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Criminal - [Ereri] por L_inverse

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Notas del capitulo:


Hola a todos y todas. Traigo la continuación, como lo prometí. Recuerden que este capítulo se puede considerar como "relleno", pero estaría muy feliz si lo leen.

¡Disfruten!

 

 

Advertencias:

Este capítulo tiene contenido explícito y temática Yaoi/BoysLove. Por favor, leer bajo su propia responsabilidad.

Capítulo 34

— Especial —

"Apaga la luz"

Levi sabía que había sido una mala idea seguirle el juego al mocoso… y es que ahora era incapaz de revertir aquella situación, porque realmente no tenía los deseos de hacerlo.

Se encontraba recostado en el sillón del departamento de Eren, con el joven moreno sobre él besándolo de esa manera lenta y demandante, sin dejar ni un espacio libre entre sus bocas mientras sus lenguas se juntaban para acariciarse; esos besos que le cortaban el aliento, incluso cuando no llevaba ni tres segundos siendo devorado por la boca contraria.

Por qué no decir que, además de sus labios danzando en sincronía, las manos del chico ya estaban deslizándose por debajo de la camisa que traía ese día, erizando su piel ante el contacto de sus dedos largos que, a veces, apretaban descaradamente su abdomen y le hacían suspirar de forma involuntaria.

El jodido mocoso presionaba su cuerpo contra el del detective, acoplándose entre caricias y sudor, pues esa tarde estaba siendo muy calurosa y claramente no sólo por el clima de Stohess.

— Deberíamos detenernos. — murmuró Levi, poco convincente pues, pese a que todavía no se acostaba con el chico, sí habían tenido ese tipo de encuentros los últimos días, mientras se exploraban mutuamente, cada vez con menos vergüenza.

El problema no era el acto en sí, sino que — en teoría — los amigos del mocoso estaban por llegar, porque al joven se le ocurrió pasar una tarde con Armin y Annie, en una especie de cita doble — idea que se le había quedado desde que lo mencionó con Hange —.

Levi había llegado a almorzar con Eren ese viernes y, tras dejar limpia la cocina, se sentaron en la sala a conversar tranquilamente en el sillón; así, en la naturalidad con la que se daban las cosas entre ellos últimamente, no se había dado cuenta cuando ya se estaban besando con poca timidez y, de pronto, el chico había tomado la iniciativa de recostarlo sobre el sofá, aludiendo a que sólo eran unos besos inocentes.

Pero de inocentes, nada, porque había ciertos bultos entre ellos que le decían que en cualquier momento dejarían de ser «sólo besos».

— Detenme. — mencionó, besando suavemente la manzana de Adán del azabache y deslizando sus manos hacia los muslos de este.

Eren siempre le respondía de esa forma cuando Levi insinuaba que se detuvieran, sabiendo que al detective ya no le quedaban deseos de posponer aquellas acciones entre ambos.

— Eliges los peores momentos para ponerte cariñoso. — ante las palabras de Ackerman, el chico soltó un suspiró y se irguió un poco para mirarlo fijamente con sus orbes verdeazuladas resplandeciendo por el gesto de burla que dibujaba.

— ¿Quieres que planee un momento especial para que «me ponga cariñoso»? — la sorna en su tono de voz llevó al detective a poner los ojos en blanco. — ¿Qué pasa, Levi? ¿Tienes miedo, acaso? —

— ¿Miedo? ¿Es una broma? — la carcajada del moreno le hizo sentir más sonrojado de lo que ya estaba.

— Ya te dije que seré gentil. — cuando el chico hizo el intento de acariciar su mejilla, aún curvando una sonrisa burlona, el azabache apartó su mano rápidamente. — No te enojes. Sólo estoy bromeando contigo. — le dijo, ahora más relajado, pero todavía sonriendo en su dirección. — Sólo me gustaría saber… qué te hace dudar tanto, es todo. ¿Hay algo que pueda hacer? —

Pese a que era la primera vez que el joven le planteaba esa pregunta, Levi ya se la había hecho a sí mismo en varias ocasiones; y la respuesta a ella no le agradaba del todo, pues tenía que ver con un asunto irreparable entre ellos: la diferencia de edades.

A veces lo olvidaba, porque siempre se sintió muy cómodo y natural conversar con Eren, sin tener que adoptar una conducta de hermano mayor o pseudo paternal como le pasaba con los chicos de la casa de acogida o con Isabel; pero, en momentos como ese, se daba cuenta de que el moreno tenía prácticamente la misma edad que su hermana y apenas unos años de diferencia con Jean, por ejemplo.

Esto no hacía más que aumentar sus inseguridades respecto a su relación y lo que esperaba Eren de él, con sus idealismos de un adolescente y de alguien que lee demasiadas novelas románticas.

— Lo siento, Eren. — le dijo con un suspiro, acariciando la mejilla contraria y permitiendo que el chico se recargara en su mano. — Supongo que yo también soy inseguro. —

— No pidas disculpas, Levi. — Eren besó la palma en la que antes había recargado su rostro y luego se acercó a besar los labios de su pareja. — Sólo quiero que me seas sincero. — añadió, sonriente.

— En serio quiero hacerlo… ¿me crees? — le preguntó.

— Oh, sí. Puedo sentirlo. — ante la mirada lasciva de su novio y su referencia explícita para el problema que tenía entre sus pantalones, Levi se sintió sonrojar hasta las orejas, apartando al chico de un solo movimiento y poniéndose de pie, avergonzado a más no poder.

— Vete a la mierda. — gruñó, caminando hacia el pasillo con las carcajadas de Eren resonando en la sala.

En ese instante, el sonido del intercomunicador hace presencia en el departamento y Levi notó que el mocoso fue a atender, dándole el pase a sus amigos.

El azabache se lavó el rostro con agua fría, incapaz de no fruncir el ceño cuando la figura de Eren se muestra en el espejo del baño, luciendo esa sonrisa burlona y, por supuesto, conteniendo las ganas de soltar algún comentario.

— No te enojes. — le pidió finalmente, bajando la mirada. — ¿Por favor? — le pidió, mirándolo a través de sus pestañas largas con ese gesto de cachorro abandonado que era una de las tantas tácticas manipuladoras que usaba con el mayor.

Levi chasqueó la lengua y terminó de secarse el rostro con la toalla junto al lavamanos. En seguida, volteó y se encontró al mocoso más cerca de él, todavía sonriendo, pero — aparentemente — ahora un poco más arrepentido.

Ante su actitud y, sabiendo que sólo estaba siendo víctima de la vergüenza de caer en los encantos de un joven veinteañero cuando él ya pasaba los treinta, estiró su mano para acariciar la mejilla contraria y robarle una sonrisa traviesa a su pareja.

— Eres un manipulador. — le espetó, provocando que esa maravillosa y espontánea carcajada saliera de los labios del chico y lo contagiaran irremediablemente.

En seguida, el más alto se inclinó y capturó los labios del policía. Abrazándose a su cintura, soltó un suave suspiro mientras movía su boca contra la del hombre, de nuevo en una actitud más exigente y sedienta de la cavidad contraria; hasta que el sonido del timbre los saca de sus acciones, llevándolos a ambos a soltar un corto gruñido al verse en la necesidad de separarse, sólo para luego sonreírse con complicidad y proceder a recibir a sus invitados.

Armin los saludó con esa sonrisa cordial tan característica de él, al tiempo que Annie traía su cara en una expresión indiferente, aunque no por ello no se dejó abrazar por Eren en cuanto los saludó.

Enseguida, la mirada del par de rubios se posa en el azabache y el primero en moverse en su dirección — junto a la isleta de la cocina — fue el futuro doctor, quién le estrechó la mano amistosamente.

— Mucho tiempo sin vernos, Levi. — comentó, y el azabache percibió un destello de complicidad en su mirada azulina, sólo para hacerle recordar de la charla que mantuvieron hace un tiempo y que fue la responsable de hacerle ver lo mucho que quería estar con Eren.

En ese instante, se preguntó si el rubio le había dicho al mocoso sobre dicha conversación.

— ¿Qué tal, Ackerman? — las palabras de la rubia le hicieron cambiar su atención a esta, quien apenas le hizo un gesto con la cabeza a modo de saludo.

— Annie. — la regañó el moreno, jalándole un mechón de cabello y entrecerrando los ojos al mirarla. — Compórtate. — Armin dejó escapar una pequeña risita al ver el comportamiento de sus amigos y Levi tuvo que admitir que se sintió tentado de reírse cuando la pequeña rubia fulminó con la mirada a su alto novio, quien pareció intimidarse en el acto.

— ¿No tienes problemas por escaparte del trabajo, Levi? — le preguntó Armin mientras se dirigían a sentarse al sillón.

— No, suelo compensarlo con horas extras el resto de la semana. — mencionó, sintiendo la mano de Eren sobre su hombro cuando se sentó en uno de los sofás individuales. Al dirigir sus ojos grises hacia él, lo encontró sonriéndole con cariño.

— ¿Quieren unas cervezas? — preguntó el moreno a sus invitados.

— Sólo agua para mí, Eren. — dijo la rubia sentándose junto a su novio. El mocoso, entonces, retrocedió un paso, abriendo sus ojos verdes a su máxima capacidad y dibujando una expresión totalmente perpleja.

— ¿Estás embarazada? —

Al instante de decir eso, Levi le dirigió una mirada a la chica, quién — en segundos — había lanzado uno de los cojines del sillón en contra de Jaeger, apenas logrando esquivarlo.

— ¿Qué mierda dices, Jaeger? — le gritó, iracunda y, por qué no, sonrojada.

— Es que nunca rechazas una cerveza. — argumentó el chico. Levi miró de reojo a Armin quién parecía a punto de largarse a reír por la actitud ofuscada de su novia.

— Serás idiota. — le espetó ella. — Soy la conductora designada hoy. —

— ¿Vinieron en auto? — la confusión en el tono de voz de Eren llamó su atención.

— Arruinaste la sorpresa, idiota. — dijo Annie, cruzándose de brazos. — Armin y yo nos compramos uno ayer. —

— ¿De verdad? ¡Eso es genial! —

— No es tan genial. — dijo Arlet, con una sonrisa humilde. — Es un auto pequeño y económico. Pero sentimos que era una buena inversión para poder llevar a mi abuelo a sus controles y, por qué no, hacer algunos viajes. — Annie y él compartieron una pequeña sonrisa. — Además, Porco nos lo dejó en un muy buen precio. —

— Sí recuerdas a Porco, ¿verdad, Eren? — la mirada lasciva de Annie hacia el mocoso le hizo enarcar una ceja y dirigir su atención al moreno, quién parecía fastidiado por la mención de esa persona.

— Cómo olvidarlo. — comentó el chico con sarcasmo.

— Annie, no seas imprudente. — el azabache notó que Armin le dedicaba una mirada de reojo, como asumiendo que Eren no le había hablado de esta persona.

A Levi jamás le dio curiosidad indagar en el pasado amoroso de su novio, porque — para él — no tenía sentido; pero supuso que era natural tener la charla de los ex’s, como alguna vez le había mencionado el chico.

— Porco es un idiota con el que salí un tiempo, hace unos años. — comenzó a decir el mocoso, pasando su mano por su cabello castaño y haciendo una mueca de disgusto ante ese recuerdo. Cuando sus miradas se encontraron, parecía que el joven le estaba pidiendo disculpas por aquello.

— Todos hemos salido con un idiota alguna vez. — dijo el detective tras encogerse de hombros, sorprendiendo a su pareja y también a sus invitados. — Yo estoy saliendo con uno ahora. — añadió, señalando a Eren, robándole un gesto ofendido y provocando las risas de sus amigos.

— Ay, Ackerman, comienzas a caerme bien. — mencionó la rubia después de reír en son de burla hacia el dueño de casa. — Así que, ¿oficialmente están saliendo? —

— Sí. — respondieron ambos al unísono, haciendo que Levi se sonrojara un poco. — ¿Pueden creer que Levi me lo propuso? Fue tan romántico. — añadió el chico, usando una mirada cargada de sorna cuando sus miradas nuevamente se cruzaron.

— Vaya, no me imagino a Ackerman de romántico. — Levi puso los ojos en blanco cuando sintió la atención del par de rubios sobre él. — ¿Cómo fue? ¿Con velas y rosas? ¿A la luz de la luna? A este idiota le gustan las cursilerías. — señaló la rubia apuntando a Eren con su pulgar.

— Ya, Annie. — interrumpió Armin, conteniendo la risa.

— Me temo que no soy tan romántico. — comentó el azabache.

— Oh, no digas eso, cariño. — Levi detuvo el intento del moreno por abrazarlo, sabiendo que sólo lo hacía para molestarlo.

— Te dije que se parecía a ti. — le escuchó decir a Armin, dirigiéndose a su novia.

— ¿Ackerman y yo? — preguntó ella, llamando la atención tanto del moreno como del policía. El rubio asintió, todavía sonriente.

— Tienen centro de chocolate. — dijo Eren, esta vez, con una carcajada. Tanto la rubia como el azabache alternaron su mirada entre los dos chicos que parecían compartir un secreto entre sus risas cómplices.

— ¿Qué significa eso? — cuestionó el detective.

— Ya sabes. — Eren parecía querer largarse a reír con ganas. — Parecen personas frías y toscas por fuera, pero por dentro son tiernos, dulces, amables y llenos de amor. — añadió, dedicándole su radiante mirada verdeazulada al policía. — Como si fuesen un dulce con centro de chocolate. —

El comentario no pudo parecerle más ilógico, y supuso que Annie pensaba igual — por la mirada que le dedicó a Armin —.

Pero tenía que decir que conversar con ellos era mucho más sencillo de lo que pensó en cuanto Eren le comentó la idea de tener una cita doble. Ya conocía a Annie y Armin y podía decir que se llevaba decentemente con ambos, además el mejor amigo de Eren tenía una personalidad muy cordial por lo que era fácil conversar con él.

Durante esa tarde, se dedicaron a jugar juegos mesa — incluso el que había jugado con Eren en su cumpleaños —, y fue bastante divertido cuando a Annie le daba por molestar al moreno y avergonzarlo por completo.

Estar así de tranquilos un viernes, en una situación sumamente normal, le hacía olvidar que la semana pasada había recibido noticias alarmantes respecto al caso del Espectro, a las que no podía dejar de darles vuelta.

Sin embargo, cuando estaba con Eren, intentaba por completo olvidarse de su trabajo. No porque era el Espectro, sino porque se había vuelto algo así como su respiro diario, un lugar seguro donde todo parecía ir bien y donde podía relajarse y disfrutar de su compañía.

Por supuesto que le había mencionado que los investigadores del mercado negro estaban avanzando en la búsqueda del ladrón de Stohess y que parecían tener en miras algunos hijos de figuras importantes y controversiales. Esto era lo único que sabía, porque les había pedido a sus amigos no hablarle más del caso, con la excusa de que quería formarse sus propias teorías y no porque — en realidad —no quería pensar en ello.

Para cuando llegó la noche, Annie y Armin se marcharon luego de haber cenado comida oriental y él junto al mocoso se encontraban limpiando y ordenando el departamento. Estar con ellos y conversar de forma tan natural, como si estuviese hablando con Hange, Farlan o Erwin, le hizo darse cuenta de que, pese a que había una diferencia de edad considerable entre ellos, los chicos con los que pasó la tarde — y, en particular, su novio — eran adultos sumamente responsables e independientes.

Tal vez por ese motivo Levi podía dejarse llevar con más facilidad y no tratarlos como si necesitaran ser cuidados y protegidos. Y no es que no sintiera esa necesidad sobre Eren, sino que aquel instinto de protegerlo no nacía de una obligación por ser mayor que él, sino por el enorme cariño que le tenía.

Levi se sintió particularmente cómodo en esa reunión, y muy identificado cuando Armin y Annie hablaban de su relación y dejaban implícito el hecho de que se amaban enormemente. Y así también, le gustó mucho darse cuenta de que Eren y él iban por un camino similar. Un camino que los guiaba hacia una relación más sana y responsable en todos los sentidos.

Eren le había hecho madurar en un montón de aspectos y no podía dejar de sonreír cuando lo miraba reírse a carcajadas junto a sus amigos o cuando este mismo lo miraba con complicidad y con ese amor proyectándose en sus ojos verdeazulados.

Entendió, entonces, que sólo había un nombre para lo que sentía por Eren.

No habían pasado más de veinte minutos en ello cuando algo extraño sucedió. Las luces se apagaron de golpe y hubo un ruido extraño que los alarmó por unos instantes.

Con sorpresa, notaron que no era algo sólo del departamento, sino que toda la ciudad parecía ser víctima de un apagón.

 

~*~~~*~~~*~

 

Eren había logrado encontrar un par de velas que puso en unos platillos especiales para que no se quemaran con la cera derretida.

Había telefoneado a Armin y Annie para preguntarles si estaban bien y no habían tenido problemas en el retorno a su hogar, a lo que ellos le mencionaron que ya estaban prácticamente llegando a su departamento cuando las luces se apagaron; sin embargo — al parecer — la gente se había preocupado por el repentino apagón en Stohess y no faltó la histeria de las personas que comenzaron a juntar agua en bidones vacíos o que fueron a la primera tienda que encontraron en busca de velas, baterías y cosas de ese estilo.

El moreno no se sentía en pánico por la situación — pese a que los apagones no eran muy comunes en la ciudad —; pero se encontraba con Levi y el azabache había mantenido una completa calma ante la situación, algo muy típico de él y que a Eren le ayudaba un montón para sentirse más tranquilo.

Cuando volvió a sala, Levi estaba terminando de hablar por teléfono. Miraba el ventanal mientras sostenía un platillo con una de las velas para ayudarse en su misión de no tropezar con cualquier cosa en el departamento.

— ¿Hablaste con tus amigos? — le preguntó el detective cuando sus miradas se encontraron.

— Sí, llegaron bien a su departamento. Pero parece que la gente entró en estado de pánico. Ya sabes, no faltan los agitadores con sus ideas conspirativas. — Levi soltó una pequeña cargada mientras el menor se acercaba hasta pararse junto a él.

— Yo hablaba con Hange. Al parecer es un problema con la empresa de electricidad. Podrían tardar unas horas en reabastecer el suministro. —

— Es decir que no hoy no habrá series ni películas. — comentó el moreno con una sonrisa burlona, pero Levi pareció leer su semblante al igual que siempre, notando lo forzado que se había visto en mantener los ánimos en alto, sobre todo por la incertidumbre de saber qué había ocasionado tal apagón.

— ¿Qué pasa? No me digas que te da miedo la oscuridad. — señaló Levi, mirando con una ceja enarcada a Eren y poniendo la vela más cerca de su rostro para leer su expresión.

— Cuando era más niño, sí. — mencionó este con una risita culpable. — Pero a medida que fui creciendo, le tuve que perder el miedo. No podría vivir solo de lo contrario. —

— Supongo que todo niño le tiene miedo a la oscuridad. — mencionó el hombre.

— ¿Tú también? — cuestionó.

— No sé si era miedo a la oscuridad en sí… sino a la soledad. — al decir eso, Eren quedó impresionado, mirando al azabache con mucha curiosidad. — Las primeras noches en la casa de Kenny, tras lo ocurrido con mi mamá, no me gustaba que llegara la noche, me sentía solo y me daba miedo la idea. —

Eren hizo memoria de esas frías noches tras la muerte de su progenitora, sintiéndose solo en esa mansión tan grande para un niño de seis años y sin nadie a quién recurrir en busca de consuelo.

Tanto Zeke como su padre llevaron el duelo a su propia manera y sintió que el personal de la mansión lo acogió más que su propia familia; sin embargo, Eren tenía que admitir que nunca tuvo el valor de llamar a la puerta de la habitación de su padre y preguntarle si podía dormir a su lado, menos aún con Zeke. Tal vez se debía a que tenía la idea de que lo mandarían de vuelta a su propio cuarto o ni siquiera le abrirían la puerta.

Pero la situación de Levi fue diferente, porque no sólo perdió a su madre, sino también su hogar y la única familia que conocía hasta ese momento, teniendo que llegar hasta un hogar con más niños que pasaban por situaciones similares a las de él; además, por todas las cosas que el azabache le había mencionado sobre Kenny, podía saber que Levi tampoco fue de los que iba a buscar consuelo en sus brazos, no sabiendo si lo obtendría.

— Y ya de adulto… ¿te has sentido así por las noches? — preguntó el chico inconscientemente.

— Mentiría al decir que no. — respondió el azabache con un suspiro. — ¿Y tú? —

— No desde que te conozco. — dijo de inmediato, sin dudas. Levi alzó su mirada hacia él, sonriéndole tenuemente.

Gris volviéndose azul. Tormenta calmándose hasta mostrar aguas tranquilas y claras.

Dulce, tan dulce.

— Hay algo que me gusta de los apagones. — mencionó el azabache, volteando su atención hacia la vista que mostraban los ventanales de la sala del chico. Este siguió la dirección de su mirada, topándose con las siluetas oscurecidas de los rascacielos y una que otra tenue luz que salía de las ventanas de los edificios por las linternas y velas encendidas.

— Sólo veo… penumbra. — dijo el chico, confundido. Sin embargo, la carcajada de Levi lo llevó a mirarlo y este le dedicó una sonrisa cuando apuntó nuevamente hacia los ventanales.

— Es porque lo estás viendo desde el ángulo equivocado, mocoso. — ante su sorpresa, el detective se acercó y puso su mano bajo la barbilla del joven, moviéndola con suavidad para guiar su rostro y hacerle ver la ciudad nuevamente.

Y, sin embargo, no era lo ciudad lo que Levi quería que viera, sino lo que estaba sobre ella. Un conglomerado de puntos diminutos y resplandecientes surcaban los cielos; las estrellas se lucían en todo su esplendor en aquella noche primaveral, tiñendo el firmamento oscuro de luces como nunca lo había visto en la ciudad.

Eren se halló maravillado ante ese espectáculo, pues las luces de la ciudad usualmente opacaban las de las estrellas e impedían ver aquel espectáculo que le ofrecía esa noche sin luna y una ciudad apagada.

— Es hermoso. — murmuró, ligeramente conmovido por apreciar esa vista.

— Lo es. —

Al escuchar la voz de Levi, bajó su mirada para observar el reflejo de este en el ventanal de la sala y, con asombro, notó que su mirada no estaba en dirección a las estrellas, sino que lo estaba observando a él; con una media sonrisa y sus ojos que resplandecían en medio de ese salón apenas iluminado por las velas y las estrellas del firmamento.

Sintió su corazón acelerado, sus mejillas sonrojándose y las lágrimas acumulándose en sus ojos al saberse junto al azabache, con sus manos unidas sin darse cuenta en qué momento había pasado.

Aquel hombre no era solamente hermoso, era maravilloso.

En ese momento, Eren se dio cuenta de que Levi era la luna que alumbraba sus noches desde hace mucho tiempo, que junto a él ya no sentía ese vacío cada vez que miraba su departamento o cuando caminaba por la calle; Levi era todo su mundo ahora y saberse correspondido por él lo llenaba de una felicidad indescriptible y dolorosa… porque ya no sabría qué hacer si él se iba de su vida.

— Te amo, Levi. — le dijo de pronto.

Sus sentimientos salieron por su boca, pero había sido su corazón el que habló. Frente a él, el detective amplió su sonrisa y se acercó otro paso más a él, jalándolo ligeramente a través de sus manos unidas y estirando su cuello para alzar los ojos y mirarlo fijamente antes de decir —: Yo también te amo. —

En seguida, el mejor detective de Stohess volvió a jalarlo, pero, esta vez, comenzó a avanzar por el departamento, pasando por la sala, el pasillo y finalmente conducirlo hasta la habitación.

Cuando Eren cayó en cuenta de lo que pretendía, se sintió curiosamente nervioso, especialmente cuando el azabache lo soltó y fue a dejar la vela sobre el velador junto a la cama, volteándose para mirarlo con su semblante oscurecido por estar a contraluz, pero con esos orbes azul grisáceo destellando fuertemente y fijos en el joven.

Este tragó fuerte y se acercó al hombre, sujetó su rostro para observar más de cerca sus emociones y — con un revoltijo entre alegría e inquietud — notó lo tranquilo que se encontraba; su semblante se hallaba apaciguado y una débil sonrisa se asomaba por esos finos labios que le hacían perder la cordura.

— Sabes que no dije que te amaba sólo para acostarme contigo, ¿verdad? — murmuró, un poco inseguro de que el otro se sintiera presionado por su confesión; sin embargo, Levi soltó una carcajada burlesca y se abrazó a su cintura.

— ¿Qué pasa, Eren? ¿Tienes miedo? — su actitud llena de sorna le parecía de lo más provocadora y no hizo más que acelerar los latidos de su corazón, sobre todo cuando el azabache se estiró y sus bocas se juntaron en un dulce beso.

El sabor de sus labios le parecía el manjar más delicioso del mundo, suspirando apenas el otro había acariciado sus brazos para llevar aquellas manos pálidas hacia el hombro del chico y empujarlo poco a poco hasta hacerlo caer sobre el colchón.

El policía se deslizó sobre él, capturando su boca nuevamente mientras Eren se abrazaba al trabajado cuerpo de Levi, acariciando su piel bajo la camisa y sintiendo el sudor de su espalda bajo sus dedos que se movían suavemente por su piel de porcelana.

Sus suspiros se mezclaron entremedio de sus lenguas que comenzaban a explorar la cavidad contraria, deleitándose ante cada toque cuando le perdían el ritmo al beso y se concentraban en el tacto de sus manos en el cuerpo del otro; esas manos que contorneaban cada rincón de piel del contrario, sintiendo la temperatura aumentar mientras el roce de sus cuerpos les permitía acoplarse con facilidad.

Eren desabrochó lentamente la camisa de Levi y expuso su torso cuando el mismo azabache se la quitó, irguiéndose ligeramente sobre él, mirándolo con cariño, sonrojado y con un destello de lujuria en sus ojos color tormenta.

De inmediato, se incorporó, dejando al detective sentado sobre sus piernas, mientras el otro enredaba ligeramente sus extremidades inferiores en torno a la cintura del moreno; Levi sacó la camiseta de Eren de entremedio, permitiendo que sus pieles se tocaran cuando volvieron a besarse.

Las manos de Levi se deslizaron por la espalda de Eren en una caricia suave y lenta, mientras sus labios se rozaban y respiraban el aliento contrario, cerrando los ojos para permitir que el resto de sus sentidos pudiese captar con mayor facilidad el olor del otro, el sabor del otro, la textura y temperatura del otro.

La lengua del moreno delineó el labio inferior del detective, robándole un pequeño jadeo cuando se introdujo en su boca y acarició su paladar; Levi, siendo inusualmente cuidadoso, le quitó la liga para el cabello, dejando que las hebras castañas bañaran los hombros de Jaeger y liberara aún más su olor tan característico.

Eren besó con suavidad el cuello expuesto del azabache, abrazando su cintura mientras presionaba sus dedos en la espalda baja del detective; sus caderas se juntaban cada vez con más ritmo, emitiendo pequeños sonidos que salían como suspiros ante el placer de cada toque.

Pasó su lengua por la clavícula nívea de su novio y descendió hasta encontrar uno de sus pezones. Dejó allí pequeños besos, mientras pasaba la lengua por la aureola y escuchaba a Levi gemir con más fuerza, retorciéndose entre sus brazos mientras acariciaba los músculos del joven y, con osadía, este tomó entre sus dientes esa zona sensible, complaciéndose al oír el gruñido que salió del pecho de Levi.

— ¿Sensible? — preguntó, todavía con su boca incrustada en el pezón izquierdo de Levi, mientras el derecho lo acariciaba delicadamente con su pulgar.

— Demasiado. — gimió apenas el detective. Eren se incorporó para mirarlo, excitado ante la manera exquisita que estaba teniendo Levi al entregarse por completo. Sin comentarios sarcásticos, sin palabras para detenerse.

El azabache se inclinó y lo besó con ferocidad, humedeciendo sus labios y dejando saliva en exceso alrededor. Descendió sus manos ásperas hasta llegar al pantalón del chico, donde comenzó a desabrochar el botón y bajar el cierre.

Sin más preámbulo, Levi había metido su mano debajo de la ropa interior de Eren, tomando su virilidad con sus manos y comenzando una suave caricia en la punta de su glande.

Eren fue el primero en gemir con fuerza, logrando sacarle una sonrisa al detective mientras todavía se devoraban la boca.

— Quédate quieto. — le dijo Levi en un murmullo cuando se apartó de sus labios y comenzó a dejar besos y lamidas en su quijada, en el cuello expuesto y sudado de Eren, en su manzana de Adán y bajando lenta y exquisitamente por sus pectorales hasta llegar al abdomen.

Se detuvo un segundo sólo para mirar con ojos devoradores a Eren, hasta que finalmente volvió a su labor, delineando con su lengua la cicatriz en el abdomen del joven.

No había razón para sentirse estimulado por aquello, era apenas un queloide formado alrededor de una herida sanada; sin embargo, el moreno sintió sus sentidos explotar de placer cuando la punta de la lengua de Levi trazó por completo el largo de su cicatriz; amándola con ternura, como lo amaba a él.

El chico sintió una lágrima deslizarse por su mejilla, y en menos de un segundo Levi ya estaba mirándolo frente a frente, usando su pulgar para borrar ese rastro salado de su rostro moreno y acalorado.

— ¿Estás bien? — le preguntó con dulzura, mirándolo con esos ojos azules que apenas eran un brillo trémulo en medio de ese cuarto bañado por la tenue luz de la vela.

— Estoy en el cielo, Levi. — dijo el chico, abrazando al mayor y volteándose para quedar, esta vez, sobre él. — Creo que estoy soñando. —

— Comprobemos que no lo estás. —

Eren se sonrió al instante al conocer otra faceta de Levi. Una faceta dulce y lujuriosa, una faceta completamente entregada a él, confiando en sus besos y sus caricias.

Besó los labios del detective, succionando con ahínco mientras descendía sus manos por el torso del contrario, tomando uno de sus pezones y masajeando suavemente la zona con su pulgar. Las caderas de Levi se elevaron de inmediato y sus miembros se rozaron robándoles otro gemido de placer.

Eren llevó su boca hasta el pezón de derecho de Levi, y con su mano comenzó a desabrochar el pantalón del detective. Podía notar con claridad su erección aprisionada por las telas y se sintió complacido al liberarlo y darle atención, mientras que el azabache dejaba escapar tímidos sonidos, retorciéndose bajo su cuerpo.

Sus labios descendieron por el torso de Levi, besando cada centímetro de su piel, dándose el tiempo de acariciar los lunares en el abdomen del azabache y también algunas cicatrices que debían tener historias que él se moría por saber.

Porque quería consumir todo de Levi. Se sentía hambriento. Quería devorar su cuerpo acalorado y jadeante, que movía sus caderas para permitir ese roce exquisito en su entrepierna.

De un jalón, le sacó tanto los pantalones como la ropa interior, sabiéndose dominado por un apetito voraz. Levi se veía tan perfecto, mirándolo sin un ápice de timidez, sin vergüenza, como si se estuviese sirviendo en bandeja para él; así que lo miró fijamente, mientras se lamía su propia palma con lentitud, evaluando la reacción contraria ante sus acciones.

Y entonces, el joven se abalanzó a besar los labios del otro, empujando su lengua dentro de la boca de Levi, ahogándose en sus suspiros mientras llevaba su mano derecha hacia la intimidad del detective y comenzaba a masturbarlo, sujetando con fuerza su falo y usando su mano en movimientos ascendentes y descendentes, dejando que la saliva que había quedado en su palma sirviera como lubricante, mezclado con esas pequeñas gotas de líquido seminal que ya escurrían de la hombría de Levi.

Los suspiros del otro se aceleraron conforme Eren aumentaba el ritmo a su masturbación, sin dejar de besar furioso al otro, sintiendo la cama chillar mientras se movían en sincronía para compartir el placer.

— ¿Cuántas veces puedo hacerte mío? — le preguntó al oído. Levi tragó fuerte y lo miró con deseo, con tanto deseo en sus ojos azules y mejillas teñidas de carmín.

— Las que quieras. — respondió el otro con voz grave.

En seguida, Eren dibujó con sonrisa torcida y apretó la punta del glande del otro, sintiendo cómo su miembro palpitaba al borde del orgasmo; y simplemente lo dejó, lo estimuló con besos y caricias en sus muslos hasta que Levi se corrió en su mano, gimiendo a más alto volumen y soltando un par de maldiciones.

Eren se jactó de sí mismo mientras lo miraba recuperar el aliento, y saboreó la semilla de su pareja, dedo por dedo, todavía mirando a Levi que poco a poco se avergonzaba más.

— Delicioso. — Levi lo miró de reojo, con las mejillas tan ardientes que era imposible no saber lo avergonzado que se encontraba. Así que Eren se acercó y dejó un beso suave en sus pómulos afiebrados. — Dame un momento. —

En seguida, se marchó al baño con rapidez y hurgó en los cajones hasta encontrar lo necesario.

Todavía sin dejar de sonreír, volvió hasta la habitación — aún a penas iluminada por la vela— para encontrarse a Levi de pie junto a la cama, pareciendo limpiar los rastros de semen que habían quedado en su abdomen.

Y Eren juró sentir un palpitar en su entrepierna al observar el esculpido cuerpo que tenía Levi. Como si fuese una estatua tallada a cincel, con porcelana blanca y zafiros azules en los ojos; ni siquiera se dio cuenta en qué momento se había acercado a él, arrojando lo que traía en las manos sobre la cama, sin ningún cuidado, porque lo único que quería era tocar ese cuerpo que le estaba haciendo perder la cordura.

— ¿No crees que es injusto que todavía estés semi vestido? — susurró Levi entre besos, abrazándose al contrario, acariciando sus músculos, electrizando su cuerpo.

El detective se agachó de pronto, bajando los pantalones del joven y — de paso — también su ropa interior. El miembro erecto de Eren quedó al completo descubierto y un sutil escalofrío lo recorrió cuando miró a Levi con los mismos ojos que seguramente él le había dedicado cuando estuvo a punto de probarlo.

Cuando la lengua del detective tocó su glande, el moreno lanzó un jadeo lo más contenido que pudo, pero todo su cuerpo tembló de placer. Levi era paciente en su felación, lo cual excitaba y enervaba —a la vez— al moreno. Su boca succionaba con un deleite el falo del chico, y este no pudo evitar llevar su mano hasta las hebras azabaches del contrario, enredando sus dedos entre ese cabello tan negro como la noche, y necesitado de que aumentara el ritmo de su oral o se volvería loco.

Así que empujó suavemente la cabeza de Levi hacia su entrepierna, sintiendo su hombría llegar hasta la garganta del contrario y estremecerse de placer ante ello. El detective hacía sonidos con su boca parecido a arcadas, pero su lengua seguía acariciando toda la extensión del falo de Eren.

— Voy a venirme. — le dijo al azabache, imposible de controlar el orgasmo que palpitaba en su vientre con más fuerza cada vez. Pero Levi no dijo nada, simplemente acarició sus testículos y aceleró el movimiento de su boca sobre su miembro, hasta que por fin, Eren sintió la bola de calor explotar en su estómago y descargar su energía en todos sus músculos hasta hacerle temblar las piernas y gemir de forma violenta, corriéndose en la boca de su novio. — Dios, eso estuvo tan bien. —

— Lo noté. — la sorna en la voz de Levi volvió a encender su lujuria.

Besó sus labios con los restos de su propia semilla y alzó de golpe al Levi hasta hacerlo caer nuevamente en la cama.

Sentía su miembro nuevamente erecto — de hecho, el de ambos — y le maravilló sentir la lengua de Levi en su paladar, con ese regusto salado del semen y la saliva que todavía manchaba su boca y su mentón.

— Déjame llevarte al cielo también. — murmuró Eren al oído del contrario, besando su lóbulo mientras alcanzaba uno de los elementos que trajo consigo del baño.

Cuando se irguió, notó el asombro de Levi a ver la botella de lubricante.

— Tengo que prepararte, Levi. Ya viste el tamaño. — al decir eso, el detective se sonrojó visiblemente, pero también hubo un poco de temblor en su mirada. — Confía en mí. Seré gentil. —

— No sé por qué no te creo. — rebatió el azabache mientras se besaban. El chico simplemente soltó una carcajada y procedió a aceitar el miembro de Levi.

Acarició suavemente su hombría, mientras se besaban con suavidad, notando que el azabache se había tensado un poco y necesitaba que se relajara lo suficiente.

Cuando sintió que Levi volvía a ser víctima del placer, se aventuró a bajar lentamente su mano aceitada por el miembro del detective; llegó a sus testículos y apenas los rozó con la yema de sus dedos, sintiendo que la piel de Levi bajo su boca se erizaba por el estímulo.

Bajó más con sus dedos traviesos, hasta llegar a la entrada del azabache. Un pequeño movimiento de contracción le avisó que Levi se había tensado nuevamente, así que volvió su boca hacia la de su pareja — aquella que antes había estado besando su abdomen y los vellos que creían mientras más bajaba hacia su entrepierna—.

Lo besó con suavidad esta vez, dejando que respiraran entre cada caricia de sus lenguas y se abrazaran con esmero para fundirse en el otro. Y entonces, sus dedos dieron círculos alrededor de esa entrada palpitante.

No hizo el intento de entrar, sólo se quedó ahí con sus dedos jugueteando y aceitando todo a su paso, mientras su otra mano acariciaba las piernas y los glúteos de Levi y este se deshacía en suspiros cada vez más exigentes.

Cuando la propia cadera de Levi le pidió moverse, Eren comenzó a introducir lentamente su dedo índice. Sintió la contracción de los músculos en torno a su falange y alucinó pensando que así lo haría con su propio miembro cuando pudiera entrar. Pero se contuvo, porque no quería lastimar al azabache, quería que disfrutara tanto como él.

Sin salir de su interior, vertió un poco más de lubricante y procedió a introducir otro dedo. En seguida la protesta de Ackerman lo llevó a alzar la vista hacia su rostro y le sonrió con cariño cuando volvió a besarlo.

— Si no estás listo, podemos esperar. — le dijo cuando lo miró y Levi puso los ojos en blanco.

— No soy tan frágil, mocoso. Tu lentitud me está volviendo loco. — le reprochó y Eren sólo puso soltar una carcajada.

— Me encanta cuando te pones pervertido. —

Sin preámbulo, el moreno avanzó de golpe con sus dos dedos hacia el interior del detective y la protesta de éste no tardó en llegar; sin embargo, Eren torció otra sonrisa, retirando milimétricamente sus dedos para luego volver a embestirlo. Esta vez, la espalda de Levi se arqueó y la mueca de dolor en su rostro se mezcló con lo que parecía ser una gota de placer.

Saber que a Levi le gustaba sentirlo dentro encendió más su lujuria, así que se concentró en ensanchar esa entrada lo más posible para lo que venía.

Y de pronto llegó. Ese gemido desgarrador desde la garganta de Levi, esa contracción en torno a sus dedos inquietos en su interior, esa palpitación que logró que la erección de su querido detective se hiciera más grande y palpitara deseosa de ser tocada.

Eren pasó suavemente su lengua en torno al glande de Levi, y procedió a tocar de nuevo ese recóndito lugar en su interior. Y supo que lo había encontrado. Porque Levi volvió a retorcerse, su voz se volvió más ronca al jadear y pedirle más a sus dedos. Y Eren lo consintió.

Acarició con lentitud esa zona de su próstata mientras besaba el falo contrario y se sintió en la gloria cuando vio a Levi retorcerse inquieto por el placer que le estaba provocando.

— Creo que dejaré los juguetes para otro día. Te deseo demasiado. — le soltó mientras se erguía y contemplaba el estado excitado en el que había dejado a Levi, quien apenas se cubría el rostro con su antebrazo.

— Mierda, también te deseo. — Eren procedió a sacar sus dedos y se puso el preservativo en su propia erección. Vertió un poco más de lubricante sobre el látex y, antes de proceder a la acción, se quedó observando fijamente el panorama que tenía frente a él.

Levi, con su piel tersa y oscurecida por las sombras que proyectaba la vela, arrojado sobre su cama entre las sábanas hechas un desastre; con su cabello alborotado y sudoroso; con restos de fluidos en su rostro y su cuello y su pecho lleno de marcas hechas por él.

Eren se sabía el causante de aquella delirante y excitante imagen. Del famoso detective Levi Ackerman entregado al placer que sólo él podía provocarle.

— Te amo. — le dijo cuando se agachó para besarle. — Pero esto dolerá.

En seguida, Eren se introdujo en la estrecha cavidad de su pareja, arrancándole un terrible gruñido a Levi, mientras que él sentía su glande siendo succionado con fuerza por la entrada contraria, reprimiendo sus deseos más salvajes de embestir por completo en su interior.

— Mierda, dijiste que serías gentil. — le reprochó el otro, tensándose bajo sus brazos y cerrando con fuerza los ojos.

— Créeme, es lo más gentil que puedo ser, Levi. Estás muy estrecho. — sus palabras sonaron como un jadeo, y es que sentía una tremenda excitación, pero notaba que el azabache todavía estaba lejos de sentir lo mismo. — Respira. — le dijo cuando se acercó a besarlo y vertía más lubricante sobre su miembro y la entrada de Levi.

El moreno se esforzó en controlar sus impulsos, acariciando con suavidad la piel contraria, desde los muslos hasta los glúteos trabajados y redondos de Levi, todo esto sin dejar de besar suavemente sus labios y permitir que el otro se acostumbrara a la intromisión.

Sólo cuando Levi suspiró entre sus labios y se acomodó sutilmente debajo de él, Eren se atrevió a entrar aún más, y la sensación lo hacía delirar. Y es que ese agujero estaba tan caliente y aceitoso por el lubricante, así como se contraría sobre su miembro fuertemente erecto debido a la excitación. Le llegaban olas de calor que se alojaban en la parte baja de su espalda y le recorrían los músculos como electricidad, pidiéndole más de aquella sensación, de introducirse por completo.

Lentamente, Eren fue entrado hasta — por fin — meter por completo su viril envergadura en la entrada de Levi, lanzando un jadeo de puro placer mientras el otro se retorcía debajo de él.

— Muévete. — le dijo de pronto, Levi. Llamando su atención. — Muévete o me voy a volver loco.

Eren retrocedió un poco y volvió a embestir en contra de las caderas del azabache, robándole un grito nada contenido; volvió a hacer la misma jugada, y esta vez, el suspiro fue más agudo, más relajado… así que probó otra vez…. Y otra vez.

Y no se dio cuenta cuando ya estaba en un exquisito vaivén profanando la intimidad de Levi, escuchándolo jadear con un tono de voz que jamás había soñado en apreciar, viéndolo retorcerse debajo de él y clamar por más por el falo de Eren.

Qué obsceno era pensar que a Levi le encantaba sentirlo dentro, de llenarlo hasta que golpeaba su vientre desde el interior, rozando su próstata y viendo el propio miembro del detective más famoso de Stohess completamente erecto a su merced.

El más joven tomó una de las piernas contrarias y la alzó hasta ponerla en su hombro empapado de sudor y de sus cabellos revueltos, lo miró con hambre cuando embistió con más fuerza, olvidándose de la supuesta gentileza que iba a ejercer, porque no podía controlar el ferviente deseo de querer que Levi fuera completamente suyo.

Su placer y lujuria aumentó hasta rallar en la locura cuando observó que Levi tomaba su propio falo y se masturbaba, ansioso por sentir más placer y alcanzar el orgasmo prometido, porque oh sí, Eren planeaba darle el mejor orgasmo de su vida.

— ¿Quieres venirte? — le dijo entre embestidas aceleradas, siguiendo el ritmo que ejercía Levi sobre su miembro.

— Quiero. —jadeo el otro, ronco, tosco y por completo a su merced.

— Pídelo. — ordenó el chico, desconociendo ese lado sádico y morboso, embistiendo con fuerza, jadeado, sudando, mezclándose por completo con el otro.

— No me vengas con tus mierdas, mocoso. — ni siquiera terminó con su comentario, porque Eren se encargó de entrar más profundo y calló sus protestas.

— ¿Ah, sí? Te harás el difícil como siempre, ¿no? —

El chico tomó la mano de Levi que antes había estado dándose auto-placer y la aprisionó sobre la cabeza contraria, contra el colchón. Le daba igual si el detective era más fuerte, le daba lo mismo si no podía tocar sus glúteos mientras lo penetraba, porque ahí estaba viendo sus fantasías más fascinantes haciéndose realidad.

Levi debajo de él, con su piel blanca teñida de rojo y sombras. Sudoroso, aceitoso; con los labios hinchados de tanto que se los mordió, con el cuello lleno de marcas suyas. Nunca se había sentido tan primitivo en sus pensamientos hasta que supo que tenía el consentimiento de Levi para hacerle ver el cielo, como le prometió.

— Lo necesito, maldición. — reclamó el contrario, podía hasta sentir el dolor del miembro de Levi porque alguien le diera atención.

— Tienes que decir las palabras mágicas, capitán. — le soltó el otro, presionando su cuerpo sobre el contrario, aprisionando todavía las manos del detective y profanando su entrada como un desquiciado.

Él también estaba al borde, comenzaba a sentir los calambres en sus piernas por sucumbir al orgasmo, sentía las paredes de Levi contraerse para que le tocara su punto delicioso con más fuerza, con más atención, para que encontrara el ángulo correcto y dejarlo deshacerse en el placer.

— Joder, Eren, tócame. — se relamió los labios de puro placer, y soltó las manos contrarias para darle atención al miembro palpitante de Levi. Agarró su glande y masajeó la zona con su pulgar, todavía embistiendo.

Y embistiendo.

Una más y otra vez.

Ya no sabía si era él quien gemía o era Levi. Ya no sabía si el sudor que le llenaba la entrepierna era del detective o era suyo. Ya no le importaba nada más, porque lo podía sentir.

Ahí estaba, emergiendo. La bola de calor expandiéndose con violencia desde su falo y explotando hasta hacerle gritar, justo cuando apretó con fuerza el miembro de Levi y le hizo correrse en un orgasmo sonoro, obsceno y sin pudor.

Sólo se escuchaban sus respiraciones. Tan agitadas que le zumbaban los oídos y sentía las mejillas ardiendo y la cabeza dándole vueltas.

De repente se supo volver a la realidad. A su habitación con la luz encendida sin saber cuándo había vuelto la electricidad. La ciudad volviendo a su vida y opacando la luz de las estrellas; la vela consumiéndose en el velador junto a la cama.

Y Levi debajo de él, respirando entre cortado mientras lo miraba de reojo, con su vientre manchado por su propia semilla y su cuerpo brillando de una forma hermosa. Eren sintió un poco de vergüenza, pero lo que más que caló profundo en su pecho fue la emoción al ver la tenue sonrisa de Levi dirigía hacia él.

Tan preciosa, tan cómplice, tan rebosante de amor.

Salió con cuidado de no lastimar al azabache y se sacó el condón, haciéndole un nudo para no derramar y ensuciar de más. Fue hasta el baño con rapidez y trajo una toalla con la que limpió el abdomen de Levi, apreciando los lunares que había besado en su torso y también las marcas que había en su piel.

Y volvió a besar cada una de ellas hasta llegar a sus labios. Esos que todavía le sonreían con cariño y cansancio, seguramente también con dolor pues él había sido lejos poco gentil.

Lo besó. Como su primer beso. No ese rápido y tímido de su cumpleaños, sino ese beso que se dieron el vehículo del cuartel, cuando Levi y él decidieron darse una maravillosa oportunidad.

— ¿Estás bien? — le preguntó al azabache cuando se recostó a su lado y lo miró fijamente. Había un par de lágrimas secas bajo sus ojos y quiso obligarse a pensar que fueron de placer y no puro dolor.

— Sí. Comprobé que no es un sueño. — Eren se carcajeó, más de vergüenza que por otra cosa. Estrechó a Levi contra su pecho y acarició sus cabellos azabaches, lisos y suaves. Dejó un beso en su frente sudada y lo rodeó por completo mientras lo cubría con las sábanas.

— Creo que ahora me gustan los apagones. — murmuró contra la frente de Levi y el otro soltó una carcajada antes de alzar su vista hacia él.

— Oi, sabía que eras un pervertido, pero no dimensionaba cuánto. — el comentario de Levi le hizo torcer una sonrisa triunfal, porque había disfrutado cada segundo de ese encuentro entre ambos.

— Admítelo, te gustó. — le soltó de vuelta.

— De haber sabido que era tan grande me hubiese preparado mejor. — mencionó sin descaro, a lo que Eren se sonrojó un poco.

— Puedo prepararte mejor. Tengo varios trucos que no pude usar esta vez. — dijo él con un tono travieso, mirando a los pies de la cama algunos de los juguetes que había traído para facilitar la preparación de la entrada de Levi… pero su calentura pudo más que él. — ¿Quieres… que te lo demuestre? — preguntó con inocencia, mirando fijamente a Levi.

Este lo miró entrecerrando sus ojos grises, siendo apenas una línea color zafiro.

Y, de pronto, fue el detective quien se acomodó sobre él, de una manera dominante.

 

— Apaga la luz.

 

Notas finales:

¡Ah! Este es el final del capítulo.

Uf, no se imaginan lo nerviosa que estoy de publicarlo. Ya todos saben que no soy muy buena escribiendo lemmon y, además, quería que — de cierta forma — la primera vez entre ellos fuese algo más romántica y del estilo de Eren. Saqué todos mis clichés aquí y le puse mucha dedicación — por eso me demoré un poquito —. Espero de verdad que haya sido de su agrado la lectura y les pido mil perdón si encontraron un error o no era lo que esperaban.

La otra razón por la que me animé a subir esto es por esos más de 20k lecturas— yeeeeiiii — estoy muy feliz y emocionada y me dio un hype enorme para terminar este capítulo y regalárselos. 

Bueno, pero como me gusta que mis capítulos sean una montaña rusa de emociones — oh sí, me lo han dicho —, quería spoilearles que el próximo capítulo estará lleno de drama. Pero llenísimo, así que preparen sus pañuelos y sus armas — no, es broma. O si quieren no es broma —.  

No tengo más que agregar, aparte de agradecerles un montón su apoyo, lecturas y comentarios. Me hacen tan tan feliz que no puedo si quiera expresarlo — worst escritora ever —. 

Cuídense mucho.

¡Un abrazo!

 


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