Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Criminal - [Ereri] por L_inverse

[Reviews - 41]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Hola! Ha pasado una semana y, como lo prometido es deuda, aquí traigo la continuación (: Espero que estén disfrutando de la lectura y que también les sea de su agrado el siguiente capítulo <3

 

Cuando ya eran cerca de las seis de la tarde, la puerta del cuarto finalmente se abrió y entró el detective con evidente cansancio. Eren dejó de lado los libros y apuntes que había estado estudiando desde hace una hora y le sonrió con carisma apenas sus miradas se encontraron. Levi hizo un intento de corresponder su sonrisa, pero se veía claramente desanimado.

Ese lunes el policía se había marchado temprano a sus seminarios, mientras que el moreno se había quedado en el hotel todo el día pues, durante la tarde y noche del domingo, la nieve había comenzado a caer en Mitras, recordándoles que aún estaba en pleno invierno al ser principios de febrero; por esta razón, Eren prefirió quedarse bajo el abrigo de la calefacción del hotel y avanzar en las materias que tenía pendientes desde la semana pasada.

El día anterior – tal como había planeado el muchacho – había salido con Levi a almorzar cerca del hotel y también fueron al dichoso planetario que había terminado por gustarle al detective, aunque le costara admitirlo. Particularmente ese día no habían conversado sobre el tema del Espectro, sino que comentaron anécdotas sobre sus excursiones escolares en Stohess; para ese momento, el chico se había dado cuenta de que Levi tenía un perfil más humanista en sus gustos y no tenía intereses en el ámbito científico.

Sin embargo, recorriendo las simulaciones que presentaban en el museo de astronomía – el planetario, como le había llamado el chico – pudo notar que Levi sí se veía agradado por las constelaciones, la forma en que antiguamente mapearon el cielo identificando las estrellas utilizando tecnología que, en estos tiempos, se podía considerar remota, pero que, para ese entonces, habían logrado descubrimientos que hasta el día de hoy permanecían en los libros de ciencias.

Ya entrada la noche del día anterior, cada uno había llegado a ver lo suyo; Levi se había enfrascado en leer la serie de reportes que trajo consigo, mientras hacía correcciones y tomaba apuntes; por su parte, Eren había estudiado muy poco – porque estaba demasiado pendiente de lo que hacía Levi a su lado – y terminó por leer una novela ligera que había traído en su viaje; junto a esto, el chico también se dio cuenta de lo poco que dormía el azabache.

Por más que lo intentó, el sueño terminó por vencerlo cerca de las una y treinta de la madrugada y, para ese momento, el detective seguía como si nada concentrado en su labor. Además, lo sintió levantarse muy temprano por la mañana para continuar con su trabajo y luego marcharse a los seminarios; no sabía si era algo constante en él o sólo porque tenía mucho trabajo pendiente; sin embargo, el detective no lucía para nada agotado con sus pocas horas de sueño.

– ¿Qué tal el día, Levi? – le preguntó el chico entusiasmado, sin dejar de ponerle atención mientras el hombre se sacaba el abrigo y lo dejaba colgado en el perchero junto a la puerta, para luego caminar hasta su cama y sentarse, mirándolo fijamente.

– Bueno, debo agradecer el haber traído el vehículo. – comenzó a decir, dejando su placa y su teléfono sobre el velador que compartían. – El tráfico estaba más lento de lo usual debido a que las calles estaban llenas de escarcha. –

– ¿No tuviste problemas en llegar, entonces? – siguió preguntando el moreno, manteniendo la sonrisa hacia su compañero de cuarto.

– Llegar no fue el problema. El problema fue estar allá. Esas charlas y conferencias son agotadoramente aburridas. Una real pérdida de tiempo. – sentenció Levi mientras se ponía de pie y se dirigía al baño. – ¿Tú te quedaste aquí? Iba a dejarte el vehículo, pero temía no llegar a tiempo con el transporte público. –mencionó desde el cuarto de baño, donde su voz se mezclaba con el sonido del agua del lavamanos.

– No te preocupes, de sólo ver por la ventana y darme cuenta del frío que hacía, me arrepentí de salir. Así que me quedé estudiando. – comentó levándose para ir hasta la pequeña mesa frente a su cama donde había un termo con agua caliente. El moreno preparó un té para él y para Levi, entregándoselo al mayor una vez que el otro salió del baño.

– Supuse que habría mal tiempo esta semana, pero no esperaba que fuera para tanto. Escuché a los policías que son de la ciudad diciendo que se avecinaba una tormenta para mañana y que, probablemente, se suspendan las actividades. – mencionó él, tomando la taza de té que le había ofrecido el chico, asintiendo hacia él a modo de agradecimiento, y volviendo a sentarse en su respectiva cama. – Todavía creo que estás a tiempo para marcharte de vuelta a Stohess. Si nos atrapa la tormenta aquí ni siquiera podremos salir del hotel. –

– Ni hablar. – dijo el chico con una sonrisa ladina. – ¿Quedarme atrapado en el hotel contigo durante una tormenta? No podría pensar en nada más romántico para este viaje. – bromeó él, recibiendo ese gesto de Levi de advertencia, acompañado de un sutil nerviosismo que cada vez detectaba con más claridad cuando le decía ese tipo de cosas.

– Tch. Qué descaro. – soltó el detective, desviando su mirada y bebiendo del té que le había servido.

– ¿Quieres salir a comer algo antes de que la nieve nos deje encerrados? – le preguntó con amabilidad.

– No. Puedes ir tú, yo prefiero pedir servicio a la habitación. No volveré a salir al frío. – se quejó el hombre, haciendo que el chiquillo soltara una carcajada. Evidentemente, otra de las cosas que había notado de Levi, es que odiaba el frío.

– Una cena privada para los dos suena bien. – mencionó volviendo a subir los pies a la cama y taparse con la manta. Levi y él se miraron por unos instantes, con los ojos color tormenta del mayor dubitativo, como si quisiera preguntarle algo.

– ¿No te molesta quedarte encerrado en el cuarto durante el viaje? Sé que querías conocer la ciudad. – preguntó, finalmente, el azabache, haciendo que el menor se sorprendiera por su comentario. En seguida, el hombre se puso a revisar su celular desinteresadamente, aunque aun parecía estar pendiente de su inminente respuesta.

– No te preocupes por mí, Levi.  – intentó tranquilizar. – Si no alcanzo a conocer Mitras, tendré una excusa para pedirte que volvamos. – dijo Eren, volviendo a sonreírle ladinamente al hombre.

– ¿Desde cuándo necesitas excusas para hacer lo que quieres? – replicó el azabache, volviendo a ponerse de pie para llevar la taza de té vacía hasta el baño y lavarla. El chico lanzó una carcajada, sin quitarle atención a todo lo que hacía el detective. – Voy a darme un baño, puedes escoger qué comer para la cena. – y, seguido de esto, el hombre cerró la puerta del baño, dejando a Eren nuevamente solo en la habitación.

Soltó un suspiro en cuanto notó el silencio que había en la estancia. Si bien era cierto que Eren vivía solo desde hace tres años aproximadamente, honestamente, no le gustaba tanto la soledad. Sabía arreglárselas bien para divertirse por su cuenta, ya sea leyendo un libro o viendo alguna película; sin embargo, había días en los que tenía la impresión de sentir que no era prioridad para algunas personas, sobre todo cuando Armin estaba con su novia o Historia tenía su agenda ocupada.

Por lo demás, en cuanto a su familia, nunca le apetecía hablar ni con Zeke ni con su padre, pues era una rotunda pérdida de tiempo, sabiendo que encontrarían la forma de hacerlo sentir una decepción constante y obligarlo a tomar responsabilidades que venían con el apellido Jaeger.

Sin embargo, durante las últimas semanas en donde había comenzado a acercarse parcialmente al mayor, no había vuelto a sentir esa sensación de soledad; quizá porque una de las tantas cosas que lo habían impulsado a seguir con esta rutina de acercarse al detective, invitarlo a verse, era porque en las dos ocasiones que Levi lo vio en una situación completamente vulnerable, lo había ayudado sin protestar – bueno, no tanto – y completamente desinteresado en hacerlo; únicamente motivado por la preocupación de su bienestar, incluso cuando no compartían ninguna relación en esos momentos.

Le gustaba la forma de ser del azabache, porque también entendía que esto no era exclusivamente por él, sino que su sobreprotección era completamente hacia el resto de las personas que lo rodeaban; también le gustaba su honestidad y lealtad, tanto a sus propias decisiones como con el resto, no por nada sus subordinados creían que era un excelente líder.

De cierta forma, estar en ese hotel con él, le traía una sensación de compañía que nunca había sentido anteriormente; Levi había estado afuera todo el día y Eren no había sentido que estaba solo, porque estaba seguro de que, al momento de que el azabache llegara, podrían conversar de cualquier cosa, tal vez sacarlo de quicio con algún comentario subido de tono o compartir una comida; incluso, sabía que durante el día podría haberlo mensajeado para saber si estaba bien y que no había tenido problemas con la nieve.

Lanzó una carcajada sin gracia a la vez que negaba con la cabeza, con su vista fija en la cama contraria que ahora estaba vacía; se estaba ilusionando con Levi nuevamente. El mayor todavía no confiaba lo suficiente en él y para qué hablar de que existiera algún tipo de amistad o… algo más. Era ridículo sentirse acompañado por alguien que estaba ahí quizá con un propósito más social que personal, porque entendía que Levi quería que dejara los crímenes y buscar otra manera de ayudar a las personas.

Todavía más grave era pensar que el hombre lo veía como un niño del cual estaba a cargo, de quién tenía que hacerse responsable. Esta idea le dolía tanto y le provocaba mucha ansiedad de sólo pensar que estaba simplemente fantaseando con la idea de que Levi y él podrían ser cercanos, que podían tener una relación simétrica y tratarse como dos adultos; tanta ansiedad le causaba tener este tipo de pensamientos que había recogido sus rodillas, llevándolas hasta su pecho y abrazando sus piernas casi sin darse cuenta, tratando de callar esa voz interna diciéndole que no se ilusionara o saldría herido.

En eso, el detective sale del baño. Traía el cabello húmedo y se lo estaba secando con una toalla que colgaba de su cuello; iba vestido con la camiseta blanca de mangas largas y los pantalones oscuros de algodón con los que había dormido la noche anterior.

Al encontrarse sus miradas, el hombre puso un gesto asombrado y posteriormente usó esa mirada que hacía que a Eren se le encogiera el corazón; esa mirada de preocupación e interés por saber qué le ocurría al notar que algo no estaba bien.

– ¿Estás bien? ¿Ocurrió algo? – el hombre usó un tono de voz más grave, acercándose hacia él hasta pararse junto a la cama. Eren le sonrió, sabiendo que se veía completamente falsa dicha sonrisa, pero no estaba preparado para su pregunta.

– No, sólo me distraje y olvidé ver lo de la cena. Déjame revisar el folleto. – el moreno se puso de pie y cuando llegó junto a la mesita donde estaba el termo, iba a tomar el folleto hasta que la mano de Levi se posa sobre su hombro y lo jala ligeramente para hacer que lo mirara. El detective podía ser más bajo que él, pero ante su mirada inquisitoria y preocupada, ante esos ojos grises tan perfectos que les ponían atención a todos sus movimientos, el chico se sentía pequeño e indefenso.

– Eren, dijiste que confiabas en mí. – recordó el hombre, sin dejar de fruncir el ceño. – ¿sucedió algo con tu padre? – se atrevió a preguntar. Eren alzó las cejas por la sorpresa de su deducción; rápidamente se dio cuenta de que parecía la conclusión obvia, porque hasta hace unos días, el mismo Eren había llorado en los brazos de Levi por culpa de su padre; él lo había consolado a su manera, sin siquiera indagar con más ahínco sobre la situación. El muchacho le sonrió, esta vez con más calidez y negó con la cabeza. Sintió la necesidad de abrazar al mayor o tomar su mano para recobrar un poco la fuerza y el ánimo; sin embargo, no se atrevió. Lo cierto era que nunca había intentado incomodar a Levi con sus gestos o sus palabras, ni mucho menos faltarle el respeto. Así que se limitó a mirarlo sonriente.

– Sólo pensaba en lo agradable que es estar fuera de Stohess. Deberíamos salir de viaje otra vez, Levi. – le dijo encogiéndose de hombros. El azabache, sin quitarle la vista de encima, soltó el hombro del muchacho y evocó un suspiro sutil antes de arrebatarle el folleto de las manos y comenzar a revisarlo.

– Eres un terrible mentiroso, mocoso. – declaró, dándole un vistazo al papel mientras se alejaba secándose el cabello todavía. – Tus orejas están rojas. – acusó tras sentarse en la cama.

– ¿Mis orejas? – preguntó el chico, avergonzado totalmente.

– Parte de mi trabajo como detective es encontrar patrones en el comportamiento de los sospechosos para ligarlos al caso y establecer perfiles, conexiones, móviles, entre otros aspectos. – comenzó a decir, mirando superficialmente el folleto con la comida del hotel. – En ti, he detectado que, cada vez que mientes, tus orejas se ponen sutilmente rojas. – mencionó, ahora dirigiendo su atención al chico. – Y cuando estás siendo abiertamente sincero… – el hombre se detuvo al hablar un segundo y prosiguió. – Tus ojos se vuelven más claros. – añadió, desviando la mirada nuevamente hacia el trozo de papel doblado.

– Oh, Levi, estás haciendo que me avergüence. ¿tan predecible soy para ti? – se quejó el moreno, cubriendo su rostro con una mano, a sabiendas que estaba absolutamente sonrojado.

– Es tu culpa por intentar mentirle a un detective. – sentenció el azabache. – Creo que pediré la lasaña, ¿tú qué quieres? – su tono de voz denotaba la poca importancia que le estaba dando al tema, mientras que el chico tenía fuertes deseos de que la tierra se lo tragara.

– Mi dignidad de vuelta. – se quejó el más alto, dejándose caer sobre su cama, completamente avergonzado de no haber notado que Levi había estado estudiando sus reacciones cada vez que conversaban.

– No te pongas dramático, mocoso. ¿pensaste que eras el único que estaba analizando al otro? – Eren se percató de que Levi había levantado el teléfono que estaba sobre el velador para comunicarse con el servicio al cuarto e, ignorándolo completamente, había hecho el pedido por su cuenta mientras él se hundía en la completa vergüenza… y felicidad.

 

 

~*~~~*~~~*~

 

Después de que comieron en la pequeña mesa que había junto a la ventana, mirando a la ciudad quedar casi sepultada por la nieve en esa noche de febrero, el moreno decretó que era su turno para tomar una ducha caliente antes de ponerse a estudiar nuevamente; así que, una vez que llegó la persona encargada de retirar los restos de la cena que Levi había ordenado para ambos, el chico se adentró en el cuarto de baño para dejar que el agua caliente calmara sus pensamientos.

Descubrir que Levi comenzaba a descifrar su manera de actuar a partir de esos ojos analistas que no dejaban pasar ni un sólo detalle de lo que lo rodeaba, lo hizo sentir vulnerable y expuesto; Armin tenía toda la razón, el detective Ackerman era sumamente peligroso y tenía un instinto feroz. No le extrañaría que, tras la conversación en el parque el día que llegaron a la ciudad, Levi ya hubiese formulado toda una estrategia en base a sus respuestas en lenguaje no verbal, para poder continuar con su labor en la captura del Espectro.

Sin embargo, lo que no se esperaba de las palabras de Levi, era ese extraño sentimiento de calidez que lo embargó al darse cuenta de que el hombre, efectivamente, le ponía atención a todo lo que hacía; había oportunidades en las que el azabache pretendía indiferencia o se mostraba desinteresado en ciertos comentarios o acciones del moreno; claramente esto no era así. Levi usaba cada momento entre ellos para analizar su comportamiento y añadirlo a la lista de argumentos que, finalmente, lo llevarían a decidir si confiar plenamente en él o no.

Y es que esto, si bien debió esperarlo, la verdad era que lo había descolocado completamente. No recordaba la última vez que alguien se había demorado tan poco en descubrir ese terrible defecto que tenía al mentir; incluso, nadie le había hecho el alcance de que sus ojos se aclaraban cuando era sincero. 

Armin e Historia – que eran las personas más cercanas a él – podían detectar sus mentiras con facilidad, así como adivinar cuáles serían sus acciones y en qué pensaba cuando algo lo afectaba; pero había pasado años construyendo aquella exquisita relación de confianza con ambos de manera bilateral, porque también sabía todas las muletillas que adoptaba el par de rubios cada vez que tenían algo en mente o estaban escondiendo un secreto.

El detective sin duda era brillante. Esta cualidad hacía que el moreno sintiera miedo, pero a la vez le gustaba saber que el hombre podía entenderlo sin necesidad de estar dando explicaciones de más; quizá era la mayor razón que lo tenía un poco avergonzado, porque, de ahora en adelante, tendría que pensar mejor las cosas cuando decidiera ocultarle algo, sobre todo estos repentinos ataques de inseguridad que le venían cuando pensaba en su relación con el policía o en lo que implicaba su acercamiento tanto para su padre como para su trabajo como ladrón.

Cuando salió del baño después de haberse lavado los dientes, el detective ya estaba sentado en su respectiva cama, con los pies sobre el cobertor, tapado torpemente con una manta y la pila de papeles que también había estado analizando la noche anterior. 

Había apagado la luz de la habitación y encendido la lámpara que estaba en la mesita de noche; supuso que era una costumbre de él, pues la noche anterior había hecho exactamente lo mismo. 

– ¿Trajiste todo ese trabajo al viaje? Creí que te tomarías un tiempo libre por tener que venir a estos seminarios. – comentó el chico, sentándose en su cama y mirando un poco preocupado de que el hombre no parecía tener momentos de descanso.

– Mis responsabilidades no se detienen sólo porque me voy de viaje. A menos que sean vacaciones, las cuales no tomo hace mucho tiempo. – mencionó el detective sin molestarse en mirarlo.

– ¿Por qué no? – quiso saber Eren, subiendo sus pies a la cama.

– Es difícil calzar un periodo libre cuando los crímenes no se detienen en la ciudad. Con Erwin intentamos tomarnos con calma esto del trabajo, pero también falta personal en la policía y un montón de factores más que hacen que el trabajo se acumule en vez de disminuir. – Levi parecía acostumbrado a esta rutina que, notoriamente, lo sobreexplotaba continuamente, probablemente desde hace muchos años. – ¿Vas a ponerte a estudiar? – preguntó el mayor de pronto, esta vez dedicándole una corta mirada.

– Sí, me siento culpable cuando te veo trabajar tanto y yo me pongo a procrastinar. – admitió con culpabilidad mientras registraba en su bolso por el libro y el cuaderno de apuntes.

En eso que veía a Levi tan concentrado en su labor con los reportes, una idea cruzó por su mente y lo mantuvo pensativo por unos instantes antes de atreverse a plantearla al hombre.

– ¿Levi? – lo llamó, notando que inmediatamente algo parecido a los nervios surgió en su estómago. El azabache se tomó un momento para dejar de lado los papeles y levantar la vista en su dirección. – ¿Puedo ir a sentarme a tu lado mientras trabajas? – 

No sabía de dónde se le había ocurrido o por qué llegó a ese deseo; pero, aunque fuese una muy poca distancia entre las camas, Eren tuvo la impresión de estar demasiado alejado de Levi, sobre todo cuando él volcaba toda su atención en su trabajo. 

No es que quisiera retrasarlo con sus labores, pero ese infantil deseo se había vuelto tan particularmente atrayente que, finalmente, se decidió a manifestarlo como una pregunta completamente inocente.

– ¿Por qué? ¿Tu cama no es lo suficientemente cómoda? – le preguntó. Eren se sorprendió un poco, porque había esperado una negativa inmediata por parte del azabache; ante esto, sintió un pequeño atisbo de esperanza.

– Sé que suena infantil… pero ¿para estar más cerca de ti, tal vez? – admitió, desviando la mirada al notarse sonrojado. – No haré nada, lo prometo. Me sentaré junto a ti, llevaré mi propia manta y me pondré a estudiar. – señaló con determinación, observando que su acompañante lo miraba enarcando una ceja con incredulidad. – Mira, orejas normales. – comentó, señalando sus orejas y comprobando que su temperatura era la misma de siempre, señal de que no mentía, según el azabache. Levi suspiró para luego mirarlo con el ceño fruncido y hacerle un espacio junto a él, apartando lo suficiente sus papeles y otorgándole la otra mitad de su cama.

El chico se puso tan feliz que se levantó de un salto y tomó sus cosas para sentarse inmediatamente junto al azabache. Cubrió sus piernas con la manta que había traído desde su cama y se acomodó usando la almohada que también había llevado consigo. 

Cuando ya estuvo completamente instalado, le dio un vistazo a Levi, radiante de felicidad, para encontrarse con un gesto burlón en su rostro, intentando a toda costa contener la carcajada que seguramente tenía atorada en la garganta.

– ¿Qué? ¿Ocupo mucho espacio? – preguntó, sabiendo que era un poco más ancho de hombros que Levi y, al ser la cama para una sola persona, terminaba por chocar sutilmente con el brazo derecho del detective.

– ¿Qué pensabas? Es una cama individual. – respondió el otro, volviendo su atención al archivo que estaba leyendo, manteniendo el semblante tranquilo y todavía tratando de ocultar la sonrisa que quería dibujarse en su rostro de porcelana.

– ¿Es eso un intento de sonrisa, Levi? – bromeó el chico, incapaz de contenerse pues le parecía casi irreal que el azabache hubiese aceptado su petición.

– Me causa gracia que te comportes como un niño y después finjas ser un adulto al tratar de coquetearme. –

– No finjo ser un adulto, lo soy. – aseveró el moreno, enarcando una ceja. Levi volvió a mirarlo, con esas esferas grises tan claras como el agua. El juego de sombra que se hacía sobre su perfil debido a la tenue luz que brindaba la lampara del velador hacía que el detective se viera realmente encantador.

– Si tú lo dices, mocoso…. – Eren iba a protestar, pero el policía lo golpeó en el rostro suavemente con la hoja de papel que tenía en sus manos, evitando que desatara la lluvia de protestas que tenía en mente. – Dijiste que estudiarías, así que no quiero verte durmiendo. –

– Sí estudiaré. – afirmó, apartando la hoja para mirar avergonzado al más bajo.

– Si te veo quedándote dormido, te golpearé con ese libro que traes. – mencionó, señalando el apunte que tenía el universitario en sus manos. Eren soltó una carcajada involuntariamente; luego, tras unos instantes sosteniendo la mirada del azabache, finalmente el otro terminó por apartarla y volver a sus labores, señal para que el chico continuara con lo suyo.

Esa noche hacía un frío terrible, las ventanas ya estaban cubiertas por una capa de escarcha y afuera el cielo nocturno estaba manchado por los copos de nieve que seguían cayendo cual lluvia sobre la urbe, formando un paisaje blanquecino en la ciudad de Mitras; sin embargo, la habitación se sentía cálida y acogedora mientras ambos trabajaban en sus respectivos asuntos, con sus hombros rozándose sutilmente y una sonrisa en cada uno que el otro todavía no alcanzaba a percibir.

 

~*~~~*~~~*~

 

Eran las tres de la mañana cuando Levi por fin comenzó a sentir que el sueño lo invadía. Por más que le había advertido a Eren que lo golpearía si se quedaba dormido, lo cierto era que no fue capaz de hacerlo, sobre todo al notar que el chico verdaderamente había hecho un intento por durar hasta por lo menos las una de la mañana con sus estudios, entre cabeceos constantes y bostezos que intentaba disimular; hasta que, finalmente, el sueño lo venció y terminó apoyando la mejilla en su propio hombro, en una posición extraña semi sentado, con el libro abierto sobre su pecho y las piernas levemente dobladas sobre la cama, totalmente destapado.

Levi había hecho el intento de volver a taparlo en más de una ocasión, pero el moreno tenía un dormir muy inquieto y siempre terminaba por botar la manta, así que desistió de esa misión y esperó que no volviera a enfermar, porque al menos había tenido la cordura de dejarse puestos los calcetines.

Su extraña petición de colarse a su cama a la vez que ambos se dedicaban a sus asuntos le pareció algo sumamente infantil y, aunque al principio dudó si esos deseos venían con segundas intenciones, rápidamente se dio cuenta que era una forma silenciosa de pedirle atención, aun cuando no se hablaran en el proceso, sino simplemente sentir la compañía de alguien más.

El detective estaba acostumbrado a ese tipo de peticiones. Muchas veces los niños y niñas más pequeños de la casa de acogida le pedían dormir con él cuando sentían miedo por las noches o cuando las tormentas se ponían agresivas y la casa emitía sonidos extraños debido a su antigüedad. En varias ocasiones, el azabache había estado trabajando o estudiando cuando algún mocoso o mocosa decidía colarse entre sus sábanas y pedirle que lo protegiera de cualquier estupidez; sin embargo, también ocurrió en reiteradas oportunidades para las primeras noches de los huérfanos que llegaban a la casa.

Farlan y él nunca habían tenido problemas con estas peticiones, pues eran muestras de necesidad de cariño y atención ante una perdida. Todo niño y niña siente miedo y busca la protección o consuelo de los adultos en quien confía; en el caso de la vida que Levi le tocó vivir, con Kenny que no era exactamente el mejor consolando a los menores, le tocó ejercer ese rol para algunas personitas que necesitaban escapar de sus pesadillas.

Pero cuando Eren se lo pidió, podía ver que no era porque tenía miedo ni porque hubiese tenido un mal sueño; sino porque quería recibir un poco de atención. No conocía del todo el pasado del mocoso, sin embargo, por la forma de describir su relación con su padre y hermano mayor, podía entender que ninguno de ellos lo protegió en las noches de tormentas o cuando tenía pesadillas; probablemente tampoco lo cuidaron en esos días de enfermedad. Curioso para una familia de médicos.

Y, bueno, estaba el tema más importante, que si bien era de conocimiento popular, no era algo que quisiera tocar todavía con el moreno y era el asunto de su madre, quien había muerto cuando Eren tenía apenas seis años. Probablemente este hecho, de la misma forma en que lo había afectado a él cuando su madre murió, había marcado la vida del chico – quien ahora dormía junto a él – de una manera que tal vez todavía no podía notar con claridad.

Desde la vez que lo cuidó cuando fue hasta su casa y el chico estaba ardiendo en fiebre, notó de inmediato que Eren no era una persona acostumbrada a que alguien lo cuidara; probablemente tenía buenos amigos que se preocupaban por él – el chico había nombrado a Historia y también a un tal Armin como su mejor amigo –, sin embargo, estos no debieron estar presentes en momentos así, donde el miedo te paralizaba tanto de niño que tenías que correr a esconderte a la cama de tus padres o hermanos mayores; la pregunta era si el motivo por el cual esto nunca había sucedido era porque nunca había encontrado una persona que se preocupara y cuidara totalmente de él o porque él no permitía que nadie lo hiciera.

Ahora, mientras dormía plácidamente a su lado, con aquella respiración acompasada y despreocupado de todo lo que pasaba a su alrededor, Levi sintió que el chico, pese a su situación económica, no debió haber tenido una vida tan fácil; nadie que haya tenido un apoyo familiar sólido llegaría llorando a su casa como Eren llegó llorando el viernes recién pasado por culpa de su padre.

Su corazón se contrajo de sólo pensar que, si no hubiese salido antes del trabajo para ir a hablar con él, lo más seguro es que Eren hubiese vivido ese dolor por su cuenta, solo en ese enorme departamento. También hubiese tenido que pasar la noche ardiendo en fiebre, esperando que el sueño lo venciera y su cuerpo hiciera lo posible por combatir la gripe; incluso, aún peor, sobrevivir a la profunda apuñalada que tenía el día que se conocieron.

Estiró su mano y apartó un mechón rebelde de cabello marrón que había caído hasta ese rostro moreno, logrando despejar su frente y mirar su semblante apacible que le recordaba que Eren tenía apenas veintiún años y ya se había armado un plan sólido al volverse el Espectro, todo con el propósito de ayudar a otras personas que lo necesitaban, quitándole, para eso, los bienes a quienes no necesitaban tanta riqueza para vivir.

Nuevamente se reprochó por haber sido tan lapidario con él, solo por ser el hijo de Grisha Jaeger. Quizá muchas veces ese prejuicio le había nublado el juicio y había terminado lastimando a más personas que no lo merecían; porque en este momento, Eren le estaba enseñando que, pese a ser el hijo de un gran doctor, de haberse criado en una mansión llena de empleados y con todo el dinero a su disposición para tener lo que quisiera, él también tuvo que vivir la muerte de su madre, también debió haber sufrido noches sin que nadie lo protegiera, formando ese valor que sentía que era muy característico en él, sobre todo si quieres robarle a la élite de Stohess.

Lanzó una carcajada muda para no despertarlo y, silenciosamente, se bajó de la cama, tomando todos los papeles y dejándolos ordenadamente en su lugar, para luego hacer lo mismo con los del mocoso. Tomó la manta del chico y la propia y lo envolvió lo suficiente, intentando usar el espacio libre de la cama para sacar las frazadas y el cobertor y taparlo lo más posible. 

Luego, lo observó unos instantes más antes de sonreír en su dirección, sin entender realmente por qué.

 

– Buenas noches, Eren. – susurró, apagando la luz y luego acostándose en la cama que le correspondía al chiquillo.  

Notas finales:

¡Muchas gracias por haber leído este capítulo!

Sé que fue particularmente corto en comparación a otros que he publicado, pero estas escenas son parte importante de la construcción de la relación entre ambos y la manera en que, paulatinamente, van tratándose con más naturalidad  – va lento, lo sé. Perdón por ser así, pero me pareció bonito contarlo de esta forma.  –

En fin, espero que les haya gustado y, de ser así, dejen sus votos y comentarios (: 

Nos vemos en el próximo <3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).