanaba calidez constantemente o quizá porque, más de cerca, podía ver unos pequeños hoyuelos en sus mejillas cuando reía o la manera en que se le arrugaban ligeramente los bordes de sus ojos cuando soltaba una carcajada.

Reaccionó cuando el rostro del universitario se giró hacia él, mirándolo con sorpresa al descubrirlo en el acto de estar observando su perfil.

– ¿Pasa algo? Si no te gusta la película sólo debes decírmelo, Levi. – expuso el chico preocupado mientras pausaba la escena.

– Te dije que no era el tipo de película que usualmente vería. Pero no tiene nada de malo. – respondió el mayor, volviendo su vista al televisor para notar que ni siquiera sabía en qué estaba la trama.

– ¿Estás bien…? – quiso saber el otro, irguiéndose un poco para mirarlo con más atención.

– Por supuesto. – dijo él, ahora sintiéndose un poco torpe de haberse quedado mirando, por más tiempo del necesario, al chico.

– Sabes que se te ponen las orejas rojas cuando mientes, ¿no? – ante estas palabras, el azabache se volteó para mirar confundido al chico a su lado, sólo para descubrirlo conteniendo una carcajada burlesca.

– No me compares contigo, mocoso. – le soltó avergonzado.

– De acuerdo, tú no tienes esa debilidad. Pero sí se nota cuando mientes… mi instinto es muy bueno. – alardeó el mocoso sonriendo más cálidamente ahora. – ¿Es sobre el tema de Isabel? – Levi desvió la mirada y se tomó unos segundos para responder.

– No precisamente. – sentenció con brusquedad. Ahora, por alguna razón, sentía el estómago un poco revuelto de estar tan en confianza con el moreno. – Estaba pensando que ya es un poco tarde y debería irme. – añadió mirando su celular que estaba junto a él en el sofá.

– ¿No quieres quedarte? – le preguntó entonces el más joven, haciendo que se le crisparan los nervios y le dedicara una mirada de advertencia al menor cuando notó el tono sugerente que había usado. – Oh, vamos. Hemos dormido en el mismo cuarto antes… además, tengo una habitación de invitados. – señaló encogiéndose de hombros. – ¿Por favor? – añadió, poniendo cara de cachorro abandonado, mirándolo a través de sus espesas pestañas oscuras y curvando sus labios en un puchero.

– No esta vez, Eren. – respondió él finalmente, demasiado preocupado de lo que pudiese pasar si se quedaba con el chiquillo. Tenía las emociones muy a flor de piel todavía.

Entonces, el mocoso se acercó más a él, lo cual parecía imposible hace unos minutos, dejando sus cuerpos tocándose sin reparos. Eren había pasado su brazo por el respaldo del sillón para permitirle esa cercanía, ahora mirándolo con esos ojos verdeazulados expresando una curiosa seriedad.

– Levi… ¿estás molesto? – ahí estaba de nuevo, esa inseguridad del chico con respecto a su sentir. No sabía cómo hacerle ver al mocoso que no se iba a molestar siempre con él por cosas que no eran de su responsabilidad, pero también tenía que ser honesto al darse cuenta de que siempre había sido tajante con el mocoso y, por lo demás, muchas veces injusto.

– Dijiste que confiabas en mí ¿no? – le preguntó, mirándolo de frente y con toda la firmeza que encontró en su estómago lleno de mariposas. – Te aseguro que, de ahora en adelante, si algo me molesta contigo voy a ser franco y te lo diré de frente. Así como también te puedo asegurar que no volveré a decirte estupideces que te hagan sentir mal, las cuales no creo sobre ti ¿está bien? – sentía que era la única manera de sanar esas pequeñas mini heridas que había dejado en el menor y, pese a que no estaba seguro de que fuera suficiente, se esforzaría en cumplir con su palabra.

– Sí, lo siento. – murmuró con sonrisa triste y bajando la mirada.

– Tch, no te disculpes. – le soltó el azabache, frustrado por este comportamiento del chico, sabiendo que era absolutamente su culpa que estuviera así. Pellizcó la mejilla contraria para intentar calmar el ambiente entre ellos, llevándose una carcajada del moreno en el acto.

En seguida, los ojos verdes de Eren lo miraron con un brillo particular, apenas curvando las comisuras de sus labios. Sujetó la mano que antes había usado Levi para estirar su rostro moreno y lo jaló sutilmente hacia él.

El azabache se dejó llevar y terminó apoyándose en el hombro del chico mientras este escondía su rostro en el hombro del detective, todavía sujetando su mano con delicadeza y usando el brazo que antes había pasado por el respaldo del sofá para abrazar su espalda y capturarlo contra él.

El corazón del detective latió con fuerza ante este improvisado y ligeramente incómodo abrazo, pues no estaban exactamente en una postura muy adecuada, y temía que el chico se diera cuenta de la agitación en su pecho; sin embargo, tras un breve instante de silencio entre ambos, el suspiro de Eren contra su camisa le llama la atención, al mismo tiempo que el chico apretaba un poco más su cuerpo al del detective.

– De verdad… siento mucho lo de Isabel, Levi. – soltó de pronto, encogiendo el corazón del policía de manera dolorosa. – Si hay algo que pueda hacer por ti, por tu familia y por ella… por favor, dímelo. Si estás molesto conmigo, quiero saberlo. – siguió diciendo, casi temblando contra él. – Me avergüenza mucho lo que hizo mi padre, Levi. Pero me avergüenza más seguir en contacto con él, seguir viviendo bajo su financiamiento. Al principio me decía que era mi forma de sacarle dinero para pagar las facturas del hospital de Isabel, pero, en parte, también es porque aún me aterra no saber vivir por mi cuenta. He sido un doble moralista con este tema de la comodidad… –

– Mierda, Eren. ¿Cómo puedes pensar en esas cosas? – el azabache, molesto por toda la situación, se apartó un poco del chico para obligarlo a mirarlo. Ambos estaban demasiado cerca el uno del otro, pero eso no le molestó. El moreno apoyó su frente en la del detective unos instantes, para luego dejar su atención fija en el mayor, mientras sus miradas batallaban por el cúmulo de emociones que los gobernaba en ese instante. – No tienes que sentir vergüenza por algo que no es tu culpa. Has hecho mucho por Isabel, mocoso, que no te quepa la menor duda. – le aseguró, sujetando con fuerza su mano. – Y, lo más importante, es normal que sientas miedo de no poder vivir solo. Todos lo sentimos cuando pasamos a convertirnos en adultos y no debes sentirte mal por aceptar la ayuda de tu familia. Si es lo que necesitas hasta que seas capaz de valerte por ti mismo, entonces, adelante. No hay nada de malo en ello. –

– ¿Tú crees? – le preguntó el chico, moviéndose un poco nervioso frente a él, pero sin apartarse.

– Tch. No importa lo que yo crea tampoco, Eren. – le dijo, agobiado por un dolor incomprensible al saberse responsable de la inseguridad del mocoso. – No tienes que complacer a nadie. Vive tu vida de la manera que te haga sentir bien contigo mismo, que te permita estar en paz con tus decisiones. –

– Quiero que seas parte de mi vida, Levi. Por eso temía que no quisieras saber de mí tras decirte lo de Isabel. – murmuró él, todavía afectado por el tema.

– Entonces no tengas miedo, porque aquí voy a estar. – aseguró con firmeza. – Te prometí que te daría la oportunidad de conocerte y esto es parte del trato. – en seguida, le sonrió débilmente para tratar de transmitirle calma; aparentemente tuvo éxito, ya que el moreno le sonrió de vuelta y volvió a abrazarse a él.

– Gracias, Levi. – el detective se permitió acunar al chico entre sus brazos por unos momentos, pensando que quizá eso ayudara a liberar su inseguridad y traerlo a la calma nuevamente; también consciente de que tener al moreno entre sus brazos le daba paz a él también, sabiendo que podía curar sus heridas poco a poco y tratar de ayudarlo en estos aspectos. – ¿Esto significa que vas a quedarte? – preguntó después de unos instantes, cambiando a su usual tono entusiasta, pero sin despegar su rostro de la camisa del policía.

– Eres un manipulador. – le dijo, apartándolo al sentir su risa traviesa. – Pero mi respuesta sigue siendo que no. –

– De acuerdo. – aceptó finalmente el mocoso. Y, entonces, se le quedó mirando con una sonrisa nostálgica y esos ojos verdes resplandecientes. Por algún motivo, no pudo dejar de pensar que era la misma mirada que le había dedicado aquella noche en el balcón de Hange.

– ¿Qué pasa ahora? – quiso saber el detective, nervioso por ese cambio de actitud.

– Quiero preguntarte algo. – soltó el otro con seriedad.

– Puedes preguntar, pero no significa que obtendrás una respuesta. – indicó el mayor, un poco desconfiado. Eren soltó una carcajada y continuó mirándolo tan intensamente como antes.

– El otro día me dijiste que te habías encariñado conmigo… – ante esto, Levi se obligó a tragar fuerte, ansioso y temeroso por lo que diría. – ¿Este cariño es similar al que le tienes a Isabel y a tu familia de la casa de acogida? –

– Habla claro, mocoso. No estoy entendiendo tu pregunta. – el corazón del azabache latía con tal rapidez que le dolía un poco el pecho.

– Quiero saber si ahora me estás viendo como un hermano pequeño al que debes aconsejar o como un chico por el que te preocupas. – las palabras del mocoso eran sutilmente vacilantes, como si no encontrara la manera coherente de plantear su duda; sin embargo, Levi comprendió perfectamente lo que le estaba preocupando. Eren quería saber si lo consideraba… alguien con quien tener algo más que una amistad.

– Ninguno de los dos. – estableció con firmeza el detective. – Para mí, eres un hombre adulto que puede cuidarse solo y tomar sus propias decisiones. Lo cual no quita que me preocupe por ti o que quiera ayudarte. – Eren abrió los ojos con impresión y se quedó callado por un momento. – ¿Eso responde tu pregunta? – de manera indirecta, el azabache pretendía responderle que sí lo había pensado, que sí había sopesado la idea de ser algo más.

– Creo que sí… – murmuró a modo de respuesta mostrándose, sorpresivamente, sonrojado. Levi le sonrió ladinamente y se puso de pie para evitar decir más de la cuenta.

– Entonces, es hora de irme. – decretó mientras caminaba hacia la puerta para recoger su chaqueta. Mientras se arreglaba, el moreno se acercó hasta él con una ancha sonrisa.

– Nos vemos otro día. – estableció el chico con seguridad. No fue una pregunta, si no una afirmación, convencido de que seguirían en contacto.

– Nos vemos, Eren. –

Seguido de un momento de miradas correspondidas entre ambos, el detective finalmente abrió la puerta y se marchó del departamento del moreno.

No sabía exactamente qué era lo que estaba sintiendo en su interior, pues aún tenía esa molestia latente tras enterarse del fraude efectuado por Grisha en el asunto de Isabel; sin embargo, tras saber que, de alguna forma, se justificaba ese sentimiento de conexión que había tenido con el moreno desde que comenzaron a hablar, no podía dejar sonreír.

Su instinto siempre le era certero y este en ningún momento le había advertido que el mocoso era una amenaza, un peligro, sino todo lo contrario; su instinto le había hecho darle esta oportunidad de conocerse porque tenía la impresión de que había algo más allá entre ellos que había logrado que sus caminos se cruzaran, más allá de ser un simple ladrón y un detective. En esta ocasión, ese hecho en común se debía a su cariño por Isabel.

Salió a la calle y caminó un poco antes de decidir tomar un taxi que lo llevara hasta su hogar. Marzo ya no mostraba los fríos terribles que habían pasado por las lluvias en Stohess, así como tampoco la nevada de Mitras; el viento seguía siendo un poco brusco y gélido a altas horas de la noche, pero comenzaba a sentir levemente el calor de la primavera invadir la ciudad.

Y, por qué no, también a su corazón.

Notas finales:

¡Hasta aquí el capítulo! ¿Qué les pareció? 

 

Quedó un poco largo, lo siento mucho. Pero quería asegurarme de redactar de la mejor forma que pude lo que estaba sucediendo entre ambos y, al parecer, me dejé llevar con la extensión. De nuevo, mil perdones.

 

Por otro lado, ya vamos notando la manera en que se van destapando secretos entre ellos, pero todos sabemos que, al destaparse la verdad, esta viene acompañada de muchas cosas más, así que los siguientes capítulos seguirán bañados de drama.

Lo último, y no menos importante, estoy muy agradecida de la gente que lee, comenta y vota por esta historia. Nunca pensé que llegaría a las más de mil lecturas y es todo gracias a ustedes que me tienen paciencia y leen mis delirios. En serio, estoy super mega feliz <3
Como dicen por ahí, gracias por tanto, perdón por tan poco jaja

Que tengan una bonita semana, lo que queda de ella.  Cuídense mucho y éxito en todas sus actividades.
¡Nos estamos leyendo!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).