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Criminal - [Ereri] por L_inverse

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Notas del capitulo:

¡Hola a todos y todas! Estoy realmente feliz de estar aquí compartiendo otro capítulo. 
Sin más preámbulos, los dejo con la lectura.

¡Disfruten!

Eren se sentó en la mesa de siempre que quedaba en la terraza del segundo piso en aquel restaurante. Armin todavía no aparecía – lógico, porque él había llegado al menos quince minutos antes de la hora acordada –, así que simplemente le pidió a la mesera que atendía en ese momento que le trajera un té, esperando a que llegara su mejor amigo para decidir qué almorzar.

El clima comenzaba a mejorar poco a poco, de hecho, particularmente ese día estaba más cálido de lo normal para ser mediados de marzo. En esa terraza se sentía el viento con olor a primavera que ya comenzaba a molestar a los más alérgicos y se podía notar que los árboles ya estaban tomando sus usuales tonos verdes, dando espacio para el crecimiento de pequeños brotes de flores.

Mientras contemplaba el paisaje contaminado del centro de Stohess, su mirada buscó el camino que lo llevaba al cuartel central, ubicado a un par de calles de ese lugar, imaginando qué estaría haciendo cierto detective de cabello azabache y considerando seriamente en mandarle un mensaje que lo pudiera avergonzar, sólo para imaginar su rostro sonrojado e intentar adivinar qué maldiciones soltaría cuando lo leyera.

Las cosas con el hombre no habían retrocedido en absoluto tras confesarle lo de Isabel, pero tampoco es como si hubiesen avanzado. Levi seguía enfrascado en su trabajo de lunes a viernes – incluso los fines de semana tenía que acudir si ocurría algún imprevisto que requiriera las habilidades del detective más famoso de Stohess – dedicándole cortos momentos al chico cuando tenía tiempo libre.

En ocasiones, Eren se veía tentado en pedirle más. En ser más insistente en verse con más frecuencia, en planear cosas juntos como viajes o salidas al cine o recitales. Lo cierto era que la mayoría de las veces se abstenía de sugerir esos panoramas, entendiendo que el policía era un hombre muy ocupado y con una cantidad importante de obligaciones que cumplir. De esta manera, el moreno prefería ser comprensivo con sus tiempos y contentarse con esos momentos que le dedicaba; además, no podía ser tan injusto, ya que, en primer lugar, se suponía que sólo eran amigos... no había ninguna relación más allá que eso. Y, por otro lado, porque también se daba cuenta de que, a su manera, Levi sí se esforzaba por hacerse un tiempo para él.

A veces se tomaba más de una hora de almuerzo cuando quedaban de comer juntos, sobre todo cuando Eren sólo tenía clases en las mañanas y le preguntaba si podían almorzar; en otras ocasiones, pasaba a verlo a su departamento después de salir del trabajo – sorprendentemente, muchas de esas veces era el mismo azabache quien tomaba la iniciativa de visitarlo – y, bueno, curiosamente el detective había aprendido a usar más su celular y lo llamaba de vez en cuando o mandaba mensajes cortos para saber cómo estaba o responderle alguna estupidez que el chico enviaba.

Soltó una carcajada al encontrarse redactando un mensaje a Levi diciéndole que descansara un poco y no trabajara tan duro y, como siempre, deseándole que tuviese un buen día.

– ¿Y Armin? – la voz de la rubia que ahora estaba de pie frente a su mesa, con su usual gesto apático mirándolo con esos ojos azules tan claros como el agua, lo sacó completamente de lugar; tal vez poniéndolo un poco nervioso porque lo descubrieran mandándole alguna cursilería a Levi.

– Hola, Annie. Estoy muy bien, gracias por preguntar. ¿Cómo estás tú? – le respondió el moreno con una mirada llena de sorna y una media sonrisa que logró que la mujer chasqueara la lengua y se sentara frente a él. Annie trabajaba en ese restaurante de forma parcial y, varias veces por semana, se pasaban por ahí para hacerle compañía en sus descansos, como hoy.

– Lo siento, Eren. Ha sido un día agitado. – se disculpó toscamente, mirando hacia otro lado.

– No te preocupes. – dijo él con una sonrisa más cálida ahora. – No he tenido noticias de Armin. – añadió, presionando rápidamente la tecla de enviar para hacerle llegar el mensaje al detective y luego proceder a guardar su teléfono.

– Pensé que te estabas mensajeando con él. – comentó la rubia mirándolo seriamente. – Pero, claro, estabas enviando cursilerías a tu novio. –

– Te equivocaste en toda esa frase, Annie. – respondió el chico con una carcajada nerviosa. – ¿Qué tal van los exámenes de la universidad? –

– No preguntes estupideces. – le soltó ella. – Sabes que la universidad no es un desafío real para mí, pero me piden ese estúpido título universitario para postular a trabajos mejor pagados que ser mesera en un restaurante de segunda. –

– Oye, este restaurante es muy bueno y, por cierto, te ves muy bien con el uniforme de mesera. – señaló a modo de burla, recibiendo el puntapié bajo la mesa por parte de su amiga.

– Eres una maldita basura, Jaeger. Con razón el detective todavía no quiere coger contigo. – se quejó ella con un sutil tono sonrojado por su comentario. Eren sólo rio, porque sabía que era la forma de ser de su amiga. Curiosamente, siempre le recordaba a Levi.

– Ya, ya, lo lamento. No necesitas que te diga lo buena programadora que eres. Si de mi dependiera, te daría el trabajo que me pidieras. –

Annie había sido compañera de ellos durante la preparatoria y siempre se había destacado por ser brillante en cuanto a todo lo que tuviese que ver con computadoras, desde la parte electrónica hasta la programación; pero no sólo era impresionantemente inteligente, sino que también destacaba en sus habilidades físicas.

Tras un par de meses de encuentros cortos en los pasillos, Eren se percató de que Armin le ponía particular atención a la chica, buscando conversar con ella durante los descansos, incluso invitándola a almorzar con ellos... Claramente, su mejor amigo se había enamorado perdidamente de ella y, para su felicidad, ese sentimiento fue recíproco.

Pero es que ¿qué chica no se enamoraría de Armin? Era todo lo que se podía definir como un caballero, respetuoso, atento, cordial, amable, inteligente... jamás pensó encontrar a una persona tan fantástica como el rubio, si hasta el día de hoy creía que su único defecto era su inseguridad antes de llevar a cabo algún trabajo o plan, quizá podría ser un poco perfeccionista a veces y eso lo llevaba a estar constantemente bajo estrés; lo bueno es que Annie había llegado a su vida para centrarlo en reiteradas ocasiones y evitar que sucumbiera a una úlcera o algo parecido debido a la sobrecarga que se auto-designaba.

Bueno, parte de esa carga también era su culpa porque esa noche que se fue de la mansión Jaeger y llegó donde su mejor amigo, con el rostro lleno de lágrimas, el labio partido y la mejilla afiebrada por el golpe de su progenitor, Annie también estaba ahí y no pudo evitar vomitar todos sus pensamientos y emociones sobre la situación, sobre su odio por los elitistas, por cómo quería cambiar el mundo y todavía no encontraba la forma de hacerlos pagar por su poca ética, su apatía y ambición.

Para su fortuna, sus amigos pensaban de la misma forma que él. El padre de Annie había sido estafado por un mercader en un negocio donde perdió todo su dinero y propiedades, el fallo del juez en el caso fue a favor del mercader y la familia de la rubia quedó prácticamente en la calle, obligándola a trabajar cuando apenas tenía quince años en una pequeña tienda y haciendo que su familia se endeudara con préstamos para sobrevivir mientras buscaban trabajos.

Armin, por otro lado, venía de una familia bastante honesta que no se metía en tratos irregulares que buscaran hacer más grandes sus fortunas a costas de otros. Sin embargo, también eran personas muy aisladas, que no querían intervenir al ver injusticias o ilegalidades en las empresas y personas con las que trabajaban, sino que hacían vista ciega y oídos sordos y se dedicaban a vivir tranquilamente en su cuidado hogar. Su amigo siempre sintió que esa actitud no era la correcta, que no se podía hacer omisión de una injusticia, pretendiendo que no sabían nada al respecto sólo para mantener su comodidad.

Por lo mismo, ambos decidieron apoyarlo cuando comenzó todo este asunto del ladrón de Stohess y habían ideado con cuidado el plan que hasta el día de hoy había impedido su captura.

– Eren. – habló de pronto la rubia ante el silencio de ambos. El moreno alzó la vista hacia ella, quien parecía relajar las facciones de su rostro y mirarlo con atención. – ¿Cómo van las cosas con el policía? – preguntó entonces.

– ¿A qué te refieres? – quiso saber él con curiosidad.

– ¿Te trata bien? – Annie bajó la mirada hacia la mesa donde estaba doblando un trozo de servilleta.

– Sólo somos amigos. – señaló el chico, sonriéndole a su amiga al darse cuenta de su preocupación.

– Da igual si son sólo conocidos o amantes, quiero saber si te ha hecho sufrir o algo por el estilo. Sabes que no confío en la policía, están comprados por los ricachones y son todos unos corruptos. – declaró ella, tratando de controlar la molestia que su voz delataba con claridad.

– Él no es así. – afirmó Eren, intentando de calmarla.

– ¿No? Entonces ¿qué hace ocultando la identidad del ladrón más buscado de la ciudad? Cualquier policía honesto y con sus convicciones claras jamás habría accedido a encubrir la identidad del Espectro y hacerse su amigo. – argumentó la chica, mirándolo seriamente esta vez.

– Tiene sus motivos. – expresó, un poco dudoso sobre la afirmación de su amiga. – Para mí, no es un policía corrupto. Está intentando hacer lo que cree que es mejor para mí. –

– ¿Estás seguro de eso? ¿Se lo has preguntado? – siguió cuestionando ella.

– ¿A qué viene todo esto? ¿Todavía no confías en que él guardará el secreto? – Eren estaba un poco nervioso por la conversación.

– No, es una variable demasiado peligrosa en toda la ecuación. Depender del compromiso de un policía al que no conozco no es exactamente una buena apuesta. – estableció ella, volviendo su atención a la servilleta que doblaba. – Además, no confío en ti en este asunto. – añadió, haciendo que, finalmente, al moreno se molestara.

– ¿Qué demonios dices, Annie? ¿Cómo es eso de que no confías en mí? –

– Eren, estás demasiado enamorado de él. – dijo con tanta firmeza que, en vez de sonrojarlo, se sintió como un reproche. – Claramente tu juicio está siendo afectado por tus sentimientos y tal vez no quieras ver la realidad que tienes frente a ti. –

– Ya hemos tenido esta conversación. – recordó el moreno, haciendo acopio de su firmeza interna, pero las dudas volvían a aparecer en él. – Confío en Levi, él confía en mí y ustedes deberían hacer lo mismo. –

– Quiero hacerlo. – declaró ella, ahora suspirando con pesadez. – En serio, quiero creer en ti. – añadió, colocando uno de sus cortos mechones rubios detrás de su oreja. – Sólo quiero que comprendas muy bien lo que estamos arriesgando. Lo que tú estás arriesgando... porque no me preocupa únicamente que todo este plan fracase, sino que también estoy asustada de que él... te termine haciendo mucho daño. –

Eren sonrió nuevamente, notando cómo todas las dudas en su corazón se despejaban al sentirse querido por sus amigos. Curiosamente, este pensamiento lo había llevado a unas noches atrás, cuando finalmente le confesó a Levi que era medio hermano de Isabel, cuando el detective le había asegurado que se preocupaba por él, que estaba encariñado... ¿se podía mentir de esa forma cuando su lenguaje no verbal expresaba a gritos que decía la verdad?

El chico estiró su mano para tomar la de su amiga, interrumpiendo el ciclo de dobleces que le hacía hace rato a la servilleta para calmar sus emociones. Ella lo miró sorprendida mientras el moreno le regalaba una sonrisa tranquilizadora.

– Soy un afortunado de tenerlos en mi vida. Tanto a ti, como Armin, Mikasa, Historia... Levi... - comenzó a decir, haciendo que ella se pusiera un poco a la defensiva. – No lo arruinaré, lo prometo. –

– Más te vale. – respondió ella, sujetando de vuelta la mano del moreno.

– ¡Siento mucho la tardanza! – la voz de Armin, con ese tono ajetreado y jadeante, los hizo levantar la mirada rápidamente para encontrarlo todo desalineado, porque seguramente había llegado corriendo. – Lo siento, Annie. Sé que tienes poco tiempo para almorzar y yo me retrasé. –

– Está bien, Armin. – dijo ella, dibujando una sonrisa tan cálida que Eren se sonrojó un poco. Era increíble cómo cambiaba la rubia cuando Armin estaba cerca. Su mejor amigo se sentó junto a ellos y levantó su mano para llamar a la mesera.

– ¿Está todo bien? – quiso saber inmediatamente al notar que la mano del moreno y la de su novia estaban unidas sobre la mesa todavía. La chica se apartó rápidamente con una mirada de advertencia hacia Eren, provocando que el rubio se riera.

– Le decía a tu novia que se ve bien con el uniforme de mesera. – contestó Eren a modo de burla, esquivando rápidamente el puntapié que la chica iba a propinarle.

– No la molestes, Eren. Ella sabe que se ve hermosa. – decretó con paciencia el recién llegado, haciendo que la rubia estallara en rubor. Eren realmente disfrutaba de esos espectáculos en donde su amigo decía un comentario totalmente abierto y sincero sobre Annie, y esta se avergonzaba a tal punto de querer marcharse del lugar. La mesera llegó y anotó el pedido de los tres para luego marcharse rápidamente.

– ¿Qué te retrasó? – quiso saber el chico, ahora más calmado.

– Fui a buscar los medicamentos de mi abuelo al hospital, pero las filas en las farmacias estaban eternas cuando salí de clase y me tomó mucho llegar hasta su casa. – mencionó el rubio acomodándose un poco el cabello y la ropa. – ¿Y ustedes, de qué hablaban? –

– De que Eren anda llorando en los rincones porque el detective todavía no se lo coge. – mencionó la chica con claras intenciones de venganza. Eren sólo puso los ojos en blanco ante su comentario. – Invítalo a otra fiesta para que intentes besarlo en el balcón. –

– Demonios, Historia es una chismosa. – exclamó el más alto, ahora si completamente ruborizado y se cubría la mirada con su mano. Se arrepentía de haberle contado a su prometida sobre lo vivido en la casa de Hange en San Valentín, a sabiendas de que no podría mantener la boca cerrada frente a la intimidación de Annie.

– Hablando de fiestas... – comenzó a decir Armin para interrumpir la vergüenza en la que se estaba sumiendo el moreno. – La próxima semana es tu cumpleaños, Eren. Estaba pensando en hacer una pequeña fiesta entre nosotros para celebrarlo. – el chico notó que su amigo tocaba el tema con mucha sutileza, sabiendo que él era poco adepto a celebrar su cumpleaños.

– Sabes que mi padre organiza una fiesta todos los años. No es necesario que hagan algo ustedes. – mencionó malhumorado. Odiaba esa ostentosa e innecesaria fiesta que hacía su progenitor, sólo para tener otra excusa de fanfarronear sobre sus adquisiciones en la mansión, presumir logros que no le correspondían y hacer negocios con sus invitados de manera casual.

– Sí, pero hablo de algo más íntimo y privado. Algo que disfrutes. – señaló Armin con una sonrisa un poco forzada. – Vendría sólo Mikasa, Historia, Annie, yo... – su amigo se encogió de hombros y lo miró entusiasmado. – ¿El próximo sábado? –

– De acuerdo. – aceptó finalmente, un poco a regañadientes. Sabía que el rubio intentaba todos los años que su cumpleaños fuera un poco más ameno.

– Fantástico. Podemos hacerlo en nuestro departamento, ¿te parece? – esta vez, la pregunta fue dirigida hacia Annie, que parecía indiferente al panorama que estaba ideado su novio.

Sus dos amigos vivían juntos desde hace menos de un año. Armin estaba haciendo investigación en uno de los laboratorios de la universidad y ganaba una moderada suma de dinero que, sumado a lo que ganaba la chica trabajando de mesera y algunos trabajos clandestinos en cuanto a programación, les alcanzaba para mantener un modesto departamento cerca de la universidad de Annie. Además, fue el abuelo del rubio quién les ayudó con la gestión del inmobiliario, con lo mucho que quería a su nieto y a la extraña chica que estaba con él desde los dieciséis años.

Para su sorpresa, observando la relación que tenían ambos, le hizo pensar si, en algún utópico futuro, podría llegar a tener algo así con Levi. La verdad es que no se imaginaba viviendo juntos aún, pero sí compartir de esa forma tan natural con la que se llevaban sus dos amigos que se hallaban sentados junto a él, recibiendo sus pedidos.

Salvo la excepcional vez en que había ido a la casa de Hange, nunca había compartido con más gente al estar con Levi y le hacía preguntarse cómo vería el resto la interacción que tenían, incluso siendo sólo amigos. Temió que no se viera tan natural como la de Armin y Annie, tal vez porque todavía tenía un poco de duda en su corazón tras los comentarios de la rubia sobre Levi, pensando que quizá el detective estaba fingiendo frente a él y no podía notarlo debido a sus propios sentimientos.

Odiaba pensar de esa forma. Odiaba sentirse así de inseguro porque confiaba en las palabras de Levi, confiaba en la relación que apenas comenzaban a construir lentamente y con un montón de dificultades de por medio.

Quería realmente creer que todo lo que sentía al estar junto al detective, no era producto de sus delirantes fantasías.

 

~*~~~*~~~*~

 

Levi ya estaba llegando a la sección de analistas del cuartel central. Debía admitir que tras el breve momento de alegría que le provocó el mensaje de Eren, siguió con su usual rutina de papeleos y reuniones en el cuartel, esperando poder salir un poco más temprano para ver la posibilidad de encontrarse con el mocoso durante la tarde.

Se sentía extraño de estar organizando sus tiempos para hacerle espacio al moreno en su día a día, aunque fuese con una corta llamada cuando ya notaba que no había tiempo para verse. Lo cierto era que, incluso habiendo asumido que comenzaba a tener sentimientos especiales por Eren, todavía no se sentía convencido de ellos por todo lo que había hablado con Farlan, especialmente por el aspecto que no le había mencionado a su hermano.

Pero eso no implicaba que no buscara tenerlo cerca. Claro, lo hacía en la medida que podía y tratando de cumplir siempre con todas las obligaciones que tenía; sin embargo, en ocasiones, decidía simplemente dejar los informes para el día siguiente y llamar al chico para salir a caminar o cenar en algún lugar. Por supuesto que el mocoso siempre reaccionaba estupendamente a sus sugerencias y esto lo contentaba, aunque no lo admitiera frente a él.

Entró en la sala donde estaban los equipos de análisis y computadores que, evidentemente, él no sabía cómo manejar, si con suerte sabía usar el pedazo de chatarra que tenía en su oficina. Cerca de la entrada, Levi visualizó a Moblit junto a la fotocopiadora, quien, a penas percatarse de su presencia, lo saludó con entusiasmo y le señaló el lugar donde la pelirroja estaba trabajando.

El azabache caminó hasta llegar al gran mesón donde Hange manipulaba una serie de equipos e iba trabajando en la computadora que tenía frente a ella. Se le notaba sumamente concentrada en su labor, aunque no por eso ignoró su presencia, alzando la vista hacia él y sonriéndole en el acto.

– Enano, ¿de quién escapas que vienes hasta aquí? – le dijo la mujer con un tono burlón mientras configuraba una vez más el dispositivo.

– Tch. De nadie. – respondió. – Sólo estoy esperando que lleguen unos archivos para avanzar con un viejo caso. –

– Oh, ¿y viniste a verme? Me conmueves. – mencionó ella dejando de lado el equipo y trayendo un par de sillas para ambos. El detective se sentó junto a ella y ambos lanzaron un suspiro al unísono. – Cuéntame, ¿en qué piensas, enanín? – le dijo la mujer, tomando su celular y dejándolo sobre el mesón para dedicarle toda su atención.

– ¿A qué te refieres? – quiso saber él, descansando su espalda en el respaldo de la silla y notando lo mucho que le faltaba ejercicio físico y estiramientos.

– Has estado un poco ausente en el trabajo. – comentó ella tratando de restarle importancia al tema, sin mirarlo directamente. – No es que estés haciendo mal tu trabajo ni nada, pero... es como si ya no tuvieses ideas brillantes para tus casos. –

– He resuelto dos casos en estas últimas dos semanas, Hange. – señaló el detective totalmente confundido. No entendía a dónde quería llegar su amiga.

– Bueno... en realidad, es con un caso en particular. – entonces, la mirada de la mujer se alzó hacia él con seriedad.

– El Espectro. – dijo, más nervioso de lo que pretendió.

– ¿El jefe te ha dicho algo para que te mantengas tan al margen de las discusiones sobre el caso? Ya sabes, después de tu última declaración hace unos meses sobre la posible identidad del ladrón. – su compañera parecía preocupada por él, tal vez pensando que desde los altos mandos comenzaban a restringir su trabajo en el cuartel con respecto al tema... o tal vez porque tenía información que él no.

– ¿Hay algo que me quieras decir? – le soltó con brusquedad.

– Es lo que yo debería preguntar. – acusó Hange, ahora mostrándose algo alterada por la situación, cosa que extrañó al azabache. – No estarás pensando en rendirte con el ladrón ¿cierto? –

– ¿A qué viene toda esa mierda, Hange?. Es ridículo pensar que voy a dejar de lado el caso. – Levi sintió que su estómago se apretaba, porque, al parecer, su amiga se había dado cuenta de que ocurría algo con él respecto al caso del Espectro.

– Lo sé. Es que pensaba que quizá te están restringiendo un poco o no lo sé, no te interese tanto capturarlo. Yo también tengo mi opinión con respecto al caso. – sentenció ella con un suspiro. Por supuesto que era una opinión compartida entre su grupo más cercano el hecho de que los millonarios se tenían merecidos los robos tras todos los fraudes que usualmente se vinculaban a ellos, sobre todo en esa ciudad. Pero eran policías, y se suponía que no podían hacer sesgos en su investigaciones.

– Seguiré con la investigación. Para eso te tengo trabajando tan arduamente. – indicó, todavía con preocupación respecto al tema.

– Y he encontrado nada. – declaró elevando su volumen de voz. – Lo más sospechoso y común de los casos es la camioneta con el correo. – rebeló ella, completamente indignada por no encontrar pistas suficientes.

– El correo llega a diario, cuatro ojos. Que tú lo recojas una vez a la semana es diferente. – mencionó él, a sabiendas de que era una pista que no los llevaría a ningún lado, igual que todas las otras pistas que habían estado analizando en ese tiempo. El jodido mocoso era muy bueno en lo que hacía.

– Debe haber algo que no hayamos considerado... Por ejemplo, este asunto de la alarma accionada a propósito. – señaló de pronto la pelirroja, acercándose más al azabache con una mirada calculadora, maquinando teorías en esa mente brillante que tenía.

– ¿Qué hay con eso? – quiso saber con curiosidad. Cuando su amiga presentaba esa mirada, él estaba seguro de que una idea descabellada y totalmente posible estaba por presentarse.

– ¡Por qué lo hace! ¿Para quién es el mensaje? ¿para la policía? ¿sus potenciales víctimas? ¿Sólo para jactarse de sus habilidades? – comenzó a cuestionarse tratando de mantener el control, pero parecía sólo verbalizar algunas de las tantas preguntas que surgían en su mente. Levi se sorprendió y la curiosidad por esa conversación lo volvía inquieto, era como si estuviese visualizando algo a la distancia, algo que no podía saber con claridad qué era, pero tenía la certeza de que podía ser importante.

– No puede ser para la policía, después de todo, igual nos enteraremos del robo. – decretó, tratando de comenzar a resolver las interrogantes de su compañera para seguir su hilo de pensamientos.

– Es como si quisiera que el resto supiera que es la misma persona robando a estas víctimas. – mencionó ella con un suspiro, masajeando sus sienes que seguramente se hallaban completamente sensibles de tanto echar a andar su cerebro.

– ¿No había nada en común entre las víctimas? Algún club social, asociación, empresa... ¿algo que los conectara? –

– Nada particularmente, salvo encuentros casuales en fiestas y eventos. Como todos los millonarios. – reveló la mujer desinteresada en ese aspecto. – Siento que hay un mensaje detrás de todo esto. – Hange tenía razón; estaba seguro de que todo tenía un propósito, que no era simplemente robar dinero porque sí.

– ¿Qué tan posible sea... que las víctimas mantengan información oculta en el caso? – cuestionó de pronto Levi, mirando hacia el piso entre sus piernas, todavía con un ruido molesto dentro de su cabeza que le hacía tratar de darle vueltas a la situación.

– Totalmente imposible. Lo que más quieren es atrapar al Espectro. – decretó su amiga con un gesto confundido.

– Lo sé, pero... qué pasa si el ladrón no solamente les roba "dinero" sino que también roba información sobre ellos. Cartolas de cuentas bancarias, informes de transacciones, contratos, boletas... Qué pasa si hay algo en común entre las víctimas que todas sepan, pero que no lo consideren relevante en el caso o que, lisa y llanamente, no querían compartirlo con la policía. – el detective había vuelto a pensar en voz alta algunas cosas, tratando de hilar un pensamiento coherente en su mente.

– ¿Algo como qué? – de pronto, el azabache se yergue súbitamente y abre los ojos con impresión ante un pensamiento fugaz que tuvo. – ¡Oh, acabas de tener una idea! – exclamó la mujer completamente emocionada y nerviosa.

"Mi primer robo fue a un millonario que aumentaba sustancialmente sus riquezas debido a acciones ilegales en el análisis de muestras."

El mocoso lo había dicho. El mismo Espectro le había revelado sin querer algo que podía ser profundamente importante. Eren le había confesado que uno de los motivos más importantes que lo hizo crear al ladrón de Stohess había sido todo el asunto de Isabel y la paternidad de Grisha; ¿qué pasaba si todo este espectáculo de los robos era para encontrar información de ciertas personas de la ciudad? ¿qué pasaba si robar el dinero de los millonarios no era lo principal en el acto del ladrón?

Sintió algo parecido a los nervios revolver su estómago. Quizá había algo que todavía no investigaban con suficiente profundidad.

– Hange, ¿puedes imprimirme los expedientes de las víctimas del caso del Espectro? – pidió el azabache poniéndose de pie.

– ¡Espera! Ya revisé los perfiles de las víctimas y no encontré nada que los relacionara. – expresó la mujer, confundida por el arrebato del hombre.

– Quiero los expedientes completos, todo lo que se pueda saber de las víctimas, incluso lo que no parezca relevante como rumores u acusaciones falsas. – decretó, mirando seriamente a la mujer y llevándose un sobresalto de parte de ella.

– ¿Por qué? – preguntó con inseguridad.

– Hemos buscado algo en común que tengan las víctimas, ya sea empresas, bienes, poder político o en la economía de la ciudad. – comenzó a explicarse el detective. – Sin embargo, creo que hay algo que las víctimas hicieron o no hicieron, que puede relacionarlas. – dijo de manera apresurada mientras trataba de ordenar sus pensamientos.

– No entendí absolutamente nada de lo que me dijiste, Levi. – dijo Hange confundida. – Déjame ayudarte con los expedientes. – propuso mientras llevaba su atención hacia la computadora. – ¿qué deberíamos buscar? –

– No lo sé. – respondió con firmeza, haciendo que su compañera volviera su atención hacía él con incredulidad y extrañeza. – Lo sabré cuando lo vea. – aseveró.

– De acuerdo, imprimiré toda la información y te la mandaré con Moblit para que la analices. Avísame si necesitas ayuda. – declaró la mujer con gesto cansado.

– Gracias, Hange. –

Seguido de esto, el detective se marchó de vuelta a su oficina con el semblante serio y tratando de aclararse la mente. La sensación que tuvo en el momento en que conversaba con su amiga sobre las intenciones reales de los robos no desaparecía; seguía sintiendo que, de cierta manera, analizando nuevamente los expedientes de las víctimas podría encontrar algo que estaba buscando el Espectro, algo que no era simplemente las riquezas de un mercader o de un político.

Quizá, la palabra que más describía su sentir en ese momento era «emoción», emoción por encontrar la estela de una pista que aún no sabía qué era; sin embargo, su instinto había despertado como una bestia hambrienta en su necesidad por darle forma a esta idea y averiguar si, efectivamente, lo que buscaba estaba en los papeles de esas familias afectadas por el ladrón de Stohess.

 

~*~~*~~~*~

 

No sabía realmente la razón para hacerlo, sin embargo, ahí estaba, de pie frente al cuartel central cuestionándose si entrar o no a preguntar por el capitán que llevaba todo el día con el teléfono apagado. Pero, finalmente, Eren suspiró por millonésima vez para decidirse a entrar a la comisaria y preguntar por el azabache.

Tras su almuerzo con Annie y Armin, el moreno había tenido que volver a sus clases de la universidad y había decidido quedarse en la biblioteca estudiando, sabiendo que en su casa le ganaba la pereza; sin embargo, en su concentración, no notó lo tarde que era y, para cuando salió de la universidad, ya eran pasado las ocho de la noche.

Con un poco de decepción había mirado su celular para notar que no había tenido noticias del detective durante toda la tarde y, cuando llamó a su celular, este se encontraba apagado; esto había logrado encender nuevamente ese miedo tras aquella ocasión en donde el azabache lo había evitado por el robo del Espectro y todo lo que ello implicaba en su relación.

Así, casi sin darse cuenta, y sabiendo que Levi le había pedido expresamente que no lo llamara al teléfono de la oficina, había llegado hasta el cuartel central y se había quedado ahí sopesando si realmente era buena idea ir a ver si Levi seguía allí, porque, conociendo lo adicto que era al trabajo, no le parecía nada raro que así fuese; pero, el gran problema era que, si el detective no había querido saber de él durante esa tarde... ¿qué razones tenía para suponer que lo recibiría en su lugar de trabajo?

Sabía que sólo estaba paranoico, pero, en su defensa, todo lo que tenía que ver con Levi era confuso y oscilante la mayoría de las veces, sobre todo porque aún no tenía certeza de qué sentimientos u opiniones tenía el hombre con respecto a su relación, más allá de sus promesas por conocerlo y de la forma que tenía de preocuparse por él.

Cuando pasó por el mesón de atención, el mismo oficial que había estado la primera vez que Eren tomó la determinación de visitar al detective en su trabajo, estaba ahí sentado mirando algunas cosas en la computadora.

El moreno se acercó con una sonrisa cordial antes de hablar.

– Buenas noches. – saludó, llamando la atención del oficial quien pegó un respingo al voltear a mirarlo. – Disculpe la molestia, pero quería saber si el detective Ackerman seguía trabajado a estas horas. – preguntó, únicamente por seguir el protocolo y las formalidades correspondientes, ya que había visto desde la calle que la luz de la oficina de Levi estaba encendida todavía. – Soy Eren-

– Jaeger, lo sé. – interrumpió el oficial con aparente nerviosismo. – Al parecer el detective Ackerman no se ha retirado hoy. Debe seguir en su oficina. –

– Gracias por la información. Pasaré a hablar con él. – avisó el chico mientras sonreía y comenzaba a marcharse.

– ¡Espere! – exclamó el oficial, completamente alterado. – Debería avisarle al detective para que él autorice su ingreso. –

– Claro, no hay problema. Esperaré. – dijo el chico con calma y notando inmediatamente que el policía se tensaba en su lugar.

– Aguarde un momento, por favor. – era evidente que el oficial se sentía ligeramente asustado con la presencia del moreno, así que el chico no quiso presionarlo demasiado con la urgencia que tenía por ver al detective. Frente a él, el policía tuvo una corta conversación por teléfono con el azabache y luego colgó para mirarlo con más tranquilidad. – Adelante, lo estará esperando. – anunció.

– Muchas gracias, oficial. –

Eren se puso en marcha hacia la oficina del detective que quedaba en el segundo piso, con el estómago apretado por los nervios debido a que no sabía con qué se encontraría; se sentía ridículo por tener esa inseguridad con respecto a Levi, porque, francamente, tenía la impresión de que el policía había aclarado en alguna ocasión que conversarían las cosas en lugar de huir de ellas o dejarse incomunicados.

Se suponía que confiaba en Levi, ¿no? Había defendido esa postura delante de sus amigos y cómplices; sin embargo, ahí estaba, muerto de miedo pensando en que el detective lo mandaría a volar lejos de su vida en cualquier momento.

Llamó a la puerta cortamente, golpeando la madera con su puño, y esperó por recibir el pase de parte del dueño de la oficina, el cual no tardó en llegar. Al abrir y adentrarse a la estancia, lo primero que notó fue lo oscura que se encontraba. La única fuente de luz era la lámpara de escritorio que Levi mantenía apuntando a la pila de papeles que había sobre el mesón junto al cual se encontraba trabajando; lo segundo que notó fue que el azabache lucía evidentemente agotado, como si hubiese estado trabajando todo el día en la misma posición y sin comer o beber nada.

– Y yo que pensé que te estabas rehabilitando en tu adicción al trabajo, Levi. – dijo el chiquillo con una sonrisa tras cerrar la puerta. Pensó en preguntar si encendía la luz de la oficina, pero se arrepintió al notar que el policía apenas le había dirigido la mirada mientras ordenaba el caos que tenía sobre su escritorio.

– ¿Cómo supiste que seguía en la oficina? – preguntó el detective, todavía negándose a mirarlo fijamente, algo que sólo alimentó el miedo que ya traía el universitario.

– Mi buen instinto. – admitió con una carcajada, intentando de mostrarse calmado, pero lo cierto era que su voz delató fácilmente los nervios que sentía. – Siento venir de improviso. No he tenido noticias tuyas durante el día y había pensado que tal vez podríamos ir a cenar o algo por el estilo. – el moreno continuó mirando al mayor, quien ahora ya estaba terminando de organizar los papeles, volviendo a mostrar ese orden tan característico de él en sus cosas.

– Lamento no haberme comunicado. Mi teléfono se descargó y estuve trabajando toda la tarde. Acabo de darme cuenta de la hora que es. – mencionó con un tono serio al tiempo que revisaba algo en la computadora. En ese momento, Eren se dio cuenta de que seguía parado junto a la puerta, sin atreverse a acercarse al escritorio del otro. Levi parecía... estar ocultándole algo.

– ¿Está todo bien? Sé que tienes una concentración gloriosa cuando un caso te consume, pero son casi las nueve. – murmuró él con preocupación, esforzándose por no presionar al azabache para que le contara lo que sucedía.

Y entonces, por primera vez, los ojos grises del detective se alzaron en su dirección para mirarlo con aflicción y preocupación; su semblante estaba un poco sombrío, tal vez por la poca iluminación de la sala, pero eso no quitó que el chico sintiera un dolor punzante en el pecho al no comprender totalmente lo que estaba pasando.

Después de un instante, que para el más alto pareció eterno, Levi se aclaró la garganta y bajó la mirada nuevamente hacia su escritorio.

– ¿Te quedaste atorado en la puerta que no entras? – dijo el azabache, sorprendiéndolo un poco y dándole el valor para disminuir la distancia entre ambos.

– Escucha, Levi, si estás ocupado podemos vernos otro día. No vine aquí a presionarte ni nada por el estilo. Sólo... me preocupé, es todo. – admitió el chico con un suspiro, sin quitarle la vista al más bajo.

– Tranquilo, mocoso. – calmó el azabache con ese tono de voz áspero usual en él. – No estoy molesto contigo si eso es lo que te preocupa... – lo último que dijo el hombre venía con un tono vacilante, como si hubiese algo más escondido tras sus palabras.

– Bueno, si no estás molesto... entonces, ¿qué pasa? Porque te notó un poco incómodo con mi presencia. – señaló el moreno, esta vez, más firme. Levi volvió a mirarlo antes de decidirse a responder, todavía presentando ese extraño e indescifrable brillo en su mirada.

– Tengo una nueva pista en el caso del Espectro. – contestó con un tono gélido, esquivando la mirada verdeazulada de Eren. El chico tragó fuerte y también se vio obligado a bajar su vista para no mostrar todas las emociones que esas palabras significaban.

Cada vez sentía con más fuerza que el tema del ladrón de Stohess rompía su relación con Levi, aun cuando esta era un mero intento de amistad. Cuando salía el tema, se incomodaba muchísimo y trataba de evitarlo constantemente, todo porque sabía la disyuntiva en la que estaba el detective al respecto, entendiendo que lo estaba prácticamente obligando a rechazar sus propias convicciones como policía al permitirle seguir con los robos, incluso cuando Eren había dejado claro que el detective podía seguir investigando el caso todo lo que quisiera sin preocuparse por él.

Pero ¿era realmente así? ¿realmente creía que un detective tan bueno como Levi nunca encontraría pistas que lo llevaran a atrapar al ladrón? Por primera vez en mucho tiempo, el ladrón de ojos verdes sintió una angustia gigante con respecto al detective, la misma que sintió durante esos días después de haberse despedido cuando el muchacho ya estaba totalmente sanado de su herida; por primera vez en todo lo que llevaba frecuentando a Levi... sintió que esto de hacerse cercano a un policía, siendo el Espectro, era una idea totalmente descabellada.

– ¿No me vas a preguntar qué es? – habló nuevamente el azabache, mirándolo de reojo.

– No. – dijo el chico un poco vacilante, logrando que el otro enarcara una ceja, incrédulo. – De la misma forma en la que tú ya no me preguntas sobre el Espectro, yo tampoco puedo preguntarte por tu investigación. –

– Oh, pero apuesto que te mueres por saber. – Levi parecía querer bromear con él, pero podía ver con claridad lo incómodo que se sentía con el tema.

– Claro. – admitió él con una carcajada. – Pero ya te lo había dicho, no estoy aquí para abusar de tu posición en el cuerpo de policía. Estoy aquí porque... quiero estar contigo simplemente. – confesó, bajando la mirada al saberse sonrojado.

– Lo sé, Eren. – afirmó el detective. – Sabía que no me preguntarías por la investigación. Y te lo agradezco. –

– ¿Me he ganado un premio? - comentó con sorna ahora un poco más tranquilo, aunque todavía sentía el estómago revuelto por la confesión del azabache sobre la supuesta nueva pista del caso.

– Antes de que te pongas a hablar estupideces, quiero decirte algo... – se apresuró en decir el mayor, dejando de lado los papeles que antes revolvía incansablemente, para pararse de frente al chico y dirigir sus ojos grises hacia él. – Tengo que confesar que, parte de esta pista, la saqué de una idea que tuve cuando conversé contigo. –

Miedo. Otra vez el miedo helando su sangre y casi mareándolo al no comprender lo que sucedía.

– ¿Qué quieres decir? – el tono de voz de Levi causó un shock en el moreno, llevándolo a mirar al otro con desconfianza.

– Cuando hablamos de Isabel, hiciste un comentario en particular sobre la primera víctima del Espectro. – el policía parecía nervioso también, incluso su usual ceño fruncido oscilaba entre la preocupación y la seriedad. – Y me llevó a una idea que estoy investigando en este momento. –

– ¿O sea que estás usando información que te di para investigar el caso? – Eren comenzaba a entrar en pánico. Se suponía que no usarían la información que se revelaban en privado para sus beneficios, ya sea como detective o como para el ladrón; se suponía que podía confiar en que Levi no lo traicionaría y le sacaría información para poder capturarlo... ¿qué estaba pasando? – ¡Levi, teníamos un acuerdo! – exclamó, entre enojado, decepcionado y dolido.

– Lo sé, Eren. Por eso te lo estoy comentando. No es algo que me hayas dicho directamente, es algo que inferí respecto a la conversación. – trató de explicarse el detective, pero el moreno ya estaba demasiado asustado. Su estómago dolía como nunca y entre las ganas de querer gritar o llorar, permaneció callado un momento mirando al hombre frente a él, cuyo semblante ya había sido reemplazado por la aflicción y preocupación, tal vez también la culpa.

– Aun así, me usaste para obtener información. ¡No puedo creerlo! –

El moreno se revolvió el pelo con desesperación, recordando una y otra vez las palabras que le había dicho Annie esa misma tarde, justo esa misma maldita tarde.

¿Qué pasaba si esta supuesta pista llevaba a la policía a capturar al Espectro? ¿Qué explicación les daría a sus cómplices cuando admitiera que fue su culpa haberle revelado información al detective? Ellos tenían razón. Tarde o temprano esta relación con Levi terminaría mal en algún sentido, ya sea para Eren o para el Espectro... y, en ese momento, sentía que era para ambos.

Si Levi lograba sacar alguna conclusión importante de su investigación, el ladrón de Stohess correría peligro y su plan se vería afectado enormemente al tener a las fuerzas centrales de la policía de Stohess tras de él, con información recopilada por el mejor detective de la ciudad; sin embargo, lo que más le dolía y preocupaba, era que el azabache lo había usado para su investigación, había usado a Eren para llegar al Espectro...

Demonios, cómo dolía sentirse traicionado por alguien a quien quería tanto.

– No fue mi intención, Eren. Por eso te lo comento ahora... no quiero ocultarte las cosas. – Levi se mantenía firme, pero el chico pudo notar con claridad que cerraba uno de sus puños con fuerza.

– Quiero saber qué es. – sentenció con brusquedad, mirando con el ceño fruncido al hombre frente a él. – Merezco saber qué descubriste. – parecía decirlo por capricho, en un vano intento de equilibrar las cosas con el hombre; sin embargo, no era tan simple. Aun sabiendo lo que estaba investigando Levi, probablemente no cambiaba las cosas para el Espectro.

– No he descubierto nada. – admitió con firmeza el detective. – Estaba investigando si había algo en común entre las víctimas del Espectro, algo que tuviese que ver con ilegalidades, fraudes o corrupción. –

– ¿Por qué? – quiso saber, al borde de la histeria. Se sentía tan angustiado que no podía quedarse quieto y caminaba erráticamente por la oficina, tratando de no despegar su vista del rostro de Levi, surcado por un gesto de aflicción.

– No lo sé, fue una intuición. De saber cómo el Espectro selecciona a sus víctimas, podríamos haberlo frenado antes, pero, evidentemente no lo sabemos. – admitió el policía, sacándolo un poco de lugar. De cierta forma, el detective le estaba revelando información del caso. – Por eso volví a analizar los expedientes de las víctimas buscando algo en común, algo... diferente. –

– ¿Y encontraste algo? – preguntó apresuradamente el moreno. Necesitaba saber cuánto se había equivocado, cuánto le iba a costar ese desliz de información.

– Nada. – afirmó, nuevamente, el hombre, ahora mostrándose un poco agotado y sacado de quicio. – Y tampoco podría revelarte esto, Eren. Independiente si eres... el Espectro o no. – lo último lo dijo en voz más baja. El chico supuso que era porque estaban en el cuartel.

– Oh, claro, pero puedes sacarme información a mí, ¿verdad? – estaba dolido. En cierta forma, sabía que no era cierto lo que decía; sin embargo, el miedo que le daba ser capturado, que Levi encontrara algo... que terminara revelándole algo al azabache y él lo traicionara...

– Oi, no seas injusto, mocoso. Nunca he estado contigo para sacarte información para la investigación. – esta vez, el tono de voz de Levi fue mucho más severo, casi autoritario. – Pero ¿te das cuenta de lo complicado que es todo esto de nuestra relación? Si quiera hablamos todos los días y ya es bastante difícil no pensar en el tema del Espectro cada vez que conversamos. – Eren permaneció en silencio, todavía demasiado angustiado por todo lo que estaba ocurriendo. – Hange me hizo notar lo poco participativo que estoy en el caso. Pero es que, cada vez que hablamos tú y yo del tema, me surgen un montón de ideas para la investigación y, al discutirlas con el equipo, prefiero mantenerme callado o cometeré un error, como lo hice hoy con esto de la pista de las víctimas, Eren. Ni siquiera me detuve a pensar cuando empecé a vomitar ideas sobre el tema. – el detective lucía sumamente frustrado al hablar, tanto así que nuevamente el moreno se ahogaba con el amargo nudo en su garganta. – Estoy entorpeciendo el trabajo y la investigación. Pronto mis jefes se darán cuenta y podría perder mi empleo. –

– ¿Y eso justifica sacarme información? – el chico sentía que ahora sólo hablaba por despecho. Podía ver con claridad la manera en que esto estaba afectando a Levi, que no lo había hecho a propósito, que fue un simple desliz, un momento de debilidad al dejarse llevar por su prodigiosa mente trabajando como el excelente detective que era. Porque no podía dejar de ser un detective... no podía dejar de ser el policía que iba a capturar al Espectro...

– Claro que no. Acabo de admitir que fue un error. Jamás he usado nada de lo que me has dicho en la investigación... no puedo hacerlo porque sé– Levi se cortó en su explicación y tomó aire antes de continuar. – No busco hacerte daño, mocoso. Me gustaría que lo tuvieras claro... pero puedo ver que no confías tanto en mí como dices. –

– Levi–

– Tranquilo. – lo frenó rápidamente el policía. – No es tu culpa. Sé en la posición en la que estás. También sé que he sido cruel e injusto contigo un montón de veces y también sé que me he equivocado. –

– No, escucha. – nuevamente estaba ahí ese miedo de perder a Levi por todas las situaciones que los rodeaban. Se acercó a él y tomó ambas manos del detective, notando en el acto que estaba prácticamente temblando. – Estoy demasiado asustado, Levi. –

Su lado racional comprendía que el azabache no lo había hecho apropósito, que nunca había usado sus encuentros para obtener información para el caso, que jamás se había aprovechado de su confianza y la intimidad que habían desarrollado paulatinamente, con mucho trabajo y mucha voluntad de parte de ambos. Porque los dos estaban cediendo como ladrón y detective, los dos estaban dejando de lado sus convicciones para que sus verdaderas personalidades se conocieran y se relacionaran con normalidad.

Levi había tenido razón desde el principio, las cosas no podían ser tan simples.

– Lo sé. – mencionó el hombre, sosteniendo de vuelta las manos contrarias y apretándolas con fuerza entre las suyas. – Por eso tengo una propuesta para ti. –

– No me alejaré. Ni lo pienses. – sentenció el moreno frunciendo el ceño, acercándose aún más al detective y negándose completamente a separarse de él; pero Levi parecía tener otros planes, pues lanzó una carcajada ante su arrebato y le regaló una sonrisa cargada de cariño y comprensión.

– No era eso, idiota. – le dijo a modo de tranquilizarlo. – Quería proponerte que no volviéramos a hablar del Espectro. – el chico se sorprendió y quedó momentáneamente mudo ante las palabras del policía. – No me revelarás nada que tenga que ver con el ladrón, aunque sea lo más mínimo. Así como yo tampoco preguntaré nada... sin embargo – añadió. – Eso no quita que no siga con mi plan de hacerte desistir de los robos. Tengo unas ideas que quiero que veamos juntos y espero que estés dispuesto a darles una oportunidad. –

– ¿Juntos? – inquirió el chico, alzando una ceja. Le encantaba la manera en la que la voz de Levi pronunciaba esa palabra y el significado que tenía el hecho de que pudieran hacer cosas juntos activaba todas las mariposas en su estómago

– Sí, idiota, juntos. – respondió Levi poniendo los ojos en blanco.

Eren no pudo evitar soltar una carcajada, impresionándose de cómo el hombre frente a él podía calmar la tempestad de pensamientos que le surgían con respecto al punto de inflexión entre ambos; dándole a entender, a su manera, que quería mantener una relación con él.

Pero eso... ¿dónde los dejaba? Porque se suponía que este intento de relación había surgido con la idea de que el detective comprendiera los motivos del ladrón y le diera la oportunidad de dejar los robos para evitar que la investigación los guiara a un veredicto de culpabilidad sobre Eren; si ahora no iban a hablar del Espectro, entonces... ¿podían por fin ser sólo Eren y Levi, llevar una relación entre ellos sin que el ladrón estuviese de por medio? ¿Es eso lo que intentaba decirle el detective?

– ¿Podrás perdonarme, entonces? – quiso saber de pronto el otro, haciendo que el chico notara que había desviado la mirada con aparente vergüenza y rastros de culpabilidad. El moreno, incluso sabiendo que Levi no lo estaba viendo, sonrió con cariño y se acercó para besar la frente del detective, alegrándose al darse cuenta de que Levi no se había alejado y tampoco se había molestado por esa acción.

– No, no te perdono. Tendrás que hacer méritos. – susurró bajo cuando se estaba separando del otro, usando ese tono lascivo que provocaba el sonrojo instantáneo del mayor.

– Estoy hablando en serio, mocoso de mierda. – le recriminó, soltando las manos contrarias y mirándolo con ese ceño tan fruncido que contrastaba con el tono rosado en sus mejillas, que se veía pálido por la poca luz del cuarto.

– Un beso y te perdono. – mencionó el chico levantando las manos en señal de inocencia.

– Ni lo sueñes. – sentenció el mayor, dándose vuelta para volver a su lado del escritorio. Sabía que lo había provocado, pero no pudo evitarlo; ahora, entendiendo que todavía había algo que decirle a Levi tras ver lo afectado que estaba por la situación, no pudo evitar querer captar su atención otra vez.

– Escucha, Levi. –

Eren se apresuró a seguir al hombre para ponerse nuevamente frente a él. Los ojos grises del más bajo lucían sutilmente más brillantes tras el breve instante de vergüenza que le hizo pasar con sus comentarios, así como también se veían un poco cabizbajos, seguramente todavía frustrado por lo que había pasado. De cierta forma, le alegraba que el detective tuviese la voluntad de serle sincero con respecto a lo que había sucedido con la investigación, probablemente con la idea de hacerle saber al moreno que no era su intención lastimarlo ni mucho menos traicionarlo.

Así que, de pronto, al calmar sus emociones por un momento para mirar con total sinceridad al azabache, se sintió horriblemente mal. Tal como había dicho alguna vez Levi, él siempre se jactaba de confiar plenamente en el hombre, lo había defendido frente a sus amigos una y otra vez, se convencía a diario sobre el asunto; sin embargo, cuando cosas como estas pasaban, cuando de pronto el azabache cambiaba un poco su actitud con él y se volvía más serio... caía nuevamente en su inseguridad, volvía a sentirse vulnerable y desconfiado de que se hubiese equivocado respecto a Levi; que él estuviera jugando con el universitario, tratando de ganarse su confianza para luego apuñalarlo por la espalda...

Ya no quería ser de esa forma. No quería desconfiar de él cuando notaba todos los esfuerzos que hacía el detective por probarle que no lo traicionaría, que quería formar parte de la vida de Eren siendo sólo Levi.

– Siento haberte gritado y... haber desconfiado de ti. – se disculpó, tratando de ser absolutamente sincero con él. – Siempre digo que confío de manera ciega en ti y no tienes idea de todas las veces que he defendido ese pensamiento frente a mis amigos y la gente que trabaja con el Espectro. – añadió, notando de inmediato cómo el hombre se tensaba un poco ante la mención del pseudónimo del ladrón. – Pero, francamente, una parte de mi todavía teme que... no quieras que seamos cercanos, sino que sólo me estés usando. – vio que el otro iba a decir algo, pero se adelantó para continuar sin interrupciones. – Lo sé, es ridículo cuando he sido yo quién ha insistido en nuestros encuentros y en pedirte la oportunidad de conocernos, de conocerme... Pero supongo que comprendes que no eres el único que está arriesgando mucho por mantener este intento de... amistad. – explicó, encogiéndose de hombros ante la cruda verdad de sus palabras.

– Eren. –

– No quiero sentirme así. – volvió a interrumpir, mirando fijamente el gris de la mirada de Levi, quien no había despegado su vista del más alto. – No volveré a dudar de ti. Trabajaré en mi inseguridad y prometo no volver a mostrar este lado tan desagradable de mí mismo. –

– Oi. – esta vez, fue el azabache quién lo interrumpió, poniendo su mano pálida sobre la boca contraria para callar el parloteo que estaba haciendo el universitario, robándole un gesto de total impresión. – Yo también siento inseguridad respecto a ti, mocoso de mierda. – confesó. – Tch, siempre siento que la estoy cagando con mis comentarios o mi actitud. – al ver la frustración de Levi, el corazón del moreno se encogió para volver a hacerle sentir esa calidez en su pecho. Esa calidez que siempre se asociaba al más bajo y sus muestras de afecto. – No tienes que cambiar nada de ti, sólo hay que trabajar en esa dichosa confianza que profesamos sin realmente tenerla. – el mayor retiró su mano y continuó mirando al otro.

– ¿Y cómo crees que se arregla eso? ¿dejando de hablar del Espectro? – preguntó Eren suplicante, porque quería saber si es que... esta pseudo relación que estaban manteniendo iba más allá del Espectro, sino que se trataba de ellos dos, como simples personas intentando comprenderse.

– Por el momento, sí. – admitió el azabache con seriedad. – Es lo único que se me ocurre. Una vez te dije que no podría entenderte desde mi posición como policía, de la misma manera en que el Espectro no podría entenderme desde su posición como el ladrón. – la explicación de Levi lo llevó a recordar ese día en que había vuelto a su departamento para cuidar su gripe, tras pasar la noche bajándole la fiebre. Por supuesto, no pudo evitar sonreír ante tan dulce recuerdo. – Probablemente, primero necesitamos que las personas detrás de nuestros oficios confían entre ellas... Ya sabes, tú y yo... – ante el encogimiento de hombros del hombre, que pretendía lucir relajado en su discurso, Eren volvió a sentirse profundamente atraído por él. Y es que la manera en que quería esconder su gentileza y mostrarse seguro, lo enternecía de una manera un poco extraña, porque estaba seguro de que ninguna persona podía caracterizar al detective Levi Ackerman como «tierno».

– De acuerdo... por el momento, será así. Pero me gustaría que eventualmente esto cambiara. – estableció el moreno, acercándose más al detective. – Sabes que en algún punto el Espectro necesitará tu confianza... ¿podrás confiar en él también? –

– Oi, todavía no sé si confío lo suficiente en Eren, como para confiar en tu alter ego. – comentó el otro, robándole una espontánea carcajada al chico. Sólo Levi podía despertar en él todas esas emociones, esa felicidad cuando evidenciaba su preocupación y la atención que le brindaba, a su manera.

– Bien. Supongo que... estás algo así como perdonado. – mencionó él con un gesto de superioridad.

– ¿Supones? – inquirió.

– Me debes un beso todavía. – señaló con una sonrisa ladina. Levi lo miró con el ceño fruncido por unos instantes, ante lo cual el chico pensó que realmente el azabache estaba considerando la opción. Así que, a modo de molestarlo más, se acercó otro paso hacia él, alzando su mano morena para acariciar sutilmente la mejilla de porcelana del detective. Y entonces, el mismo azabache se estiró un poco para acortar tanto la distancia entre ellos que sus alientos se golpeaban aceleradamente por el nerviosismo. El chico quedó tan sorprendido por este gesto que lo único que captaba su atención eran los pálidos labios del policía, muy cerca suyo.

– Ya te lo dije, no tienes tanta suerte. – murmuró el otro para luego alejarse rápidamente con una sonrisa de suficiencia y comenzando a ponerse la chaqueta del traje de detective que tenía tras el respaldo de la silla.

– ¿Me estás provocando? – quiso saber, sonrojado y nervioso, demasiado ansioso por haber tenido tan cerca esos deseados labios que se aproximaron a él, apenas unos segundos atrás.

– No sé de qué hablas. – comentó el hombre, guardando su teléfono en el bolsillo y procediendo a darle la vuelta al escritorio para poder marcharse. – ¿Nos vamos? –

– ¿A qué pervertido lugar quieres llevarme, Ackerman? – preguntó el chico con un tono sugerente.

– A una hamburguesería, a comer. Muero de hambre. – señaló caminando hacia la puerta para proceder a abrirla.

– No sabía que te gustaba la comida rápida. – mencionó el moreno siguiéndolo con la mirada. Levi se devolvió a apagar la luz de la lampara del escritorio y luego salió de la estancia.

– Lo que me gusta de la comida rápida, es que es rápida. No estoy interesado ahora en esperar en un restaurante o que cocinemos algo. – indicó el detective, cerrando la oficina una vez que el chico salió.

– Conozco un buen lugar cerca de aquí. – comentó Eren entusiasmado.

– Supuse que conocías algo. Así que apresúrate en llevarnos. – Levi comenzó a marcharse y el moreno no pudo evitar sonreír anchamente y de una manera completamente involuntaria.

¿Quién pensaría que hasta hace pocos minutos había entrado a esa oficina, de la que se estaban marchando, con un sentimiento totalmente opuesto al de ese momento? Asustado, preocupado y con una angustia que le producía dolor de estómago; ahora, en cambio, se sentía radiante y lleno de energía – pese a tener mucha hambre también – sobre todo porque el azabache caminaba a su paso con calma, aunque sabía que también quería llegar pronto a un lugar donde sentarse a comer.

Sus manos se rozaban sutilmente al andar de lo cerca que se había situado junto al mayor y le encantaba notar que Levi no hacía nada para apartarse o le soltaba algún comentario malhumorado por esos gestos; de hecho, estuvo bastante tentado de tomar su mano cuando ya habían bajado hasta el primer piso y pasaron frente al mesón de atención, donde el oficial que lo había atendido se despidió casualmente del detective y se puso tenso al despedirse del moreno.

– Quién diría que ese policía te tiene más miedo a ti que a mí. – comentó el hombre cuando estuvieron ya en la calle.

– No me teme a mí, le teme a mi apellido. Yo soy inofensivo. – Levi soltó una carcajada al escucharlo decir eso, logrando que Eren lo mirara entre confundido y avergonzado.

– Si tú lo dices... – comentó con indiferencia, pero, antes de poder protestar, el policía volvió a hablarle – ¿Dónde queda ese famoso lugar? – preguntó con tranquilidad.

– Sígueme. – respondió él con una sonrisa, tentado de ofrecerle la mano al hombre o tal vez el brazo, sabiendo que no lo aceptaría y se pondría a soltar maldiciones con palabrotas muy usuales en él.

– Más te vale que sea cerca. – advirtió el azabache comenzando a caminar a su lado.

– Qué gruñón. –

La verdad era que el lugar no quedaba tan cerca como lo había dicho, de hecho, quedaba más cerca de su universidad que del cuartel central; sin embargo, no pareció molestarlos en absoluto mientras caminaban por las calles por más de media hora, conversando de todo y de nada, con el moreno riéndose a carcajadas cada vez que lograba avergonzar al detective junto a él, recordándose una y otra vez todos los motivos que hacían que estuviera tan enamorado de él; que pudiera disfrutar de su compañía aun cuando no pasaba nada romántico entre ellos, que lo acompañara a caminar, tal vez sin un rumbo fijo, mientras se escuchaban mutuamente y se permitían confiar...

Sí, el joven se dio cuenta que, de cierta manera, quería creer que lo que sentía el azabache por él, así como lo que sentía Eren por Levi... era lo mismo.

Notas finales:

¡Aquí llegamos al final del capítulo! Como siempre, espero que les haya gustado y hayan disfrutado la lectura – que otra vez quedó bastante extensa, ya no tengo excusas –.

Me gusta mucho escribir esta historia, porque, en parte, siento que muchos diálogos se escriben prácticamente por sí solos, así como también me gusta ir mostrando esos avances/retrocesos, que, como había dicho en capítulos anteriores, se deben a que mientras más cosas se van destapando entre ellos, nuevas dudas e inseguridades van apareciendo, así como también los deseos de que querer que todo salga bien. 

Sé que parece que hago capítulos rellenos en la historia, ¡pero no lo son! Cada uno es bastante importante en la trama, al menos con detalles importantes que voy enlazando con los siguientes capítulos. Así que ténganme paciencia, por favor :(

Bueno, no les quito más tiempo. Pido disculpas por lo lenta que va la historia, sólo espero que disfruten de leer estas palabras, así como a mí me encanta escribirlas – sí, no me aburriré de decirlo jaja – Además, quiero darles las gracias por su apoyo con la historia, por sus comentarios, votos y recomendaciones a sus cercanos. Me hace muy feliz leer sus comentarios, no se imaginan cuanto. Así que, por favor, no dejen de hacerlos <3

Cuídense mucho, que tengan un buen fin de semana y espero poder actualizar pronto.
¡Un abrazo gigante!

 


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