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La princesa que corre con lobos por Ayann

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Notas del fanfic:

La princesa que corre con lobos


Título original: The princess who runs with the wolves


Historia ©Graveltotempo.


Personajes de Teen Wolf ©Jeff Davis.


Traducción ©Αγ?πη.


—————————————


Traducción autorizada por Graveltotempo, prohibida su reproducción por cualquier medio y/o sin mi autorización previa.


—————————————


Notas del(a) Autor(a): Historia descaradamente basada en la publicación de ColetheWolf: https://colethewolf.tumblr.com/post/174669408694/stiles- is-canonically-a-princess-sorry-but


Nota de la Traductora: Debido a que al traducir del inglés al español se pierde cierto sentido y/o el ritmo de Graveltotempo, la traducción no es 100% fiel, aunque respeté y mantuve la intención/contexto del original.

La princesa que corre con lobos


.


Estimada Manada Hale:


La Corte Real de las Hadas del norte de California tiene el honor de invitarle a la celebración del Dulce Solsticio de Verano, la noche del solsticio.


Han pasado dos años desde que se restituyeron como la manada protectora de la Reserva de Beacon Hills y, como dicta la tradición, es momento para invitarles a unirse a nuestras festividades.


La invitación, como es usual, no se limita a los lobos de la manada, sino también a los humanos directamente vinculados a la misma. En particular, deseamos asegurar que su Princesa esté al tanto de nuestra invitación y, por ende, su asistencia.


La princesa Aurelia y el príncipe Aoife han expresado un gran interés en conocer a la Princesa que corre con los lobos de la manada Hale, especialmente porque parece no estar comprometida. Por supuesto, si este estado cambia entre ahora y la noche de la celebración en nuestro reino, los hermanos reales mantendrán su distancia con ella, de lo contrario, estarán dispuestos a cortejarla, tanto por las costumbres humanas como las de las hadas.


Muchas gracias por tomar de su tiempo para leer nuestra invitación.


Su Majestad


Reina Araide.


.


Después de terminar de leer, Derek puso la carta a un lado y miró el resto de la manada con la expresión más indiferente que tenía.


Stiles se puso de pie, soltando un suspiro, pronunció:


—Vale, lo diré yo. —Se volvió hacia Derek, levantando las manos con las palmas hacia el cielo—. ¿Hadas? ¿En la Reserva? —El hombre lobo alfa se encogió de hombros, el castaño volvió a suspirar y se rascó la cabeza.


—Han vivido ahí —dijo Peter, observándolos como el maniático que era, desde el rincón— tanto como los Hale.


Boyd inclinó la cabeza hacia a un lado.


—¿Décadas?


—Siglos —corrigió Peter con su usual mirada condescendiente—. No se involucran en los asuntos de los humanos ni en los de los hombres lobo, y suelen quedarse en su reino. Nunca han sido nuestros enemigos. —Discretamente Stiles se paró junto a Derek—. Pero tampoco aliados, no son malos, solo…


—Ambiguos —dedujo Lydia con el ceño fruncido. Peter asintió con la cabeza.


—De moral gris —agregó Stiles, el lobo volvió a afirmar.


—No son como dicen la mayoría de los libros. Es verdad que no mienten, a veces encantan a los humanos y los obligan a vivir con ellos, pero nunca en contra de su voluntad, solo los confunden con su belleza y comida hasta que el humano decide quedarse.


Isaac frunció el entrecejo, tenía la cabeza en el regazo de Erica.


—Entonces, no deberíamos ir.


Derek volvió a encogerse de hombros, acababa de terminar de releer la invitación.


—Mi madre asistía todos los años con papá y los niños de la manada. No hay peligro porque el solsticio es sagrado para las hadas y no harán nada para arruinar la celebración, no voluntariamente. Cuando fui con mamá… —Hizo una pausa, pasando saliva—. No hubo ningún problema, la mayoría de las hadas tiene apariencia humana o así me lo pareció, no envejecen como los humanos y tienen ojos morados. Su apariencia puede cambiar cuando no están en su reino, pero el color de sus ojos se mantiene, por eso evitan salir de su territorio. —Se inclinó hacia Stiles, quedando hombro con hombro, inhaló el relajante aroma a hoja de miel del castaño—. Aunque, no tengo idea de a que se refieren con lo de la princesa.


Allison y Lydia voltearon a verse y negaron con la cabeza.


—Apuesto —empezó Argent— a que no se están refiriendo a Erica. —Levantó las manos en son de paz cuando la rubia la fulminó con la mirada—. ¡Oye, no estoy siendo cruel! Él dijo y cito “la princesa que corre con los lobos”, no “la princesa de los lobos”, lo que dirían si estuvieran refiriéndose a ti, supongo que saben que eres una loba, ¿verdad?


Peter asintió con la cabeza, perdido en sus pensamientos.


—Sí, por lo que tengo entendido pueden distinguir las auras, así que todo lo que necesitan es mirarte y sabrán si eres humano o sobrenatural, y de qué tipo.


Lydia resopló.


—La cuestión es, que están hablando de Allison o de mí. ¿Cómo sabemos a cuál de las dos se refieren?


Stiles las observó por unos instantes, si no las conociera, habría asumido que Allison con su inocencia, voz suave, amable sonrisa y hoyuelos en las mejillas, era una princesa de Disney con pajaritos en los hombros que se comunicaba con los animales. Por otro lado, Lydia con su imponente actitud, capacidad de resiliencia y salir de toda situación sin derramar sangre o ensuciar su ropa.


«Soy pura de corazón, Stilinski, repele la suciedad», recordó Stiles, «Y, sin embargo, sigues con Whittemore». Sí, podía entender cómo podría ser percibida por un ser sobrenatural que solía verla en la Reserva, sino como princesa, sí como reina.


Derek se removió incómodo, el castaño lo miró intrigado, el alfa lo observó a los ojos y su expresión cambió a una mirada dolida, cejas fruncidas y labios curvados hacia abajo, para cualquier otra persona, Derek era sumamente hermético, pero para Stiles, fue absurdo lo fácil que logró entenderlo.


—No importa —declaró, conteniendo la risa—, siempre y cuando tengan pareja. —Movió las cejas hacia Scott y, luego, le hizo una mueca de asco a Jackson—. Basta con que tengan sexo la noche anterior y no se atreverán a cortejarlas, no sin ofender las costumbres de los hombres lobo.


Scott se sonrojó, Jackson esbozó una petulante sonrisa.


Peter arqueó una ceja.


—Parece que sabes mucho sobre las costumbres de los hombres lobo.


Stiles no odiaba a Peter de la misma forma en que otras personas lo hacían, guiño a Lydia, no le agradaba ni confiaba en él, en definitiva, no era digno de confianza, pero era un activo valioso para la manada. Sin embargo, la manera en la que le habló y lo miró le dio escalofríos. Se relajó cuando sintió la mano del alfa en su hombro.


—Derek me ha enseñado un par de cosas —respondió, no era secreto que estaba preparándose para ser el emisario de la manada Hale.


Después del fiasco con la manada alfa, que casi le cuesta la vida a Boyd y a Erica, y de descubrir la importancia de un emisario que mantuviera el equilibrio de la energía de la manada y de la tierra a su cargo, Stiles no dudó en dar un paso adelante, lo que sea que se estaba desarrollando entre Derek y él estaba ayudando a cimentarlo.


Desde el incidente de la piscina, donde Stiles había sostenido a Derek por horas, el hombre lobo se había ido suavizando, lo suficiente como para dejar de amenazarlo o empujarlo, incluso aceptó su ayuda en la búsqueda de Erica y Boyd, y estuvo dispuesto a aceptar a Scott en la manada (después de que el castaño le prometió que McCall lamentaba todo el asunto con Gerard, de hecho, Stiles se aseguró de que Scott se arrepintiera, le dejó de hablar por cinco días hasta que McCall aceptó que la cagó), ahora solo le gruñía cuando estaba siendo particularmente irritante. Todavía se sacaban de sus casillas, la falta de auto-conservación de Stiles y el complejo de mártir de Derek a veces prendía los ánimos, pero de algún modo lo hacían funcionar.


El punto era que Stiles estaba consciente de que Derek se preocupaba por él y, quizás, en cierto nivel le agradaba el alfa, en el sentido de gustar, tal vez, incluso como algo más que amigos.


Peter dibujó una sonrisa como si supiera algo que Stiles no.


—Por supuesto que lo ha hecho.


Stiles entrecerró los ojos.


—Peter —advirtió Derek.


El aludido se puso de pie con las manos en alto.


—Está bien, sobrino. —Rodó los ojos y con su peculiar tono irónico de “idiotas, no saben lo que yo sé”, expresó—: Aunque sé que será divertido, no asistiré a la encantadora celebración de las hadas. ¡Diviértanse! —Y se fue.


—Es un incordio —se quejó Erica, empujando a Isaac de su regazo para poder levantarse y estirarse—, ¿podemos matarlo otra vez?


La tensión en el cuerpo de Derek fue casi imperceptible, como cada vez que alguien mencionaba asesinar a Peter. Stiles siempre notaba el cambio, así que pasó una mano por el brazo del lobo.


—No matamos a los integrantes de la manada, Catwoman.


La rubia soltó bufó, pero a Stiles no le pasó desapercibida la mirada de disculpa que le lanzó a Derek, antes de tomar la mano de Boyd.


«Ya es ganancia».


—Bueno, si la reunión ha terminado —argumentó Allison, poniéndose de pie—, Scott y yo nos vamos.


Stiles sonrió.


—¡Oh, sí! —Hizo un gesto lascivo con las manos—. Alguien va a recibir algo esta noche —bromeó con un exagerado guiño a su mejor amigo.


—Cierra la boca —gimió Scott, negando con la cabeza.


—Es una situación de vida o muerte, ¡tienes que!


—Solo estás molesto porque, en una situación de vida o muerte, nadie se acostaría contigo —se burló Jackson. Aunque al convertirse en un hombre lobo había reducido su estupidez, a veces seguía siendo un imbécil.


Antes de que Stiles pudiera contestar, Derek soltó una irónica carcajada, palmeó las mejillas del castaño sin apartar la mirada de Jackson.


—Desde luego. —Se volvió hacia Stiles con una expresión seria—. En una situación de vida o muerte, yo me acostaría contigo.


Stiles se le quedó mirando boquiabierto. Derek dibujó una malévola sonrisa, se alejó despacio, echándole un último vistazo subió al segundo piso.


—¡Eres un idiota!


Las carcajadas del alfa no se hicieron esperar.


—¡Stilinski, quedaste en llevarme a mi casa!


—¡Ya voy, Boyd!


.


Cuando Stiles se estacionó en casa de Boyd, el hombre lobo se apresuró a bajar, al cerrar la puerta se volvió hacia él.


—Sabes, sus latidos no cambiaron cuando lo dijo.


El castaño no tuvo que preguntar a quién se refería, desde que salieron del loft se la había pasado repasando la conversación en su cabeza.


—Nació siendo un lobo, tal vez sabe cómo engañarlos.


Boyd rodó los ojos.


—Eres humano, no tenía por qué enmascarar sus latidos en tu presencia. —Tenía un punto—. Deberías intentarlo, él no es del tipo que da el primer paso.


Stiles no se atrevió a hablar de su pavor a ser rechazado ni de lo mucho que disfrutaba ser amigo de Derek, o de que la manada era demasiado importante como para arriesgarla por algo tan estúpido como sus sentimientos. Sin embargo, Boyd logró escucharlo, extendió un brazo a través de la ventana y le dio un par de palmadas en el hombro.


—Todo saldrá bien —declaró y se dio media vuelta hacia su casa. Stiles esperó hasta que entró.


.


—Sobrino —dijo Peter—, tengo que hacerte una pregunta.


Ambos estaban afuera del edificio, esperando al resto de la manada para asistir a la celebración de las hadas


—¿Tienes que?


Peter se giró hacia él.


—¿Qué estás esperando con el crío Stilinski?


El alfa se puso tenso y le devolvió la mirada.


—No es de tu incumbencia.


—Al contrario —objetó Peter, negando con la cabeza, decepcionado—, como mi sobrino, tu felicidad es importante para mí.


Aunque el corazón del lobo mayor no vaciló, Derek no se permitió relajarse.


—¿Por qué?


Las facciones de Peter se endurecieron, los hombros del alfa se hundieron un poco.


—Es tu compañero, Derek, literalmente el amor de tu vida. No pensaría en lastimarlo, sé mejor que nadie lo que es perder a tu pareja, perdí a la mía y ese dolor no se lo desearía a nadie.


Derek sabía que las palabras de su tío eran sinceras, por un momento le recordó al Peter antes del incendio, astuto y un poco loco, incapaz de herir a la familia por poder. Tal vez si, después del incendio, Laura y él no lo hubieran abandonado, no hubiera enloquecido por completo. Haber sentido como los vínculos con su manada se rompían por el fuego y, después, medio en coma, que la conexión con los últimos parientes que le quedaban, desaparecía, debió haber sido un infierno. Por eso habló con honestidad:


—Todavía… es menor y no tiene que quedarse en Beacon Hills. Por supuesto que es manada, pero quiero darle la oportunidad de que vea el mundo antes de decirle algo. Y si elige otra cosa, no hay problema.


Peter no pareció convencido con la respuesta, antes de decir algo, se escucharon los autos de la manada aproximándose.


—Ten cuidado, sobrino —señaló, adentrándose al edificio—, si esperas demasiado, alguien podría robártelo.


El alfa cuadró los hombros y esperó a que el Jeep de Stiles y el Porsche de Jackson se estacionaran. Al bajar Boyd, Erica, Allison y Scott del Jeep, Derek arqueó una ceja.


Boyd lo miró con el ceño fruncido.


—Lydia sugirió que nuestros atuendos coincidieran y Erica y Scott se volvieron locos.


Allison no lucía tan disgustada como Boyd, pero hizo una mueca cuando Scott se paró a su lado.


—No creo que el azul claro me quede bien —admitió, mirando su blusa a juego con la camisa de manga corta de McCall.


Isaac bajó del Porsche sonriendo alegre con la chaqueta de cuero de siempre, Hale se preguntó si se verían como una pareja, sin embargo, el resto del atuendo era diferente, probablemente el rubio se había quedado con Jackson para asegurarse de no vestir igual que él.


—¡Oh! —exclamó Stiles con una sonrisa, parándose a lado de Derek—, sacaste tu chaqueta “buena”.


Derek le echó un rápido vistazo, sudadera con capucha roja, por supuesto que la llevaría, una camisa y jeans negros. Se encogió de hombros y replicó:


—Es la única que no tenía manchas de sangre. —Como lo esperaba, el castaño soltó una carcajada, estrellando un hombro contra el de él. Una vez que todos estuvieron listos, dijo—: Vale, la cueva de las hadas no está lejos, solo síganme.


—Lydia te ves es-pec-ta-cu-lar —elogió Allison, atrás de Hale—, definitivamente, el zafiro te queda perfecto.


—Gracias —canturreó la pelirroja—. La combinación de la blusa azul claro y la falda blanca se ve genial. ¡Toda una princesa!


—Si tú lo dices. ¿Le hiciste algo a tu cabello?, se ve muy bien.


Derek se volvió hacia Stiles, que caminaba a su lado. El chico puso los ojos en blanco, tenían casi la misma estatura así que no le tomó mucho acercarse y susurrarle al oído:


—Las dos creen que son la princesa, pero como no quieren que la otra lo sepa, fingen que la otra lo es.


Eso… tenía sentido. Si bien no eran jóvenes superficiales y frívolas, ¿qué chica no había soñado con ser una princesa?


—¿Por quién apuestas?


Stiles bufó.


—No-oh, no voy a meterme en ese asunto, pero… —Se acercó más, su aliento rozó la oreja del hombre lobo—. La manada tiene una quiniela, Jackson e Isaac apostaron por Lydia, Scott y Erica por Allison.


—¿Boyd es lo suficientemente listo como para no meterse? —Derek no estaba sorprendido, sabía que por lo menos había mordido a un adolescente inteligente.


—No, apostó por Erica.


«Claro que lo hizo». No, Derek no había mordido a ningún adolescente inteligente.


—No hay problema —dijo Stiles, palmeándole el hombro con una traviesa sonrisa—, yo aposté por ti.


—Oh, mira cómo me estoy riendo —ironizó el alfa. Stiles sonrió, pequeños hoyuelos se formaron en sus mejillas, antes de que el hombre lobo pudiera recitar poemas en su cabeza, llegaron a la cueva. Derek se detuvo, se giró hacia el resto de la manada y con expresión seria indicó—: Si bien las hadas no son esencialmente peligrosas, eviten insultar o meterse en alguna pelea con ellas. Pueden comer y beber lo que quieran, pero tengan en mente que, aunque no tienen alcohol, algunas de sus bebidas los harán sentirse más felices de lo normal. Ahora bien, en la Reserva también viven otros seres sobrenaturales que no son maléficos y probablemente han sido invitados, algunos no hablan idiomas humanos, otros sí, pueden hablar con ellos sin problema, pero… —Se volvió hacia Stiles con los ojos entrecerrados—. No hagan comentarios indiscretos y nada de interrogatorios. —El castaño hizo un puchero, pero asintió con la cabeza—. Bien, si algo sucede, aúllen y estaré ahí. —Los demás afirmaron con la cabeza, tenían sus rostros tan serios como el suyo, así que trató de relajarse y darles una sonrisa cordial—. Cuando era niño siempre disfruté de estas festividades, espero que también ustedes. Es hora. —Se dio la vuelta y se adentró en la caverna.


.


En un momento estaban caminando por un pasaje oscuro y al instante siguiente se encontraron en un decorado jardín con mesas, personas y animales por todos lados.


Stiles observó a la manada jadear por la sorpresa y mirar confundidos a su alrededor, por lo que no estaba alucinando, en todo caso, sería una alucinación grupal.


—Bienvenidos al reino de las hadas —murmuró Derek—, ¿estamos todos?


Stiles se alejó, asegurándose de que todos los miembros de la manada estuvieran presentes, desde atrás de Isaac, levantó el pulgar.


Síp. —Solo entonces se permitió dar un vistazo, parecía como si hubieran sido transportados a una realidad alterna. «De alguna manera», supuso, «así es». ¿Qué si no es el reino de las hadas, sino un universo alterno? Algunos de los asistentes los miraban sorprendidos, como si los reconocieran, pero la mayoría no les prestaba atención. Stiles ansiaba saber si eran humanos o sobrenaturales. Había zorros, coyotes caminando junto a unicornios y fénix. «¡Fénix y unicornios, joder!». Mujeres traslúcidas hablando con los árboles y personas con ojos morados con bandejas en las manos.


—¡Vaya! —murmuró Isaac a lado de Stiles. El castaño no pudo más que estar de acuerdo, mirando fascinado a un unicornio pastar a unos metros de él.


—Manada Hale —tarareó una voz, Stiles se volvió hacia ella. Una mujer de piel morena y afro rubio se paró frente a Derek—, bienvenidos.


—Reina Araide —Derek hizo una pequeña reverencia, la manada lo imitó—. No nos lo habríamos perdido por nada.


La mujer le dedicó una hermosa sonrisa al alfa. Stiles dudaba de que hubiera algo que no pudiera hacer bello, probablemente cagaba maravillosamente.


—No has cambiado mucho, pero has crecido, Derek. Estoy muy feliz de que la Manada Hale proteja de nuevo estos bosques. —No le dio el pésame por su familia y Stiles supo que Derek se lo agradecía en silencio, reconocer que algo había sucedido era mejor que cubrir el momento con lástima. La reina posó la vista en el resto de la manada y exclamó—: La princesa de la Manada Hale también está aquí, ¡me alegra que haya venido!, mis hijos se mueren por conocerla.


—Ya está comprometida —señaló Jackson, poniendo un brazo sobre los hombros de Lydia.


Los príncipes caminaban hacia ellos, Stiles no podía decir cuántos años tenían, ¡demonios!, tampoco podía decir que edad tenía la reina, bien podían pasar por estudiantes de secundaria y universidad, y una madre joven.


La reina miró confundida a Whittemore.


—¿Debo alegrarme porque tu novia ya está comprometida? —Volteó a ver a Derek perpleja. Lydia se sonrojó.


Cuando los sonrientes príncipes estaban a unos pasos de Allison, ella sonrió, sus hoyuelos se marcaron en sus mejillas.


—Yo también estoy…


Sin embargo, los príncipes la pasaron de largo y se detuvieron frente a Stiles, el castaño parpadeó confundido.


—¿Eh? ¿Hola?


La princesa Aurelia tenía el cabello corto, verde y negro con flequillo, el príncipe Aoife se parecía más a su madre con sus mechones rubios y oscuros, ambos iban ataviados con togas. Miraron a Stiles con un brillo de esperanza en sus ojos.


—Su Alteza —dijeron espeluznantemente a la vez.


Un ojo Stiles se crispó.


—Oh no, Oh no, no. Oh, no, no, no. No —profirió, ignorando que Isaac prácticamente se estaba muriendo de risa—. Soy un hombre, no una princesa.


La princesa Aurelia pestañeó perpleja.


—¿Tienes cabello mágico?


—No…


—Tu cabello crece ridículamente rápido —agregó Allison con los brazos cruzados y una sonrisa divertida en su rostro.


—¿Manos mágicas? —indagó el príncipe Aoife.


—N…


—Oh sí —contestó Erica sonriente—, pregúntale a cualquier chica de la escuela.


—Y das tremendos masajes —completó Boyd.


—¿Te comunicas con los animales?


—¡Ja! —se burló Stiles—. Nop, no lo hago.


Aurelia no pareció impresionada.


—¿No conversas con estos lobos?


—¡Ey! —se quejó Scott.


Lydia inclinó la cabeza hacia a un lado.


—Tiene un punto.


—¿Te han envenenado? —continuó Aoife.


El castaño se rascó el cuello.


—Bueno, vivir con una manada tiene sus desventajas y…


—¿Maldecido?


Stiles recordó el sacrificio para salvar a su padre y el mal en consecuencia.


—Algo así, pero…


—Secuestrado o esclavizado.


Secuestrado por Gerard Argent y esclavizado en su propia mente por el nogitsune.


—¿Un poco de ambos?


—¿Todos asumen que tus problemas se resolverán con la aparición de un gran bruto con músculos?


Los ojos de Stiles se encontraron con los de Derek, que lo observaba igual de confundido, el castaño se sonrojó.


—Bueno…


—¡Puta madre! —chilló Scott, mirando a su mejor amigo bajo una nueva perspectiva—. ¡Eres una princesa, viejo!


Los hermanos reales lucían satisfechos, ambos se posicionaron a cada lado de Stiles y engancharon un brazo en los brazos del castaño.


—Por favor —maulló Aurelia—, permítanos guiarla, su Alteza. —Y se lo llevaron a pesar de sus quejas.


Scott se volvió hacia Derek, impactado e intentando contener el gruñido en la garganta, exclamó:


—¡Se lo están llevando, viejo!


Hale no se veía muy contento con el curso de los acontecimientos, pero no hizo nada para alejar a Stiles de los príncipes.


—Y no haremos nada.


—¿Por qué no?


—¿No te acuerdas de lo que decía la carta? —cuestionó Lydia con los labios apretados—. Tienen todo el derecho de cortejar a Stiles porque no tiene pareja y porque somos invitados en su reino, no podemos iniciar una pelea, pueden echarnos si así lo desean. —Se giró hacia su alfa.


Aunque era más fuerte y grande que ella, Derek se sintió intimidado.


—¿Qué? —soltó, desviando la mirada.


—¿Quién es el culpable de que no tenga pareja?


El hombre lobo se sobresaltó, miró sorprendido al resto de sus betas, tenían el ceño fruncido y los ojos entrecerrados, haciéndolo sentir más pequeño.


—¿Lo sabían?


Erica puso los ojos en blanco.


—Como si todo el asunto del nogitsune no hubiera sido suficiente, casi no dormiste en 72 horas por encontrarlo, puedo jurar que hasta el sheriff lo sabe.


Los ojos de Derek se abrieron más.


—¿Lo sabe?


Scott afirmó con la cabeza.


—Incluso ha estado practicando el discurso que te dará, una vez lo encontré parado frente al espejo con una mano en su pistola diciendo “Tengo balas con acónito, Hale”, fue bastante perturbador.


El alfa suspiró, girándose para observar a Stiles en medio de los príncipes. Aunque al principio Stiles pareció confundido y alarmado por ser catalogado como “la princesa de la Manada Hale”, ahora lucía bastante relajado, observando todo con entusiasmo y con una verdadera sonrisa en su rostro.


«¡Cielos!, ellos lo saben, el sheriff lo sabe», cualquier esperanza en el pecho de Derek se desvaneció, Stiles se estaba divirtiendo con el cortejo de las hadas. Ignorando los reclamos de la manada expresó—: Como sea, es una fiesta, chicos, vayan a divertirse.


Boyd lo miró con los ojos entrecerrados.


—¿Vas a deprimirte en un rincón?


—No —mintió, sabía cómo hacerlo para que lo dejaran en paz.


.


Si bien, al principio, la idea de ser una princesa y sobre todo la princesa de la Manada Hale —¡Oh Dios!, ¿lo habrá ofendido?—, muy pronto Stiles se sintió cómodo con el título. Pudo acariciar un unicornio, descubrir que las damas transparentes eran náyades, hablar con los árboles, ¡había hablado con los árboles!, y conocer la identidad de algunas personas a su alrededor.


—Esa es una ninfa —comentó el príncipe Aoife, señalando a una mujer que bebía de un tazón con un líquido claro.


—¿Un espíritu del agua?


Aurelia aplaudió.


—¡Cómo era de esperarse de la princesa que corre con lobos! —aclamó con una gran sonrisa y sin escucharse sarcástica.


Stiles hizo un mohín.


Hombres lobo, ya sabes, no son animales.


Ella parpadeó inocente.


—Se sabe que los Hale pueden convertirse en un lobo por completo.


—Espera, ¿de verdad? —La curiosidad de Stiles al máximo—. ¡Eso es genial! Derek nunca me cuenta las cosas geniales. —No era totalmente cierto, Derek solía hablarle de los hombres lobo en general, pero en cuestiones relacionadas con su familia le era más difícil compartir.


El príncipe asintió y, de la nada, sacó un libro.


—Toma, si todavía quieres ser emisario te ayudará bastante, contiene la información exacta de las criaturas en Beacon Hills.


Los príncipes le habían estado dando regalos, hasta el momento Stiles era el orgulloso propietario de una perla de sirena, una esencia curativa de kachina, un atuendo de hada, polvo de duendecillos, una bolsa de vellón plateado encantada, un montón de libros y libretas. Al principio se había negado, pensó que si aceptaba los regalos aceptaba el cortejo de uno de los príncipes, era más que claro que Aurelía y Aoife estaban compitiendo por ser su novio o algo más, pero le aseguraron que, independientemente de su respuesta, podía quedarse con los regalos.


Volvió a sonreír, sosteniendo el libro en su mano.


—¡Esto está genial, viejo!


—¡Aurelia, Aoife! —llamó la reina.


Ambos aludidos lucieron decepcionados.


—Si nos excusa, Princesa. —Stiles podía sentir a Jackson desternillándose de risa en algún rincón del jardín—. El deber llama, ¡por favor siéntase libre de seguir viendo hasta que volvamos!


Stiles los observó alejarse, girando sobre sus talones, se dirigió hacia Derek.


El hombre lobo había estado rumiando su suerte en un rincón, bebiendo de una copa con un líquido rojo y comiendo lo que parecían ser huevos. Apenas levantó la vista cuando Stiles se sentó a su lado.


—¿Sabías que esos son huevos de sirena?


Derek escupió.


—¡Qué asco!


La sonrisa de Stiles se ensanchó.


—Eso es lo que dije cuando Aoife me lo dijo.


En vez de sonreír, Derek pareció tensarse más.


—¿Ya tuteas al príncipe?


Stiles se encogió de hombros, mirando por el rabillo del ojo al hombre lobo bastante molesto.


—Ellos insistieron.


—Por supuesto que sí —murmuró Derek, dándole un sorbo a la bebida.


El castaño pasó por alto el comentario porque no estaba seguro a qué se debía la aversión por los hermanos reales. Derek ya los conocía y, aun así, decidió venir con la manada, habían estado bromeando y divirtiéndose antes de llegar, así que no entendía el repentino mal humor del alfa.


Después de contarle un par de cosas y ser ignorado por Derek, u obtener respuestas sin sentido, Stiles estaba al límite. Respiró profundo, no le agradaba que el alfa estuviera solo en un rincón mientas el resto de la manada se divertía, sintió un aguijonazo de culpa por pasar horas con los príncipes y no notarlo. Se levantó, ofreciendo su mano, preguntó:


—¿Quieres bailar?


Derek ni siquiera lo miró.


—¿Por qué no le preguntas a tus citas?


La paciencia de Stiles se acabó.


—¿Sabes qué? ¡Quizás lo haga —espetó en un tono más alto del necesario—, mientras tú te quedas aquí y haces berrinche!


El hombre lobo casi hizo una mueca de dolor, lo miró con confusión y desazón, Stiles no le permitió decir nada, dio media vuelta y caminó directo a donde estaba Aurelia, ella jamás le quitó la vista.


—¿Quieres bailar?


El rostro del hada se iluminó feliz y puso sus manos en los hombros del castaño.


—El lobo guapo, pero bruto, ¿fue más tosco de lo normal?


En realidad, Stiles nunca había bailado, así que creyó que no podía ser tan diferente de lo que mostraban en la televisión. Además, la princesa era más fuerte de lo que parecía y pronto comenzó a guiarlo.


—Prefiero no hablar de él.


—Si vivieras aquí —sugirió con un tono coqueto—, serías más apreciada, Princesa.


—Stiles —corrigió Stilinski, soltando un suspiro—. No soy una verdadera princesa, ¿sabes? Primero que nada, como ya mencioné, soy un chico.


—Creo que eso lo debo decidir yo —respondió ella con falsa modestia—. Lo de ser hombre, lo acepto, lo de no ser una princesa, es debatible. —Lo hizo girar, puntos menos para su masculinidad, Jackson se estaba dando un festín—. Si vivieras en nuestro reino no tendrías que anhelar nada, creo que por eso el lobo está celoso, sabe que estarías mejor con…


—¿Celoso? —Stiles frunció el ceño, volvió el rostro hacia donde estaba Derek haciendo un muy mal trabajo al fingir que no los estaba vigilando—. ¿Por qué estaría celoso?


Aurelia lo observó como si sospechara que se estaba haciendo tonto a propósito.


—No quiere que te vayas.


Tenía sentido, Stiles era un recurso valioso para la manada, Allison y Lydia tenían algunas habilidades, pero todos sabían que el google-fu, el uso de hierbas mágicas y la manipulación de la ceniza de montaña eran su talento, sin él probablemente morirían en un mes. O ¿quizás Aurelia lo había dicho en un sentido romántico? No, Derek ya había sido desagradable antes.


—Tal vez.


La princesa sonrió, en apariencia, satisfecha.


—Si no deseas vivir todo el tiempo con nosotros, podríamos permitirte pasar tiempo entre tu reino y el nuestro, aunque usualmente nos mantengamos al margen de los conflictos entre los humanos y los lobos, la guardia real haría todo por protegerte.


El castaño no le estaba prestando atención, su mente estaba ocupada pensando, otra vez, en Derek. ¿Por qué Derek hacía las cosas? Si bien, Stiles era mejor que la mayoría leyendo al alfa, excepto por Peter, todavía le era difícil discernir sus motivos.


—El tiempo se mueve de manera diferente en el reino de las hadas por lo que podrías ser inmortal. No existen las enfermedades, así que podrías traer a tus familiares, su estancia aquí les ayudaría bastante.


Sin embargo, Derek no era mezquino, ya casi no respondía con monosílabos, solo lo hacía cuando alguien mencionaba a su familia o cuando Stiles decía o hacía algo en específico que no le agradaba. Aunque esta vez no lograba entender el motivo de su comportamiento. Sin duda, no era porque se sintiera solo, Isaac (que estaba coqueteando con un grupo de náyades) solía visitarlo con frecuencia, al igual que el resto de los betas.


—Entonces, quería preguntarle, Princesa… Stiles.


Stiles parpadeó, volviendo a poner atención, se sintió avergonzado por no haber escuchado nada de lo que Aurelia había estado diciendo. Cuando ella se hincó en una rodilla y abrió la palma de la mano con un anillo de oro en el centro, la miró confundido.


—¿Quieres casarte conmigo y hacerme el hada más feliz del universo por el resto de nuestros días?


—¿Qué? —chilló Stilinski, el tic en el ojo volvió.


—¿Qué? —gritó el príncipe Aoife, corriendo hacia ellos tan rápido como podía.


—¿¡Qué!? —tronó Derek, materializándose entre Stiles y la princesa en un abrir y cerrar de ojos.


Aurelia fulminó con la mirada a su hermano y después a Derek.


—Hazte a un lado, lobo, él no está comprometido, por lo que tengo todo el derecho a…


—No, no lo tienes —objetó Derek. Por la tensión en sus hombros y la dureza en su voz, Stiles comprendió que estaba medio transformado—. Él es mío.


Stiles había visto a los guardias observar el intercambio con ceños fruncidos, a punto de poner la mano en el hombro del alfa para calmarlo, se quedó paralizado. ¿Derek acaba de decir… que él…?


—¿Lo soy? —preguntó en un tono más agudo de lo normal.


Como si fuera posible, Derek se tensó más, se dio la vuelta, dándole la espalda a las hadas a propósito, encaró a Stiles, sus ojos brillaban en rojo, pero las garras y colmillos se retrajeron.


—Si tú… es decir, yo siento… —farfulló con la punta de sus orejas poniéndose rojas—, no te había dicho nada y no te había preguntado, y eres una persona, no un objeto, pero…


Era adorable, Stiles esbozó una sonrisa, colocando una mano sobre el corazón de Derek, acortó la distancia entre ellos.


—Lo soy.


El hombre lobo dejó escapar un suspiro con una expresión de esperanza en su rostro.


—¿Sí?


Stiles asintió con la cabeza un par de veces.


—Y tú eres mío, ¿verdad?


—Ahora y siempre.


Stilinski debería sentirse asustado por el nivel de compromiso mostrado por Derek, ni siquiera se habían sentado a hablar, pero por alguna razón se sintió feliz.


—Entonces, ¿estabas celoso?


El alfa frunció el entrecejo.


—Estaban presumiéndote y actuando como si tuvieran algún derecho sobre ti.


Stiles le dio un ligero puñetazo en el hombro.


—Eso no te da derecho a actuar como un niñato cuando podemos hablarlo.


Derek tuvo la osadía de bajar la mirada y hacer un puchero, así que Stiles hizo lo único que podía hacer: acunó el rostro del alfa entre sus manos y lo besó. No fue un beso apasionado, sino una breve, casta y suave caricia.


—¿Eso es un no a mi propuesta? —cuestionó Aurelia.


El castaño dio un paso atrás, se había olvidado que ella seguía arrodillada.


Derek la fulminó con la mirada.


—Es un no.


—Lo siento —agregó Stiles, dándole una palmada al hombro del alfa por la descortesía.


El hada suspiró y se puso de pie.


—Está bien, estoy segura de que en algún momento habrá otra princesa en Beacon Hills. —Volvió a suspirar, examinó al hombre lobo con la mirada—. ¿Quién iba a pensar que la princesa que corre con lobos encontraría un príncipe entre ellos? Eres un lobo muy afortunado, Derek Hale.


En vez de matarla con la mirada o gruñirle, como Stiles esperaba que hiciera, Derek sonrió.


—Lo soy.


—¡Diablos! —gimió Stiles, sonrojándose.


—Ahora —empezó Aoife, arrodillándose— que has rechazado a mi hermana, Princesa Stiles, ¿quieres…?


—¡NO!


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