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Criminal - [Ereri] por L_inverse

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Notas del capitulo:

¡Hola a todos y todas! Me encanta que estén aquí de nuevo para leer otro capítulo.

Así que, sin más preámbulos, aquí les traigo la continuación. ¡Disfruten!

El detective estaba sentado en su escritorio tratando de que el inútil computador funcionara correctamente. Había pedido que se lo cambiaran hace meses, pero, al parecer, el presupuesto no estaba para comprar tecnología que le permitiera hacer su trabajo de forma expedita, sino que se usaban recursos en hacer patrullaje a las familias de los políticos más importantes y hacer de servicio de guardia en eventos privados.

Suspiró mientras se servía otra taza de té cuando la puerta de su oficina se abre repentinamente y entra su compañera de trabajo, Hange Zoe, con un montón de papeles en la mano – algo muy usual en ella – y una sonrisa ancha pese a que el día había estado agitado y tenían un montón de trabajo acumulándose.

– ¿No sabes tocar la puerta? – le preguntó con brusquedad, mientras ella se acercaba hasta el escritorio junto al cual él se encontraba de pie.

– Vaya, todo el mundo está de mal humor hoy. – comentó la pelirroja, lanzando una sutil carcajada. – Sólo venía a traerte los informes de los peritos del caso del Espectro que me habías pedido. – dijo, entregándole un archivador bastante grande con la documentación.

– Gracias, Hange. – respondió Levi, dándole un corto vistazo. La mujer podía tener todos los ánimos del mundo, pero se notaba que estaba agotada. Su trabajo era tan extenuante como el de él y podía decir que ella estaba ligeramente más delgada, con unas ojeras bajo sus ojos grandes tras los lentes. – Trabajas demasiado, Hange. – mencionó, haciendo que ella lo mirara con extrañeza.

– Supongo que tienes experiencia en eso de trabajar demasiado para decírmelo. – señaló con una sonrisa. – Estoy bien, Levi. Gracias por tu preocupación. –

– ¿Quién te dijo que estaba preocupado? –

– Oh, no seas así. – exclamó ella, haciendo un puchero. – ¿Hacemos algo el fin de semana? Hace tiempo no vamos a ese bar que queda en el centro. – Hange mostró todo su entusiasmo ante ese plan y lo cierto era que a Levi le parecía tentadora la idea de salir a despejar su mente con su amiga, incluso podría invitar a Erwin y tal vez a Farlan; sin embargo, se había vuelto una costumbre el posponer sus tiempos de descansos, sabiendo que podría avanzar en los casos no resueltos y ayudar a más personas con eso. La gente solía decir que era una adicción al trabajo o una forma irresponsable de culparse por no solucionarle la vida al resto.

– Veré si tengo tiempo... – se limitó a decir, recibiendo un pellizco corto en su mejilla por parte de la mujer.

– Si no lo tienes, hazte el tiempo de salir. – ordenó ella. – Eres joven aún, Levi. Pero eso no significa que lo serás para siempre. Ten planes, compra algo para ti, ten una cita... –

Justo cuando iba a reprocharle sus palabras, diciendo que no necesitaba nada de eso en su vida, el llamado a la puerta salva a la mujer y le da una corta mirada de advertencia cuando concede el permiso para entrar. Suspiró y, en el momento en que iba a tomar su taza con el té que había preparado, se sobresalta casi imperceptiblemente al ver al oficial de policía entrar junto a nada más, ni nada menos que Eren Jaeger.

Sus ojos se abrieron enormemente de la impresión y sólo logró que el mocoso ampliara su sonrisa, sin despegar su mirada verdosa de él. Levi se dio unos cortos milisegundos para mirar a Hange, quien observaba la escena de manera analítica, hasta que el oficial que escoltaba al mocoso se aclara la garganta – evidentemente nervioso por la presencia del chico y de sus superiores –.

– Disculpe, detective Ackerman. El joven Jaeger insistió en verlo y... – "pobre oficial", pensó el detective, al verlo con aquella actitud tan intimidada y nerviosa por los presentes en esa oficina. Siendo simplemente uno de los oficiales de menor rango, y muy joven lo demás, sabe que no puede darle una negativa al hijo de Grisha Jaeger, aun pese a que no se permite entrar a los cuarteles y oficinas de los superiores sin previa citación o permiso de ellos.

– No te preocupes. No pasa nada. – le dijo para tranquilizarlo, haciendo que relajara su postura y se retirara tras disculparse. – Hange, tengo que atender esto. ¿Hablamos después? –

– Por supuesto, sólo no olvides nuestra cita del sábado. – señaló ella con una sonrisa ladina. Levi sabía que su amiga y compañera de trabajo no lo dejaría escapar con esa salida, así que sólo chasqueó la lengua cuando esta comenzó a retirarse de la oficina.

Tal vez fue su imaginación paranoica respecto a la inusual presencia del mocoso en su oficina, apenas siendo las diez de la mañana de un día de semana como cualquier otro; quizá fue sólo su nerviosismo debido a todo lo que sabía sobre Eren Jaeger y su conexión con el famoso ladrón de Stohess... pero, cuando Hange pasó a su lado, casi pareció detenerse una milésima de segundo a observar al muchacho con esa vista perspicaz que sólo su analista de sistemas podía tener; todavía peor era la idea de notar que el mocoso también le había dedicado una mirada cargada de recelo y curiosidad, incluso precaución cuando la mujer curvó una sonrisa sutil antes de marcharse completamente de la oficina.

Levi esperó unos segundos, a sabiendas de que Hange a veces le gustaba escuchar detrás de la puerta, y, cuando estuvo seguro de que ella se había marchado, volvió su atención al joven moreno que seguía sonriendo en su dirección. No era una sonrisa burlesca ni sugerente, sino la sonrisa de alguien entusiasmado por estar ahí, alegre y casi radiante.

– ¿Qué mierda haces aquí, mocoso? – le espetó, sin una pisca de amabilidad.

– ¿Sabes? Odio cuando me tratan como si fuese una celebridad o alguien intocable. El oficial que me trajo hasta aquí parecía muy nervioso; en cambio, tú no pareces tener ese trato. – su voz sonaba menos ronca que la última vez que se habían visto, hace casi una semana; y, si bien conservaba su cabello tomado en una coleta, esta estaba lejos de ser el pulcro peinado con el que había aparecido en la fiesta de los Reiss. Además, estaba vestido con unos jeans claros, zapatos gruesos y un abrigo marrón que había desabrochado para exponer el sweater gris que traía puesto.

– Supongo que no usaste tu apellido para llegar a mi oficina. – cuando Levi lo miró con una ceja enarcada ante sus palabras acusatorias, el chico se encogió de hombros y soltó una carcajada culpable.

– Tuve que hacerlo. No iban a dejarme pasar. – confesó, mientras rascaba su nuca distraídamente.

– Y habrían hecho bien. – soltó el mayor, dándole la vuelta al escritorio para volver a sentarse y seguir trabajando.

– Te dije que no sería fácil escapar de mí. – mencionó el otro, acercándose hasta la mesa.

– ¿Vas a decirme qué haces aquí? – preguntó mientras encendía nuevamente el computador y trataba de seguir con su trabajo. Entonces, ante el silencio del mocoso, levantó la vista y lo encontró mirando el archivador que Hange le había traído anteriormente. – ¿Vienes a espiar mi trabajo? – cuestionó, sin apartar su vista de él. El moreno le sonríe nuevamente y camina hasta llegar a su lado, parándose junto a la silla.

– Vine a invitarte a cenar. – le soltó con alegría y entusiasmo, incluso con demasiada seguridad. Levi enarcó una ceja, incrédulo.

– No. – respondió, para luego proceder a tomar la taza de té y terminar de beber su contenido.

– Vamos, Levi. Te estoy invitando como Eren. – se sorprendió un poco de las palabras del mocoso, sobre todo porque había vuelto a tutearlo. Era su forma de decir que quería establecer una relación menos formal entre ellos.

– Y yo te estoy respondiendo que no. – dijo sin dirigirle la mirada.

– Levi, empezamos con el pie izquierdo. Pero, de verdad, quiero que me conozcas antes de juzgarme. – pidió el chico, ahora mostrando levemente cómo su seguridad comenzaba a venirse abajo.

– No tengo ninguna obligación de cenar contigo, ni siquiera porque eres el hijo de Grisha Jaeger. – replicó el policía, poniéndose de pie mientras tomaba algunas carpetas y las llevaba a la estantería que tenía en la pequeña oficina, pasando completamente de Eren.

– A la mierda con el apellido. – soltó el mocoso ligeramente molesto. – Estoy aquí como un simple universitario que te invita a una simple cena. – señaló, tratando de convencerlo. El azabache volvió a su escritorio y, antes de sentarse, le dedicó una mirada afilada al chico. – Será en mi departamento, además. No en un lugar público. – mencionó con calma.

– Tch, no sé cuál sería peor. – comentó el mayor, sopesando la idea de juntarse con el chico en un lugar público o de manera privada, pues ambas tenían implicaciones que el mayor no quería considerar. 

Siguió ordenando los papeles que había traído, notando que el computador todavía tenía la pantalla pegada; sin embargo, no pasó mucho para volver a darse cuenta de que el chico a su lado había guardado silencio y, entonces, le dedicó un rápido vistazo para notar su mirada lasciva sobre él.

– ¿Qué pasa? ¿Te da miedo estar conmigo a solas en mi departamento? – le preguntó, acercándose casi imperceptible hacia él. Levi puso los ojos en blanco para luego devolver su atención a los papeles; esto sólo lo hacía para mantenerse ocupado en otra cosa que no fuera el joven que estaba coqueteándole en su oficina. – Prometo no hacer algo que tú no quieras. – cuando se percató de que el chico ya estaba casi pegado a él, puso su mano en el pecho contrario y empujó levemente al moreno para apartarlo.

– Oi, Eren. Deja ya toda esa actuación. No cenaré contigo, así que no gastes saliva intentando convencerme. – algo en toda la situación le molestaba mucho al azabache. Si bien era cierto que parecía una locura ir hasta el departamento del mocoso para cenar con él como si nada, también era una oportunidad para investigar un poco sobre su identidad secreta y tratar de encontrar evidencia de que era el Espectro. Sin embargo, todo dentro del policía gritaba que era una trampa, que no encontraría nada para probar que el joven era su ladrón... y aun así...

– De acuerdo, Levi. – dijo de pronto el chico, llamando su atención ya que seguía sonriendo con total confianza en sí mismo. – Pero estoy seguro de que terminarás aceptando mi invitación. Te esperaré a las ocho en mi departamento. – entonces, él volvió a acercarse y se mantuvo a una corta distancia del mayor. – Estoy seguro de que ya conoces mi dirección. –

– ¿Por qué tan seguro? – el azabache no estaba siendo totalmente objetivo en esa situación, no con lo nervioso que lo ponía la presencia de Eren.

– Eres el mejor detective de la ciudad, Levi. Así como yo te he estado investigado, estoy seguro de que tú tampoco has dejado de pensar en mí. – tras decir esto, le guiñó el ojo y se alejó lo suficiente para darle la vuelta al escritorio y mirarlo con el mismo entusiasmo que tenía cuando llegó. – Ya me voy. Nos vemos en la noche. –

El detective soltó un par de maldiciones cuando la puerta se cerró. No podía dejar de reprocharse el no controlar al estúpido mocoso y frenar su comportamiento de manera efectiva; lo peor, es que sabía que Eren tenía razón. No había podido dejar de pensar en él desde su encuentro en la mansión Reiss y cómo se había enfrascado en armar un plan que le permitiera destapar la información que tenía sobre el Espectro; tanto así, que no sólo había estado revolviendo los papeles del caso que llevaban dos años apilándose en un rincón del cuartel, sino también poniéndole atención al expediente del chiquillo, de Eren Jaeger, el hijo del doctor más popular en la ciudad, dueño de la clínica más grande y avanzada en cuanto a tecnología y personal para la investigación médica.

Su querido hijo – el segundo en la sucesión de la herencia de los Jaeger – llevaba su tercer año en la universidad, estudiando medicina igual que su padre y su hermano mayor, Zeke Jaeger; era totalmente opuesto a su progenitor y hermano, pues el menor de los Jaeger era un chico alejado de los eventos sociales y de los escándalos que su hermano protagonizaba hace algunos años – aunque parecía haber cambiado tras un internado en Marley, el país vecino –. Por lo demás, Eren era un muchacho inteligente y catalogado como uno de los jóvenes más apuestos de la ciudad, comprometido con la hija menor de Rod Reiss – Historia – y con un prometedor futuro como doctor.

Suspiró al volver a sentarse en su silla, al tiempo que sujetaba con fuerza el puente de su nariz, tratando de ordenar sus ideas y darle sentido al chiste que se estaba convirtiendo su vida. Ese maldito mocoso había llegado a alterar todo y, lo peor, es que se estaba involucrando con un criminal y un miembro de la intocable élite de la ciudad. ¿Qué se suponía que debía hacer? ¿Contarle a Erwin sobre lo que estaba ocurriendo y decidir juntos el proceder adecuado para la situación? ¿O mantener en secreto esta extraña relación para ganarse la confianza del mocoso y sacarle, finalmente, la verdad sobre su identidad como el Espectro?

Toda esta situación era absolutamente disparatada. Cualquier ladrón normal hubiese tratado de alejarse lo más posible del radar del detective para evitar que lo descubriera en el acto; pero no, Eren había ido hasta su oficina, en día de semana, frente a personal del cuartel a invitarlo a una estúpida cena. ¿Significaba eso que se sentía suficientemente confiado de que Levi no lo delataría o que jamás podría tener pruebas de que era el Espectro?

Por alguna extraña razón, se sentía como un mero cadete en sus primeros años de servicio. Indeciso sobre los conductos regulares y únicamente siendo guiado por el instinto y la determinación de querer proteger a los más vulnerables de la ciudad; porque de eso se trataba, ¿no? De terminar con los crímenes en Stohess y proteger – aunque no fuese de su completo agrado – incluso a los millonarios.

Si había una forma de cerrar para siempre el caso del Espectro, esperaba no tener que llegar al punto de llevar a un tribunal a Eren Jaeger, sino frenar su delinquir antes de que fuese demasiado tarde para ambos.

 

 

~*~~~*~~~*~

 

Cuando llegó a la cafetería, Armin ya lo estaba esperando sentado en la mesa de siempre, rodeado de libros y de aquel café que parecía gustarle tanto. Su mejor amigo era un genio y todavía le reprochaba el no haberse marchado de la ciudad – o del país – a estudiar en una mejor universidad para volverse un doctor o tal vez un científico. Pero el rubio era tímido y le costaba sociabilizar un poco; por ese motivo, marcharse a lugares desconocidos por su cuenta no era la opción que a él le gustase más. Así que decidieron quedarse en Stohess y estudiar juntos para volverse los médicos que habían soñado ser desde que tenían trece años.

Sí, se conocían desde la secundaria y lo cierto era que Eren no había encontrado persona más confiable y leal que Armin; siempre lo cubría cuando se escapaba de su casa para no asistir a las fiestas que su padre organizaba o a las que lo invitaban; también lo defendía cuando Zeke les jugaba alguna broma y él terminaba por caer en ella, llevándose reprimendas por parte de sus padres. Además, estar junto a él era cómodo y sencillo. Podían estar simplemente sentados en un parque conversando de cualquier estupidez o en un absoluto silencio, como si el mundo no tuviese importancia.

Y ahora... Armin era el único que sabía todos sus secretos, desde los más vergonzosos hasta los más peligrosos, como su identidad como el Espectro.

– Eren, ¿estás bien? Sonabas nervioso por teléfono. – comentó el rubio con curiosidad y preocupación cuando se sentó a su lado. El moreno suspiró mientras trataba de encontrar la manera correcta de hablarle a su amigo.

Tras salir del cuartel central, sintió que toda la vergüenza que se había tragado para hablarle a Levi había aflorado en forma de nudo en su estómago y casi pierde el aire de tan nervioso que se sentía. Le tomó todo el valor que tenía el invitar a Levi a salir como si nada y también toda su fortaleza mental cuando él lo rechazó tajantemente.

Lo cierto es que Eren se esperaba esa respuesta por parte del detective, como también esperaba que, en alguna parte recóndita de su mente, el policía se diera cuenta de que establecer comunicación entre ambos era igualmente provechoso. Por lo mismo, había dejado la invitación abierta para que apareciera esa noche en su casa y pudiesen conversar con más libertad que en una fiesta escondidos en una bodega o el cuartel donde trabajaba el azabache.

Pero eso no quitaba que lo ponía bastante nervioso el tener al detective Levi Ackerman en su departamento, cocinando para él y tratando de mantener el hilo de la conversación para que no se fuera cabreado o lo mandara a la mierda. Debía ser cuidadoso y saber qué decir, cuándo decirlo y cómo decirlo.

Claramente, el moreno no estaba capacitado para eso; motivo por el cual, a las únicas dos personas a quienes podía pedirle consejo en una situación así eran Armin e Historia; sin embargo, su amiga no estaba en conocimiento sobre su relación con el detective ni menos sobre su identidad como el Espectro, así que todo quedaba en manos de su mejor amigo.

– Armin... necesito tu ayuda. – le dijo con nerviosismo. Su amigo dejó de lado el café y el libro que tenía frente a él para dedicarle toda su atención. – Invité a Levi a cenar hoy en mi departamento. –confesó con una mueca culpable.

– ¿Es una broma, Eren? – exclamó el rubio, casi espantado por esa confesión.

– No... – murmuró él, bajando la mirada.

– Pero, Eren, ¿qué demonios estás pensando? Levi es el detective encargado del caso del Espectro, si él llegase a tener la más mínima prueba de quién eres y lo que haces, estarás perdido. Estoy seguro de que tu padre–

– ¡Armin! – le llamó, deteniendo su explicación para hacerle notar que había subido un poco el volumen de su voz. No importaba mucho, pues el lugar no estaba tan atestado de gente; no obstante, era importante ser precavido.

– Lo siento. – se disculpó tras aclararse la garganta. – Es que no entiendo a qué estás jugando, Eren. – comenzó a decir, hasta que parece comprender algo. El moreno sabía que Armin no tardaría en darse cuenta de todo lo que estaba pasando para llevarlo a tomar ese camino con el detective; después de todo, era un genio. – De acuerdo... creo entender lo que ocurre. Pero ¿en serio vas a arriesgar todo lo que has trabajado estos años...? –

– No me equivoco con Levi, estoy seguro. Sólo necesito ser estratégico si quiero ganarme su confianza. – comentó, manteniendo su vista fija en los ojos azules de su amigo. – El problema es que... –

– Sí, ya sé. Te entusiasmas rápido cuando se trata del detective Ackerman. – mencionó el rubio mirándolo con reproche. Luego, soltó un suspiro y volvió a dirigirle una mirada cargada de preocupación. – ¿En qué puedo ayudarte? –

– Para empezar, con una receta buena. Si lo invito a cenar, debe haber comida, ¿no? – dijo Eren con una carcajada, recibiendo una risita por parte de Armin ante su broma. – ¿Crees que deba contarle todo? –

– No. – dijo el otro mientras terminaba de beber su café. – Levi no confía en ti todavía, Eren. Así que, primero, tienes que hacerlo sentir cómodo con tu presencia y demostrarle que no estás mintiendo. Lo más probable es que te pida que dejes los robos y tendrás que tomar una decisión al respecto. –

– No comprendo. –

– Si Levi Ackerman es tal como tú lo describes en tus fantasías... – las palabras de Armin lo avergonzaron un poco, pero su amigo prosiguió. – Estoy absolutamente seguro de que intentará que dejes todo esto y no mandarte a un juicio. Evitará hacerte daño y/o exponerte, así que tratará de solucionar el tema de la manera más pacífica posible. – el rubio parecía muy firme y seguro de lo que planteaba, tanto así que había dejado a Eren sin palabras. – ¿Qué harás si te dice eso? –

– No puedo dejar esto ahora, Armin. – señaló el moreno con determinación.

– Entonces, Levi se marchará y procederá a ponerse en pie de guerra contigo. – replicó el otro chico. – La confianza se gana con hechos e invitarlo a tener citas contigo no es exactamente la forma de ser una persona confiable. Va a pensar que estas jugando con él. –

– No estoy jugando. – exclamó él, ligeramente sonrojado, recibiendo una sonrisa de burla de parte de su amigo.

– Lo sé. Pero estamos hablando de un distinguido detective. Uno que tiene un instinto feroz y es tan precavido que seguramente no te tomará en serio. Levi Ackerman tiene un sentido de la justicia muy grande, Eren. Eso quiere decir que no puede dejar pasar los crímenes que cometes. –

– ¿Y si le prometo atraparme cuando todo esto acabe? – soltó de pronto. Sabía que tendría que llegar a ese punto y era una posibilidad que se había planteado fuertemente cuando llegó a la encrucijada de ganarse la confianza de Levi o seguir con el plan. – Le daré pistas continuamente para que vaya armando el perfil del Espectro y pueda continuar con su obligación. Sabes que tengo un plan y, si todo sale como espero, después del último paso no necesitaré seguir siendo un ladrón. Por lo mismo, haré todo lo posible para que él llegue hasta mí cuando haya terminado con mi propósito y me encarcele. Así él cumplirá con su deber y yo podré seguir con mi plan. –

– No creo que acepte algo así. – sentenció Armin con dudas. – Además, no estás considerando que–

– Es lo único que se me ocurre. – interrumpió él. – No podrá probar que soy el Espectro por su cuenta, así que, si quiere a su ladrón, yo le daré las pistas que necesita para que consiga las pruebas suficientes y me capture. –

– No me gusta este plan. – el rubio estaba claramente preocupado y Eren intentó sonreírle para calmarlo. Pero lo cierto era que esperaba que las cosas con Levi se dieran de otra forma, una donde confiara en él y le dejara seguir con su plan sin intervenir y siendo una ayuda.

– Vamos, Armin. Todo saldrá bien. Esta noche podría ser decisiva en cuánto a Levi... por eso, el último recurso que tengo es contarle la verdad. – sentenció el moreno.

– Me das poco tiempo para analizar completamente la situación. ¿por qué no me dijiste antes que planeabas invitarlo a salir? – reprochó su amigo. Eren se sonrojó instantáneamente.

– Bueno... no mentiré al decir que fue algo espontáneo, porque es una idea que le había estado dando vueltas hace tiempo. – comentó, desviando la mirada. – Simplemente hoy reuní el valor que me hacía falta. – añadió, encogiéndose de hombros. Invitar a Levi tenía más de un significado para el moreno y su amigo lo sabía; sin embargo, no era una apuesta segura en ninguno de los casos. El azabache podría aceptar o no sus invitaciones y eso no significaba mucho, ¿no? Simplemente ser lo suficientemente listo como para no rechazar a un Jaeger. Este pensamiento le aterraba y se aborrecía por pensar de esa manera, pero es que su apellido le había traído tantos beneficios como desgracias, sobre todo cuando se trataba de su vida social; y una parte del chico estaba seguro de que al detective no le importaba de quién fuera hijo, sino que lo iba a tratar como a cualquier otra persona...

– Estás divagando... – mencionó Armin, sacándolo de sus conclusiones. – Honestamente, Eren. Creo que esto es una mala idea. Lo más sensato para todos es que te alejes lo más posible de Levi Ackerman y de todo lo que tenga que ver con él. – por la mirada que le dedicaba su mejor amigo, Eren podía ver que comprendía absolutamente la situación y lo que le producía el hecho de tener la oportunidad de acercarse a Levi; pero también entendía todos los riesgos que estaban corriendo. No era que pretendía engañar a Levi, haciendo que se enamorara de él o algo así para aprovecharse de su posición en el cuerpo de policía, sino que quería, genuinamente, conocerse mutuamente.

– Lo sé... pero no puedo desaprovechar esta oportunidad. Ya estamos en esta situación, Levi sabe que Eren Jaeger es el Espectro y, por lo demás, sabe que quiero establecer contacto con él. Lo mejor es pretender que no me asusta interactuar con él, sino que, pese a que sepa mi verdadera identidad, jamás podrá probar que soy su ladrón. – el chico estaba casi seguro de lo que decía... pero estaban hablando del famoso Levi Ackerman.

– Ya no quiero seguir hablando de esto, lo hemos discutido un montón de veces y está claro que no vas a desistir en tus ideas. Sólo recuerda que Levi no trabaja solo, tiene un equipo sumamente capacitado detrás de ti, así que probablemente te estés enfrentando a más personas. – recordó su sabio amigo, tratando de calmar el ambiente y dar por finalizada la conversación.

– Por cierto, Armin. – lo llamó con seriedad. Había recordado algo de manera súbita cuando revivió su encuentro con el policía en su oficina, que se ligaba, precisamente, al comentario del rubio . – ¿Conoces a una mujer llamada Hange? Trabaja en la policía y, probablemente, en el cuartel central. –

– ¿Hange Zoe? ¿La analista que trabaja con Erwin y Levi? – preguntó el rubio, confundido. – Es parte del equipo de trabajo del detective Smith. – cuando estaba en la oficina de Levi, la mirada de la mujer llegó a helarle la sangre; nunca había tenido la sensación de que alguien supiera todos sus secretos con sólo mirarlo, pero bastó con que esos ojos marrones le pusieran atención para sentirse analizado y expuesto, casi vulnerable. Tal vez Levi le había hablado de la situación y la mujer estuviese esperando la oportunidad de tenerlo de frente para evaluarlo... y, encima, iba a tener una cita con el azabache el fin de semana. ¿Qué significaba todo eso? ¿Eran pareja?  – ¿Qué pasa con ella? – la pregunta de su amigo le hizo aterrizar su atención nuevamente. Necesitaba más información.

– ¿Podrías investigarla? Tengo el presentimiento de que podría ser un problema. – la mirada que le dedicó su compañero estaba cargada de dudas y preocupación; pero, luego, asintió con determinación, sabiendo que podía ayudarlo con esa investigación.

– De acuerdo, ¿Qué quieres saber? – preguntó Armin.

Eren le dedicó una mirada de reojo y se puso de pie antes de responderle.

– Todo. –

 

~*~~~*~~~*~

 

Se sentía el hombre más ridículo del mundo. Todo el día había estado determinado a marcharse tranquilamente a su casa cuando acabara con la extensa jornada laboral; todo el día pensando en llegar a limpiar el lugar y tomar una copa de vino mientras leía alguno de los libros que tenía pendientes, tratando de que el sueño llegara pronto y le permitiera descansar lo suficiente para olvidarse de su trabajo, de la ciudad y del estúpido mocoso que había ido a verlo esa mañana; sin embargo, ni siquiera él pudo prever que, tras salir del cuartel y pedir un taxi que lo acercara a su casa, la dirección que le dio al conductor no era la propia, sino esa que tenía anotada en un arrugado papel en su mano empuñada.

Y, claro está, dicha dirección le pertenecía a Eren.

Era absurdo lo que estaba haciendo ahí, de pie frente a la entrada del edificio donde, supuestamente, vivía el muchacho. Ni siquiera se atrevía a entrar a la recepción, pese a que hacía mucho frío y su abrigo ya no le estaba ayudando a combatirlo; sólo se había quedado en la calle mirando la envergadura de la elegante construcción, sintiéndose ajeno a ese tipo de lugares.

Honestamente, aún se estaba debatiendo el entrar a la casa del mocoso o no. Esta acción tan imprevista sólo le dejaba ver la curiosidad que sentía por la forma en que pretendía Eren ganarse su confianza y la razón principal para hacerlo. ¿Necesitaba la ayuda de un policía cuando estos últimos dos años se las había arreglado perfectamente bien para realizar sus atracos? Algo había cambiado o, quizá, el mocoso pretendía hacer algo diferente en vez de unos simples robos a mansiones.

¿Y en qué pensaba? ¿Que lo iba a cubrir y borrar sus pistas para que delinquiera con tranquilidad y que su padre no se enterara en lo que andaba su hijo menor? Era ridículo, totalmente. No creía que el famoso ladrón fuese tan estúpido como para creer que con un simple coqueteo él caería rendido a sus pies y le dejaría hacer lo que quisiera en la ciudad.

"No. Eren no puede ser tan estúpido."

Pensó el azabache. No se conocían en lo absoluto. Lo único que podía saber de Eren era sobre lo que decía su expediente y los miles de artículos que publicaban sobre famosas figuras de la ciudad; pero este infundado pensamiento de que el muchacho era más inteligente, lo tenía dudando en aceptar finalmente su invitación, sobre todo al considerar que el Espectro era un ladrón meticuloso y prolijo en su trabajo, alguien con esas características no podía pensar tan superficialmente.

Y, mientras todavía mantenía esta lucha interna de pensamientos, el sonido de su celular con una llamada entrante logra distraerlo, finalmente, para que notara lo fría que tenía las manos y lo sospechoso que debía verse parado en medio de la acera mirando el edificio.

El número que salía en la pantalla era desconocido y pensó en no contestar la llamada. Sin embargo, un buen policía sabía que no podía estar fuera de contacto e ignorar una llamada, incluso cuando estas podían ser simplemente bromas, números equivocados o servicios de venta telefónica.

– ¿Diga? – contestó desganado, dándose cuenta de que estaba perdiendo los ánimos de quedarse más tiempo ahí con su debate mental.

– ¿No piensa subir, detective? – la voz al otro lado de la línea era tan conocida como ajena. Estaba tan confundido por la situación que miró hacia ambos lados de la calle, esperando encontrarse con el interlocutor de esa llamada. – Mire hacia arriba. – le dijo con una carcajada.

Levi levantó la vista y, en el último piso del edificio de ocho niveles, el cabello de Eren se mecía con el viento mientras lo observaba desde la terraza de su departamento, con el teléfono junto a su oreja y, probablemente, dibujando esa petulante sonrisa de autosatisfacción.

– De hecho, estaba por irme. – le soltó de mala gana. – ¿Cómo es que tienes mi número? –

– Hice muy bien mi tarea, capitán. – dijo el moreno con otra carcajada. – Vamos, está a un paso solamente. Prometo que la cena estará sabrosa. –

– No. Esto es una mala idea. Me voy. – sentenció, a punto de colgar la llamada.

– ¡Espere! – escuchó al otro lado de la línea mientras veía a Eren sobresaltarse en su balcón. – No se vaya, capitán. Si lo hace, tendré que comenzar a gritarle desde aquí para que suba. –

– Ni lo pienses, mocoso. – advirtió el mayor, un poco asustado de lo que fuese capaz el chico.

– Sólo debe subir... – empezó a decirle, con un tono casi travieso.

– No. – replicó.

Y, entonces, notó que el mocoso bajó el teléfono y puso sus manos a ambos lados de su boca, como haciendo de altoparlante. Levi no estaba seguro de que lo haría, pero cuando escuchó claramente que comenzaba a gritar su nombre, supo que estaba perdido.

– Mocoso de mierda. – dijo mientras colgaba la llamada y se adentraba en el edificio, antes de que el moreno se pusiera a gritar más y la gente comenzara a mirarlos extraño.

El recepcionista del edificio le dio la entrada rápidamente y se dirigió a los ascensores maldiciendo a viva voz por no haber reaccionado antes y haberse marchado cuando tuvo la oportunidad. Ahora, estaba prácticamente obligado a ir donde el mocoso y descubrir qué demonios pretendía con él.

El ascensor subió los pisos sin intervención hasta llegar al último, donde el pent-house del universitario se encontraba. Al abrirse las puertas del dispositivo, un corto pasillo se abría ante él, cuyo final se encontraba decorado con algunas plantas y la puerta abierta a la casa del moreno, quien, en ese momento, se encontraba bajo el marco de esta, sonriendo como un niño pequeño después de una travesura y completamente relajado.

Levi se acercó hasta él, cada más molesto con la situación. Cuando llegó junto a él, Eren soltó otra risita traviesa que terminó por colmarle los nervios y volver a maldecir por lo bajo.

– Estoy muy feliz de que haya venido, detective. – dijo el mocoso tratando, en vano, de disimular la alegría que sus ojos verdes manifestaban. – Por favor, adelante. – ofreció, mientras hacía espacio para que él pasara.

– No tan rápido, mocoso. – lo detuvo, volviendo a tener el control de sus emociones y tratando de mantenerse calmado para ser objetivo con la situación. – Sólo estaré un rato. No creo que hayas hecho tantos esfuerzos para traerme aquí por nada. – Eren lo miró con sorpresa y luego le sonrió con más calidez, extendiendo su mano en dirección a su hogar, invitándolo silenciosamente a pasar.

Levi suspiró una vez más mientras fruncía el ceño y no despegaba su vista del chico que se encontraba frente a él; luego, metió las manos a los bolsillos de su abrigo y se adentró en el lujoso departamento en el que vivía el universitario.

La estancia era una sala de estar de sillones grandes y una bonita mesa de centro de vidrio. Había un pequeño mueble bajo el televisor de pantalla plana que se encontraba empotrado a la pared pintada de un amarillo pálido. A la izquierda de la entrada, estaba la amplia cocina de estilo americano de la cuál salía un delicioso aroma a verduras asadas; tenía una isleta de centro donde el lavaplatos ocupaba la zona central y estaba llena de utensilios de cocina, una cesta de frutas y algunos catálogos perfectamente ordenados.

Derecho hacia el fondo, había un pasillo que, seguramente, conectaba con la terraza del pent-house, desde donde el mocoso había tenido el descaro de gritarle, y también debían estar las habitaciones.

– Ponte cómodo, Levi. La cena está casi lista. Iré a terminar de arreglar la mesa. – comentó el moreno, cerrando la puerta tras de sí y pasando junto a él con entusiasmo para dirigirse hacia el pasillo y adentrarse hacia la primera puerta que había a la derecha.

El detective se quedó de pie en la entrada, analizando el lugar. Parecía un departamento cualquiera – obviando lo espacioso que era y todos los maravillosos muebles que lo llenaban, junto a la decoración poco artística y funcional que, seguramente, no era obra del mocoso que lo habitaba –; en una de las murallas de la sala de estar, se encontraba un ventanal que abarcaba casi toda la pared, mostrando una prodigiosa vista de Stohess. Además, había una pequeña biblioteca donde parecía tener un sin número de libros de medicina y algunos títulos que no alcanzaba a distinguir desde la distancia a la que estaba.

Un departamento cualquiera, de un universitario cualquiera; al menos, lo que se tenía a la vista. No es como si esperara que el mocoso tuviese planos y esquemas para seleccionar a sus víctimas y un montón de tecnología que le permitiera realizar sus atracos; eso hubiese sido demasiado obvio.

Pero, entonces, ¿qué se suponía que había venido a buscar?

– Hey, Levi. No te quedes ahí. – dijo de pronto Eren, saliendo de lo que supuso era el comedor. Lo miraba ligeramente afligido mientras sostenía dos copas y una botella de vino. – Sé que vienes a inspeccionar mi casa. Adelante. – mencionó encogiéndose de hombros y dirigiéndose hacia la sala de estar, donde apoyó los elementos en la mesa de centro y luego le dedicó una sonrisa. – Puedes registrar mi departamento mientras termino de arreglar todo para la cena. – sugirió. – El dormitorio está al fondo a la izquierda, si es que quieres ir allá. Eso sí – advirtió, mostrando esa sonrisa ladina que Levi recordaba a la perfección. – No me hago responsable si terminamos enredados en mi cama. – el tono sugerente que usó no lo alteró en lo más mínimo, o al menos, fue de lo que se autoconvenció tras chasquear la lengua.

– ¿Quién dijo que me gustaban los chicos? – le soltó y entonces vio cómo el rostro de Eren pasó de la palidez al sonrojo en un instante, para luego quedarse estupefacto bajo su mirada.

– Yo... creí que – se aclaró la garganta cuando Levi enarcó una ceja. – Pensé que te gustaban los hombres. – Ante esta declaración, el detective largó un agotado suspiro, dedicándole su atención al chiquillo que había perdido toda su determinación con una simple frase.

No era mentira, a Levi siempre le habían llamado la atención más los hombres que las mujeres. Nunca consideró que fuera algo que esconder del resto, como tampoco lo andaba ventilando a cualquier persona y, obviamente, había tenido sus parejas anteriormente, sobre todo siendo un adolescente; pero eso de las citas había quedado atrás hace muchos años, un poco antes de volverse un detective.

Por otro lado, no le sorprendía mucho que el muchacho lo supiera. Él se jactaba de conocerlo bien y no era una sorpresa que detalles como esos fueran comidilla para los reporteros que les encantaban los chismes. De alguna u otra forma, el detective tenía su fama en la ciudad y supuso que el tema de su homosexualidad debió ser un aspecto que mucha gente consideró como negativo en él.

– Me gustan los hombres, no los mocosos. – aclaró, dedicándole una sonrisa ladina de vuelta, sólo para avergonzarlo más. Toda esa actuación que tenía Eren de hacerse el galán se perdía cuando se dejaba llevar por el entusiasmo y mostraba esos pequeños gestos que evidenciaban sus veintiún años. Sobre todo ahora, que parecía molesto mientras un sonrojo muy notorio se acentuaba en sus mejillas.

– Bueno, no me cansaré de decirle que podría sorprenderlo algún día, capitán. – se recuperó el chico y procedió a destapar la botella. – ¿Vino? – preguntó con amabilidad. – No te drogaré, Levi. – rio el muchacho, notando que el detective aún se mostraba reacio a ponerse cómodo. Y, honestamente, el azabache sentía que cada vez le estaba costando más mantenerse centrado, pues, de alguna forma, quería dejarse llevar por la invitación de Eren y ponerse a conversar para descubrir los secretos tras el Espectro. Así que se acercó con paso calmado y tomó la copa que le ofrecía el muchacho. – Por un nuevo comienzo. – declaró el chico, haciendo un brindis. Levi puso los ojos en blanco y dejó que Eren chocara su copa con la de él.

 

 

~*~~~*~~~*~

 

Eren se sentó frente a Levi en el sillón individual que hacía juego en el salón, mientras su invitado utilizaba el de tres cuerpos tras dejar su abrigo perfectamente doblado junto a él. Apenas si había bebido de su copa y se había dedicado a escrutar con ojos profundos cada uno de los rincones del departamento, sobre todo la librería que estaba junto a los sillones.

– ¿Te gusta leer, Levi? – le preguntó, llamando su atención. Estaba muy nervioso todavía por aquel comentario del mayor, estableciendo que no le gustaban los chiquillos como él. Bueno, si tenía que ser sincero, el moreno estaba tan nervioso que se había terminado su copa mucho antes que Levi y no quiso servirse más porque conocía la poca tolerancia al alcohol que tenía.

– A veces. No tengo tanto tiempo libre para hacerlo. – respondió él con su tono de voz indiferente. Luego, sus ojos grises volvieron a ponerle atención y Eren tuvo que contener el sobresalto para mantener la imagen de seguridad que quería mostrar ante el detective. – ¿Para qué me hiciste venir, Eren? – preguntó, volviendo a beber de su copa, y el chico le dedicó una sonrisa, sólo porque le gustaba que el hombre lo tratara por su nombre y no por el apodo que había adoptado de "mocoso".

– Quería que nos conociéramos más. – confesó con seguridad y sin despegar su vista del policía. – No es lo mismo saber de ti por otros canales que de tus mismas palabras. – añadió.

– ¿Por qué? – preguntó el hombre, acomodándose en el sillón mientras pasaba uno de sus brazos por detrás del respaldo y cruzaba sus piernas.

– Ya sabes, la prensa miente con frecuencia. – mencionó inocentemente.

– No eso. Sino por qué quieres que nos conozcamos más. ¿No deberías estar intentando escapar de mí antes de que tenga pruebas de que eres el Espectro? – corrigió Levi, fijando sus afilados ojos grises en él. Ante eso, Eren sintió que su determinación flaqueaba.

– Levi, ya te he dicho que quiero que confíes en mí. –

– ¿Y tú confías en mí, Eren? – siguió cuestionando el hombre, estaba vez alzando una ceja, dudando de todo lo que el moreno estaba diciendo.

– Claro. ¿Por qué no habría de hacerlo? – su ánimo se vio disminuido cuando Levi soltó una carcajada sin gracia.

– No lo sé. Podría estar grabando este encuentro para sacarte una confesión de que eres el Espectro. – mencionó, escrutando cada una de las reacciones que estaba presentando Eren, haciéndole sentir que fallaba rotundamente en sus intentos de parecer seguro.

– Oh, sí. Olvidé registrarlo al entrar, detective. Pero es que eso hubiese supuesto un contacto un poco más íntimo entre nosotros y no quería darle una impresión equivocada en nuestra primera cita. – El moreno se mordió la lengua disimuladamente de la vergüenza de hablarle así al azabache; pero el otro volvió a poner los ojos en blanco, dándole el pase para que siguiera bromeando un poco con él y recuperando un poco la confianza.

– Dices que me conoces, pero me haces venir un día de semana a tu departamento para «conocerme». – señaló el detective. Pese al tono de voz cabreado que usaba, por su postura y su manera de sentarse, el chico podía decir que su visitante no estaba tenso ni preocupado en su compañía; no significaba que estuviese disfrutando de ese rato juntos, pero... al menos era una buena señal.

– De acuerdo. La idea es que tú me conocieras y te dieras cuenta de que no soy tu enemigo. – comenzó a decir. – Soy un universitario común y corriente, salgo con amigos, peleo con mi padre, me llevó horrible con mi hermano... –

– Robas mansiones. – interrumpió Levi para añadir esto último al listado que estaba haciendo Eren.

– Para todo hay un motivo, detective. – dijo Eren son una sonrisa. – Pero, para hablar de este tema, tendrá que esperar hasta después de la cena. – entonces, miró el reloj de su muñeca izquierda y volvió su vista hacia Levi. – La cual, por cierto, ya debe estar lista. – añadió, poniéndose de pie y avanzando hasta la cocina para apagar el horno. – Detective Ackerman, ¿me haría el honor de pasar al comedor, por favor? – le dijo volviendo a bromear con él. Tras unos segundos, el hombre se puso de pie y tomó su copa para seguirlo hasta la habitación continua, donde había decorado el pequeño comedor de madera con un mantel grisáceo, tres recipientes con ensaladas, la loza correspondiente para la cena y un juego de velas que le daban un toque más elegante a su deficiente esfuerzo por dejar la mesa lo más perfecta posible.

– Te esmeraste, mocoso. – le escuchó decir a Levi, haciendo que su felicidad aumentara. – Aunque las velas están de más. – añadió, logrando que el chico soltara una carcajada.

– Quería algo más romántico. – le dijo sin quitar la sonrisa y recibiendo una mirada de advertencia por parte del policía. – Ponte cómodo mientras traigo la comida, por favor. –

Eren se retiró hasta la cocina para ir a buscar la cena. El platillo consistía en una carne asada con whiskey y verduras, acompañada de papas al horno con crema de alcachofas. Era una receta que había visto preparar muchas veces y, sinceramente, había sido una apuesta arriesgada el prepararla por su cuenta. Pero supuso que no bastaría un simple platillo de pasta con boloñesa o arroz con verduras para mostrarle sus esfuerzos a Levi por agradarle.

Tras servir los platillos, se dirigió al comedor donde el azabache ya se encontraba sentado y dispuso la comida en los lugares correspondientes, para luego sentarse frente a su invitado.

– Debo admitir que nunca he cocinado esto para alguien más, así que, en caso de que no te guste, tengo a mano unos folletos de comida a domicilio para pedir. – bromeó, tratando de que no viera la inseguridad que sentía por la comida. Eren tenía talento para cocinar, pero jamás preparaba comida para alguien más, sólo para consumo personal. Así que no podía decir que al resto le gustaban sus preparaciones.

– ¿Tú preparaste esto? – preguntó el policía mirando el platillo con una ligera sorpresa que avergonzó al moreno.

– Claro, ¿quién más si no? – comentó confundido, recibiendo una mirada incrédula por parte del azabache y esa delgada ceja que se alzaba para formar un arco, haciéndole entender a qué se refería con su comentario. – No, no tengo sirvientes aquí. Vivo solo y me mantengo solo. Bueno, exceptuando que el departamento y las cuentas las paga mi padre; pero yo me encargo de preparar mi comida, de limpiar y hacer las compras. Poco a poco acostumbrándome a la independencia. – mencionó.

– ¿Independencia? – soltó el azabache con una carcajada mientras bebía de su copa.

– Vamos, Levi. No seas injusto. Sé que muchos jóvenes universitarios tienen trabajos y costean sus vidas sin la necesidad de que sus padres les paguen sus gastos. – reclamó el moreno, un poco molesto por el comentario del detective. – Todos crecemos a nuestro ritmo y no por eso somos menos adultos. –

– Es verdad. Estoy de acuerdo contigo. – dijo Levi, sorprendiéndolo por la sinceridad de su comentario. Los ojos de este se mantenían fijos en el platillo que tenía frente a él, como evitando la mirada del joven.

– Bueno, por lo demás, yo sí tengo un trabajo. Sólo que no recibo ganancias por él. – añadió Eren, volviendo a sonreírle ladinamente a su invitado, quién sólo le puso mala cara y tomó los cubiertos para comenzar a comer. El chico esperó pacientemente a que el hombre degustara el primer bocado del plato que había preparado durante toda la tarde y, cuando este terminó, alzó la vista extrañado por encontrarlo mirándolo descaradamente mientras comía. – ¿Y? ¿Te gustó? – preguntó el chico expectante y levemente ansioso. Levi relajó los hombros ante su atenta mirada y casi dibujó una sonrisa cuando asintió. – Puedes ser más expresivo, no tienes que contenerte. – le dijo para comenzar a comer él, satisfecho con su acierto en el platillo.

– Tu comida es mejor que la mierda que dan en el cuartel. – comentó, haciendo que el moreno se atragantara un poco con el bocado que había ingerido. Levi Ackerman era todo un personaje, sus comentarios estaban lejos de ser asertivos, aunque no por eso no le causaban gracia.

– Gracias por el elogio. – le siguió la corriente. – Puedes venir a comer conmigo cuando quieras. – añadió, mirándolo de reojo para estudiar su reacción. Pero el hombre siguió comiendo calmada y elegantemente.

– Vives demasiado lejos. – respondió con indiferencia.

– ¿Siempre te haces el difícil? – inquirió el chiquillo, riendo mientras disfrutaba la comida y la compañía del detective. Sin embargo, el rostro del azabache permaneció serio unos momentos, continuando con su cena.

– No me hago el difícil, sólo soy sincero. – señaló el hombre y luego dejó los cubiertos junto al platillo, para proceder a limpiar su boca con la servilleta. Eren puso su atención sobre él ante el cambio repentino de actitud del policía. – No tengo ningún interés en establecer ningún tipo de relación contigo, Eren. –

Ese comentario mermó dentro suyo, provocando que tragara sin masticar completamente el bocado que se había echado a la boca. El chico sabía que Levi no lo conocía como Eren lo conocía a él. Llevaba años sabiendo de su existencia y había sido uno de sus más constantes pensamientos; pero escucharlo decir de su propia boca que no tenía interés en él, ni siquiera en ser su amigo, pareció haberle dolido más de lo que pensó.

– Entonces, detective Ackerman... – dijo masticando las palabras para ocultar su molestia y tristeza. – ¿Puedo preguntar qué hace aquí esta noche? –

– Vine a proponerte un trato. – afirmó el hombre con seguridad, cuadrando los hombros y mirándolo seriamente. El chico se asombró momentáneamente ante esa declaración, guardando silencio y observando analíticamente las expresiones del rostro del policía frente a él. 

Por más que buscó tratar de ser menos formal con el hombre y hacerlo sentir cómodo en su hogar, podía sentir todavía ese recelo por parte de Levi y la duda marcada en su mirada desconfiada. Ahora, tras decirle aquello, los ojos del detective lucían calculadores y sumamente determinados.

– Vaya, suena interesante. ¿de qué se trata? – Eren sintió un poco de miedo por lo que le diría el hombre frente a él.

– Me olvidaré de todo este tema sobre el Espectro. No revelaré tu identidad y no seguiré con la investigación si, desde hoy, no cometes más robos. –

Tras decir esto, los ojos de Levi parecieron suavizarse por unos milisegundos mientras mantenía esa acerada mirada sobre él. Eren sólo pudo dibujar una sonrisa melancólica en su dirección, robándose un ligero asombro por parte del azabache.

Armin tenía razón. Levi era una persona muy buena, con un sentido de la justicia muy arraigado a sus convicciones. Pero, además de eso, él consideraba que la cárcel no era la mejor opción para alguien como Eren, que su mejor oportunidad de seguir con su vida era olvidarse de todo este tema del Espectro y continuar con su carrera y el estilo de vida que seguramente Levi pensaba que tenía.

Era un hecho que, teniendo el título no oficial de ser el mejor detective de Stohess, Levi encontraría la manera de hacerlo responsable por los robos, ya sea invirtiendo en recursos para seguirlo o interfiriendo en sus comunicaciones para conocer cada uno de sus movimientos; todo ello conllevaría a un extenso y delicado trabajo si quería seguir siendo el Espectro y cumplir con los propósitos que se había prometido el día que se inició en ese plan; y, claramente, sería una guerra constante con el policía, incluso siendo el hijo de Grisha Jaeger, Eren tenía claro que el azabache no tendría problemas en llevar a cabo su misión, aun teniendo a muchos enemigos que le impidieran llevarlo a cabo.

Podía ser que el detective tuviese razón y lo mejor sería aceptar que había perdido en el momento en que le confesó estúpidamente a Levi que era el ladrón. Todo este tema de ser el Espectro a veces lo agotaba y lo sacaba de quicio; sin embargo, Levi no lo conocía en absoluto. No sabía quién era Eren Jaeger, no sabía cómo pensaba o lo que quería en la vida, sólo estaba cegado por ese prejuicio hacia la clase adinerada.

– Lo siento, detective. – respondió con calma, ya teniendo más clara la relación que establecería con el policía y cuál era su manera de pensar sobre él. – No hay trato. –  

Notas finales:

¡Hola otra vez y muchas gracias por haber leído hasta aquí!

Quería aprovechar de hacer un aviso: estaré actualizando aproximadamente una vez o dos veces por semana esta historia, ya que con el tema de la redacción, edición, re edición, re edición 2.0, re re re edición 3.0 - y así sucesivamente - me demoro bastante en tener un capítulo listo para ustedes. 

De todas formas, ya tengo varios escritos que están en fase semifinal, así que esos son los que estoy publicando (:

Espero que les haya gustado el capítulo y que la historia les esté pareciendo interesante.

No olviden dejarme sus comentarios, votos y opiniones (:

¡Nos vemos en el próximo!

 


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