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Criminal - [Ereri] por L_inverse

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Notas del capitulo:

¡Hola a todos y todas! Yo sé que me atrasé un poco, pero primero el capítulo y luego las explicaciones - a ver si me perdonan un poco xd - 

¡Disfruten!

Al escuchar la voz de Erwin dándole la entrada a su oficina, procedió a abrir la puerta con mucha más tranquilidad de la que pensó.

Estando totalmente consciente de la difícil conversación que se le venía encima con su rubio amigo – y jefe – habría supuesto que se encontraría algo nervioso o, tal vez, lleno de dudas; pero, curiosamente, se encontraba por completo sereno y seguro de sí mismo, como si tuviese la certeza de que la decisión que estaba tomando era la correcta y que no podía flaquear ante nada.

Erwin lo miró apenas entró y le sonrió anchamente cuando le indicó que se acercara para sentarse frente al escritorio donde él se encontraba trabajando. Levi cerró la puerta y caminó hasta tomar asiento, notando el gran cúmulo de papeles que descansaban sobre el escritorio del otro detective, mucho más de lo que él soportaba en su oficina; y, sin embargo, habían sido muy pocas las veces en las que escuchó a su compañero quejarse por la alta carga laboral que le encargaban los superiores en el cuartel debido a su posición.

Conoció a Erwin en sus primeros años en el cuerpo de policía, cuando ya se había graduado de la escuela de formación y era un simple oficial del cuartel del Este. Tras unos años de coincidir en varios procedimientos y reuniones, Erwin le pidió cambiarse al cuartel central y trabajar bajo sus órdenes, ascendiéndolo a capitán y volviéndose su mano derecha en los trabajos más complicados que les tocó enfrentar como policías de Stohess.

Su amigo siempre se había destacado por ser pulcro y organizado en sus labores, además de poseer un liderazgo que se veía magnificado por su gran sentido del deber. Muchos oficiales confiaban ciegamente en Erwin y, para ser sinceros, Levi también se vio impresionado por las múltiples cualidades que hacían a su amigo uno de los mejores policías en la ciudad; esto sólo implicó que el ascenso de Erwin fuese rápido y vertiginoso, agobiándolo con un montón de casos y responsabilidades a las que nunca le dijo que no.

Levi había recorrido un camino similar, pero era su lengua afilada lo que causaba el rechazo por parte de sus superiores, quienes lo habían mantenido alejado de los altos cargos para evitar que tuviese demasiado poder.

Sin embargo, Erwin siempre confió en él y no temía interceder por el azabache cuando la situación lo ameritaba, pues, pese a todo, llevaban a cabo con prolijidad cada una de las misiones que le fueron encomendadas y sabían que su trabajo había ayudado a muchas personas.

Ahora, frente a quien consideraba un gran amigo y compañero, sentía que no podía dar un paso atrás en su decisión, por lo que hizo acopio de toda tu entereza y valor para no titubear y formular de manera correcta su resolución.

– ¿A qué debo esta visita? – le preguntó Erwin, terminando de teclear algo en la computadora antes de dedicarle toda su atención.

– Necesito conversar contigo de algo importante. – planteó de inmediato Ackerman, recibiendo un breve atisbo de sorpresa en su alto amigo, que luego fue reemplazado por un semblante serio, muy propio de su labor como comandante del cuartel central.

– Adelante. – Erwin entrelazó sus manos y apoyó su boca contra ellas, dirigiendo esos claros ojos azules hacia el azabache, analíticos de la situación.

Levi respiró profundo y dejó salir el aire lentamente antes de decir con total determinación –: Voy a dejar el caso del Espectro. –

Había anticipado esa reacción de Erwin. Un silencio derivado del torrente de pensamientos que estarían pasando por su brillante cerebro, entrecerrando severamente la mirada y adoptando una actitud mucho más rígida, más parecida a la actitud que tendría un superior en vez de un simple amigo o compañero.

– Escucho tus razones. – lo instó a hablar, todavía manteniendo la calma ante él.

– No he sido completamente sincero respecto a mis opiniones sobre el caso. – comenzó a decir el azabache, sabiendo perfectamente las palabras que lo llevarían a explicarse. – No tengo deseos de ayudar a los millonarios a capturar al Espectro. Esta opinión y mis prejuicios contra la élite han empezado a nublar mi juicio y no considero correcto entorpecer la investigación por mis conflictos personales. –

– Nunca has dejado que estas opiniones preconcebidas entorpezcan tu trabajo. ¿Qué cambió esta vez? – la neutralidad con la que el rubio seguía cuestionando su decisión era una muestra de concentración. Erwin estaba buscando la verdad tras ese acto.

– Eren. – respondió tranquilamente, esta vez, arrebatándole un gesto sutil de sorpresa a su compañero. – He recibido amenazas de gente como Grisha Jaeger y Rod Reiss por mi relación con el chico. – informó, y nada de lo que estaba diciendo era mentira, por lo que estaba seguro de que Erwin podía detectar esto, ya que el rubio siempre fue bueno descubriendo a las personas deshonestas. – La élite de Stohess quiere que le cuide las espaldas, pero ellos no tienen problemas en apuñalar la mía cuando les conviene. No quiero trabajar para ellos. – aseveró con sinceridad, manteniendo un semblante serio y firme. Frente a él, Erwin mantuvo el silencio por otros segundos antes de seguir hablando.

– No puedo dejar que el mejor detective que tengo abandone el caso más controversial del cuartel. Menos ahora que la élite ha amenazado con contratar asesinos a sueldos y también detectives privados para proceder con sus propias investigaciones si esto comienza a dilatarse demasiado o las víctimas son tan importantes como Willy Tybur. – comenzó a decir, ahora mostrándose un poco más afligido por esa petición.

Levi se alteró al escucharlo decir aquello, pues sus peores miedos se manifestaban al saber que los millonarios comenzarían a sacar a sus peones del mercado negro, sobre todo si él decidía dejar el caso, otorgándole indirectamente más libertad a los sicarios para moverse por las calles de Stohess e intervenir en la investigación; y eso aumentaba el peligro para el Espectro… para Eren.

Tuvo un leve momento de indecisión. Si seguía con el caso, podría tratar de ayudar al mocoso, evitando que fueran estas personas contratadas por la élite quienes supusieran una mayor amenaza… Pero no. No podía hacerlo, tenía que seguir con su propósito. No podía dejar que sus amigos trabajaran arduamente para atrapar al ladrón, mientras él se enfrascaba en una misión por protegerlo de la policía y también de los círculos poderosos de la ciudad.

Debía dejar ir al ladrón de Stohess y que su futuro se decidiera sin que él intercediera, ya no más. Tenía un conflicto de interés demasiado grande con el caso y una parte importante de comenzar a arreglar el desastre que se había convertido su vida, era ser responsable con la serie de decisiones que había estado tomando los últimos meses, la mayoría de ellas en relación con Eren y el Espectro.

– Escucha… – intentó decir, volviendo a adoptar aquella determinación con la que había llegado hasta la oficina.

– Necesito de tus habilidades para resolver el caso del Espectro. – lo interrumpió su jefe y el azabache no se sorprendió, conocedor de que no sería fácil convencer a Erwin. – Has ayudado a Hange a encontrar un patrón que no habíamos visto hasta ahora… todavía necesitamos tus ideas brillantes para atrapar al ladrón. – continuó señalando, convencido de que Levi podía dejar de lado sus propias opiniones para seguir el caso; pero no era cierto. Y, en el fondo, estaba seguro de que el rubio era consciente de eso. El mismo Levi estaba seguro de aquello.

– No tengo más ideas brillantes, Erwin. – comentó él, relajando su postura al ver que su amigo se hallaba en una disyuntiva bastante grande. – Me he negado a revisar el caso en semanas porque no me siento de ánimos para ayudarles. Incluso Hange me ha hecho notar lo poco participativo que estoy en la investigación. – un suspiro exasperado salió de la boca del comandante del cuartel y fue su mirada azulada lo que enervó sutilmente al azabache.

– Lo siento, pero debo preguntar… ¿esto tiene que ver con que hayas terminado con Eren? – su rubio amigo cambió su tono de voz por uno más suave y comprensivo.

Ciertamente, todo esto se debía a Eren, pero no podía decirle a Erwin la verdadera razón para dejar el caso, sólo estaba explicando las consecuencias de este motivo en su ejercicio como detective a cargo de la investigación.

Bueno, también debía admitir que, el de hecho de que Erwin le haya preguntado abiertamente sobre la situación con Eren, le hizo sentir ese dolor al que todavía no se acostumbraba, el cual le costaba tanto sobrellevar que buscaba excusas para mantener su mente ocupada.

Estaba agradecido de que ninguno de sus amigos y compañeros del cuartel había vuelto a tocar el tema de Eren tras haberles dicho que ya no se veía con él; quizá se debió a la rotunda frialdad con la que había confesado la situación, sin dejar espacio para que le preguntaran respecto al asunto; francamente, Levi nunca divulgaba más de la cuenta sobre su vida personal y no sería la excepción en su relación con el moreno.

Sin embargo, en ocasiones parecía que tanto su pelirroja amiga como el hombre que estaba frente a él en esos instantes, querían preguntarle sobre su estado de ánimo. El azabache era consciente de que se debía el demacrado estado en el que llegaba a trabajar cuando el insomnio ganaba las batallas nocturnas y terminaba la noche en vela, así como cuando se mencionaba por mera casualidad el apellido Jaeger dentro del cuartel y él sentía que la sangre le huía del rostro y debía volver a encerrarse en su oficina; incluso, el oficial del mesón – que tanto miedo le tenía a Eren – parecía preocupado por el detective.

Ahora, pese a ocultarle el tema de la identidad del Espectro, quería ser lo más sincero posible con su amigo y compañero de trabajo, con quién siempre se habían apoyado de manera mutua, tanto laboral como personalmente. Por esta razón, sabía que mostrarse vulnerable – tan vulnerable como se sentía en ese momento de sólo sentir el vacío que había dejado la ausencia del mocoso en sus días – era necesario para hacerle entender que esta era la mejor decisión que podía tomar.

– Voy a ser honesto contigo, Erwin. – dijo con calma, controlando su respiración a consciencia para no alterarse, todavía mirando fijamente los orbes azules del hombre frente a él. – He estado tratando de dedicarme mucho a mi trabajo, buscando la manera de lidiar con mi separación con Eren. – soltó un suspiro, sintiendo un pequeño nudo en su garganta. – Me he quedado hasta tarde en la oficina, así como también he llegado temprano en las mañanas; a veces, también llevo documentos conmigo a mi departamento para volcar mi atención en cualquier cosa que no sea el recuerdo del mocoso. –

No se había mostrado así de sincero con nadie, ni siquiera con Farlan, desde que había cortado toda comunicación con el moreno y, de cierta forma, le estaba pareciendo un poco… «liberador».

Porque, tras haber cortado su lazo con el mocoso, sólo le había mencionado a sus amigos y a su hermano sobre la situación para que no le preguntaran por el moreno o se dieran situaciones incómodas; pero, más allá de decirles que ya no se hablarían, no entró en detalles sobre el asunto, ni mucho menos sobre su estado emocional. En ningún momento.

Ese estado que lo mantenía en una vigilia nocturna, tratando de olvidar y recordar – a la vez – el color de sus ojos cuando le era sincero con sus pensamientos, su sonrisa ancha y llena de comprensión, la manera que tenía de mirarlo con tanto cariño… y también de su calidez, de su piel al darle caricias cortas o abrazos inesperados.

Porque lo recordaba, incluso cuando quería olvidarlo; era como si cada parte de su vida estuviera bañada por la esencia del moreno, como si fuese un jodido fantasma y su presencia se mantuviera todavía detrás de él, a su lado, por el día y por las noches… inclusive en sus sueños.

Quería borrar a Eren y, al mismo tiempo, dejarlo grabado en su memoria como lo más hermoso y maravilloso que le había pasado en su vida.

– Levi… – la voz de su amigo lo sacó de ese mar de pensamientos, lleno de olas cargadas con sentimientos contradictorios; esos sentimientos que lo estaban llevando a tomar esta decisión en su trabajo, porque era sumamente necesario. Miró a Erwin y recuperó la determinación para seguir hablando.

– Pese a querer mantenerme ocupado en otra cosa, a someterme a más trabajo y responsabilidades, no he sido capaz de tomar el caso del Espectro para avanzar en él, considerando esta nueva pista que se ve sumamente atrayente e interesante de seguir analizando; sin embargo, veo los archivadores con el código de la investigación y simplemente lo dejo de lado… – le sorprendió la honestidad con la que estaba hablando, porque, si bien el motivo para no ver los expedientes del caso eran distintos, la consecuencia era la misma: ya no quería tener nada que ver con el caso del ladrón de Stohess. – Francamente, desde principios de año que he sentido la constante necesidad de apartarme de este caso y dedicarme a otros que, a mí parecer, son igual o más importantes que este. – añadió. Su jefe y compañero lo miró por unos momentos antes de responderle.

– Gracias por tu sinceridad, Levi. – la voz del otro detective sonó suave, hasta que el suspiro que salió de su boca cambió ligeramente su semblante a uno más autoritario. – Pero todavía te necesito. Como tu jefe, es mi deber exigirte que dejes de lado tus trabas personales con el caso y cumplas con tu deber. – las palabras del hombre sonaban a una orden, pero Levi se permitió curvar una débil sonrisa al notar la duda que presentaba el más alto, cuando sus cejas temblaron y pretendieron cambiar su gesto por uno más comprensivo y arrepentido.

– Erwin… – le llamó con calma. – Ambos sabemos que este caso es mucho menos serio de lo que parece. La urgencia que tiene es debido a la presión de los miembros de la élite que temen ser víctimas del ladrón… pero es un simple robo. El valor total del atraco no es siquiera la décima parte de sus fortunas. – no era por avalar el delito del mocoso ni tampoco pretender que robar era una simpleza, sino que había algo más importante que esos atracos. – Hay casos mucho más graves, como el asesinato del hijo del juez a mano de narcotraficantes, los secuestros de niños y niñas por parte de las redes de pedofilia, la violencia sistemática y constante en casos de feminicidio y maltrato animal. – había mucha violencia en la ciudad, había mucha gente sufriendo por serios delitos… había mucha gente a la cual ayudar. – ¿En serio crees que deberíamos darle tanta prioridad a un ladrón? –

– Ya sabes cómo funcionan las cosas aquí. – empezó a discutir el otro, poco convincente, ya que ni él mismo se creía todo ese asunto. – Nosotros no damos las órdenes, las recibimos. Eso fue lo que nos enseñaron y nos metimos en esto plenamente conscientes de la corrupción que hay, incluso dentro de la misma policía. –

– Pero mira todos los casos que tienes aquí, Erwin. – señaló el azabache, subiendo el volumen de su voz e indicando la cantidad de papeles en la superficie que lo separaba del rubio. – Pareces construir una jodida muralla a tu alrededor, encerrándote en tus labores con la institución. –

Levi tomó un respiro, sabiendo que era necesario hacerle entender algo más importante a Erwin; más serio que simplemente dedicar recursos y energías en un ladrón, más importante que trabajar para los millonarios y para los líderes de la policía…

Y esto era sus propias vidas.

– Algo que he aprendido en el último tiempo es que somos unos putos adictos al trabajo. – su compañero se mostró un poco inquieto, manteniendo sus ojos fijos en el más bajo. – No tenemos más vida que trabajar para esta sucia ciudad y nos dicen que es nuestro deber por ser policías, pero no somos sólo policías, Erwin. Somos personas que merecemos descanso y tiempos libres para hacer lo que se nos dé la gana. – la mirada sorprendida de su amigo le dio ánimos para seguir su discurso. – ¿Hace cuánto tiempo no duermes sin tener que despertar por un llamado del cuartel? ¿Hace cuánto no te das el tiempo de leer un buen libro o ver una película? Demonios, Smith, ¿hace cuánto no tienes una jodida cita? – sintió vergüenza de plantearle eso y, evidentemente, su amigo se puso un poco nervioso ante esta mención. – Sí, juramos lealtad a la institución y juramos dar nuestra vida por proteger a las personas de la ciudad; pero tenemos que poseer una vida primero para poder ofrecerla ¿no crees? –

– Entiendo lo que quieres decir, Levi. – trató de explicarse su amigo, pero el azabache lo detuvo.

– Lo sé. – dijo, usando un tono ronco por la determinación que sentía de estar haciendo lo correcto. – Por eso te ofrezco ayuda, idiota. – Erwin lo miró enarcando una ceja por su comentario. – Dejaré el caso del Espectro para ayudarte más con el resto de las investigaciones. Compartiremos el trabajo para que tengamos tiempo libre los fines de semana y te llevaré a un puto bar a que te distraigas con alguien por unos minutos. – la espontánea risa del rubio le sorprendió brevemente, pues se mostraba por completo relajado ante él.

– No es necesario usar ese vocabulario, Levi. Se supone que era una reunión formal. – era cierto, al principio intentó contenerse y hablar sin soltar palabrotas, pero en su esfuerzo por mostrarse sincero, terminó actuando con naturalidad para hacerle entrar en razón a su amigo. Por lo cual, tras mirarlo atentamente unos segundos, volvió a hablar.

– ¿Qué dices, grandulón? – preguntó el detective. – Volvamos a tener una vida aparte de ser unos viejos policías de mierda. – el otro detective pareció meditar por unos instantes sus palabras, hasta finalmente erguirse y mirarlo fijamente, curvando una sonrisa en su dirección.

– De acuerdo. – aceptó, haciendo que Levi se sintiera, curiosamente, feliz, como hace días no se sentía. – Pero tú tendrás que avisarle a Hange que ya no seguirás con el caso. – señaló, ensanchando su sonrisa; esa sonrisa que buscaba desligarse de problemas que él no quería abordar, como cuando lo mandó a los estúpidos seminarios en Mitras.

– Demonios, Erwin, eres un dolor en el trasero. – le espetó, agotado mentalmente pues, si le había costado convencer a Erwin, Hange sería mil veces peor. – Pero agradezco tu comprensión y apoyo con esta decisión. –

– Y yo agradezco tu sinceridad, querido amigo. – esto último hizo que Levi quedara sin palabras por unos instantes, porque ese gesto de Erwin reflejaba un cariño muy grande entre ellos, un compañerismo que fueron construyendo tras años pasando por un montón de situaciones, cada vez más dolorosas y difíciles; y ahí estaban, todavía apañándose mutuamente por tratar de cumplir sus sueños y objetivos. – Sabes que si necesitas hablar, de cualquier cosa, puedes recurrir a mí. No soy bueno con temas amorosos, pero, ya que quedaste de invitarme a un bar, te tendré que cobrar la palabra. – Levi no pudo reprimir la carcajada que escapó de sus labios. Erwin realmente era un gran amigo.

– Sin cervezas raras, ¿de acuerdo? –

– De acuerdo. – respondió él, imitando su sonrisa torcida.

Al dejar la oficina de Erwin tras redefinir los casos que tendría asignados de ahora en adelante, se sintió ligero, menos estresado y un poco más animado; si bien ahora tenía a cargo cinco casos complicados – en compensación por dejar la investigación del ladrón de Stohess – no tenía ese ruido molesto en su cerebro, amenazándolo con un dolor de cabeza terrible como cada vez que pensaba en su trabajo y, sobre todo, en el caso del Espectro.

Levi quería hacerse cargo de más investigaciones, de aquellas en las que podría poner toda su dedicación para ayudar a las personas que lo necesitaban, en vez de dedicarse tanto a un caso al que nunca le daría solución, pues su solución ya tenía nombre y apellido y se hallaba muy lejos de él, tanto física como sentimentalmente.

Su alivio se vio mermado sutilmente cuando se reunió con Hange y Moblit y les conversó sobre su decisión – ya aprobada por Erwin – y la pelirroja estalló en gritos de desesperación por no tener su ayuda con el caso y preguntándole una y otra vez si había ocurrido algo más, si tenía que ver con lo poco que había descubierto con los peritajes; así como también le preguntó si estaba muy mal psicológicamente por el tema de su ruptura con Eren y, de igual forma que con Erwin, tuvo que sincerarse más de lo que había pretendido.

Y, nuevamente, se sorprendió de saberse libre de ese dolor, de poder compartirlo con sus amigos y que ellos le dieran palabras de aliento o intentaran apoyarlo, inventando planes para salir y conocer a alguien.

"Un clavo saca a otro clavo" había mencionado Hange, pero Levi la mandó a la mierda por eso y siguieron compartiendo unos momentos más hasta que el azabache decidió regresar a su oficina para ponerse a trabajar en los nuevos casos que le habían asignado, determinado a seguir cumpliendo con su deber de la mejor manera posible.

Definitivamente, era la mejor decisión que había tomado en su vida laboral.

Sin embargo, no podía quitarle méritos al mocoso por esta decisión. Era innegable que dejar el caso nació tras su conversación con Farlan el sábado recién pasado, debido a que estaba muy involucrado con el criminal tras el Espectro; pero, a su vez, la manera en que Eren le había hecho notar la miserable vida que estaba teniendo – con sus rutinas agobiantes y sobreexplotadas debido a su trabajo –, le dio un nuevo sentido a la respuesta que siempre compartía con su hermano: «sobrevivir» es muy distinto a «vivir», y él no había disfrutado su vida en mucho tiempo, tras cargar con delitos terribles y la culpa que lo carcomía cuando se daba cuenta de que había muchas personas a las que no podía salvar.

Al notar que necesitaba ese cambio en su vida, ese cambio que en algún momento se debió a Eren y sus encuentros – quien lo llevó, increíblemente, a retomar más el contacto con su antiguo hogar, con su familia e Isabel –, sintió la necesidad de hacerle ver a sus amigos que también tenían que salir de ese terrible círculo vicioso laboral en el que estaban, y comenzar a disfrutar sus propias vidas como ellos querían.

Sonrió al sentarse en su escritorio; sonrió porque Eren seguía dándole enseñanzas, seguía cambiando su vida incluso cuando no se veían hace más de dos semanas…

¿Qué estaría haciendo ese jodido mocoso?

¿Lo extrañaría tanto… como él lo hacía?

 

~*~~~*~~~*~

 

Eren llevaba caminando un buen rato tras haber salido de la universidad. Había tenido un examen esa tarde en el que, desgraciadamente, no le había ido muy bien; y es que su mente estaba en otra parte, incapaz de conectarse correctamente con su cuerpo y poder hacer las cosas con normalidad. ¿Cuánto llevaba en ese estado? El chico lo sabía a la perfección: exactamente veintidós días desde la última vez que había conversado con Levi en el departamento de este.

Le habían dicho que con el pasar de los días dolería menos, que retomaría sus rutinas con normalidad y seguiría adelante; quizá llevaba muy poco tiempo en esa situación, pero lo cierto era que cada día dolía más; cada día su añoranza por ver a Levi opacaba sus ánimos de cualquier cosa, haciendo que incluso su estómago doliera en algunas ocasiones, cuando era incapaz de sobrellevar el hecho de que había perdido al detective, justo cuando pensaba que se cumpliría su deseo más profundo de estar con él.

Divagaba entre recuerdos del azabache y los constantes discursos que se decía mentalmente para no ir a molestarlo, para no llamarlo, pese a que había noches donde no podía contener el llanto y dejaba que este brotara de él amargamente, empapando la almohada sin control.

Su mente estaba en un lugar muy lejos, quizá en una realidad paralela donde no era el Espectro, donde había tomado otras decisiones para estar junto al policía… ¿lo habría querido de todas formas? ¿le habría, si quiera, dado la oportunidad de conocerse si fuese únicamente Eren Jaeger?

Ya se había hecho estas preguntas antes; de hecho, lo hacía casi a diario, sabiendo de antemano la respuesta: el Espectro era lo que lo unía a Levi.

Si no fuese porque había visto al capitán dejar escapar a un ladrón, no habría sentido posible la idea de que la justicia, a veces, no era tan correcta como aparentaba; si no fuese el ladrón de Stohess, no habría sido apuñalado esa noche y el detective no lo hubiera salvado de morirse desangrado; si no fuese el ladrón, el policía no le habría hablado en la fiesta de Rod Reiss…No, si no fuese por el Espectro, probablemente Levi y él jamás se habrían conocido.

Sus pensamientos lo habían distraído lo suficiente para no notar que el camino que había tomado para volver a su casa no era el correcto, sino que sus piernas lo habían guiado hasta el cuartel central, alzándose humildemente en la calzada frente a la cual él se había detenido en ese momento.

Eran pasado las siete de la noche, la ciudad ya había sido invadida por la oscuridad del crepúsculo, pero los edificios mostraban sus luces interiores y los faroles alumbraban las calles para guiarlo, casi directamente, hasta ese edificio.

Su mirada viajó hasta el segundo piso, donde la ventana de la oficina de Levi mostraba que el detective seguía ahí trabajando, porque podía verse la luz de la lámpara de escritorio que él prefería usar en vez de la luz del mismo cuarto; su adicción al trabajo había vuelto en gloria y majestad y, de cierta forma, esperaba que fuera un mecanismo para evitar pensar en él, en la situación entre ambos, para no tener que extrañarlo en sus momentos libres.

Soltó una carcajada sin gracia, porque era egoísta querer que Levi sufriera por la separación; pero, quizá, esto le daba ese pequeño atisbo de esperanza de que todavía lo quisiera, de que lo extrañaba y que, incluso, podría reconsiderar la situación y volver a conversar las cosas.

No. No era así de simple, razonaba Eren. Sus fantasías imposibles no tenían cabida en la realidad, no en esa ciudad ni en sus vidas; no si su relación podía lastimar a Levi.

Se quedó de pie sobre la acera, sin despegar su vista de la ventana que lo dejaba imaginar al policía en su silla de trabajo, peleando con la computadora y concentrándose en leer papeleo sobre sus casos; hasta que una silueta se asoma por los vidrios de esa oficina, dejando ver el cabello azabache del detective que se acercaba hasta la ventana para proceder a cerrarla, seguramente para, finalmente, marcharse a su casa.

Su corazón latió descontrolado al ver el rostro pálido del policía, con su ceño fruncido y un semblante serio. Estaba usando una camisa blanca que hacía que su hermoso cabello negro resaltara en su figura.

Se sentía idiota, pues debería irse antes de que lo viera ahí, como un acosador; pero sus piernas no le respondían, ni siquiera era capaz de apartar su atención sobre la silueta de Levi… Y fue cuando sus miradas se encuentran en esa brecha de calle.

Notó de inmediato la sorpresa en el rostro del otro, abriendo sus ojos grises con tanta impresión que sus cejas se alzaron y formaron una arruga en su frente de porcelana; le sostuvo la mirada unos instantes, como si dibujaran un hilo invisible que sujetara sus rostros para no apartar la atención del otro, como volviendo a recordarse.

Tras unos breves instantes de miradas confusas entre ambos, Eren simplemente sonrió; sonrió porque, en ese momento, ver a Levi, aunque fuese en esas circunstancias, a lo lejos, sin poder conversar con él ni nada más allá que una lucha incesante de miradas, le bastaba para sentirse vivo otra vez.

Su mente y su cuerpo se habían negado a vivir cualquier emoción tras separarse del detective y, ahora, era como si lo hubiera abordado cada una de esas sensaciones, logrando que temblara en su lugar; sin embargo, esa mera sensación de sentir un cosquilleo en su estómago por ver al mayor, le alegraba montones. Su corazón saltaba sin descanso y se sabía brutalmente sonrojado cuando alzó ligeramente su mano, moviéndola apenas de un lado a otro a modo de saludo.

Este gesto sorprendió más al detective, quién pareció sobresaltarse en su lugar; y, tras otro breve momento en donde se observaban fijamente, notó que el hombre soltaba un suspiro para proceder a apartarse de la ventana.

Un poco de miedo lo invadió cuando se percató de que la luz de la oficina del detective se apagaba, lo que significaba que el otro saldría de ahí y, probablemente, tendría que pasar por esa puerta doble del cuartel central que ahora parecía separarlos en dos mundos completamente opuestos.

Es decir, ¿el azabache saldría por esa puerta? ¿o preferiría marcharse por la salida trasera del cuartel para evitarlo? ¿y qué pasaría si el mayor saliera a la calle y se encontraban? ¿se atrevería a hablarle? ¿lo ignoraría?

Su estómago se revolvía y sus manos temblaron ligeramente cuando vio la puerta del edificio abrirse y dejar ver a Levi saliendo del cuartel, con sus cejas fruncidas en un gesto molesto – muy usual de él –. No traía una chaqueta consigo, ya que el clima se encontraba lo suficientemente cálido a esas alturas del año, dejando ver su delgado cuerpo marcarse por el traje que usaba cuando debía trabajar.

En cuanto estuvo completamente fuera del edificio, Levi se quedó observándolo fijamente, con las manos en los bolsillos de sus pantalones negros; sólo los separaba esa calle de doble sentido por la que pasaban muy pocos autos en ese momento; de hecho, no era capaz de percibir tanto ruido alrededor, tal vez porque todos sus sentidos se encargaban de darle prioridad al azabache que, justo en ese instante, comenzó a moverse para acercarse a él.

Se maldijo internamente por olvidarlo, pero el detective era realmente hermoso. Su cabello lacio enmarcaba a la perfección la forma de su rostro pálido y su mirada grisácea le daba un estilo diferente al resto de las personas que el chico conocía, tan exótico y misterioso; lucía fuerte e imponente, pero, como Eren ya lo conocía lo suficiente, había algunas señales que le indicaban la incomodidad que sentía por ese encuentro casual.

Unos breves momentos más compartieron un silencio tenso, dándole toda la responsabilidad a sus posturas y miradas para expresar lo que sus mentes y corazones querían verbalizar; hasta que fue el chiquillo quien decidió romper ese mutismo, con el único propósito de escuchar la voz del otro.

– Pensé que habías dejado tu adicción al trabajo, Levi. – su voz le sonó un poco ajena, quizá porque la emoción le hacía hablar levemente más agudo y tuvo que aclararse la garganta, agachando la mirada al sentirse avergonzado ante esos orbes tormentosos que no se apartaban de él.

– Es más fácil trabajar a estas horas. El teléfono no suena con tanta frecuencia. – comentó el hombre. Su voz casi le hizo temblar de alegría, emoción y nostalgia. Parecía que su corazón había efectuado una danza bajo su pecho con sólo escucharlo hablar. – ¿Qué haces por estos barrios? – preguntó entonces el detective, haciendo que Eren sonriera un poco más.

– No te preocupes. No te estoy acosando. – aclaró inmediatamente, notando el nerviosismo de Levi ante su comentario. – Salí hace poco de un examen y, honestamente, no me fue muy bien. Así que me castigo caminando de vuelta a casa… Pero creo que divagué demasiado y tomé otro rumbo. – rascó su nuca al darse cuenta de la tonta explicación que estaba dando; sin embargo, el azabache soltó una corta carcajada, que bastó para que sus labios se curvaran en una tenue sonrisa.

– Es porque estudias una mierda, Eren. Nunca saldrás de la universidad si no te esfuerzas. – parecía un regaño común, de esos que usualmente le hacía el detective, y el chico sintió ganas de llorar. – Estás delgado. – señaló, de pronto, el más bajo, haciendo que el chico hiciera una mueca que imitara una sonrisa.

– Estoy en época de exámenes, no me juzgues. – respondió, nuevamente agachando la mirada. Luego, le dio un vistazo al detective, quien también parecía más delgado de lo que recordaba. – ¿Cuál es tu excusa? – le preguntó de vuelta, viéndolo tras sus pestañas.

– Digamos que vivo en una permanente época de exámenes. – Eren no pudo evitar reír por su comentario, acabando por morderse el labio inferior para no lucir demasiado nervioso.

– Te juro que no planeé venir a verte. Sólo… pasó. – dijo entonces, volviendo a romper el silencio entre ellos. – No te seguiré molestando. Así que pretenderé que tengo que ir en otra dirección a la que tú tomes. – soltó un suspiro tras decirlo, porque, en el fondo, quería seguir ahí conversando con él, preguntarle si lo había extrañado tanto como el chico lo había hecho; quería saber si todavía consideraba que era malo estar juntos, siquiera como amigos… Pero, ciertamente, ni siquiera sabía qué decirle en ese instante. Estaba completamente fuera de sí, incapaz de encontrar algo coherente para hablar con el detective.

– Tranquilo, mocoso. – calmó el hombre con su tono grave. – No me molestas. – señaló con más tranquilidad, también exhalando con fuerza y desviando su mirada.

Otro momento más de silencio entre ellos. Eren sabía que el policía también se encontraba incómodo y sin mucho que decir; después de todo, ¿qué podrían decirse? El chico tenía ganas de abrazarlo y pedirle otra oportunidad; quería decirle que seguía estúpidamente enamorado de él y que no había dejado de pensar en su relación, intentando buscarle una solución a los problemas que los envolvían, una que no le provocara tanto dolor y preocupación al azabache…

¿Dejar de ser el Espectro era la única opción?

– Levi. – el chico y el azabache dijeron el nombre contrario de manera simultánea, sonrojándose al instante cuando se dieron cuenta de que querían llamar la atención del otro y no marcharse de inmediato.

– Escucha. – se apresuró a decir el mayor, demasiado nervioso ante ese repentino arrebato que ambos tuvieron. El detective tomó una bocanada de aire y luego exhaló, incapaz de encontrar las palabras adecuadas. – Tch, demonios. No sé qué decirte, mocoso de mierda. – soltó de mala gana, frustrado e incoherente.

– Dime que me extrañas. – pidió el chico con una sonrisa rota, a punto de ponerse a llorar. – Creo que me dará, al menos, un día más de vida para soportar esto. – confesó cuando un sollozo amenazó con interrumpir sus palabras.

– Eren... –

"Sigue diciéndolo…", pensaba el chico. "Sigue diciendo mi nombre, por favor." Era lo único que quería, escuchar su nombre de los labios de Levi, cargando un montón de emociones que lo hacía sentirse comprendido por el otro.

Nunca creyó que alguien como Levi se fijaría en él; aun recordaba lo fascinado que estaba por el azabache mientras estaba en el instituto y las tantas fantasías que tenía con que se toparan en la calle, en una fiesta, en una simple cafetería y se pusieran a conversar; había alucinado con su voz varonil llamándolo por su nombre tantas veces, pero ninguna le hacía sentir esas mil mariposas que, en ese momento, sentía de sólo escucharse nombrar por el famoso detective Levi Ackerman.

Justo cuando estaba por dejar que las lágrimas salieran sin control y se largara corriendo de ahí, el teléfono de Levi suena entre ellos. El hombre hizo una mueca de enfado y pareció negarse a contestar, sólo porque todavía parecía querer acercarse a abrazarlo – o golpearlo, no lo tenía claro –; sin embargo, su celular siguió sonando y, tras una audible maldición, el hombre sacó el aparato del bolsillo de su pantalón y miró la pantalla.

En ese preciso instante, el chico sintió que todas sus emociones pasaban a segundo plano, porque el gesto que dibujó el detective en su rostro era de completa incredulidad, incluso preocupación, y una alarma que se propagó hasta contagiarlo a él.

El azabache marcó un número apresurada y torpemente, llevándose el teléfono a la oreja un poco desesperado. Cuando contestó, Eren sólo pudo escuchar el nombre de Farlan seguido de preguntas confusas como "¿qué pasó?", "¿cómo están?" "¿en qué hospital?".

Esa última pregunta hizo reaccionar al moreno. Algo había pasado, probablemente, con los chicos de la casa de acogida, porque el semblante de Levi reflejaba un horror que nunca había visto.

Sin tiempo que perder, dirigió su atención a los autos que pasaban por esa calle y, en seguida, divisó un taxi que venía vacío en su dirección y no dudó en hacer que se detuviera. Entonces, y apenas Levi cortó la llamada, Eren lo tomó de la mano para hacerlo entrar al vehículo, comprendiendo a medias lo que estaba ocurriendo.

El detective le siguió sin rechistar, indicándole al chofer que los llevara hasta uno de los hospitales de la zona este.

– Puedes decirme qué ocurrió. – mencionó el moreno cuando vio que Levi sostenía con fuerza el puente de su nariz, incitándolo a confiar en él. El automóvil se había puesto en marcha y ellos se encontraban sentados en el asiento trasero.

– Jean, Connie y Sasha sufrieron un asalto violento. Están en el hospital. – informó. – Farlan está completamente asustado, recién llegó al lugar y no han podido darle información sobre su estado. ¡Maldición! – el hombre sujetó con fuerza sus cabellos oscuros en un gesto de total frustración y, también, de miedo. Eren hizo acopio de todo su valor para ponerse más firme y tomar la mano de Levi entre las suyas, sujetándola con fuerza.

– Mantén la calma, llegaremos pronto y te ayudaré a rescatar información. – aseguró, transmitiéndole seguridad ante esa situación tan desesperante como no saber el estado de salud de un ser querido.

– No es necesario que vengas, Eren. De verdad. – trató de decir el detective, sosteniendo de vuelta la mano del moreno y permitiendo que él se calmara lo suficiente.

– No te dejaré solo, así que déjame acompañarte. – le pidió, acariciando suavemente el dorso de la mano de Levi.

No es que pretendiera aprovecharse de la situación. Levi había estado en momentos muy complicados en su vida, ayudándolo sin tanta palabrería de por medio, guiado por su amabilidad y sobreprotección característica que tanto le maravillaba; por lo mismo, Eren quería devolverle el favor, por aquella vez en que curó su herida en un edificio abandonado; por esa ocasión cuando lo cuidó de una fiebre, incluso cuando se suponía que venía molesto a discutir por su atraco como el Espectro; y por todas las veces que Levi había actuado inmediatamente para protegerlo y cuidarlo…

Ahora, era su turno de ser ese pilar en esos momentos de incertidumbre, mientras el taxi avanzaba con rapidez por las calles de Stohess en dirección al hospital, al mismo tiempo que sostenía con firmeza la mano de Levi y trataba de brindarle apoyo y tranquilidad, pues no lo dejaría solo.

Ni ahora, ni nunca.

 

 

Notas finales:

Ok. Siento que en cualquier momento me vendrán a linchar.

Quiero partir diciendo que me gustó un montón redactar este capítulo, porque creo que la resolución de Levi y su conversación con Erwin es un paso en su proceso de ordenar su vida y dejar de lado esos malos hábitos de exigirse tanto, así como también de culparse por cosas que no tienen solución.

Por otro lado, el encuentro casual entre Eren y Levi fue inspirado en la canción "Casualidad" de la banda argentina "Miranda!" por si quieren escuchar el tema tras leer – spoiler: pueden querer llorar al hacerlo porque la reproduje una y otra vez mientras escribía .

No tengo mucho que agregar sobre este capítulo, espero que les haya gustado y, ciertamente, se vienen capítulos más densos en la trama, así que de nuevo les pido harta paciencia. Nuestros personajes necesitan crecer un poquito más todavía.

Lo que sí tengo que agregar es una sincera disculpa por demorarme en actualizar.  No sé si lo había mencionado con anterioridad, pero tengo varios capítulos adelantados respecto a los que voy publicando, así no corro riesgos de hiatus innecesarios por falta de inspiración  y motivación  que me pasa mucho –. El tema es que publicarlos requiere que le de un par de leídas extras mientras corrijo cosas de redacción y de confección y, como toma tiempo, suelo darme días para hacerlo; este último tiempo sí he estado muy desmotivada y no digo esto para darles pena o algo, sólo para sentar un contexto de que, probablemente, la próxima actualización también demore cerca de dos semanas. 

Muchas gracias por el apoyo constante, en serio, pese a que la situación entre los protagonistas está muy delicada. Una parte de mí creyó que el apoyo en la historia se iría en picado tras este hecho, pero su constancia me sigue dando energía para redactar lo que sigue.

Cuídense mucho, les deseo el mejor de los éxitos y les mando un abrazo por si se ponen a llorar (:

¡Nos vemos!


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