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Criminal - [Ereri] por L_inverse

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Notas del capitulo:

¡Hola a todos y todas! Se me pasó completamente publicar esta semana, no tengo excusas. Soy la peor :( De todas formas, aquí les traigo la continuación y espero que les guste muuuucho.

¡Disfruten!

Ese día las cosas no habían salido como lo planeó. Se suponía que le enviaría un mensaje a Eren temprano en la mañana para felicitarlo por su cumpleaños y, de paso, preguntarle si podría ir a verlo antes de que se fuera a la fiesta que le organizaría su padre; sin embargo, eran apenas las seis de la mañana cuando su celular suena con insistencia hasta que, finalmente, se despierta lo suficiente para responder la llamada del cuartel, indicándole que había un caso de asesinato en uno de los sectores periféricos, que involucraba a un número considerable de personas.

El azabache no tuvo más remedio que levantarse rápidamente y acudir al llamado, pues un autopatrulla lo estaba esperando a las afueras de su departamento, listo para llevarlo a la escena del crimen. Pensó que tal vez durante el viaje podría mensajear cortamente a Eren o tal vez en el transcurso de la mañana, pero lo cierto es que no pudo.

Ya eran cerca de las cinco de la tarde, no había comido nada y sólo había logrado beber unos sorbos del café que uno de los oficiales de menor rango le había regalado mientras ya iban de vuelta al cuartel tras presenciar y analizar la terrible escena.

Lo grave de toda la situación – que tenía a todo el cuartel vuelto en un caos – es que una de las víctimas era hijo de un juez, quien había puesto todos los recursos para que la policía encontrara a los culpables; honestamente, Levi estaba de acuerdo que todo lo sucedido había sido desgarrador y comprendía totalmente a ese padre que había llorado en su oficina a eso del medio día, pero también comprendía que se trataba de una riña por temas de narcotráfico y habían descubierto, hasta el momento, que el joven asesinado estaba metido en una red de drogas bastante peligrosa que la policía de Stohess todavía no lograba desbaratar.

Antes de que se diera cuenta, el día había pasado, su teléfono estaba casi el límite de su batería de tantas llamadas y mensajes que había estado recibiendo para tratar este caso – y todos los otros, porque no significaba que fuera el único crimen en Stohess –. Marzo estaba terminando como un mes lleno de caos y sucesos agobiantes en esa asquerosa ciudad, haciéndole recordar que había momentos en donde su trabajo le hacía vivir esas situaciones en las que veía a un padre llorar amargamente la pérdida de un hijo, sentir frustración por el hecho de que un joven de tan corta edad estuviese metido en un tema tan delicado y peligroso como la droga y el narcotráfico, así como también recordarle el nivel de violencia que poseían las personas cuando estaban metidos en estas temáticas, sobre todo en esa ciudad.

Con la experticia que le daban sus años de servicio y la cantidad desbordante de crímenes que había tenido que procesar, a Levi ya no le generaba tanto impacto ver escenas realmente sangrientas y brutales cuando acudía a la escena de un crimen; no obstante, eso no significaba que fuera indolente ante ellas, por lo que había estado todo el día recordando los rostros de las fichas personales de los fallecidos y, sin poder evitarlo, asociándolo con sus expresiones cuando los hallaron.

La violencia es sistemática y cíclica.

– A comer, ahora. – la puerta de su oficina se abrió de golpe, entrando Hange junto a Erwin. Ambos traían un semblante que evidenciaba su agotamiento, que debía ser el mismo que Levi poseía.

– Todavía no termino con un material que me envió Moblit sobre las víctimas y aún no logramos contactar a la familia de uno de ellos. – informó el azabache con un suspiro, su estómago ya le dolía del hambre.

– No me importa. Tu salud va primero, enano. Ven con nosotros. – la voz autoritaria de la pelirroja le hizo fruncir el ceño, sabía que no podría librarse de ella.

– Aunque me cueste admitirlo, Hanji tiene razón, Levi. – habló de pronto el rubio. – Estoy agotado. Una buena comida y un café cargado nos ayudará a seguir con esto. –

El más bajo soltó un suspiro de frustración. No quería seguir toda la tarde y hasta la noche con este caso, quería ir a ver a Eren antes de que se fuera a la fiesta en la mansión Jaeger o, si quiera, tener el tiempo para llamarlo y felicitarlo por su cumpleaños; con suerte se había acordado de traer el regalo que le había comprado el día anterior en su bolso, donde ahora se mezclaba con el gran número de carpetas llenas de informes y documentos sobre este caso.

Tal vez si se tomaba un tiempo para comer algo podría aprovechar de llamarlo o preguntarle si podía pasar a verlo después de su fiesta; no obstante, sabía que eso no bastaba. Se había mentalizado el día anterior para salir temprano y alcanzar a almorzar con el mocoso como parte del regalo o, quizá, para pasar la tarde con él antes de que se tuviera que marchar; sentía que eso podía hacer que el chico disfrutara un poco más ese día y no tuviese que sentirse como la mierda toda la jornada, esperando el momento en que sus peores deseos se hicieran realidad, al igual que todos los años.

– Levi, ¿estás bien? – preguntó entonces la mujer, acercándose un poco más hacia él. Su mirada inquisitiva, así como también su semblante cargado de preocupación, acrecentó su frustración.

– Es toda esta situación… – el detective se calló abruptamente, ya que tenía sentimientos encontrados. Por supuesto que el crimen había generado un profundo dolor en su corazón, así como impotencia y, por qué no, un poco de miedo de pensar que había gente así en la ciudad que podrían lastimar a más personas; peor, que podría lastimar a las personas que él quería. Sin embargo, por otro lado, también estaba esa necesidad de terminar con el caso pronto y marcharse a ver al mocoso.

– Lo sabemos. – dijo Hange, poniendo una mano sobre el hombro de su amigo. – Escucha, trabajemos una hora más y después vamos a otro lugar a intentar despejar nuestra mente. – propuso ella con una sonrisa cálida.

– Suena bien. – Erwin también se acercó imitando la sonrisa de su amiga.

– No puedo. – dijo rápidamente Levi.

– ¿Por qué no? Vamos, Levi… – comenzó a decir el rubio con ánimos de convencerlo de terminar temprano con el trabajo y salir a distraerse.

– Tch. Demonios, hoy es el cumpleaños de Eren. – soltó sin pensar, llevándose un gesto de sorpresa por parte de sus compañeros. – Ni siquiera he tenido tiempo para llamarlo. Quería ir a verlo para almorzar con él o alguna estupidez así, pero ya son casi las cinco y el mocoso tendrá una fiesta en casa de su padre… – últimamente, Levi sentía que sus emociones lo desbordaban, como si ya no tuviese la habilidad de manejarlas como antes. ¿Se estaba poniendo viejo?

– Pues vete ahora. – indicó Erwin con un encogimiento de hombros despreocupado.

– ¿Estás demente? ¿Dejarlos a ustedes trabajando como desquiciados mientras yo– el azabache se cortó a sí mismo antes de hablar de más. Sabía que, en parte, no sólo iba a ver al mocoso para desearle un feliz cumpleaños, sino que también quería pasar tiempo con él. Y es que no podía negar que, tras la revelación de Armin el día anterior sobre la postura que tenía Eren respecto a su cumpleaños, una preocupación aguda se asentó en su pecho, queriendo acompañar al mocoso en esos momentos desagradables para él.

– Nos compensarás otro día. – dijo Hange con una carcajada. – Saluda a Eren de nuestra parte. Quizá podamos hacer algo en otra ocasión para celebrar su cumpleaños. –

– No puedo simplemente irme con todo el trabajo que queda por hacer. No es correcto. – secretamente, estaba muy feliz de que sus amigos le permitieran salirse antes del trabajo para ir a pasar el rato con un mocoso cuya relación todavía era muy dudosa; sin embargo, considerando el tema del Espectro y la información que poseía sobre el caso, oculta para sus dos amigos que ahora le dedicaban una cariñosa sonrisa, se sentía horriblemente mal.

En varias ocasiones sentía la necesidad de serles sincero, de pedirles consejo en la situación que se había metido al dejar entrar a Eren a su vida, sabiendo que era el ladrón de Stohess; no obstante, los motivos para mantener esto en secreto no le faltaban. El principal de todos era la promesa que había establecido con el moreno sobre su identidad como el Espectro, así como toda la información que le había revelado hasta ese momento; pero, lo más importante de todo, es que le aterraba enfrentar la realidad… La triste y amarga realidad que le sería revelada una vez que Erwin o Hange se enteraran de que Levi se estaba relacionando secretamente con el ladrón fantasma de la élite de la ciudad.

Sabía lo que pensarían sus amigos, sabía cómo se sentirían al darse cuenta de que estaba encubriendo a un criminal, que estaba entorpeciendo una investigación policial la cual, por cierto, los tenía con dolores de cabeza constantemente y también tenía a todo el cuartel gastando exagerados recursos para atrapar al ladrón. Levi estaba en medio de eso y, por mucho que le costara admitirlo, por mucho que intentara olvidarlo, lo cierto era que estaba trasgrediendo la ley… y sus amigos no podrían perdonarlo.

– Vamos, Levi. No te preocupes por nosotros. – animó Hange. – Pásalo bien con tu novio. –

– ¿Novio? – las palabras de su amiga lo avergonzaron lo suficiente para olvidar, sólo un poco, la angustia que le causaba pensar en el problema en el que se hallaba metido.

– ¿No es tu novio? – preguntó ella claramente confundida, como si eso fuese algo sumamente obvio.

– No lo es. – aclaró el azabache, logrando otro gesto de sorpresa en sus amigos.

– Yo pensé que… – comenzó a decir Erwin, dirigiendo su atención a la mujer.

– Sí, yo también. – secundó la pelirroja mirando al rubio, ambos completamente asombrados.

– Están locos. – comentó el detective, un poco nervioso.

– Bueno, novio o no, sabemos que Eren es importante para ti. Así que deja de perder el tiempo y ve a hacer lo que tienes que hacer. – dijo Hange con esa actitud entusiasta tan característica de ella. El Ackerman la miró de reojo un momento, dudoso y tentado al mismo tiempo de aceptar el ofrecimiento desinteresado de sus compañeros; y, luego, rindiéndose ante sus deseos, soltó un suspiro.

– Gracias. – murmuró avergonzado, dejando los papeles sobre la mesa y tomando su bolso y su chaqueta.

Ambos lo miraron sonrientes mientras él se marchaba de la oficina y, ciertamente, Levi tenía emociones dentro de su corazón que combatían arduamente por tomar protagonismo en su mente; porque asumir que le estaba mintiendo a las dos personas en quién más confiaba en el mundo sobre la situación del Espectro lo hacía sentir la peor basura del mundo.

Desde que notó que todo este asunto de tomarse con más calma el trabajo implicaba que sus amigos tenían que asumir las labores que dejaba de lado, comenzó a sentirse cada vez más culpable al evidenciar sus rostros agotados y los esfuerzos sobrehumanos que hacían para sostener todos los casos que llegaban hasta el cuartel; lo peor, era cuando tenían que asistir a las reuniones y se trataba el tema del ladrón de Stohess, donde sus jefes repetían las charlas sobre la protección a los millonarios e insistían en invertir recursos en su seguridad.

Salió del edificio tras despedirse de los policías que estaban de turno esa noche y, cuando el aire viciado de la ciudad lo embargó, se permitió unos cortos instantes para calmarse lo suficiente.

Tenía muchas cosas que pensar y que solucionar, las cuales implicaban tomar decisiones bastante serias con respecto a lo que estaba pasando entre Eren y él… sin embargo, egoísta e infantilmente, no quería hacerlo. No quería preocuparse – por ahora – de todos los temas que causaban complicaciones en su relación con el mocoso; porque había ocasiones donde quería dejar de ser un policía y ser simplemente un hombre que disfrutaba la compañía de un joven como el moreno, que pudiesen hablar de cualquier cosa y compartir encuentros en compañía mutua.

Por primera vez en muchos años de servicio, sintió que esa noche quería dejar de ser el famoso detective de Stohess, el mejor policía del cuartel central… quería ser Levi, quién iría hasta la casa de un chiquillo peculiar para celebrar su cumpleaños.

 

~*~~~*~~~*~

 

Cuando el timbre del departamento sonó, Eren simplemente se quedó sentado al borde de la cama esperando a ver si – quién fuera que estaba ahí – se dignara a llamar nuevamente o sólo se marchara. Era muy probable que fuese algún chofer que enviaba su padre para recogerlo y llevarlo hasta la mansión Jaeger a la celebración de su cumpleaños número veintidós; o, tal vez, fuese Historia quien se acercara hasta su departamento con el propósito de arrastrarlo a la fiesta.

Cualquiera que fuese el caso, el moreno pensaba hacerse de rogar un poco, después de todo, era su cumpleaños y tenía todo el derecho de llegar tarde a la dichosa fiesta… incluso ni siquiera asistir.

Particularmente ese día había estado de un humor terrible. Era bastante usual que el 30 de marzo de todos los años él se sintiera deprimido y desganado, inclusive un poco irritado; pero hoy se sentía con más fuerza ese desánimo asociado a la celebración de su cumpleaños… porque el detective no se había pronunciado en todo el día.

Chasqueó la lengua, molesto por este pensamiento. Sabía que no había ninguna forma en que Levi supiera que estaba de cumpleaños porque él se había encargado de no comentárselo; además, el azabache era un hombre bastante ocupado y, desgraciadamente justo ese día, había salido en las noticias el caso del hallazgo de varios cuerpos en un sector periférico en la ciudad, asociado a una banda de narcotráfico, por lo que supuso que el policía había tenido un día sumamente agitado tratando ese suceso.

Pese a eso, Eren se había ilusionado levemente – bueno, no tan levemente – con que el mayor supiera, por alguna cósmica coincidencia, que estaba de cumpleaños y decidiera manifestarse con un llamado, un mensaje, una visita sorpresa… un regalo; no lo tenía claro, pero tal vez tenía la idea de que su día no sería tan deplorable si tan sólo su querido policía se hiciera presente y le levantara el ánimo con su mera presencia.

El timbre del departamento volvió a sonar estridentemente y le hizo soltar un par de maldiciones, totalmente frustrado por tener que asistir a esa jodida fiesta y pretender que su relación con los Jaeger era diplomática y sumamente cercana.

Se puso de pie y caminó hasta la entrada, decidido a pedirle al chofer que lo esperara en la recepción y darle el tiempo suficiente de ponerse el traje que su padre le había enviado esa mañana para la ocasión; pero, al abrir la puerta, su mirada bajó hasta unos ojos grises que lo miraban suplicantes, acompañando a ese ceño fruncido y un leve sudor que surcaba la frente del detective, quien respiraba un poco entrecortado, como si hubiese llegado corriendo.

Su corazón no se decidía entre latir frenéticamente o quedarse totalmente quieto ante la presencia de Levi frente a su puerta. Ambos se miraban sin palabras, tal vez porque el policía estaba recobrando un poco el aliento o porque el moreno no encontraba las palabras para justificar la situación en la que estaba: ¿qué hacía Levi ahí? ¿acaso venía… por su cumpleaños?

– Levi… – susurró el más alto, anonado.

– Siento la hora, Eren. Me fijé que la luz estaba encendida aún y supuse que todavía no te marchabas a la fiesta. – dijo el azabache con voz áspera, llevándolo a aclararse la garganta antes de proseguir. – Lamento no haberte avisado que venía. Mi puto teléfono se quedó sin batería cuando tomé el taxi y están arreglando el ascensor por una falla, así que subí las escaleras y–

No quería escuchar más, porque no había nada más que decir. Eren se lanzó a los brazos de Levi con fuerza y lo abrazó por los hombros con desesperación, todavía sin entender qué demonios hacía el detective ahí; pero no le importaba. Nunca le importaba los motivos que tenía el mayor para visitarlo ya que su mera presencia le parecía un regalo, algo preciado y que disfrutaba, aunque fuese momentánea.

Y es que Levi siempre era tan oportuno. Era como si supiera que lo necesitaba para aparecer como si nada o llamarlo cuando comenzaba a sentirse solo y abrumado; no entendía cómo lo lograba, pero de la misma manera en que había aparecido esa noche en el edificio abandonado para curar su herida, de la misma forma en que había llegado a curarlo de una fiebre una noche de lluvia, así como también había aparecido esa tarde cuando discutió con su padre por el tema del matrimonio con Historia, ofreciéndole escapar de la ciudad; las muchas veces que lo había llamado para saber cómo estaba, cómo le estaba yendo con los exámenes en la universidad… Levi simplemente…

– Siento no haberme comunicado durante el día, mocoso. – comenzó a decir el mayor, correspondiéndole el abrazo al moreno. – Fue un día de mierda. – añadió con un suspiro. – Sé que es tu cumpleaños y no vengo a arruinarlo, sólo quería saludarte antes de que te fueras a tu fiesta. –

– No iré. – afirmó el moreno.

Así como de inesperada había sido la llegada del detective, también había sido esta resolución que tuvo Eren en cuanto se supo correspondido por el abrazo de Levi; tenía el estómago contraído por los nervios y la ansiedad que le provocaba considerar las repercusiones que esta decisión ocasionaría…

Pero no le importaba, porque en ese momento, lo único que quería era al azabache de ojos grises que se encontraba entre sus brazos.

Al instante, Levi pareció sobresaltarse y lo apartó ligeramente para mirarlo a los ojos; esos orbes azul grisáceo que lucían una confusión suplicante por ser aclarada, únicamente oscurecidos por la sombra que proyectaba el chico sobre él debido a la diferencia de alturas.

– ¿Cómo es eso de que no irás? – preguntó el azabache totalmente sacado de sí, logrando que Eren soltara una carcajada.

– No iré a la fiesta. – repitió, con más determinación. – Quiero pasar lo que queda de mi cumpleaños contigo. –

– Tch. Eren, no te metas en problemas. Podemos pasar otro día juntos para celebrar tu cumpleaños; sólo vine porque no quiero que pienses que estas cosas no me importan. – dijo el hombre, frunciendo aún más el ceño y, curiosamente, adoptando un tono rosado en sus mejillas que sólo fue notado porque el chico se había quedado lo suficientemente cerca de él tras soltarse del abrazo.

– Demonios, Levi. – el moreno cubrió sus ojos con su mano, incapaz de procesar todas las emociones que estaban agobiándolo.

Había pensado todo el día que el azabache no tenía idea de que era su cumpleaños y que, lo más seguro, es que estuviera tan ocupado que ni siquiera había pensado en él; sin embargo, por la forma en que llegó hasta su departamento y sus recientes palabras, podía entender que había intentado comunicarse con él durante el día, tanto así que se había arriesgado a llegar hasta su casa, aun sabiendo que probablemente Eren no estuviese ahí, sino en la mansión Jaeger.

Levi realmente se estaba esforzando por hacerle ver que le importaba, tratando de atenuar esa inseguridad de la que habían conversado días antes.

– Soy un idiota. – soltó finalmente, entre querer llorar y largarse a reír. No podía evitar caer en esos pensamientos de que no era suficientemente importante para el hombre frente a él; sin embargo, este siempre se encargaba de espantar sus pensamientos destructivos y de menosprecio por sí mismo, demostrándole con actos y palabras que se equivocaba.

– ¿De qué hablas? – preguntó extrañado el hombre, dejando en evidencia su preocupación tras su tono grave.

– ¿Cómo es que… sabías que hoy estaba de cumpleaños? – ante él, el detective se sobresaltó ligeramente y desvió la mirada.

– Una simple casualidad. – respondió, llenando de curiosidad al joven. Seguido de esto, volvió su atención hacia el chico y lo quedó mirando unos instantes antes de volver a hablar. – No quiero que tengas problemas por mi culpa, Eren. – le señaló y el moreno no pudo evitar sonreír ante sus palabras.

– Si tú ocasionas mis problemas, entonces con gusto aceptaré todos los que vengan. – Levi puso los ojos en blanco al escuchar su broma.

– Qué chistoso. – el azabache empujó ligeramente su hombro y el universitario no tardó en tomar su mano para jalarlo hacia dentro del departamento.

– No te hagas de rogar, Levi. – dijo el moreno entre risas, logrando que finalmente el hombre entrara a su hogar y cerró la puerta.

– Eren, escucha. –

Sabía que el policía intentaría convencerlo de ir a la fiesta de su padre, pero él no quería escuchar nada de eso; la llegada sorpresa de Levi hasta su casa le había dado el valor que necesitaba para romper esa ridícula costumbre de asistir a una fiesta a la que nunca quiso ir; había espantado sus miedos e inseguridades respecto a las repercusiones de contradecir los deseos de su padre y, con sorpresa, se dio cuenta de que no le importaban en lo más mínimo.

Así que, antes de que el hombre frente a él se pusiera a darle un sermón sobre su asistencia a la celebración, puso su mano en la boca contraria para callar sus palabras, tal como lo había hecho el azabache días atrás.

Nunca había sentido tantos deseos de tener una cámara en su mano como en ese momento, para captar el gesto sorpresivo – y muy avergonzado – del azabache, ante su acción.

– ¿Qué quieres cenar? Apuesto a que no has comido nada durante el día, adicto al trabajo. – acusó el moreno enarcando una ceja y torciendo una sonrisa. El azabache mostró su mirada más fulminante y apartó de golpe la mano de Eren, evidenciando el sonrojo de sus mejillas.

– Mocoso de mierda. Después no quiero que llegues llorando porque tienes problemas con tu padre por hacer esta estupidez. – advirtió antes de sacarse el bolso que traía colgado al hombro y dejarlo sobre la isleta.

– No prometo nada, sólo porque me gusta que me consueles. – señaló el chico con un tono burlón, aprovechándose de la vergüenza del otro.

– Estás loco. – se limitó a decir, volviendo a su estado normal. Ambos se miraron por unos momentos, como si con eso lograran calmar las emociones que habían tenido minutos antes de encontrarse. – Y, sobre la cena,… – comenzó a decir después de que el moreno riera por lo bajo ante su actitud. – ¿No prefieres salir a otro lado a comer? No me parece adecuado que te pongas a cocinar en tu cumpleaños. – mencionó, un poco más sereno.

– Si salimos del departamento es muy probable que nos encontremos con algún sirviente de mi padre que venga a buscarme. Así que es más seguro quedarnos aquí. – indicó el chico, usando una mirada lasciva para darle segundas intenciones a sus palabras; logrando, con esto, que Levi chasqueara la lengua. – ¿Pedimos comida a domicilio? –

– Como quieras, tú decides. Después de todo es tu cumpleaños. – dijo Levi mirándolo de reojo.

– Oh, ¿así que yo decido todo hoy? Esto se está poniendo interesante. – Eren volvió a dedicarle una sonrisa ladina, acercándose peligrosamente al azabache antes de que este le diera una patada leve en la pierna, pero lo suficiente para alejarlo.

– Otro comentario así, mocoso, y me iré. – advirtió.

Eren no cabía más en su felicidad. Era asombroso cómo Levi podía cambiar su estado de ánimo en un instante, porque hasta hace pocos minutos, antes de abrir la puerta, estaba metido en un remolino de pensamientos negativos que oscilaban entre la tristeza, la duda y la frustración; sin embargo, ahora que el detective se estaba lavando las manos en el lavaplatos de la cocina, no podía dejar de sonreír; ni siquiera podía recordar ese sentimiento de amargura que le ocasionaba la fecha.

Lanzó un suspiro mientras se acercaba a donde estaba el azabache y buscaba los folletos para pedir la cena; se paró muy cerca del otro, invitándolo a revisar los distintos restaurantes que podían traer comida para ellos, y no pudo evitar ensanchar la sonrisa cuando el mismo detective se había quedado muy cerca de él, casi con sus cuerpos tocándose.

Honestamente, ni siquiera le estaba prestando tanta atención a los folletos que Levi pasaba con paciencia, sino que estaba mirando el perfil del detective, su piel de porcelana que brillaba un poco en su frente por el sudor que todavía tenía sobre ella; su cabello perfectamente liso y azabache peinado pulcramente, resplandeciendo bajo las luces de la cocina; su olor tan varonil mezclado con el aroma del detergente que usaba para lavar sus ropas… Levi era perfecto en todos los sentidos.

– Oi. – cuando sus ojos grises se alzaron en su dirección, ensanchándose sutilmente al percatarse de que Eren lo había estado mirando, el chico se dio cuenta de que estos parecían más azules. – ¿Qué te pasa? – le soltó bruscamente, incómodo por la insistente mirada del moreno.

– No tienes idea de lo feliz que me hace el hecho de que hayas venido. – dijo con sinceridad, incapaz de guardarse esos sentimientos que hinchaban su pecho de pura alegría y emoción. – También ha sido un día… de mierda para mí. – añadió con una carcajada carente de gracia.

– ¿Quieres hablar sobre eso? – le preguntó el detective, volteándose un poco para quedar de frente al chico y dedicarle su atención, con un semblante preocupado.

– No hay mucho que decir. – comentó, jugueteando un poco con los dedos del otro mientras miraba sus manos. – Mi cumpleaños siempre ha sido una fecha en donde mi padre y mi hermano me recuerdan que estoy más grande, que debo asumir responsabilidades, que tengo que actuar de acuerdo con el apellido de los Jaeger… – enseguida, la mano de Levi terminó por tomar al suya de manera suave, como intentando transmitirle tranquilidad y fuerza. – Esta fiesta es sólo para que los amigos de mi padre me recuerden que sigo siendo un Jaeger y siempre lo seré. – cuando dirigió su atención hacia el detective, los ojos de este mostraban un poco de molestia, acentuada por ese ceño fruncido que era muy propio de él.

– El apellido es sólo una palabra. – comenzó a decir el mayor, sin dejar de dirigir esas esferas plateadas en su dirección. – No me importa cuál sea tu apellido, mocoso. No tienes que ser igual que ellos sólo por ser un Jaeger. –

– Lo sé… – murmuró él con un suspiro mientras acariciaba con su pulgar el dorso de la mano del azabache. – Pero es fácil olvidarlo cuando llegan estas fechas o cuando aparece mi padre. – comentó con una mueca. Se sentía un poco ridículo de estarle dando esa conversación al detective, cuando claramente él debía tener cosas más importantes en las que pensar. – Cuando estoy contigo, me siento un poco más valiente. Porque quiero ser diferente… porque quiero que veas que soy diferente a mi padre. –

– No tienes que demostrarme nada, Eren. – la mano libre de Levi se posó sobre los cabellos del moreno, dándole una corta caricia. – Y no seas ridículo. Eres muy distinto a Grisha. – Eren sintió ganas de llorar, así que escondió su rostro en el hombro del más bajo.

– Deberías quedarte conmigo todo el tiempo. Así me sentiría fuerte siempre. – mencionó involuntariamente. Contrario a lo que pensó, el cuerpo de Levi no se tensó ante estas palabras ni por su acción de esconderse en su hombro, sino que botó un suave suspiro antes de hablarle.

– Estaré aquí cuando me necesites, mocoso de mierda. Sólo tienes que llamar. – señaló el mayor, robándole una carcajada al chiquillo, quien se irguió lo suficiente para mirar al otro a una corta distancia.

– Te cobraré la palabra algún día. – le dijo con una sonrisa que fue correspondida por el azabache.

Por unos momentos, se quedaron mirando fijamente, analizando las expresiones del otro. Eren no pudo evitar recordar esa noche en la casa de Hange e, involuntariamente, sus ojos descendieron hasta toparse con los labios del detective, tan cerca y tan inalcanzables como siempre. Soltó una corta carcajada, porque no quería volver a cometer el error de San Valentín de incomodar a Levi y se separó tranquilamente de él para volver a tomar uno de los folletos que le había parecido más tentador para la cena.

– ¿Pizza? – preguntó el policía enarcando una ceja al ver el papel que Eren había tomado.

– ¿No te gusta? – preguntó de vuelta el moreno con confusión. – Las que hacen en este lugar son muy buenas.  –

– Comes como la mierda, Eren. Por eso te enfermas. – le reprochó el otro, quitándole el folleto de las manos.

– No como tan mal. – se defendió él, tomando de vuelta el papel. – Déjame esto a mí, que hay que escoger los ingredientes y, como es mi cumpleaños, yo decidiré qué llevará. –

– Será una de las pocas cosas que podrás decidir este día, mocoso. Así que disfruta ese momento. – le señaló el detective con una sonrisa ladina que lo único que buscaba era provocarlo. Seguido de esto, el más bajo se alejó para dirigirse hacia la sala.

– ¿Qué más puedo decidir? – preguntó, siguiéndole el juego al hombre. Le gustaba que últimamente Levi estuviese más… ¿atrevido? No sabía explicarlo con claridad, pero había cierta naturalidad en la manera en que lo provocaba sutilmente, como jugando con él de la misma forma en que Eren lo hacía.

– La película que quieres ver. – respondió tranquilamente.

– ¿Y si no quiero ver una película? – cuestionó el chico, acercándose hasta donde estaba el mayor.

– Podemos quedarnos a conversar sobre tus dramas. – propuso Levi desinteresadamente mientras se sentaba en el sofá.

– Tengo una mejor idea. – dijo Eren, sentándose intencionalmente cerca del detective, quién lo miró entrecerrando los ojos por su acción.

– Te escucho. – le dijo abruptamente, fingiendo que estaba tranquilo, pero podía notar con claridad lo nervioso que se puso cuando el moreno pasó su brazo por detrás del respaldo del sofá, quedando aún más cerca del otro. Eren permaneció mirándolo con una sonrisa ladina por unos instantes, notando de inmediato que Levi se ponía cada vez más inquieto; tanto así que se había estado alejando casi imperceptiblemente del chico. Finalmente, el moreno soltó una carcajada y se acomodó mejor en el sillón.

– Juegos de mesa. – dijo con entusiasmo. Levi lo miró con una ceja enarcada.

– Vete a la mierda. – soltó con brusquedad, frunciendo el ceño y acomodándose en el sillón. Eren volvió a reír, divertido por su expresión.

– Vamos, tengo un juego que te podría gustar y en el cual creo que serías bastante bueno. – comentó con una sonrisa; esa sonrisa que no había podido dejar de mostrar desde que Levi llegó a su casa. – Tienes que encontrar al asesino siguiendo pistas en el tablero. Es muy interesante. – añadió, recordando que a Armin y Annie les gustaba mucho ese juego.

– Mocoso de mierda. – gruñó por lo bajo el azabache. – Sólo porque es tu cumpleaños, ¿oíste? – advirtió, claramente poco emocionado por jugar algo así, pero el chico se puso de pie inmediatamente para ir a pedir la pizza y luego ir a buscar el dichoso juego.

Por primera vez en mucho tiempo – tanto que no podía recordar desde cuándo – el moreno se sentía emocionado por pasar su cumpleaños de esa forma, con el azabache en su departamento, dispuestos a comer comida chatarra y jugar juegos de mesa hasta que, finalmente, el detective acabara con sus límites de paciencia y decidiera dejar hasta ahí el juego.

Cuando fue a tomar su teléfono para llamar a la pizzería, notó la decena de llamadas perdidas que tenía tanto de su padre como de Historia, así como también de Armin – quien debía estarlo llamando por petición de su prometida para saber dónde se encontraba y por qué no llegaba a la fiesta –; sin embargo, no le importó en lo más mínimo. De hecho, apenas realizó el pedido se decidió por apagar su teléfono, no sin antes comentarle a su mejor amigo que todo estaba bien y que no se preocupara por él, porque simplemente había decidido pasar su cumpleaños de la manera en que él quería y, sobre todo, con quién más quería.

 

~*~~~*~~~*~

 

Con mucha vergüenza, el detective tuvo que admitir que se había logrado meter completamente en el juego una vez que el mocoso le explicó las instrucciones y la forma de ganar. Habían tenido una partida de práctica, donde le aclaró las reglas y todas las acciones que podía tomar en el tablero, con los dados y las cartas que debía robar en distintas ocasiones; y, honestamente, el juego estaba muy bien hecho, tanto así que para la segunda partida con el mocoso, se habían tomado cerca de dos horas para finalmente llegar al asesino y determinar al ganador.

La pizza que había ordenado el chico había estado muy buena – o quizá se debía a que el azabache tenía tanta hambre que no le importaba su sabor, sólo quería consumirla –; además, habían abierto una botella de vino tinto para acompañar la celebración, la cual ya estaba casi totalmente vacía entre las risas de ambos y la comida que habían ordenado.

Pese a que el detective se sentía sutilmente cansado por el agotador día que había vivido, no sentía ganas de marcharse todavía. Ver a Eren tan animado y conversador le hacía sentir extrañamente feliz; todo esto se debía a que, tras la advertencia de Armin sobre el estado de ánimo que usualmente tenía el mocoso en su cumpleaños, había esperado encontrarlo decaído, poco conversador y totalmente dispuesto a asistir a la fiesta en la mansión Jaeger en su honor; sin embargo, el mismo chiquillo le había dicho que no iría y que prefería pasar ese día con él… ¿por qué se sentía tan feliz de esa decisión?

Odiaba que la familia del mocoso influyera tan negativamente en sus sentimientos; odiaba que Eren tuviera que servir a los deseos de su padre de una manera tan devota y este se jactara de ese poder sobre él y ni siquiera considerara los verdaderos sentimientos de su propio hijo. Por lo mismo, secretamente, esperaba que el chico no tuviese que ir a esa reunión. Bueno, ese era su sentimiento más oculto, porque tenía muy claro que el mocoso podría tener problemas por faltar a la celebración que año tras año realizaba su progenitor.

Ahora, el joven se encontraba sentado sobre la alfombra de la sala de estar, mientras el tablero lo habían posicionado sobre la mesita de centro y habían traído un par de bandejas para dejar los platillos con la pizza y las copas de vino; Levi, por su parte, se había quedado sentado en el sofá de tres cuerpos, acercándose a la mesita de vidrio para poder participar de la partida.

– Bueno, te dije que serías muy bueno en este juego. – rio el mocoso mientras ordenaba las piezas en el tablero; a su vez, el detective revolvió las tarjetas que acompañaban al juego.

– Ser detective en la vida real no significa que sea bueno en estos juegos. – señaló Levi. – El problema es que tú tomas decisiones de mierda con tus fichas. –

– No es verdad, sólo soy cauteloso. – se defendió el mocoso con gesto ofendido.

– Por eso volverás a perder esta partida. – dijo el detective, torciendo una sonrisa en dirección el chiquillo frente a él. Eren soltó una carcajada, terminando de ordenar el tablero.

– ¿Quieres más vino? –

– No te preocupes, estoy bien por ahora. – respondió el detective sacando su teléfono del bolsillo, sólo para notar que estaba descargado. – Tch. Olvidé que esta mierda no tenía batería. –

– Es temprano, si es que te estás preguntando por la hora. – las palabras del moreno sonaban tranquilas, pero sus orejas sutilmente enrojecidas le hicieron saber que mentía. Seguramente ya eran pasado las diez de la noche.

– Mocoso mentiroso. – acusó, recibiendo la risita culpable del moreno. – ¿No tienes que ir a clases mañana? –

– Sólo en la tarde. – se excusó mientras se ponía de pie y retiraba la caja vacía del pedido y la botella de vino. – ¿Quieres que prepare té o café? – preguntó desde la cocina.

– Té está bien. – respondió el azabache poniéndose de pie para ir a lavarse las manos. En eso que pasó junto a la isleta, notó que el teléfono de Eren no había sonado durante toda la noche y consideró que era algo demasiado extraño.

Mientras estuvieron en Mitras, el teléfono del mocoso había sonado varias veces con llamadas de su progenitor, que el moreno había ignorado tranquilamente y pretendió no darle importancia al asunto; por lo mismo, sabía que Grisha Jaeger no estaría tan tranquilo esa noche en que su hijo menor no asistió a su fiesta de cumpleaños.

Una parte de él temía que el jodido doctor apareciera en el departamento de Eren con intenciones de arrastrarlo hasta la celebración en la mansión Jaeger; por esta razón, que el teléfono del mocoso estuviese tan tranquilo despertó su curiosidad y, de inmediato, llegó a la obvia conclusión: Eren había apagado su teléfono para que no lo molestaran.

Lanzó un suspiro frustrado. No quería que el chico tuviera problemas con su familia, menos que esos problemas tuviesen que ver con él. No había que ser un genio para saber que la decisión de Eren tendría serias repercusiones con su familia y, tal vez, incluso con los Reiss, porque era muy seguro que su prometida asistiría a su fiesta de cumpleaños.

– ¿Qué ocurre? – preguntó Eren, sacándolo de sus pensamientos.

– Le avisaste a tu familia o a tu prometida que no irías a la fiesta, ¿verdad? – ante el mutismo del moreno y su expresión culpable, Levi soltó un par de maldiciones. – ¿No crees que pueden estar preocupados? Apagaste tu teléfono. –

– Le avisé a Armin que no iría a la fiesta. Estoy seguro de que él habló con Historia y, por ende, ella habló con mi padre. – respondió con un tono de voz más ronco. El detective se dio cuenta de que el chico se había puesto más cabizbajo ante la conversación.

– ¿Le dijiste que estabas conmigo? – siguió preguntando el azabache.

– No. – dijo finalmente bajando la mirada. – Si le hubiese dicho que estabas aquí, era probable que mi mismo padre hubiese venido a enfrentarte o algo parecido. No quería que se metiera contigo. – argumentó, mirándolo de reojo.

– Eren, no le tengo miedo a tu padre. – señaló, acercándose al universitario. – Se enterará de todas formas que estuve aquí. –

– No pasa nada, Levi. No dejaré que te haga daño. – estableció con firmeza, frunciendo el ceño y mostrando toda su determinación. El policía no supo si estar molesto por su terquedad o sentirse feliz por la forma que tenía Eren de querer protegerlo.

– Idiota. – le soltó bruscamente. – Soy yo el que no quiere que te lastime tu padre, mocoso. – el chico soltó un suspiro que venía acompañado de una media sonrisa melancólica.

Nuevamente, el moreno se quedó mirándolo con esos profundos ojos verdes que se teñían de emociones confusas ante los ojos del detective; a veces, tenía la impresión de que el chico quería decirle muchas cosas, pero se las callaba sin llegar si quiera a insinuar de qué se trataban. En varias ocasiones, Levi pensó que se trataban de temas relacionados con el Espectro y, dado el nuevo trato que habían establecido sobre las cosas que Eren le revelaba del ladrón de Stohess, asumía que ese era el motivo para que se negara a hablarle.

Sin embargo, en otras oportunidades, sentía que se trataba de algo más. Como si Eren guardara muchos secretos que se relacionaban con él y que no podía decirle, ya sea por esa inseguridad que a veces se acentuaba mucho por las acciones o palabras del azabache, o quizá porque no estaba listo para decirlos; cualquiera fuera el caso, sólo despertaba una curiosidad feroz en el policía, porque por más que se acercara al mocoso, por más tiempo que pasaba con él, sentía que seguía siendo un misterio, que había todavía muchas cosas que Levi no conocía de él y, demonios, quería conocerlas. Quería que Eren confiara en él.

No se percató en qué momento el chico se había acercado tanto, de tal forma que nuevamente su alto porte hacía sombra sobre el azabache y lo miraba inclinando su rostro hacia abajo para que sus ojos se vieran fijamente.

– Levi. – murmuró el moreno. – ¿Ya te di las gracias por venir hoy? –

– No hace falta. – se apresuró a decir, nervioso por esa cercanía que tenían, así como también extrañamente necesitado de esa proximidad. – Somos amigos, ¿no? – añadió después de un momento.

Tras decir esto, el moreno cambió su expresión cálida por un semblante más serio, como sopesando sus palabras con mucha concentración. Un pequeño temor se alojó dentro de Levi de pensar que Eren quizá no lo consideraba su amigo o tal vez le hacía recordar los problemas que tenía su padre con esa relación que estaban manteniendo; incluso, podía ser posible que asumir esa amistad entre el policía y el ladrón le hacía tener los mismos sentimientos contradictorios que a él, por estarse involucrando con quien se supone debía ser su enemigo histórico.

No lo tenía muy claro, porque nunca tenía claro las cosas que tenían que ver con el mocoso que ahora mantenía sus ojos verdeazulados fijos en él, casi frunciendo el ceño con esa seriedad que ya le era preocupante.

Cuando comenzó a frecuentar al moreno, nunca establecieron con exactitud qué tipo de relación iban a tener; simples conocidos, cómplices, amigos… ¿algo más? Levi estaba confundido, pero no quería que Eren supiera que despertaba un montón de sentimientos dentro de él que lo hacían tomar extrañas decisiones en su vida, como salirse del trabajo en medio de una investigación delicada sólo para ir a verlo por su cumpleaños; o, tal vez, ocultarles a sus compañeros de trabajo – y mejores amigos – la información que tenía sobre el ladrón de Stohess.

Últimamente, parecía que todo en su vida giraba en torno a Eren y no podía recordar en qué preciso momento dejó de verlo como un chiquillo cualquiera que trataba de llamar su atención para librarse de la culpa por sus crímenes, a pasar a verlo como un mocoso fascinante, de gran corazón, que estaba arriesgando su vida por darle su merecido a la élite de la ciudad.

– Levi – lo llamó de pronto, haciendo que el detective se sobresaltara casi imperceptiblemente. – Ven. Quiero decirte algo. –

El universitario pasó junto a él y se encaminó al sillón. Levi lo siguió en silencio y se sentó junto a él, conservando un poco la distancia, pero lo suficientemente cerca para notar que el chico estaba un poco nervioso y, por qué no, preocupado.

Algo dentro de su interior se revolvió con insistencia, temiendo lo que fuera que fuese a decirle el moreno; sin embargo, se quedó ahí, en silencio a su lado, sopesando si era buena idea tomar su mano para transmitirle tranquilidad o mantener la distancia para que él ganara la confianza de, finalmente, hablarle de aquello que parecía tener atorado en la garganta.

Sus ojos cuales esmeralda lo miraron detenidamente… y Levi supo que algo estaba a punto de cambiar.

 

~*~~~*~~~*~

 

Eren aguardó unos momentos para acumular valor para decir lo que estaba a punto de confesar. Tenía el estómago tan apretado que le llegaba a doler un poco y pensó que hubiese sido una buena idea servir el té antes de ponerse a conversar seriamente con el azabache; pero ya era muy tarde. Levi estaba sentado junto a él, un poco tenso y nervioso, así como también mostrando esa preocupación que a veces hacía que sus ojos se vieran levemente más oscuros.

Tragó fuerte cuando ya sintió que había permanecido demasiado tiempo en un mutismo tenso y, tras un largo suspiro, finalmente sus miradas vuelven a encontrarse, indicándole a Eren que había llegado el momento de decirle la verdad al hombre junto a él.

– Levi, tengo que confesarte algo. – comenzó a decir, poniéndose más serio y acomodándose lo suficiente para controlar el nerviosismo que su cuerpo manifestaba. – Sé que tú no me conocías hasta antes de nuestro encuentro en el edificio abandonado, probablemente sólo habías escuchado mi nombre por ser el hijo de Grisha Jaeger; pero yo te conozco desde hace mucho más tiempo, desde que tenía quince años, de hecho. –

– ¿Nos conocimos hace siete años? – preguntó el azabache confundido, haciendo que él soltara una carcajada.

– No. Tú no me viste en esa ocasión, pero… – el chico tomó una bocanada de aire y la liberó antes de continuar – ¿Recuerdas nuestro viaje a Mitras, mientras íbamos en el auto? – la mirada de Levi seguía luciendo perdida con su explicación y supo que tenía que ir al grano. – Un día estaba en una de las clínicas asociadas al nombre de mi padre y ocurrió un problema. Sólo vi a la policía llegar al lugar y arrestar a un hombre que lloraba diciendo que no importaba lo que hicieran con él, pero que le llevaran la medicina a su hija o ella moriría. – ante esto, la mirada del detective se abrió a su máxima capacidad, aclarando ese gris tan plateado en los ojos de Levi, incrédulos por lo que le comentaba. – Sí, Levi. Yo estaba ahí el día en que dejaste en libertad al ladrón. Lo que también vi, fue cómo saliste con él hacia la calle y, tratando de ser lo más disimulado posible, le entregaste las cajas con la medicina que el hombre había tomado y lo mandaste a correr, huyendo del lugar. –

El semblante de Levi seguía luciendo sorprendido, aunque un poco de preocupación se acentuó en su mirada, notando que se había tensado bajo su usual traje de trabajo. Eren temió que el hombre pensara que usaría esa información para chantajearlo o algo por el estilo; sin embargo, en el fondo, sabía que Levi estaba intentado pensar qué había significado aquel acontecimiento para el moreno...

Y lo había significado todo.

– No tienes idea cómo impactó en mi vida este hecho. – comenzó a decir, antes de que el detective le hiciera preguntas y perdiera valor. – Un policía dejando ir a un ladrón bajo su consentimiento. – lanzó una carcajada mientras negaba con la cabeza. – No era un acto corrupto o una actuación… era simplemente un acto de empatía. –

– Eren. –

– Hasta ese entonces. – lo frenó el muchacho. – Siempre me había jactado de ser diferente a los hijos de los amigos de mi padre; odiaba los privilegios que tenía solo por mi apellido o por donde vivía, también por el dinero que administraba mi familia; pero jamás hice algo en beneficio de las personas que no tenían mis privilegios, sólo me quejaba y me rebelaba contra mi padre y, aun así, asistía a sus fiestas, reuniones, viajes fuera del país, entre otras cosas… Sólo era un hipócrita. – revivir esos días le llenaba de dolor y frustración, tanto que un nudo en su garganta le hacía sentir ese gusto amargo nuevamente en su boca. – Por eso, después de lo que pasó en la clínica, fuiste un pensamiento constante en mi mente. – admitió con vergüenza, mientras bajaba la mirada. – Quería conocerte y preguntarte tantas cosas, pero jamás me atreví. Los años fueron pasando y yo siempre me enteraba de tus casos exitosos y, por supuesto, tu ascenso a detective. – rio cuando alzó la vista y se encontró el semblante serio de su acompañante. – Sé que estás pensando que era un acosador y, probablemente, lo soy. – tomó otra bocanada de aire y luego dirigió su atención nuevamente sobre Levi, quien había permanecido quieto y callado a su lado, mirándolo fijamente con toda su atención puesta en él.

En ese momento, el moreno recordó las palabras de Historia que, por alguna extraña razón, habían bailado en su mente durante toda la velada que había pasado junto a Levi, desde el momento en el que lo vio en la puerta de su departamento, sutilmente agitado por la rapidez con la que se apresuró en llegar, supuestamente para alcanzarlo antes de que se fuera a la fiesta que organizaba su padre.

Levi había aparecido para darle el valor de enfrentar una situación que siempre temió enfrentar; el azabache parecía espantar al fantasma de su progenitor cuando de sus decisiones personales se trataba y, particularmente en ese momento, le estaba dando el valor para finalmente… confesarle todo.

– Honestamente – empezó a decir, sintiendo que sus manos temblaban un poco y las mariposas en su estómago daban vuelo libre dentro de él. – Ese día en la clínica, cuando te vi dejar ir al ladrón, fue el momento en el que… sentí que me había enamorado de ti. – ahora, el detective nuevamente había quedado impactado por sus palabras y, entre su nerviosismo por la confesión y la inminente respuesta del azabache, Eren continuó hablando. – Sé que me dirás que es ridículo, tenía quince años y ha pasado mucho tiempo. También me dirás que es una admiración por ti y que, en realidad, no puedo estar enamorado si no te conozco, pero… – tomó aire al darse cuenta de que había estado hablando con rapidez y sin detenerse. – Pero en este tiempo que llevamos conociéndonos, he aprendido a ver eso que no sale en los informes; esos detalles que son tan propios de ti como tu malhumor, tu forma tan tosca de decir las cosas, tu obsesión con la limpieza. – rio al ver que el hombre le lanzaba una mirada de advertencia. – Y también tu manera de preocuparte por el resto, por mí, por tus amigos, por los chicos de la casa de acogida, por las personas y por tu trabajo… Tus detalles más imperfectos te vuelven… fascinante ante mis ojos. –

Unos instantes de silencio reinaron entre ambos. Eren todavía sentía que las mariposas de su estómago se abrirían paso por su vientre y saldrían volando por toda la sala, inundando su departamento y asustando, de paso, al detective; pero eso no sucedió, claramente. Aunque de pronto sentía que las mariposas se mezclaban con el temor que tenía porque Levi lo mandara a la mierda o que se asustara por sus palabras. Su mirada había bajado hacia la tela del sofá entre ellos, incapaces de dirigirle la atención.

– ¿Por qué no me comentaste esto cuando lo mencioné en el viaje a Mitras? – fue la primera pregunta que hizo. Tal vez porque quería aclarar otras cosas antes de llegar al punto principal de toda esa historia.

– Si te lo decía en ese momento, hubieses salido corriendo. – respondió con una risa nerviosa. – Me habrías dejado tirado en la carretera y no habría sabido de ti otra vez. – añadió, tratando de mostrarse relajado; pero sentía que, en cualquier momento, perdería el control de sus emociones.

– ¿Y qué te hizo pensar que esta vez no lo haría? – cuestionó el hombre, frunciendo el ceño y mirándolo inquisitoriamente.

– Nada. – respondió, encogiéndose de hombros. Su respuesta salió espontánea y sincera, dándose cuenta de que ya no tenía motivos para seguir ocultando sus verdaderos sentimientos, así como tampoco ocultar otra de las razones por las que sentía que el detective y él compartían un lazo que se enredaba en un montón de encuentros en el pasado, que los relacionaba a ambos sin que lo supieran, hasta ahora. – Era una posibilidad. Yo sólo me arriesgué esta vez. – admitió.

En realidad, no esperaba una respuesta del azabache. El verdadero motivo para confesarle sus sentimientos era porque ya no podía esconderlos; cada vez que estaba con Levi sentía que su corazón latía frenético, no podía dejar de sonreír, no quería alejarse de él y ya no quería pretender que eran sólo amigos, como él había mencionado anteriormente.

Sabía que esto alteraría todo entre ambos, sabía que todavía estaban en una situación complicada con todo el tema del Espectro; sabía todos y cada uno de los problemas que acarreaban el siquiera relacionarse normalmente como simples conocidos.

Un detective y un ladrón.

No quería ser el ladrón esa noche. No quería ser un Jaeger. Quería ser un chico cualquiera, disfrutando por primera vez, en mucho tiempo, su cumpleaños con el hombre del cual estaba enamorado.

– Eren… – Levi se calló por otro momento y el chico sintió que su mundo comenzaba a perder color. La probabilidad de que el detective no le correspondiera era demasiado alta, así como también su molestia o su miedo por esta repentina confesión. – Tch. Demonios, mocoso. – el azabache sostuvo el puente de su nariz con fuerza por unos instantes, antes de tomar una bocanada de aire y volver a hablar. – ¿Te das cuenta de lo jodidos que estamos? Un ladrón enamorado de un detective… y un detective enamorado de un ladrón. Parece un mal chiste. – soltó negando con la cabeza, evidentemente sonrojado e incapaz de mirarlo.

Un segundo.

.

Dos segundos.

.

“Un ladrón enamorado de un detective…”

.

Tres segundos.

.

“Un detective enamorado de un ladrón…”

Eren se quedó sin palabras. En blanco. Su mente era un manto inmaculado con esas palabras grabadas en negro, repitiéndose una y otra vez.

– ¿Qué? – le preguntó finalmente el azabache al ver el mutismo que presentaba el moreno.

Y entonces, ocurrió la explosión. El torrente de pensamientos y emociones que se le vino encima al caer en cuenta de la declaración que había hecho Levi. Abrió sus ojos verdes a su máxima capacidad, sintiendo que el aire le faltaba, que sus mejillas se teñían de rojo y con un montón de dudas y preguntas y deseos queriendo verbalizarse.

Pero debía formular la más importante.

– ¿Acabas de decir que estás enamorado de mí? – preguntó, alzando un poco la voz por la impresión y provocando que el sonrojo de Levi se acentuara más.

– Espera, si te soy sincero, aún no defino completamente este sentimiento por ti. – comenzó a explicarse, tratando de mostrarse más serio; sin embargo, era muy evidente su nerviosismo. – Entiendes que todo lo que tiene que ver con nuestra relación no es sencillo, ¿verdad? –

– Lo sé. – dijo inmediatamente, todavía demasiado sorprendido por la revelación de Levi y sus sentimientos hacia él. Su voz había adoptado un tono más agudo por la emoción contenida y podía notar con claridad que esto avergonzaba aún más al hombre frente a él.

– Saber que compartimos este sentimiento no lo hace más fácil, Eren. – comentó el detective con un gesto afligido. – Necesito tiempo para procesar todo esto. Espero puedas entenderlo. –

– Levi, he esperado siete años para conocerte. Ni siquiera te conocí por voluntad propia, fue algo fortuito. – ambos lanzaron una carcajada ante eso, tal vez más por el nerviosismo de la situación que por otra cosa. – Puedo esperar un poco más. – respondió, finalmente, con más calma, manteniendo una sonrisa para el otro.

– Siete años de ventaja, mocoso. – mencionó el hombre mirando hacia el piso. – Con razón estás tan tranquilo confesando todo esto. – gruñó con tono malhumorado.

– ¿Tranquilo? ¡Estoy temblando! – exclamó el chico mostrando sus manos y el ligero temblor que presentaban. – No tenía idea cómo ibas a reaccionar. – admitió, aflorando nuevamente su vergüenza.

– Estás demente, Eren. – dijo el hombre con una carcajada. – Realmente, eres… impresionante. – el elogio tan sincero de Levi hizo que el rubor estallara en sus mejillas, tanto así que se vio en la necesidad de aclararse la garganta y desviar la mirada.

¿Era posible? ¿En serio ese día podía mejorar tanto en tan sólo unas horas? Que Levi confesara que compartían esos sentimientos era lo único que necesitaba en la vida; podía olvidarse de cualquier regalo, de cualquier otro cumpleaños en su vida; incluso, podía olvidarse de cosas tan desagradables como el asunto de su padre, del matrimonio con Historia… del Espectro. Todo en ese momento quedaba completamente eclipsado por la maravilla sensación de sentirse correspondido por el hombre más fascinante que había conocido en su vida.

– Bueno… ¿quieres jugar otra partida? O tal vez ver algo… – por alguna razón, sintió que todo su desplante se había ido de paseo y no tenía idea de cuándo volvería. Sin embargo, a su lado, Levi soltó un largo suspiro provocando que lo mirara nuevamente. Y, entonces, el hombre estiró su mano y enredó sus dedos en los cabellos del menor.

– Sinceramente, estoy un poco cansado, mocoso. – comenzó a decir, acariciando el cabello del chico de manera distraída. – Ha sido un día… agotador. – añadió con una carcajada que contagió al moreno. El chico, por su parte, se acercó un poco más para dejarse consentir por la caricia del hombre.

– Lo entiendo. – se sostuvieron la mirada por un largo rato, mientras compartían una sonrisa cálida. Eren era incapaz de describir la felicidad que estaba sintiendo en esos momentos, observando la manera en que tenía Levi de mostrar sus sentimientos con esos ojos grises que se aclaraban tanto, dando la impresión de ser una joya preciosa; y su suave caricia en sus cabellos, con delicadeza y calma, mientras le sonreía sutilmente, pero manifestando mucho, mucho cariño…

– Creo que es hora de marcharme. – anunció, el detective, con un susurro para nada convencido, apartando su mano.

– O… podrías quedarte aquí. – sugirió con inocencia, haciendo que Levi soltara otra carcajada.

– Tal vez otro día. – respondió mientras se ponía de pie.

En seguida, Eren sintió un sutil vacío situarse en su pecho. Ese día había estado lleno de emociones, como nunca le había pasado en su cumpleaños; pero jamás pensó que podía ser tan feliz en un día así. Su corazón se sentía tan lleno de cariño que no encontraba la forma correcta de expresar su emoción, queriendo llorar al mismo tiempo que quería saltar de alegría.

Mientras caminaba detrás del azabache, quien había tomado su chaqueta y su bolso, notó que este se detuvo abruptamente, a la vez que soltaba un par de maldiciones. De pronto, se volteó mientras rebuscaba algo dentro de sus pertenencias, hasta finalmente dar con el objeto.

– Tch, casi lo olvido. – el hombre sacó una caja de cartón que estaba adornada con una pequeña cinta celeste, la cual extendió hacia el mocoso. – Para ti. –

– ¿Un regalo de cumpleaños? – exclamó el chico con emoción, tomando la cajita y examinando su contenido.

Nuevamente, su corazón se vio enfrentado a un cúmulo de emociones. Dentro de la cajita había una pequeña bola de cristal, en cuyo interior había una figura de un árbol carente de hojas y flores, junto a la representación de un muñeco de nieve. La base del interior de la bola era de color blanco y Eren no tardó en entender el propósito, agitando el objeto y viendo cómo pequeños copos de papel y brillo plateado danzaban alrededor del árbol y del muñeco, simulando una nevada.

Las lágrimas amenazaron con salir de sus ojos inmediatamente, pues había comprendido el mensaje tras ese precioso regalo. Esa nevada en Mitras había sido lo más importante en su viaje con Levi y se sintió demasiado feliz al darse cuenta de que el azabache lo recordaba de la misma forma.

– No sabía qué regalarte y recordé que te habías emocionado mucho con la nieve en Mitras. – señaló con una sonrisa avergonzada, al notar que el más joven no podía verbalizar palabras.

El chico no cabía más en su felicidad, esa noche había sido más que perfecta, con Levi a su lado y ese detalle tan importante que indicaba que el hombre le ponía la atención suficiente, incluso en estupideces como su gusto infantil por la nieve.

El nudo en su garganta se hizo más grande y las lágrimas ganaban la batalla por salir de sus ojos verdes.

– Eren. – al levantar la vista de la bola de cristal y dirigirla hacia el detective, se sorprendió al descubrirlo imposiblemente cerca de él, tanto así que había entrelazado sus dedos pálidos en los cabellos marrones de la nuca del moreno, acercándolo un poco más hacia él. – Feliz cumpleaños. –

Había sentido que todo en esa tarde había sido un sueño, haciéndole sentir tanta felicidad que las lágrimas habían escapado hacia sus mejillas, dejando ese rastro húmedo y salado sobre el sonrojo que ellas presentaron cuando los labios del detective se posaron sobre los suyos, depositando un suave y cálido beso con sabor a vino y timidez.

Un beso tan efímero como un suspiro, tan irreal que parecía haberlo imaginado, de no ser porque el aroma de Levi aún bailaba bajo su nariz y la suavidad de sus labios había quedado grabada sobre su boca, deseando más de ese beso y de la persona que ahora se había alejado un paso de él, soltándolo y bajando su mano como si ese hecho nunca hubiese pasado entre ellos.

Si no fuese por el sonrojo de ambos, el chico hubiese creído que lo había soñado; pero no. Levi le sonrió con suficiencia al verlo atónito y luego volteó para marcharse del departamento.

– Levi, no puedes irte después de eso. – le reclamó al verlo caminar por el pasillo hacia el ascensor, cuando salió de su trance lo suficiente para limpiar sus lágrimas y llamarlo.

– Lo estoy haciendo. – dijo el otro, sin tener que voltearse.

– No es justo. – le volvió a reclamar, elevando la voz para que lo escuchara al verlo apretar el botón que llamaba al ascensor.

– Mañana al almuerzo puedes seguir con tu berrinche. – señaló, estableciendo que almorzaran juntos al día siguiente. Lo cual alegró, de ser posible, aún más al joven cumpleañero.

– Tramposo. – gritó finalmente, cuando las puertas del ascensor se iban cerrando, mostrando a un sonriente Levi que se despedía de él como si nada hubiese pasado.

Eren se permitió liberar las lágrimas que aún estaban nadando bajo sus ojos, pero que no tenían nada que ver con un sentimiento de amargura o tristeza; había tanta emoción dentro de su corazón que ya le dolían débilmente las mejillas de tan ancha que era su sonrisa en esos momentos, mientras veía la bola de cristal con los copos de nieve danzando alrededor de ese muñeco de nieve, casi llevándolo a ese tan preciado viaje a Mitras que había cambiado su relación con Levi.

Y, por qué no decirlo, la suavidad de los labios del detective todavía podía sentirla sobre los suyos, teniendo que llevar sus manos hacia su boca, tratando de recrear esa exquisita sensación que pareció cumplir un deseo oculto de cumpleaños; ni siquiera si hubiese tenido un pastel y unas velas que soplar se le hubiese ocurrido pedir un beso de Levi… y lo había recibido.

“Supongo que esto es lo que llaman… un feliz cumpleaños.”

Notas finales:

¡Hasta aquí llega el capítulo! Espero que les haya gustado porque, uf, me costó mucho escribirlo.

Había un montón de cosas que querían que pasaran en este día, así como también cambié varias veces los diálogos y ciertamente fue un dolor de cabeza, hasta que dejé que la conversación fluyera simplemente y, bueno, aquí está el resultado.

Sé que me deben odiar por el hecho de que Levi le haya pedido un tiempo a Eren, aun habiendo admitido que el sentimiento era mutuo, pero deben entender que nuestro querido detective no había tenido intensiones de revelarle a Eren sobre su sentir en un futuro próximo, por ende, el hecho de que Eren le haya confesado sus sentimientos fue todo un choque emocional.

Y, bueno, sobre el acontecimiento que narra Eren para explicar sus sentimientos por Levi, se hace mención a él en el capítulo 7 “Razones” y el mismo Levi nota que Eren reacciona extraño cuando le comenta sobre la primera vez que dejaba pasar un robo y las circunstancias que lo llevaron a tomar esa decisión; bueno, aquí expliqué por qué Eren mostraba un aire nostálgico al momento de que Levi le comentó aquello.

¡Ah! Y sobre el regalo. Pues, me cobijé en las palabras de Farlan de que a veces un gran regalo no tenía que ser algo útil, sino algo que tuviera significado. A mi parecer, el mejor regalo que Levi le puede hacer a Eren es mostrarle que le pone atención y que está interesado en él, por eso esa bolita de cristal con nieve simboliza ese capítulo donde Eren se da cuenta de que Levi sí le pone atención y lo mucho que le gusta sentirse querido por él.

Ya, no doy más explicaciones. Es que quería que fuese un capítulo para explicar varias cositas y sólo espero que les haya gustado mucho. Además de que me gusta comentarles cosas también de las ocurrencias que tengo al momento de redactar.

¡Oh, una cosa más! Quería mil agradecerles por el cariño que le dan a esta historia. Por sus lecturas, comentarios, votos y todo –grita toda emocionada –. No saben lo feliz que me hacen. Gracias por tanto tanto tanto :(

Cuídense mucho y espero leerles en el próximo.

 

¡Nos vemos!

 


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