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Un nuevo compañero por Kirah69

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Desde el instante en que salió de la bañera de hielo, Stiles sintió que había algo diferente en él, pero en ese momento no tenía tiempo para analizarlo, primero tenía que salvar a su padre. Solo cuando todos estuvieron a salvo y él se encontraba en su cama, la adrenalina disipándose de su cuerpo, pudo reflexionar sobre ello. Se sentía como un refresco con burbujas cerrado al que agitaban y agitaban. La presión estaba creciendo dentro de él. No había sido un cambio físico visible sino uno en lo más intrínseco de su ser. No lo sentía en un lugar concreto sino en todo su cuerpo, de pies a cabeza, hasta la punta del último de sus cabellos. Era algo mágico, no podía ser otra cosa, pero a partir de ahí no podía concretar más. Deaton había dicho que una «oscuridad invadiría su corazón». Quizá estaba hablando de esto, pero no se sentía para nada oscuro. Era radiante, pura energía. También era peligroso, pero no se sentía amenazador. Más bien era como un perro de presa, mortal en manos equivocadas pero cariñoso como cualquier otro perro si se le cuidaba bien. Tendría que hablar con Deaton al respecto, solo esperaba que no fuera el siguiente terror que tuvieran que enfrentar. Al menos, si lo era, necesitaba dormir una noche antes de ponerse a ello.

Noah estaba desayunando ya cuando bajó de su habitación. Se llenó una taza de café hasta el borde de la cafetera en marcha y se sentó frente a él en la mesa. Tomó un largo sorbo del brebaje todavía caliente con los ojos cerrados y suspiró.

—Tengo que contarte algo.

—Tienes que contarme muchas cosas—replicó su padre sin dejar de comer.

—Sí, pero todo irá mejor si esta vez me crees—le dijo a modo de reprimenda.

Si le hubiera creído cuando intentó explicárselo con Cora, las cosas podrían haber terminado de forma diferente y tal vez no hubiera tenido que morir para salvarle la vida. Sabía que no tenía que decir todo eso en voz alta para que su padre lo comprendiera. Noah asintió y dejó de comer. Apartó el plato y cruzó las manos sobre la mesa.

—Lo primero que tienes que saber es que a las criaturas sobrenaturales les da igual tu placa. Si tienen que matarte, te matarán. Incluso si no es necesario también lo harán, aunque sea solo por si acaso. Así que te sugiero que, si tienes la más mínima duda, primero dispares y después preguntes. Lo segundo más importante es que aprenden a mentir desde pequeños para protegerse así que saben mentir muy bien. No te fíes, nunca, confirma por tu cuenta cualquier cosa que te digan. Y lo tercero más importante es que las cosas casi nunca son lo que parecen. Un monstruo con garras y colmillos no tiene por qué ser malvado y una profesora de instituto no tiene por qué ser inocente.

» Los detalles te los contaré luego, todo lo que sé sobre todas las criaturas de la ciudad y sobre lo que ha pasado en los últimos años, pero ahora tengo que ir a ver a Deaton.

—¿Por qué a Deaton?—preguntó frunciendo el ceño.

Stiles se miró las manos. Sentía la energía bajo su piel, casi podía verlas vibrando.

—Desde el ritual para encontraros, he estado sintiendo algo extraño, como una especie de energía.

—Siempre estás lleno de energía.

—No tiene nada que ver con mi TDAH, creo que es algo mágico. Deaton dijo que habría consecuencias, aunque no especificó. Tengo que averiguar qué es esto antes de que se convierta en un peligro. Oh, sí, otro punto importante. Si algo te parece sospechoso, aunque sea solo un presentimiento, investígalo. Puede que no sea nada, pero si es algo será algo peligroso—se levantó de la silla y dio la vuelta a la mesa para darle un rápido abrazo—. Quédate en casa y llámame si aparece alguien, quien sea.

Noah suspiró y le dejó ir. Al menos, después de todo lo que había pasado podía cogerse el día libre, solo por hoy. Stiles iba a contárselo todo porque si algo tenía claro a estas alturas era que o estás dentro o eres completamente ajeno. Cualquier punto intermedio es demasiado peligroso. Conocer solo la mitad de los hechos puede costarte la vida.





La clínica veterinaria estaba cerrada o eso decía el cartel, pero la puerta estaba abierta así que simplemente entró. Pasó hasta la parte de atrás donde esperaba encontrar al veterinario en su despacho y allí estaba.

—Me preguntaba cuál de vosotros vendría primero—comentó sin levantar la vista del libro que tenía frente a él—. Aunque admito que no lo esperaba tan pronto.

Aquella apariencia de tranquilidad hasta en las peores situaciones siempre le ponía de los nervios.

—Me está pasando algo.

—Ya os advertí que habría consecuencias, un ritual que implica la muerte afecta a sus participantes a un nivel básico de su ser—le explicó como si estuviera hablando del tiempo.

—Pero no siento que sea algo oscuro como dijiste.

Eso pareció despertar su interés porque levantó la mirada por primera vez.

—¿Qué es lo que sientes exactamente?

—Una energía enorme dentro de mí que quiere salir. ¿Sabes lo que pasa cuando mezclas Coca-Cola y Mentos? Pues siento que eso es lo que está pasando dentro de mí, solo que a alguien se le ha olvidado quitar el tapón. Pero no es algo malvado solo... algo sin moldear, en bruto.

Deaton apoyó los codos sobre la mesa y cruzó los dedos frente a su rostro en un gesto que le recordó al Sr. Burns. Se quedó en silencio durante un rato y Stiles era incapaz de quedarse quieto mientras tanto, caminando de un lado a otro del despacho y retorciendo las manos. Solo se detuvo cuando Deaton se levantó. Cogió un libro de la estantería y Stiles frunció el ceño. Sabía que los libros realmente mágicos no los tenía allí a la vista y el libro no era especialmente grueso.

—Deberías practicar estos ejercicios de meditación, te ayudarán a controlar lo que estás sintiendo.

Stiles observó la portada, un título ridículo con el dibujo de un mandala.

—No me jodas. ¿En serio?—agitó el libro en el aire. Lo único que quería era golpearlo en la cabeza con él.

—La meditación no solo tiene beneficios para la mente, también proporciona beneficios fisiológicos. Mejora la atención y la-

—¡Vete a la mierda!—lanzó el libro barato al suelo. ¿Quería tomarle el pelo?—. Sabes perfectamente que lo que me sucede tiene que ver con la magia y no con una mierda psicológica.

—Lo mejor que puedes hacer ahora-

—Darte un puñetazo en esa maldita cara sería lo mejor que puedo hacer así que no me tientes. Si no tienes intención de ayudarme, yo mismo buscaré la forma de solucionarlo, como siempre.

Realmente quería darle un puñetazo, pero se conformó con dar un portazo al salir. El maldito veterinario solo ayudaba cuando le apetecía y si empezaba a soltar esa basura suya del equilibrio no resistiría las ganas de partirle la cara.

De vuelta en casa, su padre supo aceptar su gruñido cuando le preguntó cómo había ido con Deaton. Quería ponerse a investigar, pero primero tenía una charla pendiente con él.





Su investigación no fue fructífera. O lo fue demasiado. Sin más información que algo mágico dentro de él tenía el potencial para ser prácticamente cualquier cosa. Podía estar a punto de transformarse en alguna criatura de las miles que había o incluso en una nueva, aunque más bien sentía que iba a explotar en cualquier momento.

Llamó a Scott buscando algo de apoyo, quizá que le echara una mano, pero ni siquiera quería recordar la forma en que le había respondido. No iba a tenérselo en cuenta porque sabía que esa «oscuridad» que Deaton había mencionado estaba afectándole, al menos a su humor. Aún no estaba preocupado con él, siendo hombre lobo era difícil que nada le afectara seriamente, pero lo mantendría vigilado. Por ahora no podía contar con él así que siguió por su cuenta.

La energía no dejaba de incrementar o tal vez tan solo se volvía más intranquila. Dos días después y ya ni siquiera podía permanecer quieto el tiempo suficiente como para leer una página en el ordenador. No había dormido la noche anterior y estaba comiendo más de lo habitual. Necesitaba salir para quemar algo de esa energía. Se puso las zapatillas y salió a correr por la reserva. No era un lugar seguro ni durante el día y Stiles no era suicida, pero en una parte de su mente estaba la idea de que, tal vez, si se encontraba con alguna criatura su poder al fin se manifestaría.

Comenzó a correr tan pronto como puso pie en el camino de tierra. No aguantó mucho porque no tenía mucha resistencia y, a pesar de toda esa energía, sus músculos dolían, pero cuando no podía correr más caminaba y después volvía a correr. Sin darse cuenta, sin pretenderlo, llegó al claro del Nemeton. Por un momento sufrió un desagradable flashback, pero el lugar estaba tan cambiado que era difícil reconocerlo como el mismo de aquella noche. Parecía un lugar normal, nada mágico ni catastrófico en él. Hierba verde y un tocón muerto, nada más. Al menos en apariencia. Bajo la superficie la magia vibraba igual que bajo su piel.

Se acercó al Nemeton con pasos cansados y respiración agitada. Se dio la vuelta y se sentó pesadamente en el tocón. Tan pronto como sus manos tocaron la madera, sintió una sacudida por todo su cuerpo. De repente, algo estaba saliendo de él o lo estaban arrancando, no estaba seguro. Se sentía como si fueran sus entrañas, como si tiraran de sus intestinos centímetro a centímetro, pero nada físico estaba saliendo de él, no había ninguna herida en su cuerpo. Era algo invisible, pero estaba ahí. Estaba seguro de que si extendía la mano podría tocarlo, pero en ese momento le era imposible, era incapaz de moverse, estaba demasiado tenso para ello.

Cuando al fin terminó, su cuerpo cayó hacia atrás como el de una marioneta (o como si le hubiera infectado el veneno de kanima). Estaba jadeando y temblando. El exceso de energía había desaparecido y ahora estaba exhausto. Algo apareció frente a sus ojos, ocultando parcialmente el cielo del atardecer (no recordaba que llevara tanto tiempo en la reserva). Volvió a enfocar la vista y se dio cuenta de que era un perro. ¿Tal vez?

Se dio la vuelta sobre su estómago con algo de dificultad y se apoyó sobre los antebrazos. La criatura se agachó imitando su posición frente a él. La parte superior de su cuerpo era negra, desde su frente hasta la mitad de su cola, el resto era naranja-dorado, un color muy intenso. Casi podía pasar por un pastor alemán, salvo que su morro no era oscuro (y quizá su pelaje tuviera algo de brillo no del todo natural, pero eso podía achacarse a un efecto de la luz). Pero no era un perro, era un lobo. O quizá un perro lobo. Bueno, en realidad no era nada de eso, era su magia.

Podía sentirlo, sentirse a sí mismo en esa criatura. Su magia había salido de él y había tomado la forma de un lobo que podía hacerse pasar por perro. El Nemeton tenía algo que ver con esto, pero, de nuevo, no sentía que fuera maligno y por la forma en que le sonreía tampoco lo parecía. Seguramente habría muerto con toda aquella energía mágica vibrando y creciendo dentro de él sin modo alguno de salir. El Nemeton le había salvado la vida y ahora tenía tiempo para averiguar la forma de utilizar su magia para que esta no se acumulara en su interior.

Se levantó del tocón con un gruñido y se estiró. El lobo-perro-su magia (tenía que ponerle un nombre) saltó y dio una vuelta a su alrededor. No tendría que darle órdenes ni enseñarle nada, no era un animal, era una parte de sí mismo. Comenzó a caminar de vuelta a casa y su magia correteaba a su alrededor como un cachorro hiperactivo, nunca alejándose más de cinco metros. Se preguntaba si habría algún límite, si más allá de ese límite podría suceder algo horrible. No lo pensó demasiado en ese momento, pero tendría que estudiarlo y experimentar con ello.

Cerca ya del límite del bosque, sacó su móvil y envió un mensaje a la manada. «Reunión @ Derek ahora». Y después otro para avisar a su padre de que aún seguía vivo y de dónde iba a estar. Cuando llegó a casa cogió el jeep y se dirigió al loft. Al llegar allí tan solo estaban los Hale varones (era una lástima que Cora hubiera vuelto a Sudamérica ahora que comenzaban a hacerse amigos) y Scott. No le sorprendía que nadie más hubiera hecho caso a su mensaje. El nuevo alfa se giró hacia él con expresión molesta, pero cambió al instante en cuanto vio a su acompañante.

—¡¿Stiles, conseguiste un perro?! ¿Tu padre ha cambiado de idea?

Scott se acercó con una gran sonrisa, con evidente intención de acariciar al lobo, pero este dio unos pasos atrás, manteniéndose pegado a la pierna de Stiles. Unos años atrás, Scott habría seguido adelante y habría intentado acariciarlo, pero en lugar de eso se detuvo, tal vez su tiempo trabajando con el veterinario había servido para algo.

—¿Por qué has traído un perro aquí? ¿Para esto querías la reunión?—preguntó molesto Derek.

—Por dios, ¿tú también?—gruñó Peter echando la cabeza hacia atrás—. Sé que Scott es un idiota que no es capaz de utilizar siquiera sus sentidos humanos ni aunque le vaya la vida en ello, no espero más de él—Scott se quejó, pero lo ignoró por completo para dirigirle una mirada decepcionada a su sobrino—. ¿Pero tú? Por favor, sobrino. Deberías haberte dado cuenta desde que salió del jeep de que eso no es un perro.

—¡¿Es un lobo?! ¡Stiles! ¡Eso es muy peligroso! Los lobos no son mascotas—le regañó Scott.

Stiles intentó contener la risa ante la expresión incrédula de Peter y los insultos que masculló entre dientes. El mayor de los Hale se acercó a él y habría echado a Scott de un empujón si este no se hubiera apartado.

—No dejas de sorprenderme—le dijo con voz sedosa, sus ojos casi brillando fijos en él—. No soy ajeno al concepto de familiar, pero admito que nunca he escuchado hablar de un familiar creado a partir de pura magia.

Stiles se encogió de hombros sin poder disimular su sonrisa.

—No creo que pueda llamarlo familiar, es casi como si mi cuerpo se hubiera dividido en dos.

—Stiles, ¿de qué estás hablando?—preguntó Scott con una expresión de absoluta confusión.

Stiles cogió aire y procuró no molestarse con su amigo porque ni siquiera hubiera fingido escucharle cuando intentó explicarle su problema unos días atrás.

—Scott, este es Reese—el nombre se le ocurrió en ese mismo momento. Peter resopló y le miró con una ceja arqueada—. ¿Qué? Le pega—tenía los mismos colores que un Reese's por dentro—. El caso es que después del ritual había una especie de energía dentro de mí. No dejaba de crecer y puede que incluso hubiera acabado matándome de no ser porque, de algún modo—no tenía intención de mencionarle el Nemeton—, salió de mí y tomó esta forma. No es un ser vivo aunque actúe igual que uno, es mi magia, una parte de mí.

Scott seguía mirándole con esa expresión confusa, pero realmente no sabía cómo explicárselo mejor.

—Deberíamos ir a hablar con Deaton.

—¡No!—respondió de inmediato al tiempo que Reese comenzaba a gruñir.

—Stiles, Deaton puede ayudarnos con-

—Lo único que hizo Deaton cuando le pedí ayuda fue decirme que meditara. ¡Me dio un puto libro de meditación! No voy a acudir a él. No quiero saber nada de él. Investigaré esto por mi cuenta, como siempre hago, y yo mismo solucionaré cualquier problema que surja.

—Stiles, es peligroso, tienes que hacerme caso—le dijo con esa expresión decidida suya, avanzando un paso hacia él—. Ahora soy el alfa, un verdadero alfa-

Scott se acercó un paso de más y de repente fue despedido hasta el otro lado de la sala. No salió volando por la ventana por apenas diez centímetros. Había una aura dorada brillando alrededor de Reese con su misma forma pero más alta incluso que Stiles. Estaba gruñendo y miraba a Scott con ojos brillantes, casi blancos. Stiles no sintió miedo porque su enfado no estaba dirigido hacia él, tan solo estaba protegiéndolo. Extendió su mano y acarició su lomo con la punta de los dedos. Reese se calmó de inmediato, se sentó y le miró con expresión inocente. No podía decirle «buen chico», pero seguro que podía leerle la mente.

—Me voy a casa. Ni si te ocurra pasarte hasta que se te bajen los humos—le advirtió a Scott.

Se dio media vuelta y se marchó del loft tan rápido como llegó. Apenas subió su jeep recibió un mensaje de Peter. «¿Y yo puedo ir?». «Mñna. Solo si traes tus libros», respondió.





—¿Ahora tenemos un perro?—fue lo que preguntó su padre cuando llegó a casa, seguido de—: ¿O es un hombre lobo?

—Papá, Reese. Reese, papá—les presentó—. Reese estará con nosotros durante... un tiempo indefinido. No es un perro ni un hombre lobo, ni siquiera un animal de verdad. ¿Eso que estaba sintiendo dentro de mí estos días? Pues ha salido y ha tomado esta forma, seguramente para no matarme. Es magia, soy... mágico, de algún modo.

—¿Como Harry Potter?

Stiles se encogió de hombros y sonrió. Esa era una suposición tan buena como cualquier otra.

—Mañana tendremos visita, Peter va a venir así que, por favor, no le dispares—le pidió mientras sacaba los ingredientes para preparar la cena.

—¿Peter como en Peter Hale?

—Es el que más sabe de... todo en general. Y lo que no sabe se encuentra en su biblioteca o puede conseguirlo de algún contacto. Es mi mejor opción para averiguar qué soy.

Noah lo observó por un momento mientras Stiles cortaba las verduras y ponía a calentar la sartén. El sheriff suspiró y finalmente asintió con la cabeza.

—Si hace cualquier cosa rara, avísame y le disparo.

Stiles puso los ojos en blanco pero sonrió.

—Sí, papá.

Después de cenar con su padre, una costumbre que querían retomar y para lo que Noah estaba tomando más turnos de mañana que de noche, Stiles subió a su habitación con Reese. Se tumbó en la cama y Reese subió y se acurrucó sobre él formando un círculo, parte de su cuerpo sobre sus muslos y la cabeza sobre su vientre. No pesaba tanto como aparentaba, pero era cálido y suave. Y esa calidez se extendía más allá de lo físico. Durmió mejor de lo que había dormido en años.


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