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Criminal - [Ereri] por L_inverse

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Notas del capitulo:

¡Hola! Un gusto tenerles aquí otra vez.

Espero disfruten mucho el capítulo <3

Usualmente, cuando dormía muy poco durante la noche, se levantaba de mal humor, desganado y más lento de lo usual; sin embargo, en esta ocasión, Eren se levantó como si hubiese dormido excelente – pese a que sus horas de sueño debieron ser alrededor de tres, simplemente – y, sin lugar a dudas, el motivo había sido la maravillosa velada que había compartido con el detective la noche anterior, que lo había dejado fantaseando despierto, nervioso, ansioso y demasiado feliz por saberse correspondido por el azabache.


Jamás pensó que podría disfrutar de un cumpleaños de esa manera, de hecho, no tenía expectativas para este, pese a que esperaba que Levi pudiera ser parte de su día de alguna forma; y, bueno, había sido la parte más importante de su celebración.


Comprendía absolutamente que el policía le haya pedido un poco de tiempo para poder ordenar sus ideas respecto a la inminente relación entre ambos, porque él también consideraba que el asunto con el Espectro era un tema delicado entre ellos, que los mantenía en el borde de un precipicio donde todo podía salir absolutamente mal.


Pero, incluso considerando que todavía eran simples amigos, que su relación – en teoría – no había cambiado nada y que no había pasado algo significativo entre ambos, el chico no podía estar más feliz. Se había despertado con una sonrisa que no había borrado mientras se bañaba y preparaba su desayuno.


Hasta que abre la puerta del departamento tras el llamado del timbre de este.


– Eren. –


Como un balde de agua fría, la mirada iracunda y contenida de su padre lo había hecho mandar a la basura su alegría en apenas un instante. Cuando tenía ese semblante, el líder de la familia Jaeger se veía mucho más grande e imponente, cosa que no era realmente cierta porque, debido al ejercicio diario del moreno y su genética, Eren era tan alto como su progenitor y un poco más musculoso que él.


Tardó apenas unos segundos en entender el motivo de la improvisada visita de Grisha, cambiando su gesto impactado por uno lleno de determinación y molestia, frunciendo el ceño y negándose, en primera instancia, a dejarlo entrar.


– ¿Tienes idea de lo que provocaste con tu ausencia anoche? – Grisha Jaeger raramente se andaba con rodeos. De hecho, el moreno había esperado que se manifestara el día de hoy para conversar sobre su falta a la celebración de su cumpleaños la noche anterior; pero con todo lo que había ocurrido con Levi, se había olvidado del asunto de su padre... irónico.


– No lo sé y no me importa. – decretó con seriedad, cruzando los brazos sobre su pecho.


– Hijo. – el hombre pareció contener el aire unos momentos y luego lo botó con un suspiro, tratando de mantener la calma. – Hablemos adentro. – dijo con un tono de voz gélido.


– No hay nada de qué hablar. – mencionó el chico encogiéndose de hombros.


– Créeme, lo hay. – el mayor de los Jaeger se acercó un paso más hacia su hijo y este tuvo que admitir que, casi inmediatamente, perdió un poco de valor. – Es sobre tu detective. – Eren tuvo que controlar sus deseos de aventarle un golpe en el rostro por mencionar a Levi; pero, tragándose el orgullo, se hizo a un lado lo suficiente para que su progenitor entrara al departamento y cerrar la puerta una vez que el hombre se paró cerca de la isleta de la cocina, para continuar mirándolo con ese gesto tan propio de él.


– Levi no está aquí, si eso estás pensando. – dijo tras un breve instante de silencio en el que notó que su padre lo analizaba, incluso revisaba el departamento con la mirada.


– Eren. – cuando su padre terminó con su inspección rápida al lugar, volvió sus ojos verdes hacia el menor, haciendo que el miedo emergiera en él. – ¿Crees que eres el primer y único gay en esta ciudad? – cuestionó el hombre, haciendo que el chico se sintiera confundido por sus palabras. – No tienes idea la cantidad de personas que conozco perteneciente a la élite que tienen... otras preferencias sexuales. – dijo con un gesto indiferente. – La diferencia, hijo, es que saben mantener las apariencias. –


– ¿Qué mierda estás diciendo? – le soltó el universitario.


– ¿Crees que para Historia no fue vergonzoso asistir a la fiesta de su prometido y que él no apareciera? Peor, ¿que se corriera el rumor de que estaba con su amante? – Grisha, por primera vez, pareció perder un poco el control de sus emociones, evidenciando esa rabia contenida cuando elevó el volumen de su voz y frunció más el entrecejo. – Siempre fuiste egoísta, Eren. Nunca has pensado en cómo afectaban tus decisiones al resto. –


– Me pregunto de quién lo habré aprendido. – respondió el chico desafiante.


– ¿Quieres estar con Ackerman? ¡Perfecto! ¡Me importa una mierda si te revuelcas con él! – exclamó Grisha, acercándose más a su hijo. – Pero mantendrás tu compromiso con Historia y también tus deberes con tu familia, Eren Jaeger. –


– Oh, claro y, supuestamente, eso haría feliz a Historia ¿no? – argumentó Eren, reusándose a ser intimidado por su padre.


– Sólo haces esto para llevarme la contraria. Estás con ese policía porque conoce a Isabel. – ante la mención de su media hermana, el universitario finalmente estalló. Se acercó a su padre y lo sujetó por el cuello del traje que llevaba esa mañana. Su rostro, totalmente impactado por la acción de su hijo menor, quedó marcado en la memoria del moreno.


– No tienes absolutamente ningún derecho de, si quiera, decir el nombre de Isabel. – le dijo con brusquedad y usando un tono casi gutural. – Y, con respecto a mis decisiones, te puedes meter tu opinión por donde mejor te quepa, padre. – el hombre tragó fuerte y le sostuvo la mirada iracunda al moreno. – No tienes ningún poder sobre mí. –


– ¿Eso crees? – le soltó de pronto, haciendo que su determinación flaquera brevemente, pero lo suficiente para hacer que Grisha tomara ventaja de la situación. – Todavía vives bajo mi alero, Eren. Soy yo quien paga tu estilo de vida, incluso tu carrera universitaria. – le echó en cara, haciendo que el chico soltara su agarre y se alejara un paso de su progenitor. – Si quieres seguir con todo esto... – siguió diciendo el hombre, haciendo un gesto con su mano al señalar el departamento. – Tendrás que seguir mis órdenes. –


– Puedes quedarte con tu departamento, papá. Y también con tu carrera universitaria. – le dijo Eren. Su voz no tembló como lo estaban haciendo sus manos, que había cerrado en un puño para que su padre no tuviera que ver el miedo que le daba el rumbo que estaba tomando la discusión. – Si este es el precio que tengo que pagar para cortar toda relación contigo, créeme que no dudaré en hacerlo. Podría renunciar hoy mismo a la universidad. –


– ¿Y qué ganarás con eso, demonios? – Grisha volvió a exaltarse. – ¿Piensas que el detective te alojará en su casa y te mantendrá? ¿Eso quieres? –


– Reacciona, papá. La vida no es como tú la percibes. Puedo trabajar y sacar mi carrera por mi cuenta. –


– Todavía no lo entiendes, Eren. – esta vez, el doctor se acomodó las ropas y recuperó su compostura, volviendo a tener ese gesto serio y frío. – Si yo lo quisiera, te pudrirías en esta ciudad. –


– ¿Me estás amenazando? –


– Tienes que escoger con cuidado a tus enemigos, Eren. Fue una de las primeras cosas que te enseñé mientras ibas creciendo. – siguió diciendo su progenitor. – Personas como yo o como Rod Reiss tenemos muchas influencias en distintos sectores. Universitarios, de bienes raíces... la policía. – cuando mencionó lo último, los nervios de Eren volvieron a crisparse. – Puedo destruir a tu querido detective y a su querida casa de acogida. Puedo hacer que jamás entres a ninguna universidad; puedo lograr que no encuentres trabajo y tampoco tu noviecito... –


– Puedo probar que falsificaste las pruebas de paternidad de Isabel. –


Eren estaba preparado para eso. Estaba preparado para que su padre amenazara con destruir su vida e impedir que llevara a cabo sus planes; por eso, guardaba con especial cuidado un documento donde certificaba que Grisha Jaeger era el padre de Isabel y que, por ende, había cometido un fraude.


Aunque, en el fondo de su corazón, había esperado más de él, porque, demonios, siempre quería esperar lo mejor de su progenitor; tal vez ese era el motivo por el cual seguía en contacto con él, añorando porque algún día esa charla de padre e hijo se diera de manera natural, donde pudieran reír sin falsedad como cuando Eren era más niño; pero el chico sabía que tenía que dejar de soñar con algo que nunca había llegado y nunca llegaría. El cariño de su progenitor, así también como su apoyo y aprobación, eran algo que Eren nunca obtendría.


Grisha Jaeger quería usarlo para su conveniencia, sabiendo que, teniendo una unión civil con el apellido de los Reiss, el puesto en los círculos importantes de la élite estaría asegurado para su padre, porque incluso siendo un importante doctor y dueño de una gran clínica, así como también principal accionista en varios hospitales no sólo de la ciudad, sino del país, el líder de la familia Jaeger no tenía tanta relevancia en la élite como lo tenía Rod.


El más joven de los Jaeger ya no quería ser parte de esa burla, no quería ser parte de esas personas con tan poca ética; él sabía que, siendo el Espectro, también se convertía en un criminal, y no pretendía ser un ejemplo a seguir ni nada por el estilo... pero jamás jugaría con la vida de las personas como lo hacía su propio padre y aquellos a los que él llamaba sus amigos.


Frente a él, su progenitor pareció sopesar con cautela su amenaza, como si dudara si realmente Eren se atrevería a delatarlo.


– Yo también tengo cartas con las cuales jugar esta partida, papá. No dudaré en usarlas si tú sacas tu arsenal contra mí. – señaló con toda la firmeza que pudo. – También me enseñaste a tener un as bajo la manga, ¿se te olvida? – no podía negar que le estaba doliendo la situación, ya que enfrentarse a su padre casi como si de una guerra se tratase era lo último que quería hacer. Así que se obligó a tragar fuerte e ignorar el nudo que se le estaba formando en su garganta al ver el semblante que su padre había adoptado, uno que no podía descifrar.


– Eren. – las frías palabras de su padre perdían peso minuto a minuto, sintiendo que, por primera vez, no era inferior a él. – Pese a todo lo que pienses de mí, sigues siendo mi hijo y quiero lo mejor para ti. – esta vez, su expresión se suavizó lo suficiente para parecer menos amenazante. – Cuando lo entiendas, te darás cuenta de que tenía razón sobre Historia... y también sobre el detective Ackerman. –


– Vete de una vez, papá. Esta conversación terminó. – dictaminó el chico con gesto cansado.


Su padre le dio un último vistazo antes de comenzar a avanzar hacia la salida; sin embargo, se detuvo cuando estuvo junto a su hijo menor y lo miró con aflicción al tiempo que una mueca de tristeza de dibujaba en su rostro.


No se había percatado con anterioridad, pero su padre se veía más... viejo.


– Mi regalo de cumpleaños para ti, Eren, era ofrecerte la opción de... seguir con tu aventura con el detective. Otorgándote protección para que no se supiera sobre tus encuentros y, con eso, calmar la ira de Rod. – mencionó, sorprendiendo tanto a Eren que se quedó sin palabras. – Pero me temo que es demasiado tarde... ya no sé si pueda ayudarte con el padre de Historia. –


– Puedo cuidarme solo, gracias. – dijo finalmente el chico, orgulloso y reacio a caer en ese intento de Grisha por mostrarse como un padre comprensivo, aunque todo su lenguaje corporal le hacía sentir a Eren que no mentía; que, esta vez, estaba siendo extrañamente sincero, mucho más paternal de lo que nunca lo había visto.


– Eso espero. – murmuró Grisha mientras se marchaba. – Eso espero, hijo. –


Las últimas palabras que le dedicó su progenitor tenían un gusto amargo; esos ojos glaciares habían sido reemplazados por un brillante verde oscuro, que en algún tiempo pasado el moreno había sentido que eran iguales a los suyos; sin embargo, había sido Levi quién lo había convencido de que no era como su padre y que, pese a ser un Jaeger, eso no significaba nada, al menos para el detective.


Cuando la figura de Grisha Jaeger desapareció al cerrarse las puertas del ascensor, Eren dejó de lado la rabia que le provocaba ese mal hábito de querer meterse en sus relaciones personales, esa manía que tenían los de la élite de querer controlar las vidas ajenas a su antojo, sabiéndose poseedores de poder e influencias en toda la ciudad; y, ante este pensamiento, tuvo que admitir que no le creía a su padre.


Las amenazas del líder de los Jaeger se sentían vacías y es que, de hecho, Eren nunca había sentido que su padre quisiera lastimarlo; pero, con todo lo que había dicho apenas llegó, el chico sentía un miedo terrible recorrer cada uno de sus nervios, haciendo que su cuerpo temblara bajo el marco de la entrada de su departamento.


Las amenazas de Grisha Jaeger podían no ser reales, sin embargo, las de Rod Reiss sí lo eran; y, de cierta forma, tuvo la impresión de que esta visita de su padre no era para darle un sermón y amenazarlo, sino advertirle de que Rod ya no sería un mero espectador en las decisiones que tenían que ver con el compromiso entre él e Historia.


 


~*~~~*~~~*~


 


Para cuando Hange llegó a su oficina con los nuevos informes, Levi ya había terminado de revisar su correo eléctrico y darle una mirada a los avances que habían tenido el día anterior cuando se marchó hacia la casa del mocoso.


Como compensación, esa mañana había llegado mucho más temprano de lo usual para alcanzar a tener el papeleo al día y poder trazar las pautas de reuniones y resoluciones de ese jueves; bueno, francamente, haber llegado temprano al cuartel fue prácticamente una consecuencia de una noche casi en vela, pensando en lo que habían hablado con Eren la noche anterior y, por supuesto, su osada acción de darle un casto beso cuando se iba a despedir de él.


Al principio se avergonzó de su accionar y se reprochó mentalmente por haberlo hecho. Se suponía que le había pedido un tiempo a Eren para pensar en esta mutua confesión sobre sentimientos entre ellos; por lo mismo, pasar por encima de esa decisión consensuada entre ambos y robarle un beso al mocoso no era exactamente justo ni tampoco muy maduro de su parte; no obstante, sabía que era algo que el chico no le reprocharía ni mucho menos que lo haría sentir mal, por lo que, finalmente, optó por dejarlo pasar y disfrutar de su osada acción como un simple regalo de cumpleaños para ese joven y una muestra de que su confesión era real.


– Levi. – después de unos momentos en que la pelirroja le comentó algunas cosas sobre los avances de la tarde anterior y bromear acerca de su velada con el universitario, finalmente la mujer lo había mirado con dudas y un poco preocupación, haciendo que Levi dejara de lado los papeles para dedicarle su atención. – Debo preguntarte algo. –


– Suéltalo. – le animó el hombre.


– ¿Tuviste algo que ver con la decisión de Eren de no asistir a su fiesta, anoche? – cuestionó con esos ojos marrones llenos de expectación y un poco de angustia, haciendo que Levi inmediatamente se preocupara, ¿cómo sabía Hange que el moreno no había asistido a su fiesta?


– ¿Por qué lo preguntas? – quiso saber, totalmente perplejo.


– No lo tomes a mal... – la mujer parecía bastante contrariada. – Me enteré de que la celebración de anoche en casa de los Jaeger no salió exactamente bien. – el detective se quedó en silencio a la espera de la explicación de su amiga. – Al parecer, hubo una especie de fuerte discusión entre Grisha y Rod Reiss, que culminó la velada e hizo que todo el mundo se marchara. –


– No estoy entiendo a dónde quieres llegar. – mintió, porque su mente ya comenzaba a maquinar lo que había sucedido y las implicaciones de este hecho.


– Por lo que supe, atribuyeron a que Eren no fue a la fiesta por... estar contigo. – indicó. Levi sintió tanta frustración como desesperación. "Ciudad de mierda" pensó.


– ¿Cómo demonios se supone que saben de eso? –


– No tengo idea, Levi. – respondió, inmediatamente, su amiga. Sus ojos brillando llenos de preocupación y confusión lograron que su estómago se revolviera. – No es un misterio tampoco que has tenido muchos encuentros con Eren. La ciudad parece tener vida propia cuando se trata de estos chismes. – comentó, mirándolo a través de sus pestañas.


– Tch. Ciudad de mierda. – repitió, esta vez en voz alta.


– Lo sé. – dijo ella con preocupación todavía. – Me preocupa un poco la actitud que vayan a tomar los Reiss con esta información. Supongo que lo primero será hablar con Eren... ¿tú sabes algo de eso? –


Levi sintió una punzada en el estómago. Más allá de darle un mensaje de buenos días al mocoso, no habían hablado de nada importante; es más, esperaba poder coordinar para ir a almorzar ese día y pasar un rato juntos. Pero no se había puesto a pensar que, seguramente, el padre del chico trataría de comunicarse con su hijo y cuestionar su decisión de faltar a la celebración de su cumpleaños.


Se sentía estúpido por no haberse anticipado a este escenario, sólo por dejarse llevar por el cálido sentimiento de saberse correspondido por el mocoso y de la maravillosa velada que habían compartido para celebrar su cumpleaños. Ahora estaba muy preocupado de las represalias que pudiese tomar Grisha y los Reiss en contra del moreno.


– No he conversado con Eren hoy, pero nos juntaremos a almorzar. – mencionó Levi, mirando su teléfono y notando que no tenía notificaciones con el nombre del mocoso.


– Estoy segura de que el chico sabrá manejar la situación. Lleva tratando con esta gente toda su vida, Levi. No te preocupes. – trató de calmar Hange, dibujando una sonrisa que no se veía completamente sincera. – Además, ten por seguro que Eren no dejaría que te hicieran daño. –


– ¿A mí? –


– Bueno, no creo que Grisha quiera perjudicar a su hijo. Pienso que lo más sensato es lograr que seas tú quien se aleje de Eren. –


– Parece una buena estrategia. – murmuró el detective, medianamente de acuerdo con ella sobre el asunto. Aunque suponía que, conociendo el poder que aún poseía el jodido doctor Jaeger sobre Eren, tal vez lo usara para que el chico se alejara lo suficiente de él. – Aunque no funcionará. – dictaminó, volviendo a tomar los papeles de su escritorio, totalmente convencido de que Eren no se dejaría intimidar por Grisha.


– ¿Tanto te gusta el chico? – la sonrisa cálida de Hange, dejada de cualquier tono lascivo o segundas intenciones, lo hizo avergonzarse nuevamente por la situación.


– Algo así. – confesó, incapaz de seguir ocultando la calidez que había permanecido alojada en su pecho desde anoche, cuando el mocoso le reveló sus sentimientos. En seguida, se escuchó un gritito de emoción por parte de su mejor amiga, contagiándose de su sonrisa ancha que intentó disimular a toda costa. Le daba vergüenza admitirse... enamorado de Eren.


– Me gusta verte así, enanín. – dijo ella con un suspiro. – Hazme saber si alguna vez necesitas consejos sobre sexo. He leído un montón de cosas interesantes. -


– Mierda, cuatro ojos. Siempre cagándola. – exclamó, interrumpiendo sus disparates antes de que estallara en rubor.


Pese a que todavía se sentía como un idiota embobado por el moreno, las palabras de Hange lo habían hecho recordar otro asunto muy importante entre ellos: Grisha y Rod Reiss. Ambos totalmente determinados en seguir con la unión de las familias a partir del matrimonio entre Eren e Historia; lo cierto era que, en primera instancia, el asunto del compromiso no le molestaba, confiaba en la palabra del mocoso sobre su relación real con la rubia hija de Rod, pero también era cierto que, públicamente, podría traer problemas, sobre todo conociendo al mercader y sus influencias.


En eso, el llamado a la puerta lo distrae de sus pensamientos y concede el paso en instantes, mirando confundido, por un breve instante, a su amiga, quién también volteó a ver quién entraba a la oficina.


Sintió que la sangre huyó de su rostro inmediatamente y sus músculos se tensaron en el mismo momento en que la mirada del líder mercader se posó sobre él; traía su ceño relajado, pero las facciones de su rostro redondo evidenciaron la molestia tras esa frialdad ensayada que pretendía amenazar a sus locutores.


Hange y él se apresuraron a ponerse de pie, adoptando la postura de un funcionario al servicio de los políticos de la ciudad. Su amiga le dedicó una corta mirada de reojo, mostrando también la preocupación por ese encuentro; además, junto a Rod Reiss, venía uno de sus guardaespaldas y Erwin, quién le dedicó una mirada llena de dudas y pidiéndole prudencia.


– Oficiales. – saludó cortamente el hombre. – Señorita Zoe, por favor, retírese. He venido a conversar únicamente con el detective Ackerman. – anunció con tranquilidad.


– A sus órdenes. – dijo inmediatamente la mujer y, tras un corto saludo al hombre, se retiró de la oficina, intercambiado miradas con Erwin una vez que pasó a su lado. Levi miró con atención y paciencia la escena, donde, posteriormente, su rubio compañero se retiró junto al guardaespaldas de Rod y los dejaron solos en la oficina.


Sabía que tanto Erwin como la guardia personal del hombre frente a él se habían quedado custodiando la puerta para evitar que alguien más entrara y, probablemente, también podrían oír toda la conversación que se vendría con el mercader.


– ¿Qué puedo hacer por usted, señor Reiss? – procedió a decir Levi, tratando de no extender el lapsus de miradas inquisitivas que le estaba dedicando el padre de Historia.


– Levi Ackerman... – el hombre caminó con paso deliberadamente lento, sin quitarle la vista de encima al detective, incluso cuando se sentó en la incómoda silla que tenía frente a su escritorio. – Creo que ya sabe por qué he venido aquí. –


– Honestamente, no lo sé. – mintió, mientras se sentaba en su respectivo asiento, pero al parecer Rod le creyó, reflejando un gesto de sorpresa ante su respuesta. El azabache se sentía tenso. – ¿Tiene que ver con el Espectro? – preguntó, intentando mostrarse interesado. No sabía por qué tratada de complacer al hombre que ahora venía a invadir su oficina; sin embargo, estaba seguro de que no podía dejarse intimidar por él, así como tampoco decir algo que pudiera perjudicar a Eren, no sin antes conversarlo con él.


– No en esta ocasión, detective. – comentó, acomodándose en el asiento mientras recargaba sus manos en los brazos de la silla. – Hablemos claro, porque no tengo mucho tiempo. Esto se trata de Eren. –


– ¿Qué puedo hacer por Eren? – preguntó, fingiendo disposición en ayudar a ese grotesco hombre. Este, entonces, soltó una carcajada sin gracia mientras lo miraba entrecerrando los ojos.


– Dejarlo en paz. – dijo con seriedad.


– ¿Insinúa que estoy acosando a Eren? – cuestionó, todavía mostrándose amable con él, pero, por dentro, sentía arder la rabia porque se estuvieran metiendo en la vida del mocoso, queriendo controlarla a su antojo; así que su tono de voz iba cargado con una cuota de sarcasmo que esperaba ser captada por su interlocutor.


– No finjamos ser buenos amigos, detective. Ambos sabemos cuáles son los poderes del otro. Usted es un gran detective, un apoyo muy sólido en el cuerpo de policía; por eso, no estoy interesado en perjudicarlo. – explicó con tranquilidad, como todo un negociador. – Sin embargo, debe saber que tengo la facilidad de hacerle creer a toda la ciudad que es un acosador, que ha intentado abusar de un joven como Eren. Incluso podría llevarlo a un juicio por eso... y ambos sabemos cómo terminaría todo. –


– Señor Reiss, sus amenazas se contradicen. – Levi se arrepintió ligeramente de haber hablado tan deprisa, sin embargo, quiso seguir con su argumento antes de que el hombre viera que tenía cierto poder sobre él. – Acaba de decir que soy un apoyo sólido dentro de la policía, pero quiere sacarme de ella por ser amigo de Eren... Por cierto, ¿sabe él que está aquí conversando conmigo? ¿él lo envió a defenderlo por el supuesto acoso que estoy ejerciendo? – el tono agrio que usó Levi pareció tensar sutilmente al mercader.


– Nadie es indispensable, detective Ackerman. Sería una pena que con tanto talento y tan joven arruinara su carrera por culpa de un capricho con un chico diez años menor que usted. – Levi casi podía ver el titular en el periódico. "Prodigioso detective culpable de acosar al hijo de Grisha Jaeger". Francamente, no le asustaban las amenazas de Rod.


– Con todo respeto, señor, si Eren considera que lo estoy acosando, perfectamente desistiré en nuestra amistad. Sin embargo, si él insiste en ser cercanos, yo no me opondré. Después de todo, él ya tiene veintidós años y es libre de elegir con quién pasar el tiempo. – argumentó, aparentando una calma inexistente en su cuerpo.


– Detective Ackerman. – Rod rio cortamente. – Tengo muy claro que las amenazas no funcionan con usted. Por algo es el mejor detective de Stohess. – mencionó con una sonrisa. – Así que voy a probar con algo distinto. – enseguida, Levi sintió que una gota de sudor frío bajó desde su nuca por toda su espalda, teniendo que contener el escalofrío que le infringió la mirada calculadora de Rod Reiss. – Pagaré el cuidado de cada uno de los chicos y chicas de la casa de acogida donde se crio. – ante la mención del hogar que dirigía Farlan, el azabache no pudo evitar mostrar un ápice de miedo. – Pagaré sus estudios universitarios y toda necesidad que tengan de aquí hasta que cumplan veinticinco años. Así como también los gastos médicos de la chica que está ahora en el hospital. – Levi no pudo evitar fruncir el ceño, comenzando a mostrar la rabia que tenía atorada en la garganta. Rod pareció atemorizarse ante la amenaza muda que estaba manifestando el detective, porque lanzó un sutil gruñido, tensando su postura. – Estarán bajo mi completa protección, comprometiéndome a que no les faltará absolutamente nada y que tampoco tendrán problemas con el Servicio de Protección de Menores. – el detective no podía abrir la boca, si lo hacía, sabía que comenzaría a soltar todo lo que opinaba y sentía respecto a Rod Reiss y la clase de hombre que era. – Yo que usted acepto la oferta, detective. Lo único que debe hacer es alejarse de Eren y dejarlo seguir con su vida normalmente. –


– Está sobornando a un policía, señor Reiss. – la carcajada instantánea de Rod no le asombró.


– No me venga con esas estupideces, Ackerman. Ambos sabemos cómo funcionan las cosas en la ciudad. – en seguida, el hombre se puso de pie y miró desde su altura a Levi, que todavía estaba sentado en la silla de su escritorio. – Por cierto, esto no es un soborno. Considérelo un regalo. – anunció con un encogimiento de hombros, provocando que Levi le dedicara una mirada entrecerrada por la incredulidad.


– ¿Qué significa? – su tono salió áspero y tan ronco que incluso podría considerarse un gruñido. Curioso era decir que no pareció intimidar tanto al mercader como pretendió.


– Sólo lo hago para apresurar todo este asunto de que deje de ver a Eren. – se explicó. – Porque, ciertamente, el rompimiento de su relación es inminente, detective. – mencionó como si fuese la cosa más obvia del mundo. – Es todo lo que tengo que decir. Ya sabe cómo contactarme, Ackerman. – la falsa sonrisa del hombre le provocó náuseas y no pudo hacer nada cuando lo vio tocar la puerta de la oficina para que le abrieran por fuera, marchándose sin siquiera voltear su horrenda mirada hacia Levi nuevamente.


El azabache se puso de pie de un salto y pateó el escritorio con fuerza, llegando a botar la taza vacía de té que tenía sobre él y también un par de carpetas; ni siquiera se molestó en ordenar el desastre que había dejado, simplemente revolvió sus cabellos con histeria, para luego sostener con fuerza el puente de su nariz mientras trataba de sopesar el reciente encuentro con el mercader.


Sentía tanta frustración en el pecho que sólo quería gritar y golpear al idiota de Rod y al idiota de Grisha Jaeger por no haber escuchado a su hijo anteriormente cuando quiso desistir del matrimonio con Historia.


Y, así como de intensa era su rabia y frustración contra esos hombres, esta pareció evaporarse repentinamente al sopesar un aspecto importantísimo de todo ese asunto; Eren le había dicho que el matrimonio había sido orquestado por su padre y el padre de Historia, sin embargo... hasta el momento, este compromiso seguía en pie. ¿Eso no significaba, entonces, que Eren no había hablado con su padre y con Rod para terminar con todo ese asunto? Es decir, ¿Eren todavía pensaba casarse con Historia? ¿Qué significaba? ¿Todo esto tenía que ver con su padre o por una decisión del mismo mocoso?


Necesitaba enfriar sus pensamientos, debido a que, además de la incertidumbre que le causaba el tema del compromiso de Eren con Historia, la sola mención de los chicos de la casa de acogida le hacía temblar; porque, demonios, ¿qué tenían que ver ellos con todo el asunto de su supuesta relación con Eren? Rod Reiss sólo los estaba usando para sobornarlo y amenazarlo, para darle a entender cuál era el alcance de su poder y cómo podía afectar sus vidas si lo quisiera; pero Levi no se dejaba intimidar, el mismo mercader lo había dicho, así que no permitiría que lo sobornaran con eso, porque tenía muy claro que los sobornos no se daban sólo una vez, sino que, a la larga, estaría metido en una extensa red de sobornos y amenazas de la que no podría salir.


Suspiró pesadamente, recogiendo los restos de loza de su preciada taza hecha pedazos, envolviéndolos en un papel de diario para luego botarlo en el pequeño basurero de su oficina. Necesitaba limpiar los restos de té que quedaron sobre la madera, así como los trozos más pequeños de loza que no podía recoger con sus manos desnudas, por lo que procedió a salir de su oficina en busca de los implementos de aseo, sabiendo que limpiar podía ayudarlo a organizar sus ideas y calmar sus emociones por unos momentos; también consciente de que seguía trabajando y tenía un montón de cosas por hacer todavía.


Recién había si quiera abierto la puerta de la oficina para ir hasta el cuarto de aseo, cuando siente el estridente grito de Eren resonar desde las escaleras que daban al pasillo de su oficina. Levantó rápidamente la vista hacia él – al igual que el resto de los policías que estaban en ese pasillo – sólo para notar su gesto afligido, sudoroso y extrañamente pálido.


El chico llegó a su lado y se estrelló contra él en un abrazo desesperado. Temblaba un poco y estaba jadeando, seguramente por la carrera, y, entre la confusión de ese inesperado encuentro y el comportamiento del chico al llegar así, logra vislumbrar al oficial que le tocaba turno en el mesón de atención – lo más seguro era que el mocoso había entrado corriendo al cuartel, saltándose los protocolos para avisar su llegada y había ido rápidamente hasta su oficina, haciendo que el pobre oficial lo siguiera. –.


El detective simplemente le hizo un gesto con la mano al oficial, indicándole que dejara pasar el hecho; luego, notando que el resto de sus compañeros de cuartel miraban al mocoso casi colgando de él, se separó rápidamente del moreno y lo jaló para entrarlo a su oficina.


Ya dentro, nuevamente los brazos de Eren lo rodearon, esta vez con más calma, pero aún manifestando un débil temblor en su cuerpo. Levi soltó un suspiro y se permitió acunar al chico entre sus brazos, estrechándolo con fuerza contra él y también notando que él necesitaba de ese brazo, seguramente tanto como el mocoso.


La conversación con Rod Reiss había calado hondo dentro del detective y sentía mucho miedo y ansiedad respecto a las repercusiones que estaba tomando el hombre, sólo porque Eren no había asistido a una fiesta de cumpleaños; qué ridícula era la forma en la que todo funcionaba en el mundo de los millonarios, pensaba una y otra vez.


– ¿Estás bien? – soltó de pronto el mocoso, separándose un poco para tomar por los hombros al hombre, haciendo que ese gesto fuese ligeramente brusco. – Vi a Rod Reiss marchándose del cuartel y tuve una muy mala espina. – confesó, todavía dirigiendo esos orbes color esmeralda hacia el azabache, mostrando desesperación y mucha preocupación. Su frente estaba perlada por el sudor y su coleta estaba bastante despeinada debido a la corta carrera que había hecho para llegar rápidamente a él. – Si te hizo algo... –


– Oi. – el detective tomó las manos que Eren mantenía sobre sus hombros y las quitó de ahí, sólo para bajar sus manos sujetas a ambos lados de ellos. – ¿Por qué crees que Rod vino a verme a mí? ¿Pasó algo? –


– Mi padre fue hasta mi departamento. – soltó de inmediato, mostrándose totalmente serio. – Me soltó estupideces sobre mi inasistencia a la fiesta, me dijo un par de amenazas y, al final, lo eché. Luego llamé a Historia y me comentó que mi padre y el de ella discutieron fuertemente durante la fiesta de anoche y supuse que Rod no se quedaría con los brazos cruzados. – explicó atropelladamente, todavía dominado por la adrenalina.


– Espera, ¿tu padre te amenazó? – "malditos cabrones", pensó Levi. Hange tenía razón, Grisha iba a intentar convencer a su hijo, pero Rod iba a ir directo hacia la raíz del problema, llegando hasta su oficina para convencerlo de alejarse de Eren.


– Tch, Levi. – exclamó el moreno, totalmente sacado de sí. – Eso no importa. Necesito saber si Rod te amenazó. Hablaré con él inmediatamente, incluso con Historia. No tienen el derecho. – Levi llevó rápidamente su mano hasta la boca del chico, silenciando su parloteo sobre enfrentar a la élite por su cuenta. Qué ridícula situación... de saber que todo se complicaría tan sólo porque el chico no asistiera a su cumpleaños...


– Lo siento, Eren. – soltó involuntariamente, teniendo que morderse la lengua tras hacerlo. – Debí haber considerado todo esto antes de permitirte faltar anoche. Me dejé llevar... – confesó. Se suponía que él tenía que cuidar a Eren, que tenía que pensar de manera madura por ambos; y ahí estaban, ambos siendo interceptados por dos figuras importantes de la élite de Stohess que no aprobaban su relación.


– Hey, no te arrepientas por lo de anoche. – dijo Eren tras apartar la mano del mayor, acunando el rostro de este para hacer que lo mirara fijamente. Sus ojos verdeazulados resplandecían por la determinación; aquella obstinación de no dejarse intimidar por nadie, mostrando esa valentía tan característica de él. – No dejaré que te lastimen. Ni a ti, ni a tu familia, ni a tus amigos, ¿de acuerdo? –


El azabache no pudo evitar curvar una débil sonrisa y, sin pensarlo, recargó su frente sobre el pecho de Eren, agotado de estar luchando siempre contra fuerzas tan grandes que impedían su relación con el moreno. Siendo honesto, toda su relación había surgido a partir del tema del Espectro y, curiosamente, hace días que estaba dejando de ser un tema entre ellos, tal vez porque el jodido mocoso no había llevado a cabo otro atraco desde hace un tiempo.


Ahora, también parecían tener que enfrentar a personas como Rod Reiss y Grisha Jaeger.


– Estamos realmente jodidos, mocoso. – soltó. Siempre pensaba lo mismo respecto a ellos. ¿Qué clase de tóxica relación estaban llevando? ¿Tenía que ser tan difícil congeniar entre los dos? ¿No debería ser más simple si había sentimientos mutuos?


Y, de pronto, los brazos de Eren lo rodearon, trasmitiéndole la sensación de estar protegido por esas firmes y cálidas extremidades, como una zona segura entre tantas dudas. Su aroma, ya tan conocido por el detective, danzaba bajo su nariz al tenerlo tan cerca y lograba llevarlo a sentirse acogido, cómodo, como si fuese su olor favorito. Tener al mocoso cerca agudizaba todos sus sentidos con el propósito de no perderle ni un solo detalle, como ahora escuchando los latidos rítmicos de su corazón que parecían querer ralentizar su frenesí después de haber sido alterado por la reciente aparición del mercader.


Aún bajo el efecto, cual bálsamo para sus tempestuosos pensamientos, que ejercía el moreno sobre él, no podía evitar sentir frustración al darse cuenta en el punto en el que estaban, sabiendo que él pudo haber frenado esta relación mucho antes, que pudo haber limitado sus encuentros con Eren o simplemente impedir que se relacionaran con tanta confianza.


Pero no fue así. Estar con el mocoso siempre le había parecido tentador y su expectación por conocer los secretos detrás del ladrón de Stohess, detrás de esa mirada cual profundo océano lleno de emociones y sentimientos guardados con recelo, le habían ganado a su razón, sucumbiendo ante los encantos de ese jodido mocoso que ahora le transmitía paz mientras lo acunaba contra su pecho, protegiéndolo tal como le había dicho.


– Yo me encargo de Rod y de mi padre, ¿de acuerdo? – le dijo con firmeza, depositando un beso en la frente del detective.


– ¿Estás seguro? – preguntó él, todavía desconfiado al no saber qué significaban exactamente esas palabras.


– Tan seguro como de que estoy enamoradísimo de ti. – ante la atrevida respuesta del mocoso, Levi no pudo hacer nada más que sonrojarse, retrocediendo un paso para alejarse de esa mirada que intentaba avergonzarlo más, cuando dibujó una sonrisa ladina y su expresión se transformó en un gesto lascivo hacia él.


– No sueltes una mierda así de repente, mocoso. – le espetó, frunciendo el ceño por saberse nervioso ante Eren, recordando lo vivido la noche anterior. ¿Dónde había quedado el valor que tuvo para besarlo? Bueno, claramente, no lo tenía en ese momento.


– Sólo soy sincero. – mencionó él, encogiéndose de hombros, pero totalmente incapaz de ocultar la sonrisa que se asomaba en sus labios.


– Sincero y una mierda. – gruñó el detective. – A todo esto, ¿Qué haces aquí? – le preguntó, ya poniendo un poco en orden sus emociones y pensamientos.


– ¿No dijiste que almorzaríamos hoy? – la sorpresa en su rostro lo hizo lanzar una carcajada.


– Pero todavía no es ni medio día, Eren. – señaló enarcando una ceja.


– Oh, es que te extrañaba demasiado y quería verte. – admitió con total seguridad, sabiendo que era una manipulación simplemente. Otro de sus intentos por ponerlo nervioso.


– Pues ya me viste. Ahora, vete mientras termino de trabajar. Mi horario de almuerzo es a las dos. – dijo mientras pasaba junto al chico y se dirigía hacia su escritorio. – Y, por cierto, debes pedirle disculpas al oficial de la entrada. Al pobre le va a dar un infarto algún día por tu culpa. – la risa de Eren reverberó en la oficina y terminó por calmar la atormentada mente del azabache.


– Perdí un poco el control cuando vi a Rod. Supuse que había venido a hablar contigo, de la misma forma que mi padre me abordó por lo de anoche. – admitió, rascándose la nuca mientras lo miraba con culpabilidad.


– Ya te había dicho antes que no le temo a tu padre y, dicho sea el paso, tampoco a Rod Reiss. – estableció Levi, tomando un paño que guardaba en uno de los cajones del escritorio para proceder a limpiar el piso de los restos de té y de loza. Se conformaría con eso por el momento, después se dedicaría a limpiar mejor el piso.


Por alguna extraña razón, la sensación apremiante que había dejado el paso del mercader por su oficina ya sólo era un mero recuerdo en su mente; al ver a Eren llegar hasta él con tanta preocupación, borró por completo la opresión de su pecho cuando Rod Reiss le había amenazado/sobornado.


Soltó una ligera carcajada de pensar en todo el poder que tenía ese jodido mocoso sobre él, logrando cambiar sus estados de ánimo con tan sólo una palabra, una sonrisa, un gesto... Demonios, estaba realmente perdido con respecto a sus sentimientos con Eren, tanto así que no podía pensar con claridad últimamente.


Se puso de pie cuando vio que el chico se acercaba hasta él nuevamente, con esa sonrisa tan cálida que le daba un valor sorprendente, que lograba que las cosas a su alrededor no parecieran tan graves como él suponía cuando se encontraba solo; cuando miraba al mocoso... tenía la sensación de que todo iba a estar bien.


– Entonces... – comenzó a decir el chiquillo, apoyándose ligeramente en el escritorio, haciendo que perdiera un poco de altura. – ¿Qué tengo que hacer para recibir otro beso tuyo como el de anoche? – le preguntó con una sonrisa ladina.


– Esperar un milagro. – soltó, inmediatamente, el detective, negándose a dejar que Eren lo siguiera avergonzando.


Una corta risita escapó de los labios del chico, pero Levi identificó de inmediato que esta no era completamente honesta. Volteó a verlo después de botar los restos de taza en el basurero y se encontró con un semblante preocupado en su dirección; luego, la mano del moreno se extendió hacia él y, por alguna razón, el azabache no dudó en tomarla y acercarse un poco al universitario, contagiándose por su preocupación.


– ¿Estás bien? – preguntó Eren, antes de que él pudiera decirle cualquier cosa. Sus ojos verdes parecían un poco más opacos de lo normal, como si tuviese un montón de sentimientos guardados que no podía compartir con él.


– Estoy acostumbrado a las amenazas de la élite. – aseguró el detective, tratando de mostrarse seguro respecto al asunto.


– ¿Pero...? – el chico lo había detectado, había notado ese ápice de duda en su voz, pese a que él intentó ocultarlo. Muchas de las cosas que el mercader le había dicho lograron afectarlo, sólo para darse cuenta de que dejarse llevar por el chico había sido un acto demasiado egoísta en todos los sentidos, incluso en su vida laboral, considerando el tema del Espectro.


– Rod parecía muy seguro de que lo nuestro no duraría. – confesó, finalmente. Eren se sorprendió inmediatamente por su respuesta; sin embargo, se apresuró en cambiar su semblante a uno más serio, atrayendo al mayor hacia él.


– Levi–


– Necesito preguntarte algo. – antes de que el chico pudiese decirle cualquier cosa que lo hiciera olvidar esas dudas que sentía, lo interrumpió, mirándolo con seriedad y sabiéndose completamente ridículo por estar pensando en eso. – ¿Alguna vez le has dicho a tu padre que no quieres casarte con Historia? – la sorpresa de su pregunta le robó un gesto de total impresión al moreno, abriendo sus ojos más grandes de lo que ya eran y volviéndose completamente expresivo debido a sus cejas que se arqueaban formando una sutil arruga en su frente; luego, su semblante se suavizó y casi le regaló una sonrisa.


– ¿Recuerdas el día que me invitaste a acompañarte a Mitras? – la mención de ese acontecimiento causó extrañeza en el mayor, pero la seguridad que estaba manifestando Eren, así como también ese carisma por intentar mostrarse comprensivo y hasta calmado, lo llevó a mantenerse callado. – Cuando llegué llorando y tú me esperabas afuera del departamento. – añadió el moreno con una carcajada.


– ¿Qué pasa con eso? – quiso saber Levi.


– Ese día, mi padre me había ido a buscar a la universidad porque quería hablar sobre concretar el matrimonio con Historia. – confesó finalmente, haciendo que Levi sintiera un poco de molestia con el padre del mocoso por recordar la angustia que manifestó el joven en ese entonces. – La razón para apresurar eso fue que le habían llegado rumores a Rod de que... estabas frecuentando mi departamento algunas noches. –


– Es ridículo. Creo haber ido únicamente dos veces a tu casa antes de eso. – rememoró el azabache, tratando de justificar las palabras del otro.


– Y, una de esas veces, te quedaste toda la noche para cuidarme por una gripe. – mencionó Eren, enfatizando en el hecho de que había pasado la noche en su casa, dándole más motivos para sospechar a Rod. – El punto es que, ese día, le había dicho a mi padre que no quería casarme con Historia y, bueno, discutimos al respecto. Él te mencionó y yo perdí un poco el control de mis emociones, por el miedo que me da el hecho de que mi padre te quiera hacer daño. – la mano de Eren acarició la suya distraídamente.


– Debiste habérmelo dicho, Eren. – si todo este asunto con Rod y Grisha había empezado hace dos meses, Levi pudo haber sido más cauteloso con sus encuentros, tal vez, incluso, se hubiese negado a visitar al chiquillo o, si quiera, invitarlo a Mitras.


– Recién nos conocíamos, Levi. – señaló Eren, con frustración. – Temí que te asustara el hecho de que... bueno, de que mi padre estuviera presionando y que te negaras a verme debido a esto. – él tenía razón, probablemente esa hubiese sido su reacción en ese entonces, cuando todavía el mocoso le parecía un completo desconocido. – Por lo mismo, cuando estábamos en Mitras y me dijiste que no te daba miedo mi padre y que seguiríamos viéndonos... yo estaba demasiado feliz. – ahora, fue el turno de Eren de mostrarse avergonzando, con sus mejillas teñidas de un exquisito rosado oscuro que combinaba a la perfección con sus ojos brillantes.


– Está bien. No puedo culparte por esas decisiones, supongo que tenías razón. – dijo el policía, bajando su mirada para tratar de poner en orden sus pensamientos; pero, en seguida, las manos de Eren lo jalaron más cerca de él, tanto así que quedó entremedio de las largas piernas del mocoso, debido a que se había sentado completamente en el escritorio; las manos contrarias rodeaban su cintura, permitiendo una proximidad demasiado íntima entre ellos. Tentadora y aterradora.


– Levi... No puedo cancelar todavía mi compromiso con Historia. – dijo el chico con seriedad al momento en que sus miradas conectaron, pero sus cejas se fruncieron débilmente en un gesto afligido. – No puedo explicarte por qué, pero no se trata de que haya sentimientos de por medio, tampoco por presión de Rod o mi padre, sino porque Historia me pidió que aguardara un poco más para poder hablar con su padre. – explicó con suavidad, su rostro estaba tan cerca que ahora podía notar que el tono verdeazulado del chiquillo se volvía dorado a los bordes de sus orbes; su aliento lo golpeaba y no tardó en notar que el chico había bajado su mirada para concentrarse en los labios del detective. Levi tragó fuerte, incapaz de articular palabra alguna. – Lo siento. –


– Tch, no te disculpes. – soltó él, buscando alejarse un poco del campo hipnótico de Eren, pero este se negó, apretando más sus brazos alrededor del detective.


– No te escapes. – pidió él, casi suplicante. – Necesito saber que confías en mí en este aspecto. Solucionaré el tema con Historia, lo prometo. –


– Eren, no me debes explicaciones. – su voz sonó más brusca de lo que pretendió. – Confío en ti. No te preocupes. – intentó suavizar.


– No me convences. – espetó el, enarcando una ceja.


– Pues supéralo. – dijo malhumorado; ciertamente, lo que estaba sintiendo ahora... ¿podían ser celos?


– Tal vez si me das otro beso... – los labios de Eren lucieron tentadores cuando bajó su vista hacia ellos, que se aproximaban con lentitud hacia él. Sin embargo, Levi puso su mano nuevamente sobre la boca contraria, llevándose un corto gruñido por parte del mocoso y la risa que estalló espontánea del detective por esa reacción.


– Paciencia, mocoso. Ya no es tu cumpleaños. – señaló, enarcando una ceja. – Perdiste los derechos de ser consentido. –


– Creo que nunca había deseado con tantas ganas que fuera mi cumpleaños otra vez. – la sonrisa ladina de Eren se ensanchó cuando el mayor puso los ojos en blanco ante su comentario. Luego, el detective suspiró, notando que seguía absurdamente cerca del mocoso, tanto así que había apoyado sus manos en el pecho de este para intentar ganar espacio entre ambos, sólo porque aún se sentía ligeramente incorrecto estar de esa forma con el moreno. – Tranquilo, Levi. – la suave voz de Eren llamó su atención, haciendo que, nuevamente, alzara su vista en dirección a su rostro sonriente. – Te dije que te iba a esperar. No te presionaré. – las manos del chico finalmente lo soltaron y, tras darle una suave caricia en la mejilla, se puso de pie, haciendo que el detective se hiciera hacia atrás para darle espacio.


– Serás idiota. – le soltó con un suspiro, internamente agradecido de que Eren no insistiera, incluso sabiendo que correspondía sus sentimientos.


– Bueno, volveré a las dos para que vayamos a almorzar. – sentenció con entusiasmo. Levi lo miró de reojo simplemente y luego se dirigió hacia su lugar en el escritorio.


– Tch, a la una está bien. – se sintió avergonzando por ese arrebato de verlo antes, pero la felicidad en el rostro del mocoso valió el esfuerzo de haberse mostrado interesado en interactuar con él; después de todo, le gustaba saberse querido por el mocoso de mierda.

Notas finales:

¡Aquí termina el capítulo! Como siempre, espero que les haya gustado mucho y lamento, de nuevo, haberme demorado en actualizar.


Quería partir agradeciendo mucho a las personitas que leen y  comentan. Estoy demasiado contenta de que les esté gustando y tenga tan buena acogida (: – me prometí no llorar –


El capítulo de hoy está un poco agridulce ¿no? Si bien todo salió muy bien en el cumpleaños de Eren, otra escena muy distinta se estaba formulando en la mansión Jaeger mientras él disfrutaba de la compañía de Levi y aquí les presenté las consecuencias... – no me odien –


Cuídense mucho y que tengan una muy buena semana (:


¡Nos vemos!


¡Un abrazo! <3


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