Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Criminal - [Ereri] por L_inverse

[Reviews - 41]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Hola! ¿Qué tal? Espero que se encuentren muy bien (:
Como lo prometido es deuda, aquí traigo el siguiente capítulo. Debo admitir que desde ahora quizá – perdón 
– me demore un poco más en actualizar, porque Marzo se vino encima y todavía tengo que dar unas pruebas; y bueno, como ya lo había mencionado, con el tema de la edición y revisión me tomo bastante tiempo. Así que me disculpo de antemano.

Sin más que agregar, empecemos con el capítulo (: ¡Disfruten!

 

 


Eren despertó al sentir el llamado a la puerta de la habitación e inmediatamente se percató de dos cosas; la primera, es que estaba acostado en la cama de Levi, arropado completamente entre las mantas y las frazadas; y, lo segundo, es que hacía mucho frío pese a que debía estar la calefacción encendida.


El chico reconoció la voz de Levi después de oír el sonido de la puerta al abrirse, tratando de entender el diálogo entre el azabache y quién debía ser personal del hotel. Se incorporó tras removerse en la cama, poco adepto a la idea de salir de entre las mantas; sin embargo, al sentarse en sobre el colchón, fregando sus ojos débilmente mientras intentaba alisar un poco su cabello, que estaba completamente desordenado, buscó al detective con la mirada para encontrarlo junto a la puerta, llevando una bandeja con lo que parecía ser el desayuno.


– Pensé que no despertarías nunca. – soltó el detective tras cerrar la puerta y encaminarse con la bandeja hacia la mesita que estaba junto a la ventana.


– Lo siento, tengo el sueño pesado. – se disculpó el chico, notando que tenía la garganta un poco apretada debido al frío. – ¿Qué hora es? – preguntó, todavía medio dormido.


– Cerca de las nueve. No quería despertarte, pero ya me estaba dando hambre así que pedí que nos trajeran el desayuno. – comentó el hombre mientras ordenaba el pedido sobre la mesita.


– ¿No fuiste a los seminarios? – Eren ya estaba despertando totalmente y fue la primera idea que tuvo en cuanto asoció el lugar en el que estaba y la hora que era.


– Se canceló por hoy. – respondió. – Si te levantaras de la cama, holgazán, sabrías la razón. – añadió dándole un corto vistazo el chico y señalando algo que había afuera de la ventana. Eren se puso inmediatamente de pie y se asomó por los cristales, maravillándose con la vista.


Mitras estaba totalmente cubierta por la nieve. El paisaje era tan blanco que llegaba a molestar un poco a la vista, pero los cielos muy azules, tapados por unas pocas nubes cuales algodón, hacían de esa panorámica una vista única del clima invernal; las calles parecían tener una altura considerable de nieve, porque los autos estacionados junto a la berma lucían como si estuviesen sepultados en ella y también podía reconocer algunas máquinas removedores trabajando para volver a poner en marcha la ciudad.


– Es increíble, Levi. – murmuró él, completamente emocionado por ese paisaje, porque en Stohess nunca había vivido un nevazón así.


– Bueno, la tormenta de anoche logró algunos cortes de luz y el tránsito está funcionando sólo en un diez por ciento, así que para algunos no debe ser tan maravilloso. –


– No le quites emoción a esto. – reclamó al notar la cuota negativa que le estaba poniendo el azabache. – Hay que salir a jugar con la nieve. – dijo Eren mirando entusiasmado al hombre junto a él, quién enarcó una ceja.


– Tch. Ni loco. Debe hacer un frío de mierda afuera. – señaló, volviendo su atención al desayuno. – ¿Tomarás café o té? – preguntó entonces el detective.


– Café. Aún estoy un poco dormido. – dijo él con una carcajada, sentándose en la silla que tenía más cerca. El azabache le acercó su taza y el chico vio que había pedido tostadas y panqueques. – Oi, Levi. – comenzó a decir, recibiendo la mirada plateada del otro como respuesta. – Lamento haberme dormido en tu cama. Si me golpeaste con el libro, debo decir que no lo sentí. – una sonrisa culpable se dibujó en su rostro y el hombre simplemente suspiró tras sentarse frente a él.


– Tus disculpas son inservibles, mocoso. – dijo el hombre bebiendo de su taza de té.


– Oh, entonces, ¿vas a castigarme? – preguntó con picardía al tiempo su sonrisa ladina se ensanchaba al dirigirle una mirada lasciva al otro.


– Si por castigo te refieres a dejarte afuera de la habitación con este frío, entonces sí podría pensar en castigarte. – Levi comenzó a comer tranquilamente de sus panqueques sin ponerle real atención al chico frente a él. Eren sonrió más sinceramente y lo imitó, disfrutando de las preparaciones que había para el desayuno.


– Entonces... ¿no quieres salir a jugar con la nieve? – preguntó, esta vez incapaz de disimular ese deseo tan infantil que había tenido apenas vio la cantidad de nieve que había en las calles.


– Oi, la semana pasada te estabas muriendo de una gripe y anoche no dejabas de destaparte mientras te movías todo inquieto cuando te quedaste dormido, ¿No crees que exponerte al frío sería seguir tentando a otra recaída de tu gripe? – los ojos grises de Levi mostraban preocupación, pero también disgusto de sólo pensar en salir a las bajas temperaturas que debían hacer en las calles.


– Oh, vamos, estoy totalmente recuperado. Nada que un buen chocolate caliente después de una travesía por la nieve en Mitras no pueda solucionar. – sentenció el chico, determinado a sacar a Levi de la habitación. – Anda, di que sí. – pidió esta vez, tratando de convencer al otro.


– Tch, de acuerdo. – sentenció, finalmente, mala gana. – Pero que sea después del almuerzo. Tengo unos asuntos que atender durante la mañana y tú deberías ponerte a estudiar. –


– He estudiado estos días. – afirmó el chico, entre contento por haber convencido al azabache y extrañado por la acusación que le hacía sobre sus estudios.


– No me vengas con mentiras. Anoche ni siquiera estabas concentrándote en tus lecturas, sólo te dedicaste a hacer dibujos en las esquinas de tu libro. – acusó el otro, apuntándolo ligeramente con su tenedor.


– Levi, ¿me estabas poniendo atención? – preguntó el menor con sorna fijando su vista en el rostro de Levi, apoyando su mejilla contra su mano, mientras su codo descansaba sobre la mesita, aguardando por ver el nerviosismo en su semblante; y ahí estaba ese sutil sonrojo que desentonaba con el ceño fruncido que entrecerraba su mirada del policía.


– Debí haberte golpeado con el libro. – murmuró continuando con su desayuno y desviando su mirada para no apreciar la sonrisa burlona del menor.


 


~*~~~*~~~*~


 


El azabache siguió soltando maldiciones que se manifestaban como vapor cada vez que el aire salía de su boca, visualizando, en cada ocasión, que su aliento se volvía humo por la diferencia de temperatura, la esencia de su malhumor.


Por mucho que se reusó y estuvo buscando excusas después de almorzar, el mocoso finalmente lo había arrastrado hasta la parte trasera del hotel, donde un jardín cubierto absolutamente por la nieve los recibió con esa vista hermosa de las ramas de los árboles y arbustos cargando el agua congelada como si fuesen flores invernales y, por supuesto, el jodido frío que lo hacía temblar en su lugar; por supuesto que a Eren le importaba lo más mínimo ese clima, se había lanzado hacia la nieve, tocándola con sus manos desnudas hasta que el mismo azabache le tuvo que facilitar unos guantes al ver que estas adoptaban un tono entre el rojo y el violeta.


Durante la mañana, Levi sostuvo llamadas telefónicas con Erwin y Hange sobre algunos casos pendientes que requerían más atención y también para informar las nuevas noticias en el cuartel; también estuvo al teléfono con uno de los representantes que organizaba ese año los seminarios, en los que tomó algunas notas sobre las propuestas de las modificaciones de los estatutos y, por supuesto, el típico parloteo sobre la ciudad y los crímenes y de lo mucho que agradecían no trabajar en Stohess – porque a ninguno de sus colegas le gustaba trabajar en esa ciudad –. Por lo demás, y en un intento desesperado por postergar la inminente salida con Eren, también llamó a Farlan para contarle sobre los seminarios y también de la nevada que había cancelado los eventos de ese día.


Mientras conversaba esa mañana con la gran mayoría de sus cercanos, se dio cuenta de que a ninguno de ellos le había comentado sobre la presencia del mocoso en ese viaje; no es que fuera algo tan alarmante y, de hecho, había supuesto que el moreno también había mantenido este viaje en secreto para que no tener que darle explicaciones al resto sobre esta extraña relación que estaban forjando.


Hasta hace pocos días, Levi sólo había estado empecinado en conocer las aristas que consideraba más importante para definir el perfil del ladrón, así como también cualquier información adicional que le permitiera frenar los robos del mocoso y seguir con su vida como detective; sin embargo, tras apenas cuatro días con el moreno, el azabache sentía que su idea de la personalidad del chiquillo era muy distinta a la primera impresión que se llevó de él.


Impredecible, obstinado, de carácter fuerte cuando algo le molestaba... y ridículamente sencillo. Le impresionaba la forma que tenía el chico de ser, desinteresado por detalles irrelevantes y fascinado por cosas tan normales como la nieve; era cierto que en Stohess caía poca nieve cuando el invierno se ponía rudo, de hecho, la ciudad era más propensa a los temporales y lluvias constantes por días, pero no tanto así como esa nevada en Mitras, que también había sorprendido al policía.


Ahora, el muchacho estaba haciendo un intento de muñeco de nieve junto a un alto árbol carente de hojas y flores, cuyas ramas se extendían firmes e inalterables mientras sujetaban montones de nieve que se habían atorado entre ellas tras la nevada; su sonrisa era imposible de imitar y se mostraba tan entusiasmado que no parecía sentir el frío de la tarde, ni siquiera darse cuenta de que tanto su nariz como sus pómulos estaban bastantes enrojecidos por la baja temperatura.


– Es el peor muñeco de nieve que he visto. – le soltó, escondiendo más su nariz entre la bufanda, mientras sus manos estaban fuertemente metidas en los bolsillos de su abrigo, todo por pasarle los guantes al mocoso.


– Si no ayudas, entonces no tienes derecho a criticarlo. – mencionó elevando su tono de voz, casi como si hubiese cantado la última parte. El detective chasqueó la lengua y caminó unos pasos para entrar más en calor.


– No sé qué mierda hago aquí, mocoso. Deberías haber bajado solo. – mencionó el azabache, notando que ya no sentía los pies de tan fríos que los tenía. Eren, en cambio, tenía las botas incrustadas en la nieve mientras armaba el dichoso muñeco.


La verdad es que no encontraba justificación para haber accedido a la petición del universitario por salir a la nieve. El detestaba el frío – y el calor –, no le parecía tan divertido jugar con la nieve ni ninguna de esas cosas que parecían maravillar a Eren en ese momento; sin embargo, durante el desayuno, cuando este casi le suplicó porque lo acompañara, lo cierto es que no pudo negarse.


Fue casi un impulso, como si las palabras hubieran salido de su boca antes de que su cerebro estuviera de acuerdo con la respuesta; pero no era sólo eso. Perfectamente podría haberse marchado hace un rato, cuando habían visto lo suficiente la nieve, antes de que el mocoso encontrara ese jardín más tranquilo y lejos del bullicio de algunos niños que jugaban en la zona principal y, nuevamente, se había dejado llevar, caminando detrás de él maldiciendo en voz alta, pero siempre acompañándolo.


Francamente, esa vista del chico despreocupado de todo a su alrededor, disfrutando de armar su muñeco de nieve y olvidándose de cualquier otra cosa, le parecía bastante reconfortante.


El día anterior, Eren había presentado un comportamiento extraño. No sabía si había sucedido algo durante el día que no quería contarle y, siendo sincero, al azabache le daba miedo indagar más; no quería forzar al mocoso a contarle algo que lo lastimaba o que prefería reservarse para él, porque comprendía perfectamente ese sentir; no obstante, no era la primera vez que le daba frustración darse cuenta de que no podía ayudar al chico con ciertas cosas, no si él aun no se lo permitía.


– No hubieses podido ver mi fantástico muñeco de nieve. – afirmó el mocoso, retrocediendo unos pasos para apreciar con más perspectiva la forma de su obra de arte; sin embargo, al no darse cuenta de que estaba demasiado hundido en la nieve, tropezó con torpeza, cayendo de espaldas sobre la fría nieve, logrando que el azabache soltara una audible carcajada al ver su caída.


– Acabas de hacer que haya valido un poco la pena bajar, mocoso. – le dijo al verlo todo cubierto de nieve.


Pero, contrario a la reacción que esperaba por su parte – un poco avergonzado y gruñón por su comentario –, el mocoso se lanzó a reír y se recostó nuevamente sobre la nieve, moviendo, de forma sincronizada, sus brazos y piernas como si estuviese aleteando.


Eren era tan predecible como errático; a veces comprendía perfectamente lo que quería o lo que estaba pensando, habiendo detectado ciertas actitudes de él que parecían patrones de comportamiento; pero, en otras ocasiones, se cuestionaba si la sonrisa ancha que dibujaba para él al mirarlo con esos impactantes ojos verdeazulados, fuera completamente falsa; y, detrás de eso, estaba ese muchacho vulnerable que lloraba sin consuelo y que se aferraba a él, aun sin conocerse lo suficiente y sin tener un trato tan íntimo como para permitirse esas acciones o estar acostumbradas a ellas.


El azabache debía admitir que, con respecto a Eren, tenía un montón de dudas y cosas que quería preguntarle, sabiendo que no lo haría todavía, y la curiosidad a veces lo frustraba bastante; pero, aunque usualmente se detenía mucho a analizar al chiquillo que ahora se estaba poniendo de pie, en otras ocasiones se dejaba llevar por sus locuras y ocurrencias y terminaba por disfrutar de su agradable compañía.


Ahora, Levi lo miraba enarcando una ceja, todavía sin poder borrar la sonrisa tras la caída ridícula del chico, hasta que Eren logra ponerse de pie y limpia su ropa mirando hacia el lugar donde antes había estado recostado.


– Creo que mi ángel de nieve quedó peor que el muñeco. – mencionó dándole un vistazo poco convencido a lo que había en el piso. El detective puso los ojos en blanco y se acercó para observar la forma que había dibujado sobre la nieve, volviendo a reír debido a lo terrible que había quedado ya que, al ponerse de pie, el chico había estropeado los contornos y ensuciado la nieve con una capa de tierra, volviéndola un lienzo manchado y poco inmaculado como el resto del blanco terreno.


– Definitivamente las esculturas no son lo tuyo, Eren. – señaló, sin dejar de sonreír por la ridícula situación, hasta que siente una bola de nieve estamparse contra su hombro, sobresaltándolo y haciendo que mirara con incredulidad al autor de ese acto tan osado.


– Esa fue por burlarte de mi muñeco. – sentenció el moreno con autoridad, dándole forma a otro cúmulo de nieve entre sus manos. – Y esta, por mi ángel de nieve. – declaró al lanzar la siguiente bola en dirección al azabache, la cual se estrelló sobre las piernas del contrario al moverse lo más rápido que pudo cuando se percató de las intenciones del chico.


– Tch. Tienes valor, jodido mocoso. – admitió el hombre, sorprendentemente poco molesto por la acción del chico. – Lanza una más y tendrás que volver a pie hasta Stohess. – advirtió dándole la espalda para comenzar a marcharse, decidido a que ya no quería seguir aguantando el frío endemoniado de esa tarde.


La risa de Eren estalló cálida y espontánea detrás de él, hasta sentirlo acercarse lo suficiente para verse rodeado por esos largos brazos cubiertos por el abrigo marrón que traía puesto el chico; pudo sentir de inmediato el calor de moreno transferirse hacia su espalda debido al abrazo que había ejercido sobre él, rodeándolo por el cuello y manteniendo su cabeza apoyada sobre esos brazos que no querían dejarlo ir.


Levi se quedó quieto unos instantes debido al improvisado gesto del universitario, hasta finalmente voltear un poco el rostro para mirarlo en señal de advertencia; lo que encontró, fue la mirada de Eren, tan cerca de él como esa noche en la bodega anexa a la mansión de los Reiss, pero que, en esta ocasión, sus ojos verdes no se dirigían hacia él, sino que miraban hacia la nieve frente a ellos, con nostalgia y ajenos a la situación en la que estaban envueltos; una sonrisa sutil se dibujaba en su rostro, con una alegría que no llegaba hasta sus verdeazulados ojos...


– No tienes idea de lo increíble que ha sido este viaje, Levi. – murmuró entonces, sin quitar esa expresión tan distante. – Gracias por traerme. – dijo de pronto, saliendo de ese trance hacia recuerdos y pensamientos que el detective no podía alcanzar, para mirarlo nuevamente con aquellas esmeraldas resplandecientes y esa sonrisa encantadora que muchas veces lo dejaba sin palabras, como ahora. – Creo que ya es hora de volver a la habitación. No siento mis pies. – añadió con una carcajada, apretando más el abrazo sobre su cuello y pegando más su cuerpo al del azabache.


– ¿Ya tuviste suficiente? – preguntó Levi, sin despegar su vista del chico.


– Sí. – susurró el otro, escondiendo por unos momentos su rostro para que el mayor no pudiese ver sus expresiones. – Vamos por ese chocolate caliente, ¿te parece? –


– Por mí está bien. – Levi desvió su mirada y no se molestó en apartar al chico, quién mantuvo el abrazo por unos segundos más hasta, finalmente, soltarlo y dar la vuelta pararse frente a él.


– Propongo que veamos unas películas en la habitación para pasar el resto de la tarde. Traje mi computadora. – mencionó el más alto manteniendo esa sonrisa entusiasta. Levi se percató de que tenía algunos copos de nieve adheridos al cabello todavía, seguramente tras su caída. El hombre estiró su mano impulsivamente y entrelazó sus dedos entre los mechones de cabello del chico para quitarle los restos de nieve, dándose cuenta de que habían logrado humedecer su cabellera.


– Y yo propongo que volvamos pronto y te des una ducha caliente para que no vuelvas a enfermar. Ni pienses que te cuidaré si te da fiebre de nuevo. – amenazó el hombre, retirando su mano y comenzando a marcharse de vuelta hacia la habitación.


Como era usual durante los últimos días, el detective escuchó la corta carcajada del mocoso para luego sentirlo aproximarse hacia él y seguirle el paso para regresar al cuarto del hotel.


Pese a que durante toda la mañana, y el tramo de la tarde que habían tardado en bajar hasta el jardín, el moreno había estado de un humor increíble y totalmente radiante, como el sol del verano, ahora parecía retraído; todavía mantenía una sonrisa queda que parecía simplemente un gesto involuntario y totalmente carente de la alegría que había trasmitido durante las primeras horas del día; y, añadiendo eso a sus sospechas de que algo había ocurrido durante su rato en el jardín, el mocoso venía sospechosamente en silencio.


Todo el trayecto desde que entraron nuevamente a la recepción y subieron por el ascensor hacia el piso donde se hospedaban, el moreno había caminado a su lado formulando un silencio tenso entre ambos que el detective tenía miedo de romper, por alguna extraña razón. Pensó que quizá había sido demasiado frío con el chico y tal vez un poco autoritario, pero nada que no hubiese sucedido antes, entonces ¿qué ocurrió?


Para cuando entraron al cuarto que compartían y se sacaron los abrigo, la sonrisa de Eren había desaparecido por completo y había sido reemplazaba por una expresión de completa seriedad y decaimiento. Si no fuera porque su mirada estaba preocupantemente opaca, el policía podría haber supuesto que el chico tenía fiebre nuevamente y no quería revelarlo.


– Voy a ducharme. – habló entonces, rompiendo el silencio entre ellos.


– Oi, Eren. – se sintió un poco avergonzado de ese arrebato al llamarlo, pero tenía la impresión de conocer lo suficiente al mocoso para entender que algo había sucedido. – ¿qué ocurre? –


– Nada. – respondió él fingiendo normalidad. – ¿por qué? – el detective entrecerró los ojos ante su pregunta. ¿no se suponía que había confianza entre ellos? ¿por qué le molestaba tanto que el chiquillo le ocultara aquello que lo afectaba?


– Olvídalo. –


Por alguna razón, el hombre se sintió extrañamente molesto. Una parte de él lo estaba con el chiquillo, porque no era la primera vez que mostraba estos cambios de humor y le mentía diciendo que no pasaba nada o que simplemente quería dejarlo así; por supuesto que entendía que a veces las personas no querían hablar de los factores que los alteraban y preferían guardárselos – el mismo Levi tenía ese mal hábito –, pero de cierta manera tenía la impresión de que había sido culpa suya y quería enmendar las cosas, o al menos comprender lo que estaba haciendo mal.


Y eso era la otra parte del asunto, que su molestia era principalmente consigo mismo; por no entender completamente a Eren todavía, por ser cruel en sus intentos de pasar el rato de manera tranquila junto a él y de una forma tan inocente como jugar en la nieve; y también porque no le encontraba sentido a preocuparse de esa manera por cómo estaba el mocoso y no encontrar alguna forma de ayudarlo.


Ese viaje estaba resultando algo totalmente inesperado para él. Cada día tenía la impresión de estar bajando sus defensas frente el chiquillo y no era correcto, esto sólo lo llevaría a que él se aprovechara de la oportunidad para seguir haciendo del ladrón que tenía gastando recursos excesivos en su captura a toda la policía, todo por atacar a millonarios.


Salió de la habitación siendo un manojo desastroso de emociones incomprensibles todavía, oscilando entre la rabia, la preocupación y la indecisión de no saber qué era lo correcto cuando se refería a su actuar con el moreno; quería estar a solas un rato, tratar de olvidarse del chico hasta poder centrarse nuevamente y asumir el rol de policía que había definido para ese viaje... porque hasta ahora, sólo había actuado como Levi, simplemente Levi, un hombre intentado confiar en otro y estableciendo, sin querer, una extraña relación de amistad.


Pero él no era simplemente Levi y el chiquillo no era simplemente Eren; el azabache era un policía, mientras que el mocoso era un ladrón y, por cierto, también era hijo de Grisha Jaeger; en cambio, el detective era un huérfano sin apellido de renombre.


Mundos opuestos, ideales opuestos... ¿Qué tenían en común, entonces?


 


~*~~~*~~~*~


 


Eren salió de la ducha sabiendo de antemano que el detective no estaría ahí, por lo que no se sorprendió al encontrarse con la habitación vacía y solitaria, con la luz apagada y sumida en la oscuridad debido a que la luz del día empezaba a abandonar la ciudad.


Se sentó sobre su respectiva cama y encendió la lampara de velador, terminando de pasar la toalla por sus cabellos húmedos. Después de un par de minutos bajo el agua caliente, había logrado entibiar lo suficiente sus pies y manos, los cuales habían sufrido la temperatura de la nieve con mayor fuerza durante la tarde; sonrió débilmente al recordar que el detective le había ofrecido sus propios guantes para que jugara con la nieve y no temiera perder un dedo por la falta de circulación debido al frío; este gesto había despertado nuevamente esa calidez que le producía sentir la preocupación y atención de Levi, tal como había pasado muchas veces durante ese viaje.


Si quiera llevaban cuatro días ahí y Eren no había notado lo mucho que se había relajado ante la presencia del azabache, y también el notorio cambio que estaba presentando el otro cuando se trataba de su comunicación y la forma que tenían de relacionarse. Cada día, el policía lo estaba mirando con menos frialdad y su actitud se volvía más relajada en comparación a las primeras veces que se encontraron.


Sin embargo, cuando Levi bromeó sobre mandarlo caminando hasta a Stohess, sintió que le hubieran abofeteado fuertemente en la cara, despertándolo de un sueño; no es que la broma le pareció ofensiva, sino que le hizo caer en cuenta de que, eventualmente – y más pronto de lo que suponía, – tendrían que regresar a Stohess y todo lo que eso implicaba cayó de lleno sobre él como un balde de agua fría.


El recuerdo de su padre, de los robos, de la universidad, de su matrimonio con Historia... todo había quedado atrás cuando se subió al vehículo de Levi y partieron rumbo a Mitras; sin embargo, esto no sería para siempre. El chico se dio cuenta de que se estaba engañando simplemente en esa falsa felicidad de convivir con Levi, de frecuentar más de lo normal, comer juntos, trabajar en las noches silenciosamente... todo eso era una mentira, porque ¿seguirían llevándose así también cuando estuvieran en Stohess? ¿qué pasaría con su relación al volver?


No sabía si Levi había cumplido con todos los objetivos que se planteó al traerlo en su travesía, y tampoco comprendía aún si el detective había sentido lo mismo que Eren durante esos días. Todos esos pensamientos lo atacaron de pronto y no pudo evitar volver a sentirse inseguro cuando del detective se trataba. Temía que esta comodidad que estaba sintiendo en la presencia de Levi no fuese compartida, incluso que se debiera únicamente porque estaban forzados a hacerlo.


En medio de sus atormentados pensamientos, el sonido de su celular vibrar contra el velador lo hizo distraerse. Tomó el aparato y notó de inmediato que tenía cuatro llamadas perdidas de su padre; la verdad es que no le había puesto tanta atención a su teléfono desde que llegaron a la ciudad y, particularmente esa tarde, lo había dejado en la habitación por miedo de que se estropeara en la nieve, sabiendo que a veces era un poco torpe.


De haber sido otro momento, probablemente no habría contestado la llamada, pero tenía bastantes registros de llamadas perdidas como para pensar que algo podía estar sucediendo que requería su atención y preocupación; así que, con desgana, aceptó la llamada y se llevó el teléfono a la oreja.


– Papá. – saludó con un suspiro resignado.


– Por fin te digas a contestar, Eren. – dijo su padre con evidente tono malhumorado. El chico sintió que su estómago se revolvía ligeramente.


– ¿Qué quieres, papá? – le preguntó rápidamente, tratando de finalizar, lo más pronto posible, la llamada.


– Quiero saber dónde estás. – ordenó el hombre al otro lado de la línea.


– Lejos de la ciudad, si estás tan interesado. – replicó el chico, molesto por ese descaro de preocuparle dónde estaba.


– Qué casualidad que el detective Ackerman también esté fuera de la ciudad. – mencionó entonces su progenitor, erizando su piel del miedo por entender lo que esa frase significaba.


– Deja en paz al detective Ackerman, papá. – exclamó el moreno, completamente molesto y asustado.


– Demonios, Eren. ¿No te das cuenta de lo que provocaría que se supiera que andas con un hombre de viaje fuera de la ciudad? –


– Eso es problema mío, no del resto. Ni siquiera tuyo. – sentenció, pasando la mano por su cabello en un gesto de desesperación. Lo último que necesitaba era este recordatorio de lo terrible que era vivir siendo un maldito Jaeger.


– Ten cuidado con lo que dices y con lo que haces, hijo. – advirtió el hombre, usando ese tono de voz que hacía que Eren perdiera todo el valor. – Tienes un apellido que respetar. –


– ¡A la mierda con tu apellido, papá! – gritó con más fuerza para luego cortar la llamada y lanzar el teléfono sobre la cama totalmente frustrado y asustado.


– Eren... –


El chico se quedó en blanco por unos instantes, los suficientes para hacerlo voltear y encontrarse en la puerta de la habitación con el detective, mirándolo con esos ojos grises desbordados de emociones indescifrables, portando en sus manos una bandeja con dos tazones de lo que parecía ser chocolate caliente debido al agradable aroma que había llenado la habitación.


Por un momento, todo pareció desvanecerse frente a él y para lo único que tenía atención era para el hombre que ahora había entrado completamente al cuarto, cerrando la puerta tras de él y dejando la pequeña bandeja sobre la mesa junto al baño. Seguido de esto, el azabache se acercó lo suficiente a él para estirar su mano pálida hacia el rostro del más alto; la piel del mayor contra las mejillas ardientes del moreno le hizo darse cuenta de que estaba llorando sin proponérselo.


– Está bien, Eren. – le dijo entonces al bajar su mano y seguir mirando con tal intensidad al chico. – No necesitas contarme nada. –


– Demonios, Levi. – dijo él con un sollozo, tratando de contener las lágrimas. – Lo siento. – soltó, tragando con fuerza.


– Ven aquí. –


Enseguida, el detective volvió a estirar su mano y la apoyó sobre la nuca del menor para atraerlo hacia él y reconfortarlo entre sus brazos. El chico se sorprendió demasiado de este gesto, porque Levi jamás lo había abrazado por voluntad ni iniciativa propia, siempre habían sido gestos forzados por la situación y la obligación de que Eren era quién lo sometía a dichas muestras; fue tanta su impresión, que dejó de llorar inmediatamente, tragando el amargor del nudo de su garganta para sentir la calidez del contrario, que olía sutilmente a chocolate debido a las tazas que había traído para ambos.


Se abrazó al otro con fuerza y desesperación, queriendo calmar la frustración y el miedo que le daba cada vez que su padre irrumpía en su vida para hacerle saber que podía controlar todo en ella, desde dónde estaba hasta con quién se relacionaba; y, por supuesto, que esto lo había llevado a la inevitable conclusión: no quería que Grisha lastimara a Levi.


Este pensamiento lo hizo abrazar aún más al hombre entre sus brazos, recibiendo una caricia en sus cabellos y esa mano firme sobre su espalda que trataba de calmar su tembloroso cuerpo; y, entonces, se percató de que ese momento, ese simple gesto y su silencio al comprender que tenía tanto que decir que era incapaz de verbalizar palabras para explicarse, el simple hecho de que fuera Levi quien lo reconfortara entre sus brazos, le hacía tener una sensación de seguridad tan grande, que creyó nunca haber experimentado algo así.


Era como si el detective callara sus voces interiores e hiciera que la imagen de su progenitor fuera una borrosa fotografía carente de color e importancia.


– Todo en este viaje... – comenzó a decir, teniendo que aclararse la garganta para continuar. – Parece un maravilloso sueño que estoy seguro se romperá apenas vuelva a Stohess. – suspiró contra el hombro del detective, escondiendo su rostro entre el sweater del mayor. – Estoy asustado. – confesó, abrazándose con más fuerza al otro.


– ¿De qué? – le preguntó el hombre, tan bajo como un susurro y tan cerca que pudo sentir su aliento contra su mejilla.


– De que mi padre pueda hacerte algo si nos seguimos viendo... y de que no quieras que nos sigamos viendo. – admitió. Ahora, tomó una fuerte bocanada de aire y soltó lentamente al hombre para poder mirarlo, recuperando un poco de valor. – Suena tonto, lo sé. Pero nunca te he mentido al decirte que me gustaría que nos conociéramos más, Levi. – afirmó, observando el semblante inalterable del detective frente a él. – Lamento si toda esta situación te ha incomodado en algún momento. Pero, tal vez debas saber que a mi padre no le gusta nada que seamos amigos. – comentó apesumbrado.


– Ya lo sabía. – dijo el detective enarcando una ceja, llamando la atención del moreno. – Supuse que tu padre vería con malos ojos el que te hicieras tan cercano a un detective, sobre todo si soy mucho mayor que tú y también porque la gente sabe que me gustan los hombres. – Eren se sonrojó sutilmente al verse observando tan fijamente por el detective. – Debe suponer que pasa algo más entre nosotros y eso afecta negativamente a lo que planea con el supuesto compromiso que tienes con Historia Reiss. – el moreno soltó un suspiro resignado. Levi le hacía completamente justicia a su apodo del mejor detective de Stohess. Sin siquiera explicarse con claridad por lo que estaba pasando, el hombre había llegado a la conclusión acertada sobre su padre.


– Definitivamente, eres un buen detective, Levi. – elogió el chico sonriéndole a su acompañante.


– ¿Te sorprende? – inquirió el otro con una sonrisa burlona. – Por otro lado, Eren, no deberías asustarte de que las cosas cambien al volver, porque ya cambiaron sólo por el hecho de haber venido aquí. – señaló. – No somos simples desconocidos y tampoco podemos ser únicamente un detective y un ladrón. He cumplido con mis propósitos al traerte aquí, sobre todo, conocerte más y darme cuenta de que no tienes malas intenciones con lo que haces... aunque sí puede ser un acto de rebeldía en contra de las creencias de tu padre, pero sólo es una consecuencia. – el chico lanzó una suave carcajada. – Me gustaría que nos siguiéramos viendo después de volver, mocoso. Aunque será más complicado allá con todo el trabajo que tengo y tus estudios. –


– ¿Es en serio? – preguntó el chico, tomando ambas manos del azabache y mirándolo con una sonrisa involuntaria, demasiado emocionado con lo que decía Levi.


– Tch, ¿por qué te mentiría? – soltó de mala gana, sin soltarse de las manos del chico. – Con respecto a tu padre, debes saber que no le tengo miedo. – siguió diciendo con total seriedad y firmeza. – Sólo aclárale que no pasa nada entre nosotros y dejará de molestarte. – dijo el detective, bajando su vista hacia las manos sujetas a ambos lados de ellos.


– Le diré que no pasa nada entre nosotros... todavía. – corrigió el chico, dedicándole una sonrisa ladina a su acompañante, el cual se negaba a mirarlo. Eren fue paciente hasta que finalmente los ojos grises de Levi le ponen atención, sólo para estudiarlo con esa vista analítica muy propia de su labor.


– Estás demasiado confiado. – el chico soltó una carcajada y, de pronto, sintió que el azabache apretaba más fuerte sus manos. – ¿no sucede nada más? – preguntó, mostrando un poco de nerviosismo.


– ¿Por qué lo preguntas? – quiso saber el chico, totalmente extrañado por la pregunta.


– Parecías molesto cuando volvimos a la habitación. – mencionó el azabache, plantándose más firme frente a él. Eren lo pensó por unos momentos, hasta que finalmente volvió a dedicarle una media sonrisa y se acercó para depositar un corto beso en la frente del azabache, recibiendo un gesto confundido y avergonzando de parte del otro.


– Me asustaba que todo cambiara cuando volviéramos a la ciudad, pero, en realidad, temía que las cosas volvieran a ser como antes, contigo negándote a darme la oportunidad de explicar los motivos que me mantienen siendo el Espectro y, especialmente, darme la oportunidad de demostrarte que no tengo malas intenciones ni quiero lastimar a nadie... Así como también conocernos mutuamente. – ante el silencio del otro, Eren continuó. – Ahora que sé que te gustaría que nos siguiéramos viendo, prometo esforzarme más... Tal vez logre hacer que ese "todavía no" en nuestra relación se transforme en un absoluto "". – añadió guiñándole un ojo al detective, quién le dedicó una mirada de advertencia por su atrevimiento de hablarle así; sin embargo, esa expresión quedaba totalmente eclipsada por el notorio sonrojo en sus mejillas. – Gracias por escucharme, por cierto. –


– Siempre terminas haciendo que me arrepienta de tratarte bien. – se quejó el hombre, alejándose del más alto para volver hacia la mesita donde había dejado anteriormente la bandeja que trajo consigo. – Tch, esto ya se enfrío por culpa de tus dramas, mocoso. – comentó tomando los tazones y volviendo hasta donde estaba el chico, entregándole uno. – Tendrás que conformarte o ir a buscar otro. –


– Este es perfecto. – se apresuró al decir cuando recibió su tazón. – Gracias por tanto, Levi. –


La mirada que Levi le dedicó antes de beber de su tazón y cambiar de tema de conversación, se le antojó sumamente indescifrable, de la misma manera en que también sentía que podía enumerar todas las emociones que trataba de guardarse; además, por su preocupación notoria al intentar descifrar su errático comportamiento cuando las dudas y las inseguridades lo abordaban y no le permitían pensar con claridad, le daba a entender que el detective estaba poniendo de su parte en esa relación; sobre todo, dejaba en evidencia que esto no se trataba solamente del Espectro... se trataba también de él, como simplemente Eren.


Sí, las cosas habían cambiado entre ellos... y sentía que había sido para bien.


 


~*~~~*~~~*~


 


 


 

Notas finales:

Bueno, espero que les haya gustado este nuevo capítulo. De nuevo estaba un poco corto creo 
pero me gusta ir mostrándoles estas pequeñas situaciones donde ambos van abriéndose paso en la mente del otro y permitiéndose, mutuamente, ser más abiertos con sus pensamientos.

Quiero agradecer a las personitas que le dan una oportunidad a mi historia, que leen, comentan y votan porque me hace muy feliz saber que les está gustando (: 

Como había dicho en un principio, quizá desde aquí me tome más tiempo entre actualizaciones porque estoy volviendo a la universidad la otra semana y ya sabemos que eso significa el fin de los tiempos libres jeje. Pero prometo ponerle empeño para tenerles más capítulos lo más pronto posible (: – no me olviden, por fis –

En fin, cuídense mucho. Que tengan un maravilloso fin de semana (:
¡Nos vemos el próximo!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).