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Criminal - [Ereri] por L_inverse

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Notas del capitulo:

¡Hola a todos y todas! Espero que se encuentren muy bien. Hoy traigo otro capítulo - me atrasé por un día, quería actualizar ayer, pero estaba un poco cansada. -

Ya, no más preámbulos, conversamos al final.

¡Disfruten! 

Advertencia: Este capítulo puede contener un escena ligeramente subida de tono (no es lemon) y con lenguaje explicito. Por favor, sean prudentes al leer.  (Cumpliendo con las normativas de wattpad)

 

Odiaba estar así en esos momentos.

Una de las tantas cosas que le gustaba de Levi era su forma tan particular de notar inmediatamente cuando algo estaba mal en él.

Ciertamente, Eren había aprendido muy bien a disimular sus emociones frente al resto de las personas — su padre le había enseñado a ser cordial y respetuoso, incluso cuando no le agradaban las personas con las que conversaba — por lo mismo había adquirido la habilidad de sonreír educadamente y conversar de manera amable desde muy niño.

Esas habilidades le habían servido para disimular las muchas veces que había estado molesto con su padre o con Zeke, así como también su tristeza para que nadie cuestionara lo que pasaba por su mente; era consciente de que amigos como Armin detectaban su falsedad… pero Levi siempre fue extremadamente bueno para leerlo y, por supuesto, le encantaba eso de él.

Pero justo ahora le hubiese gustado saber disimular mucho más sus emociones frente al detective, quién le había ofrecido ir a verlo tras salir del trabajo esa tarde, pese a no ser viernes — como ya habían decretado entre ellos — y es que, apenas abrió la puerta, el semblante entusiasmado de Levi había cambiado abruptamente al verlo, casi como si pudiera oler su inquietud y su miedo ante su visita.

Era innegable que le había encantado esa espontaneidad del detective por salir de la rutina y verse entre semana — siendo apenas martes y considerando que habían pasado prácticamente todo el fin de semana juntos —, sobre todo porque últimamente tenía la impresión de que su pareja tenía mucho menos tiempo libre con todos los nuevos casos asignados y el gran esfuerzo que estaba haciendo por demostrar que valía la pena la decisión aceptada por su jefe — Erwin — de que abandonara el caso del ladrón de Stohess.

Y ahí se hallaba el problema. En que todavía sentía un miedo tremendo por lo que pasaría una vez que concretara el robo que se llevaría a cabo en dos días.

Ahora, Levi lo miraba con esos ojos afilados muy fijos en su persona, con un escrutinio calculador que parecía formular un montón de preguntas en su mente prodigiosa y tratar de hacerle sentido a su inquietud y nerviosismo.

—   Si no querías que viniera tendrías que haberlo dicho por teléfono. — le soltó el mayor, con una molestia evidente mientras se llevaba las manos a los bolsillos de los pantalones oscuros de su traje.

—   ¡No! Espera, no es lo que tú piensas. — se apresuró a decir el chico, acercándose hasta el azabache quien se hallaba junto a la isleta. — Me encanta que hayas venido, juro que sí… — afirmó, fijando su mirada verde sobre los ojos grises contrarios. Levi sopesó sus palabras, entrecerrando la mirada para observarlo todavía lleno de dudas.

—   Entonces… ¿qué pasa? —

Algo en su interior se revolvió y, de pronto, sentía nauseas. Se obligó a mantenerse firme frente al más bajo, intentando no evidenciar ese miedo que palpitaba bajo su piel y se arrastraba por todo su cuerpo, haciéndolo temblar, sudar… ¿Por qué demonios tenía que ser tan inseguro?

Desde la visita de Mikasa se había mostrado diferente, más convencido de que nada afectaría su actual relación con el detective, a menos que fuese algo relacionado a ellos mismos — como Eren y Levi sencillamente —; no obstante, tras la marcha del detective el día domingo y el maravilloso fin de semana que habían compartido — incluso tras esa ridícula apuesta —, comenzó a ser agobiado por esa incontrolable ansiedad ante la incertidumbre de lo que ocasionaría ese robo en su vida… en muchos aspectos de ella.

—   Oi, mocoso. — Levi estiró su mano y la apoyó en la nuca del chico. Acarició suavemente esos mechones de cabello que escapaban del moño que traía y endulzó sus facciones para mostrarse más comprensivo. — Me estás preocupando… — admitió.

—   Lo siento tanto. — Eren se abrazó a la cintura de Levi, recargando su frente sobre el hombro contrario y dejaba que el detective alzara sus manos para rodearle cuello. — Estoy… preocupado. —

—   Somos dos. — reconoció el tono de Levi, sabiendo que estaba intentado bromear un poco para aligerar la situación, por lo que lo estrechó con más fuerza contra él, incrustando su nariz en el cuello expuesto del policía y embriagándose con su aroma, dejando que este le devolviera la calma. — Es sobre el Espectro, ¿no? —

Eren no pudo hacer más que tensarse y, de pronto, querer huir de ahí. No sabía cómo mirar a Levi después de que este descubriera lo que ocurría — de hecho, tampoco es que le sorprendiera que llegara a esa conclusión. Levi siempre le había hecho justicia a su título como el mejor detective de la ciudad y, además, podía interpretar sus silencios y gestos como nadie en el mundo —.

—   Está bien. No me digas nada. — la suavidad con la que el azabache todavía lo abrazaba, incluso con la que acariciaba sus cabellos, lo llenó de una tristeza demasiado grande. Aún sentía que ponía en demasiados aprietos a Levi con el tema del Espectro, que le causaba problemas y disyuntivas éticas y morales. Se odiaba por hacerlo, se odiaba porque no quería hacerlo sufrir. — Sólo quiero saber algo… —

—   Dime… — murmuró, todavía escondido en el cuello contrario, incapaz de soltarse de Levi.

—   ¿Estás asustado porque crees que me alejaré? — el chico suspiró y, tras un instante de silencio, simplemente asintió. — No lo haré, Eren. Tranquilo… — había mucha seguridad en las palabras del otro, tanto así que hizo acopio de valor para erguirse y mirarlo.

Había fruncido las cejas y tenía mucha vergüenza de encontrarse con la mirada afilada de Levi, aquella que a veces era más sincera que sus palabras; sin embargo, al hacerlo, se encontró con una tenue sonrisa en su dirección y sus orbes cuales tormentas eran más claros que el agua cristalina de una fuente de deseos, reflejando los anhelos de Eren de que él no lo dejara.

—   Pensé que había dejado en claro mis sentimientos hacia ti. —

—   Lo hiciste… — dijo el chico, sonrojado hasta las orejas. — No puedo creer que de nuevo caí víctima de mi inseguridad. Cuánto lo siento. —

—   No te presiones. Entiendo que estas actitudes no cambiarán en tan poco tiempo, no con todo lo que ha pasado entre ambos. — mencionó el hombre, acariciando la mejilla del chico, todavía observándolo fijamente. — No me hace gracia lo del robo, es verdad. Preferiría que lo dejaras… pero tenemos un acuerdo. Quiero estar contigo. — aseguró, tan determinado como aquella tarde de martes en donde le dijo lo mismo, sentados en el asiento del SUV del cuartel, en ese estacionamiento público.

—   ¿Cómo puedes ser tan maravilloso, Levi? — le preguntó, con tanta seriedad que el otro pareció sorprenderse. Eren acunó el rostro contrario y juntó sus labios en un beso corto y suave. — ¿Qué haría sin ti? —

—   No tendrías estos ataques de nervios. — señaló el mayor, enarcando una ceja. Eren puso los ojos en blanco, recordando que Levi no era exactamente muy romántico o, tal vez, le avergonzaba cuando la conversación se ponía más cursi y melosa.

—   ¿De verdad… está todo bien entre nosotros? —

Levi hizo un gesto con su boca, acompañado con su mirada azul grisácea, que se le antojó ridículamente… atractivo. A penas si tenía curvada una de las comisuras de sus labios y parecía adoptar una expresión más provocadora, más segura y determinada… más seductora.

No se dio cuenta de que cayó derechamente en esa trampa hasta que los labios del azabache estaban sobre los suyos, robándole un beso mucho menos suave de los que usualmente le regalaba; no, este parecía más atrevido, saboreando los carnosos labios del universitario con un ritmo constante, al mismo tiempo que usaba su mano — aún sobre la nuca del joven — para atraerlo hacia él, dominante.

Con vergüenza, se encontró suspirando en la boca contraria tras un ligero escalofrío placentero que descendió por toda su columna cuando la punta de la lengua del detective delineó su labio inferior, tentándolo a abrir la boca y dejarlo entrar… y lo hizo. La suavidad y lentitud con la que fue invadido por la lengua del azabache le hizo temblar otra vez, notando cómo su pareja parecía sonreír entre medio del beso, totalmente triunfal.

¿Y qué más daba si mostraba que lo tenía a su merced con tan sólo besarlo? Creía haber tenido un par de asombros besos con Levi, pero este tenía un sabor más excitante y sugerente, tanto así que el chico no reparó en el momento en que había arrinconado al detective contra la isleta, delineando suavemente la cintura de este mientras dejaba que la traviesa lengua de Levi explorara su boca a sus anchas y consciente de que cada vez que su propia lengua se encontraba con la del mayor, su cuerpo sufría otro temblor que lo hacía suspirar.

No suspirar: Gemir.

De pronto, fue el suspiro de Levi el que lo hizo delirar, en el momento exacto en que había apretado con más fuerza su agarre en torno al cuerpo del detective, sujetando sus caderas y pegándolas a las de él, buscando la forma de tocar su piel bajo la camisa sin parecer desesperado en el intento; sin embargo, lo estaba. Estaba necesitado de esa piel pálida que se escondía tras la tela de color blanco y que, si bien lo hacía lucir elegante y atractivo, ahora le molestaba horrores.

Sin embargo, fue Eren quién terminó por soltar un audible gemido en cuanto la mano de Levi, aquella que había descendido desde su cuello, pasando por sus hombros y contorneando la silueta del moreno, se había hecho espacio por debajo de la camiseta de algodón que portaba esa tarde, tocando su abdomen ligeramente con la yema de sus dedos.

Era absurdo, pues no recordaba ni siquiera lo que estaban conversando anteriormente, no tenía otra cosa en mente más que la información que llegaba a su cerebro, cargada de las sensaciones tan estimulantes que dejaban el roce de su cuerpo con el del detective; ese atrevimiento de juntarse con tanta necesidad, como si quisieran ocupar el mismo espacio físico a la vez, suspirando entremedio de ese beso sediento de más, de más de esas sensaciones que, hasta ese punto en su relación, no había experimentado.

Y es que Eren siempre había respetado a Levi cuando hablaban de llevar la relación con calma y, pese a morirse por acariciar su cuerpo completamente y sin obstáculos — como la ropa —, se había abstenido, conformándose con efectuar suaves caricias cuando podían besarse más libremente o incluso cuando se abrazaban.

Pero ahora, definitivamente Levi lo estaba torturando con sus caricias sutiles y apenas roce de su piel que se erizaba tras el camino que sus manos recorrían debajo de su camiseta. Encima, todavía tenía su lengua acariciando su paladar y danzando con la propia mientras sus bocas se abrían para darle más espacio a aquel baile placentero.

Estaba perdiendo el control, aunque, en ese instante, tenía la impresión de que nunca lo tuvo, que era el azabache quien llevaba la situación pese a tenerlo casi sobre la isleta, tentado de tomarlo entre sus brazos y llevarlo hasta la habitación para ver si seguía siendo tan dominante cuando Eren se tomara en serio ese asunto y ya no se contuviera más.

Hasta que se separaron abruptamente.

No. No fue por culpa de Eren y su indisimulable erección. Tampoco fue culpa de Levi quien tenía los labios enrojecidos y sudaba un poco mientras controlaba su respiración.

No. Fue culpa del jodido timbre que los había hecho romper esa magnifica atmósfera, cuya temperatura estaba más alta de lo usual, perlando sus frentes con un sudor que, por lo menos al detective, lo hacía verse jodidamente sensual, a ojos del moreno.

—   ¿Esperas a alguien? — era extraño, pero el policía había impregnado su pregunta de una molestia que Eren no supo interpretar.

—   No, así que sigamos. — dijo el chico con impaciencia, volviendo a capturar la boca del otro y abrazarse aún más a su cuerpo esbelto, reusándose a perder aquel ímpetu que les había permitido pasar a ese nivel. Sin embargo, otra vez el timbre reverberó en el departamento, seguido de un golpeteo a la puerta. Levi se separó de los labios del chico y le miró con preocupación.

—   Parece importante. — murmuró él, aclarándose la garganta.

—   Espero que lo sea. — enfatizó, demasiado molesto por haber sido interrumpido en esa situación. — ¿Podrías abrir? Tengo un problema… — mencionó, todavía con la rabia atorada en su pecho, pero también avergonzado por su notable erección. Se rascó los cabellos en un gesto frustrado y vio que Levi soltó una carcajada ronca mientras limpiaba la comisura de sus labios de los rastros de saliva que habían dejado aquellos exquisitos y húmedos besos.

—   Tranquilo. — mencionó él, apartándose para abrir la puerta. — Mi problema se fue cuando sonó el timbre. — sus palabras de nuevo tenían esa cuota provocadora que no lo ayudaban en su labor para enfriarse.

Eren se disponía a marcharse al baño, pero se detuvo inmediatamente al sentir un sollozo agudo en el momento exacto en que la puerta fue abierta; volteó confundido y se encontró una escena absolutamente inesperada y que, por cierto, desencajaba completamente con el ambiente que había reinado en su departamento segundos antes. Cambiándolo a una escena preocupante y llena de dudas.

Historia estaba abrazando a Levi por la cintura, con su rostro incrustado en el pecho de este y llorando tan amargamente que ni siquiera la ropa del detective podía amortiguar su llanto.

En seguida, el moreno se acercó a ella, al ver que el azabache también estaba impactado por aquella escena, aunque — en seguida — lo observó acunarla débilmente, rodeando sus hombros para cobijarla entre sus brazos y dejando su mano sobre el cabello lacio y rubio de su mejor amiga en un gesto sumamente protector.

—   Está bien. Tranquila. Eren también está aquí. — le dijo Levi con voz firme, dándole una corta mirada al más alto, fuertemente preocupado por este hecho y prácticamente exigiéndole una explicación, la cual Eren no tenía, en absoluto. — Necesito saber si estás bien. Si te hicieron algo. — volvió a hablarle a la chica, con algo de histeria en su tono, pero la rubia seguía llorando contra el cuerpo del detective, aferrándose a su cintura con fuerza.

—   Hey, Historia… — le llamó el moreno, probando si tenía más suerte. — Ven aquí. — el chico sostuvo el hombro de su amiga y, tras un par de sollozos más, ella apartó el rostro y lo miró con sus bonitos ojos ataviados por las gruesas lágrimas que no dejaban de salir de ellos, marcando sus mejillas en ese camino y enrojeciendo su tez fuertemente. Le ofreció su mano, la cual la chica tomó y, luego, procedió a llevarla hasta el sillón para sentarse junto a ella y acunarla todavía en su pecho.

—   Lo siento mucho… — comenzó a decir entre hipos. Levi llegó a su lado, sentándose junto a la rubia tras dejar un vaso con agua sobre la mesa de centro y algunas servilletas de papel para ella. La chica tomó una de ellas para limpiarse la nariz y el rostro, todavía víctima de esos hipos que no podía controlar.

—   Tómate tu tiempo. — dijo el detective. — Los dejaré solos para que puedan conversar. — mencionó entonces, dispuesto a marcharse, pero su amiga sostuvo la mano del detective de manera abrupta, casi asustada de que se marchara.

—   No, por favor… — dijo ella. — Es que… yo… — trató de calmarse cerrando fuertemente sus ojos. Eren notó que su pareja le daba una mirada cargada de angustia y nerviosismo, volviendo a sentarse junto a la rubia y sosteniendo su pequeña mano para brindarle apoyo.

—   Estamos aquí contigo. Puedes decirnos lo que sea… — Eren todavía la abrazaba e intentó apartar algunos de los mechones rubios del rostro afiebrado de su amiga, poniéndolos tras su oreja y tirando el resto de sus cabellos tras sus hombros.

Pasaron unos segundos más en silencio, escuchando cómo lentamente la chica comenzaba a calmar su llanto y volvía a respirar mejor. Limpió su rostro nuevamente con las servilletas que Levi le había alcanzado, así como también bebió del vaso de agua que le ofreció, todo manteniéndose callada y con el cuerpo tembloroso.

Ciertamente, Eren se esperó lo peor, que alguien le hubiese hecho daño en la calle o algo por el estilo, así que intentó examinar sus ropas y cuerpo, de la misma manera en que había notado que Levi lo había hecho, escrutando si había signos de violencia en su persona; pero, afortunadamente, no había nada fuera de lo común, incluso todavía tenía su pequeña cartera cuya correa le cruzaba el torso vestido de un delgado chaleco de hilo color crema, por lo que también descartó un posible asalto.

Entonces… concluyó que se debía a algo más; no, mejor dicho, a alguien más.

—   Eren… — le llamó ella, volteando sus preciosos ojos azules en su dirección, todavía opacados por ese ceño fruncido en un gesto afligido e hinchados por su terrible llanto. — Hablé con mi padre. —

Desde su posición, percibió la tensión que adoptó el cuerpo de su pareja, así como alcanzó a escuchar el gruñido que escapó desde su pecho. Él también hizo el esfuerzo de controlar la rabia que bullía en su interior al caer en cuenta de que el dolor de su amiga tenía nombre y apellido: Rod Reiss.

Sin embargo, pese a que tenía unas ganas enormes y casi incontrolables por ir hasta la mansión del mercader y romperle las piernas, se contuvo, mirando fijamente a Levi, el cual también pareció pedirle prudencia y escuchar el relato de su amiga, quien había vuelto a bajar su mirada hacia sus piernas vestidas con unos jeans claros que se ceñía a ellas.

—   ¿Quieres hablar sobre lo que pasó? — le preguntó a la rubia. Ella pareció querer llorar nuevamente.

—   Le dije… — se aclaró la garganta y prosiguió. — Le dije que no me iba a casar contigo. — Eren asintió y esperó paciente a que ella continuara. — Comenzamos a discutir, porque él creía que era tu culpa por estar con Levi… — el chico notó cómo su mejor amiga le daba un corto vistazo al detective, quien negó con la cabeza y pareció apretar con más fuerza la mano de Historia, todavía transmitiéndole su apoyo. — Hasta que le confesé lo de Ymir. — ella rompió en llanto otra vez y Eren, sencillamente, no supo que decirle. — Mi padre nunca me había mirado de la forma en que lo hizo cuando le dije la verdad. Era como si tuviera asco de mí, como si fuese un monstruo… como si hubiese dejado de ser su hija y que todo su amor se hubiese evaporado… —

—   Hijo de puta. — las palabras del detective rompieron el silencio instaurado por el llanto de Historia. — Perdón. — le dijo, poco sincero, a la chica tras carraspear, al notar que lo había dicho en voz alta. Ella negó con la cabeza.

—   No soy tonta. — volvió a hablar. — Sé que mi padre no es exactamente una buena persona. Soy consciente de que ha causado mucho daño, incluso a ustedes. — comentó, mirándolos alternadamente a ambos. — Pero jamás me había tratado mal a mí. Siempre fue dulce, paternal y conciliador… Por lo mismo, nunca pensé que me hablaría de esa forma. Nunca pensé que preferiría gritos en vez de palabras frías y contenidas, junto a ese gesto despectivo… No pensé… —

—   Tranquila. — Eren optó por atraerla hacia él y acunarla en su pecho, todavía sintiendo el temblor de su pequeño cuerpo ante todo el dolor que sentía.

Cuánto entendía el dolor de su pequeña amiga. Eren más que nadie sabía que a veces ni los gritos iracundos y los golpes podían herir tanto como unas palabras dichas con frialdad e indiferencia; incluso se imaginó al bastardo de Rod diciéndole a su hija que era una abominación, que le avergonzaba ser su padre o cosas peores… pues el líder de la familia Reiss le había dicho algo parecido a él la vez que se enteró de que le gustaban los hombres.

Rod era un hombre despreciable. La única persona que lo quería en el mundo era su hija menor — porque incluso Frieda había cortado muchos lazos con el mercader — y él se daba el lujo de tratarla de esa forma, como si no valiera nada.

Siempre creyó que el tipo de persona que era Rod Reiss cargaba con una maraña de pensamientos retrógrados y egoístas; y, dentro de todo lo que lo despreciaba y aborrecía, lo único que podía rescatar de su persona era el excelente trato que le daba a su hija menor, aquel trato que nunca recibió Eren de su propio padre, como abrazos y consentimientos, como escucharla sobre sus sueños y apoyarla en lo que sea que Historia quería explorar, ya sea viajes o habilidades nuevas como el piano y los idiomas.

De hecho, cuando eran más niños, Rod también había tenido actitudes paternales con el moreno, comprándole aquellos regalos que su padre consideraba caprichosos o preparando comida chatarra en esas tardes de cine junto a la rubia….

Ese hombre había dejado de existir para Eren, pero todavía estaba ahí para su mejor amiga… por lo que recibir su frialdad casi infernal y desprecio profundo ante la única decisión que Historia consideraba importante en su vida, era motivo suficiente para aquel llanto desconsolado que la invadía mientras la sujetaba entre sus brazos.

—   Entiendo lo que estás sintiendo, Historia… — empezó a decirle Eren, todavía sin tener claro qué palabras podrían atenuar su pena. — Nada de lo que hagamos podrá mitigar el dolor de esta herida. Cuánto lo siento. — la estrechó con más fuerza, sintiendo que también se pondría a llorar, hasta que miró a Levi, quien se encontraba con un semblante comprensivo, pese a mantener su ceño fruncido en una rabia que el chico también compartía.

Pero una parte de él estaba feliz de que Levi estuviese con él en ese momento, porque sentía que también era importante para Historia, quien aún se aferraba a la mano del detective como si intentara buscar ese apoyo fraternal en él, incluso cuando no eran ni por asomo cercanos.

Y Levi se lo había permitido. Acariciaba débilmente el dorso de la pequeña mano de Historia, pese a no tener más palabras que decirle, porque ni Eren las tenía.

—   ¿Hay algo que podamos hacer por ti ahora? ¿Tal vez llamar a Ymir? — con sorpresa, Eren miró a Levi por aquellas palabras bastantes acertadas. Estaba seguro de que la pecosa podría suponer un sólido apoyo para Historia en esos momentos.

—   Está fuera de la ciudad… — mencionó la chica, separándose un poco de Eren para volver a coger otra servilleta. — La llamé y viene en camino. — entonces, miró al moreno, todavía cargando ese semblante surcado por una dolencia interna tan grande que casi parecía una herida física; sangrante como una puñalada directo en el corazón. — ¿Puedo quedarme aquí hasta que ella llegue? No quiero interrumpir su tarde, pero es que… —

—   No te preocupes, quédate todo lo que necesites. — se apresuró a decir, mirando de reojo a Levi para pedirle disculpas por el cambio de planes; pero sabiendo lo comprensivo que era su pareja, estaba seguro de que él no se negaría, por lo que no le sorprendió que le estuviera sonriendo mientras asentía.

—   Gracias. — dijo ella en murmullo. — Siento ponerte en esta situación, Levi. — tanto la rubia como el moreno dirigieron su atención al detective, quien pareció sorprenderse brevemente ante su mención.

—   No te disculpes. — dijo él con seriedad. — ¿Quieres que te traiga algo? —

—   Tengo helado en el congelador. — mencionó el moreno con entusiasmo, recordando que él y su amiga solían pasar los malos momentos comiendo kilos de helado. — ¿Qué dices? —

—   De acuerdo. — la pequeña risita de Historia le devolvió un poco la calma, sabiendo que todavía estaba muy dolida por la situación de su padre.

Levi se ofreció a traer el helado, dejando que el chico se quedara junto Historia, lo cual agradeció.

Para Eren, el azabache siempre había tenido un aire paternal, de hermano mayor; siempre sabía qué decir en momentos como esos, porque también había recibido su consuelo cuando había discutido con su padre, incluso observó la forma en la que trató a Sasha ese día que tuvieron un accidente los chicos de la casa de acogida.

Por este motivo, estaba fuertemente agradecido con su pareja de que se quedara ahí, con ambos, compartiendo de helado con galletas pese a que Levi no le gustaba tanto las cosas dulces.

Sin embargo, incluso con la sólida presencia y apoyo de Levi en esas circunstancias, el corazón de Eren dolía horrores, y acentuaba una fuerte ansiedad en la boca del estómago que el helado no podía atenuar.

¿Qué iba a pasar… después de todo esto?

 

~*~~~*~~~*~

 

Ymir había llegado a recoger a Historia tan sólo una hora después de que esta llegara llorando al departamento del mocoso.

Levi sentía mucha tristeza por la situación vivida por la pequeña amiga de Eren, quien siempre le había parecido una chica bastante risueña y entusiasta, más aún tras conocerla en la fiesta de cumpleaños de Eren y todo lo que el chico le comentaba de ella — incluso le mencionó que había sido la rubia quien lo había instado a marcharse de la mansión Reiss la noche de San Valentín para ir a verlo hasta el departamento de Hange —.

Lo que alegró un poco su corazón fue el cariño que transmitió la pecosa en cuanto apareció y estrechó a Historia entre sus brazos con fuerza, como si quisiera absorber todo su dolor y quedárselo para que su pareja no tuviera que padecerlo; ese acto tan normal e íntimo lo conmovió sutilmente, porque, pese a que la más baja se puso a llorar nuevamente entre los brazos de su novia, parecía un llanto de alivio por saberse querida por la otra y saber que la decisión que había tomado era la correcta; un acto de completa valentía.

Por otro lado, también sintió un poco de preocupación por Eren, quien incluso con la rabia que todavía parecía circular por sus venas, también estaba decaído y se preguntó si alguna vez había recibido un trato parecido por parte de su padre, su hermano o del mismo Rod Reiss; Levi entendía de primera mano cuál era el filo que portaban las palabras del líder mercader, con aquella frialdad cual tempano de hielo — peligrosas e hirientes — porque sabía cómo lastimar sin adornarlas con gritos ni palabras vulgares.

De nuevo, sentía que era una burla de la vida misma que personas como Eren e Historia tuvieran el infortunio de poseer progenitores con las características de Grisha y Rod. No se lo merecían, si ni siquiera tenían un ápice de parecido a esa apatía y egoísmo.

Cuando finalmente las dos mujeres se fueron del departamento — siendo casi las nueve de la noche —, ambos dejaron salir un suspiro exasperado, aquel que buscaba liberar sus cuerpos de la tensión provocada por el cúmulo de emociones de esa tarde.

Levi miró al mocoso y le sonrió débilmente cuando este le regaló esa preciosa sonrisa llena de cariño y agradecimiento. Le indicó — con un gesto con su cabeza — que se fueran a sentar juntos en el sillón y permitió que el universitario recostara la cabeza sobre sus piernas y se concedieran compartir un momento de silencio, procesando cada uno de los sucesos de ese día.

—   Muchas gracias por apoyar a Historia. — fue lo primero que dijo y Levi sabía que lo haría. Eren era así, después de todo. — También gracias por comprender este… cambio de planes. —

—   Vamos a tener que compensarlo otro día. — le respondió él, sin un ápice de vergüenza pues, después de ese maravilloso fin de semana que habían compartido, se sentía más relajado en sus palabras y acciones con Eren, dejando salir comentarios de ese tipo. Además, estaba más aliviado ahora al notar que Historia se había ido más serena junto a Ymir, aunque tenía muy claro que esa herida dolería un buen tiempo, sino es que para siempre.

El ambiente entre Eren y él parecía amenizarse paulatinamente mientras acompasaban sus respiraciones, con el moreno descansando cómodamente sobre sus piernas y dejándose consentir por la distraída caricia que efectuaba el mayor sobre su cabellera lisa; él, por su parte, notaba cómo sus músculos se iban relajando al sentir la calidez contraria y su aroma cada vez que inspiraba.

No había planeado que el día sucedería de esa forma y, por supuesto, no sabía lo que le depararía a Historia y a Eren los días posteriores tras ese rompimiento del compromiso; pero, en ese preciso instante, le parecía un momento para disfrutar de la agradable compañía del mocoso.

Creía que eso bastaba para marcharse a su casa con su corazón más cálido.

—   Tú dime cuándo y estaré para ti. — le respondió Eren cuando se giró para mirarlo directamente tras un par de segundos en los que pareció dormitar junto a él. Sus cabellos caían hacia atrás después de que el detective enredara sus propios dedos en esas hebras castañas, buscando acariciarlas y despejar el bonito rostro moreno de su pareja. Fue entonces que recordó que ambos tenían un acuerdo pendiente y se atrevió a ponerse un poco más serio para planteárselo.

—   El día que vayamos a ver a Isabel. — el mocoso soltó un gruñido mientras cambiaba su expresión por una falsa molestia tras hacerle recordar que el muy ingenuo había perdido la apuesta del sábado.

Por supuesto que esa mañana el azabache había logrado apartar al mocoso en apenas dos movimientos que, con mucha suerte, le dejaron un ligero dolor en el hombro cuando lo aprisionó contra el piso. Eren se había tragado el orgullo en cuanto entendió lo que había pasado en apenas tres segundos desde que había aceptado el trato y soltó un par de gruñidos cuando Levi sonrió victorioso.

Sin embargo, el más joven había terminado por aceptar su derrota y accediendo a visitar a Isabel, siempre y cuando Levi no revelara el asunto de Grisha. El detective estuvo completamente de acuerdo en esto, ya que nunca fue su intención presentarlos más allá de ser su pareja.

Pero bueno, Eren parecía un poco cabizbajo aquella mañana, tal vez no sólo por un orgullo roto, sino por la incertidumbre de conocer a Isabel… así que, a modo de compensación — nunca admitiendo que esto también lo hacía por sí mismo — Levi se quedó esa noche de sábado con el moreno, cumpliendo con sus caprichos.

—   No me hagas un berrinche. Me quedé después de todo ese sábado. — señaló, jalando la mejilla contraria y robándole un quejido bajo al otro. Eren se incorporó, sentándose junto a Levi para mirarlo tras suspirar.

—   De acuerdo… ¿Cuándo planeas ir? — preguntó el chico, mirándolo de reojo con esa actitud derrotada.

—   El jueves. — vio que Eren tragó fuerte y se aclaró la garganta, desviando completamente la mirada y, entonces, lo comprendió: ese día iba a realizar el ataque del Espectro. — Oh. —

—   Espera. — se apresuró a decir el mocoso, volteándose para observarlo fijamente con seriedad. — Esta semana ya partió mal, Levi. Y se pondrá peor… ¿podemos posponer lo de Isabel? —

—   ¿Qué significa eso de que se pondrá peor? — quiso saber, preocupado de que algo estuviera planeando Eren y sus cómplices en el caso del ladrón.

—   Dijiste que no querías saber… — mencionó el chico, claramente contrariado mientras rascaba sus cabellos con frustración.

—   Bien. — dijo él, molesto de igual forma, pero sabiendo que no podía comportarse como tal.

Había dejado el caso y aceptado que Eren continuaría siendo el Espectro, había establecido con total determinación que quería estar con él pese a eso y, aun así, se veía fuertemente contrariado de saber que realizaría el robo. Aunque fue honesto con él en las primeras horas de la tarde cuando le dijo que no se apartaría, que se quedaría junto a él… porque era lo que quería. Cuidarlo y protegerlo de lo que sea.

Incluso de mí…” había pensado el detective.  Sabiendo que Eren estaría asustado de que él se apartara, pese a que este le hubiese dicho el mismo sábado que ya no se sentía inseguro.

Levi comprendía que esos sentimientos no se irían con facilidad, sobre todo en su caso con el tema del ladrón; por lo mismo, no quería hacerle entender al mocoso que su cariño era condicional.

—   Prométeme que te cuidarás. Es todo. — añadió tras un par de segundos en silencio, bajando la mirada hacia el piso como si la solución a sus inquietudes estuviese escrita allí.

—   Te quiero. — dijo de pronto el chico, obligándolo a voltear su vista hacia él completamente sorprendido por esa respuesta. — Te quiero mucho, Levi… — siguió diciendo, curvando una débil sonrisa que aclaraba el color de sus iris hasta volverse casi azules con destellos dorados; parecían las trémulas luces de una ciudad, llena de sentimientos y emociones que, en ese preciso instante, manifestaban su cariño hacia el detective. — Me cuidaré. — dijo con un asentimiento.

Estaba completamente atónito, su mente repetía las palabras del chico una y otra vez, invadiendo cada una de sus células con un tibio sentimiento que parecía embargarlo sin posibilidad de resistirse, imposibilitando su hablar o si quiera moverse de donde estaba; era como si el mocoso hubiese hecho su magia, dejándolo petrificado sólo para que admirara la belleza que portaba aquel muchacho de tez canela, cabellos lisos y castaños, sonrisa perfecta y esmeraldas resplandecientes en vez de ojos.

Ya se había percatado de ese efecto que provocaba en él cuando le sonreía de esa forma, cuando lo miraba con tal intensidad que casi podía fundirse con su mirada verdeazulada, como compartiendo un mundo privado entre ellos; ese efecto de que todo parecía menos grave a su alrededor, que todo saldría bien… que Eren se esforzaría por que saliera bien.

—   ¿Sigues respirando? — preguntó el chico, acercándose a él para juntar sus frentes y sentirse más cerca, respirando el aliento contrario y sintiendo el calor rodearlos confortablemente.

—   A veces me dejas sin aliento, Eren. Hazte responsable. — le soltó, sin saber qué más decir. El otro respondió con una de sus usuales carcajadas y besó con suavidad el labio inferior del azabache, depositando un suspiro sobre ellos cuando tomó un poco de distancia.

—   Acabo de recordar que dejamos algo pendiente antes de que llegara Historia. — murmuró, todavía con su vista fija en la boca del detective, y Levi, suplicando por encontrar algo coherente para decir, había intentado no dejarse hipnotizar por los labios contrarios, esos que el jodido mocoso se estaba relamiendo con una ridícula sensualidad. — Pero no te preocupes… — añadió, acercándose al azabache para hablarle al oído en apenas un hilo de voz ronca que pareció encender un calor en la parte baja del estómago del detective. — Por hoy, te dejaré ir… aunque no te será tan fácil escapar la próxima vez, capitán. —

Levi soltó un gruñido de frustración cuando Eren se alejó lo suficiente de él, con una sonrisa de autosuficiencia tan grande que le avergonzó saberse dominado por completo en esos instantes; el mocoso adoptaba esa actitud petulante cuando sabía el efecto que estaba teniendo en Levi y, estúpidamente, al detective le fascinaba eso.

Le provocaban muchas emociones últimamente que el mocoso adoptara una actitud más dominante y seductora, de hecho, se atrevía a mostrarse él también más atrevido, como aquella tarde.

Tal vez, esto sólo dejaba en claro que el asunto de ir lento ya parecía un mal chiste y una absurda excusa para evitarse vergüenzas cada vez que el mocoso bromeaba con el tema. Quizá… era una señal de que su relación se tornaba más seria.

Y le estaba encantado esa sensación.

Notas finales:

Y llegamos al final del capítulo, ¿les gustó?

Lo primero, sobre la pequeña advertencia al inicio del capítulo. Yo sé que la escena que relaté es lejos un lemon, sin embargo, me regiré por las normativas correspondientes para evitar problemas con los lectores y lectoras. Odiaría pasar a llevar a alguien.

Por otro lado, este capítulo me dolió un poquito redactarlo, porque es triste pensar que la situación de Historia no es sólo ficción, sino que existe - todavía - mucha homofobia y discriminación; lo peor es que venga de tus propios seres queridos.  Si alguno o alguna de ustedes pasa por esto, les mando todo mi apoyo y quiero que sepan que pueden hablar conmigo de cualquier cosa - no soy psicóloga, de hecho, estudio ingeniería xd - pero que sepan que tienen apoyo en algún lugar, tal como Historia lo encontró en Eren y Levi. 

Además, me encanta mostrar a Levi en estas actitudes. Creo que es algo muy propio de él y el personaje que estoy redactando - o quizá es sólo mi fangirl interior -.

Extra, extra (Spam) : Estoy preparando un OS para un concurso de Halloween del ship EreRiren, espero pronto tener noticias al respecto. 

Spoiler: El Espectro volverá a atacar nuevamente. Estoy segura de que muchos y muchas de ustedes ya deben tener una idea de quién será la próxima víctima, pero amo dejar en suspenso jiji Espero tener el próximo capítulo editado en una semana más, pero como estoy escribiendo el OS, puede que me atrase. Me disculpo de ante mano por ello.

Bueno, sólo me queda agradecer por sus palabritas y lecturas. En serio, cada vez que veo las muchas lecturas que tiene mi historia, me da algo - llanto -. Estoy totalmente en deuda con ustedes por el cariño brindado y espero que mi historia compense el tiempo que han decidido darme al leer lo que escribo. 

Cuídense mucho y que tengan bonito fin de semana. (Perdón por lo largo de estas notas finales xd)

¡Un abrazo!

 


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